La estaba volviendo simple y llanamente loca, porque no había manera que se tomara bien la situación cuando, de un momento para otro, parecía que para su mejor amiga era menos que una sangre sucia. Había intentado acercarse por las buenas, hacer las cosas sin demasiado problema para las dos pero la evitaba constantemente y eso terminaba siendo molesto. Odiaba sentirse así, aún más odiaba que la hiciera sentir así alguien en quien había depositado toda su confianza desde hacía mucho tiempo.

Dio vueltas en la sala común hasta que vio a las compañeras de habitación de Sam salir, sabiendo que no había salido porque no había pasado por ahí y ella estaba desde temprano allí viendo si podía encararla fuera de la habitación. Se quedó pensando unos segundos antes de ir con ella a la habitación, entrando y cerrando la puerta. Utilizo su varita para ponerle seguro a la puerta y se giró, apoyándose en la puerta y cruzándose de brazos con el ceño levemente fruncido. – ¿Ahora podemos hablar o encontraras una excusa nueva para huir de aquí?
 

Habitación de Sam + 18.10.19

Usualmente no le gustaba pasar tiempo sola, pero llevaba unas cuantas semanas en las que la calma de su habitación no se comparaba con ningún otro lugar del colegio. Estaba evitando a todo el mundo, incluso a Zephyr que le miraba raro cada vez que ella buscaba sentarse a su lado en cada comida.

No estaba esperando que la interrupción de aquella tarde viniera en la forma de Alana, pero sintió la necesidad de salir corriendo en cuanto la vio entrar por la puerta. Sin embargo, no daba la impresión de que la chica tuviera intención de dejarla marchar.

—Sin excusas, ¿qué necesitas?— preguntó, cerrando el libro que estaba leyendo para dejarlo sobre su mesilla mientras esperaba a que la chica al menos se acercara.
 

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Si tan solo no sintiera que lo habían arruinado todo no estaría tan frustrada. Jamás con sus anteriores acostones había tenido un problema similar, tal vez porque ninguno era su mejor amiga ni significaba haberlo arruinado todo. Le frustraba enormemente, especialmente por lo bien que se había sentido y que si fuera por ella lo repetiría constantemente. No era normal como se había sentido, quizás eso también ayudaba a que su estado de ánimo estuviera un poco más crispado.

—Necesito a mi mejor amiga, pero parece que se ha ido al mundo muggle y no ha regresado. — Murmuro con impaciencia, dando unos pasos más cerca de ella, aún con los brazos cruzados en el pecho y gesto serio. — No puedo creer que te alejes de mí por algo que hicimos…que paso, dijimos que lo olvidaríamos ¿Cuál es el maldito problema ahora?
 

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—Si piensas que, de todos los sitios a los que me podría haber largado, habría elegido el mundo muggle... Es que no me conoces muy bien— dijo, intentando bromear porque realmente no quería tener esa discusión. No le apetecía hablar de lo que pasó, ni de las conclusiones a las que había llegado cuando regresó a su casa y volvió a ver a sus padres.

Quería pensar que aquello podía quedarse en una experiencia, como cuando haces una travesura que escondes de tus padres, y luego culpan al elfo doméstico por la reliquia que encontraron rota debajo del sofá. Aquello no se parecía, porque si su familia se enteraba de los pensamientos que estaba teniendo la matarían. Ya tenían suficiente con que Pandora siempre rompiera las normas, ella no podía hacerlo.

—No hay ningún problema, Lana... Necesitaba pensar. Pero... ¿te ha pasado algo? — preguntó, obedeciendo a esa culpabilidad que sentía de repente al escucharla decir que necesitaba a su mejor amiga. Si eso era lo que necesitaba, no dudaría en escucharla por más que su sola presencia la llevara a un lugar en el que no quería estar.
 

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—Es para que veas que tan lejos veo a mi amiga ahora mismo, parece que la han abducido los muggles. — Definitivamente no había mejor ejemplo que ese, tan simple y sencillo como eso. No entendía en lo absoluto como podía ser que en un abrir y cerrar de ojos una relación durante años hubiera cambiado.

Negó, no quería hablar en lo absoluto en ese momento, mucho menos si sentía de alguna manera que ella terminaría alejándose. — No me ha pasado nada, solo me frustra no poder acercarme a ti sin que salgas huyendo como si fuera una sangre sucia. — Era una ofensa casi sentirse así, pero no había otra manera de explicar aquello. — Lo que sea que sientas lo puedes hablar conmigo, lo haremos juntas como lo hemos hecho siempre pero que te alejes no es la solución a nada. — Realmente no entendía cómo podía alejarse como si nada, especialmente cuando eran amigas desde siempre y nunca se habían alejado demasiado. — Sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea ¿Qué es lo que está mal? ¿Hice algo que te molesto? — no iba a preguntar desde lo sexual, porque por lo menos esa noche, estimaba que lo que menos había hecho era molestarla.
 

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No pensaba que Lana de repente hubiera bajado de categoría de esa manera, no la rechazaba porque la juzgara o porque se hiciera la idea de que había algo mal con ella. La que se había equivocado era la misma Samantha, por beber de más y por pensarlo demasiado, por llegar a conclusiones que no quería llegar y que le iban a joder la vida.

—Tú no has hecho nada malo— aseguró, porque no la culpaba a ella. Tenía claro que había cedido a la provocación, y tenía ciertas preguntas para ella que no quería formular porque la llevarían a cuestionarse todavía más cosas, y ya estaba cansada de las respuestas que se estaba dando a sí misma.

—Lana, mi familia me ha criado para algo completamente diferente y yo...— dijo, suspirando sin poder realmente mirarla. Se dedicó a observar por una de las ventanas, que no llevaban a ninguna parte más que al agua densa del lago negro.

—¿Sabes que me acosté con Gideon en quinto?— preguntó, porque en ese momento ya no estaba ni siquiera segura de habérselo contado —. En parte porque estaba desesperada de que alguien con su apellido me prestara atención, a mis padres les habría encantado. Pero, en parte porque quería saber lo que se sentía— dijo, a sabiendas de que no era la única que había experimentado en su vida —. Y desde ahí llevo sintiendo que hay algo mal, supongo que lo descubrí cuando estuve contigo en verano— explicó, sin detallar demasiado porque no iba a decir las palabras en voz alta.

Nunca diría que Gideon no hizo un buen trabajo, fue cuidadoso y detallista con los preliminares, le dejó un buen recuerdo. Pero no se había sentido de la misma manera que al estar con ella, como si de repente todo encajara... Y no sabía si se trataba de Samantha, o si simplemente estaba aceptando por primera vez que los chicos no le gustaban.
 

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—Parece que sí porque en vez de hablar conmigo, como lo hemos hecho siempre, no haces más que alejarte de mí. — Era quizás lo que más le molestaba, porque nunca antes habían tenido un problema real como para decir que aquello no estaba funcionando de manera repentina. Siempre se habían llevado bien, nunca habían tenido conflictos, que el primero fuera por lo que había pasado entre ellas simplemente le inquietaba y hacía que deseara olvidarse de eso.

Asintió cuando le dijo lo de Gideon, dejándola hablar al saber que necesitaba descargarse. Aún se mantenía en una pose defensiva, pero su rostro se había relajado bastante. Entendía un poco los temores ajenos, mejor dicho, los entendía a la perfección, lo único que no le gustaba era que hubiera tardado meses en hablar con ella cuando era algo que podrían haber charlado desde un principio sin ningún tipo de problema. — A mí me educaron de la misma manera que a ti, Sam. No lo olvides. — Dejo en claro, porque ella iba a casarse y tener hijos, cumplir con el mandato de preservar la sangre, una cosa no quitaba la otra para nada.

Dio un paso más cerca de ella, terminando por tomar su mano y darle un ligero apretón, se hubiera acercado más si no hubiera sentido que ella iba a espantarse y todo se iría a la mierda de nuevo. — No hay nada malo contigo, solo…somos diferentes, no está mal. — No sabía cómo explicarlo, le encantaría que Leo estuviera ahí para poder aconsejarla. — Me pasa lo mismo que a ti, hace mucho. — Dejo en claro, para que entendiera su posición. — Pero a pesar de eso sé mi lugar. Sé que me casaré, sé que tendré hijos y conservare la pureza como corresponde, pero eso no impide que pueda disfrutar de determinados momentos cuando puedo hacerlo. No dejaré de cumplir con mi deber por eso, deberías pensarlo así también.
 

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—Pero ¿cómo puedes decir que no está mal?— preguntó, incómoda de repente. Se movió un poco, alejándose tan solo unos centímetros porque necesitaba espacio para respirar y Alana tenía una capacidad inhumana para distraerla. Mirarla a los ojos solo la llevaba a imaginarse como estos se oscurecían cada vez que Sam mordisqueaba suavemente su cuello, y aquel no era un buen pensamiento para la conversación que intentaba tener.

—No voy a dejar de cumplir mi deber por darme cuenta de esto, no te equivoques— afirmó, tal vez de manera más brusca de lo que debería. Samantha no toleraba la idea de convertirse en una de esas personas que se desviaban por un poco de placer, estaba en contra de todo lo que le habían enseñado.

—¿Lo has hecho con más chicas aparte de mi?— preguntó, pero ni siquiera tenía espacio en su cabeza para que esa fuera la mayor de sus preocupaciones.
 

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Arqueo una ceja cuando noto como se alejaba, suponía que era normal pero también que siendo su mejor amiga no debería espantarse tanto. Era claro que ambas habían sido educadas solo para una cosa, pero también era claro que eso no quitaba que pudieran tener una vida un poco aparte de todo aquello. — Si nadie se entera no lastima a nadie más. — Musitó con simpleza, encogiéndose de hombros. Si sus padres no se enteraban, si nadie más que ella y una eventual amante no se enteraba no tenía sentido hacer un escándalo de todo aquello.  

—No me equivoco, te estoy diciendo que yo tampoco lo haría en tu lugar. Nuestra vida pasa por algo más grande que nosotras mismas. — Era claro, conservar la pureza de la sangre era lo que movía sus vidas en realidad, era lo que tenían que hacer y en lo que basaban gran parte de toda su vida. Sus padres planeaban eso desde que nacían y, ella por lo menos, no pensaba decepcionar al suyo por nada del mundo.

—Eso no importa. — No tenía por qué darle explicaciones, mucho menos en ese preciso instante donde la notaba tan lejana de ella. — Lo que importa es que si no quieres que se repita no se repetirá, pero aún eres mi mejor amiga, que te alejes de mí por algo de una noche es una tontería. Si quieres pasar de página, lo hacemos y listo, asunto terminado, pero no me tortures alejándote de mí así.
 

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Tenía perfectamente clara su posición al respecto, pero también era consciente de que su cabeza estaba llena de preguntas. Sin embargo, Alana no parecía dispuesta a responder sus dudas. Estaba más que claro que para ella lo ocurrido no había sido cuestión de una primera vez, un experimento. Su mejor amiga ya había llegado a ciertas conclusiones antes de acercarse a ella, y saberlo solo hacía que una rabia distinta se albergara en su pecho.

—No sé si puedo volver a la normalidad después de lo que pasó— afirmó, porque cada vez que la veía tenía un recordatorio de cómo su propia existencia era la viva imagen de la traición hacia su familia. Se había equivocado, y casi mejor habría sido quedarse con la duda para siempre.

—Pero, puedo intentarlo. También eres mi mejor amiga, Lana... Pero, esto no es fácil de aceptar para mi, estoy confundida y hablar contigo me confunde aun más, no sé por qué me dejé llevar así—. Podría culpar al alcohol, pero sabía que el motivo era mucho más profundo que eso.
 

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—Sé que no es fácil pero también estoy segura que todo será mucho mejor si lo superamos juntas. No…no lo pensé tampoco, no fue mi intención hacerte sentir mal de ninguna manera. — No lo había pensado, claro estaba, solo se había dejado llevar por las sensaciones de su pecho y no se arrepentía en lo absoluto. Si, se había complicado la vida, pero eso no quitaba lo bien que la habían pasado y como se había sentido con ella.

Dio un paso hacia atrás, dándole más espacio, por lo menos en un primer momento tenía ciertas respuestas a miles de preguntas que había tenido. Quedaba una principal, pero decirla en voz alta sería complicar todo de nuevo y no podía echar para atrás el pequeño “avance” que había tenido con ella. — Te daré el tiempo y espacio que necesites, no quiero hacerte sentir mal, pero…no quiero que olvides que soy tu mejor amiga y tú eres la mía, nada va a cambiar eso nunca. — Ni siquiera que la deseara como lo hacía, inclusive cuando tomaba todo de ella no besarla en ese momento y al estar solas. — Sabes dónde encontrarme cuando quieras volver a hablar conmigo.
 

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Le dolía pensar que las cosas se quedarían ahí pero no se imaginaba un momento en el que pudiera mirar a Lana a los ojos e ignorar por completo sus sentimientos. Esa era, sin lugar a dudas, la peor parte. Se lo estaba cuestionando todo ¿la conexión especial que tenían solo se debía a un enamoramiento escondido del que empezaba a darse cuenta?

Sin embargo, asintió con la cabeza ante las palabras de la chica, agradeciendo que entendiera que necesitaba su espacio. Tenía que dar pasos de bebé, porque su cabeza en ese momento se encontraba cruzando por terreno peligroso.

—Gracias por respetar que en este momento no puedo darte lo que necesitas de mi— dijo, antes de verla marcharse por la puerta. Sabía dónde buscarla, pero ¿estaría dispuesta Lana a abrirle la puerta para cuando se sintiera preparada para enfrentarse a todo lo ocurrido entre ellas?
 

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