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La familia Du Maurier ha sido siempre una de las más prestigiosas, poderosas y ricas del país. El barón Du Maurier tiene influencias y negocios que se extienden por todo el mundo, y un ejército de personas a su cargo, interconectadas con él. La imagen de familia perfecta que han dado siempre al exterior no ha hecho dudar a nadie de que la suerte les había bendecido, pues tenían de todo... Quizás la realidad fuera diferente. Demasiados trapos sucios internos de los que nadie era consciente, y que acaban de estallar.
Jerome Du Maurier ha sido hallado muerto la mañana del día 13 de diciembre de 2022 en su habitación. Un hombre con tanta influencia podría tener muchos enemigos, pero... ¿y si este estuviera dentro de su casa?
Francis Corso
Investigador/Voz en off
40 años
Mark Ruffalo
Freyja
Elsa (Lemoyne) du Maurier
La nuera
47 años
Alexa Davalos
Ivanka
Emrys
Jerome Du Maurier ha sido hallado muerto la mañana del día 13 de diciembre de 2022 en su habitación. Un hombre con tanta influencia podría tener muchos enemigos, pero... ¿y si este estuviera dentro de su casa?
Situación de Elsa el 13 de diciembre
Descubrimiento del cadáver y distribución de la mansión Du Maurier
Pistas:
Reuniones
Comida con los sospechosos
Conversaciones
Información obtenida de Andreas (parte I)
Información obtenida de Andreas (parte II)
Información obtenida de Ottis (parte I)
Información obtenida de Ottis (parte II)
Información obtenida de Ottis (parte III)
Información obtenida de Amelia
Información obtenida de Carine sobre Jonathan (parte I)
Información de Carine sobre Jonathan (parte II)
Información obtenida de Josephine
Información obtenida de la criada
Información obtenida de la baronesa
Información obtenida de Jonathan
Información obtenida de Richard
Información obtenida de Emily (parte I)
Información obtenida de Emily (parte II)
Espionaje
Conversación entre Josephine y Judith
Conversación entre Amelia y Josephine
Conversación entre Emily, Jonathan, Richard, Nicholas, Judith y Andreas
Investigación de salas
Investigación de la sala de negocios
Investigación del jardín
Investigación de la sala de estar (parte I)
Investigación de la sala de estar (parte II)
Investigación de la habitación de Jonathan y Elsa
Investigación del cuarto de herramientas
Investigación de la habitación de Emily
Investigación de la habitación de la baronesa
Fortuitas
Pista de la piscina
Descubrimiento del cadáver y distribución de la mansión Du Maurier
Pistas:
Reuniones
Comida con los sospechosos
Conversaciones
Información obtenida de Andreas (parte I)
Información obtenida de Andreas (parte II)
Información obtenida de Ottis (parte I)
Información obtenida de Ottis (parte II)
Información obtenida de Ottis (parte III)
Información obtenida de Amelia
Información obtenida de Carine sobre Jonathan (parte I)
Información de Carine sobre Jonathan (parte II)
Información obtenida de Josephine
Información obtenida de la criada
Información obtenida de la baronesa
Información obtenida de Jonathan
Información obtenida de Richard
Información obtenida de Emily (parte I)
Información obtenida de Emily (parte II)
Espionaje
Conversación entre Josephine y Judith
Conversación entre Amelia y Josephine
Conversación entre Emily, Jonathan, Richard, Nicholas, Judith y Andreas
Investigación de salas
Investigación de la sala de negocios
Investigación del jardín
Investigación de la sala de estar (parte I)
Investigación de la sala de estar (parte II)
Investigación de la habitación de Jonathan y Elsa
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Investigación de la habitación de Emily
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- Familia:
- ∞Jerome du MaurierBarón du Maurier, asesinado el 13 de diciembre a los 79 años. Su relación con su familia era distante en líneas generales, y su matrimonio con Agatha, un negocio más. Consentidor con Richard, su primogénito, a quien instruía mínimamente para heredar sus negocios pero no daba mucha importancia. Cruel con Jonathan, a quien siempre consideró débil, motivo por el cual él mismo organizó su matrimonio con la persona a la que tiene en más alta estima dada su inteligencia, su nuera Elsa. La relación tanto con su hija menor, Emily, como con sus dos nietos, era de absoluta indiferencia. Sus dos hombres de negocio de confianza, Nicholas (ex-marido de su hija, separación que nunca aprobó) y Andreas (compañero de promoción de su hija, a quien siempre valoró más que a ella), si bien eran su mano derecha, les trataba con condescendencia y como si fueran súbditos. Tuvo un affaire con Amelia, una de las personas del servicio, a quien dejó embarazada y "permitió" conservar el puesto a condición de que mantuviera el secreto. Su relación tanto con ella como con su hija ilegítima Josephine era inexistente.∞Agatha (Levinson) du Maurier78 años, viuda del barón. Su papel en la casa ha estado limitado a los designios de él, siendo contradicha casi en la totalidad de sus deseos, o así lo manifestaba ella: "idea que yo tenía, él tomaba la dirección contraria". Es conocedora de la relación extramatrimonial de su marido y sabe que Josephine es hija suya, pero como con todo a lo largo de sus casi cincuenta años de matrimonio, ha preferido callar. Mirar y callar, y juzgar. La oían murmurar entre dientes "algún día...", pero siempre lo dejaba en el aire. Con la única persona con la que tiene una relación más o menos estrecha es con su hija Emily.∞Richard du Maurier50 años, primogénito del barón. Dedicado a los negocios de su padre, o más bien a fingir que se ocupa de ellos, pero fundamentalmente a dilapidar su fortuna. Hasta ahora llevaba bastante bien los exabruptos del hombre por conveniencia, pero cada vez más se le hacían cuesta arriba, y las disputas a voces se hacían más y más frecuente. Despótico y egoísta, no paraba de recordar a su padre que él sería el heredero "más pronto que tarde", y que no tenía por qué tolerar más desvaríos de una vieja gloria. Ignora por completo al resto de su familia, está demasiado centrado en su futuro imperio.∞Jonathan du Maurier47 años, hijo mediano del barón. Nunca se ha sentido cómodo ni en ese mundo ni con los negocios, pero se ha visto reconducido a ello toda la vida. En la carrera coincidió con Elsa, su esposa, con quien tenía una relación cordial de amistad. Su padre organizó el matrimonio entre ambos, a lo que él se prestó, si bien nunca estuvo enamorado de ella. Poco después de su matrimonio, entró en el negocio familiar Andreas, un compañero de promoción de su hermana Emily, con quien mantiene una relación de amantes de quien nadie es conocedor. Hubo un momento en que estuvo enamorado de él, pero ahora vive amedrentado, bajo la amenaza de que su relación sea destapada y se le expulse de la familia. Su relación con su hermana Emily es tensa, porque últimamente ella lanza injurias sobre su matrimonio, aunque a veces piensa que podrían ser una buena baza para él. Prefiere tener la menor relación posible con su madre y su hermano mayor, y a su padre le odiaba, si bien trataba de disimularlo. Su relación tanto con su esposa como con su hijo es cordial: les tiene un gran cariño, si bien a ella no la ama y nunca ha tenido instinto paternal.∞Ottis du Maurier13 años, nieto del barón. Cariñoso y sensible, pero bastante solitario, pues su entorno no se caracteriza por el calor familiar. Su padre no es malo, pero tampoco especialmente cariñoso con él; con su madre le pasa algo similar. Él, demasiado preocupado por sus propios problemas, y ella por sus negocios. A Ottis le gusta investigar y experimentar, y es un poco temerario. También le gustan las bromas, lo que en una casa como esa no sienta nada bien. Se le ha oído lamentarse en la infancia en muchas ocasiones de sentirse ignorado por todos sus familiares, y de que su abuelo era cruel con él. Llegó un punto en que dejó de hacerlo y empezó a hacer su vida solo, aunque está más presente de lo que parece.∞Emily du Maurier43 años, hija menor del barón. Se enamoró perdidamente de Nicholas cuando este empezó a trabajar con su padre, pero su matrimonio ha sido tortuoso hasta su divorcio. Está plenamente convencida de que su ex-marido le ha sido infiel, motivo por el cual renunció a su apellido de casada y volvió al de soltera. Muy unida a Andreas, compañero de negocios de Nicholas y de carrera de ella, entre ambos empezaron a alimentar la hipótesis de la relación extramatrimonial de Elsa y Nicholas, lo cual tanto Jonathan como sus padres se empeñan en ignorar deliberadamente, incrementando la furia de Emily. El que su padre se opusiera a su divorcio detonó un sonado conflicto. Dejó los estudios inconclusos al comenzar con Nicholas, nunca le habían gustado y su situación le permitía no trabajar. Se ha volcado en el cuidado de su hija, con quien tiene una relación demasiado estrecha.∞Nicholas Anderson45 años, ex yerno del barón. Al igual que su suegro, trató su matrimonio como un negocio más, y sus funciones paternales iban más enfocadas a que su hija tuviera conocimientos de negocio (con lo que tiró la toalla tan pronto vio la relación que tenía con su madre) que a ejercer de padre. Su vida son sus negocios, y su divorcio solo suponía un escollo más en estos. Es el más entregado en su trabajo y considera a Andreas un inútil, por lo que no entiende por qué comparte posición y privilegios con él cuando sus categorías son muy diferentes. Se sospecha que tiene una amante, pero a pesar de la creencia de Emily, esta se encuentra fuera del entorno familiar.∞Judith Anderson18 años, nieta del barón. Tiene una relación de codependencia con su madre que hace que piense por y para ella: lo que Emily diga, es sentencia para Judith. Odia a toda su familia porque cree firmemente que han arruinado la vida de su madre, como así ella lo manifiesta, pero en especial a su abuelo, a quien culpa de todas sus desgracias y defectos. Manipula a su padre para obtener de él los caprichos que necesita, porque desde su punto de vista es para lo único que sirve. Su relación con el resto de la familia es muy escasa y solo hace acto de presencia en casa si es con su madre.∞Andreas Spencer43 años, hombre de negocios del barón. Conocía los negocios de la familia Du Maurier desde hacía años, por lo que no dudó en pegarse a Emily en cuanto la conoció en la carrera, lo que le granjeó un puesto entre los negocios del barón con facilidad. Su relación es de calma hostil tanto con Nicholas como con Richard, a quien considera un inútil fácilmente manipulable en cuando el barón fallezca y deje en manos su imperio. Es amante de Jonathan desde hace años, y con él tiene una relación de afecto intermitente: siente algo por él, pero no lo suficientemente fuerte como para poner en peligro todo lo que le ha costado conseguir. Su mayor baza: aprovechar las inseguridades de Emily para dinamitar de un plumazo a Nicholas y el matrimonio de Jonathan, por lo que ha encontrado un filón en acusar a Elsa de infidelidad con su cuñado. Es consciente de que camina sobre la cuerda floja por lo que es muy calculador y astuto en sus movimientos.∞Amelia Robberts50 años, criada y ex amante del barón. Entró en el servicio de la casa siendo muy joven y quedó encandilada por el barón, quien años después mantuvo una relación extramatrimonial. Cuando quedó embarazada, empezó a sufrir amenazas por su parte, lo cual no se vio venir: sabía cuál era su posición pero se había creído el discurso del amor imposible que podría con todo. No quiso abortar a pesar de las insistencias del barón, y dado que un despido iba a ser demasiado evidente y despiadado por su parte, el hombre la dejó trabajar allí a condición de que no dijera nada, y no sería juzgada por su "conducta inapropiada" como madre soltera, sino que tanto ella como su hija serían protegidas. La realidad es que llevaba atada a esa familia toda la vida, y con un secreto que la envenenaba poco a poco. Ha intentado que su hija sea lo más feliz posible con sus circunstancias.∞Josephine Robberts24 años, hija ilegítima del barón. Dentro de sus circunstancias, y de estar siendo criada de la familia desde que llegó a la adolescencia, su madre ha intentado criarla en la medida de lo posible como a una niña feliz. No le dio mayor importancia a estar "recluída" en la mansión del barón: era una casa muy bonita y con los Du Maurier apenas tenía trato, prácticamente ni les veía, era como vivir con su madre en un ala de la casa. A quien sí conocía de toda la vida era a Zach, el chico encargado de las caballerizas, de su misma edad. No ha querido atormentar a su madre con preguntas... hasta hace poco. Zach empezó a plantearle una serie de hipótesis que le hicieron preguntar, motivo por el cual, hace apenas dos años, su madre le confesó de quién era hija realmente, suplicándole que no dijera nada. Solo lo sabe Zach, porque siente que su vida ha sido una mentira desde entonces, y que no es capaz de perdonar lo que le han hecho a su madre. Afortunadamente, se siente muy apoyada por su novio.∞Zach Smith26 años, trabajador de las caballerizas del barón. Ha estado perdidamente enamorado de Josephine toda la vida, fomentando su felicidad con pequeños gestos y queriendo pasar con ella todo el tiempo posible. Empezaron una relación sentimental hace un par de años, y justo cuando planeaba pedirle matrimonio... la chica le confesó que su verdadero padre era el barón. Desde entonces, no ha vuelto a ser la misma, y ahora ve a la pobre Amelia, una mujer a la que siempre había considerado buena pero triste, con otros ojos. No puede soportar que la mujer de su vida sufra, y está convencido de que Amelia necesita una compensación por todo lo ocurrido. Es bastante reivindicativo, motivo por el que ha sido reprendido y amenazado con el despido en más de una ocasión. Pero no van a separarle de Josephine con tanta facilidad.
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Lo del baúl era extraño, pero era de un niño de doce años... No era TAN raro. Comprobaría su cama y luego miraría por si acaso por la ventana
Registrar la cama de matrimonio y la zona de ventana y vistas
Mansión Du Maurier
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14 de diciembre
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Revisas la cama, y lo único que ves es la colcha ligeramente arrugada por los pies, como si alguien se hubiera sentado en la cama ya hecha. En los alrededores no encuentras nada, ni tampoco en las almohadas ni entre las ropas. En la ventana tampoco encuentras nada, y al asomarte tienes las mismas vistas que desde la sala de estar del barón, solo que con menos nitidez y más cerca del jardín que de las caballerizas. A lo lejos, te parece ver a Zach dando vueltas erráticas por la zona. Andreas sigue por el jardín, hablando con móvil.
Pero tu investigación se ve interrumpida por unos fuertes gritos de las chicas, que parecen insultarse y amenazarse, hasta que Judith grita. - ¡¡AYUDA!! - Y el jaleo se intensifica. Te asomas a la puerta de tu habitación a lo justo para ver a Josephine, que intenta salir corriendo de la habitación de Emily antes de que el grito de ayuda llame la atención de los demás y la encuentren donde no debería: tiene expresión asustada y un arañazo en la cara. Judith sale tras ella y la agarra del pelo, intentando arrastrarla de nuevo al interior mientras la otra grita y se resiste. No te da tiempo a reaccionar, unos rápidos pasos corren hacia ella. - ¡¡YA BASTA, YA BASTA!! - Grita Richard, intentando separarlas. - ¡¡JODER!! ¡¡¡EMILY!!! ¡¡¡EMILYYY!!! - ¡ZORRA HIJA DE PUTA! - Grita Judith. Josephine, agobiada, suplica. - ¡¡Suéltame, por favor!! - Pero ni sus esfuerzos ni los de Richard hacen que Judith le suelte el pelo, llena de ira. Al menos hasta que llega Emily, quien nada más terminar de subir las escaleras, corre desesperada hacia la escena. - ¡¡Hija!! - Judith, en el acto, suelta a Josephine, y mientras esta tropieza y no llega a caer por el agarre de Richard, Emily se mete entre ellas, la empuja y la increpa. - ¿¿¡QUÉ LE ESTABAS HACIENDO A MI HIJA, PUTA!?? - Josephine tiene la respiración agitada y las lágrimas saltadas. Richard sigue en medio, intentando evitar que alguien más pegue a otra persona, pero justo al mirar hacia un lado te detecta en la puerta. Indignado y agitado por el esfuerzo, te pregunta, confuso. - ¿Qué haces ahí? ¿Por qué no has evitado esto? -
Instrucciones: Responde a Richard y excúsate ante los presentes.
Mansión Du Maurier
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14 de diciembre
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Mucho estaba tardando en subir alguien, y en cuanto oyó las fuerte pisadas por la escalera y los gritos de Emily desde abajo, ella corrió a la mesilla. Sí, solía tener de esos por allí. Tapones canceladores de ruido. Se los puso y salió por la puerta, sorprendiéndose genuinamente, porque no se esperaba ver a Judith en ese estado. Miró parpadeando y confusa a Richard, sacándose uno de los tapones. — Tenía un dolor de cabeza brutal y me vine a tumbarme y ponerme los tapones antirruido. —
Pero viendo que Emily iba directa a por Josephine, ella fue corriendo a ponerse en medio. — ¡Emily, espera! Seguro que esto tiene una explicación. Vamos a intentar calmarnos todos. A ver, ¿qué ha pasado aquí? Tú me pediste que la llamara a ella, ¿y ahora la atacas? — Se giró a Josephine y dijo. — ¿Algo que decir? Esto es muy grave, Josephine, y yo fui a avisarte porque creía que le hacías bien. — Mira que te traté de advertir sobre Emily... Pensó con rabia. Pero tampoco querrán cabrearla mucho, que a ver qué salía de aquella chiquilla que, por lo visto, era una Du Maurier.
Mansión Du Maurier
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Richard rueda los ojos y suelta un bufido despectivo a tu comentario, pero no aporta nada más, y el resto de presentes no parece prestar mucha atención a por qué no has intervenido antes. - ¡No necesito tu ayuda! Siempre queriendo protagonismo Doña Perfecta. - Te increpa Emily. Josephine sigue muy agitada, y se limpia rápidamente una lágrima. Judith también está muy nerviosa, más conteniendo las ganas de volver a arremeter. - ¡¡Me está amenazando la muy puta!! - Grita Judith, señalando a Josephine, y eso hace que Emily se gire a ella con los ojos como platos. - ¿¿Que has hecho qué?? - Yo no... - Intenta explicarse la otra, tanto a su acusación como a tu pregunta, acongojada. - No sé qué ha pasado. - ¿Qué ocurre? - Lleva, sofocada, Amelia, quedándose de piedra ante la escena. Emily suelta una carcajada despectiva. - Ocurre que la salvaje de tu hija ha venido a importunar a la mía cuando estaba convaleciente. - Venga, Emily, por favor. - Bufa Richard, con una risa. - Que la estaba agarrando del pelo como si fueran dos gatas en celo. - Amelia, con los ojos como platos, se ha acercado a la escena, y mira demandante y asustada a su hija, quien tiene la mirada agachada. - ¿¿Estás defendiendo a esta cría del servicio por encima de tu sobrina?? - Se sorprende Emily, con voz aguda. Suelta una carcajada despectiva y, mirando a Amelia, le dice. - Llévatela de mi vista, pero habrá consecuencias por esto, vaya que si las habrá. A ver si le enseñas a tu hija un poquito de educación. -Amelia envuelve con sus brazos los de Josephine y se la lleva hacia el piso de arriba, con esta aún sofocada.
Emily despotrica varias veces y luego te mira de arriba abajo, diciéndote con desdén. - ¿Esperas a alguien? - Bufa y se gira a su hija, sin esperar tu respuesta. - Me quedo contigo, cariño. Si es que no he debido dejarte sola... - Y Judith y ella vuelven a la habitación.
En estos momentos son las 12:30
Resumen de las pistas encontradas en la habitación de Jonathan y Elsa:
- Los armarios de los tres están aparentemente normales, lo único que falta es un conjunto de ropa de las clases de caballo de Ottis.
- El baúl de disfraces y artículos de broma de Ottis está revuelto por dentro.
- La cama de matrimonio está hecha aunque ligeramente arrugada por los pies, como si alguien se hubiera sentado.
- No encuentras nada llamativo en la ventana o las vistas.
Posibles acciones:
- Vuelve a tu habitación para seguir investigando.
- Quédate en el pasillo hablando con Richard.
- Entra tras Emily y Judith en su habitación para hablar con ellas (la opción de espionaje no está disponible por estar Richard presente).
- Sube al piso de arriba para intentar hablar o espiar a Amelia y Josephine (la opción investigación no está disponible porque están ellas presentes).
- Trasládate a otro lugar de la casa para intentar hablar, espiar o investigar.
- Revisa o utiliza tu teléfono.
Mansión Du Maurier
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Por supuesto, la reacción de Emily fue contra ella primero, y se ahorró el hondo suspiro. Ante el jaleo, subió también Amelia y hubo cruce de miradas y, en el caso de su cuñada, amenazas nada veladas. Richard, siempre del lado del caos, se metió también, y ella simplemente no podía apartar los ojos de Josephine, como si viera algún rasgo Du Maurier en ella, como si intentara averiguar si alguien más lo sabía.
De repente, todo se disipó, y con Richard no le apetecía quedarse, así que, discretamente, hizo como que volvía a su habitación, pero, en cuanto pudo, subió lentamente las escaleras a ver si podía escuchar a Amelia y Josephine.
Revisar teléfono y subir a espiar a Amelia y Josephine
Mansión Du Maurier
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Subes a la tercera planta con intención de intentar escuchar la conversación entre Amelia y Josephine. Mientras lo haces, revisas el teléfono: hay varios mensajes en el grupo de negocios, pero son todo dudas sobre temas de trabajo bastante irrelevantes, y ninguno de tus compañeros presentes en esa casa están respondiendo a ellas. Tienes también un mensaje de Jonathan, escrito a las 12:23.
¿Dónde estás? Podrías estar haciendo compañía a tu hijo.
Las dos mujeres han entrado en el área de habitaciones del servicio, y desde fuera oyes como Amelia habla a su hija con un susurro urgente.
A: ¡¿Pero qué has dicho?!
J: ¡Nada!
A: ¿¿Cómo que nada?? Josephine, por Dios...
J: ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Tanto malo tendría que se supiera que soy hija de...?
A: ¡¡Ssshh!! ¡Te lo suplico por favor! (La voz se le quiebra) No llevo toda la vida cargando con esto para que tú lo dinamites ahora.
J: No es justo, mamá.
A: ¿¿Que no es justo?? Qué sabrás tú de cosas justas. ¿Cómo te he educado para que me salgas ahora con estas? Creía habértelo dejado claro.
J: ¡Por Dios, mamá! ¿Es que no te oyes? ¿Es que te vas a tirar doblegada toda la vida?
A: ¡¡Déjate de cuentos, Josephine!! ¿Tú eres consciente de lo que está pasando? ¿Eres consciente de la situación que tenemos? ¿¿Eres consciente de lo que podría pasar si se descubre justo ahora?? Hemos vivido muy bien hasta ahora como para...
J: ¿¿Que hemos vivido muy bien?? ¡¡Pero mamá!! ¡Que ese tío te ha ignorado toda la vida!
A: ¡Nos ha mantenido aquí sin tener por qué!
J: ¡¡PERO POR DIOS!!
A: ¡Baja la voz, por favor!
J: ¡No me puedo creer que seas así! (Solloza) Yo te adoro, mamá, pero no aguanto esto. ¡No aguanto que seas tan sumisa!
A: No tienes ni idea...
J: ¿¿De la vida?? ¿Y tú sí? ¿Tú, que llevas aquí toda la vida encerrada y subyugada a esta gente, y ahora resulta que el problema es mío por decir que bien muerto está ese viej...?
El discurso de Josephine se ve interrumpido por una bofetada. Se produce un silencio.
Posibles acciones:
- Continúa espiando. Si lo haces, deberás lanzar un dado de acierto/fallo. En caso de acertar, no eres descubierta y puedes seguir escuchando la conversación. En caso de fallo, serás descubierta por alguien.
- Trasládate a otro lugar de la casa para intentar hablar, espiar o investigar.
Mansión Du Maurier
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Mira, contigo quiero yo hablar, pensó al ver el mensaje de Jonathan, entornando los ojos. Que no se preocupara, que una vez hubiera investigado, de Ottis no la iba a separar ni el mismísimo demonio.
Desde luego, Josephine no tenía ningún cariño por el barón, y Amelia parecía estar dispuesta a todo por él, completamente sometida a su memoria y su veneración. La cosa se estaba poniendo tensa entre madre e hija, pero nada que señalara hacia el asesinato en principio, y tenía una hora para averiguar varias cosas que podrían desaparecer o ser justificadas o incriminadas en la comida.
Por ello, suavemente, bajó las escaleras y se dirigió a la habitación de la baronesa. No creía que hubiera muchas pistas allí, porque el barón paraba poco por ella, pero solo por si acaso su suegra poseía información que ella no, debería verla, para estar preparada.
Ir a investigar la habitación de la baronesa
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Decides seguir investigando por las habitaciones, y en este caso vas a parar a la de la baronesa, la que técnicamente también era la habitación del barón, aunque pasara la mayor parte de su tiempo. Pero, al abrir la puerta, te llevas una sorpresa inesperada: con su porte de desdén habitual, la baronesa gira lentamente la vista hacia ti, sentada en uno de los elegantes sillones de su alcoba, y con tono pausado te pregunta. - ¿Buscabas algo? -
Instrucciones: Responde a la baronesa. Te ha pillado intentando entrar en su habitación, por lo que la opción de simplemente marcharte no está disponible, tendrás que dar alguna explicación.
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El corazón le dio un vuelco cuando oyó la voz de la baronesa, y de hecho, se llevó una mano al pecho y suspiró. — Perdón, señora. La buscaba a usted, pero he venido un poco alterada de ahí arriba. Perdón por no llamar. — Carraspeó y se puso más recta. — He venido a advertirle de algo… En cuanto me he enterado. — Tomó aire. Total, si no lo sabía se iba a acabar enterando, y si ya lo sabía, ella estaría demostrando su lealtad… ¿no?
— Judith y Josephine se estaban peleando y… Judith… Parece creer que… — Tragó saliva y bajó la voz. — Que Josephine es hija del barón. No sé de dónde ha podido sacar esa idea, pero… Quería advertirle de que es algo que se va diciendo. — Se mordió los labios por dentro. — En un momento como este no quiero que se tope con algo tan desagradable y ridículo de golpe y… En fin, discúlpeme de nuevo, creo que estamos todos un poco de los nervios. —
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Elsa
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La mujer escucha todo tu discurso sin inmutarse lo más mínimo, casi ni parpadea ni alza los párpados. Te mira con la misma indiferencia despreciativa de siempre, pero al menos te deja terminar, lo cual no sabrías decir si es buena o mala señal. Cuando finalizas, se queda flotando una pausa de silencio de unos instantes en el aire, hasta que dice. - Pasa y cierra la puerta. - Obedeces.
Se remueve ligeramente en su sillón, mirándote altiva desde allí, sin cambiar la expresión. - Dime, Elsa. ¿Cuántos años llevas en la familia Du Maurier? - Espera a que respondas. - ¿Y cuántas cosas te ha dado tiempo a descubrir en esos años? - A eso no espera respuesta, directamente continua. - Y te puedo asegurar que, de no haber estado con la cabeza llena de los datos absurdos de negocios que tanto os quitan el sueño, si tu oficio hubiera sido simplemente estar para tu esposo y tus hijos, más hubieras visto. ¿Cuántas crees que puedo haber descubierto yo? ¿Cuántas cosas crees que sé de la familia que yo misma he construido? - Silencio de nuevo, pero que no invita a que respondas.
- Sé perfectamente con quién estaba casada. Sé perfectamente a quiénes tengo metidos en mi casa, y como también sabía que esto iba a acabar así. - Alza levemente una ceja. - Como también sé que ese idiota vanidoso y egoísta consideraba tan poco a su mujer, y a cualquier mujer en general, que a su mujer le ha dejado una casa vieja y llena de embustes y odio, y a su amante y su hija bastarda poco menos que la seguridad de pasarse toda la vida trabajando en el servicio. Qué generoso. Al menos ya les ha dejado más que a su hija legítima y a su nieta. - Hace un leve gesto con la cara. - ¿Sabes a qué mujer es a la única que ha considerado lo suficiente? - Suelta una carcajada muda de garganta, muy sutil, con los labios cerrados. - Y no cantes victoria, porque ese narcisista solo se quería a sí mismo y a sus semejantes, y tú no eres varón, ni eres Du Maurier. Esto es solo a condición de estar soportando al más inútil de nuestros hijos, si bien al menos es el que hace menos ruido, te puedes dar por afortunada. Eso a cambio de la empresa. - Ladea levemente la cabeza. - Nada que tú no sepas, deduzco. - Toma aire profundamente, alzando la barbilla. - Conozco cada crujido de esta casa, Elsa. Podría saber por dónde camina cada uno desde el salón y con los ojos cerrados, y sé que has entrado en la sala no una, sino varias veces. No paras de dar vueltas por la casa como una cucaracha desorientada. - Vuelve a soltar una carcajada similar. - Y no tienes ni idea. Tan poca idea que no has visto el dantesco teatro que alguien claramente con muy poco ojo ha montado como escenario del crimen. He visto películas de los años treinta más creíbles que esa. - Te mira con ojos afilados. - Por supuesto que he entrado. Si el artífice de mi calvario vital estaba muerto, quería verlo con mis propios ojos. Y lo que he visto me ha parecido de tan mal gusto como su vida entera. - Rueda los ojos a otra parte y masculla. - Un final muy acorde a su existencia. -
Te mira de nuevo. - Salvo que tengas intención de salir huyendo de aquí, tú sabrás tus motivos, y no los juzgaría, ya tienes un trabajo: eres dueña de esta empresa. Así que deja de hacer el ridículo creyéndote detective. Esta situación la manejo yo, y solo yo. No creo tener que pedirte permiso a ti para poder manejar de una vez por todas algo en mi vida. - Te mira con dureza. - Espero haber sido clara. Y espero verte a las una y media para comer, tengo cosas que decir que no voy a adelantarte. No eres tan privilegiada como piensas. - Hace un gesto con la mano. - Márchate. -
Instrucciones: Responde a la baronesa (si quieres, puedes no decir nada) y abandona la habitación rumbo a otro lugar de la casa para investigar, espiar o hablar con alguien, o simplemente para esperar a la hora de comer.
Mansión Du Maurier
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Hizo lo que la baronesa exigió, pero no contestó a lo de los años que llevaba en la familia, era una pregunta retórica, claramente parte del discurso de su suegra. Discurso que, como siempre, llevaba algún dardito envenenado para ella. Desde luego, había contemplado como fuerte posibilidad que la baronesa tuviera conocimiento de algo como lo de Josephine, si es que era cierto, aunque lo de fabricarlo ella misma le pareció una algarada, pero quién sabía en aquella casa de locos.
Lo que sí que le cortó momentáneamente la respiración fue la confirmación de que la baronesa sabía lo del testamento. Y en una hora tenían la comida y, con toda probabilidad, lo iba a desvelar, estaba potencialmente perdida y acusada del asesinato de su suegro si así era. Y frunció el ceño a lo del teatro. — ¿A qué se refiere? — Preguntó genuinamente, pero la señora siguió a lo suyo, y a Elsa lo que le nacía era huir de allí con su hijo, pero se temía que eso solo la iba a dejar como más sospechosa. Se sentía como una ratita en un laberinto que no quiere ir a por el queso, porque sabe que es una trampa, pero que sabe también que no hay otra salida. Y, mientras tanto, la baronesa definía como calvario su matrimonio y poco menos que se alegraba de la muerte de su marido. Quería meterse en la cama y no salir hasta que alguien arreglara todo aquello.
— Cristalina. — Contestó, más como respuesta automática que porque de verdad hubiera entendido toda la contundencia del mensaje de la baronesa. Dudaba que fuera a sacarle nada más, que le fuera a contestar ninguna pregunta ni muchísimo menos que se aliara con ella. Pero ante de irse, con la mano en la puerta, no pudo evitar decirlo. — Es posible que yo me haya perdido muchas cosas evidentes por culpa de los negocios. — Levantó la mirada y la clavó en los ojos de su suegra. — ¿Cuál es su excusa para haber ignorado la desgracia de su marido y sus tres hijos? — Y, obedientemente, se fue, antes de provocar que su suegra le lanzara un puñal y la clavara a la pared de enfrente.
Una vez tuvo la puerta cerrada, trató de contener la temblona que la poseía y se dirigió a las escaleras, mientras pensaba en las palabras de la baronesa. Una pantomima… ¿quién mentía tan bien en esa casa? Inspiró fuertemente. Demasiada gente. Pero, de entrada, tenía uno muy cerca, uno que todavía no había aclarado dónde estaba y que podía ser MUY importante para defenderse. Recomponiéndose y bajando las escaleras, se fue a buscar a su marido y a dejar las cosas claras de una vez por todas.
Buscar a Jonathan para hablar con él
Mansión Du Maurier
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Además de la mirada despreciativa, antes de que salgas por la puerta, la baronesa contesta. - No voy a consentir que me hables con esa superioridad, Elsa. - Alza la barbilla. - Tú serás ahora la dueña de la empresa, pero yo soy la dueña de esta casa. -
En el salón:
Bajas las escaleras y entras al salón. Allí encuentras a Jonathan, de pie e inquieto, cruzado de brazos, y a Ottis, sentado en el sofá. Nada más te ve tu marido aparecer, suelta aire por la boca y se gira al chico. - Ya está aquí mamá. - Te mira. - Ya era hora de que aparecieras... - Trata de pasar por tu lado y dice. - Ahora vengo. Necesito que me dé el aire. -
Posibles acciones:
- Intercepta a Jonathan para hablar con él en el salón, donde también está Ottis.
- Intercepta a Jonathan e intenta hablar con él en un lugar privado.
- Deja a Jonathan salir y quédate con Ottis.
- Deja a Jonathan salir y cambia de estancia para investigar, espiar o hablar con otra persona.
Mansión Du Maurier
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Ya venía calentita de tener que aguantar a su suegra, no le apetecía aguantar las tibiezas y la pasivo agresividad blanda de su marido. Le agarró del brazo cuando cruzó junto a ella y puede que le clavara un poquito de más las uñas. — No vas a ninguna parte, no sin tu familia. Tienes muchas cosas que explicar, Jonathan, y más vale que me las expliques a mí. — Le susurró Se dirigió a su hijo y dijo. — Ottis, mi vida, coge el abrigo, vamos los tres a ver tus caballos, así nos despejamos todos juntos. — Y sin soltar a su marido, esperaron al niño y salieron.
Atravesaron el hall y, cuando ya estaban fuera, Elsa miró a ambos lados, para comprobar si Andreas seguía por ahí teléfono en mano, y puso su tono de acero. — Ahora vais a explicarme los dos donde estabais anoche entre las siete menos cuarto y las ocho y media que llegasteis a casa y por qué no me lo habéis dicho o me habéis mentido. — Se cruzó de brazos. — Yo siempre os voy a defender, pero si no tengo toda la información no puedo, y ahí dentro — dijo señalando a la casa — la gente está deseando defenderse solo a sí mismos y salirse con la suya, así que ya está bien de mentiras y secretos. —
Interrogar a Jonathan y Ottis en el jardín
Mansión Du Maurier
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Notas la tensión inmediata de Jonathan cuando le agarras del brazo, y también Ottis te ha mirado con ligero temor, pero ambos te siguen. Los dos guardan silencio y están un poco sorprendidos y tensos por tu reacción, y el primero que responde genuinamente es Ottis. El niño, ante tu pregunta, ha fruncido el ceño con extrañeza, mirado a su padre y luego vuelto a mirarte a ti. - Es que creí que lo sabías. - Dice con normalidad. Jonathan está de brazos cruzados y con la cabeza levemente agachada, en tensión y en una postura que en él no es extraña, suele comportarse así, si bien parece más tenso que abatido. Ottis continúa, un poco encogido. - Mamá... no quería... mentirte. Yo creía que sabías a la hora que habíamos llegado. - No sé qué problema hay en que nuestro hijo dé una lección más larga de lo habitual y yo esté en mi casa. - Se defiende Jonathan. Ya sí te mira. - Últimamente estás... un poco ocupada. No sé si te has dado cuenta de que siempre le traigo yo a las clases. - Eso ha ido en forma de dardo. - Y... estoy cansado. No me encuentro bien. Ya sabes... - Mira de reojo a Ottis, pero se siente obligado a responder delante de él. - Que últimamente estoy... bajo de energías. - Arquea las cejas. - Iba a tener que volver a traerle mañana, y no me apetece andar yendo y viniendo de una casa en la que ya has visto cómo se me trata. Aquí siempre estoy en tensión. Así que dejé que diera una clase más larga de lo normal y así me ahorraba venir mañana otra vez. - Mira a su hijo. - ¿Estabas con los caballos o no? - ¡Sí! - Responde con normalidad pero como si se sintiera atacado, encogido de hombros. - ¿Dónde voy a estar? - Le mira con recriminación. - Aunque ya me podías haber avisado de lo de la clase más larga. Yo me volví a y media. - Me lo pensé mejor estando aquí. - Ottis suelta un bufido, rodando los ojos. - Pues me vine a buscarte para nada, así que me volví a ir y dije, ya me llamarán. Y ya vino Zach después a por mí. Tú nos viste volviendo del bosque, no sé para qué preguntas. - Efectivamente, y no me hables así. - Jonathan te mira. - Cuando consideré oportuno, fui a buscarle y venían ya de vuelta, así que nos fuimos. - Arquea las cejas. - Y tú no estabas en casa cuando llegamos, por cierto. -
Posibles acciones:
- Continúa hablando con ambos.
- Intenta hablar con Jonathan en privado.
- Intenta hablar con Ottis en privado.
- Cambia de estancia para investigar, espiar o hablar con otra persona.
Mansión Du Maurier
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Al menos uno de sus dos hombres le tenía aún algún respeto, y su hijo se apresuró a explicar dónde habían estado. No como el padre, que no paraba de decir vaguedades y de poner la pelota en su tejado. Haciendo un esfuerzo muy grande, y canalizando la tensión a base de agarrarse a sí misma el abrigo con los brazos cruzados, presenció el intercambio de opiniones entre padre e hijo y decidió que ya había oído suficiente. — Ottis, ve a ver a los caballos y quédate por allí, no vayas muy lejos y, por favor, nada de bromas. — Dijo con toda la dulzura que pudo. — Gracias por ser sincero. — Y se alejó un poco con Jonathan, sin dejar de comprobar que no había nadie por allí.
— Vamos a ver, Jonathan, espabila de una vez y hazte cargo de cómo estamos, que creo que no te das cuenta. — Ya no estaba para nada de buenas. — Dos, Jonathan, DOS PERSONAS te vieron ayer discutir con tu padre asesinado. No estoy para jueguecitos ni para que me recrimines nada. Si quieres que te ayude dime minuto por minuto dónde estuviste ayer entre las seis y las ocho y media, porque hay gente ahí dentro dispuesta a dar su versión y si no tengo la tuya no voy a poder ayudarte. — Y ganas no tenía mucha, pero temía que les arrastrara a Ottis y ella con él.
Interrogar a Jonathan a solas
Mansión Du Maurier
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En estos momentos son las 12:45.
Ottis pasa la mirada entre sus dos padres varias veces, entre tenso y asustado, pero acaba asintiendo y marchándose a las caballerizas. Cuando le pones contra las cuerdas, Jonathan aprieta los labios, ofendido, mirándote con rabia y tensión, y ves que los ojos se te encienden. - Sí, discutí con él. Te lo he dicho lo primero. - Se revuelve. Ahoga una risa sarcástica en los labios cerrados. - No estoy jugando a ningún jueguecito. Yo estuve tan perdido esas horas como tú el resto del día, y no sé por qué yo tengo que responderte a ti y tú a mí no. Pero ¿quieres la verdad, Elsa? ¿Quieres oír la realidad? - Tenía los ojos con lágrimas brillando de rabia. - Perfecto. Estoy harto de esconderla, así que si quieres verdad, verdad tendrás. -
Traga saliva y, tras una pausa leve, confiesa. - Estoy enamorado de otra persona. Tengo una relación con otra persona, de hecho, y es una persona a la que conoces bastante bien. - Gira la cabeza y mira hacia el área de la piscina. Veis que Andreas mira desde allí vuestra conversación, pero al verse descubierto, disimula y se gira, marchándose de donde está. Jonathan vuelve a mirarte, con los labios apretados y lágrimas en los ojos. - Estoy harto, Elsa. Estoy cansado. - Asiente. - Sí, ayer discutí con mi padre. Me insultó, gratuitamente. Me llamó inútil e inepto. Lo hizo en mitad del pasillo, delante de sus hombres de negocios, delante de mi hermano y de mi cuñado. Delante de... la persona que debió defenderme, pero lejos de hacerlo, se rio en mi cara como buen lameculos profesional de mi padre que es. - Bufa, despectivo. - Y luego el cobarde soy yo... - Niega y retoma. - Me sentí tan insultado y ultrajado que entré en la sala tras él y le dije que no tenía derecho a tratarme así. Y me eché a llorar. ¿Y sabes qué hizo? - Sonríe amargamente. - Llamarme "mariconazo". - Niega. - Y no lo aguanté más. Que me llamara maricón con motivo y todas las letras. - Suelta una carcajada amarga de garganta. - Fue enterarse y quiso despedir a Andreas de manera fulminante... Sí, Elsa, es Andreas mi amante. Ya tienes otro motivo para odiarle. - Se muerde los labios. - Me dijo que le llamara inmediatamente, y salí enfurecido de la sala. Y no sé quiénes son las supuestas dos personas que me vieron porque yo no vi a nadie. - Niega. - Salí de allí dispuesto a interrumpir la clase de Ottis y marcharme, por eso te mandé el mensaje... Pero me crucé con él. - Se remueve la ropa, sacando un brazo de su chaquetón, y levantándose la manga de la camisa. Tiene un fuerte moratón en el antebrazo. - Arremetió contra mí. Otro que me llama inútil, inepto y todas esas cosas que tú también piensas, así que no es necesario que te las relate. - Volvió a vestirse. - ¿Y quieres saber qué estuve haciendo el resto del tiempo, desde que Andreas me arrinconó y me amenazó hasta que recogí a nuestro hijo? - Se moja los labios. - Llorar. Irme a nuestra habitación y llorar, como la maricona que soy. - Arquea las cejas. - ¿Contenta? -
Pierde la mirada en ninguna parte. - Me parece mentira que pienses que he matado a mi padre, pero sinceramente... si lo hubiera hecho... no me arrepentiría. - Dice, con voz profunda y aún la mirada perdida. Hace una pausa prolongada. - Quiero el divorcio, Elsa. - Aún no te mira. - No soy feliz, y tú tampoco. Y sé que tu posición en los negocios peligra si te sales de esta familia, pero sinceramente... me da igual. Seré un marido de mierda, un desconsiderado, pero no pueden importarme menos tus negocios. Odio todo esto, y si no fuera por Ottis, hace años que me habría largado bien lejos de aquí. -
Instrucciones: Responde a Jonathan.
Mansión Du Maurier
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Nada, Jonathan no sabía no tirarle pullitas y simplemente hablar de lo que había hecho, y eso no aumentaba la confianza de Elsa en su marido. Lo que no se esperaba era esa confesión. Y no se esperaba tampoco que no le doliera ni un poco. De hecho se rio ligeramente y se pasó la mano por la cara. — ¿Cómo hemos llegado a esto? — Susurró, más como una reflexión que como una pregunta real. No veía en qué punto había llegado a equivocarse tanto, perder de vista el amor y todo lo que sentía por ese hombre que ahora mismo le generaba más repulsa que otra cosa.
Pero aún podía repelerle más. Cuando siguió su mirada y se encontró con Andreas, le salió hasta una carcajada. Se llevó las manos a la cabeza y siguió riéndose. — De todas las personas del mundo, Jonathan… De todas… — Negó y volvió a pasarse las manos por la cara. — No había nadie más… — Siguió negando, porque le parecía demasiado irreal todo aquello. Cuando empezó a relatar la lastimera historia de la tarde anterior, no pudo evitar gritarle. — ¡PUES CLARO QUE NO LO HIZO, IDIOTA! A él no le importa nadie lo más mínimo, nadie más que sí mismo… Tú y tu hermana, los dos cayendo en los encantos de ese tipo… Cada uno por razones distintas, pero en el mismo error. — Suspiró y negó. — Ojalá me hubiera puesto los cuernos con alguien que mereciera la pena, pero es que encima todo este calvario no es ni por algo que vaya a valer mínimamente la pena. —
Y se lo confirmó cuando le dijo que, al encontrárselo le insultó y vio la marca que le había dejado. — ¿Y lo sigues considerando tu amante? ¿Y sigues queriendo el divorcio? — Preguntó incrédula, para suspirar acto seguido. — Si es que te buscas la desgracia, Jonathan, de verdad que sí. Vale, ya no me quieres, pero, ¿te he dejado vendido yo así alguna vez? — Rio y negó con la cabeza. — ¿Crees que yo estoy locamente enamorada de ti? No, alma cándida, no, pero eres mi marido, te he querido mucho tiempo, te quiero de alguna forma, aunque no pueda hacerte lo que te hace ese, y eres el padre de mi hijo, mi familia, mi familia de verdad, no esa locura de ahí dentro. — Le miró con lástima, desde arriba. — Así que valora mejor tus opciones y qué te importa, porque ahí dentro no le importas a nadie, y no tengas la cara de poner al niño como excusa porque lleves dos semanas trayéndolo aquí para encontrarte con tu amante. —
Inspiró y miró a los lados. — Si pensara que has matado a tu padre no estaría aquí. Estaría llevándome a nuestro hijo por esa puerta. Ahora céntrate que intento ayudarte y ayudarnos, y cuando salgamos de esta hablamos de lo que quieras. Dime: ¿a qué hora entraste y saliste tú del despacho? Y contéstame también, ¿entró Andreas después de ti? — Porque si Amelia y Andreas habían mentido, era MUY importante saber por qué.
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Mansión Du Maurier
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Te mira con furia cuando le gritas, aunque intenta mantener a flote el relato. Sin embargo, ves que a cada palabra que dices aprieta más los dientes y te mira con más odio. - Sí, ya me ha quedado claro. - Dice, mordaz. Notas que se ha callado para dejarte hablar, pero que su mirada es de auténtica furia. - La hora ya te la he dicho, la tienes en tu móvil. Te he dicho que salí y te envié el mensaje, dispuesto a irme. Míralo. - Notas que tiembla al hablarte, pero no de miedo, sino de ira. - Creía que el inútil era yo. ¿No sabes mirar una hora en un teléfono? - Suelta una carcajada mordaz. - Y tampoco sabes escuchar. Te he dicho que Andreas me agredió DESPUÉS de salir yo del despacho. ¿Lo has oído? ¿EH, LO HAS OÍDO? - Su reacción te sorprende. No estás acostumbrada a ver a Jonathan perder los estribos, pero claramente empieza a estar fuera de sí.
- ¡Y YO QUÉ COÑO SÉ QUIÉN ENTRÓ DESPUÉS! Te he dicho que me fui a nuestro dormitorio y luego a la casa. ¿¿TAMBIÉN TENGO QUE SABER CÓMO SE MUEVE CADA PERSONA AQUÍ?? ¿¿NO SABERLO TÚ TE CONVIERTE EN UNA EXPERTA INVESTIGADORA Y NO SABERLO YO EN UN PUTO INÚTIL?? - Jonathan empieza a invadir tu espacio, y tras él, ves que Andreas ha vuelto a mirar en vuestra dirección y que, alertado por la actitud, se dirige hacia vosotros. - ¡¡DEJA DE MIRARME CON ESA LÁSTIMA!! ¡DENÚNCIAME SI ES LO QUE CREES! ¿¿CÓMO DECÍS QUE SE AFRONTAN LAS COSAS?? ¿¿COMO UN HOMBRE?? ¡ESO HARÉ! - Andreas no es el único alertado, porque por la vista periférica ves a Richard en la puerta de la casa. - ¿¿Que me quisiste un día?? No te lo crees ni tú. - Espeta. - Yo no te quiero, Elsa. NUNCA TE HE QUERIDO. NUNCA. - Jonathan. - NO ME TOQUES. - Responde inmediatamente cuando Andreas se acerca e intenta calmarle, sacudiéndose el brazo para evitar el contacto. Richard, por su parte, ha vuelto a entrar en la casa.
- ¿Cuántas veces, CUÁNTAS, creéis que puede una persona SOPORTAR QUE SE LA LLAME INÚTIL Y ESTÚPIDA UNA Y OTRA VEZ? - Te amenaza con un índice, acercándose mucho, lo cuál pone de nuevo a Andreas en alerta. - No te consiento que me mires con esa pena. Eres peor que todos los de esta familia. Entre todos me habéis arruinado la vida. - ¡Jonathan, basta ya! - Andreas vuelve a intentar contenerle, pero solo consigue que se revuelva y le empuje. En ese momento, ves a Emily correr desesperada hacia Jonathan. - ¡Para, para! - Se lanza a su hermano y se pone ante él, pero el hombre sigue mirando a Andreas lleno de ira, como si quisiera arremeter. - Mírame. Jonny, cariño, mírame. - Le agarra la cara y le obliga a mirarla. - No merece la pena. No hagas algo de lo que te puedas arrepentir. - Te aseguro que no me arrepiento de nada... - Jonny, por favor. Por favor. Tu hijo te está viendo. - Efectivamente, Ottis ha salido de las caballerizas y observa desde allí la escena, mientras Zach intenta llevárselo, pero está clavado en el suelo. Jonathan se zafa de las manos de tu hermana y os mira con odio a Andreas y a ti. - Venga, decídlo otra vez. Insultadnos a los dos. Nos ha quedado claro que somos los inútiles de la casa. - Hermano. - Dice Emily, entre lágrimas, tratando de que la mire otra vez. - Tú y yo nos vamos a ir. Bien lejos. Vamos a empezar de cero, lejos de toda esta mierda. - Pero Jonathan suelta un bufido y os deja allí, marchándose en dirección al área de la piscina. Emily os mira con reproche, llorosa, pero sin decir nada más, corre tras él.
Posibles acciones:
- Sigue a Jonathan y Emily.
- Quédate allí y habla con los presentes (Andreas y Richard).
- Intenta hablar con Andreas en privado.
- Intenta hablar con Richard en privado.
- Ve a las caballerizas a hablar con Ottis y Zach.
- Intenta hablar con Ottis en privado.
- Intenta hablar con Zach en privado.
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- Utiliza y/o revisa el teléfono móvil.
Mansión Du Maurier
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La reacción de Jonathan la dejó clavada en el suelo, no solo con ella, sino también con Andreas. Asistía a todo perpleja, con los ojos muy abiertos, más o menos como estaba su hijo, y solo pudo quedarse clavada como una estaca, sin ser capaz de decir nada más, observando a aquella persona que claramente no conocía. Y como no lo conocía y claramente no se preocupaba de su situación, no tenía que protegerle. Ya pensaría en el divorcio, ya pensaría en la empresa, quizá no le interesaba tanto, quizá cogía a Ottis en cuanto todo aquello acabara y se iba a Foster, o mira, a Miller, por qué no. Tenía dinero propio de sobra para hacerlo, y no tenía por qué seguir aguantando a aquella familia de locos. Pero ahora tenía que salir victoriosa de aquello, y no lo iba a hacer a no ser que apareciera el verdadero culpable.
Aún con la mirada perdida en el lugar por donde Jonathan y Emily habían desaparecido, resopló y dijo, con la voz tomada por la rabia. — ¿Ha sido por esto todo este tiempo? — Giró la cabeza para mirar a Andreas. Lo dudaba, lo dudaba muy fuertemente que le hubiera hecho la vida imposible por amor a Jonathan, pero si podía exponerlo ante Richard y utilizar a sus enemigos para matarse entre ellos, lo iba a hacer. — ¿Ha sido porque querías quedarte con mi marido? — Se rio un poco psicóticamente. — Y yo pensando que solo querías mi puesto… Entonces estarás contento. — Sonrió incrédula. — Mi marido quiere dejarme y, según Jonathan, mi suegro te despidió al enterarse, debió ser de las últimas cosas que hizo. — Se cruzó de brazos y frunció el ceño. — Yo solo he intentado buscar la verdad, porque Miller, o Foster, o como sea, tenemos un asesino aquí dentro, intento protegernos, y eso no se hace encerrándonos voluntariamente con un asesino… Pero, mira tú por dónde, me he llevado un divorcio. Supongo que ahora estaréis contentos. — No podía desvelar sus cartas, no podían saber que sabía lo del testamento, o pondría la flecha sobre ella antes de lo que ya lo iba a hacer la baronesa. — Si no queréis decírmelo a mí, al menos pensad, pensad quién ha podido hacer esto a vuestro jefe, vuestro mentor… — Miró a Richard. — Tu padre. — Suspiró y miró hacia donde estaba Ottis. — Visto lo visto, a mí me queda poco tiempo en esta casa. Solo quiero salir sana y salva de aquí. Pero nada, sigamos gritándonos entre todos sin buscar al culpable, dispuestos a que todos tengamos que cargar con este secreto para siempre. —
Hablar con Richard y Andreas
Mansión Du Maurier
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Andreas aún estaba mirando a Jonathan desaparecer del jardín cuando le preguntas eso, y su reacción es mirarte con el ceño fruncido, desconcertado y ofendido, como si le hubieras acusado directamente de asesinato. - ¿Cómo? - Pregunta, y el que también parece confuso con tu afirmación y os mira a uno y a otro es Richard. Lo que sí provocó una genuina reacción de sorpresa y desconcierto fue el dato de que Andreas estaba despedido, porque de repente ves como abre los ojos y el color de la piel se le va. - ¿Cómo que despedido? - Dice con un hilo de voz. Por un momento parece que Richard va a echarse a reír, pero está tan desconcertado por lo que está ocurriendo que se contiene, primero necesita comprender qué está pasando.
Mientras tú hablas, Andreas se frota la cara y el pelo, con la mirada perdida, y parece que la cabeza le va al mismo tiempo a toda velocidad y, por otra parte, se ha quedado congelada. Tiene una expresión muy similar a la que tenía cuando llegaste a casa, probablemente cuando acabara de enterarse del asesinato del barón. Richard, en mitad de tu discurso, suelta lo que parece una carcajada de quitar importancia, pero suena más agobiado de lo que probablemente pretendiera. - Jonathan no se va a divorciar de ti, Elsa. Deja de hacer drama, no va a pasar. - Vuelve a mirar a uno y al otro. - Aunque creo que me estoy perdiendo algo importante y me gustaría saberlo. -
Terminas tu argumentación y Andreas parece seguir en shock, así que Richard respira hondo y se acerca a ti con mejor talante que en toda su vida. - Tienes razón, tenemos que estabilizar esto lo antes posible. - Os mira a ambos, con aparente serenidad, aunque Andreas siga en su mundo. - A partir de ahora, yo estaré a la cabeza de este negocio y esta familia, y os prometo que no tenéis nada que temer. El legado de mi padre no quedará en... - Yo no he hecho nada, Elsa. - Interrumpe Andreas, mirándote, con la voz quebrada. Parece darle igual la presencia de Richard o que estuviera hablando. Se acerca a ti y te dice casi suplicante. - Es verdad. Es cierto, he estado con Jonathan. Años. - ¿Qué? - Eso no solo descuadra a Richard, sino que le enciende la mirada, mandando al traste toda su fachada tranquila. El otro prosigue, ignorándole. - Pero era... un juego. Para mí era un juego, jamás pretendí que os abandonara, y se lo dije. Cada vez que lo mencionaba le decía que se dejara de tonterías. - Cómo puedes... - Empezó Richard, retirándose un paso y mirando asqueado a Andreas, de arriba abajo. - Creo que ayer tensé la cuerda más de la cuenta. El barón le insultó y yo me reí de él. Discutieron, y luego... Intenté avisarle. Le dije que se callara, que iba a destruirlo todo, pero ya era tarde. - Tragó saliva. - Hasta la pelea que tuvo conmigo, te ha dicho la verdad. Discutió con él y luego nos peleamos. - Se señala el arañazo del cuello. - Esto me lo hizo él. - Richard estaba a cuadros. Andreas suelta aire por la boca y continúa. - Le dije que esto se había acabado. Acababa de conseguir la fusión con Miller y no podía arriesgarme a... esto. A un despido, o a un escándalo. Me ha costado mucho llegar hasta aquí. - Dice esto último con rabia contenida y mirada afilada. - Y no iba a arriesgarme a perderlo por un capricho o porque alguien que ni siquiera es de la empresa no mantuviera la boca cerrada. - Vuelve a notársele la mirada asustada y niega. - Pero yo no hice nada. Lo juro, lo juraría hasta bajo tortura. Después de discutir con Jonathan, me fui a mi casa. No aguantaba más estar aquí ni quería arriesgarme a la ira del barón, así que me fui directamente a casa. - Estira el brazo y señala, tras de ti, el cuartillo de herramientas de jardinería. - Fue ahí dentro. Allí discutimos. - Hace el recorrido con la mano hasta la verja. - Y fue acabar la pelea y directamente, me monté en el coche y me marché. - Baja el brazo. - No tengo ni idea de qué hizo después. Llegué a casa y traté de calmarme, y volví a llamarle para ver cómo estaba. Pero no me cogía el teléfono ni respondía a mensajes. Me era imposible dormir, y temía lo peor... Por eso te escribí a ti. Te había dicho que vinieras antes, y pensé, seguro que Elsa ha venido buscando al barón, le habrá dicho algo... Pero no me contestaste. No dormí en toda la noche. Cuando llegué aquí a primera hora, porque no aguantaba más, me enteré de lo ocurrido. - Mira a Richard. - Tú lo puedes confirmar. Tú puedes confirmar que no me viste desde que salí de la reunión y que llegué temprano esta mañana y sin saber nada. - Richard le sostiene la mirada unos segundos y, tras estos, dice. - Yo solo sé que eres una maldita serpiente. -
Posibles acciones:
- Quédate allí y habla con los presentes (Andreas y Richard).
- Intenta hablar con Andreas en privado.
- Intenta hablar con Richard en privado.
- Cambia de estancia para intentar investigar, espiar o hablar con otra persona.
- Utiliza y/o revisa el teléfono móvil.
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Su reacción primera fue alejarse dando un paso atrás de Andreas, mirándole con rabia. Ahora encima le iba a jugar la carta del corderito. — No me hagas creer que no lo sabías, Andreas, si lo sabía Jonathan… — No, no podía creerle, no quería creerle, pero… No era la cara de siempre de Andreas. O quizás la estaba cambiando, como cambian de piel las serpientes cuando lo necesitan.
Y hablando de cambiar caras, ahora Richard parecía tremendamente convencido de la solidez de su matrimonio (qué manera de negar la realidad) y de que iba a heredar la empresa y que, por lo visto, ellos tenían un lugar en todo aquello (qué manera de no enterarse absolutamente de nada de lo que estaba pasando).
Volvió a la conversación de Andreas, y solo pudo asentir, cínica, a lo de que llevaba años con él, y una amarga carcajada justo después. — ¡Ah! Que todo era un juego… Perfecto. Pues nada, como las familias de los demás son un juego para ti, ya está. Todo perdonado, Andreas. No veas si te duran los juegos a ti… — Se dio la vuelta sobre sí misma y trató de tomar aire. — Todo este tiempo envenenando al barón a tu conveniencia y tirándote a mi marido al mismo tiempo… — Suspiró y negó con la cabeza. — Pero, ¿qué necesidad había de hacer que Emily me odiara? ¿Eh? ¿Qué necesidad de inventarte lo de Nicholas? ¿No podías sencillamente haberme dejado en paz con mis cuernos y mi trabajo sin fin? ¿Eh? — Pero terminó de escuchar el relato de lo que había pasado. Vaya, así de bien les iba, que se acababan pegando en el cuartillo de las herramientas. Tenía que pararse a pensar si eso tenía sentido con lo que Jonathan decía que había hecho.
Y no pensaba decirlo en voz alta… Pero realmente le veía perdido, desesperado porque le creyeran. Suspiró y negó con la cabeza. No iba a darle esa satisfacción. — Vete, Andreas. No te quiero ver. — Dudaba que pudiera sacarle nada más, ni verdad ni mentira, fuera un personaje o no, ahora Andreas iba a actuar como una persona desbordada y temerosa, y Elsa tenía una oportunidad de oro, que nunca había tenido: la de utilizar a su cuñado. Claramente, Richard creía que tenía la sartén por el mango. Con su estatus de primogénito y su seguridad en sí mismo, tenía la certeza de ser el heredero de su padre y colocarse jerárquicamente por encima de ella de pleno derecho. Y a ella la acababan de decir a la cara que su marido no la quería, que quería a su enemigo en los negocios. Y no había nada que hicier a sentir a Richard más cómodo que ser un hombre fuerte y poderoso ante una mujer débil. Concéntrate, Elsa. — Por favor, Richard, ya me siento suficientemente avergonzada. — Y se tapó la cara. Venga, lágrimas, salid, que es mi momento.
Tenía miedo de que no la siguiera, pero quería alejarse de Andreas para escuchar lo que Richard tuviera que decir, así que, aunque salió andando en dirección contraria, se giró para decirle. — Dime que no lo sabías, por favor. Porque ahora mismo siento que todo el mundo me ha engañado y no puedo confiar en nadie, y hay un asesino suelto, y mi hijo y yo estamos solos en esta casa, y ahora que el barón ha muerto no hay nadie que nos ampare. — Esperaba no estar pasándose de dramática. — Es que es pensar que pude cruzarme con el asesino… Que pude haber entrado en la habitación y… O que Ottis pudo haberse quedado pro ahí solo con el caballo y el asesino… — Venga, Elsa, dilo, deja el maldito orgullo. — Y me muero de miedo… — Venga, pica, maldito gorila, sirve de algo alguna vez.
Hablar con Richard a solas
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- Te juro que no sabía nada, Elsa. - Afirma Andreas, en tensión y con agobio evidente. - Jonathan... Nos peleamos porque me dijo que le había contado a su padre... lo nuestro. Y temí que lo hiciera, pero pensé... no pensé que el barón fuera a creerle, o que me despidiera por eso. Jonathan no me lo dijo, te lo aseguro. - Parece bastante desesperado porque creas su teoría. A lo siguiente que dices, aunque se le sigue viendo agobiado, ríe sarcástico y se frota la cara. - El mundo no gira en torno a ti, Elsa. Lo de Jonathan... no pasó porque quisiera fastidiarte personalmente, aunque te cueste creerlo. - Richard no deja de bufar y mascullar de fondo. - Y en cuanto a lo de Emily... - Soltó aire por la nariz. - Temía que Jonathan me delatara de un momento a otro y la mejor forma de evitarlo era que se divorciara de ti por tu adulterio en vez de por el suyo. Me vino de perlas la circunstancia. - Menudo hijo de puta... - Masculla Richard, con voz alucinada, negando. El otro se encoje de hombros. - En la guerra no hay amigos, Elsa. Y si Jonathan se divorciaba de ti, mataba dos pájaros de un tiro: te quitaba como enemiga empresarial, y mi secreto seguía a salvo. - Y seguías follándote impunemente a mi hermano. - Espeta el otro, y luego niega. - Joder... no me lo puedo creer. - No soy una buena persona, Elsa, te lo compro. - Continúa Andreas, ignorando al otro y mirándote a ti a los ojos. - Pero no soy un asesino. -
Andreas os mira a ambos y, tras pensárselo unos segundos, se marcha ante tu orden de hacerlo, entrando de nuevo a la casa. Richard te mira como si quisiera evaluar por dónde vas a salir, pero parece no esperarse tu arrebato de vulnerabilidad. Se incomoda levemente en un inicio, pero luego relaja el tono, acercándosete. - Tranquila, tranquila. Entiendo que es... un momento... difícil de asumir. - Bufa hacia un lado, frotándose los ojos. - Son... tantas cosas... yo también estoy sobrepasado. - Suspira. - Pero ahora soy el cabeza de familia, y los negocios de mi padre están en mis manos. Y no voy a permitir que el barco se hunda. - Afirma con gravedad.
Frunce el ceño. - ¡No! Qué va, no tenía la menor idea. - Asegura con el tono más bajo y comprensivo que le has dicho jamás. Suelta aire por la boca, mirando a los lados. - Todos estamos... asustados, y muy agobiados. Esto... Esto jamás pensamos que fuera a ocurrir. - Suspira, con la mirada en ninguna parte. - Dios... es de esas cosas que uno jamás piensa que le vaya a pasar. - Se acerca y pone las manos en tus hombros, comprensivo. - Mírame, Elsa. - Te busca la mirada. - Jonathan es un inútil, por mucho que él se ofenda, y lo que ha hecho... Dios, con uno de nuestros... No quiero ni pensarlo. - Dice con asco. - Pase lo que pase con tu matrimonio, Ottis es un Du Maurier... Y tú, también. Eres mucho más Du Maurier que mis dos hermanos juntos, y mi padre realmente te apreciaba. - Aprieta los labios y agacha la cabeza, negando. - Si ayer hubieras estado en la reunión... Insistió tanto en llamarte. Tú hubieras frenado esa puta locura de Miller. Me sentí... absolutamente solo en mitad de todas esas hienas. - Te quita las manos de los hombres pero te mira de nuevo. - Tú y yo hacemos buen equipo, Elsa. Yo al frente de la empresa y tú como mi subdirectora. Y Ottis tendrá su puesto asegurado, nos encargaremos de que se forme y ocupe el lugar que merece, un lugar que, por mucho que Emily se empeñe, esa estúpida de Judith jamás podría ocupar. - Ladea una sonrisa. - La empresa sería tan tuya como mía a partes iguales. Y de tu hijo, un Du Maurier de verdad. ¿Qué me dices? -
Posibles acciones:
- Prolonga la conversación con Richard.
- Acorta la conversación con Richard y cambia de estancia para intentar investigar, espiar o hablar con otra persona.
- Utiliza y/o revisa el teléfono móvil.
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El tono de Richard no le podía parecer más falso, y las maneras de galán barato no le pegaban nada, pero ahí estaba ella, aguantando la cara de pena, y asintiendo sin decir nada, soltando alguna lágrima cuando su cuñado volvía sobre el tema. ¿Qué hubiera querido que estuviera allí la tarde anterior? ¡JA! Si no pudo hablarle peor cuando llegó… No, eso era otra estrategia de Richard, no muy cultivada, y claramente pensada para atacarle en su momento de debilidad, pero ella había empezado un teatro, y quería información. Parpadeó, como si alejara las lágrimas. — No… No me esperaba que me quisieras a mí de vicepresidenta… — Hizo como si titubeara. — Sería… Un honor, Richard. Du Maurier es mi hogar, es a lo que he entregado mi vida. — Se mordió los labios y suspiró. — Pero yo… Ahora mismo estoy… Sobrepasada por todo esto, necesito parar y serenarme, me acabo de enterar de que mi marido me ha engañado durante años con Andreas y… — Se rio cínicamente. — El hombre que consideraba un padre ha sido asesinado… — Le miró y asintió. — Al menos me consuela saber que tú quieres que me quede. Pero dejemos que pase todo esto y… Hablaremos del futuro, te lo prometo. — Sí, eso podía prometerlo, desde luego.
No le apetecía nada hacer eso, pero, de nuevo el teatro. Bajó la mano y agarró la de Richard. — Hay que encontrar quién nos ha arrebatado al barón. ¿Tú recuerdas algo de ayer? ¿Después de la reunión? ¿O cuando yo me fui? ¿Golpes, ruidos… algo? —
Hablar con Richard a solas
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Tus palabras hacen a Richard sonreír como quien se cree con el triunfo en la mano, aunque disimulando lo justo para no ser demasiado obvio. Asiente. - Por supuesto. Y tú siempre has sido de la familia para nosotros. - Hace un gesto despreocupado con la mano. - No le hagas caso a Emily. Ya sabes, las divorciadas... - Rueda los ojos y ríe por lo bajo. - Y siempre ha estado obsesionada con tener la atención de mi padre. Y en cuanto a Jonathan... No me hagas hablar. Tú lo has conocido en sus años buenos, así que... - Y suelta otra carcajada despectiva.
Se acerca a ti, bajando el tono. - Claro, claro, lo comprendo. - Te acaricia el brazo. - Tú no te preocupes. - Suspira. - Elsa... Este mundo nos vuelve locos ¿verdad? Los negocios... No es hasta que la vida nos estalla en la cara que nos damos cuentas de las cosas verdaderamente importantes. - Te mira con los ojos entrecerrados. - Y en el fondo tú y yo... somos muy parecidos. Pero claro, este entorno hostil... Es increíble que no nos hayamos dado cuenta hasta ahora. - Asiente. - Hablaremos. Puedes contar conmigo para lo que necesites, siempre que quieras. - Entorna los ojos hacia la casa y vuelve a mirarte. - Y cuidado con... Nicholas. Ya nos hemos llevado una desagradable sorpresa con Andreas, y de él me fio aún menos. Me juego una mano a que anoche, él y mi hermana... - Suelta un bufido. - Es tan tonta que no deja de abrírsele de piernas. Qué conveniente, follarse a la hija del jefe el mismo día que se aprueba tu primera propuesta. Porque que no se nos olvide que el primero que dijo lo de Miller fue Nicholas. - Suspira. - No podemos fiarnos de nadie aquí, Elsa... -
Lo que no parece esperarse es que tomes su mano, y hace que te mire directamente a los ojos, y estos casi le brillan. Te preguntas en qué estará pensando, no parece que sea en nada bueno. Tras unos segundos en los que parece que está procesando tu pregunta, responde. - No... No mucho. - Suspira. - La fusión con Miller me sentó muy mal. A veces, ya me conoces, pierdo los estribos... No es algo de lo que me sienta orgulloso, y tengo el firme propósito de cambiarlo ahora que todo esto depende de mí. - Niega con pesar. - Discutí con mi padre en plena reunión, y cuando esta se dio por finalizada, fui el primero en salir. Bajé directamente. - Señala con un gesto de la cabeza la piscina. - Estuve un rato pensando y haciendo algunas llamadas... Estaba nervioso. No sabría decir exactamente cuánto tiempo estuve ahí. Pero me serené, así que entré de nuevo en la casa a comer algo. Todavía había compañeros saliendo. - Bufa, despectivo. - Son unas comadreras, se quedan a hablar y hablar como si esto fuera un vecindario... Entré al comedor, tomé algo de cena y, como sabía que vendrías, subí de nuevo a la sala. Tú llegaste poco después. - Se frota el puente de la nariz. - Fue una tarde convulsa, y luego todo lo que vino... Ojalá hubiera podido impedirlo. -
En estos momentos son las 13:00.
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¿De la familia para quién? ¿Por qué estaba Richard con aquel teatro, esperando que ella entrara directamente y se lo creyera sin más, después de años de desprecios? Algo debía querer, pero ahora mismo se le escapaba el qué. Así que se limitó a asentir brevemente a lo que iba diciendo, a pesar de que se le estaban revolviendo las tripas con aquellas palabras hacia Emily. ¿De verdad esperaba que una mujer se fiara de él hablando así de otra mujer que encima era su hermana?
Uy sí, parecidísimos eran ellos… Simplemente se quedó mirándole a los ojos, sin comprometerse mucho, y tratando de mantener una distancia prudencial, por si las moscas. — Es cierto que Nicholas fue el primero en proponerlo… — Se mordió el labio inferior. — ¿Estaba Nicholas aquí anoche entonces? — ¿Su excuñado había estado allí, su cuñada también, y ninguno de los dos se había dado cuenta de que su hija no había vuelto?
Asintió a lo que dijo Richard, pero, de momento, casi que le hacía sospechar más de él. Menuda explicación más vaga… A la hora a la que Elsa calculaba que se había cometido el crimen, Richard había estado solo por aquella misma zona… Se limitó a suspirar y dijo. — Ya no podemos cambiar el pasado. Mejoremos el presente y… Confiemos en el futuro. — Se frotó las cejas y tragó saliva. — Me encuentro regular, y en media hora comemos… Así que… Si no te importa, voy a dar una vuelta antes, a ver si pongo en orden mi cabeza y me… Tranquilizo. Gracias por todo, Richard. — Y se alejó de él, dirigiéndose hacia la zona del cuarto de herramientas por si podía encontrar alguna pista de qué demonios había pasado la tarde anterior por allí.
Terminar conversación con Richard e ir a investigar a la zona del cuarto de herramientas
Mansión Du Maurier
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