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Not a clue without its crime Inspired | Otros (Cluedo) | OnexOne
La familia Du Maurier ha sido siempre una de las más prestigiosas, poderosas y ricas del país. El barón Du Maurier tiene influencias y negocios que se extienden por todo el mundo, y un ejército de personas a su cargo, interconectadas con él. La imagen de familia perfecta que han dado siempre al exterior no ha hecho dudar a nadie de que la suerte les había bendecido, pues tenían de todo... Quizás la realidad fuera diferente. Demasiados trapos sucios internos de los que nadie era consciente, y que acaban de estallar.
Jerome Du Maurier ha sido hallado muerto la mañana del día 13 de diciembre de 2022 en su habitación. Un hombre con tanta influencia podría tener muchos enemigos, pero... ¿y si este estuviera dentro de su casa?
Francis Corso
Investigador/Voz en off
40 años
Mark Ruffalo
Freyja
Elsa (Lemoyne) du Maurier
La nuera
47 años
Alexa Davalos
Ivanka
Emrys
Jerome Du Maurier ha sido hallado muerto la mañana del día 13 de diciembre de 2022 en su habitación. Un hombre con tanta influencia podría tener muchos enemigos, pero... ¿y si este estuviera dentro de su casa?
Situación de Elsa el 13 de diciembre
Descubrimiento del cadáver y distribución de la mansión Du Maurier
Pistas:
Reuniones
Comida con los sospechosos
Conversaciones
Información obtenida de Andreas (parte I)
Información obtenida de Andreas (parte II)
Información obtenida de Ottis (parte I)
Información obtenida de Ottis (parte II)
Información obtenida de Ottis (parte III)
Información obtenida de Amelia
Información obtenida de Carine sobre Jonathan (parte I)
Información de Carine sobre Jonathan (parte II)
Información obtenida de Josephine
Información obtenida de la criada
Información obtenida de la baronesa
Información obtenida de Jonathan
Información obtenida de Richard
Información obtenida de Emily (parte I)
Información obtenida de Emily (parte II)
Espionaje
Conversación entre Josephine y Judith
Conversación entre Amelia y Josephine
Conversación entre Emily, Jonathan, Richard, Nicholas, Judith y Andreas
Investigación de salas
Investigación de la sala de negocios
Investigación del jardín
Investigación de la sala de estar (parte I)
Investigación de la sala de estar (parte II)
Investigación de la habitación de Jonathan y Elsa
Investigación del cuarto de herramientas
Investigación de la habitación de Emily
Investigación de la habitación de la baronesa
Fortuitas
Pista de la piscina
Descubrimiento del cadáver y distribución de la mansión Du Maurier
Pistas:
Reuniones
Comida con los sospechosos
Conversaciones
Información obtenida de Andreas (parte I)
Información obtenida de Andreas (parte II)
Información obtenida de Ottis (parte I)
Información obtenida de Ottis (parte II)
Información obtenida de Ottis (parte III)
Información obtenida de Amelia
Información obtenida de Carine sobre Jonathan (parte I)
Información de Carine sobre Jonathan (parte II)
Información obtenida de Josephine
Información obtenida de la criada
Información obtenida de la baronesa
Información obtenida de Jonathan
Información obtenida de Richard
Información obtenida de Emily (parte I)
Información obtenida de Emily (parte II)
Espionaje
Conversación entre Josephine y Judith
Conversación entre Amelia y Josephine
Conversación entre Emily, Jonathan, Richard, Nicholas, Judith y Andreas
Investigación de salas
Investigación de la sala de negocios
Investigación del jardín
Investigación de la sala de estar (parte I)
Investigación de la sala de estar (parte II)
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- Familia:
- ∞Jerome du MaurierBarón du Maurier, asesinado el 13 de diciembre a los 79 años. Su relación con su familia era distante en líneas generales, y su matrimonio con Agatha, un negocio más. Consentidor con Richard, su primogénito, a quien instruía mínimamente para heredar sus negocios pero no daba mucha importancia. Cruel con Jonathan, a quien siempre consideró débil, motivo por el cual él mismo organizó su matrimonio con la persona a la que tiene en más alta estima dada su inteligencia, su nuera Elsa. La relación tanto con su hija menor, Emily, como con sus dos nietos, era de absoluta indiferencia. Sus dos hombres de negocio de confianza, Nicholas (ex-marido de su hija, separación que nunca aprobó) y Andreas (compañero de promoción de su hija, a quien siempre valoró más que a ella), si bien eran su mano derecha, les trataba con condescendencia y como si fueran súbditos. Tuvo un affaire con Amelia, una de las personas del servicio, a quien dejó embarazada y "permitió" conservar el puesto a condición de que mantuviera el secreto. Su relación tanto con ella como con su hija ilegítima Josephine era inexistente.∞Agatha (Levinson) du Maurier78 años, viuda del barón. Su papel en la casa ha estado limitado a los designios de él, siendo contradicha casi en la totalidad de sus deseos, o así lo manifestaba ella: "idea que yo tenía, él tomaba la dirección contraria". Es conocedora de la relación extramatrimonial de su marido y sabe que Josephine es hija suya, pero como con todo a lo largo de sus casi cincuenta años de matrimonio, ha preferido callar. Mirar y callar, y juzgar. La oían murmurar entre dientes "algún día...", pero siempre lo dejaba en el aire. Con la única persona con la que tiene una relación más o menos estrecha es con su hija Emily.∞Richard du Maurier50 años, primogénito del barón. Dedicado a los negocios de su padre, o más bien a fingir que se ocupa de ellos, pero fundamentalmente a dilapidar su fortuna. Hasta ahora llevaba bastante bien los exabruptos del hombre por conveniencia, pero cada vez más se le hacían cuesta arriba, y las disputas a voces se hacían más y más frecuente. Despótico y egoísta, no paraba de recordar a su padre que él sería el heredero "más pronto que tarde", y que no tenía por qué tolerar más desvaríos de una vieja gloria. Ignora por completo al resto de su familia, está demasiado centrado en su futuro imperio.∞Jonathan du Maurier47 años, hijo mediano del barón. Nunca se ha sentido cómodo ni en ese mundo ni con los negocios, pero se ha visto reconducido a ello toda la vida. En la carrera coincidió con Elsa, su esposa, con quien tenía una relación cordial de amistad. Su padre organizó el matrimonio entre ambos, a lo que él se prestó, si bien nunca estuvo enamorado de ella. Poco después de su matrimonio, entró en el negocio familiar Andreas, un compañero de promoción de su hermana Emily, con quien mantiene una relación de amantes de quien nadie es conocedor. Hubo un momento en que estuvo enamorado de él, pero ahora vive amedrentado, bajo la amenaza de que su relación sea destapada y se le expulse de la familia. Su relación con su hermana Emily es tensa, porque últimamente ella lanza injurias sobre su matrimonio, aunque a veces piensa que podrían ser una buena baza para él. Prefiere tener la menor relación posible con su madre y su hermano mayor, y a su padre le odiaba, si bien trataba de disimularlo. Su relación tanto con su esposa como con su hijo es cordial: les tiene un gran cariño, si bien a ella no la ama y nunca ha tenido instinto paternal.∞Ottis du Maurier13 años, nieto del barón. Cariñoso y sensible, pero bastante solitario, pues su entorno no se caracteriza por el calor familiar. Su padre no es malo, pero tampoco especialmente cariñoso con él; con su madre le pasa algo similar. Él, demasiado preocupado por sus propios problemas, y ella por sus negocios. A Ottis le gusta investigar y experimentar, y es un poco temerario. También le gustan las bromas, lo que en una casa como esa no sienta nada bien. Se le ha oído lamentarse en la infancia en muchas ocasiones de sentirse ignorado por todos sus familiares, y de que su abuelo era cruel con él. Llegó un punto en que dejó de hacerlo y empezó a hacer su vida solo, aunque está más presente de lo que parece.∞Emily du Maurier43 años, hija menor del barón. Se enamoró perdidamente de Nicholas cuando este empezó a trabajar con su padre, pero su matrimonio ha sido tortuoso hasta su divorcio. Está plenamente convencida de que su ex-marido le ha sido infiel, motivo por el cual renunció a su apellido de casada y volvió al de soltera. Muy unida a Andreas, compañero de negocios de Nicholas y de carrera de ella, entre ambos empezaron a alimentar la hipótesis de la relación extramatrimonial de Elsa y Nicholas, lo cual tanto Jonathan como sus padres se empeñan en ignorar deliberadamente, incrementando la furia de Emily. El que su padre se opusiera a su divorcio detonó un sonado conflicto. Dejó los estudios inconclusos al comenzar con Nicholas, nunca le habían gustado y su situación le permitía no trabajar. Se ha volcado en el cuidado de su hija, con quien tiene una relación demasiado estrecha.∞Nicholas Anderson45 años, ex yerno del barón. Al igual que su suegro, trató su matrimonio como un negocio más, y sus funciones paternales iban más enfocadas a que su hija tuviera conocimientos de negocio (con lo que tiró la toalla tan pronto vio la relación que tenía con su madre) que a ejercer de padre. Su vida son sus negocios, y su divorcio solo suponía un escollo más en estos. Es el más entregado en su trabajo y considera a Andreas un inútil, por lo que no entiende por qué comparte posición y privilegios con él cuando sus categorías son muy diferentes. Se sospecha que tiene una amante, pero a pesar de la creencia de Emily, esta se encuentra fuera del entorno familiar.∞Judith Anderson18 años, nieta del barón. Tiene una relación de codependencia con su madre que hace que piense por y para ella: lo que Emily diga, es sentencia para Judith. Odia a toda su familia porque cree firmemente que han arruinado la vida de su madre, como así ella lo manifiesta, pero en especial a su abuelo, a quien culpa de todas sus desgracias y defectos. Manipula a su padre para obtener de él los caprichos que necesita, porque desde su punto de vista es para lo único que sirve. Su relación con el resto de la familia es muy escasa y solo hace acto de presencia en casa si es con su madre.∞Andreas Spencer43 años, hombre de negocios del barón. Conocía los negocios de la familia Du Maurier desde hacía años, por lo que no dudó en pegarse a Emily en cuanto la conoció en la carrera, lo que le granjeó un puesto entre los negocios del barón con facilidad. Su relación es de calma hostil tanto con Nicholas como con Richard, a quien considera un inútil fácilmente manipulable en cuando el barón fallezca y deje en manos su imperio. Es amante de Jonathan desde hace años, y con él tiene una relación de afecto intermitente: siente algo por él, pero no lo suficientemente fuerte como para poner en peligro todo lo que le ha costado conseguir. Su mayor baza: aprovechar las inseguridades de Emily para dinamitar de un plumazo a Nicholas y el matrimonio de Jonathan, por lo que ha encontrado un filón en acusar a Elsa de infidelidad con su cuñado. Es consciente de que camina sobre la cuerda floja por lo que es muy calculador y astuto en sus movimientos.∞Amelia Robberts50 años, criada y ex amante del barón. Entró en el servicio de la casa siendo muy joven y quedó encandilada por el barón, quien años después mantuvo una relación extramatrimonial. Cuando quedó embarazada, empezó a sufrir amenazas por su parte, lo cual no se vio venir: sabía cuál era su posición pero se había creído el discurso del amor imposible que podría con todo. No quiso abortar a pesar de las insistencias del barón, y dado que un despido iba a ser demasiado evidente y despiadado por su parte, el hombre la dejó trabajar allí a condición de que no dijera nada, y no sería juzgada por su "conducta inapropiada" como madre soltera, sino que tanto ella como su hija serían protegidas. La realidad es que llevaba atada a esa familia toda la vida, y con un secreto que la envenenaba poco a poco. Ha intentado que su hija sea lo más feliz posible con sus circunstancias.∞Josephine Robberts24 años, hija ilegítima del barón. Dentro de sus circunstancias, y de estar siendo criada de la familia desde que llegó a la adolescencia, su madre ha intentado criarla en la medida de lo posible como a una niña feliz. No le dio mayor importancia a estar "recluída" en la mansión del barón: era una casa muy bonita y con los Du Maurier apenas tenía trato, prácticamente ni les veía, era como vivir con su madre en un ala de la casa. A quien sí conocía de toda la vida era a Zach, el chico encargado de las caballerizas, de su misma edad. No ha querido atormentar a su madre con preguntas... hasta hace poco. Zach empezó a plantearle una serie de hipótesis que le hicieron preguntar, motivo por el cual, hace apenas dos años, su madre le confesó de quién era hija realmente, suplicándole que no dijera nada. Solo lo sabe Zach, porque siente que su vida ha sido una mentira desde entonces, y que no es capaz de perdonar lo que le han hecho a su madre. Afortunadamente, se siente muy apoyada por su novio.∞Zach Smith26 años, trabajador de las caballerizas del barón. Ha estado perdidamente enamorado de Josephine toda la vida, fomentando su felicidad con pequeños gestos y queriendo pasar con ella todo el tiempo posible. Empezaron una relación sentimental hace un par de años, y justo cuando planeaba pedirle matrimonio... la chica le confesó que su verdadero padre era el barón. Desde entonces, no ha vuelto a ser la misma, y ahora ve a la pobre Amelia, una mujer a la que siempre había considerado buena pero triste, con otros ojos. No puede soportar que la mujer de su vida sufra, y está convencido de que Amelia necesita una compensación por todo lo ocurrido. Es bastante reivindicativo, motivo por el que ha sido reprendido y amenazado con el despido en más de una ocasión. Pero no van a separarle de Josephine con tanta facilidad.
- Post de rol:
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<cap>Capitulo 1</cap></div></div><a href="/u1691" class="creditos">Emrys</a><link href="https://fonts.googleapis.com/css2?family=Roboto:wght@100;300;400;500;700;900&display=swap" rel="stylesheet"><style>.brop {--blanco: #fafafa;--blancooscuro: #f5f5f5;--gris: #eee;--negrorgb: 0,0,0;--borde: 1px solid #dadada;--accent:#953a48;background: var(--blancooscuro);text-align: justify;width: 550px;display: flex;margin:10px auto;}.broth {padding: 25px;background: var(--blanco);font: 13px arial;line-height: 18px;width: 350px;padding-right: 15px;}.broth titulo {display: block;text-align: right;padding: 7px 7px 25px;font: 25px Roboto;text-transform: uppercase;letter-spacing: -1px;line-height: 23px;position: relative;}.broth titulo:after {content: "";width: 50%;height: 1px;position: absolute;border-bottom: var(--borde);bottom: 15px;right: 0;}.broth titulo b{font-weight:600;color:var(--accent);}.brothers {width: 120px;padding: 20px;background: var(--blancooscuro);display: flex;flex-flow: wrap;justify-content: center;align-items: flex-start;align-content: flex-start;font-family: Roboto;position:relative;}.brothers img {width: 100px;height: 100px;border-radius: 100%;margin: 5px 0;object-fit: cover;border: 5px solid transparent;box-shadow:0 0 0 1px var(--accent);}.brothers span {display: block;margin: 3.5px 0;font-size: 12px;text-transform: uppercase;width: 100%;text-align: center;position:relative;}.brothers span:nth-of-type(1) {margin-top:10px;}.brothers span:nth-of-type(2n){font-weight: 700;color:var(--accent);}.brothers span:last-of-type:before {border-bottom: var(--borde);content: "";position: absolute;width: 100px;left: 11px;bottom:-7px;}.brothers cap {position: absolute;bottom: 5px;right: 5px;font-size: 8px;text-transform: uppercase;letter-spacing: 4px;opacity: 0.7;font-weight:800;}a.creditos {width: 500px;display: block;margin: auto;text-align: center;text-transform: uppercase;font-weight: bolder;font:9px arial;padding: 10px;text-decoration: none;letter-spacing: 1px;}</style>
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Miró a Jonathan de arriba abajo frunciendo un poco el ceño. — ¿Pero qué dices Jonathan? — Preguntó en voz baja. Estaba casi segura de que su marido tenía algo que ver, pero no se esperaba que se delatara tantísimo con aquel comportamiento, ya iban a llamar la atención otra vez.
Y otra vez a agarrarla, aunque esta vez no fue como antes, pero su expresión se endurecía cada vez más. — ¿En el que nos he metido yo? Mira, Jonathan… — Dijo en un susurro agresivo. — Yo solo he trabajado para Du Maurier durante toda mi vida profesional, no he hecho otra cosa. Si a mi jefe y suegro le asesinan en su casa, se llama a la policía, ¿en qué diablos estás pensando para no llamar? Yo no he hecho nada más que cumplir con mi papel dentro de esta casa. — Se acercó y dijo más bajito. — No como otros. — Ladeó la cabeza y se cruzó de brazos. — Tu padre no ha dado la vida por nada, lo han asesinado. Eso no es dar la vida por una empresa, eso es que te maten a sangre fría. — Volvió a mirar a su hijo y luego a él. — Ottis y yo no tenemos ningún problema con la policía. ¿Cuál es el tuyo? —
Mansión Du Maurier
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Ves que Jonathan se tensa cada vez más. Lo notas porque el rubor vuelve a su rostro y su mandíbula se aprieta. - Esto no es una casa normal en el que las cosas se hagan con normalidad, Elsa. Parece mentira... - Suelta fuertemente aire por la nariz. - No te creía tan ingenua. Ahora me vas a decir que todos vuestros negocios eran dentro del marco de la legalidad y que esto es una familia perfectamente funcional. Ni yo me creí eso jamás. - La última frase suena cargada de rencor y amargura.
El "no como otros" impacta como una gran ofensa. - Eso. Muy bien. - Replica con dureza. - Súmate a la carga de insultar al imbécil de Jonathan. Es lo que ha hecho esta familia toda la vida. - Ríe, mordaz. - ¿Y todos vosotros sois los que tenéis los pies en la tierra? ¿La que quería fingir un infarto en un sitio lleno de sangre, el cocainómano que va de cabeza de familia, y la que se cree que la policía va a venir aquí, le va a dar las gracias por llamar y ella va a seguir con sus negocios como si nada? - Te mira de arriba abajo con desprecio. - Sois la mayor ruina que existe. Ojalá no hubiera formado nunca parte de esta familia. -
Se oye un exagerado carraspeo que hace que todos os giréis hacia la puerta. - Siento interrumpir. - Corso mira su reloj. - Puede que me haya adelantado un minutillo... Pero bueno, entre que subimos las escaleras y todo, vamos bien. - Alza la cabeza y sonríe, mirándoos a todos. Detiene la mirada en Jonathan y en ti. - Espero no ser el causante de una disputa conyugal. - Suspira sonoramente, mirando de nuevo a los demás. - Bien, continuemos, si no, esto se nos va a hacer muy largo. Señorita Robberts, me temo que la dejé fuera cuando hablé con el resto de sus familiares... públicos. - Amplía la sonrisa aún más. No parece caer nada en gracia la broma en el entorno. - ¿Sería tan amable? -
En estos momentos son las 16:25.
IMPORTANTE: Se reanudan los interrogatorios. A partir de ahora se irá llamando a cada personaje por turnos. Durante dicho interrogatorio, os quedáis todos en el salón acompañados de un agente de policía. Puedes decidir permanecer callada, simplemente escuchando (si es que el resto de la gente tiene algo que decir), o puedes hablar (a una persona en concreto, a varios, en general o al agente de policía).
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Frunció el ceño y le miró incrédula. — ¿Tú estás mal de la cabeza, Jonathan? — Le miró de arriba abajo. — Has podido elegir muchas otras cosas en la vida y has elegido mal, claramente, así que ahora a vivir con ello. — Le dijo, con un poquito de veneno, y mirando a Andreas de refilón. — Pero no nos perjudiques a mi hijo y a mí. Y cuidadito, que empiezas a cabrear a todo el mundo.—
Justo entonces entró Corso y llamó a Josephine, lo que le hizo poner media sonrisilla. — Vais a tener otro tipo de problemas cuando acabe la policía por aquí. — Masculló solo para los oídos de su marido. Y volvió a sentarse junto a Ottis y a mirar el móvil, por si Richard había dicho algo más.
Mansión Du Maurier
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Jonathan se te queda mirando en la distancia mientras te giras. Te da tiempo a ver que Richard te ha contestado, pero no el qué, porque tu marido se acerca a grandes zancadas y se inclina hacia ti. - ¿Eso es una amenaza? - Te pregunta en tono agresivo y lo suficientemente alto como para que todos los presentes se giren hacia él, tensos y sorprendidos. - ¿Qué vas a hacer? ¿Nos vas a hacer matarnos todos contra todos? - Señor. - Se adelanta el agente de policía, pero Jonathan le ignora por completo y te señala con un índice. - Tú y todos los que son como tú, como mi padre, como los que estáis en esta ganta. Hundís a la gente. - Jonathan. - Se levanta Emily, e intenta agarrar a su hermano por el brazo por el que no está el agente, pero se zafa violentamente. - Estoy harto de amenazas. - Señor, le pido que se calme o... - No voy a declarar. - Se gira, tenso, hacia el policía. - Me niego a ser interrogado. Y mi hijo tampoco va a serlo. No podéis obligarnos. - Le recomiendo que se tranquilice y colabore. Va a ser lo mejor. -
IMPORTANTE: Se reanudan los interrogatorios. A partir de ahora se irá llamando a cada personaje por turnos. Durante dicho interrogatorio, os quedáis todos en el salón acompañados de un agente de policía. Puedes decidir permanecer callada, simplemente escuchando (si es que el resto de la gente tiene algo que decir), o puedes hablar (a una persona en concreto, a varios, en general o al agente de policía).
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Se giró absolutamente sorprendida por el giro que estaba tomando su marido, y parpadeó, confusa. — Mira, Jonathan, no te reconozco… — Dijo. Rodeó a Ottis con un brazo, protectora, mientras el policía le llamaba la atención, y ella miraba atónita a los demás. Pero cuando se zafó así de Emily, se levantó y puso su tono más firme y más de hielo. — Compórtate y recomponte, Jonathan. No eres un adolescente descarrilado para estar dando este espectáculo. Todos estamos sufriendo. Todos estamos confusos y hasta asustados. Pero no lo pagues con tu hermana y conmigo. — Señaló a la puerta y, sin elevar el tono lo más mínimo, dijo. — Y vas a hacer el interrogatorio porque así te lo ordena una autoridad pertinente y punto. Y si necesitas algo para relajarte, te lo tomas. Pero eres un hombre hecho y derecho, compórtate como tal, y eres un Du Maurier, cumple con tu deber. —
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Jonathan os mira de hito en hito a una y a otra y pregunta, irónico. - ¿Ahora estáis en el mismo bando? - Termina de escucharte y, enfatizando el odio en su mirada pero también la lástima por sí mismo, deja escapar una carcajada sarcástica. - Veo que por fin te has convertido en mi padre. - Señor, le pido una vez más que vuelva a su sitio. - Vuelve a decir el agente de policía. Jonathan ni lo mira, solo termina de mirarte con odio a ti, luego dirige la mirada a Emily, y tras esto se vuelve a su posición con su madre, quien ni le mira. Parece esculpida en piedra y no mira a nadie, solo al frente con dignidad y tensión.
Antes de que el policía os diga nada a ninguna, Emily te mira a ti con un punto de tristeza y vuelve también a su lugar, junto a su hija, a quien rodea con un brazo. Judith no para de miraros a todos con los ojos desencajados y temblorosa.
IMPORTANTE: Se reanudan los interrogatorios. A partir de ahora se irá llamando a cada personaje por turnos. Durante dicho interrogatorio, os quedáis todos en el salón acompañados de un agente de policía. Puedes decidir permanecer callada, simplemente escuchando (si es que el resto de la gente tiene algo que decir), o puedes hablar (a una persona en concreto, a varios, en general o al agente de policía).
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Suspiró con un poco de desesperación ya. — Todos estamos en el mismo bando, Jonathan. En el de encontrar a quién ha asesinado a tu padre. — Volvió a rodear a su hijo con un brazo y le hizo un gesto a Emily y la niña de que no se preocuparan. — Estar aquí todos encerrados con esta situación desquicia a cualquiera. — Le dijo más bajito a su hijo. — Pero no tienes que preocuparte por nada, ¿vale? — Tomó aire y cerró los ojos un momento. — Papá y yo… Tenemos nuestras diferencias ahora, pero en cuanto todo esto acabe, te prometo que lo pondremos todo en pie. — Se separó un poco de Ottis para volver a mirar el móvil, y que antes no había podido.
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Ottis se limita a apoyar la cabeza en tu hombro y suspirar en silencio, pero tanto su gesto en la cara como el mismo aire emanan resignación. Miras el móvil. Richard ha respondido a tu mensaje.
Venga, no te enfades *emoticono con un guiño*
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Ojalá poder ahorrarle todo aquello a su hijo. Lo estaba convirtiendo en un desencantado con la vida antes de ser siquiera mayor de edad. Casi el mismo desazón le causaban los mensajes de Richard, que no entendía en absoluto, y ya que estaba, fue con todo y contestó “El que siempre está enfadado eres tú. Yo lo que estoy es harta de todo esto”. Se le iba a hacer más largo el interrogatorio a los demás que el suyo.
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Ves que Richard recibe tu mensaje, y descaradamente, sabiendo que le miras, rueda los ojos y suspira con artificial hastío. No ocurre nada más en la sala el resto del tiempo, y un poco menos de quince minutos después de la marcha de Josephine, esta regresa, acompañada de la inspectora Díaz. Muy seria, esta pide. - Señor Du Maurier, ¿sería tan amable? - Mirando a Jonathan. Este se encuentra tenso. Todos le están mirando como si no entendieran por qué simplemente devuelve la mirada a la inspectora, en vez de levantarse e irse. Pero, instantes después, lo hace, saliendo de la sala. Ottis te mira. - Papá está muy nervioso. - Susurra, cuando tu marido ya se ha ido. - Ayer también estaba muy nervioso... no hablamos nada en todo el camino de vuelta... Bueno, él no habla mucho en general. Pero llegó y directamente se metió en su cuarto. - Ves que se queda unos segundos pensativo. - No es muy hablador, pero papá es bueno. ¿Crees que...? - Mira levemente al entorno, como si quisiera comprobar que no le oyen, y se acurruca un poco más contigo y habla más bajo. - ¿Le crees capaz de hacerle algo al abuelo? Yo jamás le haría algo así a papá, nunca. Me parece imposible. -
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Querría poder decirle otra cosa, pero a cada cosa que le decía Ottis más se convencía de lo que le estaba preguntando precisamente. Volvió a mirar alrededor y le hizo un gesto sutil de bajar la voz. — Claro que tú nunca le harías nada a papá, eso lo sabe todo el mundo. — Se mordió el labio inferior. — Tú no tienes que preocuparte de nada, ¿me oyes? — Tragó saliva y bajó aún más la voz. — Quien tiene que hacer ese trabajo es la policía. Que pienses así de papá, habla muy bien de ti como hijo, eso es lo que importa. El resto, lo averiguará la policía, ¿vale? — Y volvió a abrazarlo y estrecharlo contra sí, mientras volvía a mirar a los presentes, evaluando reacciones.
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Ottis asiente y se acurruca contigo en silencio. Miras a los presentes, pero todos parecen en las mismas posiciones que llevan teniendo durante toda la tanda de interrogatorios, quizás un poco más desesperados por lo largo del proceso y el hecho de llevar más de una hora allí encerrados. Estas escuchando a Richard intentar hablarle a su madre en una supuesta confidencia evidentemente audible para el resto de que entiende que, como cabezas de familia que son ambos, estén siendo los últimos en ser llamados a declarar, para poder arrojar la luz final después de lo que tenga que decir todo el mundo. Agatha ni le mira.
Aproximadamente diez minutos después de la marcha de Jonathan, os parece oír su voz proveniente del piso de arriba, haciendo que todos dirijáis una instintiva mirada al techo. Se le oye bastante alterado, y las miradas empiezan a ser intercambiadas entre los presentes. La única imperturbable (al menos por fuera) es Agatha. Andreas, por su parte, parece visiblemente el más nervioso, frotándose los brazos y el pelo.
La voz de Jonathan se oye aproximándose. No viene solo, pero sí entra con agresivas zancadas en el salón y se queda en la puerta, como una madre impaciente cuyo hijo se está retrasando de forma provocadora. Corso, todo lo contrario, entra muy tranquilo y te busca con la mirada. - Señora Du Maurier, ¿sería tan amable de salir un momento? - Todos parecen extrañados. Tu hijo te mira asustado. Corso especifica. - No te preocupes, chico. Es solo que queremos hacerte algunas preguntas, pero necesito primero la colaboración de sus padres. - Nadie va a interrogar a mi hijo. Es menor de edad. - Oyes a Emily suspirar sonoramente con una desesperación que parece al borde de las lágrimas, o de los gritos de súplica, mientras se frota la cara. Te diriges a la puerta, pero Jonathan quiere dejar patente públicamente el motivo del alboroto, en lugar de hablar en privado como sugiere Corso. - Mi hijo no tiene nada que aportar. Es un menor de edad y esto ya está siendo de por sí una violación de nuestra intimidad como para obligar también a hablar un niño si él no quiere. - Jonathan. - Clama Emily desde su lugar en el sofá, donde abraza a Judith. - Ninguno queremos que nuestros hijos hablen. Pero no lo hagas más dif... - Tu hija nos ha dejado muy clarito ya a todos que no es menor de edad. El mío, sí. - Judith arquea las cejas ante el ataque gratuito, pero Emily se limita a negar y aplacarla antes de que se le ocurra decir algo que lo empeore.
Corso te mira y, con un gesto, invita a que salgáis ambos del salón. Jonathan, a regañadientes os sigue. - Como os he comentado a ambos en vuestros respectivos interrogatorios, necesitamos hacer a Ottis unas preguntas. Estaba presente en el momento del crimen. - ¿Está llamando asesino o sospechoso de asesinato a mi hijo? - Pregunta, sarcástico, Jonathan. Corso suelta aire por la nariz y te mira. - Lamentablemente no contamos aquí con una cámara Gessell para que puedan ustedes observar que en el interrogatorio no se está cometiendo ninguna ilegalidad, salvo confiar en nuestra palabra. Solo serán unas preguntas, muy breves, apenas un par de minutos. Vuestra presencia puede alterarle y que no hable con fluidez. Necesitamos la autorización de ambos para continuar con este proceso. Si se niegan, no podemos interrogarles. Pero les advierto que esto no juega en absoluto en vuestro favor de ser así. -
IMPORTANTE: Tienes que decidir si quieres que Ottis sea interrogado de manera individual o no. No solo está tu voto en juego, sino el de Jonathan. Si tú te niegas, Ottis no será interrogado; si tú aceptas, deberás convencer a Jonathan también de que lo haga, o de lo contrario, tampoco se le podrá interrogar. Esto podría tener consecuencias sobre ambos.
Mansión Du Maurier
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Tenía que haber visto venir que se avecinaba el drama, y no tardó en tenerlo en la puerta. En cuanto vio la cara de Jonathan y a Corso llamándola, resopló por la nariz y miró con dureza a su marido, mordiéndose las mejillas por dentro. Se levantó, dispuesta a salir, pero Jonathan estaba ahí por el espectáculo, así que no iban a terminar de salir. Se cruzó de brazos, viendo el tremendo lío que estaba montando su marido, sin decir ni mu, y dejando que se enterrara solo, Emily incluida, y eso que era la única aliada que le quedaba. — Tu hermana y tu sobrina no tienen la culpa. — Dijo con tono de acero, pero sin moverse ni alterarse ni un milímetro. — Baja la voz y gana un poquito de racionalidad, Jonathan. —
Salió con Corso y fue asintiendo lentamente a lo que iba diciendo, pero antes de darle lugar a responder, ya empezó Jonathan otra vez con la retahíla. — Jonathan. — Cortó. — Resistirse a la autoridad no nos va a traer NADA bueno. — Enfatizó, cortante. — A mí tampoco me hace gracia dejar a mi hijo en una sala solo con dos extraños, pero es que han asesinado a tu padre, con toda probabilidad, mientras él estaba aquí, no podemos hacer otra cosa. — Le miró más inquisitiva. — ¿Quieres hacer pasar a nuestro hijo por un interrogatorio en comisaria, en una sala fría, desconocida, apartado de nosotros? Yo prefiero que lo hagan aquí, en la casa que conoce, cuando ya me ha visto a mí ir y volver completamente tranquila. — Separó los brazos y los alzó con cansancio. — No nos lo pongas más difícil, Jonathan, bastante tenemos. El día de hoy va a vivir en su cabeza para siempre, no añadamos el trauma de ver a su padre hacer semejante número, y que piense que escondemos algo. — Creía haberlo dejado clarito. Se giró de nuevo a Corso. — Inspector, mi permiso lo tiene, y si no le importa, se lo digo yo a mi hijo, para que no lo perciba como una amenaza o castigo. —
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Jonathan atiende a tu discurso mirándote fijamente, en tensión, y notas cómo los ojos se le llena de lágrimas que contiene solo por la pura rabia. Tras unos segundos después de que hables, en los que solo te mira y su mirada parece levemente apenada, se limita a asentir una única vez. Corso suelta aire por la nariz de nuevo. - Bien. - Dice con tono tranquilo. - Por supuesto, faltaría más. - Te responde a tu petición, por lo que te da vía libre para entrar en el salón a por Ottis.
El chico te mira acercarte, y sin rechistar, asiente, se levanta y te sigue fuera. Al llegar donde Corso y Jonathan esperan en silencio, este último dice. - No entraré... pero querría al menos estar fuera. No voy a estar pegando la oreja. No podría, esta casa tiene unos muros que no traspasan nada. - Eso último lo dice con retintín. - Pero al menos quiero que sepa... que estoy ahí. Y asegurarme de que no se exceden. - Corso asiente. - Concedido. Pero le ruego que no interrumpa. - El detective te mira. - ¿Desea usted también subir, o prefiere esperar en el salón? -
INSTRUCCIONES: Responde a la pregunta de Corso. Si decides subir, subes con ellos y te quedas en la puerta de la sala de negocios, desde donde no se oye nada de lo que ocurre dentro, con Jonathan, con quien puedes o no entablar conversación. Si decides no subir, vuelve al salón, donde puedes intentar entablar conversación con una o varias personas (recuerda que el agente de policía sigue presente), utilizar el móvil o simplemente esperar en silencio.
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Por fin un poco de sensatez. Suspiró y asintió. — Sí, yo también me quedo fuera. Le aseguro que no les molestaremos. — Y fue a donde estaba Ottis, agachándose junto a él. — Hijo, escúchame. — Le tomó las manos. — El detective Corso y la inspectora Díaz quieren hablar contigo. Solo tienes que contarles lo que recuerdes de ayer. No hay una respuesta mala o buena, ¿vale? Tienes que ser lo más preciso posible, y no dejarte nada, no puedes omitir nada, ¿vale? No va a pasarte nada, pero si no lo dices todo, les vas a hacer más difícil el trabajo de saber qué pasó con el abuelo. — Tiró un poco de él y le rodeó los hombros. — Vamos a la sala de negocios, ¿vale? Allí estarás con ellos y papá y yo estaremos fuera. — Y salieron, dirección al interrogatorio. Antes de entrar, besó su coronilla y dijo. — Ottis, todo va a estar bien, ¿vale? No te preocupes por nada. — Y dejó que entrara.
Una vez la puerta estuvo cerrada, se cruzó de brazos y dijo, bajando la voz pero sin llegar al susurro, mirando a la nada del pasillo y las escaleras. — Esta noche no vas a dormir en casa. — No era una pregunta ni un ruego. Era una afirmación. — Pase lo que pase, no vas a volver nunca a mi casa. Le voy a preguntar al niño si quiere verte, y como la respuesta sea ambigua o directamente negativa, te juro, Jonathan, que va a haber una corte de abogados que te van a estirar hasta que te quiten la custodia, porque no me puede importar menos la herencia de Du Maurier, va a ser el divorcio más exprés de la historia, para eso me obligaron tus padres firmar acuerdo prenupcial. Se lo dejo todo a Richard, el cabeza de familia, a ver si hunde la empresa bien hundida y a mi me coge Foster, no, mejor, Miller. Puedes decírselo a tu novio, y que te deje quedarte en su pisito de soltero también. —
Mansión Du Maurier
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Jonathan te mira súbitamente ante tu primera afirmación, y los ojos se le anegan, y un velo de desesperación aparece en su rostro. No dice nada durante toda tu intervención, y cuando acabas, se queda congelado en su posición, como si alguien le hubiera dado al botón del pause. Tarda varios segundos en reaccionar. Cuando lo hace, dice con voz trémula. - Nunca quise ser el padre que tuve yo. - Hace una pausa. - No lo he sido. Pero tampoco he sido bueno. - Se le cae una lágrima y dice con la voz quebrada. - Siento todo lo que te he hecho. - Sin mediar una palabra más, abre la puerta de la sala de negocios. Los tres presentes dentro se sobresaltan. Jonathan entra a zancadas, deja un beso en la frente de su hijo y una leve caricia en su pelo. Mira a los dos agentes y dice. - Fui yo. - Dicho lo cual, sale con la misma diligencia de la sala y sube al piso de arriba, subiendo los escalones de dos en dos.
INSTRUCCIONES: Lanza un dado acierto/fallo.
Mansión Du Maurier
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El miembro 'Ivanka' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Acierto/Fallo' :
'Acierto/Fallo' :
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Díaz ha sido la más rápida en reaccionar, y ha salido corriendo detrás de Jonathan, con Corso pisándole los talones. Tras el impacto inicial, al verles correr escaleras arriba, vas tras ellos. Ottis se ha quedado congelado en el sitio.
Subís a toda prisa las escaleras, y llegas a tiempo ver a Díaz corriendo con todas sus fuerzas y gritando. - DETÉNGASE. - Pero no llegáis a tiempo. Desde el pie de las escaleras, ves a Jonathan precipitarse desde la terraza del segundo piso.
Díaz ha llegado derrapando hasta la baranda, mira unos segundos y se gira, agitada y con expresión espantada. Corso se detiene inmediatamente. Ottis ha subido. - ¿¿Papá?? - Pregunta, aterrado. Ante vuestra disposición, hace amago de correr hacia la terraza, pero Corso se dirige en vuestra dirección para impediros avanzar. - ¡¡PAPÁ!! -
FINAL DEL CAPÍTULO 7
INSTRUCCIONES: Reacciona a este último evento, e interactúa solo con los presentes. Tras tu respuesta, se abrirá el siguiente y último capítulo de esta historia.
Mansión Du Maurier
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Parecía que Jonathan se había calmado un poco, o más bien se había ido de allí mentalmente. Elsa suspiró cuando dijo lo de que nunca quiso ser como su padre. Pues no, pero eso tampoco era garantía de éxito, cosa que su marido nunca había entendido, que la mera depreciación de los demás no te hacía mejor a ti. Pero levantó la mirada cuando le pidió perdón, extrañada, después de todo lo que le había soltado, y le vio entrar. — ¡Jonathan! ¡Para, no puedes… — Y entonces lo dijo, y Elsa se quedó de piedra, absolutamente inmóvil, sin saber qué hacer. Sospecharlo era una cosa, y oírlo, otra muy distinta. Y entonces, pasó casi arrollándola, con Díaz detrás, y ya cuando pasó Corso, oyó las escaleras y se dio cuenta de todo.
— ¡JONATHAN! ¡JONATHAN! ¡VUELVE, JONATHAN! — Gritó ella saliendo también detrás de ellos, sintiendo toda la sangre de su cuerpo latir descontrolada, en un momento de miedo y pánico, sin encontrar las fuerzas o la velocidad que necesitaba para ir tras de él como lo necesitaba. Pero lo vio. Lo vio simplemente desaparecer por la baranda y la cara de Díaz, que no dejaba lugar a dudas. Se llevó una mano a la boca, conteniendo un grito que pugnaba por salir, pero que acabó por no hacerlo, porque oyó a Ottis y lo agarró con fuerza. — ¡Ottis! ¡Ottis no salgas! Ven, hijo, ven… — Y ya sí, dejó salir el llanto mientras tiraba del niño hacia dentro, y se dejaba resbalar al suelo con él, agarrándolo con todas las fuerzas que le quedaban, sin terminar de encontrar el aire para respirar ni la lógica de lo que acababa de pasar, justo después de las últimas palabras que le había dicho a su marido.
Mansión Du Maurier
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Jonathan ha caído desde la terraza al espacio entre el final de la finca y la cocina, alertando por tanto a todos los miembros del servicio que estaban ahí con su impacto, así como a la policía que se encontraba por el jardín, que acude de inmediato. No tardan en descubrir lo ocurrido y sus gritos, tanto el revuelo proveniente de los pisos de arriba, ha llamado la atención de quienes estaban en el salón. La primera en salir corriendo en dirección a la cocina y a la puerta trasera que conecta con el jardín es Emily, en alerta y temiendo que hubiera ocurrido algo grave. Nada más ver el cuerpo de su hermano profiere un alarido desesperado y, entre gritos y lágrimas, se lanza sobre él, en un intento desesperado por recibir respuesta, llorando con desconsuelo. El servicio está alterado y los demás han seguido sus pasos, y las reacciones son, en todos los casos, de absoluto desconcierto y espanto. Richard se ha quedado blanco, impactado, y necesita apoyarse en una de las encimeras mientras respira con dificultad. Judith ha gritado al ver la escena y empezado a llorar, pero no se atreve a salir, por lo que Nicholas la ha recogido y tratado de llevar hacia dentro para que no vea más de la escena, mientras él mismo intenta procesar lo ocurrido. Andreas, espantado, parece haber recibido el impacto en su propio pecho. Tras quedarse unos segundos congelado, y mientras los demás están en sus propias reacciones, da torpes pasos hacia atrás y, a toda velocidad, con la expresión desencajada y lágrimas emergentes, huye a toda velocidad. Es interceptado por la policía en la verja de la finca, donde sufre un fuerte ataque de ansiedad que obliga a los agentes a calmarle, a espera de la ambulancia que ya previamente han llamado tras la caída de Jonathan.
De los tres miembros del servicio, Josephine es la primera en llegar, pero derrapa en la puerta nada más ver la escena y, rápidamente, se cubre la cara con las manos y vuelve sobre sus pasos, topándose con Zach, que iba de camino. El chico la abraza y consigue, desde su posición, ver espantado lo que ha ocurrido. Rápidamente, se gira a Amelia, quien iba tras él, e intenta que no vea la escena, pero es demasiado tarde. La mujer compone una expresión de espanto y, de forma inmediata, actúa similar: girándose para intentar parapetar a quien viene detrás. Agatha se ha quedado la última, con su paso renqueante, y ha perdido toda su pose ante los gritos de dolor que la hacen temerse lo peor. Amelia intenta agarrarla, ante lo cual lucha por avanzar, entre insultos y órdenes, y tan pronto ve el cuerpo de su hijo pierde las fuerzas, su rostro se demuda y sufre un amago de desvanecimiento, teniendo que intervenir el servicio para llevársela de allí, en shock. Se la llevan entre las personas del servicio de la cocina, mientras Amelia busca con la mirada desesperada a Ottis, preguntando por él, con el objetivo de impedir que el chico presencie lo ocurrido.
En la segunda planta, Ottis y Elsa se abrazan y lloran, mientras el chico intenta zafarse y grita que le dejes ir a comprobar si su padre está bien, que aún pueden estar a tiempo. Díaz ha bajado a toda velocidad y empezado a dar órdenes estrictas y precisas a todo el escuadrón de policía que vigila la casa. Corso, por su parte, está agachado frente a vosotros, tratando de consolaros, y ha pedido a uno de los agentes que ha subido al segundo piso ante el escándalo que pidan algo que pueda relajaros. La ambulancia no tarda en llegar, vosotros seguís arriba, pero en el fondo, sabéis cuál va a ser el veredicto. El resto de horas no es más que una madeja de confusión absoluta.
Los policías se dividen entre los diferentes miembros de la casa, todos muy alterados. Díaz y otro agente os escoltan en persona hacia el exterior de la casa, evitando pasar tanto por el lugar del incidente como por donde se encuentra el resto de miembros. Os piden que volváis a vuestra casa y que no salgáis de la misma hasta nueva orden, y aseguran que mañana a primera hora, un miembro del cuerpo de policía irá a buscaros para explicaros cómo proceder a continuación. Todos estáis bajo vigilancia policial. Se toma la decisión de cerrar la mansión Du Maurier hasta nueva orden, obligando a todo el mundo a salir de la misma. Quienes tengan casa propia volverán a las mismas, y quienes no, serán ubicados en instalaciones de confianza de la policía. Tanto el cuerpo del barón como el de Jonathan serán trasladados al anatómico forense. Quedáis a la espera de más información.
15 de diciembre
A primera hora de la mañana, un agente de policía se persona en vuestro domicilio. Os informa de que la noticia del asesinato del barón se ha filtrado a la prensa, no así lo ocurrido con Jonathan, que se mantiene por el momento como secreto de sumario. Aseguran que no pueden hacer nada por evitar que acabe conociéndose, pero que harán lo que esté en su mano porque el tema sea tratado con la mayor discreción posible por respeto a la familia y su persona. Os pregunta si hay algo más que quisierais comentar, en un tono muy relajado y sin presiones. Ottis simplemente dice que su padre estaba un poco enfadado y raro el día anterior pero que no sabe nada más, y no quieren insistir. Se les ha pedido a las tres personas que aún no habían declarado (a saber, Emily, Richard y Agatha) que lo hagan, sin necesidad de hacerles acudir a comisaría, sino desde los lugares en los que se encuentran, separados entre sí. Os piden la mayor discreción y os informan de que, al igual que al barón, se va a proceder a hacer autopsia del cuerpo de Jonathan, por "razones de protocolo". Os informarán tanto de los resultados como de cuando estarán los restos de ambos disponibles para darles la sepultura que deseen. Mientras tanto, os ruegan la mayor discreción posible y que limitéis vuestras actividades públicas y/o en el exterior a lo mínimo necesario hasta que se haya esclarecido el asunto.19 de diciembre
Dos agentes de policía se presentan en tu domicilio para pedirte por favor que les acompañes a comisaría (tú sola, pues no es necesario que el menor pase por esto). Tienen los resultados de las pruebas y el detective Corso ha pensado que te gustaría conocer lo ocurrido personalmente antes de que la información te llegue por otras vías. Decides acudir. IMPORTANTE
La trama está a punto de finalizar. En estos momentos, te encuentras en comisaría, donde Corso te espera en su despacho. Puedes hacer una breve descripción de lo que para ti han sido estos días, y situar a Elsa en dicho lugar. Aquí, antes de que Corso te exponga lo ocurrido, tendrás la oportunidad, si quieres, de declarar tu versión de los hechos. No estás obligada a ello y no tendrás ninguna consecuencia: tienen las suficientes pruebas como para saber a ciencia cierta qué ocurrió.
Si decides hablar, rolea tu llegada y, una vez sentada a la mesa, puedes proceder a contar tu versión de los hechos y en base a qué. Si decides no hablar, simplemente siéntate a la mesa y pide a Corso que te de su veredicto.
La trama está a punto de finalizar. En estos momentos, te encuentras en comisaría, donde Corso te espera en su despacho. Puedes hacer una breve descripción de lo que para ti han sido estos días, y situar a Elsa en dicho lugar. Aquí, antes de que Corso te exponga lo ocurrido, tendrás la oportunidad, si quieres, de declarar tu versión de los hechos. No estás obligada a ello y no tendrás ninguna consecuencia: tienen las suficientes pruebas como para saber a ciencia cierta qué ocurrió.
Si decides hablar, rolea tu llegada y, una vez sentada a la mesa, puedes proceder a contar tu versión de los hechos y en base a qué. Si decides no hablar, simplemente siéntate a la mesa y pide a Corso que te de su veredicto.
Comisaría
Resolución del crimen
19 de diciembre
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Vio la cara de su hijo cuando los policías llegaron a su casa y estuvo a puntito de negarse a ir. Habían sido los días más duros de su vida, encerrada en la casa, sin que ni siquiera Carine pudiera entrar el primer día, encargándose sola de un chico que prácticamente había visto morir a su padre. Explicar todo lo ocurrido a Ottis había sido sin duda la prueba más difícil que le había puesto la vida. Al final, había logrado que entendiera que al menos se tenían el uno al otro, que la herencia no importaba, tenían dinero de sobra y Elsa una carrera que muchos querrían. Además, por seguir casada con Jonathan, le correspondía una buena pensión, así que se dedicaría a estar al lado de su hijo, al menos un tiempo. Para su mínima satisfacción, había mil cosas de las que encargarse en una cosa y la vida de un niño, así que mantuvo la mente ocupada.
Había ignorado toda llamada que no fuera de Emily, a la que simplemente había dicho, con mucho cariño y cuidado, que Ottis y ella necesitaban unos días para asumir todo aquello, que en cuanto pudieran, las invitaba a Judith y ella a casa y hablarían de todo, pero que aún era demasiado pronto. Y sabía que llegaría el momento que acababa de llegar, en el que se plantara delante de Corso y supiera toda la verdad.
Nunca pensó que la muerte de Jonathan pudiera tenerla tan hundida y sin fuerzas, y delante de Ottis no podía mostrarlo, así que, nada más salir de la casa, aprovechó y se vino abajo, y se tiró llorando, prácticamente hasta que el detective la llamó. Cuando se sentó, se limpió las lágrimas y tomó aire profundamente. — Usted disculpe, detective. No puedo llorar en mi casa, el niño está muy mal y muerto de miedo, esto es lo último que necesita ver. — Carraspeó y se recompuso en la silla, aunque solicitó una botellita de agua, porque necesitaba serenarse. — Pero usted no me ha llamado para que me desahogue. Según me ha indicado una señorita muy amable ahí fuera, quiere usted conocer mi versión de los hechos. Pues allá va. — Tomó aire, bebió agua y comenzó.
— Lo cierto es que tengo muchas lagunas en el relato, pero estoy segura de que Jonathan tuvo que ver. Además de por su confesión, tenía el motivo. Mi suegro era un mal padre, y de las últimas cosas que Jonathan dijo antes de morir, fue esa, que no quería ser como él. Más de una persona les escuchó discutir a costa de Andreas y todo eso, y Jonathan estaba destruido, ido, me mintió varias veces con respecto a la tarde, y la sangre falsa estaba bajo nuestra cama, y estoy casi segura de que en la salita lo que había era sangre falsa. Mi teoría es que, en plena discusión, Jonathan no midió y le dio un golpe en la cabeza al barón y, por miedo de haberlo matado, o por miedo a las consecuencias si no lo había hecho, montó todo aquello. La cuestión es que no pudo hacerlo solo. Mi marido no tenía fuerza suficiente para mover al barón sin organizar una escandalera ni ponerlo todo patas arriba, y mi teoría es que Nicholas le ayudó. No sé decirle por qué, nunca han sido especialmente cercanos, pero Nicholas ocultaba algo, estaba de los nervios, y creo que incluso puede que drogara a su propia hija para crearle una coartada para que no pudiera ser sospechosa. ¿Le prometió algo Jonathan? ¿Le utilizó Nicholas? No lo sé. Pero alguien se llevó la medalla de Judith de ahí, y él actuó muy sospechosamente durante todo el día. — Se limpió de nuevo las lágrimas y dijo. — ¿Pero sabe qué le digo? Que me da igual. Los Du Maurier solo me han traído desgracias, disgustos, problemas… Que se queden como quieran. Que se maten entre ellos. Mi hijo y yo, si está en mi mano, nos desligamos de ellos en cuanto sea posible. ¿Y sabes por qué? Porque esa es mi teoría, pero si ahora usted me dice que no es así, no me sorprenderé. Porque cualquiera de esa casa podría haberlo hecho, esa es la realidad. Y no quiero tener nada que ver con eso. — Levantó un dedo. — Sirva si digo, que creo que Amelia Roberts no creo que lo hiciera, es una mujer de gran corazón y Emily y Judith quiero creer que tampoco, pero tampoco me impactaría si fueran ellas. — Tomó aire y notó cómo una losa de su pecho se había quitado después de tantos días de elucubraciones.
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Corso sonríe levemente al verte. - Así es. - Asiente levemente y permanece en silencio mientras hablas, con expresión relajada, aunque seria y serena. La situación es delicada y difícil. Cuando acabas tu exposición, respira hondo. - En primer lugar, y aunque sea un mero formalismo que usted no necesita ahora mismo: lamento su pérdida. La de su marido, por supuesto, y todas las que ha sufrido estos días, que no han sido pocas. No tuve oportunidad de decírselo adecuadamente en su momento. - Sonríe de medio lado. - Y he de decir... que hubiera hecho usted una buena detective. Agradezco lo aportado a esta investigación, y su sinceridad. Y he de confesar que su versión es bastante acertada, si bien no del todo certera, aunque me sorprendería que lo fuese: no es fácil ver esto sin dedicarse a ello, y dentro de su propia familia. Por eso la he mandado llamar. Merece saber qué ocurrió. -
Abre una carpeta de cartón y saca varios informes. Entre mirarlos a esto y a ti, con serenidad, empieza a exponer los hechos. - Tal y como usted temía... fue su marido, señora Du Maurier. Su marido asesinó a su propio padre. Y sí, fue un asesinato accidental. - Remueve los papeles y saca los resultado de la autopsia del barón. - No fue por un golpe en la cabeza, no obstante. Tenemos las causas de la muerte y sí, había un golpe en la cabeza en su cuerpo, pero es circunstancial. Probablemente se produjera durante el forcejeo. Intuimos que estaba sentado en el sillón y Jonathan cayó sobre él, el barón también tenía un golpe en la espalda, y Jonathan en la rodilla, probablemente de la caída, pues el hematoma es previo a... las heridas que provocaron su fallecimiento. - Te mira. - El barón murió asfixiado. Tenía las vías cerradas y claros signos de ahogamiento, pero dado que en su cuello no hay marcas, y por la forma de la muerte, intuimos que fue por la presión de algún objeto contra las vías respiratorias. Había un cojín en la sala con muestras de ADN que incluían saliva, y también muestra de Jonathan. El ADN de su marido también estaba en las uñas del barón. -
Revisa de nuevo sus papeles. - Por otro lado, coincidíamos con usted: nos costaba pensar que lo hubiera hecho solo. Sin embargo... - Vuelve a la autopsia. - Encontramos restos de una sustancia tóxica en el cuerpo del barón, no letal, pero que claramente no estaba tomando por voluntad propia, que le había provocado una pérdida de masa muscular y peso de manera no natural es los últimos días. Claramente un evento fortuito, aparentemente un acto vengativo sin ánimo de acabar con su vida, solo de molestar, pero que a su marido le vino muy bien... Encontramos dicha sustancia entre las pertenencias de la baronesa. Parecía que quería simplemente fastidiar a su esposo. No hemos encontrado más relación de ella con el crimen que esa. - Saca ahora los papeles de la autopsia de Jonathan. - Lo que sí hemos observado es varias fisuras musculares en el cuerpo de su esposo, en concreto en los brazos y la espalda, que cuadran con haber cargado con un peso por encima de sus posibilidades. Debió costarle bastante. En cuanto al escándalo... - Suspira. - Se sorprendería, señora, de las cosas que pasan ante los ojos de los demás y nadie se da cuenta. Por las narraciones de todos con quienes hemos hablado, incluido sus compañeros de trabajo, con quien hemos podido hablar estos días, había bastante movimiento en el piso de arriba y conversaciones diversas, y cada uno estaba centrado en lo suyo. Si el barón gritó, el cojín debió amortiguarlo. En unas casas con unas paredes tan robustas, usted misma lo sabrá bien... no es de extrañar que nadie oyera nada. -
Respira hondo de nuevo. - No negaré que el señor Anderson entró en la escena del crimen, así como la señorita Anderson, a destiempo. Pero parece que se trata todo de un cúmulo de coincidencias y malentendidos, no tuvieron nada que ver con el crimen de manera directa. - Suspira. - Supongo que no merece la pena... ahondar más en ello. - Sonríe con tristeza. - Solo había un culpable para este crimen y, desgraciadamente, ya no está entre nosotros. Todo lo que hizo después de asesinar a su padre no fue más que una ristra de torpezas y atropellos que acabaron con su propia muerte en cuanto se sintió acorralado. Teníamos bastante claro que había sido él prácticamente desde el principio... y él mismo debió intuir que su teatro no había servido de nada. - Se levanta, se acerca a ti y coloca una afable mano en tu brazo. - Desde este cuerpo, lamentamos mucho su situación. Agradecemos su llamada... pero, por el bien de su integridad, si ve algo peligroso de nuevo, no dude en hacerlo cuanto antes. Ha obrado usted muy inteligentemente. - Hace una pausa. - Hemos terminado con las pruebas. Podrán... dar sepultura a ambos cuando deseen. Notificaremos al resto de la familia a lo largo del día. - Sonríe levemente. - Descanse, señora Du Maurier. Lo necesita más que nadie. -
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Resolución del crimen
19 de diciembre
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Aunque ella misma había llegado a aquella conclusión, oírla del detective fue más duro de lo que esperaba. Las lágrimas volvieron a salírsele y notó una fuerte náusea. — He dormido a su lado quince años… ¿Cómo pudo hacerlo? — Porque no le conocía. Quince años, y no sabía nada de él. A más lo pensaba, más le costaba. Negó con la cabeza. — No había visto los signos de ahogamiento, no… Nunca hubiera pensado que Jonathan fuera a hacer un asesinato así a sangre fría… —
Parpadeó a lo de la sustancia. Debió haber sabido que la baronesa tenía algo que ver. Y no, no lo habría matado, pero bien que era culpable, y tanto que lo era, y, de hecho, seguía sin dar crédito de que Jonathan hubiera podido hacer eso solo, por mucha fisura muscular que hubieran encontrado. Y si Nicholas había entrado también… A ella no le iban a bajar de ese carro tan fácilmente. Se frotó la cara y suspiró. — Le agradezco sus palabras, detective Corso. De verdad. Ahora solo tengo que… Poner mi vida en pie, pero creo que sé por dónde empezar. — Rio un poco y se frotó la cara. — Eso de descansar no va a poder ser. —
Salió de la comisaría siendo otra persona, lo notaba. Una que por fin entendía lo que estaba haciendo. Todo aquello había sido una locura absoluta, pero ahora tenía el mando. Salió y se metió en el coche, y allí sentada, sin arrancar, marcó un número. — Andreas, soy Elsa. Necesito que te recompongas y te pongas a trabajar. Voy a darte una lista de cosas que hacer: la primera, llama a la baronesa. Dile que esta tarde alguien puede ir a recoger sus cosas de la casa. Cuando esto haya pasado… Oye, deja de quejarte. Cuando esto haya pasado, vacías personalmente la sala de negocios y lo llevas todo al edificio de gobierno. Una vez terminado todo esto, pones la casa en venta y divides el dinero entre Emily, Judith, Ottis y Josephine. — Dejó la retahíla de quejas de Andreas al otro lado del teléfono y dijo. — ¿Me dejas seguir? Bien. Mientras haces todo esto, quiero las actas de despido de Nicholas y Richard encima de la mesa de mi despacho, a más tardar, mañana, ¿estamos?... ¿Qué? ¿La tuya? — Resopló y negó con la cabeza. — No seas ridículo, Andreas. — Escuchó su réplica y dijo. — No, Andreas, tú y yo no somos amigos, somos socios. Y a partir de hoy, Emily, tú y yo somos el alto consejo de Du Maurier. Bien. Vete informándome. — Colgó y marcó otro número, uno que no había marcado muchas veces. — ¿Amelia? Soy Elsa. Te llamo para informarte en primicia de que la casa se va a vender, y a tu hija le va a corresponder una cuarta parte. No, no me des las gracias y escúchame. Quiero que Zach y tú os quedéis a mi servicio, os trasladáis a mi casa. Y si Josephine quiere formar parte de Du Maurier, solo tiene que hacer lo mismo que su hermana: estudiar económicas y demostrar lo que vale, se lo dices de mi parte. — Cuando colgó con Amelia, arrancó el coche y respiró. Tenía dos funerales que preparar y tenía que hablar con su recientemente millonario hijo.
Comisaría
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19 de diciembre
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EXPOSICIÓN DE LOS HECHOS
A las 17:10, Jonathan lleva a Ottis a las caballerizas para empezar con sus lecciones de caballo. Al llegar, ve que Judith se encuentra junto al mozo de cuadras, y que ambos parecen detener la conversación nada más verle aparecer, con sonrisillas en la cara. Deja al niño con el mozo y sale de las caballerizas, entrando en la casa. La mansión está bastante tranquila, así que sube al piso de arriba, a la sala de negocios, a buscar si Andreas está allí. Sin querer, interrumpe una reunión, por lo que se disculpa y cierra la puerta. Baja al salón, pero se cruza con Emily en las escaleras, quien le pregunta por su mujer. Le dice que no sabe dónde está, probablemente reunida, y trata de pasar de largo, pero su hermana lanza acusaciones contra ella. Se pone nervioso, pero la ignora. Para evitar que le persiga, decide salir al jardín. Al hacerlo, ve a Josephine podando uno de los setos con unas tijeras de podar. Pasa de largo y se sienta en una de las tumbonas de la piscina, intentando relajarse, pero no deja de darle vueltas a la cabeza. No ha tomado medicación esa mañana y está muy nervioso.
La reunión finaliza a las 17:45. Desde la piscina escucha el murmullo en el piso de arriba, el descorrer de las sillas y cómo las personas salen, y apenas se dirige hacia la verja de la piscina se cruza con un muy malhumorado Richard que no le presta la menor atención. Vuelve a entrar en la casa y sube las escaleras. En el pasillo del primer piso, se cruza con su padre y con Andreas. El barón le trata con crueldad, y el hombre, lejos de defenderle, se une a las burlas, lo que hace que Jonathan le mire con indignación. Nicholas ni siquiera le mira al pasar de largo, lo que hace que le escupa: “trata de relajar a tu mujer”, y este le devuelve: “relájate tú primero, pero cuidado de que no te pillen”, tras lo cual lanza una mirada a Andreas. El comentario le tensa, pero su padre parece no haberse percatado. El barón, tras un par de improperios más, da la conversación por finalizada y entra en la sala de estar. Andreas pasa por su lado, negando con la cabeza con desprecio, y le dice: “nos vas a buscar la ruina a los dos, imbécil”. El corazón se le desboca.
Jonathan entra tras su padre en la sala de estar y cierra la puerta. Son las 17:50. Jonathan increpa a su padre, diciéndole que a qué ha venido ese ataque. Su padre suelta sobre él un montón de comentarios hirientes, que ponen en tela de juicio su inteligencia, su hacer como padre y esposo y su capacidad para los negocios. Le denomina “el más incapaz de sus hijos, incluso por encima de esa inepta de Emily y del degenerado de Richard”. Jonathan aguanta la tormenta, pero sus nervios van a más y le tiemblan las manos. En un momento determinado, se le cae una lágrima de la pura tensión. Su padre, al verle, sentencia: “mariconazo”. Fue la gota que colmó el vaso.
Andreas llevaba tiempo amenazándole y no puede vivir así más. Le confiesa a su padre que está enamorado de él y que tiene una relación extramatrimonial con uno de sus hombres de negocios, y que vive amenazado. Le obliga a tomar parte aludiendo a su deber moral como padre, y que permita su divorcio de Elsa. La reacción de Jerome es destructiva, asegurando que piensa desheredarle y que es una deshonra, que no va a consentir su divorcio y que, si se le ocurre divorciarse, piensa arruinar su vida, que tiene cómo hacerlo. Afirma que despedirá a Andreas de manera fulminante, y le pide a gritos que vaya a buscarle. Jonathan está tan aturdido y asustado que sale de la habitación, pero no para llamar a Andreas como su padre le ha pedido, sino para marcharse de allí.
Son las 18:23. Mientras sale de la casa para buscar a Ottis e irse de allí, escribe a su mujer con las manos temblorosas para decirle que vuelven a casa, puesto que va a interrumpir las lecciones de su hijo antes de tiempo. Pero, al llegar a las caballerizas, su hijo no está. Sí están, de nuevo, Judith y el mozo de cuadras, hablando entre sí en confidencia y criticando a su padre, diciendo que “ese viejo merecería que le dieran un buen susto”. Se queda oyendo tras la puerta, y entre lo que escucha, le parece entender cómo los chicos hablan de Josephine como la hija del barón, dato que él desconocía por completo. Siente que su mundo se desmorona.
Antes de poder reaccionar, nota cómo alguien le agarra del brazo y le empuja al interior del cuarto de herramientas, cerrando tras él. Andreas, agarrándole del cuello de la camisa, le pone contra la pared y le amenaza. Jonathan le empuja, lanzándole al lado opuesto de la sala. En el movimiento, Andreas choca con una de las mesas, tirando varias herramientas, entre ellas las tijeras de podar. Josephine debía haber terminado ya su trabajo. Se produce un violento forcejeo, resultado del cual Jonathan araña en el cuello a Andreas. Este decide marcharse a casa y afirma que no piensa volver a tener nada con él, y que le va a hundir. Alterado, Jonathan intenta calmarse en el cuarto de herramientas, pero no lo consigue. Sale del mismo, sin saber hacia dónde ir. En lo que observa, se da cuenta de que hay unas escaleras de mano apoyadas en la pared de las caballerizas, que llegan al techo. Aprovechando que no hay nadie por allí, sube por ellas, y del techo accede a la habitación de la sala de estar por la ventana.
Son las 19:08. Al aparecer por la ventana, el barón, enfrascado en sus papeles, se sobresalta por la presencia de Jonathan, lo que le hace tensarse en el sillón en el que estaba sentado. Jonathan está fuera de sí. Le increpa y le pregunta si es cierto que Josephine es hija suya, pero el barón, sintiéndose insultado, le habla a gritos, diciéndole que no va a consentir que un degenerado como él le dé lecciones. Alterado por los gritos de su padre y temiendo ser escuchado por los hombres de negocios, agarra uno de los cojines cercanos y lo aprieta contra la cara del barón, con mucha fuerza. El hombre se resiste, pero Jonathan tiene más fuerza. Está tan fuera de control que el sillón cae hacia atrás, lo que hace que ambos caigan al suelo, y el hombre intente zafarse, pero Jonathan, desesperado por la situación y ante el miedo de ser descubierto, vuelve a presionar el cojín contra él. Cuando el hombre deja de gritar y luchar, lo retira, y en ese momento se da cuenta de que tampoco respira. Son las 19:12.
Entra en pánico de pensar que pudiera verse descubierto. Cierra con llave la puerta de la sala de estar, porque oye cómo los hombres de su padre aún están abandonando el lugar. Se asoma por la ventana y ve que el chico de las caballerizas está saliendo de los establos, probablemente a buscar a su hijo, pero que Judith está por allí, de camino a la casa. Se traslada hacia la biblioteca y, respirando hondo y limpiándose las lágrimas, espera a que los hombres de negocio hayan bajado. Cuando vuelve a oír silencio, sale, cierra la puerta y sube al piso de arriba y se encierra en su habitación, donde pasa un rato en la cama, intentando respirar hondo y pensar. Con la mirada perdida, ve frente a él los juguetes de su hijo, así como un baúl con artículos de broma y disfraces, entre los que ve un bote de sangre artificial. Eso le da una idea. Son las 19:30.
Vuelve a bajar y escucha a Judith en el salón, diciéndole a su madre que va a salir esa noche. Sale de la casa con normalidad y se dirige a la zona de caballerizas. Los hombres de negocios ya se han marchado. Antes de que Zach y su hijo vuelvan, se dirige al cuarto de aparejos y coge rápidamente las tijeras de podar, poniéndose primero unos guantes de jardinero y volviendo a utilizar las escaleras de pie para entrar en la sala de estar por la ventana. Son las 19:35.
Su intención es simular un asesinato violento que haya ocurrido mientras su padre dormía. Con dificultad, arrastrando muebles a su paso y con gran esfuerzo, llevó el cuerpo hasta la cama: el barón ya no es lo que era, su edad y su sedentarismo debían haberle debilitado mucho, y Jonathan era joven y alto, si bien le costó más de lo que pensaba. Le colocó sobre la cama pero dentro de las sábanas, para simular que se había acostado ya. Con las manos temblorosas, pero ya sabiendo que no puede hacerle daño, clava en dos ocasiones las tijeras de podar en el costado de su padre, si bien las puñaladas no son muy profundas: no para de llorar mientras lo hace. Con el bote de sangre falsa, simula un asesinato violento, confiando en que nadie se dará cuenta de que no ha sido esta la causa de la muerte. Pero está muy nervioso, y el líquido está más diluido de lo que pensaba, por lo que mancha más de lo pretendido. Rápidamente, cierra el bote y se lo guarda en el bolsillo. Asegurándose de que no hay nadie por el pasillo, vuelve a abrir la puerta de la sala y deja las llaves sobre la mesa aledaña. Sale de nuevo por la ventana. Son las 19:55.
Al bajar de nuevo a las caballerizas, oye la voz de Zach y su hijo. En el acto, tira las tijeras y los guantes en una montaña de paja del lugar. Se cierra bien el chaquetón que ha dejado a un lado para evitar mancharlo de sangre, tapando el resto de la ropa. Sale rápidamente de las cuadras y, sin querer cruzar demasiadas palabras con el mozo de cuadras, se lleva a su hijo. Se montan en el coche y abandonan la mansión a las 20:03.
En un punto indeterminado del camino, abre la ventana y lanza el bote hacia el bosque. Llega a su domicilio a las 20:25. Entra rápidamente, con Ottis siguiéndole los talones, y ordena en voz alta a la niñera, que les estaba esperando en casa, que se asegure de que se ducha, cena y se acuesta. Él se dirige directamente a su habitación, donde se quita la ropa y la esconde bajo la cama, con intención de deshacerse de ella a la mañana siguiente. Se toma cuatro benzodiacepinas, metiéndose en la cama directamente. Se queda dormido aproximadamente a las 21:15.
- Situación del resto de personajes durante el crimen:
- OTTIS
A las 18:45 llega de nuevo a los establos extrañado de que no hayan ido a recogerle, no ve a su padre allí pero sí ve que Zach y Judith siguen hablando. Les oye reírse del abuelo y, en venganza por ignorarle y meterse con él, desde la parte de atrás de las caballerizas, por la ventana, quita una de las piezas enjoyadas del caballo de Judith. Coloca las escaleras de mano en la pared y sube por ellas hasta el tejado, y lanza la joya al interior de la sala de estar. Vuelve a bajar y se monta de nuevo en su caballo para irse, pero se deja colocada la escalera.
JUDITH
Salió de fiesta con Zach la noche anterior. Josephine iba con ellos, pero ella se volvió antes con la excusa de que tenía que trabajar temprano el día anterior. La pareja se había confabulado para vengarse del barón, “darle un susto”, pero en manos de Judith, a quien consideran una desequilibrada y de quien saben que está enamorada de Zach. Su idea era fingir que la chica, efectivamente, conseguía hacer a Zach serle infiel a Josephine con ella. Judith es muy tendente al consumo de alcohol y drogas, y Zach se emborracharía con ella, aunque sin llegar a drogarse, y si se le insinuaba, se darían algunos besos, utilizando estas armas para convencerla de que se colara en la habitación del barón y le diera un susto, le amenazara o algo así. Así fue, y a las 3:38 de la madrugada, Judith llega a la mansión, borracha y drogada. Zach la ha dejado allí con su coche y, una vez la chica ha bajado del mismo, él se va a su casa. Judith sube al piso de arriba, entrando en la habitación del barón. No lleva un objetivo claro, solo quiere increparle, asustarle y amenazarle. Entra y no enciende la luz, se ilumina con la linterna del móvil. Al hacerlo, detecta los primeros restos de sangre y se queda en el sitio. Alumbra hacia la cama y ve más sangre, y a su abuelo inmóvil. Inmediatamente entra en pánico, contiene un grito y vuelve a salir, cerrando la puerta y quedándose fuera unos instantes, con la respiración agitada, llorando y temblando. Da varias vueltas erráticas por el pasillo, sin saber qué hacer, y finalmente vuelve a bajar y se va de la casa, sin hablar con nadie. Aparece a la mañana siguiente, se ha pasado la noche vagando por el bosque aledaño, agobiada y desorientada.
NICHOLAS
Durante la reunión de negocios, ha estado chateando con Emily: la ve receptiva a una posible reconciliación y eso le tiene con la cabeza en otra parte. Cuando ha querido darse cuenta, la fusión con el grupo Miller estaba aceptada, operación que él no había apoyado en ningún momento. Como estaba a otras cosas, al parecer, todos sus compañeros habían optado por ignorarle y Andreas, aprovechando que ni Elsa ni él estaban y que el barón ignoraba abiertamente a Richard, con sus más fuertes opositores sin mostrar resistencia, había dado el golpe de gracia. Se tensa, pero su orgullo le impide reconocer que eso se ha llevado a cabo porque estaba pensando en la noche que podría pasar con su ex mujer, por lo que no dice nada. Pero no se queda tranquilo.
Al acabar la reunión intenta esperar al momento en el que todos los hombres de negocios se hayan ido para hablar a solas con el barón: le ha visto entrar en la sala de estar y no volver a salir. Estaba tan centrado en entretener a sus compañeros con comentarios de empresarios, risotadas varias y banalidades, que ni presta atención a la discusión que tiene con Jonathan (y tampoco le hubiera extrañado, ni que fuera la primera). Nicholas no da la menor importancia a su cuñado, ignora su presencia, y ya ha tenido suficientes distracciones que le han salido caras, por lo que se centra en su objetivo: intentar despistar a todos y que se vayan lo antes posible para hablar con su suegro. Le cuesta conseguirlo. Cuando el último de ellos se va, intenta revisar rápidamente por la sala, pero sabe que no va a encontrar tanto como hablando con el barón. Al intentar salir, se topa con Emily. Mientras habla con ella llega Elsa, y Nicholas espera a que ella se vaya. Pero cuando lo hace es tan tarde, y Emily está tan tensa, que teme que el barón ya se haya dormido y despertarle juegue en su contra, y que encima Emily se enfade y tenga un problema añadido. Mejor dejaba la conversación para el día siguiente.
Pasa la noche con Emily, aprovechando que Judith ha salido. El sexo con ella siempre es muy bueno, el problema es cuando acaba: Emily vuelve a reprocharle cosas que él no tiene ganas de escuchar y, por otro lado, le pide que pase la noche con ella, que no quiere estar sola. Él no tiene ganas de discutir, y si bien en la reunión tenía la cabeza en Emily, ahora, con ella, tiene la cabeza en el grupo Miller y las estrategias de Andreas. Es por esto que, a las 3:00 de la madrugada, decide que ya está harto de dar vueltas en la cama y baja a la sala de negocios.
Se sirve un whiskey en el mueble bar para calmar los ánimos. Cuando se siente más tranquilo, se sirve otro, pero entre el sueño, el estado de agitación, las prisas por no hacer ruido y ser descubierto y el alcohol ya corriendo por sus venas, hace una búsqueda muy desorganizada, y si bien encuentra datos que le interesan sobre maniobras previas que podría utilizar contra Andreas a la mañana siguiente, lo deja todo muy desordenado. Sobre todo cuando oye un ruido fuera que le hace tensarse, pensando que alguien entrará en la sala de negocios.
Pero no es allí donde entra sino en la habitación del barón. No es de su incumbencia: seguramente será el propio barón, que ha ido al baño, la baronesa buscándole o el borracho de Richard, porque le da la sensación de que está caminando a trompicones. Sin embargo, le parece escuchar un grito ahogado de mujer, y eso hace que entreabra ligeramente la puerta para espiar. Cuál es su sorpresa al ver que es su hija la que ha abierto la puerta. Frunce el ceño, pero no tiene ganas de que la niña monte un numerito: es igual que su madre. Encima, va drogada. Niega con la cabeza con resignación, las maldice a ambas y a sí mismo por ser un padre tan nefasto, y deja que ella se vaya, siguiendo él con lo suyo. Cuando termina, deja los papeles desordenados de nuevo y el vaso de whiskey vacío y sube a la habitación de Emily. Como Judith no está, vuelve a meterse en la cama y se queda dormido.
A la mañana siguiente, cuando se entera de la muerte del barón, teme que haya sido su hija, y eso le pone muy nervioso: Judith está desaparecida y con Emily no hay manera de dialogar. La noche anterior, su ex mujer había criticado al barón como en tantas otras ocasiones, llegando a decir que estaba deseando ver morirse a ese viejo. Eso le hace temer un complot entre madre e hija, y él no va a consentir que su propia hija y su ex mujer, por la que aún siente algo, acaben en prisión. Por esto, temiendo encontrar mensajes comprometidos, le quita el móvil a Emily y directamente, sin siquiera comprobar si hay algo para que no se le acuse de complicidad, lo tira a la piscina para dejarlo inhabilitado. Cuando Judith vuelve, se empeña en no separarse de ella, e intenta sonsacarle información diciéndole que él la escuchó desde la sala de negocios, pero la chica está a la defensiva. No quiere que nadie hable con ella por miedo a que se delate. Quiere pensar que se trata de un error, que su hija no haría un crimen tan espantoso y escandaloso, pero no pondría la mano en el fuego por ella ni quiere dar lugar a posibles malentendidos, de ahí que esté tan nervioso y vigilante.
AGATHA
La baronesa ha dado la orden de dejar el jardín perfectamente arreglado por la proximidad de las fiestas navideñas. Ha sido una excusa como otra cualquiera para tener entretenida a Josephine, quien últimamente está especialmente insolente y preocupantemente cerca de su nieta Judith, a quien considera una inestable y una descerebrada. No para de darle tareas para entretenerla. Desde la ventana de su habitación, mira de tanto en cuando que Josephine está realizando la tarea encomendada en el jardín. Estando en su habitación, oye una fuerte discusión entre su esposo y Jonathan. No le llega exactamente el mensaje de la misma, además de que su oído ya no es el que era, pero distingue perfectamente tanto las voces como el tono de pelea. Llega un punto en el que la discusión cesa, y ella vuelve a observar a Josephine por la ventana. Cuando se aburre de hacerlo, se pone a leer.
Un rato más tarde, se asoma de nuevo a la ventana y ve que la chica ya no está trabajando. Baja al jardín y se pone a analizar el trabajo realizado, buscando que esté hecho de forma adecuada y, de paso, intentando averiguar dónde se encuentra la chica ahora. Pero, entre su observación, en un momento determinado, le parece ver a Jonathan subiendo por unas escaleras de mano hasta la sala de estar. Extrañada, disimula pero vuelve al interior de la casa, subiendo a su habitación. Se encierra en la misma y observa, desde el agujero de detrás de su tocador, que la biblioteca está vacía. Sin embargo, a lo lejos en la sala, le parece ver al barón tirado en el suelo, y a Jonathan dando vueltas a su alrededor con desesperación. Se queda mirando hasta que su hijo se pasa a la biblioteca, esperando al momento para salir. Ahí toma conciencia de lo ocurrido.
Espera a relajarse lo suficiente en su alcoba y a que haya silencio fuera, y cuando lo hace, sale de nuevo y baja al comedor. Ordena que quiere cenar temprano e irse a la cama, que está cansada. Cena en el comedor y, en vistas de que todo parece normal y ni Jonathan ha confesado ni se ha dado ninguna voz de alarma, sube a su habitación para acostarse, esperando el momento en el que el descubrimiento del cuerpo la despierte.
ZACH
Desde hace un tiempo se ha dado cuenta de que Judith está interesada en él. A él no le interesa ella lo más mínimo: está enamorado de Josephine y no va a poner su relación en riesgo, menos por una niñata de clase alta que ni siquiera le cae bien. Cuando se lo cuenta a Josephine, su plan era intentar alejarse de Judith lo máximo posible, pero su novia le plantea otra cosa. Si la rechaza de manera flagrante, se arriesga a ser despedido. Sin embargo, tiene ganas de vengarse del barón de alguna forma, al igual que Josephine. Y han encontrado en Judith la forma perfecta.
La idea era simplemente darle un susto. Ese viejo minusvaloraba a todas las mujeres de su entorno, Judith y Josephine incluidas. Pero la primera estaba mejor considerada solo por ser nieta legítima, mientras que la segunda, siendo su propia hija, estaba relegada al peor lugar y bajo amenaza de no poder decir nada o le arruinaría la vida. Judith no valía ni la mitad que Josephine, y la muy desagradecida se pasaba el día criticando a su familia y posición. Por ello, Zach empezó a permitir los acercamientos de la chica, nutriéndose de toda la información que esta iba largando sin ningún miramiento, y transfiriéndosela a Josephine. No es como que tuviera muchos más datos de los que ya tenían ellos, pero los pocos que le daba le venían bien. Sobre todo enterarse de que toda la familia odiaba al barón, y del problema de Judith con las drogas.
Por ello, aquel día, aprovechando el acercamiento de Judith y la confianza repentina con Josephine, a quien consideraba una amiga, le confesó que Josephine era hija de su abuelo. Se dedicó a envenenar a esa chica sin cerebro hasta el punto de que de ella misma saliese que merecía que se lo hicieran pagar. Zach le propone que, después de tan tremenda información, “se merecen relajarse”, y por lo tanto salir de fiesta esa noche. Van por separado, porque a ninguno de los dos se les interesa que les relacionen. Pero la idea es encontrarse allí, y dejar que Judith se acerque todo lo que ella quiera, aprovechando la coyuntura para hacer que se le vaya la mano con las sustancias.
Así se hizo, y a las tres de la madrugada Judith estaba ya lo suficientemente drogada como para convencerla de que sería buena idea asustar a su abuelo, que estaría solo y dormido en la sala de estar. Zach le dice que hay unas escaleras de mano por las que puede acceder al techo de las caballerizas y, de ahí, a la habitación de su abuelo, fingiendo ser una ladrona, pero Judith no le hace caso. Por fortuna, ya que en su estado, podría haber sufrido un grave accidente, pero a Zach eso le daba igual: no iba a llorar nada que le pasara a la nieta del barón, y de paso podría servir como venganza contra él, una nieta por la hija que no supo valorar. Una vez la dejó en la mansión y la vio perderse por la oscuridad del jardín, se fue a su casa, dejó un mensaje en el móvil de Josephine asegurando que Judith iba fatal y que acababa de dejarla en casa, que iba a ser muy cómico lo que ocurriera allí, y que la quería, y se fue a dormir.
JOSEPHINE
Mantiene un perfil bajo por deferencia con su madre, pero está deseando vengarse del barón, y ve la ocasión de oro cuando Zach le cuenta que Judith está interesada en él. Quiere mucho a su novio pero es consciente de que no es muy listo, por lo que, si sabe jugar bien sus cartas, él lo hará todo por ella, y ella se cobrará sus pequeñas venganzas personales.
Aquel día, la baronesa había insistido en la absurda tarea de que se pasara toda la tarde, con aquel endemoniado frío, quitando cada hojita de más que asomara de los setos, mientras Zach daba clases de caballo a ese estúpido niño porque los padres ya no sabían dónde dejarle. Les odiaba a todos y odiaba todo el engranaje que tenían montado, pero su esperanza era Judith. En los últimos días se había fingido ser su amiga, y la muy estúpida se lo había creído, como si ella ganara más que Josephine con aquella amistad, cuando lo que deseaba era lanzarse al cuello de su novio. Tranquilamente se dedicó a podar los setos, a sabiendas de que Zach le estaría comiendo la cabeza a Judith: Josephine le había indicado que podría ser el momento ideal para confesarle que era su hija, y que la bomba en la casa de los Du Maurier viniera desde dentro.
Discretamente, acuerda con Zach que se lleve a la nieta primogénita de fiesta y ella se queda en casa, dedicada a sus labores, yéndose pronto a dormir, para que nadie la relacione con todo aquello: al fin y al cabo, Zach ni siquiera vive allí, y salió desde su propia casa para encontrarse con Judith, podría haber sido perfectamente fortuito. Oye ruidos en mitad de la noche y pasos erráticos, pero sin moverse de su cama, sonríe para sí: seguro que es la estúpida de Judith haciendo lo que le han pedido. Cuando recibe el mensaje de Zach, lo confirma, y le responde con palabras cariñosas, volviéndose a dormir.
Es despertada por el grito de la criada, sobresaltada, pero no se lo toma muy en serio, porque piensa que es simplemente una consecuencia de la broma de Judith… hasta que se entera de que el barón está muerto. Está segura de que Zach no ha sido, ni ella, ni nadie del servicio. Ha tenido que ser un Du Maurier, y si hubiera sido la propia Judith sería una gran noticia: dudaba que fuera ni siquiera mínimamente inteligente como para delatarles. Encima, no tarda en enterarse de que, al parecer, ha huido de casa. Hace sus labores iniciales y trata de disimular al máximo su sonrisa, pero empieza a creerse triunfal en todo aquello. De ahí que se pasee por las instalaciones con orgullo, mensajeando a Zach. Siente que ambos están libres de culpa y que se han tomado su merecida venganza sin mancharse las manos.
AMELIA
Como cada día, realiza las tareas que se le mandan. Prefiere no meterse en ningún asunto relacionado ni con el barón ni con la baronesa salvo que se le requiera específicamente. Sabe que Josephine ha sido enviada a hacer el jardín. Siente que tiene que estar muy pendiente de su hija, porque cada día se rebela más. Cuando baja a comprobar que la chica ha hecho la tarea mandada, ve a Jonathan abandonar la habitación del barón bastante ofuscado. Son las 18:23. Ella baja al jardín y él va, a zancadas, varios pasos por delante, dirigiéndose a las caballerizas, por lo que da por hecho que va a buscar a su hijo para volver a casa. Verifica que Josephine está haciendo lo que le han pedido y vuelve a entrar, a ocuparse de sus tareas. No se cruza con ningún otro habitante y todo le parece que transcurre con normalidad, por lo que se va a dormir a la hora de siempre. Se despierta la primera y, mientras lo está disponiendo todo, oye el grito de la criada. Asiste corriendo y descubre el crimen junto a ella y otros habitantes.
EMILY
Desde que se cruzó con Nicholas esa mañana por los pasillos, sabía que hoy tenía ganas de marcha. Esa forma de mirarla la reconocía bien. Ella no quería caer, pero entonces él empezó a mandarle mensajes. ¿Ese hombre tan preocupado por sus negocios, desatendiendo una reunión con su padre por mensajearse con ella? No podía evitar caer como una mosca. Por ello, se pasó toda la reunión mandándose mensajes con él.
Esperaba que, al acabar la reunión fuera a buscarla, pero no. Con su cabeza solo puesta en él y concentrada en no enfadarse, bajó al salón, pasando entre la nube de hombres de negocios y sin atender a nadie. Allí le esperó. Estando allí, Judith le dijo que saldría. Perfecto: eso le daba bastante vía libre para no hacer ilusiones a su hija ni avergonzarse ella.
Cuando se hartó, ya estando Judith fuera de casa, subió a por Nicholas y se topó con él mientras salía. Le puso contra las cuerdas de tal manera que consiguió retenerle, y al rato llegó Elsa. Tras disimular que aquello no era lo que era y esperar a que la mujer se fuera, subió con Nicholas a su habitación, donde se acostaron y, tras ello, se quedó dormida.
Su sueño fue tan profundo que durante la noche no oyó nada, la despertaron los gritos. El descubrimiento del asesinato la desestabilizó por completo a nivel emocional, lo cual empeoró al darse cuenta de que su hija no estaba en casa. Empezó a atormentarse y a sentirse culpable: ella ligoteando con su ex y durmiendo a pierna suelta, y todo desgraciándose. No podía controlar su propia culpabilidad al respecto, y todo lo que pasaba la tenía desconcertada y desorientada: el hecho de que Nicholas le tirara el móvil, la ausencia de Judith, el estado de la segunda y por qué Nicholas no la dejaba hablar con ella. Estaba viéndolo todo como una película y siendo remolcada por la situación sin enterarse de nada.
RICHARD
Entró a la reunión ya alterado, y el resultado de la misma le hizo enfadarse aún más. Tuvo una fuerte discusión con el barón delante de todos los hombres de negocios, y a más gritaba él, menos crédito recibía de su propio padre. Fue el primero en abandonar la sala, entre berridos e insultos, y salió al área de la piscina, el lugar en el que solía relajarse. Se cruzó con Jonathan en su salida, pero ni le vio, iba demasiado ofuscado. Allí, hizo varias llamadas entre gritos y fumó sin cesar. Al cabo de un rato fue a su habitación, donde consumió cocaína, lo que solo le hizo alterarse más. Sin embargo, se quedó allí, dando vueltas como un león enjaulado. Estaba muy embotado, por lo que no percibía bien el ambiente. Bajó al comedor y comió en soledad. Le sirvió para serenarse un poco, pero seguía bajo los efectos de las drogas y con ganas de discutir. Sabía que Elsa volvería y que hablaría con el barón, por lo que subió a la sala de negocios. Pero, al entrar, ni Elsa había llegado aún, ni su padre estaba. Dedujo que su padre estaría en la sala de estar. Si entraba y le molestaba, volverían a discutir, y no se fiaba de sí mismo bajo los efectos de la droga, además que no quería ser llamado cocainómano (con motivos, además). Se quedó allí y, apenas minutos después, llegó Elsa. Tras soltarle un par de bravuconadas, decidió irse a su habitación, aún un tanto mareado, y lanzarse en la cama, perdiendo el tiempo con el móvil y bebiendo del whiskey de su mueble bar, hasta que se quedó dormido.
ANDREAS
Llevaba trazando su estrategia empresarial durante días, pero no pensó que le saldría tan bien. Richard desquiciado, Nicholas en otro mundo y Elsa ausente eran todo lo que necesitaba. Le había comido la oreja al barón, que últimamente parecía que chocheaba, y había logrado su ansiada fusión con Miller. Sus planes salían como deseaba.
Pero Jonathan estaba más demandante que de costumbre. Se tensó nada más verle intentar entrar, pero no lo tuvo en cuenta. Verle en el pasillo le molestó más: ¿no se daba cuenta de que les iban a pillar? Era difícil alterarle el humor, pero entonces Jonathan lo estropeó todo. Sintió que le iba a estallar la cabeza y le dieron ganas de matarlo. Como lo perdiera todo por culpa de su arrebato amoroso… En el fondo le odiaba, solo estaba con él por conveniencia, por alborotar el gallinero, por explotar Du Maurier desde dentro. Pero no pensó que tuviera semejantes consecuencias.
Por eso le acorraló en el cuarto de herramientas. Jonathan siempre había sucumbido a lo que le decía, a sus chantajes, presiones y amenazas. Pensó que con eso sería más que suficiente para que abandonara la idea, aunque se sentía acorralado. Necesitaba pensar. La pelea se les fue de las manos, y tan pronto salió de la misma, huyó a su casa: tenía que trazar un plan. Tenía que quedarse en Du Maurier, ahora no podía ser expulsado, de ninguna manera. Pero necesitaba soledad, y sobre todo, distancia. Se fue a casa y desde allí pensó. Eso sí, para disimular y que nadie sospechara de que estaba actuando raro, sino con normalidad, escribió a Elsa. Quería mantener la imagen de satisfacción y seguridad que dejó en la reunión, como si nada hubiera pasado.
Fue a la casa a primera hora con intención de hablar a solas con el barón: al fin y al cabo, no haber sido llamado con la amenaza de un despido fulminante lo interpretó como una buena señal. Pero el hallazgo del cadáver le puso el mundo del revés. Estaba seguro de que había sido Jonathan, no le cabía en la cabeza otra cosa, y eso planteaba muchos problemas: ¿y si le acusaban de cómplice? ¿Y si iba a por él en segundo lugar? ¿Y si todo se destapaba y él era condenado al peor de los ostracismos? Todo se había dado la vuelta y, a más tiempo pasaba, menos salida veía. Ya
FINAL DE LA TRAMA
¡Enhorabuena, detective, y gracias por su colaboración!
¡Enhorabuena, detective, y gracias por su colaboración!
Comisaría
Resolución del crimen
19 de diciembre
Narración
We are
- La eternidad es nuestra:
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