Un Amor Real

ONE ON ONE | ORIGINAL | FANTASÍA

Han pasado años desde que el Reino Mágico “Lumièredell”  fue completamente destruido y quedó en ruinas. Tristemente los reyes no lograron salvarse de aquella magia oscura de un enemigo que aún no se sabe quién es realmente. Muchos otros tuvieron que emigrar hacia otros reinos o siguen vagando hasta encontrar una solución. Pero debido a un brujo sabio y consejero ha revelado que el reino volverá a prosperar si los herederos al reino quieren tomar su verdadero lugar.

Los hermanos fueron separados al momento de la destrucción tan solo eran unos niños de 16 años - eran mellizos - cuando todo ocurrió. Lamentablemente, August al tiempo fue capturado por aquel villano que oculta bien su rostro, mientras que la princesa Serena esta en compañía de un joven guardia que la ayudó a huir junto a su primo. Han pasado 5 años y la princesa sabe que debe volver. Ha vivido tranquila a pesar que tiene que aguantar todos los días ese frío humor y ácido de  Zephir Featherbrand que se cree una clase de hermano para ella y siempre le anda diciendo lo que tiene que hacer a pesar que ni siquiera tienen diferencia de edad. Por todo el trauma que vivió, la chica aún no ha podido demostrar sus habilidades que más bien son los elementos de la naturaleza y del viento. Al formar parte de la naturaleza tiene muchos poderes escondidos.

Por su parte, Zephir es muy hábil en su magia y resulta ser un eficiente guardián que sabe dominar la habilidades criaturas que hay por los alrededores mágicos. Sin darse cuenta, ambos han generado sentimientos por el otro solo que saben que es imposible por el nivel de magia que tienen, es una de las razones que ella no quiere volver al reino. Sin embargo, al escuchar esos rumores que su hermano irá ha hecho que se decida solo que tienen que un largo camino por recorrer.

¿Como negarse cuando sé lo pedía con tanta emoción? Además, sabía perfectamente que si llegaba a ser cierto lo de las piedras preciosas, Serena sería incapaz de utilizarlas para algún propósito de mal, al contrario, sabía que estaría en buenas manos. La chica era la gobernante que el pueblo merecía para así poder volverse a reunir luego de aquel fatídico éxodo. — Está bien, podemos más tarde hecha una hojeada por el lugar para ver si encontramos algo. — le prometió el guardia a la joven.

Zephir miro a los ojos a la princesa cuando esta tomo su mano y comenzó a decirle lo que él era para ella. Sentía un cierto cosquilleo en su estómago, debía de recordar que quizás lo más que podía aspirar era en ser su amigo. Su primo no lo permitiría, pero no podía haber forma en que lo alejara de ella. Eso sí que no, estaría ahí para Serena. Solo que cuando menciono que las cosas serían diferentes cuando ella estuviera en el trono le hizo albergar algo de esperanza. — De todos modos, tengo que aclarar que pase lo que pase no harán que me aleje. — le aseguro. — Yo también, créeme, es grande el aprecio. — y más que aprecio la quería, aunque guardara eso para él.

Ya comenzaban a entrenar luego de haber comido. Por supuesto que el guardia no la iba a presionar hacerlo a la perfección. Era apenas el primero, esto sería algo que tomaría tiempo. Pero la practica hacia al maestro.  Sonrió con ternura ante su preocupación. — Descuida, no me pasara nada malo, si eso llegara a pasar, no me ahogaré, puedo envolverme en una burbuja de aire, aunque sí me temo que tendrás que irme a buscar unas cuantas hectáreas más adelante. — le aseguro el moreno. Además, aquello si pasara sería solo una muestra del poderío de la chica.

— Excelente. — anuncio al ver como derribaba la primera. Noto un toque de frustración en el segundo intento. — Sí, las emociones juegan mucho, por lo que es bueno controlarlas. Sin embargo, en medio de un caos de peligro igual, soltar toda esa emoción puede volverte alguien poderosa y de cuidado, así que ahí sí sería bueno que en ese caso sí sería algo bueno. — todo era cuestión de como canalizarlas y cuando dejarlas salir. — Bueno, dale que sé que puedes. — aseguro mientras esperaba a que la chica hiciera su siguiente intento.  

La princesa quedó muy ilusionada con la búsqueda de las piedras preciosas que estaban escondidas allí y nunca habían sido encontradas. Solo se limitó a sonreír porque sabía que lo iba a cumplir, lo mismo con su comentario que no se alejaría de su lado sabía a la vez que podía contar con él. Ahora mismo se tenían el uno para el otro y cuando llegaran a su reino por supuesto que lo iba a recompensar con algún título mejor lo merecía.

Se sentía nerviosa, pero  la realidad es que prefería formar un gran poder antes que nada y apenas fuera poderoso. Ya la primera opción no sería nada porque no se iría contra el guardia solo como podría ser la segunda opción, Zephir tenía mucha razón que podía lanzarlo a varias hectáreas más allá porque no tenía idea como iba a salir su poder si no se controlaba del todo. — Es que no te puedo prometer nada como saldrá, trato de tranquilizarme pero igual estoy nerviosa. De todos modos, creo que quiero que fluya un gran poder que nada, ahí si me sentiría frustrada. — Terminó confesando de lo que podría pasar y se tranquilizó un poco por lo que decía precisamente porque él igual se podía proteger con el aire.

Al menos había logrado derribar una roca. Sintió que había sido solo cosa de suerte porque luego falló. Tomó una gran bocanada de aire y se dio un momento para concentrarse esperando que todo saliera bien. No supo que paso. De repente su poder mágico la invadió demasiado rápido y la realidad era como si la propia magia la controlara en todos sus movimientos.  Su cabello levito sentía el poder del agua bajo sus pies y sus manos, sus ojos se volvieron completamente azules y como no era ella formó un gran tsunami — ¡No molestes! — Rugió con una voz que no era suya y de la nada todo volvió a ser normal. Se vio empapada, aún fluía magia en sus manos cuando volvió a ser ella misma y Zephir no estaba en ninguna parte.

Ni Zephir ni las rocas. ¿Qué había pasado? — ¡Zephir! ¿Dónde estás? — En el fondo ya sabía que había perdido el control pero no recordaba del todo lo que había pasado por completo. Porque solo se acordaba cuando el poder la invadió y luego ya nada.  No se sentía del todo molesta al estar mojada lo primordial era buscar a su guardia. — ¡ZEPHIR! — Gritó.
 

Le hacía ilusión ver como todo sería reconstruido, la nueva vida que tendrían. Saber que ya podían estar en el lugar donde realmente pertenecen. Aunque sabía que tomaría su tiempo, pero pasará lo que pasará, él allí estaría a su lado. No esperando una recompensa, sino por lo que sentía por ella, por lo mucho que importaba Serena.

Para que todo esto se volviera una realidad era importante entrenar. Así que por lo mismo había llegado el momento de comenzar.  — Está bien, no es necesario que lo prometas. Sé que no intentarías lastimarme apropósito. — todos los que poseían magia pasaban por este momento re incertidumbre de cómo controlarla. Era normal y él sabía que pasara lo que pasara la muchacha, no tenía la intención de hacerle daño, además que él buscaría la manera de contrarrestarlo si pasaba.

— Exacto, igual, eso serviría para medir desde ya cuanto poder eres capaz de generar. — aseguro el guardia. Pues una muestra grande de poder podía ser el inicio de una poderosa hechicera de los elementos.

Zephir sabía que había mucho potencial en Serena, por eso estaba atento a sus movimientos por si algo ocurría poder cubrirse. La frustración por el fallo en el segundo intento podía ser detonante a que explotara su magia. Solo que jamás imagino que fuera de aquella manera, pues tal parecía que había llegado a un nivel que rara vez se veía en alguien que recién comenzaba. La chica era de temer, la verdad. Pero igual eso le enorgullecía porque sabía cuanto la había subestimado por no mostrar señales de magia. Solo que en ese momento lo único que pudo pensar al ver como su cabello flotaba y sus ojos cambiaban aquella tonalidad tan azul, fue preparándose para recibir el embate de la marejada de tsunami que le caería encima.

El guardia creo una burbuja de aire a su alrededor encerrándose. Eso no iba a evitar que el golpe de agua se lo llevara o que no recibiera algún golpe con los árboles del bosque o al aterrizar en el suelo. Pero si evitaría ahogarse en el proceso.

El chico aterrizó en la zona boscosa dando un golpe contra un árbol y terminado en el suelo. La burbuja ya se había desvanecido y Zephir había terminado completamente empapado. Estaba aturdido, pero eso no evito que escuchara los gritos de la princesa, quien desesperadamente lo llamaba.  — ¡Aquí! Estoy aquí. — Le llamo para que siguiera su voz mientras intentaba sentarse.

Había seguido todos los consejos de Zephir y si contaba que sus poderes se podían descontrolar, que no pasará nada y la última opción es que fluyera de manera efectiva, claro que la última opción era la más imposible que se diera.

Luego de actuar mal a la primera, luego quizás todo fue peor porque aunque se sintió con un increíble poder que fluyó dentro de ella luego olvido todo y no sabía que había logrado hacer. O sea, podía calcularlo por toda el agua que se veía esparcida por todas partes y el guardia, su guardia no se veía absolutamente por ninguna parte.

Se sintió muy mal por aquello y trataba de recordar que era lo que había pasado, solo recordaba efectivamente la sensación de la magia por todo su cuerpo pero luego ya nada. Buscaba a Zephir de manera desesperada, gritando su nombre y lo escuchó ciertamente demasiado lejos para ser cierto. Lo bueno es que había calculado donde estaba y trató de apresurarse para llegar pronto a donde estaba.

Cuando lo encontró todo empapado, con el cabello desordenado y todo enmarañado no supo que decir y solo se llevo las manos sobre sus labios por la sorpresa que esto le provocaba. No podía creer que ella fuera la responsable de todo esto, más que Zephir se veía condenadamente sexy, por mucho que esto no fuera lo más importante. Finalmente pudo reaccionar y hablo muy avergonzada. — Perdón, perdón. Creo que perdí el conocimiento y la magia explotó provocando todo esto. ¿Estás bien? — Preguntó con sus mejillas coloradas. — O sea, sí te veo bien pero debió ser un gran golpe y más que te he dejado todo empapado. — Esperó su respuesta, sentía que en verdad el entrenamiento quedaría hasta ahí y sin más empezó a buscar si tenía alguna herida. ¿Cómo iba a poder controlar el gran poder que tenía? En el fondo sabía que eso pasaría pero nunca se imaginó de la grandeza que podía llegar a tener. Eso sí... la idea era controlarla de manera consciente o sino sería un verdadero peligro.
 

Nadie dijo que este viaje iba a ser tarea sencilla. Pero ahora que estaban aquí haría todo lo posible por ayudar a la joven princesa. Zephir era incondicional a ella y lo había demostrado, dejando todo atrás sin tan siquiera pensar en las consecuencias para él. Pues fácil podían tildarlo de traidor. Aunque claro, con la princesa a su lado… ¿Habría quién se atreviera? Bueno, sabía que al menos el primo de esta lo intentaría.

Ahora lo que le importaba era ayudarle a canalizar su poder, que pudiera controlarlo para que así estuviera lista al llegar a su destino. El moreno estaba cocínente de que Serena tenía un gran poder, solo que era la primera vez que veía una manifestación a ese nivel, cosa que lo sorprendió en todos los sentidos. Claro está, saber que era capaz de aquello lo llenaba de orgullo. Pero en el momento lo tomo por sorpresa haciendo que aquella marejada se lo llevara arrastrado bosque adentro. Lo bueno es que había reaccionado a tiempo, así que había quedado resguardado en su burbuja de aire hasta que está estallo cuando se golpeó con el árbol.

No tenía idea de cuanta distancia había recorrido, se sentía adolorido y con frío por estar todo empapado. Al menos no parecía haberse roto nada con el golpe, aunque sí sentía que el hombro le dolía un poco más que el resto del cuerpo. — Tranquila, no te disculpes. Estas cosas pasan cuando entrenas. — le aseguro a la princesa. — No negaré que si me pegue fuerte. Quizás este un poco dislocado el hombro. Pero eso basta con llevarlo a su sitio. — lo cual posiblemente dolería más que el golpe.

Noto como lo comenzaba a revisar, a ver si encontraba heridas. — Ey… estoy bien, de verdad. — dijo tomándole las manos y viéndole a los ojos. — Aunque debo de admitir que sí con algo de frío. — señalo al estar empapado. El enorme problema era que cuando salió a toda prisa para buscarla no se había llevado con él nada y aún no llegaban al primer pueblo. — Tengo un ligero problema… — murmuro llevándose la mano a la cara avergonzado. — Solo traigo lo que llevo puesto. — y eso le pasaba por impulsivo, pero como le dijo, él solo había pensado en llegar a ella para poder cuidarla. No sabía cómo le iba a hacer, pero sí sabía algo, al menos por hoy estaba bien de entrenar. — Bueno, al menos por hoy está bien de entrenamiento. Has estado impresionante. Lo digo en serio. — finalizo.

Serena estaba impresionada con su poder y lo cierto es que estaba consciente que tendría que aprender a canalizarlo y controlarlo para luego gobernar como princesa en el castillo. No sabía si se encontraba al nivel de su hermano que sabía que estaba vivo y que por aquellas situaciones de la vida se habían separado. Sin embargo, si no lo lograba controlar podía causar el caos, tal vez el decía que no pasaba nada pero igual lo había lanzado varios metros de distancia y se había golpeado, para ella aquello no era menor y ya quería que todo fuera menos intenso.

No obstante, claro que eso era mucho mejor que no haber hecho nada. Ya tenía poderes, no estaban bloqueados en su interior y eso significaba ya que era una hechicera elemental.

Lamentaba lo sucedido con su querido guardia que no dejaba de decir que estaba bien, pero que tenía frío y que se hizo daño en uno de los brazos. Sus ojos claros brillaron de la preocupación. — ¿Pero estará bien? ¿Tendremos que ir a un sitio y así mejore? — Imaginaba que no estaba muy lejos el pueblo cercano tal como había mencionado e imaginaba que podría verse ahí. — De verdad lamento que todo terminara así, pero siento que eso es mejor que nada... no puedo negarle que igual me asuste ese desbordante poder y que no recuerde nada...— Le explicó, solo que imaginaba que solo le faltaba práctica y de a poco mejoraría, de hecho, tenía un excelente guía y maestro en Zephir. No podía pedir más.

Se llevó la mano al pecho, lo cierto es que si el pobre estaba empapado y eso podría provocar que se enfermara. — Podría prestarle uno de mis vestidos mientras seca la ropa con magia. — Sugirió aunque luego eso le dio risa al solo imaginarlo con el vestido. — Bien, si tenemos una manta, puede arroparse con ella mientras tanto que seca su ropa. En el pueblo tendra que conseguir como mínimo tres prendas, podemos intercambiarlo con alguna joya que tenga. ¿No? — La princesa se preocupaba de su salud y la del chico, no iba a permitir que enfermara y que más encima fuera su culpa. Acarició sus manos con suavidad y las mantuvo ahí para al menos darle algo de calor. — Y... y  también puedo abrazarte... no quiero que te enfermes — Dijo con un puchero mientras depositaba una caricia en su mejilla, luego tomaba de su brazo que estaba bien y lo llevo a donde se estaban quedando.

Al llegar lo primero que hizo fue ir en busca de la manta y algo mandona comentó. — Desvístete en un rincón y luego vienes aquí. Cúbrete bien que no quiero que sientas tanto frío, quisiera saber canalizar el elemento del fuego, lo malo es que ni sé controlar el agua mejor ni cuentes conmigo, podría terminar quemándote — Murmuró en chiste enviándolo a unos arbustos algo apenada por lo sucedido y ella se quedo contemplando el lago mientras lo esperaba. Estaba muy orgullosa de ella aunque asumía que habría esperado un mejor resultado, la verdad es que ya quería verse luchando a un nivel  donde los dos disfrutaran pero para eso quedaba tiempo y esperaba que no tanto.
 

Él sabía a lo que se exponía cuando decidió ayudarla a entrenar. La magia no era algo, controlará de la primera. Por fortuna, aunque aquello había sido algo impresionante, y que sin duda le dolía todo el cuero, al menos era una buena señal de todo el potencial que la joven tenía.

Su intensión no era asustarla o preocuparla. Se había hecho algo de daño claro esta, no fue un pequeño golpe. Sin embargo, tampoco era algo de gravedad, podría con esto. Tampoco era la primera vez que se lastimaba entrenando. — Más allá de lo que ya le mencione, no tengo nada más. No corro peligro. Tranquila, aunque no es mala idea el que podamos conseguir alguna posada. Creo que es algo que nos hace falta a los dos. — porque no solo era por su brazo lastimado, también ambos habían pasado días durmiendo a la intemperie. Sería bueno dormir aunque fuera una o dos noches en una cama cómoda.

— Así mismo es, ya con esto tiene una idea del poder que tiene. Claro, es normal que se asuste. Es una sensación nueva que recorre su cuerpo, y que aún intenta comprender. — comentaba el moreno a la chica, es que sabía que aquel miedo sería temporal, hasta que lograra dar con el control de sus habilidades.

Zephir no pudo evitar soltar una suave risa ante la ocurrencia de Serena. — Oh princesa. ¿Cómo cree? Me quedaría muy pequeño. — se atrevió a bromear, la risa de la chica era como melodía para sus oídos, por lo que no podía evitar sonreír mientras la escuchaba hablar. — Supongo que es la única opción. Y sí… otra razón más para intentar llegar al pueblo. Por suerte ya no está tan lejos. — le comentaba un tanto tartamudo mientras temblaba por el frío.

— Eso podría funcionar como pago. Disculpe que tenga que hacer eso es un poco abusivo de mi parte. Pero le devolveré todo, se lo prometo. — porque claro, que tampoco había cargado con oro, al menos no mucho. — Apenas tengo unas cuantas monedas que cuando partí ya tenía en mis bolsillos. — le confesó. — Oh… el calor humano siempre ayuda… pero. ¿Está segura? — cuestiono ante su comentario, ¿no dejaba de ser un acercamiento muy personal? — Gracias por preocuparte. —

El guardia con la ayuda de la chica llegó al campamento que tenían, y ni bien lo había hecho ya le estaba dando órdenes. — Tranquila, es mejor no arriesgarse a eso. Con la ropa seca sé que estaré mejor. — dijo tomando la manta y escondiéndose tras unos arbustos para poder desvestirse. Aun con toda la manta no dejaba de ser un tanto vergonzoso, pero era lo que había. Zephir se colocó la manta sobre sus hombros mientras se abrazaba a sí mismo con ella. — Aquí está. ¿Dónde la coloco? — pregunto el muchacho mientras le mostraba la pila de ropa mojada. Aún titiritaba, aunque menos que hacía un rato.

La princesa no estaba consciente todavía de todo su poder solo veía las consecuencias del después de cómo había quedado todo cubierto de agua y haber encontrado su guardia a muchos metros de distancia de ella, que fue difícil encontrarlo y al estar ahí ya ni sabía que decir.

Eso parecía una excelente señal pero todavía le faltaba totalmente entrenar para poder controlar sus poderes y así llegar poderosa al castillo, que ahora ya podía decir que tenía el mismo que sus padres y no dudaba que su hermano ya lo había controlado y era por ello que habían llegado esos rumores, que hizo que se quisiera marchar para ir de vuelta.

Y gracias a todos los Dioses contaba con el apoyo de Zephyr que era muy probable que hubiera demorado más yendo sola al castillo. Se sentía muy cohibida con lo pasado, se notaba que el hechicero lo había pasado mal y aunque podía notar una pizca de orgullo en su mirada podía sentir que aún le faltaba por aprender, y era él solamente quién era su maestro, confiaba en el pelinegro.

— Si crees que lo adecuado es ir a quedarnos en una posada, vamos. Imagino que ahí podremos descansar mejor — Se preguntaba que era lo que tendría que intercambiar aunque si tenía monedas de oro para quedarse una noche porque la verdad es que tenían que seguir viajando, tenía que llegar al mismo momento que su hermano si que este no había llegado primero.

—Es que… no me acuerdo de nada… como dije solo fueran sensaciones extrañas y ya, y claro aún fluye… es poderoso, tengo que seguir entrenando. Dejemos horarios ¿sí? — Señaló motivada. — ¿Le parece practicar por la mañana y luego en el atardecer para que se haga de noche? Creo que también sería efectivo entrenar en diversos tipos de clima. —Se iba a esforzar, le faltaba mucho aún pero era una princesa, tenía la habilidad de ir aprendiendo rápido ahora que habían fluido sus poderes.

La idea del vestido fue tonta pero es que no podía quedar así de húmedo pues podía enfermar y menos mal que se le vino la idea de la manta donde iba a poder arroparse. Ella siguió riendo junto a él hasta que asintió a su dicho. — No… no falta mucho… ¿Puede usar sus poderes, no? Podría usar el encantamiento para secar su ropa mientras esta con la manta. Por suerte igual hay sol, pero para que sea más rápido. —Tenían que ir al pueblo para descansar y también abastecerse porque todavía les quedaba un buen trayecto para llegar al reino. — No tiene que devolverme nada, ya ha hecho bastante con acompañarme, eso se lo voy agradecer por el resto de mis días — Serena se puso nerviosa en cuanto al calor humano pero lo cierto es que si eso lo aliviaba iba hacerlo más que era la culpable de todo esto y que quedará de tal manera.— Anda… — Dijo con una pequeña sonrisa mientras lo esperaba y ahí llegó con la manta que lo cubría bastante bien. Ella tomó su brazo y ahí se mantuvo con  tranquilidad apoyando su cabeza en el hombro ajeno.— Debería comenzar a secarla,  supongo que dejarla en esa roca está bien… más encima llega el sol — Inculcó la chica con una sonrisa, estaba segura que estarían tranquilos en esa tarde y donde seguro para dejar pasar el tiempo solo comenzarían a charlar.

 

Ya había sido suficiente de entrenamiento. Ahora lo que necesitaban era descansar de un viaje tan largo. Preferiblemente, hacerlo en lugar más cómodo. En especial porque el chico estaba lastimado, de lo cual por cierto no pretendía quejarse. Con descanso se mejoraría. Aquel resultado significaba que la muchacha había logrado hacer una buena demostración de su poder. Lo menos que quería es que por preocuparse de hacerle daño intentar reprimir toda la potencia que tenía, y vaya que tenía mucha. A él lo que le importaba en estos momentos era que pudiera volverse más fuerte y segura de sí misma. Los daños que él recibiera en el proceso no le importaban. Además, era fuerte, en cuestión de días estaría como nuevo. — Definitivamente, lo es, hemos ya viajado una distancia considerable y aún no hemos podido tener un descanso realmente cómodo. Nos hará bien a los dos. — afirmo el guardia.

— Entiendo, pero confié en mí. Lo que posee realmente es impresionante. — le comento con una sonrisa para que, en vez de preocuparse por lo ocurrido, sintiera que aquello, a pesar de cómo se dieron las cosas era algo bueno. — Me parece correcto, es mejor que así sea. Qué igual hacer una rutina ayuda a nuestro cuerpo acostumbrarse a lo nuevo.  — le respondía el moreno. — Eso no será tan complicado tomando en cuenta los diversos lugares que debemos que cruzar, tendremos escenarios variados. Igual puedo alterar un poco el clima usando el viento si es necesario. — comento, pues el aire era un elemento importante en el clima y esa era su especialidad, así que podía usarlo para ayudarle.

Por supuesto que ahora solo pensaba en estar seco, así que algo debían de hacer. Lamentaba tanto no haber traído nada consigo. Pero ya no podía hacer nada al respecto. — Esa siempre es una opción. — Tendría que arriesgarse a hacerlo con magia si tardaba mucho, así que ahora estaba enrollado en aquella manta por suerte y no era uno de sus vestidos. Idea la cual se había tomado con humor haciendo que riera. — Bueno… igual siempre tendré eso en cuenta. — afirmo, dando a entender que aunque no le estaba aceptando que le pagara de vuelta, él seguía dispuesto hacerlo.

Había sido un momento un tanto extraño, pero al mismo tiempo se había sentido bien, sentirla tan cerca a él. Todo ese calorcito que emanaba el cuerpo ajeno, con la delicadeza que lo hacía. Podía sentir la suavidad de su cabello haciendo cosquillas sobre una parte de su hombro que había estado destapada. Le hubiera encantado quedarse simplemente así. Solo que aquello no era posible. — Oh, sí, tienes razón. Gracias —  respondió con una pequeña y cálida sonrisa. Siendo aquel “gracias” por aquel pequeño momento de confort que había tendió para con él. Zephir dejo su ropa secar. Ya solo quedaba esperar, había sido un día provechoso y estaba feliz por ello.

La princesa asintió a sus palabras, si que habían avanzando bastante y sin tanto descanso desde que decidieron partir así que una noche de descanso tranquilo vendría bien hasta nuevamente emprender el viaje por varios días.

Mantuvo silencio con sus indicaciones porque era la persona que más podía confíar en ese momento en cuanto a su entrenamiento. Tenía que aprender a controlar sus poderes y para eso tenían que entrenar todos los días, y también era una manera simple para que también él potenciará sus habilidades. — Si seguimos así tendremos muchos avances los dos — Dijo con una pequeña sonrisa, pensando que se estaba muriendo de frío así empapado y que tenían que dejar de hablar porque lo que menos quería era que se resfriara.— Gracias, eso sería ideal, imagino que todo será a un nivel de complejidad tenemos que adaptarnos a todo tipo de escenarios, supongo que el paisaje de vuelta nos dará todo eso — No recordaba mucho el camino porque cuando lo hizo estaba demasiado deprimida y era más pequeña para fijarse en todo su alrededor.

Finalmente se fue a poner la manta y ella se acercó con algo de verguenza para que no sintiera tanto frío mientras que él secaba su ropa, lo cierto es que se sentía muy bien a su lado porque entraba en un trance de paz y bienestar. — Apenas termine esto nos vamos al pueblo y si… definitivamente tendrás que pedir algo caliente. — Esperaba que de verdad no se enfermará y ni ella porque aquello solo atrasaría su regreso al reino. Soltó un suspiro, era triste que no supiera usar sus habilidades con el fuego y la temperatura, solo que él sí y al observarlo se daba cuenta que igual estaba aumentando su temperatura, así que luego se sintió bastante tranquila. Quería llegar a ser como él.

Fin de capítulo
 

Luego de aquella tarde de prácticas en las que habían descubierto el alto potencial de la princesa, partieron para ir a la aldea. Realmente necesitaban un momento de descanso y recuperación si deseaban tener fuerzas para el próximo tramo de viaje. No era fácil tener que estar pernoctando en los bosques, pero peor aún si se cruzaban con praderas. Pues en lugares como ese había menos protección.

Zephir estaba muy orgulloso de las habilidades de la chica. Él siempre supo que dentro de ella debía de fluir una magia increíble, solo tenía que creerlo. Claro, ahora le dolía el hombro, pero eran gajes del oficio. Estaba de muy buen humor. Durante el camino pudieron notar como obscurecía, con suerte para cuando ya terminara de caer la noche estarían a la entrada del lugar.

Llegaron a una entrada de madera donde había un vigilante. El chico tocó haciendo que el hombre abriera una ventanita para hablarles. — ¿Qué desean forasteros? ¿No es algo tarde para andar de viaje? — cuestionó el hombre mayor.

— Lo sé; sin embargo, hemos tenido un viaje muy largo y agotador. Nos agarró la noche. Necesitamos posada. En especial para mi señora, que es una dama, necesita dormir en un lugar caliente. Yo por mi parte igual estoy un tanto lastimado. — le contaba para apelar a su lado más caritativo. — Muy bien, muy bien. Dejen un momento. — les informo el hombre cerrando la ventanita para luego abrir el portal. — Adelante, a dos cuadras de aquí hay una posada, cerca de la plaza del mercado. De seguro aún tienen habitaciones. — les informo el hombre.

— Muchísimas gracias, caballero. — Zephir miro a Serena. — Imagino que está muy cansada. Ya pronto podremos descansar. — le comento con una sonrisa. — Quizás en la mañana podemos ver lo que nos falta en la plaza del mercado que menciono aquel hombre. — Sugirió el guardia mientras caminaba al lado de la princesa. No quiso dar muchos detalles de quién era ella, que les bastara con saber que era una dama, una mujer importante. Nada más. Eso de que era la heredera del trono, no convenida divulgarlo.

Al menos no fue mucho el tiempo que costo para que Zephir secara su ropa y cuando estuvo listo emprendieron nuevamente el viaje hacia la aldea que quedaba bastante alejada de donde estaban y por eso se les hizo de noche.  Estaba cansada cuando llegaron al portal y aquel hombre habló.

La chica dejó que su guardia se encargará. Creyó que estaba muy bien que no divulgara que iba a ser la futura reina del reino principal que gobernaba en su mayor parte a todos los territorios pues consideraba que sería reconocida desde su llegada y si todo salía bien, gobernar al lado de su hermano mayor, al menos estar a su lado aunque su magia le decía que algo malo estaba pasando, no se había visto en tanto tiempo que todo pudo cambiar, como dejarse llevar por la avaricia y cambiar todo lo que habían hecho sus padres, por aquello es que quería llegar lo más pronto posible.

Asintió con la cabeza y lo saludó cordial sin palabra alguna para mostrar elegancia y protocolo. Ni siquiera estaba bien vestida pero esos detalles se notaban así que fueron creíbles las palabras de su querido guardia que siempre hacía mucho por ella. Finalmente lo dejaron entrar, agradeció con suavidad al hombre y fueron a buscar una posada preguntando donde podrían dejar su caballo. Pero se mantuvieron ahí conversando por un momento. — Imagino que me ha bajado el sueño porque sé que al fin podré dormir cómoda. No es que me queje es parte de aunque no se niega una noche de buen descanso — Dijo algo soñolienta mientras dejaba al rato que la ayudará bajar de su caballo y luego empezaban a amarrar para que no se escaparan, pronto recibieron ayuda y comenzaron a buscar una buena posada. — Me gusta el pueblito parece tranquilo incluso de noche — Murmuró mirando el alrededor mientras ubicaban la posada.— Con una habitación basta, Zephir. No gastemos de sobra porque aún nos queda un largo viaje  — Moría de vergüenza, pero andaban con poco y había que soportarlo, siempre podrían encontrar una habitación de dos camas separadas, no era necesario una habitación entera solo para ella que Zephir era muy capaz de pedirla así. — Nos queda comida aunque siempre podemos encontrar algo que nos guste, y algo de ropa para usted. Si quiere luego hacemos una lista de lo que podremos necesitar. ¿Le parece? — Preguntó cuando entraron a la posada y así mismo su guardia se encargaba de lo demás.

Menos mal que aquel hombre no puso muchos peros y los dejó pasar. Era posible que fuera porque andaba con la joven. Si fuera el solo seguro le hubiera pedido algo a cambio o lo hubiera dejado esperando hasta la mañana siguiente cuando se abrían los portales. De todos modos ya estaban dentro, eso era lo que importaba.  — Pues siendo así mucho mejor, así aprovechara una noche de buen sueño. Después de un arduo entrenamiento merece un descanso. — le aseguro el moreno extendiéndole los brazos para que ayudarle a bajar del caballo.

Zephir amarro el caballo dándole una suave palmada de agradecimiento antes de voltearse a ver a Serena. — Sí, este pueblito tiene esa característica es un lugar tranquilo. Es bueno que estuviera en nuestra ruta. Los más grandes y bulliciosos es mejor evitarlos si hay la posibilidad. — Advirtió el guardia. — ¿Está segura de eso? — le pregunto por qué podía ser incómodo. No era lo mismo cuando acampaban. Aquí tenían personas a su alrededor, la gente hablaba, murmuraba. Pero algo se le iba a ocurrir para evitar que eso pasara.

Comenzaron a caminar en busca de la posada. — Yo me conformó con ropa extra. — Admitió. — Comida tenemos, pero quizás no vendría mal algo para tratar heridas. Es un viaje largo. Igual como mujer necesitara sus cosas. Bueno sí ya vamos viendo esa lista más tarde. — comento mientras abría la puerta de la posada para que ella entrara seguida de él.  Zephir toco una campanilla que había sobre el mostrador para llamar la atención del encargado. — ¿Buenas noches, como les puedo ayudar? — les pregunto. — ¿Le quedan habitaciones disponibles? Yo y… mi hermana estamos de paso. — Mintió para evitar tener que dar explicaciones de porque una joven soltera compartiría habitación con un hombre. Protegería la reputación de su princesa a toda costa, aun cuando en la vida la podría ver como una hermana porque el cariño que le tenía para nada era fraternal.

— Oh bueno, tengo dos habitaciones disponibles, aunque creo que hay una de dos camas. ¿Creen que esa les pueda servir? — cuestiono el hombre. — Esa es perfecta, solo necesitamos donde dormir nos encontramos demasiado cansados. — le aseguro el moreno. Luego miro a la chica. — Al fin descansaremos. — le dijo con una sonrisa antes de seguir al hombre que los dirigía a la habitación. Una vez en la habitación el hombre se despidió dejándolos solos. El chico dejo las pocas cosas que llevaban en un rincón y se sentó en el borde una de las camas. — Está cómodo. Pruébela. — le indico a la chica para que probara la otra cama. — ¿No le molesto que me tomara el atrevimiento de decir que era mi hermana? — cuestiono por las dudas. Porque claro, él no dejaba de ser un plebeyo, aunque sabía que le tenía estima. — Se que al anciano le dije que era mi señora... lo cual es cierto, pero si noto el olor de su aliento estaba medio tomado, no lo recordara en la mañana. Pero al dependiente... bueno, no quería que comenzaran a hablar cosas de usted, ni faltarle el respeto.  Por eso se me ocurrió. — aseguro el chico.

La princesa asintió. La realidad es que estaba cansada y solo quería dormir, sentía el cuerpo pesado en ese sentido ahora que la magia había abandonado un poco su sistema y la verdad es que necesitaba recuperar energía. — Me ha gustado bastante y es mucho mejor que el pueblo que nos encontrábamos, ese si era bullicioso... más del estilo de mi primo — Exclamó la castaña haciendo un gesto con su cara porque ahora se daba cuenta que su primo era que le gustaba mandar y tomar todas las decisiones. — Sí. ¿Qué tiene de malo? — Preguntó con cierta vergüenza — No estoy pidiendo una misma cama, y en estos días hemos acampado no hay mucha diferencia, pienso en los gastos. — Señaló porque la realidad es que no tenían mucho y lo cierto es que al detenerse a pensar su guardia era un hombre muy respetuoso con ella y podía confiar plenamente de él, nunca se aprovecharía en este tipo de casos.

— Tiene toda la razón...la medicina es muy importante. Es verdad no necesitamos comida para el camino... a lo mejor solo un poco más, de esa comida que dura por meses, esta bien... ya en la habitación hacemos la lista — Imaginaba que partirían a comprar muy temprano y luego durante la tarde partirían que no podían quedarse mucho, presentía que su primo la estaría buscando y era capaz de traerla de vuelta,  solo que no... si quería seguir junto a ella, esta vez iba a ser a su modo. Ella tenía que volver al reino, necesitaba volver, era lo que decía su magia.

Llegaron a la posada y le sorprendió que dijera que era su hermana. Lo que pareció atento de su parte porque por supuesto que no quería que su reputación se viera manchada, aunque ella era la princesa y su palabra era sagrada, además que no era una mentirosa y Zephir hasta el momento era su mayor servidor. — Esa habitación esta perfecta, hermano — Repitió para convencer más y que le dieran aquel cuarto que seguro era muy cómodo, habían dos camas y ya con eso estaba perfecto.

Cuando llegaron a la habitación, la  princesa tal como le dijo probo la cama. — Está perfecta y aunque no me quejo porque no he dormido mal en estos días... siempre es bueno una cama cómoda. — Soltó un bostezo porque si que tenía sueño debido al cansancio del entrenamiento. Se calentó las manos, sabía que igual necesitaba asearse. — No se preocupe, sé que lo hizo por lo que podrían decir. Pero a mi no me importa lo que digan sé que es un hombre respetuoso y me protege a costa de su vida. De verdad confío en tí, Zephir. — Era un hombre muy leal y por eso mismo, exceptuando su belleza, estaba enamorada de él desde hace mucho.

— No lo note... pero no tiene porque saberlo. ¿O sí? Además que solo nos quedaremos una noche. — Para no olvidar empezó a buscar un pergamino y comenzó a escribir. — Está bien, necesitamos algo de ropa para usted,  medicina... ¿Qué le parece algo dulce? — Tenía que decirlo porque no tenían nada dulce aparte de frutas en su bolso. Lo miró con atención, ciertamente se sentiría segura y protegida junto a él. Era mucho mejor que estar con su primo, Zephir en cierta manera también le daba más libertad y con todas sus enseñanzas, hacía que se sintiera una mujer mejor.

— Qué bueno que sea de su agrado. En estos momentos es justo lo que necesitamos. Y la entiendo, yo tampoco soy de estar en lugares muy bulliciosos. Solo lo estoy cuando es necesario estarlo nada más. — y para algunos sonaba como un agua fiestas, pero él era así. Prefería el silencio a la bulla. Zephir no quería pensar mucho en el primo de la princesa. Sabía que para estas alturas ya debía de haberle puesto precio a su cabeza solo por no haberle avisado que la muchacha se fue. ¿Sería capaz de creer que se la robó él? Ni idea, pero era mejor ni pensarlo. Suficiente tenían con lograr dar con el hermano de Serena. Nunca se sabía con lo que se iban a encontrar cuando solo se dejaban llevar por rumores, corazonadas. Pero la esperanza era lo último que se perdía. Más si ellos estaban destinados a gobernar aquellas tierras.

— Lo lamento, sé que solo intentaba ahorrar. Solo era mi deber asegurarme de que eso era lo que quería. — Le respondió un tanto avergonzado por haber hecho aquella pregunta, pero la sentía necesaria. No haría nada de lo que no estuviera segura y si al final tenía que él dormir a fuera así sería. Por suerte la bondad y preocupación de su princesa por él eran más grandes que eso como para permitir algo así.

— Sí, es que nunca se sabe. Igual se puede hacer remedios con las plantas. Pero no siempre se consiguen, todo depende de en que lugar nos encontremos. — comento, era solo por prevenir. Muchas cosas podían pasar en un viaje largo. — También, siempre es bueno tener reservas. — Igual no estaba mal conseguir algo de comida, aunque fuera poca pero duradera. El guardia asintió. Cuando estuvieran en la posada podían hacer aquello con más calma.

Se sintió aliviado de que le siguiera la corriente, era lo mejor. Estando ya en la habitación podía sentirse más relajado. Aún le molestaba un tanto el hombro, pero nada que con descanso se quitara. Lo que si tenía de seguro era bastante sueño en especial luego de comprobar la suavidad de la cama. Que, aunque no fuera una maravilla en estos momentos lo parecía. — Lo sé, fuera como fuera, siempre será más cómoda que el suelo. — admitió el muchacho.

— Agradezco la confianza, significa mucho para mí, y por lo mismo siento que debo protegerla también de esas cosas. — Le informo, lo hacía porque le nacía ser así. Creía que era lo correcto. Ella sería una reina, no permitiría que le faltarán el respeto ni con el pensamiento. — En eso tiene razón, tampoco estaremos más tiempo del necesario, así que no tendremos que preocuparnos por ello. — ya al otro día continuarían su viaje.

Comenzaban a hacer la lista y no pudo evitar que se le escapara un pequeño ruido parecido a una risa cuando menciono algo dulce. — Lo siento es que evidentemente es algo que cualquiera quisiera, pero que al mismo tiempo no se atrevería a pedir. — y lo decía en calidad de su siervo, pues sería incluso un atrevimiento para algunos, más si era él quien llevaba apenas unas pocas monedas en el bolsillo. — ¿Algún panecillo dulce que se pueda cargar? O quizás algo de mermelada. A menos… que prefiera algo para simplemente comerlo en el momento como alguna tarta. — decía mientras comenzaba a anotar las cosas que necesitaban en un pergamino usando la mesita de noche como escritorio.

— Es más bien que hoy me siento demasiado cansada para un pueblo bullicioso, ya solo quiero darme un baño rápido y dormir... pero si estoy con más animos y algún día llegamos a un pueblo que sea de ese tipo yo no voy a quejarme y disfrutaré de la diversión — Dijo contenta que aún se sentía en una edad que quería pasarlo bien y ahora que tenía un poquito de libertad porque su guardia iba a dejarla también quería hacerlo antes de llegar al castillo y seguir todo el protocolo de una princesa.

Era normal que se cohibiera. Ella también estaba avergonzada de dormir en la misma habitación pero si tenían que ver lo poco que tenían e intercambiar lo necesario, no podían excederse en lujos, por lo tanto, sentía que siempre iba a ser así y muchas veces tendrían que dormir afuera incluso con los peligros así que tenían que mantener esa estabilidad, y había sido sincera porque confiaba en él y que no se iba a sobrepasar a menos que ella quisiera. — También siento un poco de vergüenza, pero luego me doy cuenta que usted es todo un hombre caballeroso y muy leal que no temo en estar en su misma habitación, además muchas veces tuve que quedarme en la misma habitación con mi primo y bueno se supone que aquí somos parientes. Todo es por ahorrar — Exclamó la princesa para tranquilizarlo porque se cohibía demasiado rápido, se notaba que no era como su primo que le encantaba mandonearla. Su guardia era demasiado respetuoso.

—¿Sabe de plantas medicinales? Vaya... siempre me sorprende. Entonces en ese caso... solo llevemos una reserva de medicamentos que sabemos que podrían servir  en este viaje, más si somos atacados. — Es que podía pasar cualquier cosa, claro que podrían estar en una amenaza, pero también se podían encontrar con grupos de rebeldes o animales salvajes que podrían dejarlos heridos. — Sí, estoy contenta. Esta noche dormiremos cómodos. — Señaló, porque como decía era un hecho que era mucho mejor dormir en una cama que en el suelo y con frío. Ahí estaban mucho mejor.

— Usted es digno de toda mi confianza, no me defraude por favor — Suplicó porque ya veía que llegaba su primo y él para no caer en algo peor se la devolvía para su propia protección, y no, ella tenía que llegar al castillo, intercambiar palabras con su hermano, ver como estaba todo y volver a reinar. No importaba si era una reina, pero la idea era estar allí porque era lo que habrían querido sus padres. —Sí a todo eso... aunque bien, sé que tengo que elegir... creo que la mermelada y los panecillos dulces serán efectivos. La tarta podemos comerla por la mañana, siento que debemos darnos ese gustito antes de partir. — Exclamó la castaña con una sonrisa dulce. — Vaya a darse un baño, lo necesita. Hoy paso frío y no quiero que se resfrié lo necesito saludable. — Sugirió para que lo hiciera y ella se recostaba en la cama. Claro que lo esperaría el tiempo necesario que también tenía que asearse, habían sido días donde ni siquiera había tenido una impecable higiene así que sí... se sentía sucia.

El chico le miró y sonrió. Definitivamente, ella era mucho más alegre y espontánea que él. Aunque por su parte mucho tenía que ver el hecho de su trabajo, ser guardia requería de dar una impresión de seriedad y seguridad, que a veces se le olvidaba que de vez en cuando era importante divertirse. — Yo supongo que a veces olvido esa parte. Creo necesito aprender a divertirme. — Le comento el guardia a la princesa.

Era necesario para poder ahorrar tener más recursos durante el viaje. Además, ella tenía razón en indicar que no debía de preocuparse, Zephir jamás había hecho algo que hiciera, que su reputación dejara que desear. Ella estaba muy consiente de la clase de persona que él era. Así que todo estaría bien.  — Comprendo, está en lo correcto. Es lo necesario para poder ahorrar. Y de verdad, así continuará siendo. No tendrá queja alguna sobre mí. — afirmo, siempre se mantendría siendo el mismo con ella. Nunca usaría su confianza como ventaja.

Zephir afirmo cuando le pregunto si conocía sobre plantas medicinales. — Así es, fue algo que me ayudo mucho para mi desempeño como guardia. No siempre tenemos sanadores o curanderos cerca así que es bueno saber cómo lidiar con heridas cuando solo está uno mismo para ayudarse. — le confesó el moreno. — Sí, solo que sea más difícil de conseguir en durante el viaje. Puedo enseñarle a identificarlas si así lo desea. — Nunca estaba de más, pues si por alguna razón ella se encontraba sola, o él se encontraba herido, que y no pudiera moverse de donde estaba, así sabría que plantas utilizar.

Era toda una felicidad poder dormir en una cama. — Renovaremos todas nuestras fuerzas. — afirmo el joven guardia. La miro a los ojos al escuchar su petición. — No pienso hacerlo, mi lealtad siempre ha estado con usted. — la única manera que él hiciera algo que sería lo obligaran hacerlo y aun así tendría que ser ella la que estuviera en peligro, no él, para que lo considerara como una opción. Él sabía bien lo que esto significaba para ella y el pueblo. Por eso prefirió seguirla en vez de seguir insistiendo en que regresara.

— En efecto, son las mejores opciones para el viaje. ¿Oh… de veras? Tiene razón, no sabemos tampoco cuando volvamos a tener la oportunidad de conseguir algo dulce nuevamente. — la verdad se le hacía agua la boca de solo pensar en el pastel. — De ser otra las circunstancias se lo refutaría, pero está en lo cierto, lo menos que necesitamos es que agarre una gripe. — Reconoció. — De todos modos, no pienso tardar mucho. — le aseguro antes de usar un poco de viento para empujar la puerta del diminuto baño y cerrarla tras de él.

No tardo mucho, pero si se tomó su tiempo para limpiarse bien, un buen baño era otra cosa que no iban a conseguir a menudo. Salvo que encontraran algún otro pueblo, aldea o tan siquiera algún cuerpo de agua. Pronto ya estaba de vuelta en la habitación. — Como nuevo. — aseguro con una sonrisa. — Puede ir usted ahora, trate de hacer el menor desorden posible. Pero igual tenga precaución puede que esté un tanto mojado el suelo. — le indico mientras se volvía a sentar sobre el borde de la cama. — No se preocupe, puede tomarse su tiempo igual esperaré despierto a que termine. — le anunció. Así que sus alrededores estarían vigilados mientras se bañaba.

Ella entendía que los guardias solían ser más serios y como princesa si tenía que generar ese respeto siendo elegante y ante todo que el pueblo confiara, pero lo que estaban viviendo ahora estaba muy lejos de cumplir sus cargos, cuando llegará el momento iban a tener que cumplir solo que en ese instante, no. Lo miró sonriente. — Es que ahora somos solo Serena y Zephir. Tenemos derecho a divertirnos. ¿no? —Dijo con una sonrisa aún cuando se sintiera rebelde y más alegre de lo que solía ser, suponía que con su guardia se sentía con total libertad y eso siempre lo deseo tener, pues con su primo no lo logró.

Solo asintió. Es que tenían que abastecerse y saber ahorrar para no pasar necesidades durante el viaje que se venía largo, ella aún no controlaba sus poderes así que por el momento solo tenían que hacerlo como simples mundanos, pero sabía que en algún momento lo iba a lograr y sería ahí que acelerarían la carrera.  Podía presentir que su hermano seguía viajando, lo que recordaba del reino es que estaba bien escondido entre las montañas y había magia que lo protegía, por lo tanto no cualquiera podía llegar. A excepción de quienes habían vivido allí, por lo cual tenían que empezar toda una reconstrucción porque tenían que formar el pueblo de nuevo.

— ¡Claro! Prometo ser la mejor aprendiz... la verdad quiero aprender lo más posible... quiero cocinar y saber plantas medicinales. —Contestó entusiasmada por su proposición, lo cierto es que se preguntaba demasiado de donde había aprendido tanto, si por un familiar, un maestro o simplemente la aventura había hecho que fuera un hombre muy inteligente, fuerte y sobre todo apuesto. Negó con la cabeza, con solo pensar en eso. Sabía que estaba enamorada de él pero nunca se había atrevido a más, pues consideraba que era la perfección en persona, solo que esto era indebido.

Ya tenían camas para al menos dormir y recuperar todo el sueño faltante por una noche. Recuperarían fuerzas y energías, eso también los ayudaría tanto para sus ánimos y valor. Necesitaban esto y hacer aquello de vez en cuando venía muy bien, solo no había que salirse de su objetivo. — ¡Por esos dulces! — Señaló contenta y le dio un pequeño abracito antes de decirle que tenía que darse un baño, no quería que se resfriara, había notado que estaba bastante frío. — Yo creo que descansaré un momento, pero prometo que no me quedaré dormida. — Murmuró, y cuando se marchó ahí estuvo a punto de quedarse dormida si no hubiera sido por el sonido de la puerta que la hizo sobresaltar.

— Gracias... al fin podré usar mi pijama. — Exclamó sacando su pijama, el cepillo porque seguro que jugaría con su pelo al peinarlo. — Sé que tiene poco cabello pero séquelo. — Señaló solo por su bienestar además que él tenía la habilidad de hacerlo. Como dijo que la esperaría fue que se atrevió a preguntar. — ¿Luego podría secar mi cabello? — Lo miró algo avergonzada y al recibir su respuesta tan solo se dirigió al baño. Tal como había dicho todo estaba en orden aunque si estaba el piso mojado así que tuvo cuidado.

Aquel baño estuvo maravilloso, el problema fue cuando se secaba y se ponía el vestido, resbaló. No quiso decir nada pero ahí su pie había quedado hinchado. — Dios, que tonta soy. — Murmuró con un puchero. Ni siquiera había metido ruido por lo cual cuando salió y cojeaba, iba a ser cuando recién Zephir se iba a dar cuenta.

Si lo ponía de esa forma, tenía razón. Ahora mismo solamente eran dos viajeros con no estaba en calidad de guardia. Por lo que no debía de preocuparse por mantener una imagen sería. Aun cuando sus instintos lo hicieran actuar como uno, pues evidentemente tendía a querer protegerla. Pero seguro luego de haber partido con ella sin decirle nada al primo de la princesa, era posible que ni siquiera ya tuviera un título. De todos modos, él estaba donde debía de estar, y no se arrepentía. — Lo tendré en cuenta, trataré de ser menos aburrido. — comento con una sonrisa en el rostro.

El tema de las habitaciones había quedado a un lado. Era obvio que necesitaban ahorrar para poder sustentarse durante todo aquel viaje. No era necesario malgastarla en cosas que podían compartir. Así que tampoco tienen que sentirse culpable o avergonzado por ello. Lo bueno es que entre una cosa y la otra habían quedado en que él le enseñaría a saber de plantas medicinales, además de qué igual le había mencionado lo de cocinar. — Vale, vale, es promesa. Le enseñaré eso y todo lo demás que desee… claro siempre y cuando sepa hacerlo.  — comento soltando una risa porque evidentemente Zephir sabía hacer bastantes cosas, pero no era experto en todo.

Le alegraba verla tan entusiasmada, en especial con los dulces. Encontraba adorable su entusiasmo e intento no verla como un bobo cuando se entusiasmaba por las golosinas, pues su belleza podía dejarlo encantado. Solo que luego recordaba su lugar y aunque podía decir que ahora solo eran dos viajeros no podía dormirse por mucho tiempo en ese sueño porque luego llegaría el momento en el cual Serena tendría que cumplir su destino y él volvería a ser el plebeyo de siempre. Que a su más podía aspirar a ser su guardia de confianza, quizás confidente… como mucho seguir siendo su amigo. Pero nada más.

— Está bien, como guste. No tardo. — le aseguro y aunque le dijo que no se dormiría mientras terminaba pudo notar el pequeño sobresalto cuando volvió a la habitación. No dijo nada respecto a eso solo se dedicó a dejarle saber que podía ya utilizar el baño. — Sí, ahora es cuando. — menciono en cuanto a los pijamas lo que le recordaba que, aunque fuera una muda de ropa extra iba a necesitar para él. — Lo secaré, no se preocupe, no dejaré que me gane la gripe. — aseguro el moreno. — Por supuesto, puedo ayudarla con eso. — no por nada podía manejar el aire y a él no le molestaba. Más cuando el cabello de la chica al ser mucho más largo tardaría más en secar de forma natural.

Zephir uso su propia magia para dejar seco su cabello y se volvió acomodar en aquella pequeña cama mientras observaba la lista que habían hecho para ver si algo se les había olvidado. Solo que la suelto rápido dejándola a un lado cuando noto a la joven volver a la habitación cojeando. — ¿Pero qué paso? ¿Estás bien? ¿Déjame ver? ¿Puedes caminar? — la preocupación hasta le había hecho olvidar las formalidades y simplemente la levanto para ayudarla a llegar a la cama lugar en donde la deposito con suavidad.

La princesa alzó una ceja y negó con la cabeza — No estoy diciendo que usted es aburrido. Es serio porque cumple con su deber y no tiene que ser así siempre — Lo corrigió con una sonrisa porque si quería pensar que solo eran dos viajeros hasta que iban a un reino y era un viaje lleno de aventuras. Hermanos, un par de primos y así estarían inventando diferentes historias.

— ¡Muchas gracias! Lo recompensaré cuando sea reina, si eso se logra. Lo que sí no pueden es quitarte el titulo de princesa... — Le debía mucho y sin duda alguna, quería que siguiera a su lado como su guardia comandante, porque la verdad aportaba más para cuidar al reino y además que lo merecía. Aunque no se tenía que hacer ilusiones porque no tenía idea como se iba a a dar todo allí y su hermano seguía siendo la misma persona que conoció, habían pasado tantos años.

Zephir no demoro mucho en el baño y aunque ella ya estaba soñolienta agradeció que fuera su turno porque ya se sentía sucia. Estaba segura que su cabello estaba maltratado y sus uñas no llegarían a ser largas hasta cuando a su lugar, pero para eso iban a ser meses y si ella no activaba la magia iba a ser mucho más por eso tenía que seguir entrenando. Le pidió que secará su cabello con la magia y quizás peinarlo para cuando acabara porque podía enfermar si se dormía con el cabello mojado,  este era abundante por lo cual no se secaba con tanta facilidad tenía que estar mucho al sol y en ese momento ya era de noche.

El problema fue que  cuando terminaba su baño se resbalo y a la vez su pie había quedado hinchado. Por suerte, aunque metió ruido ya estaba vestida porque Zephir entró  de inmediato con ese toque protector que tenía. Lo miró con vergüenza y se mordió el labio, pues no podía creer lo que había sucedido.

— Creo que me torcí el pie. No he intentado caminar pero duele, está hinchado — exclamó con suavidad sintiendo esas ganas de llorar —, soy una tonta. ¿Cómo pudo pasarme esto? — Respondió sin saber mucho que hacer porque no quería moverse y ver que le costaría caminar y eso solo jodería el viaje. ¿Tendrían que buscar un sanador? Ella tenía que estar bien para ese viaje, por lo tanto cualquier dificultad la deprimía mucho. Ahora se culpaba demasiado por ser tan distraída y no tener cuidado con lo que hacía, solo que no podía depender de alguien todo el tiempo, este viaje tenía que aprender a ser más independiente.

Esa sensación no le gustaba nada.

En la nada misma, ya estaba en su cama y ya no sabía que decir.

Zephir no es que creyera que le decía aburrido, más bien el mismo sentía que lo era. Aunque sí lo pensaba bien, más bien era porque nunca se había dado la oportunidad de divertirse. — Descuidé, fui yo mismo quien lo pensó. Pero quizás es solo que no me he dado el tiempo para divertirme. Debo intentarlo. — Reconoció el guardia con una sonrisa en el rostro.

— Estoy seguro de que lo lograra, llegaremos al objetivo. Ha luchado mucho por esto. Su pueblo lo reconocerá. No hay de que, yo lo hago solo por ayudarla. Somos también amigos. ¿No? Eso es parte de ser amigos. — le aseguro, buscaría darle todas las herramientas que él tenía para ayudarla.

Al fin ya estaba cómodo, bañado y listo para dormir en un lugar cálido. Solo esperaba a que la princesa saliera del baño para así ayudarla a secarse el cabello y no tuviera que acostarse con el húmedo. Pues así, ninguno de los dos se arriesgaba a enfermarse. Solo que mientras esperaba no sé imagino que a la chica se accidentara en el baño. Por supuesto que tan pronto lo supo no pudo evitar ir a socorrerla. Había sido un accidente pequeño, pero no dejaba de ser de cuidado. Su pie se había lastimado.

El moreno observó el pie, definitivamente estaba inflamado, podía verlo. — Sí, por lo que veo podría ser una torcedura. — le comento. — Por favor, no diga eso… un accidente lo tiene cualquiera. Igual debí tener más cuidado de no mojar tanto el suelo. — Reconoció Zephir.

La había dejado sobre la cama y ahora intentaba revisarla mejor. — Si es una torcedura, creo que puedo ayudarla con eso. Si no, le buscaré algún sanador. — Pues él sabía de sanación, pero no era sanador. Lo que sabía era lo necesario para sobrevivir en momentos de dificultad. No se pondría a experimentar con ella, pero sí era algo más sencillo si podía intervenir.

El chico tomo el pie de la joven, comenzó a buscar algún hematoma o algo que se viera deforme en el área. — ¿Podría intentar firmar el pie? Si puede firmarlo, aunque le duela mucho, posiblemente es torcedura. Pero si apenas lo ponga en el suelo le es imposible mantenerse de pie, ya es fractura. Al menos solo lo veo hinchado. — por eso era que tenía esa teoría, pero solo ella sabía lo que sentía.

La princesa lo miró a los ojos y terminó por negar con la cabeza — Usted siempre ha tenido más libertad que yo así que debería intentarlo — Exclamó. Pero sabía que un guardia daba la vida por el reino, los reyes y sus hijos. Daban una promesa al reino y no había del todo diversión, igual Zephir era muy joven cuando ocurrió el ataque así que imaginaba que sentía el peso de la responsabilidad de manera mucho más potente.

Serena solo sonrió con ternura al mencionar que eran amigos y ella asintió. Sabía perfectamente que sus sentimientos no eran de amistad pero se conformaba con eso y aquello la hacía muy feliz.

Luego, habían quedado en darse un baño para arreglarse para dormir más que contentos porque pasarían una noche durmiendo cómodos luego de un entrenamiento donde incluso sus poderes habían explotado,  ella había perdido el control y el que salió más mal fue Zephir, por eso le concedió que se bañara primero y luego sería su turno.

Todo estuvo bien hasta ese momento hasta cuando fue su turno y resbaló. Se moría de la vergüenza y se preguntaba como podía ser tan tonta para no saber y no tener cuidado en un simple baño, y bueno es que lo cierto es que su primo siempre le buscaba damas que la ayudaran y eso aquí no era posible. Era obvio que no podía pedirle ayuda a Zephir y tenía que aprender a ser más independiente, que ya parecía que era torpe por esencia. ¡Solo que eso tenía que cambiar!

Es que de verdad se moría de la pena, una torcedura o una leve herida siempre podía ser un factor negativo para el viaje. Lo único que atino hacer fue reprimirse porque no quería llorar frente a él aunque fue imposible no estar ahí como tal tomate de lo roja que se había puesto. — No trate de justificar lo injustificable. Soy una idiota que ni siquiera tiene cuidado para bañarse sola y más encima me resbalo. Tanta dependencia en mi vida me ha hecho una inútil por favor... dígame que esto se puede solucionar, no podemos perder tiempo y seguir viajando — Exclamó la princesa que luego pensó que eso igual era un impedimento para el entrenamiento así que se desesperó más.

Cuando ya estuvo en la cama supo que solo había que afirmar el pie para ver si se trataba de una torcedura o fractura. Le dolía, pero siguió las indicaciones. Por mera suerte puedo afirmarla bien aún cuando seguía doliendo — No es imposible aunque si duele un poquito. Menos mal.... pensé que sería más grave — Señaló con un puchero y soltando un suspiro de alivio. Suponía que una poción o llamar a alguien que pudiera ayudarla sería la solución. Su alma llegó a su cuerpo, sin darse cuenta debido a los nervios formó una hilera de flores en la cama. Negó con la cabeza, ya se estaba acostumbrando que cuando se ponía nerviosa pasaba aquello.