Estados Unidos, 2030

Estados Unidos mágico es muy distinto en cuanto a leyes a diferencia de Inglaterra. Muchas veces tienen conflictos,  pero como en todas partes hay muchas familias que consideran y toman mucho más en cuenta la superioridad de la magia y todos están de acuerdo que el estatus del secreto se debe mantener incluso en estos años.

Solo que nuestra se basa principalmente del deporte mágico más popular del mundo mágico: El quidditch.

En medio de todo esto se encuentra dos brujos mestizos que pertenecen ambos a este tipo de familias que su vida gira en torno al deporte por lo cual son reconocidos como tal, se trata de Laila y Stephen. Por esto, se han visto obligados a convivir pero la realidad es que desde muy pequeños que se detestan y no toleran porque son el cara y sello de una moneda, completamente distintos: Laila es toda una chiquilla distinguida y dulce mientras que Stephen un canalla que solo quiere disfrutar de la vida.

Han pasado los años y todo sigue igual, Steph optó ser jugador de quidditch y recién comienza su fama, por el contrario, Laila siguiendo los planes de su  madre se fue como sanadora para ver a los jugadores heridos. Y es como lentamente todo empieza a cambiar entre ellos desde el momento que empiezan a aceptar sus diferencias.

Para mí esto era algo especial. No era mi primera vez, pero se sentía como si lo fuera, pues no podía negar que era demasiado diferente a otras veces. Me había sentido bien, tan feliz y a gusto que ni siquiera tenía que pensarlo dos veces en quedarme a pasar la noche. Sabía que posiblemente antes de que volviera a salir el sol habría más rondas. Se sentía incomparable, como si ese algo que había faltado en otras ocasiones ahora apareciera. Yo sé por qué es, es porque aun con todas las diferencias y las dudas que al comienzo pudiera tener, Steph era el correcto. Siempre lo fue. Por eso no dejaba de repetirle cuan especial había sido. Tenía que saberlo.

Una sonrisa aparecía en mi rostro mientras acomodaba mi cabeza sobre su hombro para estar más cómoda. - Yo igual quisiera volver a repetirla. - le asegures dando un pequeño golpe en su nariz para luego soltar una risita. Aun cuando al comienzo podría creer que no lograríamos complementarnos, no fue así. Stephen sabía perfectamente como actuar, siendo algo más dulce y delicado de lo que seguramente solía ser. Pero yo también ponía mi toque, algo atrevido y coqueto. Por lo que, al recibir a aquel suave beso, aunque por supuesto apasionado, termine por morder un poquito su labio inferior.

Escuchaba sus halagos, mis morenas mejillas se tornaban algo rosadas mientras lo miraba a los ojos. Stephen tenía muchos atributos destacables, eso era un hecho. Pero esos ojos... esos ojos eran los que hacían que me perdiera por completo en su mirada. - Bueno, sí, pero pienso que muy poquitas veces. - señale molestando. - Así que no me importa escucharlo una vez más. - le aseguré poniendo cara traviesa. - Podría decir lo mismo, me encantas y podría irme por destacar lo evidente. - dije en tono juguetón. - Pero la verdad es que si hay algo que me he dado cuenta es que con tan solo ver ese par de ojos de zafiros me sacas una sonrisa inconsciente. Eso no lo logra cualquiera. - Añadí ahora en un tono más serio, le hablaba con la toda sinceridad desde lo más profundo de mí.

Había tomado su mano libre y jugaba con ella, mientras lo escuchaba. Volví a mirar sus ojos. - Te esperaré, porque puedo notar la sinceridad en tus palabras y sé que no sería en vano. No quiero volver a pasar lo mismo otra vez. No quiero correr el riesgo de perderte por una decisión que no debió ser. - le aseguré mientras acariciaba su mejilla. - Ya lo sé, sé lo diferentes que somos. Pero podemos hacer de ello algo bueno, complementarnos. Y bueno, que quieras hacer las cosas bien desde el comienzo me da otro motivo más para esperarte. - Añadí. Ya no quería cuentos de princesas, quería una relación real, estable y maravillosa que me hiciera sentir miles de emociones. - Buscaremos hacer que esto cada vez se vuelva más bonito. - le aseguré tomando su mentón y dándole otro beso.

Aquel encuentro había sido el más especial de todos y que repetiría mil veces.  La química con Laila era demasiado fuerte y todo había acabado en esto. No podía dejar de contemplarla, apreciar su belleza y se perdía en su mirada. Era incapaz de hacerle daño por eso termino diciendo aquello que por favor lo esperara porque tenía varias situaciones que atender pero la realidad es que ya no sentía deseos de involucrarse con ninguna chica y quería cortar todas las amigas con derecho que tenía donde ella podría desconfiar así que prefería prevenir, avisándole antes que creyera que estaba siendo infiel o algo.

Es que en los últimos años esa era su realidad y había llegado Laila – que se suponía que era la mujer que detestaba por ser tan distinta a él – y era quién lo había atrapado sin ni siquiera ser atrevida sino que siendo ella misma. Lo volvía loco.

Sus palabras eran muy importantes para él. No dejaba de sonreír depositando caricias en su cintura y acercaba su nariz a la de ella para seguir regaloneando. Acercarse seguía siendo peligroso pero estaba disfrutando mucho tal momento. —¿Es qué acaso no notas la mía? ¿Y como mi cabello ha cambiado de color con frecuencia? Aún no averiguo la verdadera, ya mi padre me lo dirá pero sé que es por ti. — Respondió mientras se acercaba para depositar un suave beso en sus labios.

—Gracias por comprender, hermosa. — La elogió. — Trataré de no demorar mucho aunque muy probable que te rapte para alguna cita. — Le guiño un ojo. Suponía que iban a empezar a salir pero sin compromiso alguno todavía y cuando estuviera por completo preparado iba a pedirle que fuera su novia. Era lo justo, ya sentía que podría ser posible y también sabía que era aquello lo que la morena quería. Le encanto que fuera paciente.

—Podemos complementarlo sí es que aunque quiera no puedo ser el príncipe que esperabas aunque lo parezca. — Jugueteó haciéndole cosquillas y solo esperando que se comenzaran a reír juntos. — Y tú no eres una chica atrevida que hasta puede ser una cabrona. Me gusta del modo que eres, me encantas. — Volvió a decirle y sabía que no iba a dejar de decírselo. Esas palabras solo eran de ella.

Con miles de emociones encima correspondió a su beso antes de poder responder a sus palabras. Jugó con su lengua un momento y se acercó más, por lo tanto, en un movimiento rápido dejo que estuviera arriba de él y así darse el deleite de contemplarla desnuda frente a él. — Todo será bonito y emocionante. — Reconoció mientras se mordía el labio y la atraía hacía a él para seguir besándola con pasión. No había aguantado nada y era lo que ella provocaba al ser tan tierna, hermosa y encantadora.

Con cada minuto que pasaba me daba cuenta de que en realidad lo que siempre había querido era una relación bonita, estable, que fuera recíproco. El cuento de princesas estaba de más. No era necesario para ser feliz. Ya me quedaba rotundamente claro. Tampoco es que tener expectativas en una relación estuviera mal. Sin embargo, existen cosas que no podemos controlar y que no sean como en algún momento las imaginamos, no significaba que no era lo ideal para nosotras. Pues el amor era impredecible, no se mandaba en el corazón como por ahí decían y era lo más real. Así que aprendí que si te hace feliz, si te entiende y te respeta, te hace sentir especial, no hay que buscar nada más. Porque el seguir buscando cuando tienes el chico ideal para ti en tus narices solo es alejarte más y más de la felicidad.

- Cada vez que noto como se transforman tus ojos, tu cabello… hace que me sienta la chica más especial del mundo. Porque sé que soy yo la que provoca ese descontrol de emociones en ti. - era una prueba irrefutable de como su corazón se aceleraba. Ya no había manera de que lo viera con los ojos de antes. Donde había desconfianza, intriga. Cuando pensaba que era un chico sin posibilidad alguna de sentar cabeza. Me demostró que era mucho más que eso, que debajo de aquel jugador de quidditch mujeriego había un ser noble, con un gran corazón y muy capaz de dejar fluir sus sentimientos cuando realmente lo sentía. Para nada me arrepiento de haber dejado que entrara a mi corazón. - Seguro, él tiene una respuesta más clara de cómo es que funciona eso. Pero sin duda lo tengo claro que es por mí. Nunca te había visto hacer algo así. A menos que fuera intencional, claro. - no era lo mismo cuando él lo cambiaba por cuenta propia a que simplemente lo hiciera su cuerpo por voluntad propia.

- Esperare, cuanto sea necesario. Nunca había estado tan segura en la vida. - Me acomodé mejor en su pecho. Podía sentir su respiración, su aroma. Estaba en el lugar correcto y quería que fuera solo mío. Pero tenía que ser paciente. Yo estoy segura de que todo esto es mutuo, y, por lo tanto, lo demuestro dándole ese espacio.  - Eso me gusta, porque aun con todo lo que tienes que hacer no me gustaría tener que dejar de verte. - le murmuraba haciéndole ojitos dando a entender de que lo extrañaría si así fuera.

- Ya… ya no quiero… un príncipe. - le decía mientras comenzaba a revolverme por las cosquillas. - Oye, no seas malo. No te aproveches. - le decía entre risas. - Yo terminé por enamorarme de ti tal cual eres, y la verdad es que me gustas también así con toda tu actitud y carácter. - le aseguraba ahora respirando un poco agitada por las cosquillas mientras me volvía acomodar junto a él. Ese nuevo beso había sido intenso, sabía que posiblemente habría más rondas. Eso no lo dudaba. Quería disfrutar de este momento tan especial con él hasta más no poder. En un dos por tres, ya estaba nuevamente sobre él. - Lo será, claro que sí. - le aseguré guiñando un ojo mientras deslizaba mis manos de forma suave por su abdomen antes de volver a los besos. Sin duda sería una noche larga y exhausta, pero que valdría toda la maldita pena.

Stephen antes no lo entendía pero ahora sí. Una relación o un amor de pareja era aquel sentimiento que se comparte entre dos personas que se valoran, respetan y que son capaces de entregar todo lo necesario para hacer feliz al otro, era como también se mantenía un equilibrio. Jamás pensó que lo iba a sentir con alguna mujer pero ahí ya en su corazón se encontraba Laila, su Laila. Por ello, tenía que resolver todos aquellos asuntos antes de llegar por completo a ella y comenzar un noviazgo. Tenía que ser así, no quería que nadie se interpusiera entre los dos.

Sus palabras hacían que su metamorfomagia se descontrolara sin poder evitarlo - era imposible -, pudo notar por aquel reflejo de un espejo cercano como su cabello se volvía azulado casi negro. Sonrió como nunca. — Eso es cierto, tú lo provocas. Pero no tan solo es mi metamorfomagia sino que también lo que pasa con mi corazón cuando te tengo cerca. — Siseó divertido, acariciando aún su cintura y se mantenía más cerquita para disfrutar esa calidez que emanaban a la vez sus cuerpos. — Es el único que puede darme una buena razón del porque sucede, debe saberlo porque tiene más conocimientos en la habilidad que yo. Seguro que hasta lo notó y por eso nos dejo a solas, y sí... yo estoy seguro que es por tí. — No necesitaba palabras. Era porque le atraía y ya estaba pensando que era la única mujer que quería tener en su vida.

—Perfecto. Así será. Dame un mes y nos seguiremos viendo ¿Vale? ¿Dónde? No lo sé. Tenemos que encontrar un lugar. — Decía aún entre caricias y la atraía para depositar besos en todo su rostro porque estaba encantado que fuera así de paciente, hacía que la valorara mucho más y que estaba dispuesta a esperar por él. Sin duda, en caso contrario habría hecho exactamente lo mismo.

—Es cautivante escuchar con tanta seguridad que estás enamorada de mi. En serio, eres la mejor. Sé que voy en camino de estarlo si es que ya no lo estoy, sabes que no tengo donde comparar. — Señalaba y sin dejar de hacerle cosquillas, que la verdad incrementaba más el calor entre ambos, que muy pronto ya en un movimiento la tenía encima de él para contemplarla semi desnuda y donde lucía preciosa. — Muy difícil que olvidemos este día, Laila. Se trata de nuestro comienzo y seguiré demostrándolo, ni siquiera sé como voy a lograr soltarte cuando tengas que volver por la mañana... — Siseó con puchero y dejándose llevar por aquel beso en sus labios que llevo a más solo prosiguió. Sin duda, esa noche seguiría siendo más que especial.

Para que esto funcionara era necesario comenzar sin cabos sueltos. Tener todo el camino libre, para así poder ir formando una relación que poco a poco fuera creciendo más y más. Haciendo que cada vez la relación se volvía más fuerte.

A veces me pregunto que hubiera ocurrido si esto se hubiera dado desde antes. Pues la realidad es que nos conocemos desde hace muchos años. Pero la realidad es una, ahora es que realmente nos dimos la oportunidad de ver en el fondo del corazón del otro. Ese fue nuestro principal problema y la razón por la que no se dio antes nada de esto. Pues solo veíamos hasta donde nuestros ojos nos permitieron. Nos negamos la posibilidad por emitir juicios anticipados, de conocer la maravillosa persona que tenemos en frente. Por fortuna creo que todo llega a su tiempo y esto tal vez nos ayude a tener una relación más sólida.

Esas palabras me derretía cada vez más. Era demasiado especial. Me emocionaba que lo hiciera sentir todo eso. - Tú también provocas cosas en mí. Yo también si siento que mi corazón se descontrolara cuando te tengo cerca. - Le aseguré, tal vez mi cabello u ojos no cambiaban, pues no era metamorfomaga. Pero si se me aceleraba el corazón y mis ojos brillaban más de la cuenta.

- Tu papá es muy observador por lo que ahora que lo pienso. Tienes razón, seguro se dio cuenta incluso antes que nosotros mismos. - la experiencia de vida hacía a las personas notar esas señales con mayor facilidad. Ahora me daba cuenta de que realmente el señor padre de Steph solo estaba siendo instrumento para que todo se diera bien. Nos había dejado solos, seguro evito toda forma de interrupción. Porque cuando se nota que algo es verdad, uno también quiere ayudar a que se vuelva realidad.

Esperaría y sería paciente. Sin duda el poder seguir viéndonos hacía que la espera no fuera tan agónica. Porque no negaría que podía serlo. Pero tenía claro que el resultado era uno que valiera la pena. Tendríamos la relación que nos merecíamos. Una linda, feliz, mutua y llena de respeto y confianza. Valdría toda la pena tener paciencia y esperar. - Encontraremos ese lugar. Ni te preocupes.  - le dije dando un suave toque en su nariz.

Había sido un momento hermoso, de eso no tenía dudas. Aquellas cosquillas solo añadían más risas y alegría al momento. - Sé que lo harás y por eso estoy tan segura. - insistí sin dejar de reír por todo lo que me hacía sentir, estaba feliz. - Imposible olvidar un momento como este. - le aseguré. - A mí también me va a costar el poder separarme en la mañana. Pero luego, cuando nos volvamos a reencontrar, nos desquitamos. Este solo es el primer encuentro de muchos, cariño. - decía mientras acariciaba su mejilla.

Pero ahora podíamos aprovechar el resto de la noche. Los besos se volvieron a intensificar, al igual que las caricias. Fue una noche intensa pero al mismo tiempo de una sensación de tranquilidad y satisfacción. Estábamos en buen camino. Íbamos camino a la felicidad.

Los días se habían vuelto mejores. Ahora que sabía que contaba con el amor de Laila se sentía muy feliz. Ya tenía gran parte de sus asuntos solucionados y menos mal que gran parte de sus amantes habían entendido, pero faltaban las peores que creían que casi era su esclavo y él no iba andar con esa de clase de tonterías. Se seguía frecuentando con Laila y habían logrado encontrar un lugar para amarse.

Entre una que otra cita, mensajes de texto hasta su juego era mejor y Laila había confesado que su trabajo  como pasante de sanadora era muy eficiente. No querían mostrarse por lo cual tenía cuidado, la verdad es que ya quería cuando todo fuera formal para hablar con los padres de su chica porque el suyo ya sabía todo y terminó por confesarlo. Hasta había preguntado porque ese cambio tan repentino y exaltado de su cuerpo cuando estaba con ella y su padre declaró que simplemente era el amor y que a él le había pasado lo mismo con su madre en esos tiempos desde la primera vez que la vio solo que aquí estaba la diferencia que Stephen se había dado cuenta después.

De todas maneras, no iban a dejar las citas de lado y se presentó un evento donde ambos tenían que asistir y donde quedaron que se encontrarían ahí, ya verían si se aguantaban. En realidad, solo era un evento entre jugadores, autoridades mágicas de Estados Unidos y unos cuantos profesionales con apellidos importantes en el MACUSA.

La fiesta era más bien como una fiesta de disfraces elegante y donde como siempre lo recaudado iba hacia los hospitales y esta vez también hacía las reservas mágicas que no habían tenido baja de criaturas que fueron encontradas muertas por un ataque de un demente. Era muy lógico que Estados Unidos estaba presentando problemas y no estaban entregando la seguridad apropiada, solo que esto ya parecía un asunto de nivel mundial mágico.

Las propias autoridades habían organizado todo y también se suponía que habría una subasta. Sin dejar de lado la diversión para los más jóvenes como ellos y que tenían derecho a divertirse, teniendo una barra libre, una buena pista de baile y mucha comida que ellos mismos podrían ir a servirse.

Sin duda, Steph apenas llegó solo estaba esperando a Laila. Solo para joderla un poco se había disfrazado de un príncipe aunque más a su estilo lo que representaba también un guerrero. Y fue cuando la vio. Sonrió encantado y sin importarle que diría la prensa solo se acercó llegando a ella como un verdadero galán.— Que bueno que llega mi bella dama ¿Puedo tener el placer de acompañarla toda la noche? — Cuestionó, mientras besaba su mano solo por lo juguetón que solía ser.

Todo se había vuelto patas para arriba, para mí. Pero había sido en el buen sentido. Porque estaba viviendo todas las cosas que soñé con el chico que menos imaginé. Es más, era aún mejor porque ese estilo de rebelde sin causa de Stephen me había logrado cautivar. Paciencia, eso ha sido lo fundamental para que lo nuestro prospere. Tenía claro que era preferible esperar un poco y que las cosas estuvieran completamente claras. Sin secretos. Que no hubiera ninguna que quisiera darse privilegios que ya no tenía. Pues lo sé muy bien, ya no tengo que temer de nada. Tengo el amor de Steph para mí y, por tanto, digan o intenten lo que sea para retenerlo ya no va a pasar. Lo siento pero lo perdieron.

Por supuesto que mientras tanto seguimos viéndonos. Era imposible continuar alimentando ese amor y esa conexión, aunque aún no fuera algo oficial. Sin duda agradecía a ese bendito invento muggle del celular, pues los mensajes volaban de un lado a otro al instante y al mismo tiempo era mucho más discreto que un patronus, o más aún, una carta vociferadora que hacía que todo el que estuviera cerca se enterara del mensaje. Era bonito poder contarle mis cosas, ir con entusiasmo a decirle lo bien que me había ido en la práctica. Mi trabajo era importante para mí y compartir algo de ese nivel con él era mi muestra de confianza y de cuan importante él era también para mí. Ya no quería tener que andar con tanto cuidado de que se enteraran. Pero sé que llegará ese momento y de seguro resultara de la forma más espontánea posible. Porque cuando era real todo se daba de forma natural.

Cualquier excusa para estar en un lugar justo era más que suficiente para mí para aceptar participar de un evento. Igual de todos, este nuevo evento era uno que de por sí solo me interesaba. Se trataba de algo benéfico, por tanto, aportaría a la causa. Claro, quizás los de más altos rangos solo lo veían como un evento para lucirse. Pero eso ya es asunto de ellos, si lo que aportan es solo para llamar la atención y que hablen de ellos. Yo por mi parte solo lo hacía por ayudar y no para que hablen de lo caritativa que es Laila Hills.

A diferencia de otras ocasiones habían implementado la diferencia y divertido, los disfraces.  Así que opté por usar algo llamativo y colorido. Que se notara lo alegre y feliz que me encontraba en estos momentos. Por lo que llevaba unas enormes alas coloridas que se veían muy realistas gracias a la magia, haciendo que pareciera un hada de verdad, junto a un bonito vestido y flores por doquier. Incluso me había pintado el cabello con tinte mágico que se desvanecía luego de algunas horas. Utilizando las tonalidades del color de cabello que había visto a Steph cambiar al suyo. Como un pequeño guiño a nuestro amor.

Esperaba ver pronto a Stephen al llegar al evento. La verdad ya estaba ansiosa por verlo. Tal vez no hacía mucho tiempo desde nuestro último encuentro, pero aun así lo extrañaba. Fue ahí cuando escuché su inconfundible voz. Dejé que besara mi mano mientras sonreía.  No pude evitar mirarlo de arriba abajo. Se veía como todo un príncipe, pero uno guerrero, rebelde. Un príncipe sin perder la esencia de Stephen. Era tan guapo que no podía dejar de mirarlo. - Para mí no hay problema ninguno que un noble caballero como usted me acompañe en la noche de hoy. - le aseguré metiéndome en el papel. Quería igual reírme, no pensé que se le ocurriera semejante idea, pero me encanta. Quizás ahí la prensa tendría algo para andar fastidiando por ahí, pero es algo que no me importa. No romperé con este precioso momento, por lo que volví a hablar. - ¿Me permite llevarlo a un lugar lejos de los plebeyos? - le pedí soltando luego una suave risa. Al ver las caras de los periodistas al escuchar que les llamaba así. Pero la verdad solo quería alejarme de sus lentes para poder tener un verdadero beso.

Sabía que su disfraz era en su honor también y cuando la vio el color de su cabello también cambió de forma natural pero al percatarse de aquello hizo que su cabello también se tornara de diferentes colores por un momento. Sonrió como nunca y ahí varios flash de fotos llegaron hacia a ellos notando la fuerte química que tenían, ya se estaban mostrando y lo cierto es que ninguno hacía algo para evitarlo, pues ahí estaban mirándose como sí cada uno fuera su mundo entero.— Luces fantástica y realmente preciosa. — Se salió del papel como príncipe guerrero por el asombro y lo bien que se sintió que su chica improvisará de tal modo aquel disfraz, estaba maravillado y realmente necesitaba una foto para el recuerdo. — Estaré encantado de acompañarla a donde sea, mi bella dama. — Dejó que tomara su mano. — Pero primero quiero que nos saquen una foto para el recuerdo porque marca otro principio de nuestras vidas. — Llamó al más joven de los periodistas y solo dijo. — ¿Podrías sacarnos un par de fotos?  ¿Y es posible que nos llegue a los dos? No me importa si está en portada, pero quiero copias, dos para mi y dos para ella, por favor. — Indicó, mientras que el joven periodista asombrado dijo que no había problema alguno y Stephen tomó de la cintura a Laila para posar con una gran sonrisa, para que la chica luciera más volvió su cabello a su tono natural.

— Gracias, estoy seguro que serán unas grandiosas fotos. —  Murmuró con una sonrisa  al periodista que estaba de lo más contento ya que sabía que siendo tan joven le costaba más que al resto y con esas fotos podía triunfar en su revista o periódico, además que se ganaría un buen dinero extra. Era lógico que iba estar contento, luego que se fue, su atención de nuevo fue a parar a su Laila. — Que digan lo que quieran, ya no quiero ocultarlo sí cada vez estoy más enamorado de ti.— Le dio un suave toque en la nariz y se dejó guiar por ella a donde lo quería llevar. Mientras caminaban, sentía las miradas curiosas sobre ellos y era muy posible que los siguieran para darse el lujo de curiosear que pasaba entre ellos. ¿Y cómo no? Stephen era un jugador golpeador estrella del equipo y Laila tenía una gran reputación también en el ámbito deportivo por su padre y hermano, al igual que la medicina mágica, fuera como fuera iban a llamar la atención igual. Es que podían pensar lo que quisieran, sinceramente con Laila no se iba a exponer demasiado porque era en serio, así que se cansarían luego de otra novedad, podría durar semanas pero se iba acabar de igual manera. Así eran los periodistas y la gente, sin embargo, lo que sí podía notar que los demás sonreían, y una que otra chica miraban decepcionadas. Sin duda, ya había quedado claro que el rubio estaba al lado de su pareja y solo quedaba decirle algún día que fueran novios.

¿Para qué esperar más tiempo?

Desdé el viaje a Disney todo había cambiado para mí para bien. Quizás esas primeras horas se habían vuelto toda una maldita tortura. Sin embargo, luego todo se había vuelto pura ilusión de la buena. Pero el momento que más revoluciono y marcó un antes y un después en nuestra relación había sido definitivamente esa tarde de entrenamiento. Aún puedo recordar cada segundo de ese momento. Cada beso, cada caricia. Y eso me hacía anhelar el momento en que Stephen me dijera, ya no hay más ninguna piedra de tropiezo. Solo somos yo y yo de ahora en adelante.

Había asegurado que sería paciente a pesar de todo y para ello lo demostraba habiéndole dado su espacio, pero sin dejar de buscarlo, llamarlo… siempre en contacto con él, avivando esas ganas de que llegara el día en que pudiéramos estar oficialmente juntos.

Hoy quería demostrarle una vez más cuan en serio era lo que sentía por él. - Gracias. - dije con una calidad sonrisa. - Lo hice especialmente para ti. Tu igual me has dejado cautivada. Me encanta. - le aseguré. Se veía tan guapo y espectacular. - Pues no se diga más. - respondí mientras tomaba su mano para marcharnos. Sin embargo, me detuve de moverme al escuchar que quería una foto. Solté una risita, pues podía notar como los periodistas parecían querer matarse por ser quien tuviera ese privilegio. Sin embargo, Stephen terminó por llamar al más jovencito que parecía feliz de haber sido el que ganó la exclusiva. Los demás no estaban tan contentos. Pero así es la vida. - Sí, por favor. Necesito esas fotos. - aseguré con ojitos brillantes. Ya imagino que han de quedar preciosas.

Mi mirada se iluminó aún más cuando escuche sus nuevas palabras. - Oh Stephen, me hace tan feliz escucharte decir eso. Porque yo también lo estoy hasta los huesos. - asegure sintiendo una cosquillita en la nariz el sentir su toque mientras caminaba junto a él, abrazando su brazo sin quitar la sonrisa de la cara.

Llegamos a un área donde estaba algo alejada, pero sin salir de la fiesta había una hermosa fuente que soltaba chorros de agua en colores y que propiciaba un sonido relajante. A pesar de estar en interiores, había unas mariposas brillantes que circulaban por todo el área de la fuente, dándole un toque de cuento de hadas. Además de romántico. - ¿Recuerdas nuestra primera fiesta de beneficencia? Casi nos queríamos matar. Y miramos ahora. - decía recostando la cabeza sobre su hombro mientras observaba la fuente. - Me hace feliz que esta vez sea diferente. Podemos disfrutar de la actividad juntos. - Asegure ahora girándome para quedar frente a él, rodear su cuello con mis brazos mientras jugaba con los mechones de la parte posterior de su cabello. - ¿Esta vez sí podremos bailar una pieza? ¿Verdad? - le comenté mientras hacía que nuestras narices rozaran un poco.

Era muy feliz escuchando sus palabras y que sus sentimientos fueran correspondidos.  Laila era una mujer fantástica que se preocupaba por él, que lo quería, que cuidaba y simplemente sentía que eran perfectos estando juntos. Sin duda alguna, más tarde le pediría que fuera su novia estaba más que decidido, y por eso ni siquiera le importó que sacaran fotos pues la noticia a la mañana siguiente se iba a saber igual. Es que no tenían porque ocultarlo ya su amor se notaba y era imposible no estar de la mano y elogiarse allí mismo aún con las miradas para ellos.

Por lo que fue grato escabullirse un momento para tener esa privacidad de amantes. Al sitio donde llegaron como un jardín estaba bien ambientado, tenía ese toque romántico y era especial para hablar. Stephen esbozo una sonrisa de oreja a oreja y acarició sus mejillas mientras la miraba fascinado. — Quiero olvidar esos feos momentos ese día estaba muy celoso. ¡No podía creerlo! — Bromeó con una sonrisa nerviosa. —Nos costó darnos cuenta. — Es que cada uno siempre hacía algo y aún detestaba que hasta la hizo llorar por su arrebato porque en un momento hasta la sedujo de una manera que llegaba a dar rabia. Y solo fue por pura confusión de ambos y no deseaba que se volviera a repetir. — Así que es bueno que ahora sea diferente. Estoy muy contento que todo ya este aclarado y lo aceptemos. — Decía a la vez, que acariciaba su cintura con suavidad.

La tenía abrazada de medio lado y lo cierto es que lo menos que hacía era mirar a la fuente, el metamorfo la miraba a ella con una sonrisa y cuando Laila lo miró a la vez, quedando de frente fue que colocó sus ambas manos en su pequeña cintura. —Esta festividad y de muchas más que vendrán.  Soy una buena pareja, te conviene, tienes diversión garantizada para toda la noche. —Le guiñó un ojo de manera divertida. — ¿Quieres bailar aquí? — Murmuraba feliz por su cercanía al momento que sus narices se rozaban. La verdad es que aguanto bastante poco, de la nada la atrajo más para sí mismo para depositar un apasionante beso en sus labios.

Un beso que disfrutó con creces y que se volvía cada vez mejor. — ¿Me quedó pintura, verdad?— Molestó porque su chica estaba bien maquillada y ahora sus labios estaban más pálidos producto a su beso. Comenzó a reír,y escuchando la música de fondo que era suave como un vals, moviendo su brazo para llevar el contrario hacía arriba, solo hizo que ella diera una vuelta completa para tomar una de sus manos y con la otra sostener su cintura. — Aquí tenemos más espacio y podemos bailar a nuestra forma. — Fue donde comenzaron a bailar lentamente, la idea que tenía era que tuvieran su baile privado en un ambiente que era perfecto para los dos y nadie molestaba, para luego unirse a todas las parejas de baile de allí.

Era una música especialmente relajante al estilo victoriano e instrumental. Pronto se comenzó a escuchar el canto de una mujer que tenía una hermosa voz.

Este baile seria uno diferente, uno en el que podríamos olvidar todo lo ocurrido en aquella gala benéfica y que había terminado tan mal. Lo de recordarlo solo fue momentáneamente y con la única intención de ver cuanto habían cambiado las cosas entre nosotros. Quería dejarle saber que ahora era nuestro momento de crear un recuerdo que resultara en todo lo contrario, que resultara en uno maravilloso y hermoso. - Sé que fue una noche fea, yo igual moria de celos. Pero ahora tenemos la oportunidad de crear un recuerdo tan hermoso que haga olvidar ese. - le aseguré. - Sí, qué costo, y mucho. Pero todo al final fue un aprendizaje y nos preparó para que ahora nos podamos contemplar como lo asemos ahora. Que con tan solo la mirada podemos entender al otro. - Decía con una sonrisa, me pasaba de cursi, pero era la verdad. Sentía que ya estábamos en un punto en que nos conectábamos. - Así mismo, yo también estoy feliz de que al final todo se aclaró. - era por eso que igual cada vez me hacía más sentido de que la clave en las relaciones entre personas, sin importar que tipo de relación sea, lo primordial es la comunicación, sin eso puede haber malos entendidos que lastimen a la otra parte.

Se sentía tan bonito estar entre sus brazos, observando la bonita fuente. Sentirme querida junto a él. Levante una ceja con una sonrisa coqueta cuando menciono que era un buen acompañante. - ¿O sí, señor Muller? ¿Me asegura que me harás pasar una noche inolvidable? - pregunte en forma coqueta y juguetona. - Por supuesto, muero por conocer tus pasos. - asegure mientras sentía las cosquillas que provocaban el roce de las narices.

De manera sorpresiva, pero de esas sorpresas que amas, Stephen me atrajo hacia él depositando en mis labios un apasionado beso. Mis manos rodearon su cuello mientras disfrutaba de aquel beso. Se sentía tan bien. Hacía que cada vez deseara más y más que llegara ese momento en que ya pudiéramos estar juntos de forma definitiva. Cuando al fin nos separamos, solté una risita al escuchar su pregunta. - Bueno, te queda bien ese color. - moleste al notar que le había pintado toda la cara, para luego pasar mis dedos de manera suave y tierna para remover un poco la pintura labial de su cara.

Una hermosa melodía, dulce y suave, se escuchaba de fondo. Estamos algo alejados de la tarima y la pista de baile, pero aun así podíamos percibir desde aquí la música, aunque no con tanta intensidad. Era mejor así, pues aquí teñíamos nuestra privacidad, más espacio para nosotros y aun así podíamos contemplar desde lo lejos todo lo que ocurría. Ya luego, si ponían algo que fuera más alocado y menos romántico, podíamos unirnos al bullicio de la gente. Reí mientras me daba aquella vuelta. Ya mis pies estaban listos para moverse. - Me gusta porque aquí es más privado. - le aseguré, me dejaba llevar por aquel suave vals de un lado para otro que provocaba que mi vestido de hada flotara con el movimiento. Se sentía demasiado bien, demasiado relajado como si fuera un arrullo.

Mis ojos estaban concentrados en la mirada de Stephen, pero por curiosidad en una de esas me dio con mirar al área donde se encontraba la gente. Todos parecían danzar demasiado sincronizados, lo cual era raro. - Vaya… cualquiera diría que ensayaron el baile. - le comenté al rubio.  - ¿Está raro no? - quería pensar que era solo eso… que era raro nada más.

Solo podía sonreír.  Laila lo hacía muy feliz con sus palabras que en palabras solo le prometió que eso solo era parte del pasado y ahora estaban construyendo un presente. Siguieron las palabras bonitas, cariñitos y  un beso que fue tan apasionado que delataba el amor más puro y espontaneo, sentimiento que solo era con ella nunca le había ocurrido. El baile también estaba siendo espléndido, adoraba presenciar esa bonita sonrisa y que bueno que sintiera una clase de princesa aunque él no tenía nada de príncipe, pues podía entregarle momentos donde podría renacer ese lado, sin embargo, era mucho más alocado y rebelde que un príncipe solo que esa noche lo era y quería que lo supiera con aquel baile que iba de un lado a otro con aquella melodía y canción que causaba relajación y ensoñamiento.

—Además que tiene un delicioso sabor. — Molestó mientras se remojaba los labios y la miraba coquetamente en el vaivén del baile. Lo cierto es que era la voz de su chica que hacía volverlo en sí aunque por momentos. — A mi también...solo que si siento ganas de ir a la pista. ¿Y tú? — Es que se sentía atraída por aquella danza que formaban todos de manera armonioso que hasta parecía que estuvieran controlados. Era extraño pero aún sentía esas ganas de bailar e ir hacía allá.

— Lo mismo pienso. ¿Son actores que contrataron? Vamos, hay que unirnos. — Lo que no sabía Stephen que aquello lo haría arrepentirse después pues no fue con esa intención solo tenía la necesidad de estar cerca. Bailando con ella y mirándola fijamente se unieron a la pista y llevaron esa sincronía con ella. En poco tiempo solo era la música mientras la canción entonaba:

"Sigan bailando como si fueran controlados.  En este momento, son unas marionetas que están a mi merced, pero son felices y no hay nada que  temer"

Dándose cuenta de aquel mensaje misterioso. Stephen quiso detenerse. — ¿Qué pasa? — Alcanzó a decir. Pues en ese instante, todos se detuvieron y la luz se cortó. El escenario de alumbró de colores violetas y rojos señalando a la cantante y a su banda, que sostenían las varitas, la vocalista siguió cantando solo que esta vez de una manera mucho más tétrica.

"Ahora son mis títeres y tendrán que soportar el dolor porque en este mundo es necesario el caos y la destrucción"

Y en ese momento, lanzaron varios bombarda máxima contra ellos. Los gritos de la gente se escucharon al unísono.

Spoiler:

Esto era el comienzo de una nueva etapa en nuestras vidas. La cual había sido marcada por una fiesta de beneficencia en donde habíamos sufrido mucho. Donde hubo tanta tensión, fue una de las peores noches de mi vida. Y ahora era todo lo contrario. Este baile, se sentía único y especial. Aún no éramos una pareja oficial, pero si era cierto que la felicidad se nos salía por los poros. Contrastaba demasiado con la vez anterior, Pero ahora me sentía como una verdadera princesa. Flotaba como una pluma en medio de la pista de baile. Era una danza de felicidad, no podía evitar tener una sonrisa en mi rostro. Poco me importaba que él fuera más un loco aventurero en vez de un príncipe de cuentos. Era perfecto así.

- Confieso que también tienes mi sabor favorito. - Le aseguré coquetamente mientras seguíamos con la danza. Sin duda era bueno tener nuestro propio espacio y privacidad. Pero igual se sentía una sensación extraña que hacía que daban ganas de estar en el área de la pista de baile. Lo peor es que como le decía a Steph que había algo raro en las que cantaban. Aun así, tampoco fue que le pusiera tanta importancia. - También tengo ganas de acercarme. - le aseguré.

- Sí, quizás sí tenían coreografía y no nos dijeron… - cosa que hacía que todo se sintiera aún más extraño, sin mucho sentido. Me parecía raro, sí, pero aun así no tan grave. Error no seguir esa intuición.

Junto a Stephen seguí hasta llegar a la pista de baile. Mientras más podía escuchar la de cerca, la música, más podía más sentía como una ensoñación que solo me obligaba a seguir bailando al compás de la música.  Menos mal que a pesar de eso lo hacía junto al rubio. El “Sigan bailando como si fueran controlados…” ni siquiera en el momento me alarmó. Sonaba tan normal. Era una canción nada más. ¿No? Pues pensaba eso hasta que escuche el “¿Qué pasa?” De Steph. - ¿Qué? ¡Steph! - fue lo único que alcancé a decir.

Mis ojos se fijaron en el escenario. Pues era donde único había ahora luces. Todo había quedado a oscuras. Un enorme miedo recorrió mi cuerpo. Como si fuera un escalofrío. Era como ese presentimiento de que algo malo estaba por ocurrir. Quería gritar para advertirles. Sujetar las manos de Stephen y correr de allí. Pero estaba como petrificada. Aún me sentía poseída por la música porque mi cuerpo no estaba reaccionando como debía. De pronto una explosión, gritos. Mientras que yo solo había sentido como había perdido el equilibrio y volé de donde estaba parada. Lo demás aún no logro descifrar lo ocurrido.

Stephen miró a su chica por última vez justo al momento que los escombros los golpearon y salió volando por los aires. Quería llamarla, pero la voz no salió de sus labios, de repente, se vio en el piso y como estaba oscuro no pudo verla, se desesperó porque se habían separado.

Aún en el suelo no se podía mover ni hablar y todos estaban en las mismas. Bueno no todos. Habían algunos que se resistían y podía ver que se trataban aurores o algunos con habilidades más fuertes quizás así mismo semi criaturas que podían evitarlo.  Empezaron a luchar con aquellas chicas que lo empujaban con feroces hechizos pero estos aún lograban darle guerra,  vio como otros llamaban refuerzos,  estaba oscuro solo que con el destello de los hechizos se podía presenciar algo al menos. Buscaba a Laila entre la gente y nada, eso lo estaba desesperando sabiendo que no se podía quedar así.

Le dolía todo el cuerpo. El humo tampoco no ayudaba nada. De repente la mujer que parecía ser la líder se acercó a ellos comenzó a atacar a diestra y siniestra, no tan solo a quienes estaban atacando sino que a otros que estaban en el suelo. "Son mis marionetas peleen entre ustedes" Fue como su cuerpo por si solo se levantó y miró a quién estaba frente a él, no lo conocía del todo pero era del Ministerio había logrado ver su rostro en algún cartel.

Y sacando la varita de su bolsillo ejecutó un aquaeructo mientras que el otro hacía lo mismo. Stephen no quería hacerlo pero no tenía idea como salir de aquel encantamiento. ¿Qué carajos podía hacer? La única que le preocupaba era Laila y sacarla de ahí. ¿Cómo era posible que algunos eran inmunes a sus habilidades? ¿Qué habían hecho?

Stephen: 50 - 4 = 46 pvs.

Spoiler:

Cuando salí de mi casa para esta velada lo había hecho con las expectativas de divertir. Quería pasar una noche hermosa. Una velada inolvidable junto a Stephen. Se debían un momento así ambos, luego de la tira y jala que se había vuelto la cena benéfica en la que el enojo, los celos y la falta de conocimiento provocó aquel infortunio momento.

Realmente estaba logrando que la noche se volviera especial. La realidad es que no podía dejar de sonreír mientras bailaba en los brazos del rubio. No importaba para nada que nos vieran. Tarde o temprano la prensa se enteraría de todos modos y la realidad es que era mejor que nos vieran así a que nos sacarán fotos a escondidas en momentos que no queríamos. Además, sabía que pronto podríamos al fin decir que era oficial. Su corazón le dictaba que así sería. Por eso no me preocupaba y confiaba en las decisiones del chico.

Todo ese momento bonito se había desvanecido. El baile tal parecía que había sido una maldita trampa. La voz de la cantante nos estaba controlado, y para cuando pude notar que de verdad nada de esto era algo normal, se había hecho muy tarde. Mi cuerpo había sido expulsado hacia atrás, cayendo al suelo, aturdida. Yo quería moverme a voluntad, quería estar cerca de Stephen, pues en contra de mi voluntad habían terminado separados en aquella pista de baile. ¿Será que no podría disfrutar de una bendita fiesta sin que algo ocurra? Que conste que esta vez no era culpa de ninguno de los dos el que todo se volviera un caos. Cada vez notaba que la maldad se volvía más y más rampante en el mundo mágico.

Tenía la vista aún medio nublada, pero poco a poco podía comenzar a distinguir la escena. Mi cuerpo estaba todo adolorido. Sin embargo, aunque quería moverme, quería llamar a Steph, no podía hacerlo. Solo podía buscar con mi mirada, de forma desesperada al rubio.

Pronto la mujer comenzó a dar instrucciones sin darme cuenta, me pude poner en pie. Más mi cuerpo no me obedecía. Era a ella a quien estaba obedeciendo. Sin poder evitarlo saqué mi varita y comenzaba apuntar a una mujer que tenía frente a mí. No tenía idea de quién era, solo no podía controlar mis movimientos. Quería tan siquiera murmurar, no quiero, no puedo. Más no podía. Veía a Steph a la distancia, pero no podía acercarme a él por más que quisiera. Era frustrante.

Laila: 50pvs - 5 = 45 pvs

No podía creer lo que estaba pasando, lo peor de todo es que se había separado de Laila y moría de angustia que estuviera dañada porque la explosión había sido fuerte y ahora eran controlados por aquella criatura con voz manipuladora que simplemente era tan poderosa que era imposible escapar de ella. Pero todo tenía su límite y empezaría soltar a algunos, como ya estaba viendo que luchaban contra ella. Stephen también quería hacerlo, nunca le perdonaría que haya jodido un evento que había venido por primera vez con su morena en buenas formas.

Estaba absolutamente preocupado, pero literal, era un maldito títere y ahora mismo se tenía que poner a pelear con un contricante que debía estar del mismo que él, sin querer hacerlo. El aquaeructo le dio de lleno y logró impedir que ese rayo llegara de lleno a él, solo que sí lo rozó. No podía hablar que era lo más frustrante, lo que sí podía hacer era mirar a su alrededor cuando de pronto la reconoció. Justo cuando era brutalmente atacada. "¡LAILA!" Quiso gritar con todas sus fuerzas pero fue imposible y eso le descoció la garganta porque el encantamiento se estaba debilitando.

Sintió que todo era mental, pues era el cerebro que controlaba sus movimientos y no era la mujer que pudiera hacerlo todo el tiempo, sino que él mismo. Así que uso todas sus fuerzas para poder concentrarse y sacar todo ese encantamiento de encima. Cerró los ojos, por supuesto, su cuerpo luchaba por no hacerlo lo cual era lo más tortuoso para el  jugador de quidditch.

Quería ir con Laila, ayudarla y asistirla. Sacarla de ahí porque seguro tenía heridas aunque no sin antes de enviar un buen bombarda máxima hacia a la culpable.

"No vas escapar. Eres mío" Resonaba en su cabeza solo que seguía intentado. El amor hacía su chica era lo que provocaba a que se resistiera, estaba enamorado de ella, quería que fuera su novia y no iba a permitir que una psicópata demente lo estropeara.

Stephen: 50 - 4 = 46 pvs - 2 = 44 pvs

Spoiler:

La desesperación era horrible. No podía creer que una noche tan bonita como estaba siendo la de hoy terminara en este tremendo desbarajuste. ¿Por qué estaban arruinando un momento tan hermoso entre ambos? ¿Por qué? Como si no fuera poco con el solo hecho de arruinar un momento que estaba siendo tan especial tanto para Stephen como para mí, también nos estaban intentando de usar cuál marionetas. Una de las formas más descabelladas, crueles y cobardes de atacar a las personas. Era como si no tuvieran el valor de hacerlo por ellos mismos, así que manipulaba a otros hacerlo a su antojo mientras ellos observaban con diversión enfermiza en sus ojos.

En este momento llegaba a mi mente el ataque en el hospital, el cual había tenido que también estar presente. La frustración de no poder hacer más de lo que hubiera querido ese día volvía a mí. Pues ahora aún con varita en mano sentía las manos atadas. No podía hacer nada bajo mi propia voluntad. Esa maldita voz pululaba dentro de mi cabeza una y otra vez, lo cual era frustrante, pues deseaba hacer que desapareciera, que dejara de controlarme.

Me angustiaba no poder estar cerca de Stephen. Entre las explosiones habíamos terminado separados y con todo el despelote, más el no poder controlar mis movimientos hacía imposible que pudiera llegar a él. Para peor, ni siquiera podía gritar su nombre.

En contra de mi voluntad había lanzado aquel expulso. Pero ni siquiera pude identificar si había dado o no en su objetivo, porque pronto el fuerte impacto de un hechizo pego en mí lanzándome devuelta al suelo, pero esta vez de forma violenta. Podía sentir el dolor recorrer por todo mi cuerpo como si de una especie de corriente eléctrica se hubiera apoderado de mí. Me comenzaba a sentir impotente, pero no podía dejar que me gobernara. Era una especie de trance, por tanto, debía de haber forma de salir. Tenía que concéntrame en las ganas de llegar hasta Steph y perderme en su abrazo. Tenía que luchar contra esa maldad. No podía ser más fuerte que yo. Ni siquiera ellos ya podrían alejarme de Stephen.

Aquel sentum con el que me había lanzado al suelo hacia que sintiera como sangre salía de mis heridas. Miraba a Stephen con desesperación mientras sentía como una lágrimas rodaba por mi mejilla.

45 pvs - 9 = 36
Lanzó acierto o fallo para ver cuandome libero.

El muchacho se comenzó a concentrar había a visto a su Laila en problemas y simplemente no podía dejarla ahí viendola sufrir, no era una chica que le gustara atacar ni siquiera a una mosca para que fuera manipulada de tal manera.

De pronto, vio que lograba mover su mano y aunque dolía trató con todas sus fuerzas de levantarla hasta que lo logró, fue como soltarse de unas cadenas invisibles mientras el grito de rabia de aquella mujer que estaba manipulando a todos, pero no a él y a muchos más, había salido de aquel encantamiento feroz.

No pensó en nada más que ir corriendo hacia donde estaba Laila. — Sigan atacando, es la única forma para que salgamos del hechizo y ustedes concéntrese. — Dictó mientras pasaba por algunas victimas que aún seguían atados a esa habilidad que aún tenía mucha potencia, los aurores seguían atacando a la criatura que se mostró su verdadera identidad que de verdad daba miedo.

Lo peor de todo es que vio todo a cámara lenta, vio como la persona que lanzaba un hechizo caía de lleno en la morena justo al momento que llegaba.

Maldita sea. Se notaba que ninguna de las dos querían atacarse pero no podían evitarlo, no quiso ni mirar donde ahora tenía otra herida, pero se puso al frente para protegerla. — Intenta atacar a otro porque yo no permitiré que le hagas ningún daño más — Contaba con ventaja de usar un expulso y lanzarla lejos o usar un expelliarmus que no le haría un severo daño.

La mujer le tiró uno a él que fue como un corte que rajó parte de su vestimenta pero no importó, ese hechizo no había llegado a él. — Amor, trata de concentrarte, ya estoy aquí para cuidarte ¿vale? Cierra los ojos, piensa en algo bonito es como logre salir. Eres la única que puede controlar su propia mente. — No estaba seguro si estaba del todo escuchando sus palabras y si lo entendía pero ahí estaba, tomó su mano y la presionó para que lograra volver en sí.

La verdad no pretendía quedarse en la lucha al ver de esa manera a Laila, lo único que deseaba era cuando apenas volviera en sí, tomarla entre sus brazos y llevarla al hospital. Lo malo es que los hechizos iban y venían así que solo intentaba protegerla con hechizos defensivos para que ninguno llegara contra ella, no importaba si lo dañaban a él, era su chica que estaba en desventaja. Lo único que esperaba que hubiera escuchado sus palabras.

Stephen: 50 - 4 = 46 pvs - 2 = 44 pvs - 5 =  39 pvs

Spoiler:

Todo estaba siendo un caos. Los muy malditos lo hacían de nuevo. Una vez más había un atentado en contra de personas inocentes. Aún recuerdo el ocurrido en el hospital había sido horrible. Muchos inocentes perecieron y otros quedaron con heridas y traumas. Se aprovechaban del ambiente de fiesta para poder hacer sus fechorías. Lo peor es que ni siquiera tenían las agallas para cometer los actos por ellos mismos. Por el contrario, estaban encantando a las personas para que entre ellas se lastimaran.

Luchaba en contra de mis propias manos para no seguir lanzando hechizos. No quería lastimar a nadie. Esa no era yo. Me da mucha rabia y coraje el tener que hacer esto en contra de mi voluntad. Solo espero que de los hechizos que lancé ninguno hiriera de manera grave a nadie. Me sentía con tanto temor. Esperaba mucho menos cruzarme con Stephen. No podría si lanzara algo en su contra. ¿Por qué cuando más alegres estábamos pasaba esto? No podía haber peor momento para que pasara esto. Solo quería salir de allí con Stephen, abrazarlo. Ir con mi familia. Que toda esta pesadilla acabará.

Luchaba en contra de mi voluntad, pero aún no era suficiente. Una vez más intentaban atacarme. Sin embargo, cuando el hechizo venía hacia mí, pude ver como el rubio se interponía haciendo que el mismo lo impactara a él. Sentí que el corazón se me detenía. Verlo correr peligro por mí me hacía sentir una mezcla de sentimientos. Podía sentir cuánto me quería por su acto tan heroico, pero al mismo tiempo angustia porque no quería que nada malo le pasara. Fue una sensación horrible. Deseaba gritar su nombre. Que tuviera cuidado, que no le hicieran daño. "¡Steph!" grite, pero en realidad solo había sido en mi mente. Quería correr a ver si se encontraba bien, moría de angustia.

Aun con el valiente acto de Steph siempre me llegó a impactar algo del hechizo a mí también. —¡Ah!— no era tan doloroso como el sectum anterior, pero si había dolido. Sentía que tenía sangre por todos lados. Aquella herida anterior necesitaba ser contenida para no seguir sangrando. Solo esperaba que tal vez, aunque fuera por culpa del dolor, pudiera terminar de volver a tomar el control de mi cuerpo. No podía evitar que las lágrimas escaparan de mis ojos por la frustración debido a todo esto. Pero no me daré por vencida, soy fuerte y puedo salir de estas y pensar en un feliz futuro con el hombre de mi vida.

36 pvs - 5 = 31