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    Alchemist
    Freyja
    Alchemist
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    Sáb Abr 23, 2022 6:25 am
    Recuerdo del primer mensaje :




    El pájaro en el espino
    Marcus & Alice | Continuación Golden Shields | Inspired - Libros (Harry Potter Universe)
    Estaba escrito. Marcus O’Donnell y Alice Gallia estaban predestinados a estar juntos desde antes de nacer, aunque las vicisitudes de la vida y sus familias, les impidieron conocerse hasta llegar a Hogwarts. Desde el primer día, en las barcas, sintieron esa conexión única que acabaría desembocando en la más bella historia de amor, pero hicieron falta siete años de idas y venidas, de heridas tan dolorosas como la pérdida de una madre o la apertura de secretos familiares que podían traer un terremoto a la vida de todo el mundo, para que acabaran juntos y felices.

    Marcus es el primogénito adorado de la importante familia O’Donnell. Criado entre eruditos y con una familia unida, recto, prefecto durante tres cursos completos en Hogwarts, amante de las normas y con una inteligencia privilegiada. Nada haría augurar que acabaría entregando su corazón a Alice Gallia, otra mente brillante de Ravenclaw, pero proveniente de una familia con un pasado turbulento por parte de su madre en América, y mucho menos fan de las normas e inherente al caos. Pero ellos se adoran, las familias han recuperado el vínculo y se apoyan y la alianza O’Donnell-Gallia es un fuerte vínculo que va desde Irlanda a La Provenza.

    Juntos fueron los mejores alumnos de Hogwarts, juntos quieren comerse el mundo y ser alquimistas. Ahora saben que se aman y que quieren estar juntos, pero no todo puede ser tan fácil. Les quedan mucho años de estudio y trabajo por delante para llegar a ser quienes quieren ser, las situaciones familiares no son las ideales y aún quedan temas sin resolver.

    La historia de Marcus y Alice no podía acabarse al salir de Hogwarts, queda mucha alquimia, mundo que recorrer, momentos felices, dramas y mucha mucha alquimia y magia, que es para los que ambos nacieron. Además, aún no se han cumplido las dos profecías: queda una boda con mucho espino blanco y la creación de un nido… La última página está muy lejos de ser escrita, y esto es solo la primera parte.

    AQUÍ COMIENZA ALQUIMIA DE VIDA: PIEDRA, PARTE 1


    Índice de capítulos

    1. La eternidad es nuestra
    2. The birthday boy
    3. Juntos pero no revueltos
    4. Rêve d'un matin d'été
    5. Don't need to go any further
    6. The ghost of the past are the fears of the future
    7. Que alumbra y no quema
    8. Where it's peaceful, where I'm happy, where I'm free
    9. Could you never grow up?
    10. El largo vuelo
    11. Family fights together
    12. The language of facts
    13. El ejército
    14. They made their way
    15. De cara al pasado
    16. Toda la carne en el asador
    17. Con los pies en el suelo
    18. The encounter
    19. Titanium
    20. La bandada
    21. Turmoil
    22. En el ojo del huracán
    23. La mágica familia americana
    24. Vientos de guerra
    25. The hateful heirs
    26. Damocles
    27. Tierra sin ley, odio que ciega
    28. Sueños de paz
    29. Antes de despegar hay que aterrizar
    30. Volar es un pensamiento que no se puede atrapar
    31. El vuelo de las águilas
    32. Como las piedras celtas
    33. Are we out of the Woods?
    34. Bad topic
    35. The date
    36. Furthermore
    37. Sin miedo a la diversión
    Marcus O'Donnell
    Alquimista | Timotheé Chalamet | Freyja
    Alice Gallia
    Alquimista y enfermera | Kaya Scodelario | Ivanka




    Post de rol:


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    Freyja
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    Alchemist
    Freyja
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    Mar Mayo 23, 2023 7:33 am


    Sueños de paz
    Con Alice | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    Puso la mano en los hombros de Dylan, quien aún se encontraba un poco sobrepasado y tímido, pero poco a poco iba vislumbrando su sonrisilla y la emoción en sus ojos. - Tío Frankie, tía Maeve, este es Dylan, mi mejor colega y mi aún mejor cuñado, otro Hufflepuff de corazón. ¡Eh! Mis dos cuñados son de Hufflepuff. - Apuntó, como si acabara de caer ahora. - Dylan, te presento a mis tíos. Frankie es el hermano mayor de la abuela Molly. - ¿¿En serio?? - Preguntó el niño, ilusionado. - ¡Ella habla mucho de sus hermanos! Del mayor, Arnie, que es por el que el padre de Marcus se llama así, y de su hermano mediano que estaba en América. ¡No sabía que era usted! -Los dos mayores rieron con ternura, y a Frankie se le veía levemente emocionado. - ¡Ese soy yo! - Afirmó el hombre, y luego se agachó para ponerse a su altura. - ¿Cómo estás, Dylan? - Preguntó con una sonrisa. Se les notaba que no querían agobiar pero que estaban locos por darle un abrazo. - Mejor desde que han venido a recogerme. ¡He conocido a Fergus y a Maeve! ¡Oh, ahora caigo! ¿Maeve se llama así por usted? - Así es, cariño. - Es verdad que me dijo que su abuela se llamaba Maeve... ¿Mi hermana y Marcus han estado todo este tiempo aquí con vosotros? - Frankie asintió, y Dylan amplió la sonrisa y se echó a sus brazos. - Muchas gracias. Iban a venir de todas formas, si les conozco de algo, y al menos no han estado solos. - Frankie le abrazó con fuerza, mientras Maeve se llevaba una mano al pecho y compartía una mirada con Marcus, tierna por un lado, y por otro... Entendéis nuestra desazón porque un niño así estuviera con esa gente ¿verdad? Pensó con amargura, como si pudiera decírselo con la mirada.

    Habló un poco más con sus tíos y luego divisó a Monica y Howard junto a Alice, así que fue allí a saludar. Marcus se quedó con los mayores. - Es un niño encantador. - Dijo Frankie, y el tono sonó tierno y sincero, pero también significativo. Maeve le miró preocupada. - ¿Cómo le habéis visto? - Marcus soltó aire por la nariz, mirándole a lo lejos. - Muy asustado. - La mujer chistó. - Pobre niño... - Marcus se mordió los labios, mirándole. - Lo pasó muy mal cuando murió su madre, y... tardó en recuperarse. He preferido no decirle nada a Alice porque suficiente tenía con lo que tenía, pero... no he dejado de pensar... ¿Y si esto le deja secuelas? - Frankie le puso una mano en el hombro, mientras miraba al niño también. - Parece un muchacho muy sensible, pero también muy positivo, y ahora se le ve encantado. Tendrá sus miedos... quizás durante un tiempo... Pero esto que habéis hecho por él, y este calor familiar que está recibiendo ahora y que recibirá cuando vuelva a casa, prevalecerá sobre todo. Con el paso de los años, solo será una anécdota en vuestra historia. - Marcus le sonrió con los labios fruncidos, agradecido. Quería creer que sería así.

    Se dirigió él también a Howard y Monica, pero cuando llegó, Alice ya había llevado a Dylan con Nicole y Christopher. ¡Uf, tenía mucha gente a la que saludar y agradecer! Era mucho más difícil de lo que creía lo de las entradas triunfales en situaciones así. - Creo que Aaron está un poco... sin saber qué hacer. - Le chivó Howard en confidencia, después de que se abrazara a ambos y les diera las gracias mil veces (y Monica repitiera otras mil veces lo adorable que era Dylan). - Desde que empezó a llegar gente empezó a camuflarse más y más... y cuando ha llegado Dylan, ha gritado la bienvenida como todos, pero se ha escondido entre la gente. - Marcus asintió. - Voy al rescate. - Pero antes de poder hacerlo, otras dos Aves del Trueno se le habían adelantado y llevaban a Dylan casi en volandas a Merlín sabía dónde. Rio a carcajadas con la escena hasta que su primo le echó encima un discurso. - ¿Yo? - Preguntó con fingida sorpresa. Vaya, como si no estuviera deseando crecerse ante el público...

    Devolvió la mirada a su novia, así como el beso en la mejilla. - A mí también. Fíjate a cuanta gente hemos conseguido unir... Y más que vamos a ser en Navidad en Irlanda. - Dijo entre risas, pero ya le apremiaban para hablar, así que se aclaró la garganta. - Vale, vale, voy... - Respiró hondo. - Gracias. Lo primero de todo. Creo que... entre Alice y yo os lo hemos dicho ya varias veces a cada uno de vosotros, pero... No son suficientes. Nunca van a ser suficientes. - Había conseguido que todo el mundo se mantuviera escuchándole en silencio, y sentía la emoción en el ambiente. - Estos meses han sido... duros. - Afirmó. - Pero jamás imaginamos que conseguiríamos tener una familia como esta. Tener tantas personas luchando por nuestra causa y ayudándonos, escuchándonos cuando estábamos mal y dándonos cariño. La gran mayoría de vosotros ni siquiera nos conocíais de antes y no habéis dudado en hacerlo... Y, de hecho, excepto Aaron, creo que ninguno de los presentes conocía a Dylan. - Sonrió. - Y ahora que sí que le vais a conocer, entenderéis por qué es absolutamente imprescindible en nuestras vidas. - El niño le miraba emocionado, y él devolvía la misma mirada. - Te quiero mucho, colega, te lo he dicho antes. Somos familia. Y esta... esta es nuestra gran familia americana. - Frunció los labios. - Honestamente... no sé si volveremos. Creo que ahora tenemos demasiadas ganas de volver a casa como para pensar en venir aquí otra vez. - Dijo entre risas emocionadas, provocando las de los demás. - Pero este lugar... Este lugar ha sido una bomba de malos recuerdos durante muchos años, y cuando llegamos, pensamos que solo viviríamos hostilidad aquí. Y sí, hemos vivido mucha hostilidad y momentos malos, pero también... os tenemos a vosotros. Eso va a prevalecer siempre. Para nosotros, para siempre, tenemos una familia aquí. Eso no lo vamos a olvidar. - Y ya mejor se callaba porque se le iba a quebrar la voz.

    De hecho, Frankie Junior lo detectó y bramó, vaso en mano. - ¡TRES HURRAS POR EL ALQUIMISTA! - Abrió mucho los ojos, pero no le dio tiempo de parar aquello, porque ya estaban todos diciendo hurras entre risas. Cuando acabaron con él, propuso otro. - ¡TRES HURRAS POR LA TUTORA LEGAL Y HERMANA DEL AÑO! - Eso le sacó una carcajada, pero se unió a los hurras por Alice como el que más. Y no acababa ahí, claro que no. - ¡TRES HURRAS POR EL NIÑO QUE VOLVIÓ A CASA! - Más risas, y más hurras, por supuesto. Y creían que con eso habían acabado... pero no. - ¡¡Y TRES HURRAS POR EL ABOGADO QUE LE HA PATEADO EL CULO A LOS VAN DER LUYDEN!! - ¿Qué? Yo no... - Y a pesar de que Edward intentó sin éxito pararlo, aquello fue un festival de carcajadas y hurras aún más altos que los anteriores, aunque fuera por poner colorado al pobre hombre, que ya no sabía dónde esconderse. - ¡Bueno, que se enfría la carne! ¡Ven, Dylan, que te voy a enseñar cómo funciona el delantal de la vaca! - ¡Papá, deja la vaca tranquila y al pobre chico! Dylan, encantada de conocerte, soy Sophia... - ¡Pero el delantal mola más! - Lo que una madre desea escuchar, que un delantal que muge mola más para un padre que su hija. Dylan, cariño, soy Betty, un placer. - Eh, Sophie. Igual si empiezas a mugir papá te hace más caso. - Idiota. No es necesario que recojas el testigo de Fergus solo porque no está. - ¿Sois los hermanos de Fergus? ¡Le he conocido! - Dylan ya estaba inserto en una conversación con sus primos, y Alice y Marcus miraban la escena conmovidos y entre risas. Pero se había quedado con algo pendiente de hacer.

    Tomó la mano de Alice y se acercó a Aaron, que efectivamente miraba todo desde una posición en segundo plano, bastante camuflado. - Tu primo está un poco solicitado ahora mismo. - Bromeó Marcus, y el otro rio levemente. - Normal... - Respondió con un toque triste, aunque intentando sonreír. - Seguro que le hace mucha ilusión verte. - El otro miró el vaso que tenía en la mano. - ¿Seguro? Yo creo que le voy a destapar todos los malos recuerdos que pueda tener... - Marcus se acercó a él. - Aaron, tu eres más de esta familia que de esa. Y Dylan tiene el don de sentir a la gente. - Hizo un gesto con la cabeza. - Ve a hablar con él. Le va a gustar, créeme. -




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    Alchemist
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    Mar Mayo 23, 2023 1:20 pm


    Sueños de paz
    Con Marcus | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    Asistió al discurso de Marcus con una sonrisa emocionada y orgullosa. Qué suerte tenía de tener esa familia, tanta gente dispuesta a quererles… Pero, sobre todo, qué suerte tenía de que fuera él. De entre todos los hombres del mundo, le había tocado a ella el mejor para ser el amor de su vida, con sus preciosos ojos, su sonrisa indescriptible. Los ojos se le llenaron de lágrimas y se llevó una mano al pecho cuando le oyó decir que aquellos meses habían sido duros… Sí, sí que lo habían sido, pero tenían el final feliz que esperaban, que habían ansiado y buscado. ¿Volverían a América? Alice suspiró y miró a su alrededor. No querría dejar de ver a Frankie y Maeve para siempre, no volver nunca a una barbacoa… Y miró a Dylan. ¿Lograría curarse todos lo suficiente? ¿Ver Nueva York y América con otros ojos? Quizá el punto intermedio era… Long Island. Lo mejor de América estaba allí, no tenían por qué ver lo demás para nada. Dylan echaría de menos a Maeve sobre todo si no volvían a verse… Así que estaba segura de que lo agradecería.

    Frankie la sacó de sus pensamientos y la hizo reír a carcajadas con sus hurras, sintiéndose en casa de golpe, con tantas tonterías y barrabasadas, los discursos, el jardín… Sí, quizá no podían perdonar a América, pero su gran familia americana, como decía Marcus, siempre estaría allí, y sabrían hacerles sentir lo que sentían en ese momento. Jaleó cuando aludieron a Rylance y dio saltitos en su sitio. — ¡Y bien pateado! ¡Por eso molamos los Ravenclaws sabelotodos! — Dijo, ya muy venida arriba, mientras Rylance se ponía muy muy rojo y Nikki reía tras la copa que se llevaba a los labios. Aprovechó que se llevaban a Dylan hacia la familia de Jason para hablar con el abogado. — Eres un abogado fantástico. Mi mejor amiga va a ser abogada, pero dudo que nunca la considere más grande de lo que te considero a ti. — Le dijo en voz un poco más baja. El hombre seguía muy rojo, pero le sonrió con dulzura. — Para esto me hice abogado. Y eres muy bueno en ello, créeme. Pero eres aún mejor persona. — Miró a su alrededor. — Y aquí hay un montón de gente que no lo va a olvidar nunca. — Pero ahora había otra parte que la necesitaba ahora mismo, y en cuanto Marcus se lo hizo notar, se fue junto a su novio a buscarla.

    Ahora que conocía en su totalidad el entorno y el contexto de Aaron, entendía esa inseguridad y ese toque de víctima que antes le desesperaba, y ahora entendía totalmente. — Aaron, mi hermano es puro, te lo aseguro. Nunca te culparía a ti de nada. — Le estrechó el brazo. — Y es posible que ahora… Tú seas el que mejor pueda entenderle de esta casa. — Le hizo un gesto a su hermano, que estaba disfrutando a tope de la vorágine Lacey, para que se acercara. En cuanto Dylan vio a Aaron de lejos, llegó corriendo a abrazarlo y el chico correspondió emocionado. Se quedaron callados, así abrazados, y Alice entendió que estaba pensando y dejando que Aaron le leyera la mente, porque a veces Aaron le estrechaba más, o Dylan asentía. Entre ellos se entendían. A su hermano siempre le había costado hablar, y a lo mejor había cosas que aún no quería verbalizar, pero que Aaron sí que podía entender. Finalmente se separaron y le tomó de las mejillas. — Allá donde me vaya, voy a recordar lo que es una familia gracias a todos vosotros. — Les miró con los ojos vidriosos. — Y dejaré de ser la víctima para ser el que maneja su vida. — Revolvió los rizos de su hermano. — Como Dylan. Veré el bien en todo el mundo. — ¡Eh! O’Donnell-Gallias, que hay que comer. — Llamó Sophie, y fueron a sentarse.

    De repente, se vio en la misma posición que cuando comió allí por primera vez. Con Sophie a un lado y Marcus y Sandy al otro, solo que ahora, en medio, estaba Dylan, y pensó en su inmensa suerte, en cómo habían llegado hasta allí. Y entonces decidió recordar una cosa que en su día le divirtió mucho. — Dylan, ellas son Saorsie y Ada, las hermanas de Maeve. ¡Hala que guay! ¡Hola! — Ellas saben hacer unos concursos de hamburguesas fantásticos, déjales que te hagan un par. — Ella miró divertida a Howard y Monica. — Y como yo ya me siento un poquito Lacey… Me pido hacérselas a Howard y Monica, a ver quién lo hace mejor. Yo me pido a Rylance, que me ha representado y todo eso, qué menos. Y también me siento un poco Lacey.— Se animó Aaron. — Miró a su novio de reojo y dijo. — Igual hay algún Ravenclaw por aquí que no se atreve a competir con sus primas y conmigo… — Frankie Junior empezó a hacer ruidos. — Uhhhhhh a alguien le están llamando poco Lacey...





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    Alchemist
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    Mar Mayo 23, 2023 2:08 pm


    Sueños de paz
    Con Alice | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    En cuanto Dylan detectó a Aaron corrió hacia él, y ambos se quedaron simplemente abrazados, en un extraño silencio... que Marcus comprendió al punto a qué se debía. Sonrió débilmente y apretó la mano de Alice, mirándola con cariño. Aquella maldita situación... había traído eso consigo. Habían conseguido rescatar a dos personas en esos meses. - Y ahora es todo un domador de dragones. Dile que te lo cuente. - Bromeó, haciendo a Aaron reír y a Dylan mirar al chico con mirada intrigada. Pero Sophia les estaba llamando para comer, y ciertamente a Marcus ya le rugía el estómago, entre tanta felicidad, las horas que le separaban desde el desayuno y ese olorcillo tan bueno a barbacoa.

    Dylan se sentó entre Alice y él, como solía hacer, con lo cual Marcus estaba encantado, mucho le habían echado de menos. - Yo con mi primo favorito. - Dijo Sandy, poniéndole una sonrisa encantadora y enganchándose de su brazo a pesar de estar los dos ya sentados. Marcus rio. - No voy a negar que tu desparpajo con el teléfono nos vino muy bien para soltarnos. - ¿Sí? - Dijo la chica, encantada, con una risa. - Eso, tú dale cuerda. - Oyó murmurar a Sophia, pero Betty rápidamente le dio un toque en la mano con mirada intensa. Sí, se la había oído perfectamente, pero Sandy o bien estaba tan en lo suyo que no la había escuchado o bien la había ignorado deliberadamente.

    Estaba de tan buen humor, y le gustaba tanto el rollito de la labia, que no le hubiera importado en absoluto seguir en aquel diálogo banal con Sandy. Para disgusto de su prima, sin embargo, fue reclamado no solo por su novia, sino por su primo Frankie. Retado, más bien. - ¿Perdón? - Preguntó entre risas sarcásticas, y luego miró a Alice. - Señorita tutora legal, ¿es consciente de que se está metiendo en mi terreno? - Bromeó, picando a su novia. Los "uuuuh" divertidos crecieron. - ¡Eso, eso, chica de las plantitas! ¡Que las hamburguesas no salen de los árboles! - ¿Se puede saber en qué bando estás tú? - Le preguntó Sophia a su hermano, a lo que Frankie se encogió de hombros. - En el de echar leña al fuego. Es divertido. - La chica rodó los ojos, pero Dylan estaba muerto de risa, y Marcus encantado con todo aquello, así que se puso de pie. - Lo siento, Howard, Monica. Alice Gallia me ha tomado la delantera porque le encanta llegar antes que yo a todo. - Puede que hubiera lanzado un tonito velado en eso, sin perder la sonrisilla. Ah, es que hacía tanto que no tonteaba con ella... - Así que las hamburguesas ganadoras no van a ser para vosotros. - ¡Van a ser para Dylan porque la voy a hacer yo! - ¡Y yo! - ¡Tú no! - ¡Ha dicho las dos! - En apenas un segundo había generado una disputa sin querer entre Saoirse y Ada que, afortunadamente, su madre palió rápido con un par de palabras muy Hufflepuff que Dylan adornó con más palabras Hufflepuff, por lo que él pudo seguir a lo suyo.

    - Yo. - Dijo muy puesto, dirigiéndose hacia donde estaban los ingredientes, bajo las risillas y miradas de todos, que estaban entregadísimos a la apuesta improvisada. - Le voy a hacer la hamburguesa a los otros héroes de esta historia. - Se giró hacia ellos, con una mano en el pecho. - Señorita Guarini, señor Wren. - Ay, que me muero con esto. - Interrumpió la mujer. El hombre estaba poniendo expresión de no estar enterándose muy bien de lo que estaba pasando. - Les ruego me concedan el honor de agasajarles con unas hamburguesas personalizadas. - Oh, qué amable, hijo. - Contestó el hombre, educado, mientras Nikki reía a carcajadas y se reclinaba en la silla. - Una no nació marquesa pero casi, así que me dejo servir encantada. - Y Marcus no necesitaba más, así que, muy altivo, se dispuso a preparar las hamburguesas.

    Por supuesto, una vez hechas tenía que anunciarlas a bombo y platillo. - Para la señorita. - Le sirvió el plato con exagerada elegancia. - Por sus raíces italianas he decidido añadir un queso cremoso. Por ese toque divertido, cebolla crujiente. Y, por ser la gran belleza que es... - ¡Oy! ¿Te puedo adoptar? - Un leve toque de salsa picante. - ¡Uy, picantísima soy, cómo me has calado! - Lo peor que se le podía dar a Marcus era a una persona que le seguía el rollo absolutamente. Le entregó su plato a Christopher. - Señor Wren, esta es una de mis combinaciones favoritas. Una carne justo en su punto, con dos rodajas perfectas de tomate, lechuga por encima y el equilibrio perfecto entre kétchup, mayonesa y mostaza. ¡Todo un clásico! -- Te ha llamado viejo. - Comentó Nikki como si tal cosa, mirando y masticando su hamburguesa, antes de decir. - ¡Hm! ¡Qué mezcla más buena! Me encanta, Marcus. Eres un genio de las hamburguesas. - ¡¡Eso lo ha heredado de mí!! - Bramó Jason, y Shannon le miró con el ceño fruncido. La mujer entreabrió los labios, pero Dan dijo. - No... Da igual... - Con resignación, haciendo que Marcus tuviera que aguantarse la risa. Ella se encogió de hombros y siguió comiendo, con cara de "pues también es verdad, qué necesidad hay de quitarle la ilusión y generar un conflicto". - ¡Es perfecta! ¿Cómo has sabido lo que me gustaba? - Dijo el señor Wren, ciertamente alucinado. Marcus hizo una caída de ojos. - Unas tienen un don para las plantas... otros para la comida. - Más "uuuuh" divertidos. - Oye, que igual ese tomate y esa lechuga los ha cultivado ella, no te columpies. - Aportó Frankie Junior, lo que sacó las risas de todos. Sophia, con una sonrisilla, se reclinó en su asiento con los brazos cruzados y dijo. - Pues a ver a qué juez imparcial elegís ahora para determinar al ganador. -




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    Miér Mayo 24, 2023 3:22 am


    Sueños de paz
    Con Marcus | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    Puso una sonrisa de superioridad cuando Marcus entró con todas las de la ley a su pique, y le sacó la lengua a Frankie. Pero notó una bandada entera de mariposas en el estómago, una que le resultaba muy familiar, cuando Marcus le dijo eso a Monica y Howard. Entornó la mirada hacia él y… Mierda. Hermana, qué nerviosa te has puesto. — Claro, ya volvía a tener a su patito haciendo las dos cosas que mejor se le daba hacer: pegarse a ella y airear sus sentimientos con prontitud y sencillez. Monica se rio. — Definitivamente, quiero quedármelo y saber de qué va esto. — Dijo señalándoles. Alice frunció una sonrisa. — Antigua señorita Fender, ¿qué decía usted que hacía mejor que el cuadro de la Dama de las Violetas? — Howard se rio por lo bajini y se puso muy rojo, mientras que la mujer ponía una sonrisa de superioridad. — Porque está vuestra respetable familia delante, que si no… — No, no, señora Graves, aquí no tenemos nada de respetables. — Saltó Frankie, echando más leña al fuego. — Si me vuelves a llamar así, la famosa hamburguesa de Gal no la pruebo porque acaba en tu cara. Tengo prácticamente tu edad. Bueno eso no es… — Empezó Howard, pero Monica le miró y reculó. — Del todo incorrecto, cariño, efectivamente. — Y de nuevo las risas incontrolables. Le parecía estar en un sueño.

    Nikki estaba metida de lleno en el concurso, y Alice miró con cariño al pobre señor Wren que no parecía estar enterándose del todo del asunto. Ella, por su parte, se dedicó a hacer unas mezclas un poco rarunas, pero que confiaba en que saldrían bien, porque tenía que destacarse sobre las demás. Controló que Saorsie y Ada no estaban matándose, y vio que su hermano había controlado la situación a base de ser muy Hufflepuff y ahora estaban compartiendo una hamburguesa los tres.

    Escuchó el discursito de su novio y entornó los ojos. — Menudo encantador de serpientes es… — Dejó caer, mientras veía relamerse a ambos agasajados. Y hacía como que estaba picada, pero lo que estaba era arrobada por su novio, porque estaba siendo él plenamente, con aquella labia, con sus concursos… El Marcus del que llevaba enamorada siete años, del que se sentía orgullosa y que había echado tanto de menos esos últimos meses. — No, no los he cultivado yo, listillo, pero sigue así y te vuelvo a poner a cavar parterres. — Le dejó caer a Frankie, mientras le llevaba las hamburguesas a los otros dos. — La de mi prefecto. — Dijo poniéndola frente a él. — Que es carne también al punto, pero con queso de cabra y miel, que sé que puede parecer muy raruno, pero es que mi prefecto siempre ha sido tradicional y dulce, pero cuando lo conoces en profundidad, te das cuenta de que lo suyo son las combinaciones que parecen raras pero que funcionan perfectamente. — Y le guiñó un ojo. Howard rio y la probó, abriendo mucho los ojos. — Pues no las tenía todas conmigo pero, efectivamente, es la combinación ganadora, Gal. — Ella puso una sonrisita de superioridad copiada de Marcus. — Te pasa siempre, Howard. Pero siempre tiene final feliz. — Dijo mirando a Monica y dejándole la hamburguesa delante. — Esta para ti, no-señora-Graves. — Uuuuhhhh ¿y qué lleva la mía? — Carne chamuscadita por fuera. — Ay, yo había apartado esas porque me he liado un poco antes… — Dijo Jason rascándose la nuca. — No, no, está bien, a mí me encanta así. — Replicó Monica. — Claro. Y le he puesto cebolla morada, que ya cocinada, se parece a como tenía el pelo esta señora cuando la conocí, y… Jalapeños. — ¡Alice, pero eso pica muchísimo! — Dijo Maeve. — ¡Jojojo! Cómo sabe la criaja esta lo que me gusta. No se preocupe, señora Lacey, que si me empiezo a morir de picor, mi marido actúa. — ¿YOO? — Preguntó Howard en pánico, pero su mujer ya había mordido la hamburguesa, y continuaba con fruición. — No habla, pero yo diría que he triunfado. — Dijo, mirando con pique a Marcus.

    Efectivamente, lo difícil era escoger un juez, y Rylance carraspeó. — Bueno, si vale la opinión de un humilde letrado, yo no creo que pueda haber una hamburguesa más rica que esta. No, eso no se vale. — Declaró Frankie. — Bueno yo… Diría que soy bastante imparcial. — Dijo tímidamente Dan. — Venga, y yo te ayudo. Todo el mundo aquí sabe que tengo un gusto exquisito. — Lo último que se esperaba era ver al médico y al broker de Wall Street entrando en la pantomima, pero ahí estaban, pasándose por los sitios y probando bocados de cada una. Se notaba que estaban todos demasiado contentos como para no entrar a todas y cada una de las tonterías que se les ocurrían. Aunque cuando llegaron a la de Monica ambos declinaron probarla, a lo que ella negó con la cabeza. — Aficionados… — Replicó ella, mientras seguía comiendo. Alice se acercó a su novio mientras esperaban el veredicto y dijo. — Sí que me gusta ganarte… — Como que iba a dejar aquello en el aire. — Pero también me gusta verte ganar. Te pones más guapo aún, si es que eso era posible. — Había echado tanto de menos eso… Que ahora prácticamente sentía la felicidad correrle por las venas.






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    Miér Mayo 24, 2023 9:14 am


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    Con Alice | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    Mientras estaba muy solemnemente colocado junto a Nicole y Christopher, atendía mirando de soslayo la presentación de las hamburguesas de Alice... y trataba de disimular lo máximo posible que le hubiera encantado ser él quien le diera las hamburguesas a su prefecto y esposa, pero bueno. Lo de la cebolla morada le hizo reír entre dientes, y siguió atendiendo al discurso, con los ojos entornados y una sonrisilla inevitable. - Qué bonito es el amor, ¿no es cierto, Chris? - Dijo con tonito evidente Nicole, lo que le hizo aclararse la garganta y recomponerse. Más por perder la cara de tonto que debería tener, y la obnubilación, porque él defendía su amor a capa y espada. - Lo mío es amor profundo y real, Nicole. Es la mujer de mi vida. - A Marcus no hacía falta tirarle mucho de la lengua para que se viniera arriba. Los dos le miraron con ternura. - No nos cabía duda. Janet cruzó el charco por amor... y tú también. - Eso le hizo temblar la fachada y le emocionó, pero les devolvió una sonrisa agradecida.

    Devolvió la mirada a su novia cuando le picó, y entrecerró los ojos, diciendo en voz alta. - Ya lo veremos... - Y solo gesticulando con los labios "princesa", para que quedara entre ellos. Esos meses parecían haber sido un paréntesis muy largo que se había cerrado, y por fin estaban en el punto donde se quedaron, donde siempre debieron estar. Estaba aún perdido en miraditas con Alice cuando Rylance se ofreció como juez. Se giró hacia él. - ¡No puede ser juez un participante! - Se irguió. - Y de serlo, creo que lo más conveniente, por su estatus, y su conocimiento sobre comida local al ser puramente americano, sería que el señor Christopher Wren... - BUUUUUU. - Le abucheó Monica, lo que hizo que la mirara con los ojos muy abiertos. La chica se cruzó de brazos. - Te creía más legal, mini Graves. - ¡La mejor es la nuestra! - Gritó Saoirse, con esa cara de diablilla que tenía siempre. - Seguro que sí. - Dijo Howard, entre risas y tan paternal como siempre. - Pero necesitamos completar el podio. - Y guiñó un ojo al resto.

    La gran sorpresa vino por parte de Dan y George. Marcus sonrió con ilusión: pocas cosas que le gustaran más que ver a todo el mundo colaborando en su ficcioncita. Volvió a aclararse la garganta. - Dylan, por si aún no te los presenté: Daniel Parker, el médico de este familia, una mente inteligente, otro Ravenclaw de corazón, Serpiente cornuda en este caso; y George Lacey, sin cuya inestimable ayuda nos hubiera sido mucho más difícil volver a tenerte con nosotros, un corazón de oro irlandés. - ¡Que dejes de comprar a la gente, tío! - Dijo Frankie entre risas, tirándole por los aires la estrategia, mientras Monica le miraba cruzada de brazos y negaba con la cabeza y la boca abierta. - ¡Ojo con el sibilino! No tenías tanta rama Slytherin cuando te conocí. - Bueno, siempre se le dio muy bien convencer. - Dijo Howard, riendo por lo bajo. Marcus frunció los labios y miró a Alice. - Estás poniendo a mis referentes infantiles en mi contra. Eso no está bonito. - Oooh. - Se enterneció Howard, pero Monica le dio en el brazo. - Déjate de "oooh", que nos sigue intentando manipular. -

    Alzó la cabeza, sintiéndose ganador, cuando ambos hombres ni siquiera se pararon a probar la hamburguesa de Monica. Estaría más competitivo si no fuera porque su competidora directa era Alice, quien se acercó y ya fue a tirarle todas las defensas al suelo, como siempre. Se giró hacia ella con su sonrisita encantadora. - Ah ¿sí? - Chasqueó la lengua. - Tú es que estás preciosa siempre. Me pasa como con las hamburguesas... me cuesta elegir. - Se encogió de hombros. - No podría ser un juez imparcial. - ¡Tenemos un veredicto! - Clamó Dan, muy contento. Veía a George con una sonrisilla entre dientes. El primero se aclaró la garganta y fue a hablar, pero antes de hacerlo, interrumpió Jason. - ¿¿Le veis ahora?? ¡Cuando yo le conocí casi no le salía la voz del cuerpo! Y estaba todo el tiempo: "noooo Jason, no es necesario hacer espectáculos públicos". - Mejor no recordemos ciertos pasajes... - Murmuró Betty, aunque sonriente, provocando risitas a su alrededor. Dan suspiró. - Es cierto, antes hablaba menos. Supervivencia, lo llaman. E igualm... - ¡¡MUCHO MENOS!! Si además yo... - ¡Jason! Que no le dejas hablar. - Le paró Shannon, a lo que Dan señaló con obviedad, pero no podían dejar de reír con la escena.

    - Como iba diciendo. - Retomó el médico, y luego miró a las dos niñas. - Quitando la de mis niñas, que está excepcionalmente deliciosa. - Dijo con obviedad, haciendo que Saoirse se inflara de orgullo y Ada diera aplausitos felices. - ¿Has oído, Dylan? Te hemos hecho la mejor. - Tanto George como yo coincidimos en que hay una clara ganadora. - Marcus, erguido y con las manos entrelazadas ante el regazo, se mojó los labios y miró de reojo a Alice, provocador, evidenciando con su fachada que estaba segurísimo de que iba a ganar él. - Y esa hamburguesa es... - ¡PRRRRRRRRRRRRRRRRRR! - Bramó Jason, a lo que añadió, casi indignado. - ¡¡Pero Georgie!! ¡Tienes que hacer redoble de tambores! - El hombre suspiró, con los ojos levemente entronados. Sacó la varita y, con un movimiento circular, sonó efectivamente un redoble de tambores muy elegante, que no convenció a Jason por la falta de espectacularidad. Cuando Dan hizo un gesto con la mano, detuvo el ruido y el primero anunció. - ¡La hamburguesa del señor Aaron McGrath! - ¡¡Toma!! - Celebró el chico, ciertamente ilusionado. Marcus había dejado caer la mandíbula. ¿¿Cómo que Aaron?? Ni había contado con esa posibilidad. Edward, mientras masticaba, se encogió de hombros con obviedad y, cuando pudo hablar, dijo. - Yo dije imparcialmente que era la mejor... - Nicole emitió un ruidito. - Bueno... no has probado la mía. - Desde su lugar, hizo un gesto con la mano de la hamburguesa. - ¿Quieres? - Edward, que estaba a medio camino de otro bocado, se había quedado cómicamente colgelado en el sitio. Marcus chasqueó la lengua y le dijo a Alice. - La suerte de los Gryffindors... -    




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    Con Marcus | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    Se tuvo que reír con las loas de su novio, y cómo Monica le recalcaba la vena Slytherin. — Claro que eso es lo que le gusta a esta, precisamente… — Dijo señalándola con el pulgar, y Alice se puso muy roja, pero Nikki se rio con ganas. — Te han pillado, Alice, la verdad… Admítelo. — Y decidió reírse porque, ay, si ellas supieran… Se limitaría a aceptar los piropos de su novio y simplemente disfrutar del numerito, porque con Jason te tenías que reír.

    Sonrió con dulzura por el elogio de Dan a la hamburguesa de sus niñas y esperó con ansia, como si se jugara algo, el veredicto. Se inclinó a la mesa y acompañó los tambores de Jason con las manos, a lo que Sophia entornó los ojos y negó, aunque con una sonrisa. — Pero no le des alas, Alice. — Y, cuando por fin lo dijeron, miró a Aaron abriendo mucho la boca y los ojos. — ¡No veas el talento oculto de McGrath! — Su primo se señaló a sí mismo y asintió. — A ver que yo también soy americano… — Miró al más mayor de la mesa y dijo. — Y llevo un mes y medio con Frankie aquí, aprendiendo del mejor. — Lo cual se acompañó de un “awwww” por parte de todos, y los ojos vidriosos del mencionado, que abría el grifo sin ningún problema. Ella se inclinó hacia Marcus y sonrió a sus palabras. — Eso es un Gryffindor, sí señor. — Señaló a Rylance. — Y eso un Ravenclaw, que sabía que tenía la mano ganadora pero no hizo nada, sabiendo que acabaría cayendo por su propio peso. — Alzó una ceja viendo la escena con Nikki y se rio por lo bajo, antes de susurrar. — Y eso es una Gryffindor demasiado arrolladora para un Ravenclaw que siempre lleva una corbata de emergencia… — Ladeó la cabeza. — Aunque… ¿Quién hubiera dicho que la miel pegaba en la hamburguesa? Y mira… — Y entre risas, se sentaron de nuevo en sus sitios.

    ¡Oy! Mira los dos tortolitos. — Dijo Betty, viéndoles tan mimosos. — Bueno, es que ellos suelen ser así siempre. No sé que habréis visto, pero suelen estar pegados como los erizos a las rocas. — Dijo Dylan, y ella le dio un empujoncito. — Mi primo tan sincero como siempre. Sí, no estáis acostumbrados a los edulcorados Marcus y Alice. — Ella les miró con cara de ofensa. — Pero bueno… — Y lo que les costó, vaya… — Siguió Dylan. Sandy se inclinó hacia él. — ¿De verdad, cariño? Esa historia no la sé yo. — Su hermano se volvió entusiasmado. — ¿Puedo contarlo, hermana? — Alice resopló. — A ver qué cuentas tú. — Cómo tú suspirabas todo el rato por el colega, y no callabas y ya mamá no sabía cómo decirte que no fueras tan pesada, y cómo el colega siempre iba detrás de ti en plan “Alice pero no te metas en líos” y cada vez que le vacilaban, decía así con una voz muy chillona “PERO SI ES MI AMIGA”. — Maeve se inclinó hacia la mesa y se apoyó en la mano. — Uy uy uy, yo quiero más. — ¡Sí! Pues espera que os cuente cuando se pelearon y Hogwarts no era lo suficientemente grande para los dos… Y ellos en plan “cuando crezcas lo entenderás, Dylan, no es tan fácil”. Y yo como “pues ya lo entiendo, no soy tonto, los tontos sois vosotros, en todo caso”. — ¿Y cómo se declaró al final? — Intervino Frankie Junior. — YO ME DECLARÉ PONIENDO UN MONTÓN DE LIBROS EN… — Jason… — Advirtió su mujer. — Perdón, perdón. — Pues… ¿Sabéis lo que es la Sala de los Menesteres? — Empezó ella. — Uy… — Maeve y Frankie, que eran los únicos de Hogwarts, se rieron por lo bajo. Alice aclaró. — Es una sala que se convierte en lo que necesites. ¿Cómo lo que necesites? — Preguntó Betty abriendo mucho los ojos. — ¿Puedes pedir lo que sea? — ¿Y cuáles son los límites? — Preguntaron respectivamente Junior y Sophia, dejando clara la personalidad y la casa de cada uno. Alice rio. — Pues… No los tengo muy claros. El caso es que Marcus pensó en todos los lugares donde debió decirme que me quería, y aparecieron como en una casa circular… Y me lo pidió allí. — ¡Oy por Dios! — Dijo Sandy con un gritito. — Mira que me han pedido hasta matrimonio, pero nunca nada tan bonito. — ¿Te han pedido matrimonio, hija? — Preguntó Maeve. — Dos veces ya, abu, pero es que… Bueno, ya sabes, hombres… Se rechaza y ya está. Nunca sabes como puede acabar una buena fiesta. Sin una de esas nos hemos quedado. — Señaló, por sorpresa Aaron. — Bueno, yo, quiero decir, aquí los tortolitos se fueron una noche de farra a Nueva York. — Alice ladeó un poco la sonrisa. — Bueno no te creas que desfasamos muchísimo. No de fiesta al menos, si en la fiesta no duramos casi, pensó para sí. — No sé yo si repetiría...Lo de la discoteca, dijo para sus adentros, mirando a Marcus de reojo con cierta picardía. Ay, qué meses más malos.





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    Jue Mayo 25, 2023 2:22 pm


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    Con Alice | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    Rio con los muy acertados comentarios de Alice y se sentó de nuevo. - Yo estoy segura de que la tuya era la mejor. - Le dijo Sandy, haciendo luego una floritura con la mano. - A mí también me pega el toque picante... - Sin embargo, los comentarios de Betty y esa manera tan directa de delatarle de Dylan le hicieron centrar la atención en esa conversación. Se mojó lentamente los labios y entrelazó las manos, mirando al niño. - Colega... - Dijo con un cómico tono de advertencia, a lo que el niño se encogió de hombros con cara de angelito. Alzó las manos para defenderse. - Eh, que yo siempre soy romántico con mi novia, ¿cómo voy a estar al lado de ella sin serlo? ¿La habéis visto? - Bajó las manos. - Lo que pasa es que estos días he estado muy concentrado... - Nada, nadie le estaba haciendo caso. El foco de atención era Dylan.

    A la pregunta de si podía contarlo, pensó que Alice diría claramente "no", pero le dejó hacerlo, y Marcus la miró con los ojos muy abiertos y expresión de obviedad. Ah, genial, a ver cómo y qué contaba, les iba a dejar totalmente en evidencia. Bueno, ni que él no tuviera práctica en defenderse de acusaciones retorcidas contra su persona. - No discuto la primera parte de la historia pero debo precisar que yo nunca he tenido esa voz. - El tío Frankie soltó una carcajada. - Hijo, todos hemos tenido alguna vez esa voz. Además, parece que estoy escuchando a mi sobrino Arnold. - Marcus se puso bien puesto. - Muy orgulloso de parecerme muchísimo, en la mayoría de las cosas, a mi padre. Sin embargo, mi madre me dotó de una elegancia en la comunicación... - ¡Hablaba totalmente así! - Bramó Jason, entre risas. - ¡No me acordaba! - ¡Eh! No te metas con el primo Arnie, que hablaba súper bien. - Jason hizo una pedorreta. - Tú es que estabas coladita por él. - Se oyeron varias exclamaciones aspirabas en lo que Shannon se esforzaba en desmentir, pero por desgracia para él el tema no se desvió tanto como pudiera parecer.

    Rodó los ojos. - Estas demostrando que claramente no lo entiendes. - Dijo, incisivo y mirándole, pero nada frenaba al niño de seguir, ni a su familia de preguntar. Al menos la parte de la declaración iba a narrarla Alice y eso seguro que jugaba en su favor. Cuando lo narró, apretó la mano de su novia, sonriendo. Iba a soltar una de las suyas cuando su prima dijo algo que provocó que la mirara inmediatamente. - ¿Cómo que matrimonio? - Espera, ¿en plan oficial? A ver, él le había dicho a Alice que quería casarse con ella, quizás se refería a eso... Pero Sandy, hasta donde él sabía, no tenía novio... Se le rompería el corazón si él, diciéndole y creyendo firmemente que quería casarse con Alice, ella le dejaba, cuanto menos si ya le había hecho una pedida formal. Pero algo le decía que lo de su prima no iba por ahí... O que los chicos que se le habían declarado no tenían sus ideas y sentimientos tan férreos como él... O quizás ella estaba siendo cruel. Quería pensar que no sería eso último.

    Parpadeó. Eso de "se rechaza y ya está", desde luego, no ayudaba a su teoría. Al menos Aaron recondujo el tema, si bien él aún se estaba recuperando de semejantes declaraciones. - ¡Eh! - Se defendió. - Necesitábamos que nos diera un poco el aire. Han sido unos meses muy duros. - A mí me parece genial, colega. Ya que estabais aquí... - Dijo Dylan, comiendo hamburguesa tan tranquilo, como si no hubiera sido él el que se hubiera pasado meses bajo la tutela de unos desconocidos hostiles. Eso sí, Marcus tenía que trabajarse seriamente lo de disimular en situaciones cotidianas, porque cuando Alice dijo que "no desfasaron muchísimo", la miró con una ceja arqueada. Se dio cuenta al momento de lo delator de su expresión, pero no le dio tiempo a volver a la comida sin ser pillado. - Uuuh la cara que ha puesto ese. - Se hizo el ignorante, mirando a Frankie como si se hubiera perdido en de qué hablaban, mientras se refugiaba en masticar la carne de la alita que acababa de tomar como excusa. Pero por supuesto su novia, como su hermano, con esa bendita genética que tenían, no se podía callar, y tuvo que añadir ese último comentario con miradita incluida que a él le pilló comiendo, y tuvo que agachar mucho la cabeza porque se le iba a notar MUCHO como devolviera esa mirada. Que solo de acordarse... Vaya escalofríos por el cuerpo. Y eso que no se sentía especialmente orgulloso de ciertos procedimientos.

    - No se hable más. - Dictaminó Sandy, moviendo el tenedor de la ensalada en una floritura. - Conozco lugares superexclusivos. - No necesitamos gastarnos cien dólares en una copa. - Dijo Sophia, irónica. Sandy ni la miró, respondió con una caída de ojos. - Qué poco sales. - Volvió a mirar a Marcus y Alice. - No os preocupéis, exclusivo no siempre es sinónimo de caro. Además, tengo muchísimos contactos. A mí me conocen. - Dijo eso último con una sonrisita y la cabeza ladeada. - Y, perdona, ¿tres británicos? Os van a abrir todas las puertas que queráis. - Em, yo soy americano. - Puntualizó Aaron, alzando el tenedor. Luego rodó los ojos. - Para mi desgracia. Estoy buscando a qué nacionalidad adherirme lo antes posible... - Ya sé que eres americano, no me refería a ti, querido. - Miró a Dylan con una sonrisa y añadió. - Me refería a mi primito rubio y adorable. - Dylan sonrió ampliamente, pero el que tuvo que puntualizar fue Marcus. - Pero Dylan es menor. - Sandy volvió a hacer un gesto con la mano, esta vez para restar importancia a sus palabras. - Eso no es problema en los lugares a los que quiero llevaros. -




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    Jue Mayo 25, 2023 4:10 pm


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    Con Marcus | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    Le dio la risa fuerte cuando empezaron a compararlo con Arnold, y ella tuvo que intervenir, por supuesto. — Y ahora se parece más a Emma, pero de pequeños, ambos nos parecíamos más a nuestros padres. Así que ahora imaginadme a mí con la energía de un Gallia, subiéndome a cada árbol que pillaba, entrando en cada puerta abierta y al amor de mi vida pidiéndome por favor que fuera más tranquilita, que me limitara a la normativa legal vigente. — Le miró y puso una sonrisa que estaba segura que desde fuera se veía absurda.

    Asintió a lo de que necesitaban salir, y su hermano a lo suyo. — Aprobando una buena fiesta, como buen Hufflepuff que es. — Señaló ella. Dylan se encogió los hombros. — La prefecta Lewyn dice que hay que dejar expresarse al cuerpo como se expresa el alma y que ese es el lenguaje del amor. Puede ser amor a tus padres, a tu familia, a tu pareja o parejas o a un sitio. Si tú querías hablar el lenguaje del amor con Marcus, la prefecta Lewyn estaría muy de acuerdo, y yo como Hufflepuff, también. — Alice se llevó las manos a la cara tras el estallido de risas de la familia. — Es que Olympia le enseñó unas cositas… — Frankie pasó la mano y le dio en el hombro. — Di que sí, tío. Ojalá haber tenido yo una prefecta Lewyn a tu edad. — Le habrías hablado el lenguaje del amor, conociéndote. — Dijo Sophia con desprecio. — Rectifico, Dylan, ojalá mi hermana hubiera tenido una prefecta Lewyn, que es que la pobre ni tocó el tema del lenguaje del amor. — No voy a comentar aquí lo que ninguno hemos tocado ni la calidad al hacerlo. — BOOOOOOOF. — Saltó Monica, levantando los brazos, y terminando con una sonrisa, lo cual le hizo llevarse una mirada de Howard. — ¿Qué, cari? Son ellos, yo solo soy una mera espectadora que participa activamente en la escucha. — Y volvió a reírse. Nunca se hubiera imaginado que aquella mezcla fuera a salir tan bien y entretenida.

    Alice odiaba ser aguafiestas, pero el plan de Sandy no le estaba convenciendo para nada. Porque sí, Sophia era un poquito ajena a las fiestas, pero por cómo lo estaba planteando la chica, no terminaba de verlo. Ella pasó la mano por la espalda de su hermano y dijo. — Yo no quiero dejar a Dylan la primera noche que estamos juntos por fin. — Pero Sandy hizo una especificación sobre Dylan que no dejaba lugar a dudas. Ella iba a declinar amablemente, (además, ¿que tendría que ver que fueran británicos?) cuando su hermano la miró. — Hermana, ¿qué acabo de decir? Yo quiero expresar mi amor por todos vosotros, y por papá y mamá en la ciudad en la que se conocieron. ¿Y qué mejor que una fiesta donde conocen a Sandy y somos exclusivos por ser británicos? — Alice le miró parpadeando, incrédula. — Pero, ¿qué han hecho con mi niño? ¿Cuándo te han cambiado? — Yo siempre he sido así, hermana, no sé de qué me hablas. — Se giró a mirar a Marcus y dijo. — Es como mi padre. Un peligro andante, míralo. — Negó con la cabeza y titubeó un poco. — A… A ver, Dylan… Me acaban de dar tu tutela y ha costado media vida. — Rio incrédula. — No voy a meter la pata sacándome de fiesta a donde no puedes estar… — Ay, Alice. — Dijo Nikki, chasqueando la lengua. — Por Dios, si la prima de Marcus está acostumbrada a sitios exclusivos os puede conseguir un reservado, ¿a que sí, tesoro? — ¡Vamos que yo también puedo! — Saltó Frankie. — Que a mí los jugadores de quidditch me conocen, y los proveedores, y vamos que no hay nada que con un buen Confundus a un portero nomaj no… — Alice puso cara de ofensa. — ¡Vamos! Lo que me faltaba, magia sobre muggles. — Nikki hizo un gesto en el aire. — Venga, mujer, haz caso al pelirrojo. El chico se lo ha merecido, que lo vais a meter al colegio otra vez del tirón. Y vosotros también. — Bebió de su vaso y alzó una ceja, antes de mirar a Rylance. — Y el abogado, claro. — El mencionado se atragantó, pero ella se giró a su novio en busca de cordura como diciendo “di una de esas legalidades tuyas, pero muy bien dichas, que convencen a todo el mundo, por Merlín”.






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    Sáb Mayo 27, 2023 8:47 am


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    Con Alice | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    La cara de padre asustado que tenía Marcus mirando y escuchando a Dylan hablar sobre las declaraciones de su prefecta debía ser muy graciosa desde fuera, porque oía a varias personas reírse, pero a él no le hacía gracia ninguna. Esta Oly... Se había pasado toda su andadura en Hogwarts diciendo que un día de estos le iba a matar, y todavía no lo descartaba. Entre risas, oyó a su primo Frankie decir. - Lo del lenguaje del amor suena totalmente a... - Pero la frase quedó oculta tras un fuerte carraspeo de Betty, que señalaba con ojos de advertencia y, por si aún no había quedado claro, los movía en dirección a las dos niñas. Ada estaba muy feliz comiendo, pero Saoirse no perdía apunte de lo que hablaban los mayores, y solo Merlín sabía las conclusiones que estaría sacando.

    Pero nada, seguían con el temita del lenguaje del amor, así que Marcus se aclaró la garganta e hizo como que la cosa no iba con él, desmenuzando una patata y dirigiéndose al pequeño Arnie, frente a él, en brazos de su abuela. - ¿He visto a un pequeño irlandés que no ha probado las patatas todavía? Pues eso no puede ser. - Y el niño recibió su trocito de comida con la boca abierta como un gorrión en un nido, y a Marcus le vino de lujo para desvincularse de la conversación incómoda... o eso creía él. - Quien calla otorga, querido. - Le dijo Nikki, escondiendo una sonrisilla tras el vaso. Se hizo el despistado con la mirada, pero por dentro estaba pensando que, de estar comiéndose la patata él, se habría atragantado. La mujer soltó una risilla de labios cerrados y cambió la mirada de sitio, con la seguridad de quien ha desmontado la estrategia del listo.

    Estaba valorando mentalmente, y estaba seguro de que su novia también, si era buena idea lo de la fiesta: por un lado, le encantaría salir con sus primos, divertirse y aprovechar que estaban en otra ciudad antes de volver a casa; por otro, estaban agotados, Nueva York le tenía harto y, por supuesto, ni iban a dejar a Dylan solo en casa la primera noche, ni iban a cometer una ilegalidad con él. Por algún motivo, en lo que pensaba, volvieron al tema de la expresión del amor, lo que le hizo soltar aire por la nariz y rodar los ojos muy disimuladamente, lo justo para desfogarlo pero que no le pillaran. - Un peligro es lo que eres tú. - Dijo, y tan pronto le llegó al cerebro su propia voz y frase se dio cuenta de que había sonado peligrosamente parecido a su padre. Se aclaró la garganta. Sé un niño normal por una vez, Marcus. Ah, esa sí que era la voz de su padre en su cabeza.

    Pero Alice había pensado como él, y su comentario le hizo reír levemente, negando. Luego miró a Dylan. - Te estás aprovechando del cariño que siento no solo por tu persona sino por toda tu estirpe. - Dylan rio como un diablillo. - A ver... - Expuso él, porque estaba cien por cien de acuerdo con Alice, pero... es que también le apetecía... pues eso, lo que decía su padre, que fueran unos jóvenes normales saliendo con sus primos de fiesta, aunque fuera por un día. Se lo habían ganado ¿no? - ¿Dónde sería? ¿Y cuáles son las condiciones? - ¿Eso es lo mejor que sabes ser "un joven normal"? - Preguntó Aaron burlón, y ante lo descontextualizado que había sonado para todos excepto para Marcus, que ahora le miraba con ojos delatores, se encogió como una tortuga. - ¡Perdón! Es que piensas a gritos. - Otro como Lex... - Masculló quejoso. No, si encima era culpa suya.

    La que retomó el testigo fue Nikki. La cara de alerta extrema que puso Marcus cuando Frankie sugirió hacer un Confundus a un muggle hizo reír hasta a Sophia. - A ver, un Confundus igual no, pero una poción envejecedora... - Eso a la larga daña los órganos. - Comentó Dan como si tal cosa, mientras cortaba un trozo de filete y se lo llevaba a la boca. Sophia chasqueó la lengua. - Esta es solo temporal, y no le volveríamos viejo. Solo... - Hizo un gestito, como si dibujara en el aire, en dirección a la cara de Dylan. - Un poquito de barba. Así nos imaginamos cómo va a ser de mayor. - ¿¿PUEDO HERMANA PUEDO?? - Estaba ya gritando Dylan. Saoirse, que efectivamente estaba pendiente de todo, se envaró en el asiento y miró a sus padres. - ¿Y yo, papá? ¿Puedo yo? - ¿Tú quieres barba? - Comentó Dan, muy tranquilo y con una sonrisa divertida. - Quiero parecer más mayor y salir de fiesta. - Aseguró la otra con voz chillona, pero la conversación estaba tan centrada en ellos y Dylan que no recibió respuesta.

    Frankie dio una palmada. - ¡Pues listo! Reservado de niña pija, Confundus flojito... - No vamos a confundir a unos muggles. - ...Pocioncita crecebarba para el niño, y si algo va mal, llevamos abogado. - Yo. - Empezó Rylance, pero aún intentaba recuperarse del atragantamiento, por lo que se tuvo que aclarar fuertemente la garganta, mientras se pasaba la servilleta por los labios y se aflojaba la corbata, antes de poder responder. - Estoy un poco cansado. Agradezco que hayáis sido tan amables de considerarme, pero... - ¡Ay, es que no puedo con el acento, me encanta! - Dijo entusiasmada Sandy, señalándole después. - ¡Cuatro británicos! Esto está hecho. - Seis. - Aportó Monica. Howard la miró, y ella devolvió una mirada de obviedad. - ¿De verdad nos lo vamos a perder? Yo paso de quedarme en la casa mientras todos salen de fiesta. - Cariño... - Dijo el otro. - Igual es un evento más familiar... - ¡Invitados! - Adjudicó Frankie, y luego miró a Sandy. - A ver, seis británicos llevamos. - De verdad que... - Siguió Rylance, pero los otros estaban tan a lo suyo que ni le atendían. - ¿Qué puedes conseguir con eso? - Muchas cosas. - Afirmó Sandy, a quien le había salido una vuelapluma y una libretita del bolso y consultaba su móvil mientras tanto. - Tendría que hacer algunas llamadas, pero para esta noche no habrá problema. - Yo lo puedo conseguir sin llamadas. - Dijo el otro, chulito. Sandy solo alzó los ojos del teléfono, y tras una leve pausa, simplemente dijo. - Ahá. - Con tono de aburrimiento, volviendo la vista abajo. Nikki terminó su bebida y dijo. - Bien. Que los niños hagan su plan inicial, y para los mayores que quieran quedarse... - Se reclinó en su asiento, mientras ella también miraba una libretita en sus manos. - Ya me encargo yo. -




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    Sáb Mayo 27, 2023 2:37 pm


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    Con Marcus | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    Enarcó una ceja cuando oyó Marcus. ¿Perdona? ¿Desde cuándo su novio se pensaba si apoyar o no una locura semejante? Aaron le dio la respuesta, y es que Marcus claramente estaba planteándose que eran jóvenes, estaban entre jóvenes, tenían la posibilidad, y quién sabía cuándo iban a volver a juntarse… Suspiró. Su hermano había pasado por Merlín sabía qué cosas, que ya tendrían que hablar y abordar… ¿De verdad era un crimen llevarlo de fiesta? Lo de la poción le parecía una estupidez, pero su hermano estaba TAN entusiasmado, que simplemente supo suspirar. — ¡Eso es que sí! ¡ESO ES QUE SÍ, CHICAS! — No sabía nada Dylan, ya tenía a Sandy y Sophia pendientes de él. — Nos ha quedado claro el lugar que tenemos los demás. — Dijo Aaron con una risa. Alice volvió a suspirar y negó con la cabeza, mirando a Marcus. En el fondo a todos les iba a venir bien, desde luego.

    Se le escapó una carcajada con la intervención de Monica, y tuvo que resistirse mucho a reírse abiertamente ante la reacción de Rylance, que estaba más apurado que en toda su vida. — Edward, por Dios, no me dejes tirada ahora, que como no vengas tú acabamos en la cárcel. — Le dijo, afectando mucho el tono. El hombre se pasó las manos por el rostro. — Señorita Gallia, yo se lo digo de verdad… — Bueno, que hemos vuelto al “señorita Gallia”, esto empieza a parecer grave. — Dijo ella con recochineo, y por fin Edward entendió la broma y puso una sonrisilla. — Bueno, si las señoras insisten tanto, yo soy un caballero de Ravenclaw y no puedo hacerles un feo. — Ya nos hemos dado cuenta. — Dijo Nikki con ese tono que ponía y que levantaría a un muerto de una tumba. — Y aquí somos señoritas todas menos aquella. — Dijo señalando a Monica. — Sí, sí, claro… — Rectificó Edward apurado. — Hijo, te ha cazado, no te resistas. — Dijo Wren, con ternura. — Déjalas tomar el mando, yo lo hice hace mucho y vivo mucho más tranquilo. — Alice le miró con cariño. Le daba mucha ternurita el señor Wren, había sido una hombre muy importante y poderoso, pero se le veía tan retirado, tan consumido por un corazón de oro…

    Se apoyó con los brazos en la mesa y miró a los demás. — Bueno, bueno, vamos a ver… — Puso tono de madre, y ella misma se estaba dando cuenta. — Aquí quiero compromisos. — Mira, mira, la chica también puede ser Minigraves. Debiste haberte casado con ella, cariñín. — Dijo Monica con una sonrisa maliciosa, y Alice le sacó la lengua. — Primero, que la poción la haga Betty, no me fío de nadie más. — La mujer asintió, como buena serpiente cornuda orgullosa, y levantó el vaso. — Eso está hecho. Luego quiero confirmación de que iremos a reservados de verdad, que nadie más vea la temeridad que estamos cometiendo. — Eso es tan serpientilla… — Dijo Jason. — Al final pecan como todos, pero quieren hacernos creer que son más bueno. — Betty le dio en el hombro y le empujó. — Tendrás tú mucha queja… — No, amor mío, jamás, si volviera a nacer me casaría mil veces contigo. — Joe, papá, si es que así no… — Se quejó Frankie. — Bueno, no me liéis. Lo otro que quiero es el firme compromiso de que este jovencito no va a probar el alcohol… — Hecho. — Concedió Howard que, como su propia mujer afirmaba, es que no había dejado nunca de ser prefecto. — De que si digo que nos vamos, es que nos vamos… — Bueno, prima, el bis siempre se pide. — Dijo Aaron, claramente muy venido arriba. — Nos vamos Dylan y yo. Los demás podéis hacer lo que queráis. — Apuntó. Pero en verdad ya la tenían ganada. Sonrió y se dejó caer en la silla. — Y, por último, que me digáis cómo se va vestida a un reservado, para ir bien arreglada porque, para mi suerte o mi desgracia, ya me habéis vendido el plan.





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    Con Alice | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    No le hacía ninguna gracia cuando él estaba agobiado y los demás se reían... pero ahora que veía desde fuera el agobio de Rylance, sí que era gracioso. Aunque, por respeto, se guardaba la risa detrás de la mano. El pobre abogado no se imaginó, cuando empezó ese caso, que acabaría en una fiesta casi adolescente en Nueva York. Eso sí, cuando aceptó la invitación "como un buen caballero de Ravenclaw", tanto Howard como Marcus altaron con una exclamación y empezaron a aplaudir. Monica soltó una pedorreta. - Mira qué dos falsos, el de "es una reunión familiar" y el "quiero ser un joven normal por un día". - Si la misión se acepta con la educación y principios de un buen caballero Ravenclaw, no podemos sino ratificarla y aplaudir. - Dijo Marcus, orgulloso, a lo que Howard le señaló con una mano, mirando a su mujer. - ¿Ves? Le enseñé bien. - Mucha tontería le enseñaste... - Respondió Monica entre dientes, pero con una sonrisilla cariñosa hacia su marido.

    Por supuesto que Alice, al igual que él, tenía ganas de salir y divertirse pero no de cometer ninguna irresponsabilidad. Eso sí, no iba a dejar pasar la oportunidad de picarla un poquito, por lo que puso una sonrisilla de lado y le susurró. - La edad te está volviendo sensata, Gallia. - En tono cómico, para destensar el ambiente: habían recuperado a Dylan, sí, pero todo el susto que traían de los últimos meses no se había pasado de forma milagrosa. Miró a Jason con la barbilla alzada, sin perder dicha sonrisita, y comentó. - Se llama "emoción controlada", primo Jason. - Buuuuuuu. - Le abucheó Frankie Junior, y su padre asintió con orgullo, como quien piensa "ese es mi chico". Pero Jason, por mucho que quisiera corroborar los abucheos de su hijo, en el fondo era todo un romántico, y Betty y él hacían una pareja adorable y, cuanto menos, curiosa.

    Marcus iba asintiendo a las lógicas propuestas de Alice, aunque cuando dijo "nos vamos Dylan y yo" la miró súbitamente. - ¡Eh! - Dijo con ofensa infantil, llevándose después una mano al pecho. - ¿Me abandonas? - A los demás les estaba haciendo mucha gracia la escena. Pero Alice estaba tan a tope con el plan (porque la conocía lo suficiente como para saber que estaba deseando aquello, probablemente, más que él), que continuó con sus peticiones, y a la siguiente notó como Sandy daba un saltito automático de su silla. - ¡De eso me encargo yo! - Se giró a George, móvil en mano y con la vuelapluma copiando sus movimientos. - Papi, me aparezco un segundo en casa de mamá y vuelvo. - ¿Vas ahora a casa de tu madre? - Preguntó el otro, con un leve toque precavido en la voz al que Sandy no le dio ninguna importancia. - Seguramente no esté. - Se giró hacia Alice. - ¿Color? - Marcus sonrió y, mirando a su novia, dijo en tono cariñoso. - A ella le quedan bien todos los colores. - Sandy se llevó una mano al pecho y dijo muy artificialmente. - Aaaww. - Y, acto seguido, recondujo. - Pero, en serio, necesito un color. - Vale, su arrebato romántico no respondía a su pregunta. Marcus y Alice se miraron: obviamente, el color de preferencia siempre iba a ser el azul. La vuelapluma de Sandy tomó nota y ella respondió con normalidad. - Bien. Te traeré algo eléctrico. - Marcus miró a su prima con el ceño fruncido. - ¿Eso no es lo que usan los muggles que da calambres? - Sandy le miró con la sonrisa con la que se mira a un niño pequeño, se inclinó hacia él y le dejó una caricia en la cara. - Qué mono eres. - Se separó. - ¡Ahora vuelvo! - Ya, pero no había contestado a su pregunta...

    - Eh, Alice. - Llamó Sophia, con una sonrisa maliciosa asomando. - ¿Te gusta el estilo "quiero ser una estilosa pija neoyorkina"? - ¡Sophia! - Riñó Betty. Oyeron a George suspirar, bebida en mano. - Si lo trae de casa de su madre, ese será... - Hijo... - Advirtió Frankie, y luego, en un alarde Huffie, miró a Alice y le dijo. - Mi nieta es preciosa y tú también, y le gusta mucho la moda. Cualquier cosa que te traiga va a quedarte como si la hubieras llevado toda la vida. - Dylan dio su último bocado a la hamburguesa y se inclinó hacia él para preguntarle. - Cuñado, ¿qué hora es ahora en Inglaterra? - Eso le hizo caer en algo que, con la barbacoa y los planes de fiesta, había olvidado por completo. Miró a Alice con los ojos muy abiertos. - ¡Alice! No hemos llamado a casa. - Su madre le iba a matar. Esperaba que no llevaran mucho esperando.

    - Yo también querría ponerme otro modelito. - Y nosotros. - Respondió rápidamente Monica a las palabras de Nikki, tirando de Howard para levantarle, tanto que el chico casi lanza por los aires el perrito que se estaba terminando. Jason puso cara de pena, mirándoles a todos. - Pero aún queda carne. - El señor Wren le miró. - A mí no me importaría comerme otra chuletita. - ¡¡Marchando la mejor para usted, señor mío!! - El hombre rio y, con un puntito malicioso, dijo. - Ahora que nadie puede regañarme por pasarme con el colesterol... - Eso hizo reír sobre todo a los mayores. - ¿Qué os parece esto? - Propuso Sophia. - Mientras Alice, Marcus y Dylan llaman a casa y esperan a que vuelva Sandy con el modelito para Alice. - A lo mejor te trae otro a ti. - Más vale que no. Nosotros, los que también vayamos a salir... - Siguió, cortando rápidamente el comentario bienintencionado de su tía Shannon. - ...Podemos llegarnos a casa, cambiarnos y volver. Nos vemos aquí mismo en el jardín. - Vio cómo Dan se acercaba a su mujer y le susurraba. - ¿Ves eso? Es el momento en el que pasamos a ser del grupo de los viejos. - Shannon se tapó una risita detrás de la mano. - Yo pensaba ir así mismo. - Afirmó Frankie, con esa superioridad de carisma Gryffindor que tenía siempre. Sophie le miró con una ceja arqueada. - ¿Quieres que tu prima te mate? - Hermana, yo estoy guapo siempre. - Marcus rio, pero la que interrumpió, más indignada, fue Saoirse. - Papi, yo también quiero ir. - Uh, ahí se iba a generar una discusión en breves. Miró a Alice y a Dylan y dijo. - ¿Llamamos a casa? -




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    Con Marcus | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    Se tiró un poco del vestido hacia abajo, pero era inútil. Se movió un poco, como comprobando la operabilidad del mismo, mirándose insistentemente en el espejo de la habitación de Maeve y Frankie, que era de cuerpo entero. — A ver, ¿qué es lo que no te gusta? — Preguntó Sandy, examinándola con el ceño fruncido. — Pues… Es que nunca me había puesto un vestido tan… Pegado. — Aquella tela era como elástica, y se agarraba a su cuerpo como una segunda piel. — Yo me he puesto muchos vestidos cortos, pero siempre… — Hizo un gesto con los brazos alrededor. — Flotaban un poco más, ¿sabes? — Sandy suspiró, como si hablara con una niña pequeña. — ¿Para qué quieres que flote? Vamos de fiesta, se te tiene que pegar bien, definir tu cuerpo. — Si los otros también definen. — Se defendió. Luego miró su escote y se lo recolocó. — Y esto está un poco… — ¿A la vista? — Justo. — Perfecto. — ¿Cómo que perfecto? — Sandy le puso las manos sobre los hombros y le recolocó el pelo que ella misma le había alisado con un hechizo y que Alice no estaba nada acostumbrada a verse. — Tesoro, estabas en la miseria, te tienes que sentir una diosa, porque vamos de fiesta, y tienes que triunfar. — Pero si duermo con mi novio en pijama de buhitos, yo triunfo igualmente. — Sandy chasqueó la lengua y negó con la cabeza. — Yo sé a lo que me refiero. Créeme, falta os hace. A ver ese hechizo acolchador que te has hecho en los zapatos, que lo quiero probar. — Y ella se lo echó en los zapatos de purpurina que la chica llevaba. Como para perderla. —¡Me encanta! ¡Ay, que ya estamos listas! Qué ilusión. Voy a terminar de hacer llamadas, estoy en el jardín.

    En la habitación de Shannon, oía aún el parloteo incesante de Dylan con las familias, que le habían echado tanto de menos y les ilusionaba tanto verle hablar, que ahí le tenían, dándole cuerda. Ella había estado un poco en segundo plano, y sabía que Dylan quería especialmente hablar con su padre y memé, pero ella, precisamente, con esos dos no quería nada, así que estuvo un poco al principio, contestando un par de preguntas y luego se excusó y dejó el protagonismo a quien debía tenerlo, que era su hermano. Ahora no le apetecía volver a entrar, que la vieran vestida de fiesta (y de qué fiesta, por Merlín) y contestar demasiadas preguntas, así que se asomó con la cabeza por la puerta y dijo. — Patito, tenemos que ir cortando, además en Inglaterra debe ser tardísimo. — ¡Nos da igual! — Aseguró la tata de lejos, pero ella mantuvo su suave sonrisa. — Te esperamos abajo, ¿vale? — Sí, hermana, ahora mismo voy.

    Bajó a la cocina y se ganó las miradas como agujas directas de todos los que estaban allí. Ella se miró, insegura. — ¿Demasiado? ¿Subo y me cambio? Si es que sabía yo… — No, no, no. — Saltaron las tres mujeres, aunque Frankie y Jason simplemente estaban callados y haciéndose los locos. — Estás preciosa. — Y Sandy va así todo el tiempo. — Señaló Shannon. Ella suspiró y señaló un caldero. — ¿La poción de Dylan? — Betty sonrió mientras la seguía removiendo. — La misma. Es suavecita, para que no se pase con el envejecimiento y no sea un cantazo. — Bueno, para los nomajs no loo iba a ser con toda probabilidad, y tu hijo está muy dispuesto a hechizarles… — Señaló Maeve. — ¿Y Dan? — Preguntó ella. Shannon se cruzó de brazos y suspiró. — Dialogando con nuestra demasiado espabilada hija, que insiste en que quiere ir de fiesta. — Justo oyeron los pasitos acelerados de Dylan llegar a la cocina. — ¡Ya estoy! ¿Esa es mi poción? — Efectivamente, caballero. Ahora hay que tratarle de usted, que va a ser un adulto por unas horas. — Dijo Betty con una sonrisa, tendiéndole el vaso con la poción de un dorado fuerte y aspecto espeso. — Mientras no me llamen patito… — Tú vas a ser patito hasta de viejo. — Le respondió ella dándole en la nariz. — ¿Voy? — Preguntó con el vaso en la mano. — ¡Venga, machote! A ver en qué chico tan guapo te conviertes.

    Justo cuando Dylan se estaba bebiendo el vaso, oyó a Marcus bajar las escaleras y ella se acercó al pie, insegura de la reacción. Abrió un poco los brazos y se señaló. — ¿Bien? — Escrutó la mirada de su novio y se mordió el labio. — ¿Me cambio? Seme sincero, de verdad… — Se pasó las manos por la tela azul eléctrica, como la había descrito Sandy, y tragó saliva. — Me sienta bien, pero… ¿No es demasiado? Con los tacones y el pelo y todo… — En el fondo, en lo que estaba pensando es que acababan de salir de un drama tremendo, que no se entendía a sí misma yendo vestida como una reina del Upper East Side, dándole una poción a su hermano, a un reservado a una fiesta. Le costaba procesarlo aún.






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    Lun Mayo 29, 2023 9:39 am


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    Con Alice | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    La verdad es que sus camisas eran más formales que festivas, pero con el toque de magia adecuado, todo se podía cambiar. Se puso un pantalón negro y una de las camisas blancas que había llevado más básicas: con esa podía experimentar, y si no le salía, se ponía otra. Cerró los ojos y recordó, sin poder evitar una sonrisa, y apuntó a la camisa con su varita. Había quedado muy sutil (tampoco quería ir vestido de cielo estrellado) pero el efecto se veía: unas diminutas partículas desperdigadas por la camisa, en negro, para contrastar con el blanco y combinar con el pantalón, que destelleaban ligeramente según las miraras. Estaba seguro de que a Alice le iba a encantar. Conocía a su novia y sabía que una parte de ella estaba deseando salir, relajarse y divertirse, pero que otra seguía agobiada y sin saber si era buena idea. Él... estaba prefiriendo no pensar. Nunca pensó que diría esto, pero estaba ya agotado de pensar.

    Se dejó los primeros botones sin abrochar, para ir más desenfadado, y mientras se estaba peinando, sintió unos pasos que trataban de acercarse pero que iban y venían, y un leve carraspeo. Se aguantó la risa y, como si fuera para cualquier otra cosa, se dirigió casualmente a la puerta. - ¡Oh! Hola, Edward. - Saludó, casual. Lo cierto es que el abogado, cuando no estaba en modo abogado, parecía mucho más joven y tímido. Le miró de arriba abajo con una mueca casi triste en la boca. - Lo que me temía... No vengo preparado en indumentaria para esto. - Eso le hizo reír. - ¿Necesitas ayuda? - Ofreció. El otro le miró con un punto analítico. - ¿Cómo has sabido que quería pedírtela? - Claro, él era Ravenclaw, pero Edward también. No iba a tragarse el teatro de que pasaba por su propia puerta por casualidad. - ¿Conoces a mi hermano Lex? Soy experto en gente que se aproxima a mi puerta y no acaba de entrar. - Al menos eso hizo a ambos reír, y al hombre invitarle a pasar a su cuarto con un gesto de la cabeza.

    - Me traje estos dos polos para estar en casa... - Marcus parpadeó. Y los Gallia se reían por ser él el colmo de la formalidad. No conocían a Edward, que a un polo lo consideraba "ropa cómoda de estar por casa". - Pero los veo demasiado... de estar por casa. - Lo dicho, los Gallia fliparían con ese hombre. Marcus se encogió de hombros. - Ese no está mal. - Dijo señalando uno. - Es más desenfadado. Siempre vas muy arreglado, a lo mejor ahora lo que más te pega es... - ¿No vestir como un abuelo? - Suspiró. - Mi madre me lo dice mucho. - Marcus rio levemente. - Podemos cambiarle el color, si lo que quieres es... no sentir que vistes como cuando vas por casa de normal. - El otro se quedó pensando, como si acabara de tener una iluminación. - No lo había pensado... - Luego le miró la camisa y, tras unos instantes, dijo. - La has hechizado ahora ¿cierto? - Cierto. - El otro chasqueó la lengua. - Debí haberlo pensado. - Marcus rio. - No te preocupes: es la parte de influencia de todas las demás casas que tengo en la sangre. No soy solo Ravenclaw, pero no se lo digas a nadie. - Rylance rio genuinamente. - En mi casa el familiar no-Ravenclaw más cercano que tengo es un hermano de mi abuelo materno, y creo que tiene el premio a la matrícula más excelente de su promoción por la casa Hufflepuff. - Ambos rieron. - Bueno. Dentro de la normativa legal vigente, como dice mi novia, hoy vamos a intentar divertirnos un poquito. - El hombre le miró con los ojos hacia arriba. - Ahí abajo se le está preparando una poción envejecedora al menor al que llevo dos meses intentando recuperar en favor de su hermana. - Marcus puso una mueca. - Ya... ¿Emoción controlada? - Sugirió con tonito infantil. Edward rio. Lo dicho, cuando lo hacía parecía más joven.

    Volvió al cuarto del hombre cuando él mismo terminó de peinarse, y le encontró ya vestido pero enfrascado en una lucha interminable con su propio pelo ante el espejo. - Estoy despeinado. - Afirmó, más disgustado consigo mismo y frustrado que otra cosa. Marcus alzó los brazos. - ¡Qué va! Yo te veo genial. - El otro miró su reflejo con una mueca, nada convencido. - Yo te veo genial, pero te dejo que te lo pienses. - Tampoco quería presionar, pero... sabía que aquello acababa de aludir a la puntualidad del hombre, que no querría ser el último en llegar si sabía que todos esperaban ya abajo.

    Bajó al trote, contento y deseando dejarse ver y ver a los demás, y se encontró a Alice al pie de las escaleras... y, wow. De hecho, se quedó detenido en seco, aun cuando le quedaban dos escalones por bajar, con la boca entreabierta. Arqueó las cejas, sin perder la expresión sorprendida, ante la inseguridad de su novia, y cuando se sintió con el cerebro en funcionamiento de nuevo para volver a hablar, dijo. - ¿Sincero? - Se le escapó una leve risa. No quieres que sea sincero delante de tanta gente, créeme, se encontró a sí mismo pensando, y automáticamente miró a su alrededor, porque como Aaron o Dylan estuvieran por allí, ya la había liado con su espontaneidad mental. Menos mal que no era el caso. - Estás... impresionante. - Terminó de bajar las escaleras, tomó una de sus manos, la miró de arriba abajo y se le escapó otra risa. - Guau. - ¿De verdad que eso era lo mejor que sabía decir? O había perdido mucha práctica en esos meses o Alice le había dejado impresionado de verdad... Estaba por jurar que era lo segundo.

    - Estás... estás... - Debería arrancar, así que dejó de mirarle el cuerpo y le miró la cara. - Estás espectacular. No te cambies ni media pestaña. - Eso último lo dijo entre risas. Soltó un poco de aire por la boca. - Tenía ganas de volver a verte así. - Y no se refería a arreglada para una fiesta (bueno, eso también). Puso los brazos en cruz. - ¿Y mi estilismo, qué tal? ¿Te gusta? - Giró sobre sí mismo, y fue a acercarse a ella cuando una voz desconocida dijo. - ¿Ya estáis así, colega? - Giró la vista a la voz y la cara que puso debió ser un auténtico poema, porque desató todas las risas de quienes habían salido junto a él. El chico rio. - ¿Y yo cómo estoy? - Ahora mismo tengo demasiado miedo para responder. - Afirmó, y las risas aumentaros. La voz de Dylan no era la de Dylan, tampoco era la de un hombre, pero sí parecía más adulta, probablemente la que pudiera corresponder a alguien de la edad de Marcus. Y sí, tenía barba. La misma estatura, pero con otra voz y barba. Ciertamente, aunque un poco extraño de aspecto, parecía más mayor.

    - Informo de que la mayoría de edad en Nueva York entre los nomajs es de veintiún años, así que... - Dijo Sandy, señalándoles a todos con un dedito. - Ya sabéis, tenemos todos veintiún años. - Ah, o sea que nosotros también vamos incumpliendo la ley. - Dijo, ya un poco menos convencido de aquel plan. Pero no quería ser el aguafiestas, no esa noche, así que rápidamente sonrió y miró a Dylan. - Estás estupendo, colega. - Oh, por Merlín... - Oyó tras él, en la escalera, la voz de Rylance, a punto de echarse a llorar viendo a Dylan con barba. Podía leerle "todo mi trabajo por la borda" escrito en los ojos, pero la aclamación popular al ver aparecer al abogado con un look tan desenfadado lo ocultó. - ¡Pero qué buen aspecto, abogado! Estás muuuuy guapo. - Dijo Shannon, entre sexy y tierna, levantando más risitas y poniendo a Edward rojo como un tomate. Desde luego que la escena no tenía precio.




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    Con Marcus | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    Otra cosa no, pero su novio era expresivo, no se extrañaba de que los legeremantes le dijeran que pensaba a gritos, porque era como si pudiera oírle pensar, y todas las dudas que podía haber albergado por el conjunto desaparecieran de un plumazo. Podía ser incómodo, podía ser que no pudiera bailar como bailaba ella, pero solo por la cara de Marcus, merecía todas las penas. Y ahora tenía algo más importante en lo que concentrarse. — ¿Le has hecho un cielo a la camisa? — Preguntó pasando su mano libre por el pecho de su novio. Sonrió con picardía y dijo. — Y yo no sabía cuánto necesitaba verte con esa camisa, así abierta por aquí… — Dijo subiendo la mano hacia el cuello de la camisa, pero rozando su piel con los dedos. Bajó la voz. — Me encanta, pero es que creo que me gustaría más… — Y justo una voz les interrumpió. Y conocía esa forma de hablar, pero esa voz…

    Cuando se dio la vuelta, abrió mucho los ojos y notó un abismo en el estómago. — Pero… Pero… — Se giró a Marcus y señaló a esa persona que decía ser su hermano. — Es como mi padre con barba y el pelo más largo. — Creo que me lo voy a dejar así cuando sea mayor. — Ella rio y negó con la cabeza, pero Frankie salió al rescate. — Claro que sí, tío, ¿preparado para ser el terror de las nenas de Nueva York esta noche? — Pero a Alice le escamó lo que dijo Sandy, porque esa información no la tenía, y justo bajaba Rylance las escaleras y no tenía cara de estar haciéndole mucha gracia lo que oía. Eso sí, no pudo evitar admirar lo que Shannon ya señalaba, sacando el labio inferior con aprobación. — Vaya, vaya… Dylan, yo creo que el letrado te va a robar el puesto del más ligón de la sala. — Dijo, poniendo al abogado aún más rojo.

    ¡Bueno, venga que hay que irse! — Apremió Sandy, cogiendo un bolsito tan minúsculo, que Alice esperaba de verdad que fuera de extensión indetectable, cuando irrumpió un huracán en el recibidor, con mucho drama, seguida de su padre, que claramente haba renunciado ya al diálogo. — NOOOOO. SAAAAAAAAAAAANDY. YO QUIEEEEEERO. — Saorsie llegaba con un llanto tan descontrolado como absolutamente exagerado, tirándose a las piernas de su prima. — YO QUIERO UN VESTIDO Y UNA POCIÓN. YO QUIEROOOOOO SAAAAAANDY, LLÉVAME CON VOSOTROS. — Tuvo que contenerse la risa porque es que el momento era para verlo. Y si hubiera sido cualquier otro, la mayor la habría despedido como una polilla, pero como era Saorsie, se agachó y la abrazó, acariciando su espalda. — Escúchame, Sersh, mírame. — La separó y la miró a los ojos. — Tú y yo nos vamos a ir de compras por la Quinta en Navidad, ¿vale? Para comprarte modelitos para las vacaciones en Irlanda, ¿vale? Y vamos a ir tú y yo solas, una tarde entera para nosotras. — La niña sopesó la oferta, el drama desapareció y asintió con la cabeza, aunque se quedó con el ceño fruncido.

    ¿Quién falta? — Preguntó Frankie. — Aaron, tu hermana, Monica y Howard. — Yo estoy aquí, es que… Bueno, yo también estaba un poco inseguro. — Dijo Aaron, saliendo con una camisa muy de ligón, que no le pegaba mucho a como era él y que claramente… — Yo también puedo vestir a la gente con estilo, ¿no creéis primitos? Y le he echado de mi colonia, es infalible. — Infalible en el rechazo, qué hortera por Dios… — Le afeó Sandy, sin dejar de mirar la pantalla de su teléfono. — Habló la de los zapatos de purpurina… — Bueno, ¿dónde andan los demás? — Trató de paliar Aaron, mientras iban saliendo al jardín. Y, en forma de respuesta, aparecieron accidentadamente el matrimonio Graves y Sophia. — ¡Mira! Y no nos hemos despartido, estás hecha una crack. — Aseguró Monica con mucho entusiasmo, en cuanto se estabilizó. — Claro, claro… Un poquillo más de práctica y serás invencible. — Dijo, con voz más temblorosa, Howard. Sophia, que se había arreglado un montón, estaba colorada y un poco apurada. — Sí, un poquillo más tengo que practicar… Pero gracias por dejarme apareceros. — ¡Claro, mujer! Si es que practicando aprende uno. A nosotros nos puedes aparecer lo que quieras, si a mí también me costó, ¿a que sí, cariño? — Sin duda, mi amor… — Ya parecieron reparar en ellos. — ¡Pero bueno! ¿Quién es este grupo de pibones? Podrá ser verdad lo que ven mis ojos. ¡Mi pequeña Gallia enseñando carne como si esto fuera el Mercado Central! — Y le tiró del bajó del vestido, haciéndola retorcerse y reírse. — Cuidado con esto, pajarito, o te sale volando o provocas alguna insuficiencia. — ¡Ay, señora Graves! — Le dijo para picarla, pero ya se había pasado a Marcus. — ¿Y qué tenemos aquí? ¿Prefecto Graves-O’Donnell con camisa temática? Es que me muero con él. Pero yo quiero ver a mi bombón chiquito, ¿dónde está? — ¡Aquí! Pero ya no soy chiquito. — Ah, su hermano se había apropiado ya de lo de bombón. — ¿Pero quién es este señor tan guapísimo? — Y Dylan se dejó querer y admirar por Monica y Howard.

    ¡A ver, prestadme atención todos! — Llamó Sandy. — Poneos por grupos de tres y tomad. — Repartió unas tarjetas de plástico en fundas también de plástico. — Cuidado al sacarlas que son trasladores. Os llevan a las escaleras de emergencia del hotel al que vamos. Ahí tenemos que coger el ascensor y subir a la última planta, que es donde está el local. Nikki está ya allí. Sí que tenía ganas de fiesta… La contraseña para que os dirijan al reservado mágico es decir “somos del grupo Fitchburg Finches. — ¿Como el equipo de quidditch? — Preguntó Frankie. — Bravo, intelecto. Venga. — Alice se agarró a la cintura de Marcus y le tendió la tarjeta. — ¿Me llevas al reservado, guapo? — Buscó con la mirada a Dylan, pero ya estaba agarrado a los Graves. — Vaya, nos han cambiado. — A mí aún podéis llevarme. — Ofreció Aaron. Ella rio y se señaló la cintura. — Pues agárrate, chico americano.






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    Con Alice | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    Se hubiera quedado tonteando con Alice de no ser por la interrupción de Dylan y los otros. Casi había llegado a entrar en esa pompa de sentir que estaban solos en el mundo... Cómo lo echaba de menos. Ojalá a lo largo de aquella noche tuvieran algún momento para eso. Rio cuando Alice le comparó con William, si bien la forma de hablar a Dylan de Frankie casi le hace sacar el modo prefecto. Esperaba que el afecto no confundiera a todos los presentes, que seguía siendo un menor.

    Saoirse casi le atropella, y por respeto hizo un gran esfuerzo por aguantarse la risa, aunque estaba ciertamente enternecido. - Y cuando seas mayor, vendrás a Inglaterra y nosotros te enseñaremos un montón de cosas guais. - La niña puso expresión de superioridad y miró a los demás como si quisiera darles envidia por tener más propuestas de plan que nadie. En lo que sonreía para intentar animar a la niña, llegó Aaron, y Marcus arqueó una ceja. Estilos diferentes el suyo y el de los Gryffindor, quedaba claro. Parecía que estaba viendo a una versión escuálida de Peter Bradley. Se tuvo que aguantar la risa con el comentario de Sandy, pero veía a Aaron ciertamente inseguro, así que le animó. - Vas genial. Vamos a arrasar. Vamos a ser el mayor espectáculo de Nueva York esta noche. - Estoy convencido. - Escuchó decir a Edward por lo bajo, quien miraba a Dylan como quien mira cómo el dibujo que le llevó horas hacer se ha empapado con la lluvia.

    La aparición de Howard, Monica y Sophia, claramente, no podía ser obra de ninguno de los dos primeros. Saludó contento, ya saliendo todos al jardín. Monica, como siempre, le hizo reír. Y, como siempre, la mujer se fue hacia Alice y Howard hacia él. - ¿Sueno a padre ñoño si digo que estás muy mayor? - Para, prefecto Graves, que me haces llorar y me mancho la camisa. - Ambos rieron. Sophia les miraba con una ceja arqueada y una sonrisita. - Os dejo solo. - Marcus puso expresión conquistadora y digo. - Estás preciosa, prima. - Ella hizo como que no necesitaba galanterías y se giró con un cómico mohín, pero las mejillas se le habían sonrosado. Se lució ante Monica cuando se dirigió a él, pero antes de poder responder con una de las suyas, ya estaba loando a Dylan. Debió notársele un velo de desilusión en la cara, porque Howard suspiró sonoramente y le dio un par de palmadas en el hombro. - Vaya, vaya... Ya sabemos lo que se siente cuando se nos destrona ¿eh? - Y fue a asentir, resignado, pero lo captó, lo que le hizo abrir mucho los ojos y mirarle, con una ofendida mano en el pecho. - ¡Yo jamás habría osado destronarte! - Lo sé, colega. - Siguió el rollo Howard, con expresión empática. - No es algo que uno elija. - Su expresión ante la posibilidad de haberle robado protagonismo a su mentor debió ser tan graciosa que Howard tuvo que dejar la ficcioncita, porque se echó a reír.

    Atendió a Sandy, tomando la tarjeta que le ofrecía Alice cuando su prima acabó de exponer el plan. La miró con su caída chulesca de ojos y su sonrisita de lado y, echando un vistazo de reojo a los Graves, bromeó. - Parece que nosotros sí seguimos siendo un matrimonio sin hijos, preciosa. - Pero apenas estaba acabando la frase y se les encaramó Aaron. Soltó aire por la nariz. - Bueno, casi. - Dijo, pero realmente habían dicho grupos de tres. Volvió a mirar a Dylan. - Ya hablaré yo con ese... hay que fastidiarse. - Se quejó, con tono del padre que decía no ser, y tras agarrarse con fuerza a sus dos compañeros sacó la tarjeta de su funda y desaparecieron de allí.

    Si hubiera aparecido dentro del estómago de una ballena se habría impresionado menos. Aquel callejón era tan oscuro y sucio que parecía que era más tarde de lo que realmente era, y todavía no habían puesto los pies en el suelo y escucharon una voz desquiciada reír. - ¡Del espacio, del espacio! - Miró, asustado. Parecía un indigente, que les señalaba y reía. - ¡Siempre lo supe, lo sabía! ¡El mileniarismo! ¡Va a llegar, va a llegar! - Mierda, un muggle. No entendía nada de lo que decía pero claramente les había visto aparecerse un muggle, y él estaba a punto de entrar en pánico, al igual que Aaron y algunos de los presentes (no sus primos, que parecían bastante normales al respecto). Antes de poder reaccionar, apareció una sombra de la nada, con una gabardina. Apuntó sutilmente al hombre por la espalda con la varita, quien seguía señalándoles y diciendo cosas sin sentido, y apareció un suave haz de luz a su alrededor que hizo que el indigente relajara el rostro, se diera media vuelta y se marchara. El mago o bruja de incógnito, a quien no lograron ver, volvió a camuflarse con la pared.

    - ¿Vamos? - Dijo Sandy risueña y como si nada, avanzando. Marcus, que aún tenía el pánico en la cara, se acercó a Alice y susurró. - Esta ciudad es peligrosa. - Mientras miraba a todas partes a la vez. Escuchó un carraspeo leve a su otro lado. - En realidad... y perdón por la indiscreción de meterme en lo que parecía una conversación privada, pero es por tranquilizaros. - Dijo Edward. - Este es básicamente el trabajo de un obliviador. - Le miró. - Tu tía trabaja como obliviadora para el ministerio, ¿no, Marcus? - Sí... - Afirmó, con voz insegura. - Pero creía que respondían a llamadas y que actuaban cuando había... catástrofes mágicas, imprudencias graves... - El hombre ladeó varias veces la cabeza. - También, los de más alto rango. Pero los obliviadores de la secreta siempre están de guardia, camuflados por las calles, porque esto que acaba de pasar es más frecuente de lo que parece. - Se encogió de hombros. - Claramente, más frecuente en una ciudad en la que la zona mágica y la muggle no están separadas. - Marcus asintió. Pues... otra cosa de la que se acababa de enterar. Compartió una mirada de reojo con Alice y siguió andando, pero pensó. Rectifico: el mundo fuera de la escuela es peligroso.

    La fachada del hotel era lo más radicalmente opuesto que se podía imaginar al lugar donde se había aparecido. ¿Cómo podía algo tan lujoso y brillante por la parte de delante ser tan siniestro y cochambroso por la de atrás? Esa ciudad tenía dos caras, a cada paso que daba lo tenía más claro, de verdad que no veía la hora de irse de allí. Pero ahora estaba con sus primos, bien acompañado y bastante rodeado, al menos eso le daba más seguridad. Y parte de la idea de salir de fiesta había sido de él, así que... tocaba divertirse. Entraron al edificio y subieron en dos grupos a los ascensores, que les elevaron a la última planta, que estaba altísima. El ascensor era en parte de cristal y se veían las luces de la ciudad a través de él. Apretó la mano de su novia y la miró, con la respiración contenida de emoción, pero con una sonrisa. Empezaba la noche.




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    Mar Mayo 30, 2023 1:38 pm


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    Con Marcus | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    El susto que se llevó con el muggle fue curioso. No obstante, Marcus y ella parecían los más asustados. Eso sí, lo que pasó a continuación, no se lo hubiera esperado en toda su vida, y tenía muchas preguntas. ¿Cómo que era habitual? ¿Por qué a Rylance, rey de mantener las formas que se escandalizaba por ponerse un polo, no parecía ni mínimamente preocupado? Parpadeó. — Esto me genera MUCHAS preguntas. — Admitió, mirando a Rylance, el hombre se encogió de hombros con tranquilidad y dijo. — De verdad que está controlado, Alice. Mantenemos el secreto porque la mayoría de los magos cree que es beneficioso para nosotros, pero el mundo cada vez es más complejo, mucho más que hace cien años, y hay que estar preparados para ello. — Ella suspiró y miró a su novio, que tampoco lo veía claro. Definitivamente, no pegaban nada con Nueva York.

    Y el hotel al que entraron se lo terminó de confirmar. Parpadeó un par de veces, porque tanta luz reflejada en los mármoles y los remates dorados de todo eran demasiado para ella. Pero Alice se crecía en la curiosidad, y curiosidad le causaba mucha, desde luego. Dylan llegó rebotando hacia ellos, porque aunque iba con pinta de adulto, seguía moviéndose como su patito. — Hermana, no había visto un sitio tan… — Sí, Nueva York era muy de dejar sin palabras a la gente, y más a la gente como ellos. — Lo sé, patito, es sobrecogedor. — Pero me muero por explorarlo. ¿Tú no, hermana? Con lo que a ti te gusta investigar. — Al otro lado de Marcus, Edward rio, aparentemente más relajado. — La gente tiene razón. Te pareces mucho a tu padre, Dylan. Los Gallia sois muy curiosos y alegres, da gusto estar a vuestro alrededor. — Alice se contuvo de entornar los ojos porque pensó pues no será por tu experiencia, desde luego. Pero bueno, Rylance también era bueno calando a la gente sin duda. — ¡Vamos al ascensor! ¡Tiene que ser como volar, pero volar como un pájaro, sin escoba ni nada! — Y con una mano de Dylan y la otra de Marcus, se subió en el artefacto.

    Ciertamente, se le encogió el estómago al empezar a subir, y miró hacia las numerosas luces de Nueva York con respeto, pero también con ese calorcillo de saber que estaba haciendo algo increíble. — Emoción controlada. — Le susurró a Marcus con una sonrisa. — La primera vez que volara tenía que ser contigo, claro. — Añadió, con los ojos brillantes y media sonrisa. — ¿Ves Edward? Así siempre. Pero al final entiendes que es bonito que muchas veces solo se vean entre ellos. — Apuntó Aaron, con las manos en los bolsillos, apoyado en una esquina. Ella se giró y alzó una ceja. — Mira, no me hagas hablar, que pareces un chulo de feria con esa pinta. — Su primo rio y agitó la camisa. — Además de verdad. Pero he pensado que es un atuendo que cabrearía tantísimo a mi familia, que he decidido llevarlo como bandera esta noche. — Y ahora sí, rieron, porque ya podían reírse de esas cosas.

    La música de la sala era alta, pero no como en aquella discoteca a la que fueron Marcus y ella, y había mucha más luz, y elegantes sofás y escaleras, con una barra de mármol negro con más botellas de las que hubiera visto en su vida. Siguió el rastro de Sandy y los demás hacia una de las escaleras, y un señor del tamaño de Lex o más que llevaba traje y… ¿gafas de sol? ¿En serio?, Habló con Sandy animadamente y abrió el acceso, dejándoles subir.

    Estaban en una planta superior del local, pero que en parte se abría a lo de abajo, con sofás circulares y otra barra pequeñita donde el barman estaba haciendo flotar botellas y copas. — Claramente estamos en la parte mágica. — Le dijo a Marcus. Sandy sacó su varita, que era la primera varita blanca que Alice veía en su vida, y convocó las copas entorno a la mesa circular del centro de los sofás, donde aparecieron frutos secos también. — ¡Empezamos con Cosmos, que es lo más Nueva York que vais a probar nunca! — Bueno, eso es discutible… — Empezó Frankie, pero Nikki se sentó entre él y Rylance y la palmeó la rodilla. — No la contradigas, machote, que el armario de las escaleras echa a quien ella dice. — Y Frankie se quedó sin habla. El efecto Guarini, desde luego. — El tuyo es ese, Dylan. — Dijo pasándole una copa de color diferente. — Y para empezar y calentar un poquito antes de que lleguen mis amigos los jugadores de quidditch, y bueno, demás gente, vamos a jugar a lago… — Sandy puso una sonrisita traviesa y dijo. — ¿Sabéis lo que es el “yo nunca”? — Alice suspiró y dio un traguito a la bebida, ocultando su risa, aunque cruzó una mirada con Monica. Sip, ahí había gente que no iba a estar nada contenta.






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    Jue Jun 01, 2023 6:02 am


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    Con Alice | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    Miró a Alice con cara de absoluto enamorado, y de no ser porque estaban con más gente (uno de los cuales, muy oportunamente, señaló la evidencia de su enamoramiento) habría empezado con la bomba de piropos, loas y cursiladas de las que a ellos les encantaban. - Aún nos quedan muchas. - Susurró, cerca de ella, con una sonrisa cariñosa. Eso sí, si bien el comentario de Aaron le granjeó una respuesta cortante de su prima y una mirada rencorosa de Marcus, la respuesta del chico tuvo tanta gracia que llegó a la última planta aún riendo.

    Tenía que reconocer que, cuando vio el sitio, le gustó, se le debió notar en la sonrisa nada más entrar. Vale, no le gustaba Nueva York, no le gustaba el código de apariciones, no le gustaban sus calles, sus edificios... Pero ese sitio estaba MUY bien. Y, además, se notaban que iban con trato especial, y a Marcus esas tonterías le encantaban. Poder pasearse con su familia y su novia del brazo por un sitio exclusivo para ellos, más aún. Y sí, Sandy podía ser un poco superficial a veces... pero con él siempre se había mostrado cariñosa y simpática, y con Alice, y tenía muchas ganas de ver a Dylan, y todo eso lo había organizado para ellos. - Pero qué lujazo, prima. - Le dijo, siguiéndole totalmente el rollo, y notaba cómo la chica se crecía. Porque en eso, él era igual.

    - Necesito saber dónde están estos sitios en Londres. - Le devolvió a Alice cuando dijo lo de la parte mágica, emulando el susurro confidencial, pero mirando a todas partes a la vez. Oh, y encima frutos secos y copas elegantes, para qué quería más. Con lo necesitados que estaban de disfrutar y pasárselo bien... Eh, Marcus sensato, no te pierdas, le advirtió su propio cerebro. Que estaba allí con Dylan, sus primos, su antiguo prefecto, su abogado, una señora influyente del ministerio americano... A ver si se le iba a ir de las manos la alegría e iba a quedar fatal. - Pues yo me pienso coger la borrachera de mi vida. - Le murmuró Aaron, que ya tenía una copa en la mano. Se encogió de hombros. - Total, el estigma de familia ya lo tengo y en cuanto pueda me voy a ir de aquí... - Marcus sopesó. A ver, no era el mismo contexto que el suyo ni un razonamiento que soliera aprobar... Pero también tenía razón. Madre mía, ¿tan afectado estaba ya y ni siquiera había empezado la noche?

    Se sentó con los demás, riendo a lo que escuchaba y haciéndose él también con una copa, y por supuesto junto a Alice, muy cerquita de ella y sin soltar su mano ni perder ni mucho menos el contacto. Le echó otra mirada... sí que iba espectacular. Luego, volvió a atender al resto, y se tranquilizó de ver que a Dylan le habían dado una copa distinta. Arqueó las cejas. - ¿Van a venir jugadores de quidditch? - A los que seguro que yo conozco. - Apostilló Frankie. Sandy le dedicó una mirada cansada y luego volvió a mirarle. - Claro, primo. Son amigos míos, y bastante divertidos. - Miró con los ojos entornados a Aaron y añadió. - Y algunos con muchas ganas de... conocer gente. - Me viene divinamente. - Aseguró el otro en el acto. Alice y Marcus le miraron y él se encogió de hombros. - ¿Qué? ¿De verdad os creéis que Ethan me ha estado guardando el luto en el mes y medio que llevo aquí? - Hizo un gesto con la mano y se acercó la copa para beber. - Él sale ganando con lo de la relación abierta. -

    Probó la bebida él también, y al paladearla miró a Alice. - ¡Eh! - Pero fue a hablar y tosió un poco, pero se recuperó rápidamente. - Esto lleva arándanos. - Y muchísimo alcohol. Pero cada vez tenía más controlado lo de no toser al primer trago. Su prima tenía un juego que proponer, que Marcus no conocía pero al que atendió sonriente... al menos hasta que vio esa cara de "no voy a declarar nada" de su novia y detectó quiénes reían, quienes estaban como él y quienes se habían puesto nerviosos. Y algo le decía que él iba a acabar en el último de los grupos... O el Marcus sensato acabaría ahí, porque el Marcus de esa noche quería disfrutar. - ¿En qué consiste? - Sandy se puso muy bien puesta (vaya, cómo se parecía a Saoirse cuando ponía expresión maliciosa) y comenzó. - Alguien dice algo que nunca ha hecho, y si tú lo has hecho, tienes que beber. - Marcus asintió, comprendiendo. Bueno, a ver, él no había hecho TANTAS cosas. Veía que el objetivo era emborrachar al que... ¿hubiera hecho más trastadas? En ese caso, se libraba... Vale, se llevaría a Dylan antes de que viera a su hermano borracha. - No parece complicado. - Aseguro, pero Monica, aguantándose la risa, añadió. - Suelen decirse cosas vergonzosas. - Marcus frunció el ceño. - ¿Cómo de vergonzosas? - Sexuales. - Apuntó Nikki automáticamente, bien tranquila reposando sobre un sofá, copa en mano y sonrisa, y fue decirlo y Edward, que justo en ese momento bebía tímidamente como si se quisiera camuflar, se atragantó sobre la copa y casi se tira el contenido en su cuidadosamente elegido polo. A Marcus se le cambió la cara, obviamente. Frunció los labios y, mirando a los presentes, señaló a Dylan. Monica chasqueó la lengua. - Sabía yo que iba a usar la baza del niño. De verdad, los dos iguales. - ¡No he dicho nada! - Se defendió Howard, pero su mujer ya estaba mirando a Dylan. - Cariño, ¿de que casa decías que eras? - ¡De Hufflepuff! - Contestó alegre, y entre el tono cantarín y la voz madurada había sonado tal cual como Darren. Marcus rodó los ojos, pero Monica siguió. - Este niño viene más espabilado de lo que creéis y, si no lo está, hay que espabilarlo. - Señaló a Edward. - No hay más preguntas, señoría, e igualmente tenemos al abogado descompuesto. - Estoy bien. - Aseguró, pero tenía la voz quebradísima por el conato de atragantamiento y no paraba de hacer pruebas con esta, aclarándose la garganta.

    - Bueeeeno, bueeeeno, a veeeer. - Dijo Frankie, alzando las manos. - Que tampoco hace falta que sean cosas MUUUUUUY malas o vergonzosas. - Hizo un gesto de quitar importancia. - Venga, voy a ser buen primo y a empezar yo. Yo nuncaaaa... - Hizo como que pensaba, pero le estaba viendo la cara a Sophia de vérselo venir. Marcus también debió vérselo venir. - He sacado un diez en un examen. -Dylan empezó a reír como un diablillo. Sandy apretó los labios y les miró. - Todos los que sí hayáis sacado alguna vez un diez, tenéis que beber. - Marcus miró con inquina a Frankie, quien se encogió de hombros. - Creía que el problema era destapar cosas sexuales. - Suspiró, pero bebió. Él, Alice, Howard, Edward y Sophia, bajo las risas de los demás. También hubo dos inesperadas personas bebiendo. - Esta te la guardo, que lo sepas. - Le advirtió Monica. Realmente no le extrañaba tanto, se parecía mucho a Alice y ella tenía muchos dieces. A la que todos miraron fue a Nikki, que cuando bajó la copa con elegancia, dijo. - ¿Qué miráis? Yo era una alumna muy buena y aplicada. - Comentó con tranquilidad y sin perder la elegancia de la postura. Aaron aportó. - ¿Y solo se bebe una vez aunque lo hayas hecho muchas veces? - Señaló a Marcus con el pulgar, cómico. - Porque necesitamos varias botellas para este si la repetición cuenta. - ¿Puedo decir ya yo nunca he hablado cuando nadie me ha preguntado? - Le dijo, picajoso, a lo que Aaron soltó una violenta carcajada. - Otra botella más para el señor alquimista, entonces. - Rodó los ojos con hastío, y al hacerlo, se encontró a Howard y a Monica tapándose la risa con la mano. Les miró ofendido y Howard, rápidamente, se recompuso. - Lo siento, colega. No ha tenido gracia. - Frunció el ceño y Monica, con cariño, añadió. - Nosotros te queremos así. -




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    Jue Jun 01, 2023 1:35 pm


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    Con Marcus | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    Sonrió de corazón al ver a su novio tan entregado. Sí, desde luego que a Marcus le pegaba todo aquel ambiente y disfrutaba de sentirse exclusivo. Le acarició la mejilla y los rizos, embelesada, y dijo. — Cuando seas un alquimista importante nos invitarán a sitios así, y más elegantes aún, y a Lex también, mira si no a todos los amigos de Sandy… — Y míos. — Apostilló Frankie. Ella asintió con seguridad. — Así que vete aprendiendo ese hechizo de la camisa para más eventos… — Se acercó a su oído y susurró. — Y por que me encanta, por eso también. — Y se separó con una sonrisita traviesa.

    Dirigió una mirada de medio lado a su primo, que entre la promesa de ligar y de emborracharse le hacía preguntarse si no se estaría viniendo un poquito arriba. Aunque ante la argumentación, no tuvo nada que añadir. Se encogió de hombros y asintió. — Los dos os podéis beneficiar, claramente. — Sí, Ethan después de haber estado más de un mes en la casa de campo, se habría vuelto loco, sin duda. — Disfruta, que llevamos mucho tiempo reprimiéndonos. Seamos felices. — Y le dio fuertemente la mano a su novio.

    Sí, la copa sabía a arándanos, y estaba fuertecita, pero le gustaba, y bebería bien a gusto jugando al “Yo nunca”. Ella, a decir verdad, ya había jugado, en Saint-Tropez, con los amigos de André, aunque por aquel entonces, ella no tenía mucho por lo que beber, y al principio eso la mosqueó, pero luego se dio cuenta de que la posición privilegiada en ese juego la tenía él que había hecho pocas cosas y se dedicaba a quedarse con las historias de todos los demás. Ahí quien lo iba a tener era su hermano, menudo peligro. Bueno, quizá Sophia… Aunque empezaron por lo del diez, y como buena serpiente cornuda que era, tuvo que beber. Le guiñó un ojo a Monica y dijo. — La señora Graves y yo tenemos peor fama de lo que somos realmente. Unas niñas muy aplicadas en todo. — Uhhhhh eso de donde yo vengo se puede malinterpretaaaaaar. — Dijo Sandy con tonito, demostrando que muchos cosmos de esos no debería beber. Luego miró de nuevo a Howard y dijo. — Prefecto Graves, prefecto O’Donnell, vuestras mujeres os ven venir. Pero como bien ha señalado Monica, mi hermano sabe hasta de lenguaje del amor. — Dylan asintió, muy tranquilo, con una pacífica sonrisa. — Acabo de venir de un mundo en el que no he visto ni sentido ni una pizquita de amor. Prefiero sin lugar a dudas una sala común llena de amor, aunque sea caótico y múltiple que lo que he visto. ¡Ese es el hijo de mi Janet! ¡Dilo bien alto, Dylan, amore! — Vaya, Nikki también se había venido arriba entre lo del diez y esa referencia de su hermano. Lo cierto es que ella no pudo evitar, al igual que algunos de los demás, mirarle y sobrecogerse con la naturalidad con la que su hermano hablaba de ello. Solo esperaba que luego no reventara por algún lado. Pero esa no era la noche para preocuparse de eso.

    Bueno, venga, digo yo la siguiente. — Propuso Sophia, que saltó de repente. — Yo nunca he echado a mi familia de casa para llevarme a alguien a… Estar a solas. — Y alzó una ceja y miró a su hermano, que puso una sonrisa que debía ser un auténtico peligro público en Ilvermony. Alice rio por lo bajini y dejó la copa en la mesa, mientras Frankie bebía y Nikki también. Dylan se asomó a mirarla. — ¡Hermana, por favor! — Nooooo, no, no. Aprovechar que la casa esté vacía no es echar a nadie. No, yo no bebo. — ¡Hermana! En junio, el día del diluvio… — No os eché. Papá tenía que haber tenido una conversación padre-hijo contigo, aunque se le liara la cosa. Yo aproveché. — Se cruzó de brazos negando, pero entonces Howard bebió y ella abrió mucho los ojos. — ¡PREFECTO GRAVES! — Monica levantó la mano y negó con la cabeza. — No, no, no te imagines que tuvo un intrincado plan o engaño con sus padres, no. — ¿Puedo contarlo? — Dijo, carraspeando aún por la bebida. — Pasó lo siguiente. Monica y yo habíamos tenido momentos tensos en el colegio justo antes de Navidad, y yo tenía miedo de que nos distanciáramos en vacaciones, y quería verla a solas… — Y les dijo a sus padres, literalmente, que necesitaba verme a solas. — Dijo Monica con cara de hastío. A Alice se le salió una carcajada. — Es que, de verdad, pensé que era lo mejor, yo nunca pedía nada ni daba un problema. Y entonces mis padres me vieron tan apurado y preocupado que se fueron a pasar el día fuera. — Miró a Monica y le dio con el índice en la mejilla. — No salió tan mal, ¿no? — Sandy encogió un hombro. — Por favor, que esto se ponga interesante, que no bebo nada… — Se apartó el pelo. — Mis padres es que casi nunca están en ninguna de las dos casas, no tengo que echar a nadie.






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    Vie Jun 02, 2023 6:06 am


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    Con Alice | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    Se quedó pensativo y reflexivo con las palabras de Dylan. O le estaban afectando ya los escasos dos sorbos de alcohol que llevaba, o como decía su cuñado aquella situación de los últimos meses le había cambiado la manera de pensar. Muy relajado para ser él, pero sacó el labio inferior y se encogió de hombros. Le valía.

    Con la siguiente tuvo que hacer memoria, pero ciertamente, él no lo había hecho nunca... Alice, sí. Sin embargo, su novia no bebió, y él la miró, y a los segundos de mirarla se dio cuenta de que estaba siendo un gesto muy delatador, así que miró hacia arriba, pero eso no era natural... Vamos, que les pillaron, porque ya había gente señalándole y riéndose. - Yo tengo la conciencia muy tranquila. - Por tu parte, querrás decir. - Señaló Sophia, traviesilla y mirando a Alice. Dylan fue quien les delató radicalmente. - ¡Eh! - Se quejó, pero no es como que tuviera mucho más que argumentar, porque el niño tenía razón. ¿Qué hay de lo de negarlo siempre es peor? Por no hablar de que estaba haciendo trampas en el juego, y Marcus no podía con las trampas ni aunque fueran en su propio perjuicio. Aunque Alice le estaba dando bastante la vuelta, ocasión que él no iba a desaprovechar. Se encogió de hombros y sonrió. - Y, por si no lo recuerdas, cuñado, ese día acabé de cháchara con vosotros en el salón. - Uy, sí, déjame recordar de qué estábamos hablando.  - Aquella manera de hablar de Dylan no podía traer nada bueno. - Ya lo recuerdo: de que casualmente apareciste por casa dos minutos después de que mi padre y yo saliéramos para "prestarle a Alice un libro para la licencia de alquimia" pero "te habías dejado el libro en casa". - Marcus frunció el gesto, pero alrededor se escucharon varias risas. Si es que, para qué hablaba... - No veo el respeto a tus mayores por ninguna parte. - Dylan se acarició la barbilla y dijo. - Ahora parezco yo mayor que tú. Al menos yo tengo barba. - Y más risas, en lo que Marcus subía los brazos y los dejaba caer, resignado.

    Al menos la anécdota de Howard desvió el foco, y por supuesto, su mentor no defraudó. El único que parecía comprar la versión como lo más normal del mundo era Marcus. Bueno, y Edward, que por su expresión no parecía entender ni qué tenía de malo invitar a una chica a casa para charlar. Al parecer, la que había propuesto el juego no parecía estar divirtiéndose lo suficiente. ¿Es que le parecían anécdotas aburridas? Pues se temía lo peor... - ¿Quieres beber, prima? Pues no se diga más. - Dijo Sophia. - Yo nunca he ido "de compras por la Quinta". - La envidia hace que salgan arrugas. - Respondió Sandy, incisiva, y Marcus la señaló, botando en el sitio. - ¡Yo también uso esa frase! - Sophia rodó los ojos con un gruñido, pero Sandy le miró con una caída de ojos y mucha dignidad. - Claramente sabemos de lo que hablamos. - Pues sí. - Dijo él, taladrando con la mirada a aquellos presentes que seguían riéndose de la polvareda levantada por Dylan.

    Y hablando de Dylan. - ¡Yo tengo una! ¡Y vais a beber todos! - Miedo le daba. El chico, muy contento y con la expresión infantil que seguía habitando en él a pesar de su aspecto cambiado, dijo. - Yo nunca le he dado a nadie un beso en la boca. - Hubo varios "aaaw" por el entorno pero, efectivamente, tuvieron que beber todos. - No sabes cuánto me alegro de oír eso. - Dijo Marcus con tonito, aun teniendo que beber. - Venga, padrazo, deja de quejarte ya y propón algo. - Le acusó Frankie, y él pensó durante unos instantes. - Yo nunca... Hmmm... - A ver, había muchas cosas que no había hecho, pero tenía que pensar en algo que hubieran hecho al menos la mitad de los presentes. - Yo nunca he ingerido ninguna sustancia psicotrópica. - Miró a Alice y puntualizó. - Ni siquiera por accidente. - Sonaron varios "uuuhh" y demandas de contarlo. Bebieron Monica, Frankie, Nikki y Sandy... Y Edward. Todos le miraron y, cuando bajó la copa, precisó. - Fue un accidente con una planta en Herbología que no debería estar ahí. - Marcus miró a Alice con obviedad. Bueno, al menos no había sido la única. - Acabé en la enfermería. - Donde debía haber acabado quien yo me sé. - Es que si no lo decía explotaba. Y, una vez más, al decirlo había cavado su propia tumba. Sophia le miró analítica y preguntó. - ¿Y dónde acabó, entonces? - ¡En el baño de prefectos! - Saltó Dylan, y hubo una exclamación exclamada colectiva, con todos los ojos mirándole. - ¡Colega! - Exclamó Howard, medio impresionado medio aguantando la risa, y Marcus alzó las manos. - ¡¡Tiene una explicación!! ¡Mi conciencia está tranquila, soy íntegro! - Sabía yo que las primeras aventuras sexuales salían de estos dos... - ¡¡Que no!! - Reprochó el comentario de Monica, por encima de las risas. Narró a grandes rasgos lo ocurrido, y si bien veía en sus caras que la historia tenía perfecto sentido, algunos, por meterse con él, seguían diciendo que tenía lagunas. Una vez narrada, miró a Dylan. - ¿Y cómo sabes tú eso? - Me lo contó Hillary. - Marcus abrió mucho los ojos, bajando los brazos. Dylan se encogió de hombros. - Dijo que algún día me vendría bien para usarlo y que era su venganza por haberle hecho pasar un mal rato y haberla obligado a ocultarlo durante dos años para al final que se lo dijeras tú y que como va a ser abogada podrá defenderse de cualquier acusación. - Lo que hay que oír... - Masculló.




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    Con Marcus | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    Se guardó una risilla con la actuación de Marcus, que era bastante delatora y le miró de reojo. Qué guapo estaba con esa camisa, riéndose, intentando rebatir a su hermano… Casi se le escapa un suspiro, porque, de verdad, era el hombre más guapo del mundo, y la volvía literalmente loca, y estaban en un bar, y menos mal que tanto Dylan como Aaron estaban entretenidos, porque si no, estaría en un apuro.

    Reconectó con la conversación al hilo de la intervención de Sophia, que claramente estaba lanzada e hizo beber a Sandy, aunque fue a base de lanzarse dardos entre ellas, a los que Marcus entró de cabeza, claramente llevado por el entusiasmo excesivo, haciéndola reír y negar con la cabeza. Se inclinó un poco hacia Sophia y le susurró. — Confiaba que en esta bonita ocasión, y teniendo en cuenta que nos ha invitado a este sitio tan chulo, pudiérais plantearos hacer las paces y pasar un buen rato de primas. — Sophia apretó los labios y ladeó la cabeza. — Mucho “yo nunca” hace falta para eso. — Ella negó y suspiró, volviendo a su sitio y rozando su pierna con la de Marcus y su mano con el interior del brazo de él disimuladamente. Sí, necesitaba tocarle aunque fuera o algo.

    Rio a lo de su hermano y bebió con gusto, pero cuando soltó la copa dijo. — Ya te llegará, ya, y me reiré de este momento y de muchos otros, y te diré: ¿qué? ¿Ahora como ves este momento o este otro? — Dylan se rio y la miró de reojo, alzando una ceja. — Igual me rio más, hermana, que soy yo. — Eso la hizo parpadear un poco. ¿Cuándo se había vuelto su patito tan mayor? Y no era la barba, eran esos comentarios, es agilidad, que tantísimo le recordaban a su padre cuando era… Más su padre, pero con más cabeza. Quizá aún quedaba lugar para partes buenas de los Gallia en el mundo.

    Y en esas estaba, cuando se dio cuenta de lo que acababa de contar su novio. Negó con la cabeza, aunque le miraba con una sonrisa, antes de beber, porque en el fondo le había hecho gracia esa salida de su novio, llevaba ya unos traguitos, y esa noche estaba espectacular, así que lo que hubiera dicho le hubiera parecido bien. Y cuando Rylance admitió aquello, Alice le señaló. — ¡Es que! ¡Fíjate la peligrosidad para que le haya pasado hasta a Edward! — El abogado se señaló un poco ofendido y ella resopló. — Ay, Edward, por favor, si es que no te imagino ni metiendo las manos en la tierra para transplantar plantas, así te lo digo. — Él levantó las manos abriendo mucho los ojos. — Hago unos Defodios espectaculares, ¿vale? — Se defendió, pero Monica tenía otras cosas que añadir, a ver cómo salía Marcus de esa. De hecho, acarició un poco su rodilla y dijo. — Merecido te lo tienes.

    Lo que no se hubiera esperado ni en mil vidas es que su hermano supiese aquello, lo cual le hizo mirarle con los ojos muy abiertos. Afortunadamente, su hermano era como su padre para lo bueno y para lo malo, y en seguida delató cómo lo sabía, y Alice no pudo más que morirse de la risa. — A ver, a ver, a ver. — Llamó Monica al orden, chasqueando los dedos. — Demando explicación de todo esto. — Howard levantó la copa y miró a Marcus. — Yo confío en mi colega. Si Alice estaba drogada, no le puso ni un dedo encima. — ¿Qué es el baño de prefectos? — Preguntó Sandy. — Eso, eso, ¿qué es el baño de prefectos? — Dijo Frankie bien animado, dando palmas. Alice levantó las manos. — ¡A ver! Atención, que solo lo voy a explicar una vez. — Dejó las manos sobre el regazo y sonrió. — El baño de prefectos es el mejor baño del castillo, y solo los prefectos tienen la contraseña de la puerta. Tiene una bañera enooooooorme con un montón de grifos que sueltan agua de colores, Y ESO LO SABE TODO HOGWARTS, antes de que empecéis a interrogarme. Dicho esto, como lo mío fue accidental, pero no querían implicar a la chica que me lo provocó sin querer, pues me llevaron allí porque era el baño más privado y me metieron CON ROPA — hizo hincapié — en dicha bañera, para quitarme los restos de la planta. Marcus cuidó de mí, no pasó nada y todo lo que hizo fue estar a mi lado incluso cuando el miedo me hacía flipar y tener pesadillas muy vívidas. — Terminó satisfecha.

    Monica dejó caer las manos en el regazo y pellizcó a su marido. — ¡Howie! Esta sabe cómo es el baño de prefectos y yo no. ¡Te dije que no era tan descabellado! — ¡Ay, cariño, que fue una emergencia! Mi colega… — ¡Tu colega y la otra tienen mucha cara y me parece que se están saltando capítulos de la historia! Y yo quería haber visto el baño… — Se cruzó de brazos, con expresión de niña enfadona muy forzada. — Pues yo creo que es una historia súper y si hay implicadas bañeras enormes con burbujas y chorros, yo ya estoy de cabeza. — Añadió Sandy. Edward ladeó la cabeza. — Partiendo una lanza por mis clientes, he de admitir que he oído lo mismo que Alice, sí que parece una descripción bastante genérica, porque, obviamente, al no ser yo prefecto, nunca… — ¡Mira, al hilo de eso! — Saltó Nikki de repente. — Yo nunca lo he hecho en un lugar público. — Y la mujer se cruzó de brazos con una sonrisa satisfecha, mirando a los demás. — ¿De verdad, Nikki? — Le preguntó Monica. — De verdad, señora Graves. He vivido sola desde los dieciocho años, siempre había considerado que lo que tuviera que hacer, mejor hacerlo en mi piso, pero… Quién sabe. Igual ya me he aburrido de hacer siempre lo mismo, depende de lo vieja que me hagáis sentir al beber. — Sandy bebió, encogiéndose de hombros, y, mientras Monica y Howard también lo hacían (a ver, una sorpresa tampoco era) Sophia preguntó. — ¿Qué consideramos público? — ¿HERMANITA? — Dijo Frankie escandalizado. — Tú calla, no me hagas hablar… — Aaron, que justo dejaba la copa. — Oye, estos dos no han bebido… — Dijo señalándoles, pero justo cuando no le iba a quedar otra, llegaron un montón de tíos muy altos y grandes, metiéndose entre los sofás. — ¡SANDY! ¡SABÍAMOS QUE TENÍAS QUE SER TÚ! ¡VAYA FIESTÓN! — Ah, esos debían ser los jugadores. Y entre aquella marabunta y gente saludándose y presentándose, Alice bebió y le guiñó un ojo a su novio. — Salvado por el quidditch, mi amor. — Susurró con una sonrisilla traviesa.






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    Con Alice | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    Su explicación somera de la circunstancia no había servido de nada, porque ya estaba ahí su novia para explicarlo con pelos y señales. ¿Cuándo iba a aprender que, con Alice, todas las estratagemas pseudovengativas que se le ocurrieran se le acababan volviendo en contra? Llevaban tan unidos tantísimo tiempo que era rara una trastada de ella en la que él no estuviera involucrado aunque fuera mínimamente, y en esa en particular estaba muy involucrado. - Gracias. - Respondió a Howard, con tono afectado y una mano en el pecho. - Lo pasé muy mal. - Peor que la drogada, claramente. - Pues sí. - Reafirmó ante el comentario pinchón de Sophia. - No sabía qué hacer, y si bien no estábamos juntos, yo ya estaba perdidamente enamorado, y ver al amor de tu vida así, con quince años, tu puesto recién estrenado... Es algo que no le deseo a nadie. - Howard le miraba y asentía con comprensión, convencido, pero Monica había rodado los ojos. - Id a contarles la milonga a otro. - ¡Jolín, que es verdad! - Toda la fachada al suelo y un tonito infantil que al que más gracia hacía de todo aquel grupo era a Dylan.

    Al menos la versión de Alice había convencido bastante, y él se irguió orgulloso por la parte que le correspondía. Edward salió impecablemente en su defensa, y Marcus le escuchaba y asentía con formalidad, pero Nikki pasó por encima de la exposición del hombre, dejándoles tanto a este como a él descuadrados. Y qué interrupción, vaya con la afirmación. Miró a Dylan por si estaba muy espantado, pero el chico solo reía entre dientes y los demás estaban tan tranquilos. Su prima se adelantó en preguntar lo mismo que iba a preguntar él: qué consideraban "público". Porque a ver, para él, el pasillo del cuarto piso era un recoveco bastante privado... pero no dejaba de ser un pasillo en mitad de un piso en una escuela con cientos de alumnos. Solo de pensarlo se estaba poniendo colorado, y miraba de reojo a Alice con todo el disimulo que podía elegir, sin saber si beber o no. De hacerlo, lo tendrían que hacer ambos, claro, porque él no había tenido ninguna experiencia sexual que no fuera con ella. Menudo jardín...

    Abrió mucho los ojos a la acusación de Aaron, y ya estaba boqueando como un pez para defenderse cuando los jugadores de quidditch irrumpieron allí, y todos parecieron desconcentrarse. Respiró con alivio. - Le daré las gracias a Lex. - Suspiró, rodando los ojos aliviado. Mientras se llevaba la copa inocentemente a los labios, para calmar los nervios, dijo. - Aunque seguramente diría algo del tipo "no lo quiero saber"... - ¡Eh, eh! ¡Ese está bebiendo! - Delató Monica, provocando que casi se atragante y lo tire todo. - ¡Ha sido un acto inconsciente! ¡Tenía sed! - Ya ya... - Pero los jugadores estaban montando tanto alboroto que ahí quedó la cuestión, por suerte para él.

    - Pero a ver. - Volvió, aprovechando que los chicos saludaban a los presentes para susurrarle a Alice. - Público... ¿en qué sentido? - Reflexionó. - ¿Que haya gente en el mismo edificio? Eso no puede ser, o todas las casas de bloque como la de Jason se considerarían sitios públicos. ¿Que estén al aire libre? Pero en el campo de lavandas no había nadie. ¿Y el pasillo? Pero nadie lo conoce. - Mientras hablaba, comprobaba que el ruido les tapaba y nadie les hacía caso, y se detuvo a lo justo, porque Sandy venía ya del brazo con uno de los chicos rumbo a ellos. Recompuso su mejor pose y sonrisa. - Este es mi primo Marcus O'Donnell, y esta es mi prima Alice Gallia, que no es mi prima prima pero es su novia y para mí ya es de la familia. - ¡Encantado! ¿Cómo es que sois primos? No tenéis el mismo apellido. - Sandy soltó una risita de coqueteo tan exagerada a semejante pregunta obvia que algo le decía que no había elegido un jugador al azar. - Somos primos por parte de nuestros abuelos. Mi abuelo es Lacey y su abuela también, pero al casarse su abuela con un O'Donnell, él es O'Donnell. - Pero tú también eres Lacey y eres mujer, como su abuela. - Reflexionó el otro, que de verdad estaba haciendo un gran esfuerzo por entender la genealogía. La chica apoyó la otra mano en el brazo con el que estaba enganchada y dijo con tono adorable. - Cosas de irlandeses, que somos muchos. ¿Quieres una copa? - Desvió, llevándoselo de allí antes de evidenciar delante de "sus primos los listos" que había ido a engancharse al más tonto de la plantilla.

    - ¡Primo! - Clamó Frankie. Venía con un jugador a un lado y una jugadora al otro, y a ambos les pasaba un brazo por encima de los hombros. - ¡Futuros compañeros de tu hermano! - Marcus le miró con evidencia. ¡Se supone que es un asunto discreto! - ¡Encantada, soy Lorraine Hopkins! ¿Tienes un hermano que juega al quidditch? - ¡Encantado, Lorraine, Marcus O'Donnell! - Le estrechó la mano tanto a ella como al chico, que se presentó como Klaus Wagner con un marcadísimo acento alemán, y cuando Alice se presentó también, respondió. - Mi hermano es un excelente jugador de quidditch, sí, y tiene en mente dedicarse al quidditch profesional. A eso se refiere Frankie. - Dijo, cortés y sonriente, pero mirando a Frankie con ojos de obviedad que no sabía hasta qué punto iba a pillar. - Pero aún está en su último curso de Hogwarts. - ¡Oh, ingleses! - Dijo Klaus. - Echar de menos Europa, mucho. - ¡Eh! No te quejes, rubio, que será que no cobras una pasta. - No quejar. América divertida. - Comentó jovial, y Marcus solo pudo reír. Le recordaba a una extraña fusión entre Lex, por el volumen corporal, y Darren por lo agradable al trato. - ¿En qué posición juega? - Volvió Lorraine, agradable y sonriente, copa en mano. - Es cazador. - Klaus soltó una carcajada. - Su hermano quitarte el puesto. - ¡Qué va! En todo caso sería mi compañero. ¡Que hay tres por equipo, Klaus! - Dijeron entre risas, y Marcus miró a Alice, sonriente. Le gustaba aquel ambiente.




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    Dom Jun 11, 2023 3:50 am


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    Con Marcus | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    Miró con ojitos entornados a su novio mientras bebía distraídamente, dándole la típica risilla floja y traviesa que le daba cuando sabía que de repente desconectaban, susurrando, sintiéndose solos en el mundo. — El pasillo no cuenta. — Susurró de vuelta, muy segura, pero sin perder la expresión traviesa. — Casi nadie sabe dónde está. Y el piso de Jason, aunque haya gente en el edificio, es un sitio privado. — Aseguró. Luego se mordió el labio al acordarse de lo que iba a mencionar y alzó una ceja. — El baño del séptimo piso, sin embargo… — Entornó los ojos hacia él y dijo en su oído. — Has hecho bien en beber. — Monica se puso a acusarles, porque claro, en el fondo, ella sabía que la mente les funcionaba igual, así que les había pillado, así que ella simplemente encogió el hombro y bebió justo cuando un enorme jugador de quidditch le tapaba la visión de los demás, antes de levantarse para saludar.

    El que se había enganchado de Sandy no parecía la luz más brillante del sistema, pero era muy guapo, y desde luego con la chica pegaba muchísimo. Y eso debía pensar ella también, porque estaba tonteándole abiertamente. — Mejor no le comentamos que mi hermano y yo nos apellidamos Gallia o temo que empiece a salir humo de esa cabecita que espero que meta unos tantos brutales. — Susurró a su novio. Ah, sí, una vez habían descendido por la cuesta de su propio mundo, ya no podían dejarlo. Todo eran susurros, miradas… Y roces. Mientras iban llegando otros jugadores de quidditch, aprovechó para deslizar los dedos por el antebrazo de Marcus, llegando hasta su muñeca y enredando brevemente sus dedos con los de él. Era un segundo, era un roce inocente, pero, para ella, en ese momento, eran unos microsegundos en los que solo le importaba poder rozar la piel de Marcus. Volvió a inclinarse sobre él y dijo en su oído. — ¿Te he recordado recientemente cuánto me gustan tus manos y tus dedos? — Y se separó rápidamente para saludar a los otros dos jugadores que aparecieron por ahí.

    Por supuesto, Frankie se había metido de cabeza en la conversación y encima aireando la circunstancia de Lex. Iba a intentar arreglarlo, pero los jugadores de quidditch parecían seguir la tónica del amigo especial de Sandy. Rio con la aparición del tal Klaus, porque al menos era gracioso, aunque no parecía tener claro cuántos cazadores había. — ¿Qué hacer en América? — Preguntó el chico y ella parpadeó, a ver cómo resumía aquello. — Asuntos familiares, pero volvemos en dos días a Inglaterra. Llévatelo en la maleta. — Bromeó Lorraine rodeando a Klaus y riéndose ambos. — ¿Y qué os ha parecido? — Ella entornó un poco los ojos, ladeando la cabeza. — Me ha… Abrumado un poco. Los magos en Inglaterra estamos un poco más desconectados de todo esto. — Admitió. — Fiesta en Nueva York solo buena donde Sandy dice. — Las chicas rieron. — Para eso si que ha aprendido el tío. — Klaus rio y levantó una cerveza enorme. — ¿Qué jugáis? — Yo nunca, pero creo que se ha roto un poco el juego. — ¡No, no, no! ¡Yo nunca meter un tanto con una quaffle! ¡Tú bebes Lorraine! — Y la chica, entre risas, levantó otro cosmo y bebió. Le gustaba el rollito que se traían. — ¿El guaperas O’Donnell es tu novio? — Ella asintió, satisfecha. — ¿Te gusta o qué? — La chica rio y se encogió de un hombro. — ¿Y a quién no? Vaya partidazo, chica. ¿El hermano que TOTALMENTE NO juega al quidditch que NO SUENA PARA NADA a que lo ha fichado un equipo grande y no se puede decir aún, aunque el bocazas de Lacey lo haya dejado bastante claro, es igual de guapo? Por consolarme. — Ella se rio y dio otra traguito a la copa. — Es muy guapo también. Pero a mí me gusta más el mío. — Lorraine soltó una carcajada y señaló a Klaus. — Pues cuidado que a aquel le ha gustado el O’Donnell de aquí también. — Alice abrió mucho los ojos y se lanzó a coger a Aaron del brazo y lo arrastró hacia el alemán. — ¡Klaus! ¿Te han presentado a mi primo Aaron? — Se giró y el chispazo fue instantáneo. Ya me lo agradecerás luego. Además, seguro que piensa en alemán, no tendrás ni que preocuparte. Lorraine y Monica se reían fuertemente y la música estaba muy buena para bailar. Podía ir con las chicas, podía pegarse a Marcus como una lapa, que no sería por falta de ganas, pero… Se fue a Dylan y le levantó, agarrándole de las manos y dijo. — Venga, patito mayor, baila con tu hermana, a ver esa sangre Gallia de la que tanto presumes. — Y se pusieron a dar saltos por el lugar, agarrados de las manos. — ¡Colega! ¡Ven aquí! — Llamó Dylan, y allí, con ellos dos bailando a lo loco, volvió a sentirse, por primera vez en dos meses, ella misma. Sophia apareció a su lado también y susurró. — A Rylance le va a dar algo. — Y todos se giraron a mirar a donde señalaba ella, para ver al pobre abogado con MUY poco movimiento viéndose comido por los movimientos elegantes y sensuales de Nikki. Tenía que admitirlo, eso sí que era una fiesta.







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    Lun Jun 12, 2023 7:47 am


    Sueños de paz
    Con Alice | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    Lorraine y Klaus parecían divertidos y amables, estaban siendo muy simpáticos, y entre el ambiente, la relajación por ver sus problemas al fin resueltos, y el alcohol que ya había tomado, estaba de muy buen humor y con ganas de reír e interactuar con gente nueva. Eso sí, necesitaría reubicarse (¿sería el alcohol? ¿El ruido? ¿Esa mezcla de idiomas de Klaus?) porque cuando el chico preguntó a qué estaban jugando, estuvo a punto de responder "no, el del quidditch es mi hermano". Menos mal que se adelantó Alice. Rio entre dientes (él solo, porque no lo había llegado a contar) y dio otro sorbo... Eso no le iba a servir para centrarse, pero bueno, estaba de fiesta.

    - Klaus, ¿cuánto llevas en América? - Preguntó al chico, aprovechando que Alice y Lorraine hablaban. Este hizo un gesto con la mano. - Poco. Cinco meses. Voy y vengo bastante. - De mi tienda sobre todo. - Klaus soltó una carcajada y alzó la copa. - ¡Mejor tienda de quidditch de América! - ¡Ese es mi chico! - Marcus no pudo evitar reír ante la escena. Después de beber, Klaus dijo. - Eso sí: cerveza muy mala. - ¡Pero si estás bebiéndite un gin-tonic! - Porque cerveza mala. - Siguió riendo. El chico amplió su información. - Me ficharon para los Sweetsweaters All-Stars. - Texas. - Especificó Frankie con una sonrisilla. - Pero les gusta vivir en Nueva York porque en ese desierto las escobas están todo el día llenas de polvo. - Tiene muy buen truco para el polvo. - Apuntó Klaus, señalándole. Marcus asintió, entre risas. - Algo me ha contado, sí. -

    - ¿Conoces Texas, Marc...? - La pregunta de Klaus se vio interrumpida por el huracán Alice, que casi le tira la copa (empezaba a estar un poquito inestable) y que prácticamente se había metido entre ellos con Aaron a rastras. Estaba convencido de que se estaba perdiendo algo, pero bueno, ya se enteraría. - Vaaaaaaaaale ya veo por dónde va esto. - Reflexionó Frankie en voz alta, tan discreto como siempre, mientras Klaus y Aaron se saludaban sin necesidad de más intermediarios. Ya, pues su primo lo había pillado antes que él, porque Marcus aún no... Ooooh ya. Vale, ya sí lo había pillado.

    Se giró para buscar a Alice y gusto ella estaba de la mano con Dylan. Bueno, con el que supuestamente era Dylan, porque no terminaba de acostumbrarse a verle con barba. El chico le llamó y se unió sonriente a ellos. - ¿Qué baile es este? - Preguntó entre risas, mientras saltaba por imitación. El comentario de Sophia hizo que miraran donde señalaba y que les diera un ataque de risa, sin dejar de bailar. - Mira por donde le va a salir rentable el viaje. - Comentó, riendo, si bien en su fuero interno dudaba que eso pasara de ahí, que su abogado era muy tímido, pero era gracioso verlo.

    Siguieron bailando un buen rato, y cuando se quiso dar cuenta se le había acabado la copa... y le había aparecido otra en la mano, literalmente mediante magia. Se giró a los lados y vio a Sandy mirándole, con la varita alzada y una sonrisita. - ¡Que no os falte de nada, primo! - Comentó. A Alice también le había brotado una copa nueva en la mano. La alzó y brindó en la lejanía. - ¡Mi mejor prima americana! - La otra soltó una risita de falsa modestia. Qué combinación más peligrosa podían llegar a ser Sandy y Marcus. Se giró de nuevo a su novia para seguir bailando, y vio que Dylan se había ido a bailar por ahí con Sophia, entre risas, así que se habían quedado momentáneamente solos. - Lo cierto... es que no. - Dijo con una sonrisilla ladeada y sin contexto. Se había dejado una cosa por contestar debido a la llegada de los jugadores, y era muy probable que Alice no supiera ni de lo que le hablaba ya. Él amplió su sonrisita y, tras una leve pausa para hacerse el interesante, se acercó y le dijo en falso tono apenado. - Ya no me dices cosas bonitas... - Era mentira, por supuesto, pero sí era cierto que últimamente, con todo lo ocurrido, habían descuidado ambos su habitual tonteo. La circunstancia lo requería, obviamente, pero eso no quería decir que no lo echaran de menos.




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    Lun Jun 12, 2023 2:34 pm


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    Con Marcus | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    ¡Baile Gallia, colega! ¡Solo te dejas llevar! ¡Y vuelas, vuelas como los pájaros! — Gritó su hermano por encima de la música, alejándose a saltos hacia Sophia, donde se les unió Monica también, mientras Howard observaba, muy formalito, desde el sofá, con una enorme y satisfecha sonrisa. Y ella rio y notó cómo su pecho se hinchaba de orgullo y sus ojos se inundaban con lágrimas tímidas al ver que su hermano estaba bien, estaba feliz y no había perdido su esencia.

    Y, de la nada, apareció una copa en su mano, y le dio la risa floja, guiñándole un ojo a Sandy en la distancia. Se acercó a su novio y susurró, juguetona. — Te encanta el lujo, ¿eh? En el fondo lo llevas en la sangre, como yo lo de bailar como una loca sin pararme a pensar ni en qué estoy haciendo. — Chocó la copa con la de él y dijo. — Somos muy ricos en muchas cosas. — Alzó la ceja y miró en varias direcciones. — Venga, vamos a hacer una apuesta. ¿Quién se lía primero? ¿Sandy y el genio, mi primo y Klaus o Rylance y Nikki? — Dejó un besito rápido en sus labios. — ¿Qué nos jugamos?

    Y por mucho que el jueguecito de las apuestas le gustara, había un juego que se les daba mucho mejor, desde hacía mucho tiempo, que hacía que se le pusiera la sonrisilla traviesa y que la Alice sensual se apoderara de ella. Se acercó a Marcus y le rodeó con un brazo sobre su hombro, acariciando su nuca y mirándole de muy cerca. — ¿Ah no? — Dijo siguiéndole el juego. — Me encantan tus manos… Las echo de menos… Me conocen tan bien… — Dijo bajando el tono a uno más aterciopelado. Subió la mano por su nuca, acariciándole hasta que metió sus dedos por su pelo. — Me encantan tus rizos. Y me encanta agarrarme a ellos. — Dijo cerrando la mano despacio. — Me encantan tus labios, sobre todo cuando te los lames, me dan unas ganas terribles de besarte. — Y dejó un beso muy muy ligero sobre ellos. — Me encanta tu piel… — Susurró, inclinándose sobre su oído. — Y ojalá pudiera verla entera ahora, por muy bonita que sea esta camisa… — Terminó deslizando su dedo por el cuello de la camisa. — Aunque, ahora que lo pienso, tu tampoco me has dicho a mí muchas cosas bonitas… — A ver, Marcus SIEMPRE que podía le decía cosas bonitas, pero ya que estaban de jueguecito… — Además de que te gusta verme bailar como una loca… Como un pájaro al viento… Libre… — Y se separó, con toda la intención de que la siguiera a bailar.

    Pero lo que ella se esperaba que iba a ser un bailecito de los suyos privado, se convirtió en otra cosa. La música cambió de repente, de ser música discotequera pasó a ser… ¿como muy irlandesa? Se chocó con alguien, y ese alguien la agarró por la cintura y la levantó. — ¡Vamos, primita! Que te veo demasiado motivada con el primo y veo que no vamos a tener otra oportunidad de hacer esto.¿Qué? — Fue lo único que le dio tiempo a preguntar. — ¡Eh, Dewar! — Llamó a uno de los jugadores con el pelo más anaranjado que había visto en la vida. — Que tú eres irlandés, baila con mi hermana, para que Alice vea cómo se baila esto. ¿Qué estamos haciendo? — Preguntó aún confusa, mientras Sophia, más sonriente que en toda la noche, se ponía a su lado con el irlandés. — Un baile irlandés que es difícil como un demonio pero que es fundamental para que seas aceptada en una familia irlandesa, que se lo pregunten al tío Lawrence. — Alice parpadeó, sobrepasada por la situación. — Venga, tu sigue lo que hace mi hermana. — ¿Cómo has puesto esta música? — Dijo Sandy con desprecio y un punto de indignación. — Porque un ave de trueno siempre tiene contactos. Venga, prima, tráete al listo, por si alguna vez hay que meterlo en la familia. No me digas que vas a ser la única Lacey que no sabe hacer este baile. — Ahí Sophia y Alice se rieron casi involuntariamente, mientras la chica intentaba a enseñar una cantidad infernal de pasos a una Alice considerablemente torpe por el alcohol, los tacones y el vestido. Para sorpresa de todos, Sandy sonrió con malicia y se agarró de la mano del jugador grandote. Frankie rio y se acercó a ella. — ¿Preparada? — Qué va, ¿tengo que hacer esto de verdad? — Vamos, hermana, Marcus hizo las pruebas de La Provenza por los Gallia. — Dijo Dylan, apareciendo por allí, con Monica abrazándole por la espalda. — Eso, hermana, que todos te veamos. Y vamos a ver bastante de ti, me da a mí. — Ay, Moni, no seas picona. — Salvó Howard. — Pero yo quiero verlo, claro. — Dijo cruzándose de brazos con una sonrisa. Menudo traidor. Pues nada… Se giró a Marcus y dijo. — Lo hago por ti, mi vida. — A ver si le salía ni tan siquiera un paso.







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    Alchemist
    Freyja
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    Mar Jun 13, 2023 2:55 pm


    Sueños de paz
    Con Alice | En Nueva York | 15 de septiembre de 2002
    La miró con una sonrisita de galán y los párpados caídos. - ¿Preguntas que si me gusta el lujo? - Se acercó a ella y, chulesco, dijo. - ¿Te presento a mi novia? Si la ves, no te quedará dudas: me encanta el lujo. - Hizo un gestito chulesco. - Solo me rodeo de cosas preciadas y únicas. - Chocó la copa con la de ella y añadió. - Los más ricos del mundo. - Mil veces más que esos asquerosos Van Der Luyden y todo su dinero.

    Miró alrededor, siguiendo con una sonrisilla la broma de Alice, pero la miró de reojo y chasqueó la lengua. - Me faltan parejas en esa apuesta. - Suspiró falsamente. - Pero, si tengo que elegir entre esos... Hmmm... - Prolongó los instantes más de lo necesario, tensando, para finalmente decir. - Nah, lo siento. No hago apuestas en balde, sobre todo si sé que voy a perder. Soy un chico inteligente, Gallia. - Se encogió de un hombro. - No se consigue la exclusividad y el lujo haciendo tonterías. - Se mojó los labios y miró a otra parte, escondiendo la sonrisilla mientras bebía.

    Se regodeó en que su novia le dijera todo lo que le gustaba de él, moviéndose lentamente a su mismo ritmo, con la música, y sin dejar de mirarla a los ojos y a los labios. Sonreía más a cada cosa que le decía, pero cuando se la devolvió, sin perder la sonrisa, arqueó las cejas. - ¿No? ¿No te he las digo? Pues eso está muy mal por mi parte, que descuido imperdonable... - Sonrió un poco más tiernamente a lo del pajarito libre. - Eso siempre. - Dijo de corazón, antes de volver al modo tonteo. Se lamió los labios. - A mí... me gustan muchas cosas de ti. Tus ojos de Ravenclaw... Tu pelo negro... Tu sonrisa... - Ladeó varias veces la cabeza, como si pensara. - Y hay más cosas. Muchas más. Que me gustan tanto tanto... que están en mi lista de cosas favoritas. - Se encogió de hombros con una caída de ojos. - Pero no te las puedo decir aquí, porque luego me acusan de hacer cosas en público. - Y dio otro trago, lentamente y mirándola a los ojos.

    Pero en mitad de su pompa de ligoteo, la música se puso... muy irlandesa. Y en otras circunstancias se hubiera quejado, pero fue oírla... ¡y le pareció una idea fantástica! - ¡¡Esta la conozco!! - Dijo al aire, girando sobre sí mismo, como si intentara encontrar a quien estuviera presente y escuchándole. - ¡La ponía la abuela Molly en casa! - Frankie se estaba llevando a su novia, pero él estaba tan contento que le pareció estupendo, estaba deseando apuntarse a la canción también. Aunque ni sabía bailarla ni era él muy bueno cantando, pero bueno, podría tocar las palmas, aunque iba un poco rápida, pero creía que podía pillarle el ritmo. La cosa incluso podía mejorar, porque estaban proponiendo que Alice bailara esa canción a modo de ganarse estar con él. - ¡Eso! ¡A los irlandeses hay que ganarnos! - Y yo que creía que tú "habías nacido en San Mungo como todo mago inglés de bien". - Pinchó Monica, provocando risillas tapadas en su marido. Ah, claro, cuando entró en primero tuvo que aguantar muchos "¿eres irlandés?", y él siempre se defendía con lo mismo. - Qué alegría tener gente cerca con tan buena memoria. - Se quejó, a lo que la chica le alzó la copa con una sonrisa socarrona.

    Se volvió a centrar en su novia y el baile que le iba a dedicar. Señaló efusivamente a Dylan. - ¡Ese es mi colega! ¡Di que sí! - Y, dicho eso, se dispuso a retreparse en un sillón cual marqués a disfrutar de su espectáculo... Idea que se le esfumó en apenas dos segundos, en cuanto Alice dijo que lo hacía por él, a lo que le lanzó un beso, y porque la musiquita era tan contagiosa que acto seguido se puso a reír y a tocar las palmas, según su bebido y poco entrenado oído, al ritmo perfecto, pero notaba cómo la gente se le apartaba de alrededor probablemente ante la incomodidad de un sonido tan disonante y a destiempo. - Vaya, cariño, vamos a tener que desconectar más a menudo. - Comentó risueña Nikki, copa en una mano y Edward en el brazo opuesto. El hombre estaba levemente sonrosado y reía por lo bajo ante la escena. - Estoy seguro de que al señor O'Donnell le encantaría ver esto. - ¡Le encantaría! - Corroboró Marcus, feliz, a la frase de Edward, sin retirar la mirada de Alice. Pero el hombre no había terminado. - A la señora O'Donnell, no tanto. - Nikki soltó una carcajada, como si conociera a su madre y se la estuviera imaginando, o quizás solo le había hecho gracia la frase. Marcus estaba demasiado ocupado en disfrutar de su espectáculo no tan privado.




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