Si había algo que más odiara Cepheus que la herbología era a Poppy MacKenzie. Desde que era pequeño se le había enseñado a odiar aquella rama familiar por la deshonra que significaban y que le tocara en pareja con ella en aquella clase era ya ir a sacarle de quicio.

Caminó a paso decidido hasta la mesa donde se sentaba Poppy, dejó caer todas sus cosas encima de la madera de mala manera y se sentó chasqueando la lengua.

— No me hables, no me mires, no respires cerca, no te acerques a mi porque no quiero que me pegues cualquier cosa y, lo más importante, no me toques los cojones — advirtió mirándola con un dedo levantado señalándola. La odiaba, no tenía razones de peso pero así había sido desde siempre y no cambiaría el último curso porque les pusieran juntos en una asignatura. No señor. Se metió un chicle mágico que cambiaba de sabor cada dos minutos, empezó a masticar haciendo ruido, para molestarla, contrariando todo su discurso.

La primera clase de Herbología había sido como cada año, simplemente un repaso de lo que estudiarían durante el curso, los materiales y medidas de seguridad y la formación de los equipos de trabajo. Lo normal sería que estando ya en Séptimo, les permitieran escoger compañeros, a Poppy le habría gustado estar con alguno de sus amigos más cercanos para hacer aquella asignatura más entretenida de lo que ya era de por sí, a menos a ojos de la pelirroja. Pero no fue así, y terminó con su primo Cepheus como compañero.
No es que a Poppy le molestara demasiado que hubiera ido así, pero sabía que a él no le habría sentado bien.

La segunda clase se lo probó, sobresaltándose primero con su llegada y forma de soltar las cosas y después observando con sus ojos azules aquel dedo que la apuntaba mientras escuchaba lo que decía. Empezaban bien.
El caso es que en principio no tendría por qué necesitarle para hacer el trabajo, así que ambos podía simplemente continuar con la clase y estar sentados uno al lado del otro sin más, si eso era lo que él quería. Pero el profesor dio una clase de materiales que debían coger y Poppy los buscó por el invernadero con la mirada, dejando escapar un leve bufido de fastidio.

No tardó mucho en deslizar una nota delante de Cepheus que decía "¿Puedes traer tú los materiales, por favor? No alcanzo las estanterías superiores. Y así se verá que hacemos algo en conjunto, lo que nos daría puntos." No es que lo último fuera seguro, pero tampoco podía dar por hecho que su primo le haría un favor por las buenas... Al menos no había roto ninguna de sus normas.

El chicle seguía escuchándose como armonía entre ambos jóvenes, se podía ver a los demás cómo charlaban, intercambiaban anécdotas de las vacaciones y hablaban de cualquier otra cosa que no fuera Herbología. Chocaba el silencio entre ambos pero estaba claro que no iba a ser diferente entre los primos, Cepheus era demasiado contundente con la existencia de Poppy y la pobre hufflepuff era demasiado buena como para presentarle batalla sin razones de peso.

Una pompa resonó por el aula justo en el momento en el que la nota pasó a ser parte de su campo de visión, leyó con rapidez y desvió la mirada hacia la pelirroja — ¿Qué eres? ¿Muda? — preguntó con desprecio antes de levantarse haciendo el mayor ruido posible para acercarse a los estantes y comenzar a coger las cosas. La cara de asco no se le quitó en ningún momento, él era demasiado señorito como para mancharse las manos y esa clase era lo puto peor. Eso sí, cuando la lluvia mojaba su cara, el barro manchaba su uniforme de quidditch y el viento le movía en el aire... ahí se le quitaba toda tontería.

— Creo que está todo — anunció dejándolo en la mesa repasando los objetos y después volviendo a leer sus nombres en la pizarra. — Tú lo haces, yo escribo, tengo mejor letra que tú y, además, con lo pordiosera que eres seguro que te gusta mancharte, a mí no — todas las pullas que pudiera dedicarle lo haría porque siempre había sido así y una clase no le haría bajarse del burro.

Poppy le dirigió un gesto de entre confusión e interrogación a su primo cuando le preguntó aquello, ¿pero no se suponía que no quería que hablara? Pues listo, no le había hablado.
Desde luego a Cepheus no había forma de complacerle.

Apuntó con cuidado las instrucciones mientras él se encargaba de recoger el material, obteniendo una sonrisa del profesor que al parecer estaba viendo en la actitud participativa del chico algo que le gustaba. Finalmente tuvo todos los materiales delante.- Sí, está todo. Gracias. -Le dedicó una sonrisa alegre a su primo, ya hablándole ahora que había decidido él mismo romper el silencio.- Me parece un buen trato. Y tienes razón, no me importa ensuciarme. ¿Sabías que las plantas cultivadas por uno mismo dan los mejores ingredientes para pociones? -Le soltó el dato como una mera curiosidad, pero se le escapó cierto retintín al decirlo. No le gustaba mucho la forma en que parecía que veía a su familia, claramente no les conocía. Quizá algún día le invitara a visitar la casa Mackenzie, era una de las mejores construcciones que su familia había realizado y no tenía nada de pordiosera.

Empezó a reunir los instrumentos que iba a utilizar antes de ponerse los guantes para pode comenzar.- Este año vamos a plantar Arbustos de Semillas de Fuego, nos harán falta para clase de pociones y nos podremos llevar nuestra propia planta al terminar el año. -Le contó sin poder evitar cierta emoción por la perspectiva.- Intentaré que crezcan dos plantas separadas, así no tendremos que compartir. -Estaba segura de que él lo preferiría.

— Anda mira, que no eres muda — dijo con sorna.

Otra pompa.

Los ojos aligueños del chico se cernieron sobre su prima estudiando cada gesto y cada sílaba, estuvo a punto de mandarla a callar en varias ocasiones pero en todas pasaba el profesor por al lado y se tuvo que morder la lengua. Tanto que se hizo una herida en ella.

— Joder — dijo escupiendo el chicle en su propia mano manchado de sangre — calla un poco, MacKenzie, que me estás poniendo de los nervios — soltó a la misma vez que llevaba el chicle bajo el pupitre y lo pegaba, el slytherin hacía y deshacía a su antojo, no era un gesto raro en él mancillar muebles que no fueran de su propiedad. Se pasó la lengua por los dientes inspeccionando el mordisco y soltó un suspiro, tendría que aguantar toda la clase con el dolor hasta poder llegar a la enfermería para que le dieran una poción curativa, y no solo eso, tenía que aguantar también a la Poppy no muda con ganas de charlar.

— ¿Qué has comido? ¿Lengua de vaca? Por el amor de Circe... — exclamó a la vez que se acercaba hasta ella y cogía el pergamino donde ella había empezado a anotar cosas. Frunció el ceño al estar tan cerca de ella, una peste inundó sus fosas nasales — recuérdame regalarte un buen perfume, ese estiércol que te echas por encima me marea — refunfuñó volviendo a separarse con cara de asco.

La pelirroja siguió con lo que estaba haciendo, intentando, como había dicho, que las semillas estuvieran bien separadas en el tiesto para que dos plantas separadas crecieran, a ser posible sin que sus raíces se interrelacionaran. Casi le divirtió pensar que era un poco como ella misma y Cepheus en el árbol familiar.

- ¿Lo siento? -Se medio disculpó al escucharle quejarse por lo que hablaba.

Las quejas continuaron un poco más, y se mordió la lengua para no decir que era mejor comer lengua de vaca que de serpiente, como parecía que hacía él todas las mañanas. Casi debería preocuparla que se hubiera envenenado al morderse.
Sin decir nada se levantó para pedir al profesor un vaso de agua, que dejó delante suya, quizá aliviara lo que tenía en la boca.

El comentario sobre el olor a estiércol tampoco le hizo mucha gracia, después de todo estaban en un invernadero, plantando semillas que lo necesitaban para crecer mejor.- ¿A qué esperabas que oliera la tierra para las semillas? ¿A rosas? -Terminó diciendo.- Aunque no rechazaría un regalo tuyo, no sabría cómo compensarlo... -Al menos no con algo material, porque le faltaba humildad y amabilidad y un montón de cosas más, pero prefería callárselo, no quería empezar tan pronto con las discusiones. Serían compañeros todo el año.- Por cierto, asegúrate de limpiarte las suelas al salir, no vaya a ser que el olor sea tuyo. -Advirtió, pensando que más de uno de sus compañeros había dejado caer parte del sustrato con estiércol al suelo, lo que provocaba que cualquiera lo pisara.

Cepheus rodó los ojos en blanco y apoyó la cabeza contra su puño mientras observaba a Poppy mancharse las manos, puso cara de asco al verla tocar aquello y no pudo evitar chasquear la lengua ante su advertencia de la mierda en los zapatos. Se preguntó por qué estaría haciendo Orion, paseó la mirada por la clase y lo miró al final del todo con esa cara tan típica en él que advertía la poca paciencia que tenía, una sonrisa se alzó en las comisuras de sus labios antes de volver a girar la cabeza y quedar de nuevo mirando a su prima, esa vez con la sonrisa bien instaurada en él.

En ese momento el profesor pasó por al lado y aplaudió un par de veces — ¡El señor Shelby pasándoselo bien en mi clase! ¡Toda una proeza a apuntar en mi currículum! — y se fue por donde había venido, la cara de asco del moreno dejó claro lo que pensaba del profesor y de su asquerosa forma de enseñar.

— Menudo gilipollas, cómo se nota que es hijo de muggles, de verdad — refunfuñó adelantando la mano para atrapar un bote vacío y moverlo entre sus dedos — me moriría de ganas por tener otro tipo de profesor en esta clase — confesó — y en todas, ¿sabes? Cualquier día me pegan la lepra muggle — hizo un gesto de que iba a vomitar.

Poppy seguía trabajando con sus manos en la planta, tenía facilidad para hacer aquellas cosas, siempre le habían gustado. Desde niña cuando su padre renovó el invernadero de su casa y empezó a aprender algo de jardinería y herbología.
Tan centrada estaba que ignoraba por completo lo que Cepheus hacía, dado que por el rabillo del ojo no notaba ningún movimiento extraño.

Levantó la cabeza, eso sí, al ver al profesor acercarse a la mesa con una sonrisa, hasta que habló y la chica se giró hacia su primo intentando comprobar lo que el profesor decía, claro que ya era tarde porque el Shelby ya volvía a tener su cara de malos humos.
En cuanto el profesor se marchó Ceph empezó a despotricar contra él y los muggles.- Una pena que la idiotez no tenga nada que ver con la pureza de la sangre. -Murmuró más para sí que para él.- Nunca has conocido a muggle, ¿verdad, Cepheus? -Preguntó, aún sabiendo la respuesta.- Solo a aquellos que también son magos. -Se notaba mucho cuando hablaba la ignorancia, y su primo mucho del mundo más allá de la magia no sabía, eso estaba claro como el agua para la escocesa.

El ceño fruncido de Cepheus al escuchar a Poppy dejaba claro la idea que tenía del mundo muggle y de ellos, no necesitaba salir a ese mundo, no era necesario ponerse en contacto con aquellas cucarachas, incluso los elfos domésticos eran mejores sirvientes que aquellos animales que no podían dar pie con bola.

— Poppy, para qué coño voy a querer yo conocer a un muggle de mierda — comentó viendo cómo manchaba sus manos en la tierra, escribió un par de cosas en el pergamino y después suspiró — para lo único que tendría contacto con ellos sería para lanzarles un avada, será mejor que te lo metas en la cabeza si vamos a seguir colaborando en clases porque no me apetece oír discursitos promuggles — terminó de apuntar para dejar la pluma de tinta autodispensable de plata encima de la mesa.

— ¿No atiendes en historia de la magia? Nos matarían si sabrían de nuestra existencia, tienen la mente cerrada y a todo aquello que temen tratan de destruirlo, no son capaces de coexistir con depredadores de más eficacia que ellos, se creen que son lo alto de la pirámide y están por debajo de tantos especímenes... nosotros, los magos, incluso tú Popparda, somos la cúspide, la élite, nos deben pleitesía — desvió la mirada de nuevo hacia Orion y, después, la paseó por toda el aula.

Cosas que pasan cuando le mencionas a un Shelby el mundo muggle... te suelta un discurso soporífero y ajeno a toda realidad sobre por qué son mejores que nadie en este mundo. Casi se echó a reír cuando escuchó lo de la mente cerrada, pero tuvo suficiente fuerza de voluntad para seguir con su cara neutral y parpadear un par de veces cuando terminó.

- Sabes la definición de "historia" en Historia de la Magia, ¿verdad? Que todo eso pertenece al pasado. -Comentó con el ceño fruncido, sabía que no le iba a convencer, pero que siguiera pensando en hogueras, horcas y demás cazas de brujas era preocupante hasta viniendo de él.- Pero es igual. -Se encogió de hombros.- Ya que estamos obligados a colaborar en esta clase, tal y como has dicho. ¿Te parece si yo no hago comentarios promuggle a cambio y con la condición de que tú no hagas comentarios contra ellos? -Propuso, creando que quizá pudiera ser un buen pacto, ella no diría nada siempre y cuándo él también contuviera su lengua.- Por cierto, no me ha hecho mucha gracia lo de Popparda, ¿tengo que recordarte que como tu prima tengo acceso a ciertas historias de tu infancia que no todos conocen en el Colegio? -Había una sonrisa en sus labios mientras volvía a su trabajo, levantándose para buscar una regadera. A Cepheus no servía de mucho retarle a un duelo, pero la posibilidad de quedar en evidencia sí que haría que no la insultara.

Ante la idea de Poppy de expandir historias de su infancia rodó los ojos en blanco volviendo a poner el interés en aquel pergamino al que comenzó a anotar un par de cosas más.

— Que sí, que sí, Popparda — porque claro, Poppy + petarda era lo que hacía, un buen nombre por el cual poder llamarla para molestarle — ¿Sabes que hemos pasado pocos momentos juntos? De pequeños digo, y eso es porque somos familiares lejanos y porque os gusta juntaros con muggles — declaró sin hacer muchos más comentarios contra los hijos de muggles, los muggles o cualquier cosa que tuviera que ver con ellos.

— Bueno, la planta, ¿qué haces? Para poder anotarlo — comentó desviando la mirada hasta la pelirroja.

Había ratos, generalmente después de hablar más de cinco minutos con Cepheus, en que se le ocurría que si se ponía a hablar con la pared igual le sacaba una conversación más agradable. Y posiblemente sin ganarse un apelativo que tratara de insultarla y así.

- Sí, sería por eso. -Respondió sin mucho interés de seguir por ahí, había una clara diferencia entre sus familias, a pesar de estar relacionados, que no parecía que fuera a terminar en ellos.

Le miró cuando se interesó por lo que iba haciendo, para poder apuntarlo de cara a los trabajos que les mandaran realizar.- Bueno, lo primero que he hecho ha sido remover la tierra, que ya está mezclada con el abono, para que tome nutrientes del aire y se oxigene. -Comentó.- Después he enterrado las semillas, en dos partes separadas para que nazcan dos plantas bien diferenciadas para nosotros. -Claro que seguramente terminarían enredando sus raíces bajo tierra, era difícil de evitar. En cierto modo era un poco como ellos dos, había raíces entrelazadas en su árbol genealógico a pesar de que ellos dos fueran tan diferentes.- Ahora toca regarlas y cuando la clase termine llevaremos las macetas a aquella zona del invernadero. En la próxima clase ya podremos observar parte del crecimiento de la planta. -Porque obviamente era algo que tomaría tiempo y mientras estudiarían algunas otras de forma teórica o práctica.- Por cierto, se supone que deberíamos venir todos los días a regarla y cuidarla, pero supongo que estarás muy ocupado. -O que simplemente no le apetecería lo más mínimo.

— Más despacio — se quejó escribiendo con la mayor rapidez que sus dedos le permitían intentando recordar todo lo que iba diciendo Poppy, cuando terminó de hablar y le contó que tendrían que ir todos los días a regarla se quedó con la mano levantada para acallar a la chica hasta que terminó de escribir con la peor letra posible en el pergamino.

— Luego lo paso a limpio — comentó detallando alguna que otra cosa. Cuando terminó del todo bajó la mano y miró directamente a la hufflepuff — ¿qué has dicho? ¿Que tenemos que venir todos los días? — preguntó. Estaba claro que él tenía miles de cosas más importantes que hacer como para ir a echarle agua a una planta de mierda

Una vez más había hablado demasiado, o muy rápido, para lo que a su primo le gustaba. No sabía a quién había querido castigar el profesor con aquello, si a ella o a Cepheus, pero que ninguno de los dos estaba a gusto era evidente. Quizá con el tiempo...

Intentó mirar por encima de su brazo lo que iba escribiendo, para apuntarle si faltaba algo o corregirle si se equivocaba, pero arrugó la nariz al ver su caligrafía, dejaba mucho que desear.- De acuerdo, así podré copiarlo. -Respondió alegremente cuando dijo que lo pasaría a limpio, aunque ya pensaba que ella misma se lo apuntaría para poder comparar sus notas y así sacar el mejor resultado para los dos.

Como ya anticipaba, la idea de venir a cuidar de una planta que era para los dos y que les sería muy útil en el futuro no entraba en sus planes.- Es parte de nuestra tarea cuidar de ella. -Dijo mientras sus manos rodeaban la maceta como si fuera un ser falto de cariño.- Si no la regamos morirá, o no crecerá bien, y los dos queremos que crezca bien para poder utilizarla y tener la mejor nota. -Advirtió, aunque luego suspiró.- Lo ideal sería que nos turnásemos para venir uno cada día, pero si estás muy ocupado o no quieres hacerlo. Lo haré yo... y no le diré nada al profesor por una rana de chocolate a la semana. -Se le escapó una sonrisa por su ocurrencia.

Una rana de chocolate. Una. A la semana. Definitivamente Poppy era tonta y todo lo había sacado de su familia con parte muggle, estaba claro. Cepheus se encogió de hombros y asintió — una rana de chocolate, me parece genial — volvió a poner la vista sobre sus apuntes y comenzó a tachar cosas y volver a reescribirlas con mejores argumentos. De fondo el profesor comenzó a charlar y a finalizar con la clase detallando las cosas que tenían que hacer para finiquitar el asunto de la planta. Los ojos de Cepheus volaron hasta Poppy y se clavaron en ella — riegos, etiqueta con los nombres y dejarlas en la mesa asignada a estas plantas — repitió como si fuera un argonauta — ¿pongo yo los nombres? — preguntó recogiendo un pergamino ya dibujado con los días de la semana que había dejado el profesor con magia encima de todas las mesas.

— De esto no tengo ni puta idea, la verdad, tenemos que venir todos los días pero... ¿todos los días se le echa lo mismo? Quiero decir, vas a venir tú porque te voy a pagar pero quizá sale en el examen — dejó la ficha entremedias y apoyó la cabeza contra su mano esperando que su prima le comentara lo que le había preguntado para poder anotarlo en sus apuntes.

Poppy sonrió al escuchar que Cepheus aceptaba su oferta. Seguramente pensaría que una simple rana de chocolate era muy poco, pero teniendo en cuenta que ella iba a hacer el trabajo de todas maneras, era bastante mejor pago saber que él iba a tener que acordarse de ella y escoger una rana de chocolate expresamente para llevársela.

Escuchó al profesor, que daba ya las últimas indicaciones antes de que la clase terminara y asintió a su primo cuando repitió los pasos que quedaban.- Claro, si quieres. -Sonrió, dejando que escribiera él mismo los nombres.

Observó el pergamino que el profesor había repartido en las mesas con magia. Luego miró a Cepheus cuando le preguntó aquello.- Agua. -Resumió en una palabra.- Por ahora solo necesitará agua. La tierra tiene abono y nutrientes, le dará la luz a sus horas... así que solo le faltará algo que beber. -Resumió con una risita.- No te preocupes, si hay algo que sea importante en el examen, te lo diré. -Aclaró con un asentimiento.- Y si por cualquier razón hubiera alguna novedad, te lo diría. -Aunque de momento no creía que hubiese nada, ya si con el tiempo alguna planta quizá necesitara más abono y sustrato, pero poco más. Lo importante, como trasplantar o así, seguramente se hablase en clase.

Agua. Y lo apuntó, porque era tan imbécil que seguramente se le olvidaría que se regaba con agua.

Terminó de poner los nombres en la maceta justo en el momento que sonaba el timbre en el invernadero para anunciar el final de la clase. El Shelby se alzó en su asiento llevando la planta hasta el rincón donde debía estar y después volvió para recoger sus cosas. Unos alumnos de slytherin se agolparon en su mesa para esperarlo y, cuando hubo recogido todo sin decir una sola palabra, miró a la muchacha y se despidió con un asentamiento de cabeza.

Obviamente no le iba a decir nada sobre las ranas de chocolate, no quería ser el centro de las burlas de los demás alumnos.