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FIGHT THE DEAD, FEAR THE LIVING.
En un mundo donde se esparció rápidamente un virus que hace volver a caminar a los muertos. Los sobrevivientes tienen que lidiar con los nuevos obstáculos que la nueva realidad les impone. Luchar contra los muertos y contra los vivos que adoptan una conducta egoísta. Amelia Robinson, una cadete adscrita a la comandancia de King County en el estado de Atlanta, en un intento de buscar municiones para su propia supervivencia, regresa a las localidades de la comandancia donde laboraba. Allí se encuentra con Ryan, un chico que hacía unos días había sido detenido por manejar en estado de ebriedad y quien no tenía el dinero suficiente para pagar su fianza. Quienes laboraban allí lo habían mantenido vivo los primeros días, pero no había sido quienes de dejarlo salir. Como si alguien los fuera a regañar por soltar a un detenido, cuando en realidad el mundo y el gobierno que conocían ya no existía. Sin embargo, eso fue lo único que lo mantuvo vivo. Estar detrás de los barrotes. Pero Ryan Harrison no era un vago sin oficio, como muchos decían. Muerto de hambre si, pero vago no. Pues era estudiante de enfermería. Ahora, tanto la cadete Robinson como Ryan deben hacer equipo para intentar sobrevivir y llegar al refugio más cercano. ¿Las diferencias serán un problema? ¿O podrán complementarse? Más vale que sea lo último porque su supervivencia podría depender de ello. Un AU de la serie de TV de AMC, The Walking Dead. Donde los supervivientes coexisten en el mismo universo que los personajes canon, teniendo contacto con alguno de ellos en ocasiones pero formando su propio destino y ruta de supervivencia.
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3. Próxima Parada, la Farmacia
La verdad Amelia era muy dulce, realmente hubiera sido genial el haberla conocido antes. Sé que dice que somos muy diferentes, pero eso a veces puede también ser bueno. Todo depende por el lado que lo tomes. Quizás con alguien como ella a mi lado no hubiera cometido tanta burrada y estupidez. Por desgracia no había corrido con la suerte de toparme con una chica así. En este pueblo no hay tantas. Bueno, quizás la chica de campo. Pero para encontrar alguna hubiera tenido que meterme al área de las granjas. Nunca llegue aventurarme por allí. Ahora ya daba igual, porque todo se había ido a la mismísima mierda. Solo tengo que decir que al menos soy afortunado de haberme quedado atorado en este pueblo, de porquería con ella. Hermosa, inteligente, dulce y sobre todo sabe como manejar estos difuntos andantes, por tanto, me he sacado la lotería. Por mi parte buscaré la forma de comenzarla. Pondré de mi parte para así aprender lo más pronto a matar a los muertos vivientes y le daré uso a todo lo que aprendí en la universidad.
Había agradecido aquel café, eso ayudo a que terminara de despertar bien. Pues debía de aprovechar a ser mis búsquedas por la casa en lo que ella dormía un rato. Era lo más justo, también necesitaba dormir. Mientras desayunábamos le contaba que ya teníamos auto. Solo que me dio a entender un detalle en el cual no había pensado. - Oh... no lo había pensado. - hubo un momento de silencio. Es que era lo más probable, porque cuando llegamos tuvimos que liquidar muertos dentro de la casa. Las posibilidades que fueran los dueños eran bastante altas.
Montamos todo en el auto, me aseguré de aunque fuera por ahora llevarme un cuchillo de la cocina. Posiblemente, no sea de mucha ayuda porque aún soy un desastre en el combate cuerpo a cuerpo. Pero aunque sea un poquito de seguridad, no está mal. Podría ser la diferencia entre la vida y la muerte en un momento de suerte. Al fin salíamos aquel centro comercial donde se encontraba la farmacia. El camino parecía sacado de una película de terror. No pareciera como si hubiera pasado por el mismo lugar cientos de veces. Por el contrario, más bien parecía como si fuera un sitio completamente nuevo, pero sobre todo macabro. Era como una carretera de la muerte.
- Te entiendo, los catres de la celda tampoco eran muy cómodo que digamos. - y si a eso le añadíamos que tenía el ruido de los muertos dando en los barrotes de mi celda, era aún mucho peor. - No sé si hoy tendremos cama para dormir, pero sí sé que me aseguraré de que puedas dormir más de dos horas. - sabía que me tendría que poner dos palillos en los ojos para no dormirme por aquello de ser exagerado y dramático, pero sé que lo lograré. - No sé si merecer sería la palabra correcta, tal vez necesitar sí. Pero bueno, no te negaré que no se me ha ido del todo el sueño. - admití. - Solo que ya lo decidí, hoy seré yo quien se duerma más tarde. - insistí. Es que no era justo que yo siguiera durmiendo cuál oso y ella no tuviera un buen descanso.
- Igual, gracias, suelo ser un poco inquieto y me destapo sin querer. Y aunque muchas veces me doy cuenta, siempre terminaba por no estirar mi mano y volver a taparme mejor porque me recordaba a cuando niño que mamá llegaba y volvía arroparme. Supongo que me quede con esa costumbre. - le contaba, ni siquiera sé por qué. Porque era lo más ñoño y cursi que se podría escuchar y la verdad no estaba acostumbrado a tener ese tipo de conversación con las chicas. Ya saben, era más de ir directo al grano. ¿Aunque tampoco es que fuera de esos que no le gustaba ser... galante? Supongo que es la palabra. Sí, solo no solía ser tan abierto en cosas tan personales y ya con ella había tenido la oportunidad de hablar de mi relación con mis padres.
- Y el arco. Debe de aun estar la tienda de deportes. Podríamos revisar primero allí. - le comentaba mientras estacionaba el auto. Por mero instinto lo terminé por hacer dentro de las marcas del estacionamiento. - No quiero más líos con la ley de tránsito. - bromee. Observaba que había muertos en el estacionamiento y parecían comenzar a notar nuestra presencia. Me adelanté a salir rápido del auto asegurándome de que Amy estuviera cerca. Al menos teníamos a Wanda que nos podía avisar si el peligro se acercaba de un ángulo que no tuviéramos mucha visibilidad. Tenía mi cuchillo en mano y miraba para todos lados. Parecía ser un trayecto corto del estacionamiento a una de las entradas del centro comercial, y también parecía que estaban lentos los cadáveres. Pero al parecer al olernos se alteraron más y de pronto comenzaron a acelerar el paso. Claro, no es que corrieran. Sin embargo, se comenzaban acumular y eso era un problema si nos llegaban acorralar. Mi instinto por supuesto fue correr, por lo que agarre la mano de la chica y emprendí la carrera. Pues cada vez estaba más nuestro asecho. Para cuando llegamos a la puerta esta parecía estar atascada. - ¡Mierda! ¡Vamos, abre! - decía empujándola. No era buena idea romper aquel cristal para entrar. ¿Luego como los dejábamos fuera? Además, no tenía nada con que hacerlo.
Más y más cerca, estaban los muertos. Ya comenzaba a sudar de desesperación. No tendríamos chanceé con las armas que traíamos, sí nos acorralaban. Cuando parecía que casi nos alcanzaban. La puerta al fin cedió y logré abrirla. Entrando a toda prisa, arrastrando a la chica conmigo y cerrando la puerta, tan pronto la perra cambien estuvo adentro con nosotros. Me recosté de la puerta para evitar que la empujaran y la abrieran. - Necesitamos algo para trabarla. - le pedía a la castaña, porque si me movía iban a terminar por entrar.
Había agradecido aquel café, eso ayudo a que terminara de despertar bien. Pues debía de aprovechar a ser mis búsquedas por la casa en lo que ella dormía un rato. Era lo más justo, también necesitaba dormir. Mientras desayunábamos le contaba que ya teníamos auto. Solo que me dio a entender un detalle en el cual no había pensado. - Oh... no lo había pensado. - hubo un momento de silencio. Es que era lo más probable, porque cuando llegamos tuvimos que liquidar muertos dentro de la casa. Las posibilidades que fueran los dueños eran bastante altas.
Montamos todo en el auto, me aseguré de aunque fuera por ahora llevarme un cuchillo de la cocina. Posiblemente, no sea de mucha ayuda porque aún soy un desastre en el combate cuerpo a cuerpo. Pero aunque sea un poquito de seguridad, no está mal. Podría ser la diferencia entre la vida y la muerte en un momento de suerte. Al fin salíamos aquel centro comercial donde se encontraba la farmacia. El camino parecía sacado de una película de terror. No pareciera como si hubiera pasado por el mismo lugar cientos de veces. Por el contrario, más bien parecía como si fuera un sitio completamente nuevo, pero sobre todo macabro. Era como una carretera de la muerte.
- Te entiendo, los catres de la celda tampoco eran muy cómodo que digamos. - y si a eso le añadíamos que tenía el ruido de los muertos dando en los barrotes de mi celda, era aún mucho peor. - No sé si hoy tendremos cama para dormir, pero sí sé que me aseguraré de que puedas dormir más de dos horas. - sabía que me tendría que poner dos palillos en los ojos para no dormirme por aquello de ser exagerado y dramático, pero sé que lo lograré. - No sé si merecer sería la palabra correcta, tal vez necesitar sí. Pero bueno, no te negaré que no se me ha ido del todo el sueño. - admití. - Solo que ya lo decidí, hoy seré yo quien se duerma más tarde. - insistí. Es que no era justo que yo siguiera durmiendo cuál oso y ella no tuviera un buen descanso.
- Igual, gracias, suelo ser un poco inquieto y me destapo sin querer. Y aunque muchas veces me doy cuenta, siempre terminaba por no estirar mi mano y volver a taparme mejor porque me recordaba a cuando niño que mamá llegaba y volvía arroparme. Supongo que me quede con esa costumbre. - le contaba, ni siquiera sé por qué. Porque era lo más ñoño y cursi que se podría escuchar y la verdad no estaba acostumbrado a tener ese tipo de conversación con las chicas. Ya saben, era más de ir directo al grano. ¿Aunque tampoco es que fuera de esos que no le gustaba ser... galante? Supongo que es la palabra. Sí, solo no solía ser tan abierto en cosas tan personales y ya con ella había tenido la oportunidad de hablar de mi relación con mis padres.
- Y el arco. Debe de aun estar la tienda de deportes. Podríamos revisar primero allí. - le comentaba mientras estacionaba el auto. Por mero instinto lo terminé por hacer dentro de las marcas del estacionamiento. - No quiero más líos con la ley de tránsito. - bromee. Observaba que había muertos en el estacionamiento y parecían comenzar a notar nuestra presencia. Me adelanté a salir rápido del auto asegurándome de que Amy estuviera cerca. Al menos teníamos a Wanda que nos podía avisar si el peligro se acercaba de un ángulo que no tuviéramos mucha visibilidad. Tenía mi cuchillo en mano y miraba para todos lados. Parecía ser un trayecto corto del estacionamiento a una de las entradas del centro comercial, y también parecía que estaban lentos los cadáveres. Pero al parecer al olernos se alteraron más y de pronto comenzaron a acelerar el paso. Claro, no es que corrieran. Sin embargo, se comenzaban acumular y eso era un problema si nos llegaban acorralar. Mi instinto por supuesto fue correr, por lo que agarre la mano de la chica y emprendí la carrera. Pues cada vez estaba más nuestro asecho. Para cuando llegamos a la puerta esta parecía estar atascada. - ¡Mierda! ¡Vamos, abre! - decía empujándola. No era buena idea romper aquel cristal para entrar. ¿Luego como los dejábamos fuera? Además, no tenía nada con que hacerlo.
Más y más cerca, estaban los muertos. Ya comenzaba a sudar de desesperación. No tendríamos chanceé con las armas que traíamos, sí nos acorralaban. Cuando parecía que casi nos alcanzaban. La puerta al fin cedió y logré abrirla. Entrando a toda prisa, arrastrando a la chica conmigo y cerrando la puerta, tan pronto la perra cambien estuvo adentro con nosotros. Me recosté de la puerta para evitar que la empujaran y la abrieran. - Necesitamos algo para trabarla. - le pedía a la castaña, porque si me movía iban a terminar por entrar.
Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬ King's Pharmacy, Centro Comercial King County
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3. Próxima Parada, la Farmacia
Parecía que no iba a poder hacer mucho con su decisión de dormir más tarde y notando que también estaba cansada, se me ocurrió una idea. — ¿Te parece que nos turnemos? Sería por horas, mitad y mitad. — Recomendé mientras lo observaba manejar. Total sería nuestra última noche en esa casa y sí solo Dios quisiera porque nos estábamos arriesgando lo suficiente para ir a la farmacia del centro comercial. No era el más gigante, pero suficiente grande para que se reuniera un gran grupo de zombies. No quería imaginar como sería el hospital en realidad, por eso Grimmes no tenía oportunidad para sobrevivir.
—No agradezcas tanto, solo no quería que sintieras frio y por lo que vi, dormiste como un bebé. — La realidad es que ni siquiera se había movido del todo. Me gustaba que hablara de su vida. — También a mí. — Dije recordando a la mía y sonreía con suavidad, sin duda, sentía mucho agradecimiento en haberlo encontrado estaba resultando ser un muy buen compañero.
—¡Verdad! — Exclamé con sorpresa. Había olvidado por completo el arco y sonreí más abiertamente porque gracias a él podría tenerlo en mis manos. — Gracias, se me había olvidado. — Tenía razón. Mejor que fuéramos a la tienda de deportes donde había muchas probabilidades de encontrar material o alguna lanza, algo parecido. Ese era el mejor lugar para buscar.
Llegamos. Y el lugar estaba tan desolado que sentía escalofríos por toda mi espalda. Habían muertos vivientes que con solo acercarnos ya se percatado de nuestra presencia y aunque no eran tantos con sus pasos lentos se empezaron acercar, así que lo mejor que podíamos hacer era correr, si sabíamos que eran capaces de seguirnos y entrar con nosotros para intentar devorarnos.
Corrí al lado de Ryan asegurándome que Wanda estuviera bien, llegamos a una puerta y solo nos tocaba entrar sin asegurarnos bien si habían otros dentro. Ni enterada cuando me jalo hacia adentro y al rato escuchaba que necesitaba trabar la puerta.
Solté un suspiro, entrando en razón y despertando ese dejo de adrenalina que tenía cuando nos encontrábamos en problemas. Fue cuando comencé a buscar, necesitaba algún palo o una varilla de fierro que la trabara, en ese momento, noté unos basureros y unas escobas. No supe que igual servían. — ¡Toma! —Dije acercándome para ayudarlo a trabar la puerta, sintiendo los latidos de mi corazón a mil por hora. — Ante todo hay que prevenir antes de lamentar. — Dije mirando los basureros, para que así empujarlos y quedara más protegido. — Aunque vamos a tener que buscar otra salida, triste que quedamos lejos del auto. — Exclamé con un puchero.
—Mejor salgamos de aquí, esto no durara mucho. — Tomé su brazo y lo jalé esta vez hacia mi lado para adentrarnos al centro. Ahora debíamos recorrerlo con rapidez, por suerte, la tienda de deportes no se encontraba muy lejos de ahí pero sí la farmacia. Lo más raro de todo, es que en el centro gobernaba el silencio y alcé la ceja. Wanda iba adelante de nosotros, aunque solos unos pasos.
Tenía un mal presentimiento pero no teníamos alternativa de buscar las armas y medicamentos, era la única forma para irnos de este pueblo que hasta en ese momento creíamos que era uno fantasma.
—Pensé que encontraríamos más de esas cosas ¿No te parece raro que el centro esté tan silencioso? — Le dije, sin atreverme alzar mucho la voz.
—No agradezcas tanto, solo no quería que sintieras frio y por lo que vi, dormiste como un bebé. — La realidad es que ni siquiera se había movido del todo. Me gustaba que hablara de su vida. — También a mí. — Dije recordando a la mía y sonreía con suavidad, sin duda, sentía mucho agradecimiento en haberlo encontrado estaba resultando ser un muy buen compañero.
—¡Verdad! — Exclamé con sorpresa. Había olvidado por completo el arco y sonreí más abiertamente porque gracias a él podría tenerlo en mis manos. — Gracias, se me había olvidado. — Tenía razón. Mejor que fuéramos a la tienda de deportes donde había muchas probabilidades de encontrar material o alguna lanza, algo parecido. Ese era el mejor lugar para buscar.
Llegamos. Y el lugar estaba tan desolado que sentía escalofríos por toda mi espalda. Habían muertos vivientes que con solo acercarnos ya se percatado de nuestra presencia y aunque no eran tantos con sus pasos lentos se empezaron acercar, así que lo mejor que podíamos hacer era correr, si sabíamos que eran capaces de seguirnos y entrar con nosotros para intentar devorarnos.
Corrí al lado de Ryan asegurándome que Wanda estuviera bien, llegamos a una puerta y solo nos tocaba entrar sin asegurarnos bien si habían otros dentro. Ni enterada cuando me jalo hacia adentro y al rato escuchaba que necesitaba trabar la puerta.
Solté un suspiro, entrando en razón y despertando ese dejo de adrenalina que tenía cuando nos encontrábamos en problemas. Fue cuando comencé a buscar, necesitaba algún palo o una varilla de fierro que la trabara, en ese momento, noté unos basureros y unas escobas. No supe que igual servían. — ¡Toma! —Dije acercándome para ayudarlo a trabar la puerta, sintiendo los latidos de mi corazón a mil por hora. — Ante todo hay que prevenir antes de lamentar. — Dije mirando los basureros, para que así empujarlos y quedara más protegido. — Aunque vamos a tener que buscar otra salida, triste que quedamos lejos del auto. — Exclamé con un puchero.
—Mejor salgamos de aquí, esto no durara mucho. — Tomé su brazo y lo jalé esta vez hacia mi lado para adentrarnos al centro. Ahora debíamos recorrerlo con rapidez, por suerte, la tienda de deportes no se encontraba muy lejos de ahí pero sí la farmacia. Lo más raro de todo, es que en el centro gobernaba el silencio y alcé la ceja. Wanda iba adelante de nosotros, aunque solos unos pasos.
Tenía un mal presentimiento pero no teníamos alternativa de buscar las armas y medicamentos, era la única forma para irnos de este pueblo que hasta en ese momento creíamos que era uno fantasma.
—Pensé que encontraríamos más de esas cosas ¿No te parece raro que el centro esté tan silencioso? — Le dije, sin atreverme alzar mucho la voz.
Amelia C. Robinson ৬ Año 2010 ৬ King's Pharmacy, Centro Comercial King County
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3. Próxima Parada, la Farmacia
Algo teníamos que inventarnos para que así los dos pudiéramos descansar. Primero que nada porque no era justo, segundo porque para poder sobrevivir es importante tener fuerzas. Así que eso de al menos turnaron para poder dormir cada uno, una porción de la noche no sonaba a una mala idea. - Creo que eso podría funcionar. Mereces descansar. - le respondí. Era una sugerencia sensata. Cada uno tendría la oportunidad de descansar lo suficientemente bien como para tener la confianza de pegar los ojos por buen rato sin miedo a ser sorprendido porque sabe que el otro estará pendiente de que eso no ocurra.
Solo sonreí ante su comentario. Bueno, es que me gusta ser agradecido. En especial porque precisamente logre dormir cuál bebé la noche anterior. Algo que quien sabe cuanto tiempo ocurra para que vuelva a ocurrir. - Es bueno que se queden esas costumbres... así al menor la recordamos. - sabía que para ella sería improbable volver a verla aun cuando siga con vida, y para mi también sería difícil un reencuentro. Aun viajando a Virginia, nada me garantizaba que la volviera a ver. Las posibilidades de lo que podía ocurrir eran demasiado amplias.
Menos mal me llego a la mente el recuerdo del arco. O de lo contrario, tal vez perdíamos una buena oportunidad encontrar uno. - Dos mentes recuerdan mejor que una. - asegure, iba con ánimos, aunque el panorama era tétrico. Prefería tener ese ánimo mientras fuera posible. Aunque debo de admitir que al llegar aquel centro comercial daba algo de temor. Hacía que la piel se enrizara. Es que no se veía para nada igual a lo que recuerdo. Era incluso triste, además de terrorífico.
No había tiempo que perder, llegamos lo más rápido que pudimos hasta la entrada. Sin embargo, aún no estábamos a salvo tras aquellas puertas de cristal. Podía ver como los muertos vivientes comenzaban a intentar empujar torpemente intentando entrar. Menos mal, Amy actuó rápido ante mi pedido de buscar como trabar aquella puerta o de lo contrario no sé cuanto tiempo iba a resistir aguantándola. - Sí, creo que esto servirá. - asegure tomando aquel palo que la chica me entregaba. Le ayudé con los basureros para pegarlos de aquellas puertas y cortar más aún el paso. - Al menos los detendrá por un buen rato, y quizás cuando dejen de ver movimiento en el área se calmen y dejen de empujar. - le comentaba intentando de ser optimista. Claro hasta que menciono lo de que necesitaremos otra salida. - Cierto, lo bueno es que ha de tener muchas. Lo malo es que como mencionas... esta era la más cercana al auto. - lo que implicaba un trayecto más largo a la intemperie para llegar al vehículo.
Ni bien había reaccionado cuando ya la castaña me jalaba con ella para alejarnos de allí. Era bueno tener a Wanda en la delantera. Aunque observaba el lugar y se notaba demasiado limpio en el sentido que no se veían muertos. Tampoco se escuchaban. - Pues si, muy raro. A mí este silencio no me está gustando. - reconocí en voz baja mientras continuaba nuestro camino hacia la tienda, que no estaba tan lejos. - Aunque cuando escuchemos a Wanda ladrar, entonces si hay problema. ¿No? - le decía ahora apretando suave su mano para intentar de alivianar su tensión, suponía que estaba entrenada para ello.
Comencé a buscar, había algunas cosas en el suelo. Como si la gente hubiera huido despavorida del sitio y se hubieran empujado unas a otras derribando algunas cosas de a góndola. - Cuidado con el suelo. - le dije, pues casi me paraba sobre un grupo de pelotas de golf, cosa que hubiera hecho que terminara en el suelo. Lo primero que note fue aquel grupo de arcos colgados en la pared detrás del mostrador. Aunque bien parecía que faltaban algunos. Daba igual, solo necesitábamos uno para Amy. - Mira, las flechas tal vez deben estar en la parte de abajo... esperó. - decía señalando en la dirección del mostrador para luego saltar el mismo y caer al otro lado. - ¿Cuál? - para mí se veían todos iguale a excepción del color. - Sí, divisas el área de pesca, me avisas. - es que de seguro ahí estaría mi arpón. No sabía porque, pero la perrita parecía andar más alerta de la cuenta y la verdad no sé si eso es bueno o malo.
Solo sonreí ante su comentario. Bueno, es que me gusta ser agradecido. En especial porque precisamente logre dormir cuál bebé la noche anterior. Algo que quien sabe cuanto tiempo ocurra para que vuelva a ocurrir. - Es bueno que se queden esas costumbres... así al menor la recordamos. - sabía que para ella sería improbable volver a verla aun cuando siga con vida, y para mi también sería difícil un reencuentro. Aun viajando a Virginia, nada me garantizaba que la volviera a ver. Las posibilidades de lo que podía ocurrir eran demasiado amplias.
Menos mal me llego a la mente el recuerdo del arco. O de lo contrario, tal vez perdíamos una buena oportunidad encontrar uno. - Dos mentes recuerdan mejor que una. - asegure, iba con ánimos, aunque el panorama era tétrico. Prefería tener ese ánimo mientras fuera posible. Aunque debo de admitir que al llegar aquel centro comercial daba algo de temor. Hacía que la piel se enrizara. Es que no se veía para nada igual a lo que recuerdo. Era incluso triste, además de terrorífico.
No había tiempo que perder, llegamos lo más rápido que pudimos hasta la entrada. Sin embargo, aún no estábamos a salvo tras aquellas puertas de cristal. Podía ver como los muertos vivientes comenzaban a intentar empujar torpemente intentando entrar. Menos mal, Amy actuó rápido ante mi pedido de buscar como trabar aquella puerta o de lo contrario no sé cuanto tiempo iba a resistir aguantándola. - Sí, creo que esto servirá. - asegure tomando aquel palo que la chica me entregaba. Le ayudé con los basureros para pegarlos de aquellas puertas y cortar más aún el paso. - Al menos los detendrá por un buen rato, y quizás cuando dejen de ver movimiento en el área se calmen y dejen de empujar. - le comentaba intentando de ser optimista. Claro hasta que menciono lo de que necesitaremos otra salida. - Cierto, lo bueno es que ha de tener muchas. Lo malo es que como mencionas... esta era la más cercana al auto. - lo que implicaba un trayecto más largo a la intemperie para llegar al vehículo.
Ni bien había reaccionado cuando ya la castaña me jalaba con ella para alejarnos de allí. Era bueno tener a Wanda en la delantera. Aunque observaba el lugar y se notaba demasiado limpio en el sentido que no se veían muertos. Tampoco se escuchaban. - Pues si, muy raro. A mí este silencio no me está gustando. - reconocí en voz baja mientras continuaba nuestro camino hacia la tienda, que no estaba tan lejos. - Aunque cuando escuchemos a Wanda ladrar, entonces si hay problema. ¿No? - le decía ahora apretando suave su mano para intentar de alivianar su tensión, suponía que estaba entrenada para ello.
Comencé a buscar, había algunas cosas en el suelo. Como si la gente hubiera huido despavorida del sitio y se hubieran empujado unas a otras derribando algunas cosas de a góndola. - Cuidado con el suelo. - le dije, pues casi me paraba sobre un grupo de pelotas de golf, cosa que hubiera hecho que terminara en el suelo. Lo primero que note fue aquel grupo de arcos colgados en la pared detrás del mostrador. Aunque bien parecía que faltaban algunos. Daba igual, solo necesitábamos uno para Amy. - Mira, las flechas tal vez deben estar en la parte de abajo... esperó. - decía señalando en la dirección del mostrador para luego saltar el mismo y caer al otro lado. - ¿Cuál? - para mí se veían todos iguale a excepción del color. - Sí, divisas el área de pesca, me avisas. - es que de seguro ahí estaría mi arpón. No sabía porque, pero la perrita parecía andar más alerta de la cuenta y la verdad no sé si eso es bueno o malo.
Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬ King's Pharmacy, Centro Comercial King County
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3. Próxima Parada, la Farmacia
Habíamos quedado turnarnos por esa noche, sería fácil al menos por esta vez porque luego ya sería completamente diferente, estando afuera ni siquiera teníamos como saber si íbamos a encontrar un lugar cómodo para dormir, lo veía casi imposible.
Cuando fuéramos a la ciudad nos daríamos cuenta el verdadero desastre que habían dejado esas cosas. Era genial hablar con Ryan, era tan alegre y positivo que para mí al menos era que no había mejor compañero que pude haber encontrado, me hubiera gustado si nos hubiésemos conocido antes, porque claro, aunque lo había visto antes seguro solo se habría limitado a un saludo de cadete con alguien que había estado tras las rejas por un tiempo corto.
Solía ser muy organizada pero era lógico que con tanto que hacer y pensar para sobrevivir se iban algunas ideas, así que solo seguía sonriendo que me hubiese recordado que necesitaba un arco.
Ya después cuando llegamos no tuvimos tiempo para hablar ni de perder. Teníamos que llegar pronto a la entrada y era mejor tener un punto fijo, aunque al asegurar con la puerta nos quedábamos alejados del auto, debíamos hacer esto rápido y solo quedaba ir a la tienda de deportes.
Sentía un mal presentimiento que el centro comercial estuviera tan silencioso. Lucía desordenado e imaginaba el motivo, pues la gente seguro comenzó a correr despavorida con aquel ataque de personas que se habían convertido, Wanda igual andaba alerta y podía ver ese gesto de temor en Ryan. — Mantengámonos cerca, es muy extraño. — Indique, porque siempre era bueno prevenir antes de lamentar. Asentí por lo que decía por Wanda, siempre avisaba y seguro que estaba preparada para hacerlo solo que no parecía encontrar nada, algunas veces decía porque uno no podía escuchar lo que pensaba un perro porque para mí eran animales muy inteligentes.
Si no hubiera sido por Ryan muy probable que habría pisado las pelotas y ganado una buena caída. — Gracias, pareciera que también eres mi salvador. — Le dedique una sonrisa, y desde ese momento tuve más cuidado, como era de día todo estaba más visible y aún quedaban algunos objetos era como si nadie hubiera pensado en esa tienda y solo huir ¿Qué más?
Cuando Ry encontró los arcos, llegué hasta a él para escoger cualquiera. — Esta de color oscuro estará perfecta, debería ir a la tienda de ropa e ir por una chaqueta de cuero — Bromeé, buscando la parte de abajo si habían algunas flechas, tuve suerte con eso, habían tres juntas — Tenemos que llevarlas, por si acaso si se nos da por armar un mejor arpón. — Volví asentir por lo que decía, como conocía al lugar como la palma de la mano fui directo hacia el área de pesca alejándome un poco.
—Perfecto, aquí hay uno. — Exclamé tomando uno oscurecido, ni cuenta me había dado que estaban amontonados como si fueran usados. Y estaba a punto de volver donde se encontraba el chico cuando de pronto escuché una voz a mi lado que hizo que me sobresaltara, escuché el ladrido de Wanda y nuevamente aquella voz. — ¿Qué carajos? ¿Qué están haciendo aquí y porque se quieren llevar nuestras armas? — Logré mirar al hombre con cierto miedo, no lo reconocía del todo pero se me hacía familiar seguro que era alguien del pueblo. — Yo.. nosotros solo venimos a buscar… un arma para cada uno para irnos de aquí. Ya no queda nada de este pueblo… ¡Ryan! — Dije cuando lo vi a él que se estaba dando cuenta lo que había pasado. Wanda no dejaba de ladrar.
Cuando fuéramos a la ciudad nos daríamos cuenta el verdadero desastre que habían dejado esas cosas. Era genial hablar con Ryan, era tan alegre y positivo que para mí al menos era que no había mejor compañero que pude haber encontrado, me hubiera gustado si nos hubiésemos conocido antes, porque claro, aunque lo había visto antes seguro solo se habría limitado a un saludo de cadete con alguien que había estado tras las rejas por un tiempo corto.
Solía ser muy organizada pero era lógico que con tanto que hacer y pensar para sobrevivir se iban algunas ideas, así que solo seguía sonriendo que me hubiese recordado que necesitaba un arco.
Ya después cuando llegamos no tuvimos tiempo para hablar ni de perder. Teníamos que llegar pronto a la entrada y era mejor tener un punto fijo, aunque al asegurar con la puerta nos quedábamos alejados del auto, debíamos hacer esto rápido y solo quedaba ir a la tienda de deportes.
Sentía un mal presentimiento que el centro comercial estuviera tan silencioso. Lucía desordenado e imaginaba el motivo, pues la gente seguro comenzó a correr despavorida con aquel ataque de personas que se habían convertido, Wanda igual andaba alerta y podía ver ese gesto de temor en Ryan. — Mantengámonos cerca, es muy extraño. — Indique, porque siempre era bueno prevenir antes de lamentar. Asentí por lo que decía por Wanda, siempre avisaba y seguro que estaba preparada para hacerlo solo que no parecía encontrar nada, algunas veces decía porque uno no podía escuchar lo que pensaba un perro porque para mí eran animales muy inteligentes.
Si no hubiera sido por Ryan muy probable que habría pisado las pelotas y ganado una buena caída. — Gracias, pareciera que también eres mi salvador. — Le dedique una sonrisa, y desde ese momento tuve más cuidado, como era de día todo estaba más visible y aún quedaban algunos objetos era como si nadie hubiera pensado en esa tienda y solo huir ¿Qué más?
Cuando Ry encontró los arcos, llegué hasta a él para escoger cualquiera. — Esta de color oscuro estará perfecta, debería ir a la tienda de ropa e ir por una chaqueta de cuero — Bromeé, buscando la parte de abajo si habían algunas flechas, tuve suerte con eso, habían tres juntas — Tenemos que llevarlas, por si acaso si se nos da por armar un mejor arpón. — Volví asentir por lo que decía, como conocía al lugar como la palma de la mano fui directo hacia el área de pesca alejándome un poco.
—Perfecto, aquí hay uno. — Exclamé tomando uno oscurecido, ni cuenta me había dado que estaban amontonados como si fueran usados. Y estaba a punto de volver donde se encontraba el chico cuando de pronto escuché una voz a mi lado que hizo que me sobresaltara, escuché el ladrido de Wanda y nuevamente aquella voz. — ¿Qué carajos? ¿Qué están haciendo aquí y porque se quieren llevar nuestras armas? — Logré mirar al hombre con cierto miedo, no lo reconocía del todo pero se me hacía familiar seguro que era alguien del pueblo. — Yo.. nosotros solo venimos a buscar… un arma para cada uno para irnos de aquí. Ya no queda nada de este pueblo… ¡Ryan! — Dije cuando lo vi a él que se estaba dando cuenta lo que había pasado. Wanda no dejaba de ladrar.
Amelia C. Robinson ৬ Año 2010 ৬ King's Pharmacy, Centro Comercial King County
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3. Próxima Parada, la Farmacia
El actuar rápido hizo la diferencia entre lograr conseguir estar a salvo o ser devorado por los muertos vivientes. Sin embargo, aun estando tras aquellas puertas del centro comercial, se podía sentir algo raro el lugar. Como si aún corriéramos peligro. Sí, es obvio que si lograran buscar la forma de como entrar sería un problema para nosotros. Más no era por esa razón que lo sentía, las bien es como si dentro del sitio no nos encontráramos solos. Quizás solamente es paranoia. Ya saben, un puede perder un poco la cordura estando tantos días encerrado mientras al mismo tiempo te das cuenta de que todo el mundo que conoces se ha ido a la misma mierda. Eso, igual, hace que una vez más vuelva a mi mente esa pregunta y duda de si realmente sería algo que ocurrió en todo el país, en todo el mundo.
Pero la clave estaba en intentar ser positivos y precavidos al mismo tiempo. Era por eso que mantenía lo más abierto posible los ojos. Había tantas cosas en la tienda entre las que estaban en las estanterías, en el suelo, los vidrios rotos, era difícil enfocar la visión en algún área en específico. Por lo que intenté concentrarme en lo que venimos a buscar. El arco y el arpón.
Contábamos con la ventaja de tener a Wanda, no era cualquier perro. Más bien era de los entrenados por la policía, por lo que por tal razón me brindaba algo de confianza de que nos avisaría si algo no salía bien. - Te daré croquetas si las consigo en algún momento. - Le decía al can en una especie de promesa. - Sí, es mejor. Nada de irse a vagar lejos del otro. - si algo ocurría, al menos estando cerca haría que el otro pudiera reaccionar más rápido e ir a su ayuda.
Patee hacia un lado las pelotas de golf para quitarlas del medio y nadie más se fuera a resbalar con ellas. - Ahora, sí. Ya no nos tomarán por sorpresa. - asegure devolviéndole la sonrisa. - No hay de qué. Igual me has salvado. - añadí, eso era lo importante en estos momentos. Velarnos el uno al otro. Aunque no niego que se escucha bonito que me llamara su salvador... bueno yo igual la bauticé como mi ángel guardián.
A pesar del desorden y de algunas cosas rotas, no parecía que haber sido saqueada la tienda. Podía ser muy bueno porque tendríamos todo lo que buscamos de ella. Pero al mismo tiempo era raro, sospechoso, así que eso podría también ser malo. - No es mala idea. Necesitamos igualmente ropa. - no podíamos pasar tanto tiempo con la misma. - Además, seguro te quedaría muy bien. - le comenté con una sonrisita coqueta. ¿Por qué no? Era demasiado guapa, así que ni siquiera estaba mintiendo. Tome el arco que me indicó y se lo pasé para que lo tomara.
- Buena idea. Brillante. - le alagué, tras linda, inteligente. No se me había ocurrido modificar el arpón. Amy se adelantó en ir por el arpón. Se veía que conocía el lugar bastante bien. Yo le seguía más de atrás, pues en lo que volví a saltar sobre el mostrador y caer al otro lado poniéndome a juntar algunas flechas más. La chica ya se había adelantado un poco. Pero no estaba tan lejos. Cualquier cosa podía escucharla e ir rápido hacia ella. - ¡Genial! - Exclame desde mi posición. Solo que el entusiasmo duro muy poco cuando escuche la voz de alguien más. El escuchar mi nombre hizo que me alentará que algo no estaba bien. Por lo visto, no todas las personas se alegraban de encontrar a más vivos.
Corrí hasta llegar al pasillo donde la castaña se encontraba. Mire al hombre. - Solo necesitamos un par de armas, nada más. Tienen muchas aquí. - le decía intentando acercarme a Amelia. - Nada más nos llevamos esto, y nos largamos. - le decía. - Bien, lo han dicho, aquí no queda nada. Así que es mejor que busquen en otro lugar. - insisto en hombre con una mirada severa. - Oye, no seas egoísta. Tienen todo un cargamento de armas. Dos no les va a hacer mella. ¿Qué les pasa? - que egoístas de verdad. Solo eran tres personas y querían quedarse con todo. Como si fueran un pulpo para manejar a tanta arma a la vez.
- Mira, niño bonito, será mejor que regresen por donde vinieron. - amenazó sacando una cuchilla considerablemente grande. - Sí, no se largan de aquí, te desfileteare a ti y tu novia, no... no... siento. Creo que mejor igual nos servirían como carnada para los muertos. Sí, eso estaría mejor. - ¿Qué le pasa a la gente? De verdad que alguien con miedo puede sacar lo peor de sí. - Está bien, regresaremos. Pero no nos iremos con las manos vacías. Lo siento, pero no. No nos tomes por estúpidos e inútiles que no se pueden defender. - Le dije devolviéndole la mirada. Luego mire a Amy dando una señal de que no nos marcharíamos sin esas armas y que confiara un poco en que saldríamos de esta.
Tenía que sacar un poco al chico problemas si queríamos salir de allí vivos. Por lo que me abalance sobre él lanzándole un golpe a la cara. En el acto soltó la cuchilla, aunque sí logró hacerme un pequeño corte superficial. Nada por donde se me fuera a salir las tripas.
Pero la clave estaba en intentar ser positivos y precavidos al mismo tiempo. Era por eso que mantenía lo más abierto posible los ojos. Había tantas cosas en la tienda entre las que estaban en las estanterías, en el suelo, los vidrios rotos, era difícil enfocar la visión en algún área en específico. Por lo que intenté concentrarme en lo que venimos a buscar. El arco y el arpón.
Contábamos con la ventaja de tener a Wanda, no era cualquier perro. Más bien era de los entrenados por la policía, por lo que por tal razón me brindaba algo de confianza de que nos avisaría si algo no salía bien. - Te daré croquetas si las consigo en algún momento. - Le decía al can en una especie de promesa. - Sí, es mejor. Nada de irse a vagar lejos del otro. - si algo ocurría, al menos estando cerca haría que el otro pudiera reaccionar más rápido e ir a su ayuda.
Patee hacia un lado las pelotas de golf para quitarlas del medio y nadie más se fuera a resbalar con ellas. - Ahora, sí. Ya no nos tomarán por sorpresa. - asegure devolviéndole la sonrisa. - No hay de qué. Igual me has salvado. - añadí, eso era lo importante en estos momentos. Velarnos el uno al otro. Aunque no niego que se escucha bonito que me llamara su salvador... bueno yo igual la bauticé como mi ángel guardián.
A pesar del desorden y de algunas cosas rotas, no parecía que haber sido saqueada la tienda. Podía ser muy bueno porque tendríamos todo lo que buscamos de ella. Pero al mismo tiempo era raro, sospechoso, así que eso podría también ser malo. - No es mala idea. Necesitamos igualmente ropa. - no podíamos pasar tanto tiempo con la misma. - Además, seguro te quedaría muy bien. - le comenté con una sonrisita coqueta. ¿Por qué no? Era demasiado guapa, así que ni siquiera estaba mintiendo. Tome el arco que me indicó y se lo pasé para que lo tomara.
- Buena idea. Brillante. - le alagué, tras linda, inteligente. No se me había ocurrido modificar el arpón. Amy se adelantó en ir por el arpón. Se veía que conocía el lugar bastante bien. Yo le seguía más de atrás, pues en lo que volví a saltar sobre el mostrador y caer al otro lado poniéndome a juntar algunas flechas más. La chica ya se había adelantado un poco. Pero no estaba tan lejos. Cualquier cosa podía escucharla e ir rápido hacia ella. - ¡Genial! - Exclame desde mi posición. Solo que el entusiasmo duro muy poco cuando escuche la voz de alguien más. El escuchar mi nombre hizo que me alentará que algo no estaba bien. Por lo visto, no todas las personas se alegraban de encontrar a más vivos.
Corrí hasta llegar al pasillo donde la castaña se encontraba. Mire al hombre. - Solo necesitamos un par de armas, nada más. Tienen muchas aquí. - le decía intentando acercarme a Amelia. - Nada más nos llevamos esto, y nos largamos. - le decía. - Bien, lo han dicho, aquí no queda nada. Así que es mejor que busquen en otro lugar. - insisto en hombre con una mirada severa. - Oye, no seas egoísta. Tienen todo un cargamento de armas. Dos no les va a hacer mella. ¿Qué les pasa? - que egoístas de verdad. Solo eran tres personas y querían quedarse con todo. Como si fueran un pulpo para manejar a tanta arma a la vez.
- Mira, niño bonito, será mejor que regresen por donde vinieron. - amenazó sacando una cuchilla considerablemente grande. - Sí, no se largan de aquí, te desfileteare a ti y tu novia, no... no... siento. Creo que mejor igual nos servirían como carnada para los muertos. Sí, eso estaría mejor. - ¿Qué le pasa a la gente? De verdad que alguien con miedo puede sacar lo peor de sí. - Está bien, regresaremos. Pero no nos iremos con las manos vacías. Lo siento, pero no. No nos tomes por estúpidos e inútiles que no se pueden defender. - Le dije devolviéndole la mirada. Luego mire a Amy dando una señal de que no nos marcharíamos sin esas armas y que confiara un poco en que saldríamos de esta.
Tenía que sacar un poco al chico problemas si queríamos salir de allí vivos. Por lo que me abalance sobre él lanzándole un golpe a la cara. En el acto soltó la cuchilla, aunque sí logró hacerme un pequeño corte superficial. Nada por donde se me fuera a salir las tripas.
Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬ King's Pharmacy, Centro Comercial King County
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3. Próxima Parada, la Farmacia
Realmente pensé que todo estaría bien. Habíamos logrado entrar a la tienda, conseguir las dos armas que nos ayudaría mucho a sobrevivir y enfrentar a los muertos vivientes, solo que nunca imaginé que estaríamos acompañados en el centro comercial y no específicamente por más de esos muertos sino que una persona que sin permiso, me había acorralado y aferrado hacia su cuerpo, amenazándome con una cuchilla.
Traté de explicarle que solo necesitábamos esas armas porque pretendíamos irnos de ahí, ya que no quedaba nada. Pronto se iba acabar todo y de todas formas íbamos a tener que salir, era mejor estar en otro lado, tratar de ir de un lado para otro; para lograr al fin estar en un sector que no estaba invadido por esos seres.
Wanda se puso en alerta y Ryan llegó enseguida por mi llamado. Noté que se puso muy pálido, tampoco se lo había esperado, sentía mucho temor porque sinceramente sí el hombre estaba lleno de odio y egoísmo, perfectamente podía matarme. — De verdad, no entiendo porque el egoísmo son solo dos armas, tienen una buena cantidad para que no nos permitan usar un par. — Traté de hablar, esperando que el tipo entrara en razón, solo que no lo hacía, solo burlaba de nosotros.
—¿En serio quieres eso? ¿Y solo por diversión? — Era un psicópata y sacaba todo lo de cadete que llevaba dentro, solo que mejor no era arriesgarse, más cuando escuché a Ryan que decía que lo mejor que podíamos hacer era largarnos aunque sin las manos vacías.
Al parecer dejo al hombre atónito que logro soltarme un poco, y el pelirrojo en un acto de impulsividad que era peligroso se abalanzó contra a él y golpearlo, igual Wanda mordió su pierna, donde aproveché de tomar las dos armas y tomando de la mano a Ryan para huir. Lamentablemente no íbamos a poder ir a la farmacia, deje que Wanda corriera adelante para ayudarme a buscar la salida, ella conocía el camino ante temas de drogas meses atrás. Encontraríamos una salida. — ¡Hay ladrones que se quieren llevar nuestras armas! — Gritó el hombre que se había quedado atrás y se lamentaba del dolor.
Y fue cuando aparecieron más hombres y unas mujeres que nos rodearon, sin darnos la oportunidad para escapar. Tuvimos que detenernos. — ¡Solo son dos! — Exclamé enfadada. —Y aquel nos estaba amenazando con la cuchilla, diciendo que nos iba a lanzar hacia a esos seres — Fue cuando reconocí a un grupo de mujeres y hombres que me conocían. — ¡Señor Williams! ¡Señora Thompson! Pensé que ya no estaban aquí. — Exclamé aliviada por ellos.
—¡Cadete Robinson! — Enunció la mujer mientras me abrazaba con cariño. — Pensamos que no había sobrevivido ¿Dónde se ha escondido? — Que empezara a conversar con el grupo de gente hizo que el hombre quedará perplejo sin saber que decir, entre los ciudadanos nos cuidábamos pero él no era de aquí ¿Acaso se creía el líder? — En el bosque, en casas abandonadas... era la única forma. — Revelé algo avergonzada pero la realidad es que uno ya tenía que cuidarse de todas las maneras posibles.
—El es Ryan y nos hemos estado ayudando mutuamente, la verdad es que queremos dejar este pueblo. — Comenté, mientras que un niño le hacía cariño a Wanda que se había puesto más blandita con su presencia. — De verdad, pensábamos que el centro comercial estaba lleno de muertos vivientes o no sé cómo se llaman. Nunca pensamos que este era su refugio. — Trataba de hablar para salvarnos de la situación. Aún tenía el corazón acelerado y hasta que hablaran más me iba a sentir tranquila, el grupo que conocía sabía que no era una mala persona y mucho menos una ladrona.
Traté de explicarle que solo necesitábamos esas armas porque pretendíamos irnos de ahí, ya que no quedaba nada. Pronto se iba acabar todo y de todas formas íbamos a tener que salir, era mejor estar en otro lado, tratar de ir de un lado para otro; para lograr al fin estar en un sector que no estaba invadido por esos seres.
Wanda se puso en alerta y Ryan llegó enseguida por mi llamado. Noté que se puso muy pálido, tampoco se lo había esperado, sentía mucho temor porque sinceramente sí el hombre estaba lleno de odio y egoísmo, perfectamente podía matarme. — De verdad, no entiendo porque el egoísmo son solo dos armas, tienen una buena cantidad para que no nos permitan usar un par. — Traté de hablar, esperando que el tipo entrara en razón, solo que no lo hacía, solo burlaba de nosotros.
—¿En serio quieres eso? ¿Y solo por diversión? — Era un psicópata y sacaba todo lo de cadete que llevaba dentro, solo que mejor no era arriesgarse, más cuando escuché a Ryan que decía que lo mejor que podíamos hacer era largarnos aunque sin las manos vacías.
Al parecer dejo al hombre atónito que logro soltarme un poco, y el pelirrojo en un acto de impulsividad que era peligroso se abalanzó contra a él y golpearlo, igual Wanda mordió su pierna, donde aproveché de tomar las dos armas y tomando de la mano a Ryan para huir. Lamentablemente no íbamos a poder ir a la farmacia, deje que Wanda corriera adelante para ayudarme a buscar la salida, ella conocía el camino ante temas de drogas meses atrás. Encontraríamos una salida. — ¡Hay ladrones que se quieren llevar nuestras armas! — Gritó el hombre que se había quedado atrás y se lamentaba del dolor.
Y fue cuando aparecieron más hombres y unas mujeres que nos rodearon, sin darnos la oportunidad para escapar. Tuvimos que detenernos. — ¡Solo son dos! — Exclamé enfadada. —Y aquel nos estaba amenazando con la cuchilla, diciendo que nos iba a lanzar hacia a esos seres — Fue cuando reconocí a un grupo de mujeres y hombres que me conocían. — ¡Señor Williams! ¡Señora Thompson! Pensé que ya no estaban aquí. — Exclamé aliviada por ellos.
—¡Cadete Robinson! — Enunció la mujer mientras me abrazaba con cariño. — Pensamos que no había sobrevivido ¿Dónde se ha escondido? — Que empezara a conversar con el grupo de gente hizo que el hombre quedará perplejo sin saber que decir, entre los ciudadanos nos cuidábamos pero él no era de aquí ¿Acaso se creía el líder? — En el bosque, en casas abandonadas... era la única forma. — Revelé algo avergonzada pero la realidad es que uno ya tenía que cuidarse de todas las maneras posibles.
—El es Ryan y nos hemos estado ayudando mutuamente, la verdad es que queremos dejar este pueblo. — Comenté, mientras que un niño le hacía cariño a Wanda que se había puesto más blandita con su presencia. — De verdad, pensábamos que el centro comercial estaba lleno de muertos vivientes o no sé cómo se llaman. Nunca pensamos que este era su refugio. — Trataba de hablar para salvarnos de la situación. Aún tenía el corazón acelerado y hasta que hablaran más me iba a sentir tranquila, el grupo que conocía sabía que no era una mala persona y mucho menos una ladrona.
Amelia C. Robinson ৬ Año 2010 ৬ King's Pharmacy, Centro Comercial King County
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3. Próxima Parada, la Farmacia
Comenzaba a darme cuenta de que pasara lo que pasara en este mundo, el enemigo número uno del ser humano seguía siendo el ser humano. Nadie mejor para destruirse entre ellos mismos que nosotros. Era increíble pero lamentablemente cierto y hasta patético en cierto punto.
Solo queríamos ese par de armas, nada más. La idea era defendernos de esos muertos vivientes. No íbamos a traspasar a nadie cuál bacalao con las flechas o el arpón. Era para los malditos muertos. Pero siempre está el que vive con delirios de persecución, para colmo combinado con prepotencia, cobardía y mal liderato. Toda una joya, el tipo. Así que lo sentía, pero yo no me iría con las manos vacías. No pensaba largarme sin las armas. Así que tendría que aguantarse o me iba a tener que de verdad lanzar a los muertos porque no pensaba cambiar de parecer. - Ni siquiera sé si realmente tienes la babilla para hacer eso. - le reté. Para luego lanzarme sobre él de la forma en que lo hice. Pues tampoco iba a dejar que le llegara a hacer el más mínimo cortesito a Amelia.
Amy parecía tener un poco de más paciencia que yo, intentaba disuadirlo, supongo que era por cosas como esas que logró ser policía. Pues de lo contrario, si era cuál fósforo podía terminar metida en líos. Por el contrario, de ella, aunque sí requería de paciencia, era otro cierto tipo de paciencia. En fin, en medio de la revuelta entre ambos, creo que llegué a recibir cierto corte. Pero no me había ido tan mal como al tipo que se ganó premio doble porque recibió una mordida de Wanda. Siento que ya amo a esa perra.
Definitivamente, debo conseguirle esas croquetas.
Le hubiera pegado más de no ser porque sentí como Amy me jalaba con ella y comenzamos a correr como dos locos por los pasillos de aquel deprimente centro comercial. Mientras mantenía mi mano sujetando la de la castaña. Los chillidos del hombre quejándose de que le "robaron" solo me comenzaban a dar dolores de cabeza. ¿Acaso se podía ser más egoísta y cínico?
Como era de esperarse no pudimos llegar muy lejos que digamos. Pues otro grupo de personas que no tenían idea de que exactamente había ocurrido anteriormente, nos rodearon. Solo esperaba que no fueran tan intransigentes como aquel tipo. Para mí, sorpresa parecían conocer a Amy... luego vi a mi alrededor y sí... creo que reconozco algunos también. - Exactamente, por poco y la hiere. Es más miren. - le dije mostrando la cortadura superficial. - Solo por intentar hacer que no nos matará. Aunque no tuvo mucha suerte. - aclare.
Escuchaban a las personas hablar de la cadete, y hacerle preguntas. - Un gusto, bueno, de no ser por Amy probablemente no estuviera vivo.-
De pronto una anciana mencionó mi nombre. - Ryan querido. Me dejaste abandonada ese último fin de semana. ¿Por qué no trabajaste en el hospital? Sabes que no me gusta como tu amigo saca la sangre. Es un bruto. Prefiero que seas tú. - decía la ancianita que a decir verdad no parecía estar muy al día con lo que ocurría a su alrededor. Al menos estaba con su hijo. Que decía mucho de él por no abandonarla como muchas ratas de cloacas que conozco. - Lo siento, doña Bea, estaba ocupado. De lo contrario, sabe que le saco la sangre cuando guste. - le dije en un tonito divertido guiñando un ojo. Pues con eso siempre le lograba sacar una sonrisa a la señora.
Todo iba bien hasta que escuchó la voz conocida de un vecino. Trague saliva. Conocí ese tonito . - Oh, sí es Harrison. Espero que hayas aprendido a no hacer escándalos como solías hacer en las madrugadas. Porque antes estaba mal. Ahora es suicida. - pecaba de alborotero y lo reconocía. - Lo siento señor Lanson. No debí hacer esas cosas... - le decía. Al menos el hombre no parecía estar molesto a diferencia del incitador. - ¿Qué les pasa? ¿Nos roban y los reciben con bombos y platillos? - dijo en un tono muy molesto.
- Por favor quien lo nombro jefe. Nadie lo hizo. Así que guarde silencio. ¿Desde cuándo poner en peligro a los pocos vivos es una opción? - decía mi ex vecino. Él, aunque siempre estuviéramos cuáles perros y gatos, sabía qué delincuente no era. Aun así, algunos parecían un poco agitados por este hombre. - Creo que será mejor que nos vayamos. No molestaremos más. Pero de verdad necesitamos las armas. - insistí. - Bien, pero no los queremos ver en nuestra área. - dijo otro. Mire a Amy. - ¿Qué dices? ¿Nos vamos? Pienso que podemos conseguir el resto en una tienda por departamento que está más adelante. - le murmuré a la chica. Seguro había de todo un poco, pero no tanto como aquí, pues no era muy grande, en especial la parte de farmacia. Pero al menos podríamos salir de aquí con las armas y sin que nos maten. Solo debíamos decidir rápido antes de que se forme otra disyuntiva entre los miembros del grupo.
Solo queríamos ese par de armas, nada más. La idea era defendernos de esos muertos vivientes. No íbamos a traspasar a nadie cuál bacalao con las flechas o el arpón. Era para los malditos muertos. Pero siempre está el que vive con delirios de persecución, para colmo combinado con prepotencia, cobardía y mal liderato. Toda una joya, el tipo. Así que lo sentía, pero yo no me iría con las manos vacías. No pensaba largarme sin las armas. Así que tendría que aguantarse o me iba a tener que de verdad lanzar a los muertos porque no pensaba cambiar de parecer. - Ni siquiera sé si realmente tienes la babilla para hacer eso. - le reté. Para luego lanzarme sobre él de la forma en que lo hice. Pues tampoco iba a dejar que le llegara a hacer el más mínimo cortesito a Amelia.
Amy parecía tener un poco de más paciencia que yo, intentaba disuadirlo, supongo que era por cosas como esas que logró ser policía. Pues de lo contrario, si era cuál fósforo podía terminar metida en líos. Por el contrario, de ella, aunque sí requería de paciencia, era otro cierto tipo de paciencia. En fin, en medio de la revuelta entre ambos, creo que llegué a recibir cierto corte. Pero no me había ido tan mal como al tipo que se ganó premio doble porque recibió una mordida de Wanda. Siento que ya amo a esa perra.
Definitivamente, debo conseguirle esas croquetas.
Le hubiera pegado más de no ser porque sentí como Amy me jalaba con ella y comenzamos a correr como dos locos por los pasillos de aquel deprimente centro comercial. Mientras mantenía mi mano sujetando la de la castaña. Los chillidos del hombre quejándose de que le "robaron" solo me comenzaban a dar dolores de cabeza. ¿Acaso se podía ser más egoísta y cínico?
Como era de esperarse no pudimos llegar muy lejos que digamos. Pues otro grupo de personas que no tenían idea de que exactamente había ocurrido anteriormente, nos rodearon. Solo esperaba que no fueran tan intransigentes como aquel tipo. Para mí, sorpresa parecían conocer a Amy... luego vi a mi alrededor y sí... creo que reconozco algunos también. - Exactamente, por poco y la hiere. Es más miren. - le dije mostrando la cortadura superficial. - Solo por intentar hacer que no nos matará. Aunque no tuvo mucha suerte. - aclare.
Escuchaban a las personas hablar de la cadete, y hacerle preguntas. - Un gusto, bueno, de no ser por Amy probablemente no estuviera vivo.-
De pronto una anciana mencionó mi nombre. - Ryan querido. Me dejaste abandonada ese último fin de semana. ¿Por qué no trabajaste en el hospital? Sabes que no me gusta como tu amigo saca la sangre. Es un bruto. Prefiero que seas tú. - decía la ancianita que a decir verdad no parecía estar muy al día con lo que ocurría a su alrededor. Al menos estaba con su hijo. Que decía mucho de él por no abandonarla como muchas ratas de cloacas que conozco. - Lo siento, doña Bea, estaba ocupado. De lo contrario, sabe que le saco la sangre cuando guste. - le dije en un tonito divertido guiñando un ojo. Pues con eso siempre le lograba sacar una sonrisa a la señora.
Todo iba bien hasta que escuchó la voz conocida de un vecino. Trague saliva. Conocí ese tonito . - Oh, sí es Harrison. Espero que hayas aprendido a no hacer escándalos como solías hacer en las madrugadas. Porque antes estaba mal. Ahora es suicida. - pecaba de alborotero y lo reconocía. - Lo siento señor Lanson. No debí hacer esas cosas... - le decía. Al menos el hombre no parecía estar molesto a diferencia del incitador. - ¿Qué les pasa? ¿Nos roban y los reciben con bombos y platillos? - dijo en un tono muy molesto.
- Por favor quien lo nombro jefe. Nadie lo hizo. Así que guarde silencio. ¿Desde cuándo poner en peligro a los pocos vivos es una opción? - decía mi ex vecino. Él, aunque siempre estuviéramos cuáles perros y gatos, sabía qué delincuente no era. Aun así, algunos parecían un poco agitados por este hombre. - Creo que será mejor que nos vayamos. No molestaremos más. Pero de verdad necesitamos las armas. - insistí. - Bien, pero no los queremos ver en nuestra área. - dijo otro. Mire a Amy. - ¿Qué dices? ¿Nos vamos? Pienso que podemos conseguir el resto en una tienda por departamento que está más adelante. - le murmuré a la chica. Seguro había de todo un poco, pero no tanto como aquí, pues no era muy grande, en especial la parte de farmacia. Pero al menos podríamos salir de aquí con las armas y sin que nos maten. Solo debíamos decidir rápido antes de que se forme otra disyuntiva entre los miembros del grupo.
Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬ King's Pharmacy, Centro Comercial King County
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3. Próxima Parada, la Farmacia
Sabía que Ryan igual podría ser conocido como yo en el pueblo, porque era un lugar pequeño y él trabajaba también como aprendiz en el hospital, así que no me sorprendió nada que empezaran hablar también con él. Sin embargo, quién ya me estaba poniendo de nervios era el hombre herido por Wanda y Ry, que no dejaba de acusarnos, lo asesine con la mirada, dado, que no éramos para nada unos ladrones pero por suerte los demás si comprendían que no era así, porque en cierta manera siempre nos esmeramos en cuidarlos y protegerlos, yo sabía que me tenían cariño y miré con cierta ternura como la ancianita se dirigía a Ryan como su enfermero favorito, por cuestiones de la vida, jamás me había tocado con él, solo lo había visto en la comisaría.
No pude evitar sonreír cuando uno de ellos ya alegaba por lo ruidoso que era en su casa, y vaya que tenía razón en ese sentido, ahora eso si era suicida. — Es un excelente chico, siempre dice que fue quien lo salve pero su compañía es grata, sé que somos un buen equipo. — Dije muy segura mientras le sonreía y acariciaba su mano, íbamos a salir adelante de todo esto juntos y quería confíar que íbamos a sobrevivir.
—Sí, no hay problema. Lo menos que queremos es fastidiar algunos que se creen líderes, ante todo siempre hay que elegir a uno bueno como lo era Rick Grimmes, y el no encaja para nada. — Murmuré por completo directa y seria, sacando mi lado más rudo como cadete que lo tenía ya que teníamos que tener carácter, más siendo una mujer que por lo general pasaba en grupo de hombres y algunos creían que eran mejor policías solo por serlo. —Sí, lo mejor es que nos vayamos pero antes… sin intención de molestar... — Me dirigí a ellos, acercándome a una de las mujeres.
—¿Nos pueden regalar algunos medicamentos? — Y me acerqué a una de las mujeres. — También quisiera algunas toallas higiénicas. — Eso lo dije casi en un susurro. La mujer consultó con las demás y se compadecieron. — ¿Y tu padre? — Las miré, soltando un suspiro, deje claro con la mirada que no había logrado sobrevivir. — Lo lamento, Amelia. Y sí, hay más que suficiente es un centro comercial y solo somos nosotros, cuando todo se acabe también vamos a tener que irnos. — Lo mejor de todo esto, es que sabía que podrían soportar al menos unos 7 meses por todo lo que había, a menos que ese idiota comenzara con sus malos planes, solo que aquí habían varias personas que no eran para nada idiotas, estaba segura que iban a terminar alejándolo.
—Vamos, Ryan. Tú eres quién más sabes de medicamentos. — Murmuré. Quizás darle el dato de las casas abandonadas iba a ser bueno para ir a buscar otras cosas, pero se veía que estaban de lo más preparados por eso las mujeres y otros estuvieron de acuerdo. — No se preocupen, muchachos. Estaremos bien. — Exclamó uno de ellos, mientras que nos llevaban cerca de la farmacia al fin, con el tipo con igual porque necesitaba sanar esa herida, sacaba chispas pero siendo nuevo no podía decir mucho, la realidad es que se había dado esos poderes solo.
No pude evitar sonreír cuando uno de ellos ya alegaba por lo ruidoso que era en su casa, y vaya que tenía razón en ese sentido, ahora eso si era suicida. — Es un excelente chico, siempre dice que fue quien lo salve pero su compañía es grata, sé que somos un buen equipo. — Dije muy segura mientras le sonreía y acariciaba su mano, íbamos a salir adelante de todo esto juntos y quería confíar que íbamos a sobrevivir.
—Sí, no hay problema. Lo menos que queremos es fastidiar algunos que se creen líderes, ante todo siempre hay que elegir a uno bueno como lo era Rick Grimmes, y el no encaja para nada. — Murmuré por completo directa y seria, sacando mi lado más rudo como cadete que lo tenía ya que teníamos que tener carácter, más siendo una mujer que por lo general pasaba en grupo de hombres y algunos creían que eran mejor policías solo por serlo. —Sí, lo mejor es que nos vayamos pero antes… sin intención de molestar... — Me dirigí a ellos, acercándome a una de las mujeres.
—¿Nos pueden regalar algunos medicamentos? — Y me acerqué a una de las mujeres. — También quisiera algunas toallas higiénicas. — Eso lo dije casi en un susurro. La mujer consultó con las demás y se compadecieron. — ¿Y tu padre? — Las miré, soltando un suspiro, deje claro con la mirada que no había logrado sobrevivir. — Lo lamento, Amelia. Y sí, hay más que suficiente es un centro comercial y solo somos nosotros, cuando todo se acabe también vamos a tener que irnos. — Lo mejor de todo esto, es que sabía que podrían soportar al menos unos 7 meses por todo lo que había, a menos que ese idiota comenzara con sus malos planes, solo que aquí habían varias personas que no eran para nada idiotas, estaba segura que iban a terminar alejándolo.
—Vamos, Ryan. Tú eres quién más sabes de medicamentos. — Murmuré. Quizás darle el dato de las casas abandonadas iba a ser bueno para ir a buscar otras cosas, pero se veía que estaban de lo más preparados por eso las mujeres y otros estuvieron de acuerdo. — No se preocupen, muchachos. Estaremos bien. — Exclamó uno de ellos, mientras que nos llevaban cerca de la farmacia al fin, con el tipo con igual porque necesitaba sanar esa herida, sacaba chispas pero siendo nuevo no podía decir mucho, la realidad es que se había dado esos poderes solo.
Amelia C. Robinson ৬ Año 2010 ৬ King's Pharmacy, Centro Comercial King County
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3. Próxima Parada, la Farmacia
Era entre bueno y vergonzoso al mismo tiempo el que me reconocieran. Porque algunos lo hacían de buena forma, otro no de tan buena. Digamos que tengo mi reputación. Pero de todos modos lo valió porque aun con las quejas del señor Lanson, este estaba consiente de que no era mala persona. Solo era un chico revoltoso, haciendo cosas de joven irresponsable, pero que a fin de cuentas no las hacía por hacerle de malas a otros. Al menos no era mi caso. Pues si estoy consiente que hay algunos que simplemente les gusta causar problemas por ver el mundo, arder solo porque sí. Yo si tengo que verlo arder, lo veo arder, pero no solo porque sí. Lo hacía apropósito solo si la situación lo ameritaba.
- Basta Amy, me harás sonrojar. - moleste un poco. Pero la verdad era lindo que me vieran de esa forma, en especial ella. Pues aunque recién nos conocíamos hicimos un "clic" muy rápido. No sé si el hecho de estar en un mundo en el que vives con la soga al cuello cada segundo, ayudo a que así fuera, pero definitivamente tenemos cierta conexión. Aun cuando seamos polos opuestos. Creo que nos complementamos, hacemos un buen equipo.
En el tiempo que estuve encerrado llegue a escuchar sobre Grimes, parecía ser un ejemplo de Sheriff porque todos hablaban bien de él. Lo que no lograba comprender era que había ocurrido con él. Eso me era confuso para mí. Solo que sin lugar a dudas, aunque no lo conociera, debía coincidir con ella, pues de seguro debía de ser buen líder, o mínimo mucho mejor que este hombre. - Alguien que lo soluciona ejecutando gente solo porque sí. Definitivamente, no es un buen líder. Solo imaginen que un día tengan un desacuerdo. Querrá solucionarlo con sangre. - sabía que en este tipo de mundo no se debía de ser blando, pero ser severo era una cosa y sanguinario era otra.
Escuche como Amy le pedía medicamentos. ¿Quién podría decirle que no a esa carita? Oh sí, el bastardo insensible y egoísta. - Por favor, sí, solo serian unos pocos. Pues solo somos nosotros dos. - no sabía si siempre sería así, pero por ahora no necesitábamos de tantos. Pero sí los necesitábamos. Que tal si enfermamos, si nos herimos... si nos muerden. Ni idea de si eso tenía solución, pero no quería esperar a averiguarlo para tener remedios para los dolores y enfermedades. El tipo también nos acompañaría para que se curara la herida, que ni pensara que le iba a asistir en eso.
Cuando los seguí, sentí una nalgada. Al girarme a ver había sido - Doña Bea, compórtese, hay gente. - dije bromeando con la anciana antes de continuar mi camino. Cuando llegamos a la farmacia comenzó a buscar entre los medicamentos. - Umm... - murmuraba mientras observaba los medicamentos. - Aspirinas, antibióticos... antialergénicos... alcohol... - eran algunas de las cosas que estaba tomando. Claro, tal vez pudieran pensar que era mucho, pero en realidad solo tomaba una pequeña porción. Como les habíamos dicho, solo éramos nosotros dos. Me acerqué un momento Amelia. Aclare la garganta para que me prestara atención. - ¿Necesitas algo en especial? Digo, no tengo idea de las cosas para mujeres. Aunque sé que algunas no lo pasan bien. - que no me preguntara de cosas para el cuidado de la mujer, pero si tal vez para la cuestión de los dolores y malestares podía ayudar. Porque sí sería un reto y hasta gracioso ponerme a buscar todo lo demás, pues no tendría la menor idea de qué rayos estaría buscando.
Escuchaba al hombre quejarse de dolor. - Te esto hará que no te dé cangrena. - le dije lanzándole el medicamento al tipo y dándole una guiñada solo por fastidiar. Pues el muy maldito se había buscado lo que le había ocurrido. - ¡Amy! ¿Has visto las croquetas? Wanda las merece. - asegure. Siempre en las farmacias había un área para animalitos, debía de haber algo. No creo que se molesten por ello. Después de todo, hasta donde vimos, no tienen perros con ellos. En otras palabras, no las necesitan.
- Basta Amy, me harás sonrojar. - moleste un poco. Pero la verdad era lindo que me vieran de esa forma, en especial ella. Pues aunque recién nos conocíamos hicimos un "clic" muy rápido. No sé si el hecho de estar en un mundo en el que vives con la soga al cuello cada segundo, ayudo a que así fuera, pero definitivamente tenemos cierta conexión. Aun cuando seamos polos opuestos. Creo que nos complementamos, hacemos un buen equipo.
En el tiempo que estuve encerrado llegue a escuchar sobre Grimes, parecía ser un ejemplo de Sheriff porque todos hablaban bien de él. Lo que no lograba comprender era que había ocurrido con él. Eso me era confuso para mí. Solo que sin lugar a dudas, aunque no lo conociera, debía coincidir con ella, pues de seguro debía de ser buen líder, o mínimo mucho mejor que este hombre. - Alguien que lo soluciona ejecutando gente solo porque sí. Definitivamente, no es un buen líder. Solo imaginen que un día tengan un desacuerdo. Querrá solucionarlo con sangre. - sabía que en este tipo de mundo no se debía de ser blando, pero ser severo era una cosa y sanguinario era otra.
Escuche como Amy le pedía medicamentos. ¿Quién podría decirle que no a esa carita? Oh sí, el bastardo insensible y egoísta. - Por favor, sí, solo serian unos pocos. Pues solo somos nosotros dos. - no sabía si siempre sería así, pero por ahora no necesitábamos de tantos. Pero sí los necesitábamos. Que tal si enfermamos, si nos herimos... si nos muerden. Ni idea de si eso tenía solución, pero no quería esperar a averiguarlo para tener remedios para los dolores y enfermedades. El tipo también nos acompañaría para que se curara la herida, que ni pensara que le iba a asistir en eso.
Cuando los seguí, sentí una nalgada. Al girarme a ver había sido - Doña Bea, compórtese, hay gente. - dije bromeando con la anciana antes de continuar mi camino. Cuando llegamos a la farmacia comenzó a buscar entre los medicamentos. - Umm... - murmuraba mientras observaba los medicamentos. - Aspirinas, antibióticos... antialergénicos... alcohol... - eran algunas de las cosas que estaba tomando. Claro, tal vez pudieran pensar que era mucho, pero en realidad solo tomaba una pequeña porción. Como les habíamos dicho, solo éramos nosotros dos. Me acerqué un momento Amelia. Aclare la garganta para que me prestara atención. - ¿Necesitas algo en especial? Digo, no tengo idea de las cosas para mujeres. Aunque sé que algunas no lo pasan bien. - que no me preguntara de cosas para el cuidado de la mujer, pero si tal vez para la cuestión de los dolores y malestares podía ayudar. Porque sí sería un reto y hasta gracioso ponerme a buscar todo lo demás, pues no tendría la menor idea de qué rayos estaría buscando.
Escuchaba al hombre quejarse de dolor. - Te esto hará que no te dé cangrena. - le dije lanzándole el medicamento al tipo y dándole una guiñada solo por fastidiar. Pues el muy maldito se había buscado lo que le había ocurrido. - ¡Amy! ¿Has visto las croquetas? Wanda las merece. - asegure. Siempre en las farmacias había un área para animalitos, debía de haber algo. No creo que se molesten por ello. Después de todo, hasta donde vimos, no tienen perros con ellos. En otras palabras, no las necesitan.
Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬ King's Pharmacy, Centro Comercial King County
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3. Próxima Parada, la Farmacia
En definitiva, sentía que éramos un excelente equipo. Teníamos muchas diferentes entre nosotros, pero eso hacía, que nos lleváramos mejor y hacer tal click desde el momento uno. Parecía ser querido en el pueblo, aunque lo consideraban un chico muy inquieto pero no de los malos sino que revoltosos por su juventud, aún era tan joven como ella.
Además coincidíamos en lo que era ser un buen líder, actuar de esa forma en un grupo de personas bondadosas y que más encima no era del pueblo no me traía buena espine, por eso termine por decirlo y Ryan fue mucho más duro con respecto a su comentario, pude notar al sujeto ardiendo porque algunos si hicieron caso a nuestras palabras, quizás ya que había hecho y se consideraba injustamente el jefe. Lo estábamos dejando mal y eso a la vez, era arriesgado. No quise decir mucho más porque se podía vengar de los otros después y no iba a poder irme si no solucionábamos primero esto, es que mi vocación de cadete lo dictaba. Le di un codazo a Ryan que no siguiera diciendo más al respecto.
Logramos convencer que nos dieran las armas y pedir ciertas cosas de la farmacia, ante todo, tampoco podíamos abusar porque eran sus reservas que los dejarían bien por unos meses más o menos, lo que si quería aconsejarles que pusieran más protecciones en las puertas, quizás desarmando uno que otra tienda con algún material pesado, pero por mientras, iba con ellos hacia la farmacia porque ahí era el pelirrojo quién mas sabía al respecto. —Hey, tampoco abuses tanto... ¿Estaría bien? — Les pregunte a las personas, y ellos mismos empezaron a sacar lo justo, para compartir con nosotros. — Es que podríamos encontrar otra en el camino así que no quiero abusar demasiado... ehm... pero si podemos hacer un intercambio esta misma noche, igual tengo unas armas y algo de comida enlatada que dura más. — Terminaron por aceptar que era un buen acuerdo ante todo la honestidad y protección eran buenas. — ¡Eso no se pregunta, Ryan! Pero sí... ya me aseguré de eso. — Una mujer que se estaba encargando de eso aparte de eso me entregó dos cajas de pastillas anticonceptivas. Logré ponerme roja, aunque suponía que también era para regular las hormonas y que los dolores no fueran intensamente fuertes. — Gracias y tu no mires. — Le dije colorada. ¿Es qué acaso estaban pensando mal de nosotros? No quería pensar en eso porque lograba ponerme nerviosa.
Finalmente, Ryan con esa vocación de enfermero de último año que tenía le entregó la medicina adecuada para que él mismo se curara la herida. — En este caso, deberías ser tú quién me sane, aquí no muchos sabemos de sanación, así que unos cuantos datos no nos vendrían mal ¿No crees? — Dijo completamente sarcástico. Justo me había acercado por las croquetas, es que ahí no habían perros y comida para Wanda era genial tener. Ella misma movía la colita por su nueva comida. — ¡Toda la que necesiten! — Dijeron los más animalistas y unos cuantos otros dictaban que lo justo porque si pasaba el tiempo iban a tener que comerse la comida de perro. Entendí, y terminé por asentir a lo que decían, recibí las croquetas y abrí un paquete para darle un par Wanda.
Igual estaba atenta a la conversación que iba a tener Ryan con aquel hombre que se creía el líder, no era la única que estaba atenta a eso. Esperaba que no saliera tan mal, tenía un mal presentimiento de todo esto, es que sí lo habíamos dejado mal en el grupo y más encima, Ryan había sido burlón.
Además coincidíamos en lo que era ser un buen líder, actuar de esa forma en un grupo de personas bondadosas y que más encima no era del pueblo no me traía buena espine, por eso termine por decirlo y Ryan fue mucho más duro con respecto a su comentario, pude notar al sujeto ardiendo porque algunos si hicieron caso a nuestras palabras, quizás ya que había hecho y se consideraba injustamente el jefe. Lo estábamos dejando mal y eso a la vez, era arriesgado. No quise decir mucho más porque se podía vengar de los otros después y no iba a poder irme si no solucionábamos primero esto, es que mi vocación de cadete lo dictaba. Le di un codazo a Ryan que no siguiera diciendo más al respecto.
Logramos convencer que nos dieran las armas y pedir ciertas cosas de la farmacia, ante todo, tampoco podíamos abusar porque eran sus reservas que los dejarían bien por unos meses más o menos, lo que si quería aconsejarles que pusieran más protecciones en las puertas, quizás desarmando uno que otra tienda con algún material pesado, pero por mientras, iba con ellos hacia la farmacia porque ahí era el pelirrojo quién mas sabía al respecto. —Hey, tampoco abuses tanto... ¿Estaría bien? — Les pregunte a las personas, y ellos mismos empezaron a sacar lo justo, para compartir con nosotros. — Es que podríamos encontrar otra en el camino así que no quiero abusar demasiado... ehm... pero si podemos hacer un intercambio esta misma noche, igual tengo unas armas y algo de comida enlatada que dura más. — Terminaron por aceptar que era un buen acuerdo ante todo la honestidad y protección eran buenas. — ¡Eso no se pregunta, Ryan! Pero sí... ya me aseguré de eso. — Una mujer que se estaba encargando de eso aparte de eso me entregó dos cajas de pastillas anticonceptivas. Logré ponerme roja, aunque suponía que también era para regular las hormonas y que los dolores no fueran intensamente fuertes. — Gracias y tu no mires. — Le dije colorada. ¿Es qué acaso estaban pensando mal de nosotros? No quería pensar en eso porque lograba ponerme nerviosa.
Finalmente, Ryan con esa vocación de enfermero de último año que tenía le entregó la medicina adecuada para que él mismo se curara la herida. — En este caso, deberías ser tú quién me sane, aquí no muchos sabemos de sanación, así que unos cuantos datos no nos vendrían mal ¿No crees? — Dijo completamente sarcástico. Justo me había acercado por las croquetas, es que ahí no habían perros y comida para Wanda era genial tener. Ella misma movía la colita por su nueva comida. — ¡Toda la que necesiten! — Dijeron los más animalistas y unos cuantos otros dictaban que lo justo porque si pasaba el tiempo iban a tener que comerse la comida de perro. Entendí, y terminé por asentir a lo que decían, recibí las croquetas y abrí un paquete para darle un par Wanda.
Igual estaba atenta a la conversación que iba a tener Ryan con aquel hombre que se creía el líder, no era la única que estaba atenta a eso. Esperaba que no saliera tan mal, tenía un mal presentimiento de todo esto, es que sí lo habíamos dejado mal en el grupo y más encima, Ryan había sido burlón.
Amelia C. Robinson ৬ Año 2010 ৬ King's Pharmacy, Centro Comercial King County
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3. Próxima Parada, la Farmacia
Vaya que menos mal habían accedido ayudarnos y no le hicieron caso a su supuesto jefe. Nos estaban ayudando. Realmente eran buenas personas, no merecían un líder así. Merecían a uno que velará por el interés de todos y no solo de él mismo.
Estaba al pendiente de qué cosas podríamos necesitar de la farmacia. La verdad lo mejor era llevar solo lo más esencial. - Sí, está bien, tal vez con algo para el dolor y desinfectar nos vendría bien. - Le respondo a Amy. Las personas nos comenzaron ayudar a empacar las provisiones, realmente se los agradecía. Lo que si me mantenía inquieto era aquel tipo. Que por estar herido tuvimos que cargar con él hasta la farmacia para qué se curará. Lo veía con el rabillo del ojo mientras continuaba al pendiente de lo demás.
Vaya que mis conocimientos femeninos en cuestiones de cuidado personal eran limitados. Así que menos mal que una señora parecía ayudarle a Amy. - Oh, lo siento. Pero de verdad es que no sé. - Le respondí. Lo curioso es que cuando la mujer le entregó los artículos pude notar aquella caja, sí sabía lo que era eso. Levante una ceja porque la señora parecía estar imaginando cosas. Aunque siendo sinceros con el mundo como esta ahora que mañana siempre es un posible último día y con alguien como Amelia, a mí no me molestaría darles uso.
- Lo siento. Solo vi por casualidad. No diré nada, no diré nada. - Le dije haciendo un gesto de cerrar la cremallera invisible de mi boca y girándome a ver a otra parte al notar lo roja que se puso.
Como no podía evitarlo tuve que darle los artículos que necesitaba para poder curarse de las heridas que había recibido. Pero que ni soñara el muy patán que lo curaría yo. Por más enfermero que fuera. Nos había intentado matar, no es algo que se perdone fácil. El muy maldito se comenzaba a ganar el odio. Solo que no podía dejarme llevar por el coraje. Era lo que quería que me volteara y le pegara. Así el quedar bien. - Oh... ¿Qué crees? Estoy fuera de horas de trabajo. ¡Adiós! - le respondí con el mismo descaro, dando media vuelta e ignorándolo. - Y ya yo les di esos datos al grupo tranquilo. - añadí sin voltear a verlo. Podía sentir en mi nuca su mirada llena de ira.
El idiota este había hecho por un momento que olvidará lo de las croquetas de Wanda. Por suerte, pude notar como gustosamente algunos de los supervivientes le entregaban a Amy croquetas para la perrita. - Excelente campeona. Lo mereces. - al fin le dije a la perrita. Ignorando al tipo que parecía morir de rabia. Algo me decía que no se iba a quedar con los brazos cruzados. Así que era mejor alejarnos de él. - ¿Ya tenemos todo? ¿No? Considero que mejor nos marchamos. No me da buena espina este tipo. - le murmuré a la castaña.
Le ayudé Amelia a cargar las provisiones despidiéndome de las buenas personas del centro comercial, en especial de doña Bea. Sin darme cuanta porque ya se me estaba haciendo costumbre agarre de la mano a Amy para así poder salir del centro comercial. No sé por qué tenía la sensación de que estábamos siendo observados. Aunque quizás solo eran los muertos. Pues se habían acumulado bastantes en una de las entradas del centro comercial. Intentaba de tener sigilo para no alertarlos. Sin embargo, de la nada comenzaron a escucharse tiros en nuestra dirección. - ¡Está loco! ¡Corre Amy! - dije al notar que era el tipo de antes. ¿Qué carajos le pasa? ¡Va a alertar a los muertos! Porque menos mal tiene muy mala puntería.
Estaba al pendiente de qué cosas podríamos necesitar de la farmacia. La verdad lo mejor era llevar solo lo más esencial. - Sí, está bien, tal vez con algo para el dolor y desinfectar nos vendría bien. - Le respondo a Amy. Las personas nos comenzaron ayudar a empacar las provisiones, realmente se los agradecía. Lo que si me mantenía inquieto era aquel tipo. Que por estar herido tuvimos que cargar con él hasta la farmacia para qué se curará. Lo veía con el rabillo del ojo mientras continuaba al pendiente de lo demás.
Vaya que mis conocimientos femeninos en cuestiones de cuidado personal eran limitados. Así que menos mal que una señora parecía ayudarle a Amy. - Oh, lo siento. Pero de verdad es que no sé. - Le respondí. Lo curioso es que cuando la mujer le entregó los artículos pude notar aquella caja, sí sabía lo que era eso. Levante una ceja porque la señora parecía estar imaginando cosas. Aunque siendo sinceros con el mundo como esta ahora que mañana siempre es un posible último día y con alguien como Amelia, a mí no me molestaría darles uso.
- Lo siento. Solo vi por casualidad. No diré nada, no diré nada. - Le dije haciendo un gesto de cerrar la cremallera invisible de mi boca y girándome a ver a otra parte al notar lo roja que se puso.
Como no podía evitarlo tuve que darle los artículos que necesitaba para poder curarse de las heridas que había recibido. Pero que ni soñara el muy patán que lo curaría yo. Por más enfermero que fuera. Nos había intentado matar, no es algo que se perdone fácil. El muy maldito se comenzaba a ganar el odio. Solo que no podía dejarme llevar por el coraje. Era lo que quería que me volteara y le pegara. Así el quedar bien. - Oh... ¿Qué crees? Estoy fuera de horas de trabajo. ¡Adiós! - le respondí con el mismo descaro, dando media vuelta e ignorándolo. - Y ya yo les di esos datos al grupo tranquilo. - añadí sin voltear a verlo. Podía sentir en mi nuca su mirada llena de ira.
El idiota este había hecho por un momento que olvidará lo de las croquetas de Wanda. Por suerte, pude notar como gustosamente algunos de los supervivientes le entregaban a Amy croquetas para la perrita. - Excelente campeona. Lo mereces. - al fin le dije a la perrita. Ignorando al tipo que parecía morir de rabia. Algo me decía que no se iba a quedar con los brazos cruzados. Así que era mejor alejarnos de él. - ¿Ya tenemos todo? ¿No? Considero que mejor nos marchamos. No me da buena espina este tipo. - le murmuré a la castaña.
Le ayudé Amelia a cargar las provisiones despidiéndome de las buenas personas del centro comercial, en especial de doña Bea. Sin darme cuanta porque ya se me estaba haciendo costumbre agarre de la mano a Amy para así poder salir del centro comercial. No sé por qué tenía la sensación de que estábamos siendo observados. Aunque quizás solo eran los muertos. Pues se habían acumulado bastantes en una de las entradas del centro comercial. Intentaba de tener sigilo para no alertarlos. Sin embargo, de la nada comenzaron a escucharse tiros en nuestra dirección. - ¡Está loco! ¡Corre Amy! - dije al notar que era el tipo de antes. ¿Qué carajos le pasa? ¡Va a alertar a los muertos! Porque menos mal tiene muy mala puntería.
Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬ King's Pharmacy, Centro Comercial King County
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3. Próxima Parada, la Farmacia
Sonreí a Ryan porque empatizaba conmigo en el sentido que no teníamos que abusar en la petición de muchos medicamentos, es que habría sido todo lo contrario sí el centro comercial habría estado vacío o con zombies, ellos necesitaban de medicamentos también y curarse ante cualquier problema, realmente me agradaba que fuera tan empático como yo.
Luego sí me puse un poco nerviosa que estuvieran dándome un par de cajas de anticonceptivos y menos mal que no lo hicieron con él, pasándole a escondidas unas cuantas de condones. Parecía que se estaban pasando rollos y malas suposiciones al ser tan cercanos, claro que encontraba al pelirrojo muy guapo pero no era de esas chicas atrevidas que se lanzaban encima a un chico de la nada, pensaba que todo tenía que darse con el tiempo y ante todo, teníamos que conocernos más. Le saqué la lengua y guarde las cajas en mi chaqueta, había guardado bien mi nueva arma en la mochila y viendo que tenía una pistola demás se la pasé a un hombre que conocía y que confiaba en él. — Cuídala, mi padre habría querido que la quisieras— Ese era mi primer intercambio, porque honestamente pensaba volver más tarde cuando ordenáramos todo y también dejarle el estacionamiento vacío de zombies, el pueblo estaba lleno así que esperaba que no caminaran después hacia a allí. Lo malo es que sí había una cruda realidad, ese hombre que quiso atacarnos e incluso con la intención de usarnos como carnada en el estacionamiento, era un hecho que no era nada de fiar, se notaba que era un avaricioso y con ganas de poder que jodía todo el orden y la paz de un buen grupo que se conocía desde hace tiempo.
— Ryan. — Susurré. Es que no quería que lo siguiera fastidiando porque nosotros nos íbamos a ir pero quienes quedarían vulnerables serían la gente del pueblo que estaba en el centro así que no era plan, solo que Ryan tenía esas de sarcástico y fastidioso, por lo tanto, podría hacerlo enfadar. Al menos, luego le dijo que había dejado datos a los demás que podrían curarlo, es que esa herida igual se podía infectar, sin embargo, no con rabia, porque Wanda tenía todas sus vacunas. — ¿Y sus demás perros lograron sobrevivir? — Dijo el hombre que le había entregado el arma, negué con la cabeza. — Quizás algunos policías lograron escapar con alguno de ellos, pero los demás no lograron sobrevivir, tristemente los animales terminan siendo devorados por los muertos vivientes. — Conté, mientras le daba el premio a Wanda que movía su colita y agregué. — Yo estaba con Wanda en el veterinario cuando ocurrió todo y fui hasta ahí, llegué demasiado tarde. — Sentí tristeza, porque si habría habido una posibilidad me traigo conmigo a unos cuantos.
Cuando el pelirrojo dijo que teníamos que irnos, asentí. Comencé a despedirme de todos y hasta del hombre que nos había atacado, diciéndoles a todos que se cuidaran y que estaríamos esa misma noche con lo que habíamos encontrado. Todo estaba bien, nos guiaron a la salida que no estaba llena de zombies y sabíamos que íbamos a tener que correr y atacar a unos cuantos de ellos en el camino para llegar al auto y luego ir a la gasolinería.
Por suerte, cuando salimos nada ocurrió por un buen rato hasta que de pronto escuchamos balazos. Miré hacía atrás, ese tal nos estaba atacando muy enrabiado y siguiendo, no le importaba nada y menos mal que tenía mala puntería, con rapidez, saque una pistola pero lo mejor era no hacer nada porque el sonido iba atraer a los zombies. — ¡No lo hagas, vas a terminar atrayendo a los muertos vivientes! — Le grité como pude, viendo que claramente había ya llamado la atención de unos cuantos que venían caminando tanto hacía a él como a nosotros. — ¡Maldita sea, cálmate! —Volví a insistir, mientras una bala loca rozaba mi cabeza, por los pelos. Sentí nervios, realmente quería atacarlo y tomé la pistola, jalé a Ryan conmigo para escondernos detrás de un auto vacío para cubrirnos y protegernos. — Está loco, ni siquiera deberían volver a dejarlo entrar ¿Qué le sucede? — Le decía a Ryan. Fue cuando escuchamos un grito angustiante. Un grupo de zombies lo había rodeado.—¡Hay que ayudarlo! — Es que claramente no podía ver que se lo comieran o convirtiera, presenciar algo así otra vez, era muy fuerte, no quería verlo aún cuando se tratara de un idiota.
Salí tras del auto para lanzar un disparo hacia a uno de ellos, la bala le llegó a la cabeza. Mientras que veía que uno se aproximaba demasiado hacía a él. — ¡CUIDADO! — Grité, sintiendo que mi garganta quedaba rota por el grito bestial que lancé. Lamentablemente, fue demasiado tarde.
Luego sí me puse un poco nerviosa que estuvieran dándome un par de cajas de anticonceptivos y menos mal que no lo hicieron con él, pasándole a escondidas unas cuantas de condones. Parecía que se estaban pasando rollos y malas suposiciones al ser tan cercanos, claro que encontraba al pelirrojo muy guapo pero no era de esas chicas atrevidas que se lanzaban encima a un chico de la nada, pensaba que todo tenía que darse con el tiempo y ante todo, teníamos que conocernos más. Le saqué la lengua y guarde las cajas en mi chaqueta, había guardado bien mi nueva arma en la mochila y viendo que tenía una pistola demás se la pasé a un hombre que conocía y que confiaba en él. — Cuídala, mi padre habría querido que la quisieras— Ese era mi primer intercambio, porque honestamente pensaba volver más tarde cuando ordenáramos todo y también dejarle el estacionamiento vacío de zombies, el pueblo estaba lleno así que esperaba que no caminaran después hacia a allí. Lo malo es que sí había una cruda realidad, ese hombre que quiso atacarnos e incluso con la intención de usarnos como carnada en el estacionamiento, era un hecho que no era nada de fiar, se notaba que era un avaricioso y con ganas de poder que jodía todo el orden y la paz de un buen grupo que se conocía desde hace tiempo.
— Ryan. — Susurré. Es que no quería que lo siguiera fastidiando porque nosotros nos íbamos a ir pero quienes quedarían vulnerables serían la gente del pueblo que estaba en el centro así que no era plan, solo que Ryan tenía esas de sarcástico y fastidioso, por lo tanto, podría hacerlo enfadar. Al menos, luego le dijo que había dejado datos a los demás que podrían curarlo, es que esa herida igual se podía infectar, sin embargo, no con rabia, porque Wanda tenía todas sus vacunas. — ¿Y sus demás perros lograron sobrevivir? — Dijo el hombre que le había entregado el arma, negué con la cabeza. — Quizás algunos policías lograron escapar con alguno de ellos, pero los demás no lograron sobrevivir, tristemente los animales terminan siendo devorados por los muertos vivientes. — Conté, mientras le daba el premio a Wanda que movía su colita y agregué. — Yo estaba con Wanda en el veterinario cuando ocurrió todo y fui hasta ahí, llegué demasiado tarde. — Sentí tristeza, porque si habría habido una posibilidad me traigo conmigo a unos cuantos.
Cuando el pelirrojo dijo que teníamos que irnos, asentí. Comencé a despedirme de todos y hasta del hombre que nos había atacado, diciéndoles a todos que se cuidaran y que estaríamos esa misma noche con lo que habíamos encontrado. Todo estaba bien, nos guiaron a la salida que no estaba llena de zombies y sabíamos que íbamos a tener que correr y atacar a unos cuantos de ellos en el camino para llegar al auto y luego ir a la gasolinería.
Por suerte, cuando salimos nada ocurrió por un buen rato hasta que de pronto escuchamos balazos. Miré hacía atrás, ese tal nos estaba atacando muy enrabiado y siguiendo, no le importaba nada y menos mal que tenía mala puntería, con rapidez, saque una pistola pero lo mejor era no hacer nada porque el sonido iba atraer a los zombies. — ¡No lo hagas, vas a terminar atrayendo a los muertos vivientes! — Le grité como pude, viendo que claramente había ya llamado la atención de unos cuantos que venían caminando tanto hacía a él como a nosotros. — ¡Maldita sea, cálmate! —Volví a insistir, mientras una bala loca rozaba mi cabeza, por los pelos. Sentí nervios, realmente quería atacarlo y tomé la pistola, jalé a Ryan conmigo para escondernos detrás de un auto vacío para cubrirnos y protegernos. — Está loco, ni siquiera deberían volver a dejarlo entrar ¿Qué le sucede? — Le decía a Ryan. Fue cuando escuchamos un grito angustiante. Un grupo de zombies lo había rodeado.—¡Hay que ayudarlo! — Es que claramente no podía ver que se lo comieran o convirtiera, presenciar algo así otra vez, era muy fuerte, no quería verlo aún cuando se tratara de un idiota.
Salí tras del auto para lanzar un disparo hacia a uno de ellos, la bala le llegó a la cabeza. Mientras que veía que uno se aproximaba demasiado hacía a él. — ¡CUIDADO! — Grité, sintiendo que mi garganta quedaba rota por el grito bestial que lancé. Lamentablemente, fue demasiado tarde.
Amelia C. Robinson ৬ Año 2010 ৬ King's Pharmacy, Centro Comercial King County
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3. Próxima Parada, la Farmacia
La verdad esta gente se las traía, bola de mal pensados. Pero bueno, nunca está de más. Lo mejor es estar preparados para todo. ¿No? Solo reí cuando me saco la lengua mientras escondía los anticonceptivos dentro de su chaqueta. La verdad es que Amy tenía un ángel que no podía evitar de pensar que se veía adorable. Por lo mismo tampoco me gustaba ponerme tan de molestoso, al menos solo con ella.
Les había pasado algunos datos y recomendaciones de como usar lo que tenían a la mano de medicamentos. En especial de como hacer menos con más, pues esas provisiones no les iban a durar para siempre. Lamentablemente, los días de agarrar una borrachera tremenda con ron iban a tener que terminar porque ese ron también podían utilizarlo como alcohol. Si querían tomar, mejor que se conformaran con las cervezas. Claro igual hacer eso a la intemperie no suena a muy buena idea. Pero allá cada quien con lo que se le ocurre hacer. Poner mis conocimientos a su disposición había sido lo que en cierto modo había dado a cambio, por lo que nos llevábamos. Porque a diferencia de Amelia, yo no tenía nada que darles. Sin embargo, fueron los datos de como curar correctamente heridas o enfermedades, o una buena arma, pero lo que importaba era que les podían sacar provecho y podían hacer la diferencia en sí sobrevivían o no estas personas.
Por alguna razón la castaña lograba hacer que le bajara a mis revoluciones y no siguiera de incordios. Solo había bastado con decir mi nombre, a veces me recordaba cuando mi madre me ponía orden. Es que de verdad no podía evitar responderle a este tipo. Era una verdadera rata, de estas personas que no valían la pena. Lo demostraba con cada gesto, con cada palabra que decía. Cuando menciono lo de los otros perritos me dio un poco de cosa. No sé si realmente quiero averiguar qué ocurrió con ellos. Da mucha pena solo pensarlo porque estos animalitos con lo fieles que son, estoy seguro de que muchos se terminaron por sacrificar por proteger a sus amos y eso es muy triste aunque hermoso.
Cuando salimos creía que el problema serian los muertos, pero no. Volvía la burra al trigo con el tipo este. ¿Por qué nos odiaba tanto? Debe de estar desquiciado seguramente. De verdad está loco el tipo. - Sí. ¿Qué demonios le sucede? Se ve que no le importa nada. - y es que parece que así era porque todo el ruido iba a atraer a los muertos. Vio horrorizado como pasaban las balas cerca de nosotros. Me dejé arrastrar por Amy para terminar ocultados tras un auto.
Sentí un escalofrío al escuchar aquel grito. Nada bueno iba a salir de todo el escándalo que hizo. - ¡Sal de ahí! ¡Corre! - le grité al tipo. Lo habían rodeado y ahora estaba en problema. Genial ahora hay que ayudarlo. Pero bueno, es que a diferencia de él no tenemos el corazón de piedra. Amy comenzó a disparar a los muertos. Yo por mi parte me disponía a acercarme un poco para usar la lanza, solo que aunque había logrado traspasar a uno que estaba caminando a su dirección. Sin embargo, la advertencia de la cadete de policía me alerto a mí también. Era momento de regresar y correr también, no logrará nada, solo ponerme de carnada yo también. Solo que la imagen de los muertos vivientes comenzando a devorar al hombre, sus dientes clavándose en su cuello y arrancando las arterias, haciendo que se comenzara a bañar en sangre. Hicieron que sus piernas terminaran por ceder y callera de rodilla en el suelo, siendo blanco fácil para que más se le abalanzaran sobre él. No podía ver nada, más solo los muertos rodeándolo, un charco de sangre correr por el suelo.
Corrí de vuelta, pero estaba nervioso, a diferencia de los demás, al haber estado encerrado por tanto tiempo no había visto a nadie morir así. Más bien, sabían que habían muerto cuando luego los veía desfilar por frente de mi celda convertido. Escuchar solo los gritos no se comparaba con ver esta escena.
Volví agarrar la mano de Amelia y logramos llegar al auto. En ese me había quedado en estado de shock sentado en el asiento. - Yo iba a ayudar... quería ayudar. - decía pasándome la mano por la cabeza. - Se lo comieron... Amy. Se lo comieron. - repetía, una y otra vez.
Les había pasado algunos datos y recomendaciones de como usar lo que tenían a la mano de medicamentos. En especial de como hacer menos con más, pues esas provisiones no les iban a durar para siempre. Lamentablemente, los días de agarrar una borrachera tremenda con ron iban a tener que terminar porque ese ron también podían utilizarlo como alcohol. Si querían tomar, mejor que se conformaran con las cervezas. Claro igual hacer eso a la intemperie no suena a muy buena idea. Pero allá cada quien con lo que se le ocurre hacer. Poner mis conocimientos a su disposición había sido lo que en cierto modo había dado a cambio, por lo que nos llevábamos. Porque a diferencia de Amelia, yo no tenía nada que darles. Sin embargo, fueron los datos de como curar correctamente heridas o enfermedades, o una buena arma, pero lo que importaba era que les podían sacar provecho y podían hacer la diferencia en sí sobrevivían o no estas personas.
Por alguna razón la castaña lograba hacer que le bajara a mis revoluciones y no siguiera de incordios. Solo había bastado con decir mi nombre, a veces me recordaba cuando mi madre me ponía orden. Es que de verdad no podía evitar responderle a este tipo. Era una verdadera rata, de estas personas que no valían la pena. Lo demostraba con cada gesto, con cada palabra que decía. Cuando menciono lo de los otros perritos me dio un poco de cosa. No sé si realmente quiero averiguar qué ocurrió con ellos. Da mucha pena solo pensarlo porque estos animalitos con lo fieles que son, estoy seguro de que muchos se terminaron por sacrificar por proteger a sus amos y eso es muy triste aunque hermoso.
Cuando salimos creía que el problema serian los muertos, pero no. Volvía la burra al trigo con el tipo este. ¿Por qué nos odiaba tanto? Debe de estar desquiciado seguramente. De verdad está loco el tipo. - Sí. ¿Qué demonios le sucede? Se ve que no le importa nada. - y es que parece que así era porque todo el ruido iba a atraer a los muertos. Vio horrorizado como pasaban las balas cerca de nosotros. Me dejé arrastrar por Amy para terminar ocultados tras un auto.
Sentí un escalofrío al escuchar aquel grito. Nada bueno iba a salir de todo el escándalo que hizo. - ¡Sal de ahí! ¡Corre! - le grité al tipo. Lo habían rodeado y ahora estaba en problema. Genial ahora hay que ayudarlo. Pero bueno, es que a diferencia de él no tenemos el corazón de piedra. Amy comenzó a disparar a los muertos. Yo por mi parte me disponía a acercarme un poco para usar la lanza, solo que aunque había logrado traspasar a uno que estaba caminando a su dirección. Sin embargo, la advertencia de la cadete de policía me alerto a mí también. Era momento de regresar y correr también, no logrará nada, solo ponerme de carnada yo también. Solo que la imagen de los muertos vivientes comenzando a devorar al hombre, sus dientes clavándose en su cuello y arrancando las arterias, haciendo que se comenzara a bañar en sangre. Hicieron que sus piernas terminaran por ceder y callera de rodilla en el suelo, siendo blanco fácil para que más se le abalanzaran sobre él. No podía ver nada, más solo los muertos rodeándolo, un charco de sangre correr por el suelo.
Corrí de vuelta, pero estaba nervioso, a diferencia de los demás, al haber estado encerrado por tanto tiempo no había visto a nadie morir así. Más bien, sabían que habían muerto cuando luego los veía desfilar por frente de mi celda convertido. Escuchar solo los gritos no se comparaba con ver esta escena.
Volví agarrar la mano de Amelia y logramos llegar al auto. En ese me había quedado en estado de shock sentado en el asiento. - Yo iba a ayudar... quería ayudar. - decía pasándome la mano por la cabeza. - Se lo comieron... Amy. Se lo comieron. - repetía, una y otra vez.
Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬ King's Pharmacy, Centro Comercial King County
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3. Próxima Parada, la Farmacia
Me aseguré a la vez, que Wanda estuviera bien porque ciertamente también se había alterado con aquellos sonidos del arma que para ella debían ser más fuerte que nosotros. — Calma, preciosa. No permitiré que te hagan daño. — Al menos su perrita iba a mi lado, muy asustada, pero ahí estaba. Suspiré, dado que en un momento ni siquiera me había acordado de ella, ahora me daba nervios en olvidarla en algún momento mucho peor que este, quizás debería dejarla con las ciudadanos, solo que ese pensamiento también me traía mucha tristeza. Es que quería lo mejor para ella y que sobreviviera. Entre la adrenalina de correr hacia al auto que nos cubría, tratando de calmar a Wanda, preferí que no, ya teníamos ese vínculo y ambas nos íbamos a extrañar. — ¡No debiste provocarlo más! — Alcé la voz enojada, producto de los nervios que sentí en ese momento, fue cuando miré de nuevo al tipo que había dejado de lanzar balas. Y fue ahí, que nos dimos cuenta que estaba rodeado de esos caminantes muertos que solo querían irse contra él.
¡No podíamos dejarlo ahí! Sinceramente si se había comportado como un verdadero imbécil, solo que no dejaba de ser un ser humano y una muerte así, siendo mordido no se lo deseaba absolutamente a nadie. Con Ryan, decidimos ir por su ayuda, lo malo es que no nos podíamos acercarnos tanto, preferí que Wanda se quedara ahí, podía escuchar sus ladridos a lo lejos. Y eso también, logró que sintiera histeria porque llamaría la atención de otros zombies. Entre mirarla a ella, perforar la cabeza de un zombie con un disparo, no fue suficiente para presenciar como el hombre entre gritos era devorado por unos cuantos de ellos. Sentí arcadas, y mi corazón comenzó a latir con mucha fuerza. — Tenemos que irnos. — Pude ver como unos cuantos ciudadanos miraban la escena impactados desde las ventanillas. Seguro las mujeres trataban de calmar a los niños porque no se veía ninguna de ellas. Los miré y susurré: "Hicimos lo que pudimos", solo tocó correr hasta nuestro auto, dejando que Wanda entrara primero y abrazarla con fuerza para que se calmara, sin mucho resultado porque de verdad sentía nauseas de lo que había visto. ¡Es que se lo habían comido!
— ¡Si sé, Ryan! ¡Lo sé! Maldita sea.... fue horrible. — Mis ojos estaban empañados en lágrimas, sentía el sudor recorrer mi cuello y mi espalda por correr tan agitada y no dejaba de temblar. Logré tomar de nuevo su mano porque era la única forma también de tranquilizarme, no solo bastaba con Wanda. — Ryan, por favor, salgamos de aquí — Le supliqué para que partiera y así ir hacia la gasolinera más cercana. Solo que las náuseas seguían.
— Detente, necesito salir. — Dije al momento que vi una calle que no habían zombies. Sabía que iba a ser asqueroso, pero no podía quitarme como era descuartizado, ni siquiera con mi padre había visto eso. Sí a mucha gente, donde prefería más bien correr, la cosa es que ahora habíamos visto esto como si fuera una película y muy lenta, a todo detalle. ¡Era asqueroso y cruel! Por algo, nunca me habían gustado ese tipo de películas. Por lo tanto, cuando salí, solo vomité. No dejaba de temblar y solo quería llegar a casa para recostarme un rato antes de empezar a empacar. Quería salir del pueblo esa misma noche
¡No podíamos dejarlo ahí! Sinceramente si se había comportado como un verdadero imbécil, solo que no dejaba de ser un ser humano y una muerte así, siendo mordido no se lo deseaba absolutamente a nadie. Con Ryan, decidimos ir por su ayuda, lo malo es que no nos podíamos acercarnos tanto, preferí que Wanda se quedara ahí, podía escuchar sus ladridos a lo lejos. Y eso también, logró que sintiera histeria porque llamaría la atención de otros zombies. Entre mirarla a ella, perforar la cabeza de un zombie con un disparo, no fue suficiente para presenciar como el hombre entre gritos era devorado por unos cuantos de ellos. Sentí arcadas, y mi corazón comenzó a latir con mucha fuerza. — Tenemos que irnos. — Pude ver como unos cuantos ciudadanos miraban la escena impactados desde las ventanillas. Seguro las mujeres trataban de calmar a los niños porque no se veía ninguna de ellas. Los miré y susurré: "Hicimos lo que pudimos", solo tocó correr hasta nuestro auto, dejando que Wanda entrara primero y abrazarla con fuerza para que se calmara, sin mucho resultado porque de verdad sentía nauseas de lo que había visto. ¡Es que se lo habían comido!
— ¡Si sé, Ryan! ¡Lo sé! Maldita sea.... fue horrible. — Mis ojos estaban empañados en lágrimas, sentía el sudor recorrer mi cuello y mi espalda por correr tan agitada y no dejaba de temblar. Logré tomar de nuevo su mano porque era la única forma también de tranquilizarme, no solo bastaba con Wanda. — Ryan, por favor, salgamos de aquí — Le supliqué para que partiera y así ir hacia la gasolinera más cercana. Solo que las náuseas seguían.
— Detente, necesito salir. — Dije al momento que vi una calle que no habían zombies. Sabía que iba a ser asqueroso, pero no podía quitarme como era descuartizado, ni siquiera con mi padre había visto eso. Sí a mucha gente, donde prefería más bien correr, la cosa es que ahora habíamos visto esto como si fuera una película y muy lenta, a todo detalle. ¡Era asqueroso y cruel! Por algo, nunca me habían gustado ese tipo de películas. Por lo tanto, cuando salí, solo vomité. No dejaba de temblar y solo quería llegar a casa para recostarme un rato antes de empezar a empacar. Quería salir del pueblo esa misma noche
Amelia C. Robinson ৬ Año 2010 ৬ King's Pharmacy, Centro Comercial King County
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3. Próxima Parada, la Farmacia
Sentía la adrenalina correr por mi cuerpo. Todo había sucedido tan pronto. Quería ayudar, por más insoportable que hubiera sido el tipo. Por más loco que estuviera. Incluso por más que nos hubiera intentado matar. Simplemente, era una muerte atroz, horrible. Que te hace pensar... pudo haber sido yo.
Nunca había visto tanta sangre junta, ni siquiera en mis turnos como enfermero. Y eso que en los hospitales llegaban casos bien feos a emergencia. Solo que por ser estudiante me tenían mayormente en piso donde me pudieran supervisar mejor. Así que no había visto tantos. Aun así, creo que esto supera cualquier cosa que se hubiera podido ver en emergencia.
Corría de vuelta porque si permanecía más tiempo allí, impactado por lo ocurrido el siguiente en el menú, sería yo. Mi corazón se quería salir del pecho. Solo negaba con la cabeza mientras notaba el horror de los que observaban desde los adentros del centro comercial. Necesitaba un momento para calmarme porque la verdad estaba muy alterado. Miré a Amy e igual se veía horrorizada. Solo que las circunstancias no nos permitan darnos ese momento para calmarnos. El ruido había atraído a más muertos vivientes y si no nos movíamos pronto rodearían rápido el vehículo.
Apreté su mano para que se calmara porque hasta se encontraba llorando. Aunque igual notaría como las mías aún temblaban de los nervios. Encendí la marcha del auto y ni siquiera pensé en el camino. Solo necesitábamos alejarnos de allí. Por suerte King County era un pueblo pequeño, todos los caminos conducen al mismo lugar. Buscaba la gasolinera más aledaña porque realmente necesitábamos gasolina. Pero en estos momentos solo estaba con el estómago revuelto y había sido la adrenalina de poder salir pronto de allí, lo que había evitado que vomitara. Intentaba aguantar, de verdad. Pero cuando tuve que detener el auto a petición de Amelia, y ver como dejaba salir, todo ya no aguante más. Pues me había parado a su lado pasando la mano por su espalda para aliviarla un poco, pero no aguante mucho así y terminé soltando todo también.
Cuando el malestar pasó, mire a Amy volviendo a tomar su mano y acercarla a mí, rodeándola en un abrazo que intentaba contener los nervios de ambos. Quedándome así por algunos segundos en silencio hasta que pude al fin hacer oraciones coherentes. - Hey. ¿Estás bien? - le pregunté levantando su barbilla al recordar que su padre también había sido mordido, aunque posiblemente no de esta forma. - Hicimos lo que pudimos... ¿No? - añadí. - Será mejor que vayamos por nuestras cosas, y busquemos ese refugio. - no estaba seguro de si aún aceptaban gente, de si estaba en funcionamiento o si realmente llegó a existir. Pero si estaba allí lo encontraríamos.
Volví a poner el auto en marcha, y así pudiéramos buscar un poco de gasolina rápido y volver a la casa, e ir por nuestras cosas. Necesitábamos un mejor lugar para estar, uno más seguro.
Nunca había visto tanta sangre junta, ni siquiera en mis turnos como enfermero. Y eso que en los hospitales llegaban casos bien feos a emergencia. Solo que por ser estudiante me tenían mayormente en piso donde me pudieran supervisar mejor. Así que no había visto tantos. Aun así, creo que esto supera cualquier cosa que se hubiera podido ver en emergencia.
Corría de vuelta porque si permanecía más tiempo allí, impactado por lo ocurrido el siguiente en el menú, sería yo. Mi corazón se quería salir del pecho. Solo negaba con la cabeza mientras notaba el horror de los que observaban desde los adentros del centro comercial. Necesitaba un momento para calmarme porque la verdad estaba muy alterado. Miré a Amy e igual se veía horrorizada. Solo que las circunstancias no nos permitan darnos ese momento para calmarnos. El ruido había atraído a más muertos vivientes y si no nos movíamos pronto rodearían rápido el vehículo.
Apreté su mano para que se calmara porque hasta se encontraba llorando. Aunque igual notaría como las mías aún temblaban de los nervios. Encendí la marcha del auto y ni siquiera pensé en el camino. Solo necesitábamos alejarnos de allí. Por suerte King County era un pueblo pequeño, todos los caminos conducen al mismo lugar. Buscaba la gasolinera más aledaña porque realmente necesitábamos gasolina. Pero en estos momentos solo estaba con el estómago revuelto y había sido la adrenalina de poder salir pronto de allí, lo que había evitado que vomitara. Intentaba aguantar, de verdad. Pero cuando tuve que detener el auto a petición de Amelia, y ver como dejaba salir, todo ya no aguante más. Pues me había parado a su lado pasando la mano por su espalda para aliviarla un poco, pero no aguante mucho así y terminé soltando todo también.
Cuando el malestar pasó, mire a Amy volviendo a tomar su mano y acercarla a mí, rodeándola en un abrazo que intentaba contener los nervios de ambos. Quedándome así por algunos segundos en silencio hasta que pude al fin hacer oraciones coherentes. - Hey. ¿Estás bien? - le pregunté levantando su barbilla al recordar que su padre también había sido mordido, aunque posiblemente no de esta forma. - Hicimos lo que pudimos... ¿No? - añadí. - Será mejor que vayamos por nuestras cosas, y busquemos ese refugio. - no estaba seguro de si aún aceptaban gente, de si estaba en funcionamiento o si realmente llegó a existir. Pero si estaba allí lo encontraríamos.
Volví a poner el auto en marcha, y así pudiéramos buscar un poco de gasolina rápido y volver a la casa, e ir por nuestras cosas. Necesitábamos un mejor lugar para estar, uno más seguro.
Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬ King's Pharmacy, Centro Comercial King County
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4. Aburrido y cansador viaje sin rumbo
Después de ver como se devoraban a ese hombre, ir a la gasolinera y vomitar todo lo que habíamos desayunado, sabíamos que ya lo mejor que podíamos hacer era largarnos de ahí. Descansamos en casa, comimos algo y luego empezamos a empacar, dejando a un lado todas las cosas que pretendíamos llevar, por lo cual había sido un día ocupado y recién en la noche, pudimos ir al centro comercial, sin querer mirar ese charco de sangre y donde ya no había nada.
Nos aceptaron el intercambio, desearon suerte y emprendimos nuestro nuevo viaje esa misma noche, donde sinceramente de momento, iba a guiarme por Ryan que más conocía los estados del país y las ciudades, yo como australiana, era completamente ignorante respecto a ello, dado que había llegado directo a King County. Era un poco fuerte dejar el sitio donde comencé a ser una cadete viviendo con mi padre, pues todos los recuerdos se acumularon en ese instante. Solo que lamentablemente, pronto se convertiría en un pueblo casi fantasma, porque quería pensar que los ciudadanos que estaban en el pueblo pasarían una gran temporada allí. Solté un gran suspiro y lleve mi mano a mi pecho, volví la atención a Ryan. — Cuando quieras me despiertas y manejo yo ¿sí? — No iba a ser tan complicado al llegar a la carretera, igual tenía derecho de descansar y dormir como yo pretendía hacerlo en ese momento.
Y así fue. Apenas llegamos a ese sector, prefiriendo tomar caminos que no estuvieran plagados de zombies que nos habíamos encontrado varios en la aventura de viajeros sin rumbo, me tocó manejar guiándome por las indicaciones del pelirrojo, que se iba acomodar atrás cuando ya le tocaba dormir.
Pasaron los días y el clima estaba raro, a veces había mucho calor que teníamos que salir sí o sí del auto y otros que teníamos que mantenernos allí porque llovía mucho. Sin duda, calculaba que había pasado un par de días más o menos, le di un codazo a Ryan para que despertara y burlona lo miré a los ojos. — Buenos días, dormilón. — Lo saludé divertida, no quería ni pensar cuan desastrosa lucía, aunque por suerte, había logrado conseguir algo de maquillaje bueno en la casa donde nos habíamos quedado. Me detuve y miré al espejo por unos momentos. — ¿Qué te parece si desayunamos? Al menos hoy parece que será un buen día, quiero creer que va a ser así.— Señalé tratando de dar ánimos porque nuestra realidad es que ambos estábamos hartos de andar de aquí para allá y si no teníamos cuidado, nos íbamos a quedar sin gasolina.
— También necesito cambiarme de ropa. — Comentaba y volví a mirarlo, sin poder evitar, ordenar su cabello que estaba todo alborotado. — Anoche no dejabas de quejarte. ¿Qué soñabas? Estuve a punto de despertarte, pero gracias a Wanda volviste a estar tranquilo, parecías un bebé abrazándola. Ya te adora, espero que no me cambie. — Dije en una risa, mientras miraba a mi perrita que era la que más se daba el lujo de dormitar sobre todo en las mañanas, siendo la más entusiasta de los dos cuando despertaba.
Nos aceptaron el intercambio, desearon suerte y emprendimos nuestro nuevo viaje esa misma noche, donde sinceramente de momento, iba a guiarme por Ryan que más conocía los estados del país y las ciudades, yo como australiana, era completamente ignorante respecto a ello, dado que había llegado directo a King County. Era un poco fuerte dejar el sitio donde comencé a ser una cadete viviendo con mi padre, pues todos los recuerdos se acumularon en ese instante. Solo que lamentablemente, pronto se convertiría en un pueblo casi fantasma, porque quería pensar que los ciudadanos que estaban en el pueblo pasarían una gran temporada allí. Solté un gran suspiro y lleve mi mano a mi pecho, volví la atención a Ryan. — Cuando quieras me despiertas y manejo yo ¿sí? — No iba a ser tan complicado al llegar a la carretera, igual tenía derecho de descansar y dormir como yo pretendía hacerlo en ese momento.
Y así fue. Apenas llegamos a ese sector, prefiriendo tomar caminos que no estuvieran plagados de zombies que nos habíamos encontrado varios en la aventura de viajeros sin rumbo, me tocó manejar guiándome por las indicaciones del pelirrojo, que se iba acomodar atrás cuando ya le tocaba dormir.
Pasaron los días y el clima estaba raro, a veces había mucho calor que teníamos que salir sí o sí del auto y otros que teníamos que mantenernos allí porque llovía mucho. Sin duda, calculaba que había pasado un par de días más o menos, le di un codazo a Ryan para que despertara y burlona lo miré a los ojos. — Buenos días, dormilón. — Lo saludé divertida, no quería ni pensar cuan desastrosa lucía, aunque por suerte, había logrado conseguir algo de maquillaje bueno en la casa donde nos habíamos quedado. Me detuve y miré al espejo por unos momentos. — ¿Qué te parece si desayunamos? Al menos hoy parece que será un buen día, quiero creer que va a ser así.— Señalé tratando de dar ánimos porque nuestra realidad es que ambos estábamos hartos de andar de aquí para allá y si no teníamos cuidado, nos íbamos a quedar sin gasolina.
— También necesito cambiarme de ropa. — Comentaba y volví a mirarlo, sin poder evitar, ordenar su cabello que estaba todo alborotado. — Anoche no dejabas de quejarte. ¿Qué soñabas? Estuve a punto de despertarte, pero gracias a Wanda volviste a estar tranquilo, parecías un bebé abrazándola. Ya te adora, espero que no me cambie. — Dije en una risa, mientras miraba a mi perrita que era la que más se daba el lujo de dormitar sobre todo en las mañanas, siendo la más entusiasta de los dos cuando despertaba.
Amelia C. Robinson ৬ Año 2010 ৬ Carretera, En el auto, sin destino en particular
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4. Aburrido y cansador viaje sin rumbo
Lo mejor fue desaparecer de allí y recoger todo lo que nos fuera útil de la casa para así al fin comenzar a buscar ese refugio porque era solo cuestión de tiempo el que este pueblo terminara desolado. Por supuesto que antes de marcharnos cumplimos con nuestra promesa. Aun cuando volver a ese lugar nos tragera de nuevo las imágenes de lo ocurrido. No sé si me perturbaría más haberme topado con los restos o el darme cuenta de que no quedó absolutamente nada de él.
Ni idea de cuanto tardaríamos en salir de aquí. Tal vez no había tránsito, pero los caminos bloqueados eran la orden del día. Si tan solo lográramos llegar a la autopista donde tienen carriles más anchos y no tuviéramos que ir de camino en camino buscando como llegar a la ciudad. El refugio debía de estar cercano o dentro de las instalaciones militares. El estadio o la arena también podrían ser posibles candidatos para su localización. - Descuida, lo haré. Ahora solo descansa. - le aseguré a Amy, la verdad es que ni idea de si pudiera pegar el ojo por más cansado que me encontrará.
Cada vez se estaba comunicando más llegar. Había un mensaje en la radio de FEMA sobre el refugio que se repetía una y otra vez. No sé si era por cansancio que tenían eso en un eterno loop o algo ocurrió. Supongo que es para mantener el mensaje día y noche, nadie podría estar haciendo eso todo el día, así que una grabación debía de ser mejor. O tal vez era mi positivismo que no me dejaba pensar que debía de ser por algo más. Ya parecía que casi vivíamos en el auto con los días pasando y nada que llegábamos a nuestro destino. Siempre ocurría algo que nos retrasaba. La lluvia, los bloqueos, los muertos... algo nos cortaba el paso. El problema era que si seguimos a ese paso no llegaremos a ninguna parte y nos quedaremos sin gasolina.
Hoy era yo quien dormía. Después del incidente en el mall no había vuelto a comentarlo, pero mi mente se mantenía recordándome lo ocurrido una y otra vez. Lo peor era que a veces ni siquiera se trataba de aquel hombre, sino de alguno de mis padres. Supongo que es la ansiedad por no tener noticias de ellos y saber al mismo tiempo que independientemente de lo que ocurra con ellos, no podré hacer nada.
Desperté abrazado a la perrita que de algún modo noto que estaba inquieto y logró tranquilizarme mientras dormía. Más el primer rostro que veía más bien era el de Amy. ¿Cómo le hacía para lucir así? Tan linda aun cuando llevamos días de mierda en este auto. Supongo que es porque simplemente lo es y punto. - Buenos días, preciosa. - Dije frotando mis ojos. Miré a mi alrededor. - Supongo que sí, al menos tenemos buen clima. - aseguré, no me desagrada la lluvia, pero en estas circunstancias era mejor que no lloviera. - Así que sí desayunamos. Definitivamente, algo de ropa limpia ayudará. Aunque hubiera sido mejor bañarse. - comentaba un poquito, poquito frustrado, aunque sinceramente era el menor de nuestros problemas.
Amy acomodaba el desorden que tenía en mi cabello, al menos así no lucía tan desastroso. - Dormí como un bebé porque soy como un bebé grande con su peluche gigante. - decía acariciando el lomo de Wanda mientras reía. - No lo creo... imposible que te pueda cambiar. Serías una boba si haces eso Wandita. - Le decía a la perrita. - No quería decirlo, pero la verdad es que no he pasado muy buenas noches desde lo que ocurrió en el centro comercial... ¿Sabes cuál es la peor parte? Que mi propia ansiedad me hace generar imágenes que no son reales... o eso espero. Supongo que solo es el asombro de lo que ocurrió y la preocupación por mis padres. - le comenté soltando un suspiro. - Pero bueno, ya pasó. Solo son pesadillas. Deja y me voy al otro lado del auto para que te cambies. - Le aseguré mientras, la verdad debía de hacer lo mismo antes de poder sentarnos a desayunar.
Ni idea de cuanto tardaríamos en salir de aquí. Tal vez no había tránsito, pero los caminos bloqueados eran la orden del día. Si tan solo lográramos llegar a la autopista donde tienen carriles más anchos y no tuviéramos que ir de camino en camino buscando como llegar a la ciudad. El refugio debía de estar cercano o dentro de las instalaciones militares. El estadio o la arena también podrían ser posibles candidatos para su localización. - Descuida, lo haré. Ahora solo descansa. - le aseguré a Amy, la verdad es que ni idea de si pudiera pegar el ojo por más cansado que me encontrará.
Cada vez se estaba comunicando más llegar. Había un mensaje en la radio de FEMA sobre el refugio que se repetía una y otra vez. No sé si era por cansancio que tenían eso en un eterno loop o algo ocurrió. Supongo que es para mantener el mensaje día y noche, nadie podría estar haciendo eso todo el día, así que una grabación debía de ser mejor. O tal vez era mi positivismo que no me dejaba pensar que debía de ser por algo más. Ya parecía que casi vivíamos en el auto con los días pasando y nada que llegábamos a nuestro destino. Siempre ocurría algo que nos retrasaba. La lluvia, los bloqueos, los muertos... algo nos cortaba el paso. El problema era que si seguimos a ese paso no llegaremos a ninguna parte y nos quedaremos sin gasolina.
Hoy era yo quien dormía. Después del incidente en el mall no había vuelto a comentarlo, pero mi mente se mantenía recordándome lo ocurrido una y otra vez. Lo peor era que a veces ni siquiera se trataba de aquel hombre, sino de alguno de mis padres. Supongo que es la ansiedad por no tener noticias de ellos y saber al mismo tiempo que independientemente de lo que ocurra con ellos, no podré hacer nada.
Desperté abrazado a la perrita que de algún modo noto que estaba inquieto y logró tranquilizarme mientras dormía. Más el primer rostro que veía más bien era el de Amy. ¿Cómo le hacía para lucir así? Tan linda aun cuando llevamos días de mierda en este auto. Supongo que es porque simplemente lo es y punto. - Buenos días, preciosa. - Dije frotando mis ojos. Miré a mi alrededor. - Supongo que sí, al menos tenemos buen clima. - aseguré, no me desagrada la lluvia, pero en estas circunstancias era mejor que no lloviera. - Así que sí desayunamos. Definitivamente, algo de ropa limpia ayudará. Aunque hubiera sido mejor bañarse. - comentaba un poquito, poquito frustrado, aunque sinceramente era el menor de nuestros problemas.
Amy acomodaba el desorden que tenía en mi cabello, al menos así no lucía tan desastroso. - Dormí como un bebé porque soy como un bebé grande con su peluche gigante. - decía acariciando el lomo de Wanda mientras reía. - No lo creo... imposible que te pueda cambiar. Serías una boba si haces eso Wandita. - Le decía a la perrita. - No quería decirlo, pero la verdad es que no he pasado muy buenas noches desde lo que ocurrió en el centro comercial... ¿Sabes cuál es la peor parte? Que mi propia ansiedad me hace generar imágenes que no son reales... o eso espero. Supongo que solo es el asombro de lo que ocurrió y la preocupación por mis padres. - le comenté soltando un suspiro. - Pero bueno, ya pasó. Solo son pesadillas. Deja y me voy al otro lado del auto para que te cambies. - Le aseguré mientras, la verdad debía de hacer lo mismo antes de poder sentarnos a desayunar.
Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬ Carretera, En el auto, sin destino en particular
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4. Aburrido y cansador viaje sin rumbo
Cuando Ryan despertó y me trato de esa manera tan tierna llamándome preciosa fue imposible que no se colorearan mis mejillas. Solía ser tan atento, respetuoso y amable conmigo que hasta le devolví la sonrisa tonta por lo atrayente que me pareció. Entraban esas ganas de ser amable y simpática con él, en cierto modo, aun cuando la reputación de mujeriego que lo seguía desde que nos conocimos había sido encantador conmigo. — Estoy segura que muy pronto encontraremos un lugar para poder bañarnos, aunque no sea con agua caliente. Hasta un lago estaría bien ¿no crees? — Al menos teníamos los utensilios necesarios para poder hacerlo como el jabón, shampoo y acondicionador, es que esos detalles de higiene no se me olvidaban de primeras, aunque reconocía que tendría que acostumbrarme a estar todo el tiempo sucia, a menos hasta que no encontráramos un lugar seguro. Por ahora, era el auto nuestro lugar y hogar. Hasta se hacía incomodo dormir, pero estábamos a salvo.
Sabía que Wanda había ayudado mucho para que durmiera en paz cuando se acercó más a él. Mi perrita era un sol en ese sentido y por instinto ya quería a Ryan, tanto como a mí, intentaba protegerlo y que estuviera bien. — Ambos lucían muy encantadores durmiendo. — Acaricié nuevamente su cabello y mi mano se mantuvo allí cuando escuché la razón de sus pesadillas y sueño intranquilo. — Ryan… de verdad... cuando quieras hablar ni dudes en decírmelo, comprendo demasiado bien la situación, ninguno de los dos lo ha pasado bien y aquella escena con ese hombre a mí tampoco se me va a olvidar. — Declaré siendo muy sincera, aún recordaba con lujo y detalle como había sido devorado, era tétrico, asqueroso y revolvía mi estómago. Sin embargo, era solo una escena de la que tendríamos que enfrentarnos. — Trata de pensar positivo, no puedo prometer o asegurarte que tus padres se encuentran bien, ni puedo decir eso con la mía, solo queda aferrarme a la esperanza que están haciendo lo posible para sobrevivir, escondidos y lejos del peligro. Estoy muy segura que hay grupos que se han resguardado bien tal como ocurrió con toda la gente que quedó en el centro comercial. — Solo esperaba que esto no durara para siempre y que con el tiempo los muertos vivientes comenzaran a desaparecer, quería saber más al respecto. Aquella comunicación intermitente del intercomunicador dando información ayudaba a la vez y mucho. Teníamos que buscar un lugar con electricidad, en nuestro pueblo todo había sido tan caótico que fácilmente la perdimos, pero eso no quería decir que en las grandes ciudades pasara lo mismo.
—Oh, cierto.. deja.. me visto rápidamente y comienzo a preparar el desayuno. — Deje que se hiciera a un lado y fui al asiento trasero, rebusque una ropa limpia y lo más cómoda para comenzar a cambiarme con rapidez, aún sentía algo de vergüenza por tener la suficiente privacidad solo que confiaba que Ryan no hiciera nada. Bien, habían en ocasiones que sentía esas ganas que me contemplara más de la cuenta y suponía que era solo porque ya me había acostumbrado a estar con él. Solté un suspiro, y no me importo abrocharme del todo el pantalón porque ya lo haría afuera, es que en estos casos igual la vergüenza debía quedar de lado. Lo hice cuando salí y tocaba su hombro. — Tu turno. — Enfaticé, cautivada por el aire fresco y los rayos de sol que golpearon mi cara. — ¿Quieres cereal? — Lo triste, es que estos días no podíamos conformarnos con algo caliente y optábamos no hacer muchas hogueras pequeñas cuando tocaba almorzar o cenar en algún espacio tranquilo.
Deje que fuera a vestirse mientras rebuscaba en el maletero del auto la bolsa que tenía la leche y los cereales.
Sabía que Wanda había ayudado mucho para que durmiera en paz cuando se acercó más a él. Mi perrita era un sol en ese sentido y por instinto ya quería a Ryan, tanto como a mí, intentaba protegerlo y que estuviera bien. — Ambos lucían muy encantadores durmiendo. — Acaricié nuevamente su cabello y mi mano se mantuvo allí cuando escuché la razón de sus pesadillas y sueño intranquilo. — Ryan… de verdad... cuando quieras hablar ni dudes en decírmelo, comprendo demasiado bien la situación, ninguno de los dos lo ha pasado bien y aquella escena con ese hombre a mí tampoco se me va a olvidar. — Declaré siendo muy sincera, aún recordaba con lujo y detalle como había sido devorado, era tétrico, asqueroso y revolvía mi estómago. Sin embargo, era solo una escena de la que tendríamos que enfrentarnos. — Trata de pensar positivo, no puedo prometer o asegurarte que tus padres se encuentran bien, ni puedo decir eso con la mía, solo queda aferrarme a la esperanza que están haciendo lo posible para sobrevivir, escondidos y lejos del peligro. Estoy muy segura que hay grupos que se han resguardado bien tal como ocurrió con toda la gente que quedó en el centro comercial. — Solo esperaba que esto no durara para siempre y que con el tiempo los muertos vivientes comenzaran a desaparecer, quería saber más al respecto. Aquella comunicación intermitente del intercomunicador dando información ayudaba a la vez y mucho. Teníamos que buscar un lugar con electricidad, en nuestro pueblo todo había sido tan caótico que fácilmente la perdimos, pero eso no quería decir que en las grandes ciudades pasara lo mismo.
—Oh, cierto.. deja.. me visto rápidamente y comienzo a preparar el desayuno. — Deje que se hiciera a un lado y fui al asiento trasero, rebusque una ropa limpia y lo más cómoda para comenzar a cambiarme con rapidez, aún sentía algo de vergüenza por tener la suficiente privacidad solo que confiaba que Ryan no hiciera nada. Bien, habían en ocasiones que sentía esas ganas que me contemplara más de la cuenta y suponía que era solo porque ya me había acostumbrado a estar con él. Solté un suspiro, y no me importo abrocharme del todo el pantalón porque ya lo haría afuera, es que en estos casos igual la vergüenza debía quedar de lado. Lo hice cuando salí y tocaba su hombro. — Tu turno. — Enfaticé, cautivada por el aire fresco y los rayos de sol que golpearon mi cara. — ¿Quieres cereal? — Lo triste, es que estos días no podíamos conformarnos con algo caliente y optábamos no hacer muchas hogueras pequeñas cuando tocaba almorzar o cenar en algún espacio tranquilo.
Deje que fuera a vestirse mientras rebuscaba en el maletero del auto la bolsa que tenía la leche y los cereales.
Amelia C. Robinson ৬ Año 2010 ৬ Carretera, En el auto, sin destino en particular
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4. Aburrido y cansador viaje sin rumbo
No sabía si era bueno o malo, pero me estaba acostumbrando y sobre todo gustando en despertar y lo primero que veía era el rostro de Amelia. Así que sí... la respuesta es sí. Es algo bueno porque, aunque tenga que estar corriendo por mi vida a cada rato, aunque todo se fue a la mismísima mierda... al menos no estaba solo. Tenía alguien a mi lado que cada vez se volvía más especial.
La verdad no estaba seguro de cuánto tardaríamos en llegar a nuestro destino. Han sido muchos los tropiezos que nos hemos encontrado durante todo el trayecto. A veces hasta siento como si fuera algo que estuviera evitando que lleguemos al refugio. ¿Será alguna clase de presagio de que no debemos estar aún en ese lugar? Fuera lo que fuera no veía la hora de encontrar un lugar donde alojarnos. El auto cada vez se sentía más pequeño e incómodo. Pero era lo que teníamos así que ni modo. Sería peor aún no tenerlo.
- Cualquier temperatura está bien después que podamos limpiarnos. Porque creo que eso será algo que ocurra de vez en cuando nada más. - no me agradaba la idea, había tenido suficiente esa semana que estuve encerrado en la celda. Sin embargo, era nuestra realidad. Había que aprovechar las veces que se nos presentara la oportunidad.
Sonreí mientras sentía su mano en mi cabello. - Es que fue muy impresionante y supongo que eso va a ser algo que tarde en olvidar. - si es que eso se podía olvidar, realmente lo dudo.
- Lo intento, es solo que al parecer el subconsciente me traiciona. - ¿Saben que comenzaba a temer? Que en algún momento también la comenzará a ver a ella. Sí, ya era parte importante de mí y tampoco quería que nada malo le ocurriera. - Pero es cierto, no puedo dejar que me afecte porque ni siquiera tengo constancia de ello, es solo una pesadilla desagradable. - aseguré. - Gracias, igual necesitaba externalizar lo que pensaba en voz alta. - Añadí mientras le acariciaba suave la mejilla limpiando un poco de polvo de paso. - Me alegra habernos encontrado. - le aseguré ya más calmado.
Escuche una vez más a mis tripas reclamar. - Perfecto, gracias. Mis tripas te lo agradecen. - Bromeé. Aunque era demasiado cierto, moría de hambre. Deje que se vistiera primero. No voy a negar que a veces no me picaba la tentación de mirar. Si no soy de piedra. Ahora mismo como que se quería ir solo el rabillo de ojo a ver... Pero ahí me solía regañar a mí mismo cada que sentía que mi mirada me quería traicionar. La chica es guapa, demasiado y es tentador. Más no quería incomodar. Complicado, por supuesto, pero se intentaba.
- Bien, deja y me cambio lo más rápido posible. - dije girándome tan pronto anunció que era mi turno. - El cereal está perfecto. Me ha recordado que aún podemos diferenciar el desayuno del almuerzo. - Busque la ropa rápidamente, sacando lo más decente que me quedaba. Cuando ya casi terminaba me acerque a ella aún un poco enredado con la camiseta, casi sin ver por donde veía porque aún tenía una parte encajada en la cabeza. - Lo siento, pero el hambre pudo más. - aseguré mientras al fin me la terminaba de acomodar y me sentaba junto a ella frotando las manos como si estuviera por comer el más delicioso manjar. Es que lo era, porque seguía siendo comida y comida agradable. No sabíamos por cuánto tiempo mantendremos esa dicha. - La verdad...- decía un poco atragantado. - ... no parece haber edificios por esta carretera solitaria. Pero creo que por esta área debe de haber ríos o algún otro cuerpo de agua. Así que luego podemos revisar. Si damos con alguno no solo nos podremos bañar, también podemos almacenar algo de agua. - le sugería, había que comenzar a aprovechar todos los recursos que nos diera la naturaleza.
La verdad no estaba seguro de cuánto tardaríamos en llegar a nuestro destino. Han sido muchos los tropiezos que nos hemos encontrado durante todo el trayecto. A veces hasta siento como si fuera algo que estuviera evitando que lleguemos al refugio. ¿Será alguna clase de presagio de que no debemos estar aún en ese lugar? Fuera lo que fuera no veía la hora de encontrar un lugar donde alojarnos. El auto cada vez se sentía más pequeño e incómodo. Pero era lo que teníamos así que ni modo. Sería peor aún no tenerlo.
- Cualquier temperatura está bien después que podamos limpiarnos. Porque creo que eso será algo que ocurra de vez en cuando nada más. - no me agradaba la idea, había tenido suficiente esa semana que estuve encerrado en la celda. Sin embargo, era nuestra realidad. Había que aprovechar las veces que se nos presentara la oportunidad.
Sonreí mientras sentía su mano en mi cabello. - Es que fue muy impresionante y supongo que eso va a ser algo que tarde en olvidar. - si es que eso se podía olvidar, realmente lo dudo.
- Lo intento, es solo que al parecer el subconsciente me traiciona. - ¿Saben que comenzaba a temer? Que en algún momento también la comenzará a ver a ella. Sí, ya era parte importante de mí y tampoco quería que nada malo le ocurriera. - Pero es cierto, no puedo dejar que me afecte porque ni siquiera tengo constancia de ello, es solo una pesadilla desagradable. - aseguré. - Gracias, igual necesitaba externalizar lo que pensaba en voz alta. - Añadí mientras le acariciaba suave la mejilla limpiando un poco de polvo de paso. - Me alegra habernos encontrado. - le aseguré ya más calmado.
Escuche una vez más a mis tripas reclamar. - Perfecto, gracias. Mis tripas te lo agradecen. - Bromeé. Aunque era demasiado cierto, moría de hambre. Deje que se vistiera primero. No voy a negar que a veces no me picaba la tentación de mirar. Si no soy de piedra. Ahora mismo como que se quería ir solo el rabillo de ojo a ver... Pero ahí me solía regañar a mí mismo cada que sentía que mi mirada me quería traicionar. La chica es guapa, demasiado y es tentador. Más no quería incomodar. Complicado, por supuesto, pero se intentaba.
- Bien, deja y me cambio lo más rápido posible. - dije girándome tan pronto anunció que era mi turno. - El cereal está perfecto. Me ha recordado que aún podemos diferenciar el desayuno del almuerzo. - Busque la ropa rápidamente, sacando lo más decente que me quedaba. Cuando ya casi terminaba me acerque a ella aún un poco enredado con la camiseta, casi sin ver por donde veía porque aún tenía una parte encajada en la cabeza. - Lo siento, pero el hambre pudo más. - aseguré mientras al fin me la terminaba de acomodar y me sentaba junto a ella frotando las manos como si estuviera por comer el más delicioso manjar. Es que lo era, porque seguía siendo comida y comida agradable. No sabíamos por cuánto tiempo mantendremos esa dicha. - La verdad...- decía un poco atragantado. - ... no parece haber edificios por esta carretera solitaria. Pero creo que por esta área debe de haber ríos o algún otro cuerpo de agua. Así que luego podemos revisar. Si damos con alguno no solo nos podremos bañar, también podemos almacenar algo de agua. - le sugería, había que comenzar a aprovechar todos los recursos que nos diera la naturaleza.
Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬ Carretera, En el auto, sin destino en particular
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4. Aburrido y cansador viaje sin rumbo
Era realmente especial que a pesar del todo el caos que estaban dejando los muertos vivientes no estaba sola. Me agradaba demasiado la compañía de Ryan y sentía que cada día la relación que teníamos mejoraba del todo. Pues era común que lo encontrara atractivo ya que no se podía negar lo evidente, Ryan era increíblemente guapo y con razones había estado con mujeres por doquier. No era ciega solo que no valía la pena ir más lejos pues ni siquiera sabíamos lo que iba a pasar. ¿Para qué enamorarse y luego lo terminaba perdiendo? Muy bien podría ser lo contrario.
De todas maneras, disfrutaba esa linda amistad que se estaba desarrollando. Realmente éramos una familia que nos queríamos y junto a Wanda todo era mucho mejor. Pero estar en el auto estaba resultando realmente incomodo por el espacio y no llegábamos a ningún punto establecido. — Necesitamos un baño urgente es verdad. Sinceramente creo que si no encontramos nada tendremos que acampar por estos sectores, Ryan. — Di mi opinión porque podía notar el cansancio de ambos y sabía que hasta Wanda se sentía fatal, ella necesitaba correr. Aunque mi idea no dejaba de ser arriesgada teníamos que tener mucho cuidado.
—Es que… seguramente… viviremos cosas mucho peores. Espero que no.. no sabemos nada. —Dije aun acariciando su cabello para que se le olvidara rápido y siendo feliz que al menos ya estaba tranquilo. No quería que lo pasara mal.
Termine saliendo afuera sintiendo mis piernas acalambradas y resistiendo la tentación de mirar hacía el auto. Fui a la maleta para sacar el cereal y sonreí al ver que el pobre no demoraba nada. Deje que se abrochara los pantalones y antes de tomar el desayuno fui arreglarle parte de la polera que había quedado arrugado y lo mismo con su cabello. — Tu tranquilo… Yo también tengo hambre. — Dicté con calma mientras iba de nuevo y empezaba a preparar todo.
Le entregué el plato plástico con cereal y leche, acercándome a él cuando tenía el propio. No tenía deseos de sentarme. Reí cuando comenzó hablarme atragantándose con los cereales era posible que iba a tener que prepararle otro es que no era suficiente ni para mí. — Sí.. pienso lo mismo…nada de edificios por esta área. Pero ¿vamos bien, no? — Es que ni conocía y necesitaba asegurarme. Estaba muy perdida lejos de King County, aquella era mi realidad ahora y solo tenía que dejarme guiar por el pelirrojo. Nada más por el momento.
—¿Crees que este sector sea el adecuado? — Murmuré después de tragar unos cuantos cereales con leche y me limpiaba la boca antes de hacer la pregunta. — Es que me parece una muy buena idea, quedarnos unos días… no estoy muy segura si es una muy idea. La tienda la tenemos al menos. — Solo que si Ryan tenía razón en varios puntos: Debíamos explorar, darnos un baño y ya juntar agua. Es que podríamos soportar el hambre ¿Pero y la sed? Teníamos que abastecernos de agua lo más rápido posible.
—Tomemos el desayuno y dejamos el auto escondido por ahí. Sé que no ha pasado nadie pero no me confió. — Lamentaba esa parte de mí en estas circunstancias pero era ex cadete no había que confiarse y luego de lo que habíamos vivenciado con aquel hombre que lamentablemente había sido cruelmente devorado costaba confiar.
De todas maneras, disfrutaba esa linda amistad que se estaba desarrollando. Realmente éramos una familia que nos queríamos y junto a Wanda todo era mucho mejor. Pero estar en el auto estaba resultando realmente incomodo por el espacio y no llegábamos a ningún punto establecido. — Necesitamos un baño urgente es verdad. Sinceramente creo que si no encontramos nada tendremos que acampar por estos sectores, Ryan. — Di mi opinión porque podía notar el cansancio de ambos y sabía que hasta Wanda se sentía fatal, ella necesitaba correr. Aunque mi idea no dejaba de ser arriesgada teníamos que tener mucho cuidado.
—Es que… seguramente… viviremos cosas mucho peores. Espero que no.. no sabemos nada. —Dije aun acariciando su cabello para que se le olvidara rápido y siendo feliz que al menos ya estaba tranquilo. No quería que lo pasara mal.
Termine saliendo afuera sintiendo mis piernas acalambradas y resistiendo la tentación de mirar hacía el auto. Fui a la maleta para sacar el cereal y sonreí al ver que el pobre no demoraba nada. Deje que se abrochara los pantalones y antes de tomar el desayuno fui arreglarle parte de la polera que había quedado arrugado y lo mismo con su cabello. — Tu tranquilo… Yo también tengo hambre. — Dicté con calma mientras iba de nuevo y empezaba a preparar todo.
Le entregué el plato plástico con cereal y leche, acercándome a él cuando tenía el propio. No tenía deseos de sentarme. Reí cuando comenzó hablarme atragantándose con los cereales era posible que iba a tener que prepararle otro es que no era suficiente ni para mí. — Sí.. pienso lo mismo…nada de edificios por esta área. Pero ¿vamos bien, no? — Es que ni conocía y necesitaba asegurarme. Estaba muy perdida lejos de King County, aquella era mi realidad ahora y solo tenía que dejarme guiar por el pelirrojo. Nada más por el momento.
—¿Crees que este sector sea el adecuado? — Murmuré después de tragar unos cuantos cereales con leche y me limpiaba la boca antes de hacer la pregunta. — Es que me parece una muy buena idea, quedarnos unos días… no estoy muy segura si es una muy idea. La tienda la tenemos al menos. — Solo que si Ryan tenía razón en varios puntos: Debíamos explorar, darnos un baño y ya juntar agua. Es que podríamos soportar el hambre ¿Pero y la sed? Teníamos que abastecernos de agua lo más rápido posible.
—Tomemos el desayuno y dejamos el auto escondido por ahí. Sé que no ha pasado nadie pero no me confió. — Lamentaba esa parte de mí en estas circunstancias pero era ex cadete no había que confiarse y luego de lo que habíamos vivenciado con aquel hombre que lamentablemente había sido cruelmente devorado costaba confiar.
Amelia C. Robinson ৬ Año 2010 ৬ Carretera, En el auto, sin destino en particular
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4. Aburrido y cansador viaje sin rumbo
- Oh, sí, creo que no nos va a quedar de otras. Yo no sé si aguante una semana más durmiendo adentro del auto, siento que se me apachurran las piernas. - porque claro, el chico era largo y aun cuando en la parte posterior era más cómodo no dejaba de ser incómodo porque no se podía quedar completamente extendido al dormir, siempre tenía que acoplar sus piernas según el espacio y ya habían sido varios los calambres que le habían provocado.
- Lo sé, según pasen el tiempo, pareciera que las cosas no se ponen mejor. Pero quizás sea hasta que al fin encontremos ese dichoso refugio... es que, si no fuera porque han estado tan obstruidas las carreteras y los caminos, ya hubiéramos llegado. - Decía frustrado. Era como si algo hiciera hasta lo imposible para que no lograran llegar a ese lugar. Le sonreí porque realmente había hecho que me olvidara de esas pesadillas y les dejara de dar importancia.
Me había cambiado algo apresurado porque tenía hambre, últimamente siempre tenía. Ni modo, era la nueva realidad. Pero antes de que pudiera acomodarme, Amy venía y se ponía a arreglar mi camiseta mal puesta. Aun en circunstancias como estas se veía que se fijaba en todos los detalles y bueno, se preocupaba de que me viera presentable, aunque fuera para nuestro desayuno de cereal con leche en medio de la carretera desierta. - Gracias. - le murmuré sonriente.
- Vamos bien, es solo que por todos los desvíos que tuvimos que tomar por las carreteras bloqueadas nos terminamos por alejar del destino. Por eso hemos tardado tanto. Ahora. De que vamos en buena dirección, sí. Pues el último letrero que al menos logre ver nos indicaba que íbamos en dirección a Atlanta. Así que vamos bien. - eso a pesar de los tropiezos y que no parecía que lograremos llegar tan pronto como quisiéramos, al menos no habíamos tomado una dirección errónea. - Pues aquí debe de estar cerca el río Chattahoochee, uno de los más importantes. Así que sí, puedes estar tranquila. Estoy seguro de que encontraremos agua. - asegure con firmeza mientras terminaba mi cereal, sintiendo que se había desvanecido demasiado rápido.
- Me parece bien, quizás podemos usar esas latas de conservas que ya se terminaron y usar alguna cuerda o alambre para ponerlo al rededor del área donde establezcamos la caseta. Si llega algo se enredará primero en ellas, hará ruido y nos dará tiempo de reaccionar. Así igual podemos descasar, aunque sea un poquito más. - porque la idea era que ambos pudiéramos estar siempre con fuerzas para salir corriendo si fuera necesario y eso solo se conseguía descansando. ¡Le hice un gesto de sí con la cabeza a lo de esconder el auto, no podíamos perderlo, era lo única con lo que contábamos!
Comenzamos a caminar por entre aquellos árboles, todo se veía calmado y alejado de la civilización. Había un pequeño claro entremedio de ellos, el cual rápido señale. - Ese podría ser un buen lugar para campar. ¿No? - pregunté, tampoco es que soliera ir mucho de acampada. Pronto pude escuchar con claridad el sonido cristalino del agua. Se sentía tan agradable. Detuve a Amy por un momento. -¿Lo oyes? ¿No se escucha bonito? Es el río. - le dije señalando al fondo de los árboles que teníamos en frente. La tomé de la mano y la arrastré conmigo corriendo en un impulso de emoción porque nos comenzaban a salir bien las cosas. Terminando los dos con el agua hasta las rodillas, no avance más porque luego recordé que no podía mojar la ropa limpia. - No nos va tan mal. ¿No? A pesar de todo. - le comenté con una sonrisa en el rostro. Mientras Wanda se había quedado al borde del río velando algunos peses que nadaban cerca de la orilla.
- Lo sé, según pasen el tiempo, pareciera que las cosas no se ponen mejor. Pero quizás sea hasta que al fin encontremos ese dichoso refugio... es que, si no fuera porque han estado tan obstruidas las carreteras y los caminos, ya hubiéramos llegado. - Decía frustrado. Era como si algo hiciera hasta lo imposible para que no lograran llegar a ese lugar. Le sonreí porque realmente había hecho que me olvidara de esas pesadillas y les dejara de dar importancia.
Me había cambiado algo apresurado porque tenía hambre, últimamente siempre tenía. Ni modo, era la nueva realidad. Pero antes de que pudiera acomodarme, Amy venía y se ponía a arreglar mi camiseta mal puesta. Aun en circunstancias como estas se veía que se fijaba en todos los detalles y bueno, se preocupaba de que me viera presentable, aunque fuera para nuestro desayuno de cereal con leche en medio de la carretera desierta. - Gracias. - le murmuré sonriente.
- Vamos bien, es solo que por todos los desvíos que tuvimos que tomar por las carreteras bloqueadas nos terminamos por alejar del destino. Por eso hemos tardado tanto. Ahora. De que vamos en buena dirección, sí. Pues el último letrero que al menos logre ver nos indicaba que íbamos en dirección a Atlanta. Así que vamos bien. - eso a pesar de los tropiezos y que no parecía que lograremos llegar tan pronto como quisiéramos, al menos no habíamos tomado una dirección errónea. - Pues aquí debe de estar cerca el río Chattahoochee, uno de los más importantes. Así que sí, puedes estar tranquila. Estoy seguro de que encontraremos agua. - asegure con firmeza mientras terminaba mi cereal, sintiendo que se había desvanecido demasiado rápido.
- Me parece bien, quizás podemos usar esas latas de conservas que ya se terminaron y usar alguna cuerda o alambre para ponerlo al rededor del área donde establezcamos la caseta. Si llega algo se enredará primero en ellas, hará ruido y nos dará tiempo de reaccionar. Así igual podemos descasar, aunque sea un poquito más. - porque la idea era que ambos pudiéramos estar siempre con fuerzas para salir corriendo si fuera necesario y eso solo se conseguía descansando. ¡Le hice un gesto de sí con la cabeza a lo de esconder el auto, no podíamos perderlo, era lo única con lo que contábamos!
Comenzamos a caminar por entre aquellos árboles, todo se veía calmado y alejado de la civilización. Había un pequeño claro entremedio de ellos, el cual rápido señale. - Ese podría ser un buen lugar para campar. ¿No? - pregunté, tampoco es que soliera ir mucho de acampada. Pronto pude escuchar con claridad el sonido cristalino del agua. Se sentía tan agradable. Detuve a Amy por un momento. -¿Lo oyes? ¿No se escucha bonito? Es el río. - le dije señalando al fondo de los árboles que teníamos en frente. La tomé de la mano y la arrastré conmigo corriendo en un impulso de emoción porque nos comenzaban a salir bien las cosas. Terminando los dos con el agua hasta las rodillas, no avance más porque luego recordé que no podía mojar la ropa limpia. - No nos va tan mal. ¿No? A pesar de todo. - le comenté con una sonrisa en el rostro. Mientras Wanda se había quedado al borde del río velando algunos peses que nadaban cerca de la orilla.
Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬ Carretera, En el auto, sin destino en particular
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4. Aburrido y cansador viaje sin rumbo
Me sentía mucho más tranquila al estar al lado de Ryan. El pelirrojo tenía los conocimientos necesarios de los caminos del país y todo mi nerviosismo se desvanecía al escucharlo. Terminé por asentir en el auto a todo lo que decía, prefiriendo no tener más dudas y solo confiar en él. Podía ayudarlo en manejar el auto para que pudiera descansar y también protegerlo ante los peligros que podrían aproximarse. Ambos lo haríamos.
Que estuviéramos cerca de un río era maravilloso. Cuando ya estuvimos afuera fue agradable contemplar esa sonrisa pícara que se le dibujaba de un modo natural, me parecía un niño travieso y ante todo muy feliz, por eso no quería que lo estuviera pasando mal, realmente Ryan se había convertido un amigo para mi, ya que ni quería pensar en algo más - por muy guapo que estuviera - porque estábamos en una situación de supervivencia y ni siquiera sabíamos sí correríamos suerte.
Sus propuestas y sugerencias eran impresionantes. Abrí mucho más los ojos y asentí repetidas veces. — ¡Es una idea genial, Ryan! ¿Es qué acaso has visto muchas películas o qué? Me encanta que tengas ideas así porque servirá ya que tenemos latas suficientes que se deben ocupar y eso solo nos dará tiempo para organizarnos mejor y después seguir de camino. — No estaba segura si era conveniente andar en auto por los atascos pero era la única manera para no morirnos de hambre a la vez. Ya evaluaríamos luego lo que tendríamos que hacer en el caso sí todas las calles estaban de ese modo.
— A veces creo que los lugares más seguros son en la naturaleza, pero sé terminaría la comida y tendríamos que ir de cualquier forma a la ciudad.— El desayuno se acabo y después de descansar un rato comenzamos a caminar junto a Wanda que iba de las primeras muy contenta, oliendo las plantas o persiguiendo algunos insectos. Fue cuando ambos escuchamos el sonido del agua, la emoción recorrió por todo mi ser y trate de apaciguar mis risas cuando me arrastró con él al correr. Era tan alocado e impulsivo que en esta ocasión también por la emoción ni siquiera lo regañe. — Tienes razón. ¡Ya quiero ver! — Señale a la par con él muy divertida con la situación. Llegamos al río y ni siquiera importó que nos adentráramos al río donde nos mojamos incluso los zapatos. También parte de mi pantalón quedó mojado y empecé a reír.
—Mejor que estemos con zapatos, puede haber una roca filosa. — Dije para arrastrarlo más adentro pues no importaba un poco más de agua. Divertida y sin soltar su mano, comencé a lanzarle agua escuchando los ladridos de Wanda que se nos unía. — ¡Mira hay peces! — No mentía, pero también se dio la oportunidad para lanzarle un buen chorro de agua en la cara.
Hace días que no estaba contenta y preferí disfrutar antes de andar prevenida como siempre lo estaba. — ¡Es lugar perfecto para acampar! — Murmuré cuando me calmé un poco y tomaba un poco de aire. Ya sentía ganas de darme un buen baño y quitarme toda la suciedad y el mal olor que traía encima. Había que acercar el auto, sin embargo, no había nada de malo que siguiéramos disfrutando un rato más. Realmente me sentía esa niña y adolescente que se la pasaba bien con sus padres en esos días de campo o de playa. No estaba con ellos, pero ayudaba demasiado a la vez estar con Ryan.
Que estuviéramos cerca de un río era maravilloso. Cuando ya estuvimos afuera fue agradable contemplar esa sonrisa pícara que se le dibujaba de un modo natural, me parecía un niño travieso y ante todo muy feliz, por eso no quería que lo estuviera pasando mal, realmente Ryan se había convertido un amigo para mi, ya que ni quería pensar en algo más - por muy guapo que estuviera - porque estábamos en una situación de supervivencia y ni siquiera sabíamos sí correríamos suerte.
Sus propuestas y sugerencias eran impresionantes. Abrí mucho más los ojos y asentí repetidas veces. — ¡Es una idea genial, Ryan! ¿Es qué acaso has visto muchas películas o qué? Me encanta que tengas ideas así porque servirá ya que tenemos latas suficientes que se deben ocupar y eso solo nos dará tiempo para organizarnos mejor y después seguir de camino. — No estaba segura si era conveniente andar en auto por los atascos pero era la única manera para no morirnos de hambre a la vez. Ya evaluaríamos luego lo que tendríamos que hacer en el caso sí todas las calles estaban de ese modo.
— A veces creo que los lugares más seguros son en la naturaleza, pero sé terminaría la comida y tendríamos que ir de cualquier forma a la ciudad.— El desayuno se acabo y después de descansar un rato comenzamos a caminar junto a Wanda que iba de las primeras muy contenta, oliendo las plantas o persiguiendo algunos insectos. Fue cuando ambos escuchamos el sonido del agua, la emoción recorrió por todo mi ser y trate de apaciguar mis risas cuando me arrastró con él al correr. Era tan alocado e impulsivo que en esta ocasión también por la emoción ni siquiera lo regañe. — Tienes razón. ¡Ya quiero ver! — Señale a la par con él muy divertida con la situación. Llegamos al río y ni siquiera importó que nos adentráramos al río donde nos mojamos incluso los zapatos. También parte de mi pantalón quedó mojado y empecé a reír.
—Mejor que estemos con zapatos, puede haber una roca filosa. — Dije para arrastrarlo más adentro pues no importaba un poco más de agua. Divertida y sin soltar su mano, comencé a lanzarle agua escuchando los ladridos de Wanda que se nos unía. — ¡Mira hay peces! — No mentía, pero también se dio la oportunidad para lanzarle un buen chorro de agua en la cara.
Hace días que no estaba contenta y preferí disfrutar antes de andar prevenida como siempre lo estaba. — ¡Es lugar perfecto para acampar! — Murmuré cuando me calmé un poco y tomaba un poco de aire. Ya sentía ganas de darme un buen baño y quitarme toda la suciedad y el mal olor que traía encima. Había que acercar el auto, sin embargo, no había nada de malo que siguiéramos disfrutando un rato más. Realmente me sentía esa niña y adolescente que se la pasaba bien con sus padres en esos días de campo o de playa. No estaba con ellos, pero ayudaba demasiado a la vez estar con Ryan.
Amelia C. Robinson ৬ Año 2010 ৬ Al fin un riachuelo
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4. Aburrido y cansador viaje sin rumbo
En mi vida jamás se los jamases, imaginé que ver películas de terror o suspenso me pudiera servir para algo. De veras, jamás lo pensé. Nadie en su sano juicio iba a creer que los muertos se iban a levantar de la tumba y nos querrían devorar de verdad. Ahora, luego de haber presenciado todo esto, si me dicen que los pingüinos vuelan, lo creería con los ojos cerrados y sin pensarlo. - La verdad, tuve un gusto por ellas, en especial de supervivencia. No creí que fueran a servir de algo. Ahora me alegra haberlas visto. - le aseguré. - Sí, claro. Es provincial. Porque realmente quisiera encontrar un lugar mejor. - De seguro en el refugio de FEMA podríamos estar bien, había comida, medicinas, lugar donde dormir, bañarse y sobre todo seguridad. Esa era la mayor de las preocupaciones ahora mismo, el poder estar en un sitio seguro. - En eso tienes razón, la propia naturaleza en sí es un recurso. - por ese lado quizás era mejor un lugar con menos personas. El tiempo nos dirá.
El poder escuchar el sonido del ruido era asombroso. Daba una sensación de calma y de esperanza. No podía evitar emocionarme. Al menos aún con todo lo que pasaba, mal no nos estaba yendo. No por ahora al menos. Así que me invadió la emoción haciendo que me comportara un poco travieso. Era bueno tener, aunque fuera unos pocos momentos de felicidad. Porque no tenemos idea de cuánto tiempo pase hasta que volvamos a sonreír.
Se sentía bien sentir la corriente del agua chocar con las piernas. - Esto es maravilloso. - asegure. Me dejé llevar por Amy para adentrarnos más en el río. Bueno adiós ropa seca. Pero estaba tan divertido devolviéndole el agua que me había lanzado que no le preste atención. Hasta Wanda disfrutaba del agua.
- Oh, tal vez podamos comer carne hoy… - estaba por preguntar si tenía idea de cómo pescar cuando sentí aquel chorro de lleno en mi cara. - Ah, eso fue con la guardia baja. - reclame entre risas lanzándole un poco de agua a la suya. No podía creer que hubiera reído tanto luego de cómo se puso el mundo. - Bien, creo… que iré por jabón. - dije aun poco agitado por aquel juego. Busqué algo de jabón, recordé aquello de no quitarme los zapatos o podríamos cortarnos con algo el pie.
- Bueno, sé que tal vez pueda sonar un poco incómodo. Pero tampoco podemos arriesgarnos. Así que si quieres uno mira para el norte y el otro para el sur. - le sugería. - Cuando estés en fachas decentes me avisas. - Es que sé que a mí me daba igual, pero ella era una chica, y seguro quería privacidad para esas cosas. Y por más linda que fuera no iba a faltarle el respeto, por más tentador que fuera mirar. Al contrario, más bien iba a tener que estar pendiente de que desde mi rango de visión no apareciera ningún difunto con ganas de comer carne fresca y recién limpiada.
Para evitar la incomodidad, aproveché de ahora si preguntar lo de la pesca. - Ah, te iba a preguntar antes de que fuera baleado por el chorro de agua en la cara, sí tienes idea de cómo atrapar un pez. ¿Alguna vez has pescado? - eso nos serviría de mucho.
El poder escuchar el sonido del ruido era asombroso. Daba una sensación de calma y de esperanza. No podía evitar emocionarme. Al menos aún con todo lo que pasaba, mal no nos estaba yendo. No por ahora al menos. Así que me invadió la emoción haciendo que me comportara un poco travieso. Era bueno tener, aunque fuera unos pocos momentos de felicidad. Porque no tenemos idea de cuánto tiempo pase hasta que volvamos a sonreír.
Se sentía bien sentir la corriente del agua chocar con las piernas. - Esto es maravilloso. - asegure. Me dejé llevar por Amy para adentrarnos más en el río. Bueno adiós ropa seca. Pero estaba tan divertido devolviéndole el agua que me había lanzado que no le preste atención. Hasta Wanda disfrutaba del agua.
- Oh, tal vez podamos comer carne hoy… - estaba por preguntar si tenía idea de cómo pescar cuando sentí aquel chorro de lleno en mi cara. - Ah, eso fue con la guardia baja. - reclame entre risas lanzándole un poco de agua a la suya. No podía creer que hubiera reído tanto luego de cómo se puso el mundo. - Bien, creo… que iré por jabón. - dije aun poco agitado por aquel juego. Busqué algo de jabón, recordé aquello de no quitarme los zapatos o podríamos cortarnos con algo el pie.
- Bueno, sé que tal vez pueda sonar un poco incómodo. Pero tampoco podemos arriesgarnos. Así que si quieres uno mira para el norte y el otro para el sur. - le sugería. - Cuando estés en fachas decentes me avisas. - Es que sé que a mí me daba igual, pero ella era una chica, y seguro quería privacidad para esas cosas. Y por más linda que fuera no iba a faltarle el respeto, por más tentador que fuera mirar. Al contrario, más bien iba a tener que estar pendiente de que desde mi rango de visión no apareciera ningún difunto con ganas de comer carne fresca y recién limpiada.
Para evitar la incomodidad, aproveché de ahora si preguntar lo de la pesca. - Ah, te iba a preguntar antes de que fuera baleado por el chorro de agua en la cara, sí tienes idea de cómo atrapar un pez. ¿Alguna vez has pescado? - eso nos serviría de mucho.
Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬ Carretera, En el auto, sin destino en particular
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4. Aburrido y cansador viaje sin rumbo
— A mi me gustaban las series policiales y románticas. En lo único que me siento en ventaja en esto es que sé usar armas — Tuve que reconocer soltando un suspiro aunque representaba una ventaja de igual manera, pues nos íbamos complementando en talento y sería una forma para sobrevivir.—Lo encontraremos, no hay que perder la fé. — Sostuve sus manos y le dediqué una sonrisa. Esto era una situación caótica y realmente esperaba que en Australia todo estuviera normal y que mi madre junto a mi familia no estuviera pasando nada. Ya la imaginaba desesperada tratando de comunicarse y mi celular ni funcionaba ya porque no había electricidad para cargarlo.
—No sé si representa del todo una ventaja depende del sitio e igual podrían llegar los muertos vivientes ¿no? Te juro que me gustaría encontrar a alguien que supiera más al respecto, me siento una completa ignorante, es que no entiendo porque y como paso. — Exclamé, refiriéndonos que estábamos en una clase de cuarentena y si esas cosas nos mordían podíamos convertirnos, era muy posible que pasara cuando había uno y dependía también donde mordía eso lo había visto por mi papá.
Sin embargo, cuando nos escabullimos por ese bosque silencioso nos dimos también cuenta - con las buenas suposiciones de Ryan - que había un río y me sentí la chica más feliz del mundo, hasta comencé a reír como una niña mientras disfrutábamos de un buen momento. Solo comencé a reír al ver como quedaba embetunado de agua en la cara y él se quejaba. — Oye, por cierto, tienes razón que podemos pescar algunos peces, hasta tu lanza puede servir ¿no? — Sugerí con tranquilidad. Algo sabía de pesca pero hace mucho no lo hacía aunque sí haría el intento sí lo pedía.
— Está bien...— Lo esperé mientras me fijaba si habían algunos peces nadando en el río. No logré divisar ninguno porque Ryan llegó demasiado pronto. — Tranquilo, iré tras esas rocas. Tú vigila ¿sí? — Eso sí tenía que voltearse para comenzar a desvestirme, antes tomé el jabón y shampoo que traía contenta de que al fin no me iba a sentir tan sucia, llevaba días de esa forma y era desesperante.— Necesito lavarme como se debe, también deberías hacerlo después— Aconsejé, antes de ir hacia a esa zona de las rocas y ahí comenzaba a desvestirme, la ropa sería la misma no estaba tan sucia porque me la había puesto antes.
Fue como comencé a darme ese breve baño aunque el agua estaba helada, mientras escuchaba su pregunta desde la distancia. — Mi padre cuando niña me enseñó, no recuerdo mucho pero puedo defenderme, insisto que tú uses la lanza aunque no vi ningún pez por ahora. — Y fue en ese momento que algo rozó mi pierna que me hizo gritar del susto y justo como si fuera llamado se trataba de un gordo pez pero era demasiado tarde ya había llamado demasiado la atención con mi grito.
—No sé si representa del todo una ventaja depende del sitio e igual podrían llegar los muertos vivientes ¿no? Te juro que me gustaría encontrar a alguien que supiera más al respecto, me siento una completa ignorante, es que no entiendo porque y como paso. — Exclamé, refiriéndonos que estábamos en una clase de cuarentena y si esas cosas nos mordían podíamos convertirnos, era muy posible que pasara cuando había uno y dependía también donde mordía eso lo había visto por mi papá.
Sin embargo, cuando nos escabullimos por ese bosque silencioso nos dimos también cuenta - con las buenas suposiciones de Ryan - que había un río y me sentí la chica más feliz del mundo, hasta comencé a reír como una niña mientras disfrutábamos de un buen momento. Solo comencé a reír al ver como quedaba embetunado de agua en la cara y él se quejaba. — Oye, por cierto, tienes razón que podemos pescar algunos peces, hasta tu lanza puede servir ¿no? — Sugerí con tranquilidad. Algo sabía de pesca pero hace mucho no lo hacía aunque sí haría el intento sí lo pedía.
— Está bien...— Lo esperé mientras me fijaba si habían algunos peces nadando en el río. No logré divisar ninguno porque Ryan llegó demasiado pronto. — Tranquilo, iré tras esas rocas. Tú vigila ¿sí? — Eso sí tenía que voltearse para comenzar a desvestirme, antes tomé el jabón y shampoo que traía contenta de que al fin no me iba a sentir tan sucia, llevaba días de esa forma y era desesperante.— Necesito lavarme como se debe, también deberías hacerlo después— Aconsejé, antes de ir hacia a esa zona de las rocas y ahí comenzaba a desvestirme, la ropa sería la misma no estaba tan sucia porque me la había puesto antes.
Fue como comencé a darme ese breve baño aunque el agua estaba helada, mientras escuchaba su pregunta desde la distancia. — Mi padre cuando niña me enseñó, no recuerdo mucho pero puedo defenderme, insisto que tú uses la lanza aunque no vi ningún pez por ahora. — Y fue en ese momento que algo rozó mi pierna que me hizo gritar del susto y justo como si fuera llamado se trataba de un gordo pez pero era demasiado tarde ya había llamado demasiado la atención con mi grito.
Amelia C. Robinson ৬ Año 2010 ৬ Al fin un riachuelo
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4. Aburrido y cansador viaje sin rumbo
A veces las cosas que podrían parecer más insignificantes en la vida ahora podían jugar a tu favor. Como eso de las películas y series. Aunque igual nunca es lo mismo, pero es una pequeña ayudita. Nunca está de más. - Oh, las policiacas y románticas… umm interesante. Aunque de las policiacas no me sorprende tanto. - porque claro, era una cadete de la policía. Como no le gustaría. - ¿Entonces eres de las chicas románticas? - pregunté con curiosidad. La verdad es que podría parecer que hoy por hoy no había mucha oportunidad para el romance. Sin embargo, a veces dejábamos de un lado todo lo que nos hacía feliz solo por no sufrir. Pero la pregunta era… ¿Queremos vivir? ¿O estar respirar? Parece lo mismo, pero no lo es.
Tener a alguien que me ayudara a mantener esperanzas, y que al mismo tiempo yo pudiera hacer lo mismo por ella, era lo que lograba que no fuéramos a rendirnos pronto. Amy tenía ese toque dulce que hacía que pudiera ver luz aun con la obscuridad que había. De verdad esperaba poder ayudarla a sentirse así, que sintiera que tenía una mano amiga, un apoyo en medio de este caos. - Sí, la mayoría de las opciones tienen su punto débil… - me quede pensando en lo que decía y luego la mire. - El problema es que los que podrían ser unos “expertos” en estas cosas, la mayoría estaban en el hospital en el área de trastornos mentales o seguro, ya se metieron a su búnker. La mayoría de la gente solía creer que estaban locos y los que lograron comprobar que no lo estaban igual se quedaron algo resentidos con la sociedad. - lo decía porque había visto varios casos llegar al hospital a manos de sus familiares que asumían que todo era por locura. ¿Quién lo iba a decir?
Encontrar el río había sido algo maravilloso, revitalizante. Un momento de alegría y risas después de tanto mal rato. Sentía que nada más con eso, ya sentía que mis ánimos se recargaban. Sin duda era cierto lo que decían que la mejor medicina era la risa. - Oh sí. Es cierto, la lanza servirá. Debo afilar un poco mi vista, pero el agua está clara, así que considero que no sea tan complicado verlos peces. - esto me emocionaba aún más. Comeríamos carne fresca después de semanas. Ya se me hacía agua la boca.
Amelia fue la primera en ir a bañarse, me había girado en lo que se desvestía y se iba detrás de las rocas, pero no había dejado de hablarle. - Bueno, igual ahí me vas enseñando un poquito de como pescaban. ¿No? - miraba hacia el agua, aún no veía los peses. - Esto es raro… o tal vez están escondidos. No quieren que nos los comamos. - comente soltando una risa. Solo que la risa se apagó rápido cuando escuche los gritos de Amy. ¿Qué pensé? Pues en un muerto, así que yo, que ya estaba con mi lanza en mano buscando que pescar, ahora la había levantado y había corrido por toda la orilla hacia detrás de las piedras donde la castaña se bañaba. -Ya voy… - me había quedado mudo por un momento con la lanza alzada. No era mi intención, de verdad no la era. Pero fue inevitable que mis ojos no grabaran esa imagen de Amy completamente desnuda. La verdad era preciosa, y antes de que las babas se me cayera y se volviera aquello más incómodo, baje la lanza y me lleve la mano a los ojos. - Lo siento. Podría jurar que te estaba atacando algo. ¿Por qué gritaste? - cuestione aún con los ojos tapados.
Tener a alguien que me ayudara a mantener esperanzas, y que al mismo tiempo yo pudiera hacer lo mismo por ella, era lo que lograba que no fuéramos a rendirnos pronto. Amy tenía ese toque dulce que hacía que pudiera ver luz aun con la obscuridad que había. De verdad esperaba poder ayudarla a sentirse así, que sintiera que tenía una mano amiga, un apoyo en medio de este caos. - Sí, la mayoría de las opciones tienen su punto débil… - me quede pensando en lo que decía y luego la mire. - El problema es que los que podrían ser unos “expertos” en estas cosas, la mayoría estaban en el hospital en el área de trastornos mentales o seguro, ya se metieron a su búnker. La mayoría de la gente solía creer que estaban locos y los que lograron comprobar que no lo estaban igual se quedaron algo resentidos con la sociedad. - lo decía porque había visto varios casos llegar al hospital a manos de sus familiares que asumían que todo era por locura. ¿Quién lo iba a decir?
Encontrar el río había sido algo maravilloso, revitalizante. Un momento de alegría y risas después de tanto mal rato. Sentía que nada más con eso, ya sentía que mis ánimos se recargaban. Sin duda era cierto lo que decían que la mejor medicina era la risa. - Oh sí. Es cierto, la lanza servirá. Debo afilar un poco mi vista, pero el agua está clara, así que considero que no sea tan complicado verlos peces. - esto me emocionaba aún más. Comeríamos carne fresca después de semanas. Ya se me hacía agua la boca.
Amelia fue la primera en ir a bañarse, me había girado en lo que se desvestía y se iba detrás de las rocas, pero no había dejado de hablarle. - Bueno, igual ahí me vas enseñando un poquito de como pescaban. ¿No? - miraba hacia el agua, aún no veía los peses. - Esto es raro… o tal vez están escondidos. No quieren que nos los comamos. - comente soltando una risa. Solo que la risa se apagó rápido cuando escuche los gritos de Amy. ¿Qué pensé? Pues en un muerto, así que yo, que ya estaba con mi lanza en mano buscando que pescar, ahora la había levantado y había corrido por toda la orilla hacia detrás de las piedras donde la castaña se bañaba. -Ya voy… - me había quedado mudo por un momento con la lanza alzada. No era mi intención, de verdad no la era. Pero fue inevitable que mis ojos no grabaran esa imagen de Amy completamente desnuda. La verdad era preciosa, y antes de que las babas se me cayera y se volviera aquello más incómodo, baje la lanza y me lleve la mano a los ojos. - Lo siento. Podría jurar que te estaba atacando algo. ¿Por qué gritaste? - cuestione aún con los ojos tapados.
Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬ Carretera, En el auto, sin destino en particular
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