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    Alchemist
    Freyja
    Alchemist
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    Sáb 23 Abr - 7:25
    Recuerdo del primer mensaje :




    El pájaro en el espino
    Marcus & Alice | Continuación Golden Shields | Inspired - Libros (Harry Potter Universe)
    Estaba escrito. Marcus O’Donnell y Alice Gallia estaban predestinados a estar juntos desde antes de nacer, aunque las vicisitudes de la vida y sus familias, les impidieron conocerse hasta llegar a Hogwarts. Desde el primer día, en las barcas, sintieron esa conexión única que acabaría desembocando en la más bella historia de amor, pero hicieron falta siete años de idas y venidas, de heridas tan dolorosas como la pérdida de una madre o la apertura de secretos familiares que podían traer un terremoto a la vida de todo el mundo, para que acabaran juntos y felices.

    Marcus es el primogénito adorado de la importante familia O’Donnell. Criado entre eruditos y con una familia unida, recto, prefecto durante tres cursos completos en Hogwarts, amante de las normas y con una inteligencia privilegiada. Nada haría augurar que acabaría entregando su corazón a Alice Gallia, otra mente brillante de Ravenclaw, pero proveniente de una familia con un pasado turbulento por parte de su madre en América, y mucho menos fan de las normas e inherente al caos. Pero ellos se adoran, las familias han recuperado el vínculo y se apoyan y la alianza O’Donnell-Gallia es un fuerte vínculo que va desde Irlanda a La Provenza.

    Juntos fueron los mejores alumnos de Hogwarts, juntos quieren comerse el mundo y ser alquimistas. Ahora saben que se aman y que quieren estar juntos, pero no todo puede ser tan fácil. Les quedan mucho años de estudio y trabajo por delante para llegar a ser quienes quieren ser, las situaciones familiares no son las ideales y aún quedan temas sin resolver.

    La historia de Marcus y Alice no podía acabarse al salir de Hogwarts, queda mucha alquimia, mundo que recorrer, momentos felices, dramas y mucha mucha alquimia y magia, que es para los que ambos nacieron. Además, aún no se han cumplido las dos profecías: queda una boda con mucho espino blanco y la creación de un nido… La última página está muy lejos de ser escrita, y esto es solo la primera parte.

    AQUÍ COMIENZA ALQUIMIA DE VIDA: PIEDRA, PARTE 1


    Índice de capítulos

    1. La eternidad es nuestra
    2. The birthday boy
    3. Juntos pero no revueltos
    4. Rêve d'un matin d'été
    5. Don't need to go any further
    6. The ghost of the past are the fears of the future
    7. Que alumbra y no quema
    8. Where it's peaceful, where I'm happy, where I'm free
    9. Could you never grow up?
    10. El largo vuelo
    11. Family fights together
    12. The language of facts
    13. El ejército
    14. They made their way
    15. De cara al pasado
    16. Toda la carne en el asador
    17. Con los pies en el suelo
    18. The encounter
    19. Titanium
    20. La bandada
    21. Turmoil
    22. En el ojo del huracán
    23. La mágica familia americana
    24. Vientos de guerra
    25. The hateful heirs
    26. Damocles
    27. Tierra sin ley, odio que ciega
    28. Sueños de paz
    29. Antes de despegar hay que aterrizar
    30. Volar es un pensamiento que no se puede atrapar
    31. El vuelo de las águilas
    32. Como las piedras celtas
    33. Are we out of the Woods?
    34. Bad topic
    35. The date
    36. Furthermore
    37. Sin miedo a la diversión
    Marcus O'Donnell
    Alquimista | Timotheé Chalamet | Freyja
    Alice Gallia
    Alquimista y enfermera | Kaya Scodelario | Ivanka




    Post de rol:


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    La eternidad es nuestra:
    Freyja
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    Alchemist
    Freyja
    Alchemist
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    Mar 17 Mayo - 17:04


    The birthday boy
    Con Alice| En Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Tenía serias dudas de si seguía dormido o todo lo que estaba viviendo era real. Se frotó la cara y se arrastró con muy poca dignidad por la cama en un infructuoso intento de levantarse, prácticamente tuvo que rodar hasta que los pies le tocaron solos el suelo. Si le dijeran que anoche le pegaron una paliza, se lo creería, porque le dolía el cuerpo entero. Y no recordaba nada, porque a esos flashes inconexos que le llegaban no se les podía llamar "recuerdos", ni siquiera sabía si habían pasado o no. Casi que prefería no pensar en anoche, suficiente tenía con pensar en cómo iba a afrontar ese día.

    Porque, poco a poco, fue tomando conciencia: hoy celebraban su cumpleaños. Tenían reunión familiar, los Gallia estaban allí, a la vista estaba que Erin y Violet también estaban allí, y en un rato llegarían sus abuelos, Darren y, por primera vez en su historia, sus tíos Phillip y Andrómeda con sus primos. Puff... Él solo quería seguir durmiendo. De hecho, estuvo muy tentado de volver a oscurecer el cristal y derrumbarse una vez más en la cama. Estaba en una postura difícil de definir, porque tenía los pies ya puestos en el suelo pero no podía decirse que estuviera sentado en la cama, porque el tronco lo seguía teniendo apoyado en el colchón, cuando oyó unos pasos acercarse a su puerta que le hicieron envararse en el acto. - Estoy despierto. - Dijo casi automáticamente, aunque seguía con los ojos bastante entrecerrados por la luz. De hecho no podía ni ver a su madre, solo intuir que estaba en su puerta, porque los pasos se habían detenido. Se puso de pie, se tambaleó un poco, se apoyó en el cabecero e hizo un esfuerzo por abrir del todo los ojos. - Estoy despierto. - Ya veo. - Respondió la mujer. Menos mal que no podía verle la cara, aunque le escuchaba el tono.

    Emma respiró hondamente. - Deberías darte una ducha. - Después de parpadear muchas veces, ya sí alcanzó a verla. Ah, esa cara de desaprobación. Marcus podía decir con orgullo que muy pocas veces en su vida, casi ninguna, le había dedicado esa cara a él. Pero hoy sí que lo estaba haciendo. Se frotó un poco la cara y el pelo, lánguidamente aunque tratando de aparentar que tenía su propio estado más bajo control de lo que lo tenía realmente. - Sí. - Se aclaró la garganta, porque la voz le salía pastosa y rota. - Sí, voy... Emm... Me voy a... - Quitarte la ropa de anoche, al menos. - Se miró. Ah, sí, se lo había dicho Violet, pero su cerebro no lo había terminado de procesar. Se había acostado con la ropa de la noche anterior. Ahora estaba tomando conciencia de la mala señal que era eso. Su madre suspiró con condescendencia, mirándole de arriba abajo, y dijo. - Lo ideal es que el cumpleañero sea el primero en estar listo. - Hizo una pausa que casi sonaba despreciativa y añadió. - Usa agua fría. - Y se fue, dejando a Marcus aún tratando de ubicarse en el espacio tiempo.

    Cualquiera que viera la estampa que tenía bajo el agua le perdería el respeto. Estaba como en trance debajo de la ducha, ni siquiera había llegado a enjabonarse, solo tenía la mirada perdida mientras estaba ahí de pie mojándose como un perrillo abandonado bajo la lluvia. ¿Qué había pasado la noche anterior? Recordaba... Poco, la verdad. El bar chino... El galés... Y, a partir del francés, todo empezaba a llegarle ya desordenado y confuso. De hecho, juraría que en algunos momentos parecía que era de día, y eso no podía ser. Lo que sí estaba claro es que había dormido menos horas de las que su organismo necesitaba, y que eso le iba a pasar factura todo el día. Ya estaba siendo un milagro que no se quedara dormido bajo la ducha, que en más de una ocasión hasta se le habían cerrado los ojos y se le había caído un poco la cabeza. Sí, mejor cambiaba al agua fría.

    Había sido desagradable y ahora tenía el cuerpo más cortado aún, pero al menos estaba despierto. Eso sí, la cabeza le iba a explotar. Salió del baño y fue a su cuarto a vestirse. La habitación de Alice estaba abierta y oía voces salir de ella, pero la de Lex seguía cerrada. Tenía ganas de ver a su novia, pero no tenía fuerzas ni para pensar, así que mejor se vestía. Dios, podría ser la primera vez en su vida que no tuviera ganas de hablar con nadie, solo de dormir y de no existir hasta nueva orden... Y tenía que pasarle justo cuando celebraban su cumpleaños. Qué suerte la suya. Se arregló como pudo, aunque la mala cara no tenía ningún arreglo, y se dirigió al cuarto de Alice. Aunque antes de hacerlo, al pasar por delante de las escaleras, oyó bramar desde abajo. - ¡Mira quién está despierto! ¡Ha sobrevivido y todo! - ¿Por qué cada ruido que escuchaba era como un martillo golpeando en su cabeza? Con una leve mueca de incomodidad, miró hacia abajo y se encontró a su padre, a William y a Dylan al pie de las escaleras. Había sido el padre de Alice el que había llamado su atención, y su padre continuó. - ¿Todo bien? -Marcus simplemente hizo un gesto de la cabeza con una sonrisa artificial, tanto que todos rieron. - No te preocupes, colega, sabemos que habéis bebido. Estás así por eso. Creo que la hermana quiere verte. - Uy, sí, probablemente seas al único al que quiera ver, de hecho. - Completó William. Los tres rieron y Marcus decidió ignorarles y buscar a su novia, porque lo dicho, no podía ni contestar. - No vayas a despertar a tu hermano. - Advirtió su padre, y Marcus miró hacia atrás de nuevo, con el ceño fruncido. O sea ¿Alice y él estaban despiertos pero Lex no? ¿Y por qué no? ¿Qué clase de favoritismo era ese? Bueno, daba igual. Es que no podía pensar.

    Alice estaba en su habitación maquillándose. Fue a tocar a la puerta, pero el ruido se le antojó molesto hasta para él así que solo dejó la mano en la misma y dijo a la chica. - ¿Se puede? -Con una sonrisilla leve y cansada, y desde luego no era el mejor tono del mundo, aunque al menos la escasa amabilidad que era capaz de sacar se la iba a dar a ella. Se guardó las manos en los bolsillos. Se sentía encogido y, básicamente, hecho un trapo. Alice al menos parecía un poco mejor, aunque tampoco la veía resplandeciendo precisamente. - ¿Tú también sientes que te ha pasado un erumpent por encima? - Soltó aire por la boca, cansado de llevar tanto rato de pie, y de hecho echó una mirada a la cama. No, no se iba a sentar, porque de sentarse a tumbarse había muy poco, y de tumbarse a dormirse, menos. Volvió a mirar a Alice. - Estoy destruido. ¿A qué hora llegamos? -




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    Alchemist
    Ivanka
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    Mar 17 Mayo - 18:10


    The birthday boy
    CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Su tía le había traído los vestidos de La Provenza y se puso el largo azul sin mangas que se había puesto para ir al campo de lavandas con Marcus. Se estaba adornando con joyas, para parecer más un ser humano decente, cuando su novio entró. Se acercó a él con un quejidito y le pasó los brazos por el cuello, dándole un breve besito. — ¿Uno solo? Una manada más bien. — Vio que su novio miraba a la cama y tiró de él hacia ella, dejándose caer. — Solo cinco minutitos antes de que tengamos que enfrentarnos a la jauría humana de ahí abajo. — Susurró. Se puso a acariciar su pecho y luego su cara y sus rizos con suavidad. — Más tarde de las seis. — Dijo contestando a su pregunta. — Pero solo lo recuerdo porque en un punto del mexicano, Lex dijo que tu cumple había pasado hacía seis horas. — Suspiró y se apoyó en su pecho. — Me lo pasé genial, pero esto está siendo matador. — Giró la cabeza para mirarle. — Pero creo que mi tata está preparando abajo la poción revitalizante, y eso va a ayudar mucho. Si usa mi receta, eso es capaz de levantar a un muerto, palabra de Gallia. — Dijo con una sonrisa, y cerró los ojos. — Desde aquí no se ven tanto las estrellas, pero… Al menos estamos juntitos. — Susurró, acurrucándose contra él. No sabía bien por qué le había venido lo de las estrellas a la cabeza pero se sentía bien decirlo. — ¿Qué hacéis? — Oh, por Merlín, aquella voz iba a acabar con ella. Dio un respingo y se incorporó ligeramente para mirar a Emma. — Es que estamos un poco afectados. — Admitió. — La falta de sueño. — Emma suspiró, con ese suspiro que le salía tan bien para transmitir una profunda decepción vital contigo, y dijo. — Bajad que está la poción ya hecha y deben de estar a punto de llegar los abuelos.

    Aquello era un auténtico paseo de la vergüenza. A medida que bajaban, notaban las miradas de los familiares sobre ellos intensificarse. Saludó a Erin con una sonrisa y gestito de la mano y se fue derechita a por la poción. — Con extra de esencia de pomelo, para la hidratación profunda. — Dijo la tata poniéndoles por delante dos vasos. Y para que esté tan ácido que queme, malvada, que eres malvada, pensó mirándola muy mal. — Y he hecho cafecito. De comer no os he puesto nada, porque ya casi es la hora de comer y… — ¡YA ESTAMOS AQUÍ! — Casi se atraganta con la poción cuando oyó a Molly entrar a gritos. — ¿Dónde está mi cumpleañero que su abuela le ha traído mucha comidita y su regalazo? — Apareció por la cocina, obviamente, porque ese era siempre el lugar donde Molly O’Donnell entraba primero siempre, y les estampó dos sonoros besos. — A ver a ver… Uy, que malilla cara traéis. ¿Mucho licor de espino anoche? Entre otras cosas. — Dijo Alice carraspeando, por la acidez del pomelo, antes de volver a beber. — En realidad bebimos licor de manzana y cerveza negra en el irlandés. — Aseguró, tratando de darle conversación a la mujer. — ¡AY NO ME DIGAS QUE ESTUVISTEIS EN UN IRLANDÉS! — La voz de Molly se metía en sus sienes y sus cejas como cien agujas, seguida de la igualmente hiriente risa de su tía. — ¡Eres lo máximo, Molly! ¡Oy mi niña rubia que no la había visto yo! ¿Y mi niña? ¿Está ya aquí? Anda que sale recibrime.Querida, quizás debiéramos bajar el tono de voz un poco, que los chicos se ven cansados. — Advirtió Larry, agarrando suavemente del brazo a su mujer, con su voz profunda y pausada, que era como un milagros. — Ay, sí, sí, perdón. Bueno, voy a ver a Erin, vosotros tomaos eso que en seguida estáis bien. Son unos flojos, ¿verdad Molly? — Dijo Vivi agarrándose de su brazos. — Un poco delicadillos sí han salido sí, para ser uno irlandés y la otra una Gallia… — Vaya par. Sintió cómo Larry la rodeaba con delicadeza. — No hay alquimia que transmute una resaca, es lo que hay, hijos. Sí, ya lo veo. Marcus ya la habría hecho de ser así. — Sonrió y miró a su novio con cariño. — Pero no me arrepiento porque fuimos muy felices ayer.¡YA LLEGUÉ O'DONNELLCITOS! — Oyó en el jardín delantero. Oh, no, Darren, no. Se apoyó en el hombro de Lawrence y dijo. — No tengo tanta buena voluntad tan de resaca, por Merlín. ¡AY MI DARREN QUE ESTÁ AQUÍ TAMBIÉN! — Por Dios, Molly podría hacerse oír en el mismo Ballyknow si quisiera.






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    El Pájaro en el espino, el comienzo:

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    16 de enero de 2002:
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    Alchemist
    Freyja
    Alchemist
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    Jue 19 Mayo - 5:53


    The birthday boy
    Con Alice| En Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Cuando su novia le pasó los brazos por los hombros casi se pliega hasta el suelo como un muñeco de plastilina. Jamás se había sentido con tan poquísima fuerza, era como si estuviera hecho de polvo y al mínimo soplido se fuese a desvanecer. Qué horror de sensación. No se podía creer que hoy, precisamente hoy, tuviera esa reunión familiar que tanto deseaba y esperaba cada año, y mejorada por la presencia de personas que habitualmente no estaban, y que él estuviera ASÍ. De verdad que solo quería dormir.

    Soltó un quejidito él también cuando Alice le condujo a la cama, que se le antojaba más apetecible que en toda su vida. - Me voy a dormir. - Advirtió penoso. "Solo cinco minutitos", y uno solo que le dieran y se quedaría dormido. Mejor que Alice le entretuviese y se asegurara de que tenía los ojos abiertos porque no confiaba nada en que su cerebro decidiera por sí mismo no desconectarse. Ya incumplió nada más tocar el colchón, porque soltó aire por la boca y cerró los ojos. Por Merlín, qué bien se estaba allí, tanto que se acopló con Alice casi con un ronroneo. Sí, se iba a quedar dormido, lo estaba viendo venir. Al menos hasta que Alice dijo la hora a la que habían vuelto, lo cual le hizo abrir los ojos. - ¿¿Las seis?? - Preguntó, enfatizando mucho la sorpresa porque la voz no le salía del cuerpo más alta. Volvió a soltar una queja, echando la cabeza hacia atrás. - No he dormido ni cinco horas. - Se lamentó. ¿Cómo no iba a estar destruido de ser así? Puso la cabeza en su sitio otra vez y señaló a la pared de al lado como un niño enfurruñado. - ¿Y por qué Lex sigue durmiendo y nosotros no? - Y capaz y su hermano se había vuelto antes que ellos y todo, a lo mejor por eso le daban el premio, pero no era justo... No, no. Se recordaba hablando con Lex en el pasillo y no tenía el pijama puesto. Volvieron a la vez. ¿¿Entonces??

    Lo siguiente que dijo Alice le dejó parpadeando y mirando a la nada, como si su cerebro estuviera lleno de engranajes oxidados que hacían todo lo posible por ponerse a funcionar. ¿Mexicano? No recordaba ningún mexicano... Bueno. Frunció el ceño. - ¿Ese era en el que llevabas un gorro muy grande? - Le preguntó. Sí, recordaba el gorro grande, y... Poco más, la verdad. Necesitaba más tiempo para ir procesando poco a poco. Puso una sonrisa adormilada a lo de la poción. - Pues voy a necesitar como dos litros... Dios, solo quiero dormir. - Y, conforme iba diciendo eso, se iba apagando, porque Alice se había acurrucado junto a él, y él pasó un brazo por su espalda, y allí se estaba tan bien...

    - ESTOY DESPIERTO. - Saltó, en cuanto oyó a su madre en la puerta, y el sobresalto con el que incorporó el tronco le obligó a llevarse una mano a la cabeza, porque toda la habitación le había dado la vuelta entera como si se hubiera volcado un barco. Se frotó los ojos mientras su madre decía que la poción estaba lista y que bajaran. Oh, bajar las escaleras... - Dame un segundo. - Pidió a Alice, mientras aún se estaba frotando los ojos. No se veía capaz ni de levantarse de la cama sin dar un cabezazo en el suelo, como para bajar las escaleras. De verdad que se estaba planteando seriamente bajarlas sentado. ¿Por qué se encontraba TAN mal? ¿Tanto había bebido? Él dijo que quería desmelenarse y desfasar, pero no beber tanto como para estar más muerto que vivo al día siguiente. Seguro que había sido todo idea de Ethan, eso sí que lo recordaba, verle con diferentes bandejas... Lo iba a matar.

    Al final había bajado de pie, muy despacito pero de pie. De las risitas de los demás pensaba pasar olímpicamente, no estaba de humor. Tomó uno de los vasos que le daba Violet y, sin pensárselo, le dio un buen trago, como si aquello fuera su garantía de supervivencia... Casi lo echa. Le costó horrores tragárselo, tenía la cara tan contraída que debía habérsele arrugado entera. Tosió un poco. - ¿Qué? ¿Está fuerte? - No, no, está bien. - Dijo tratando de ser cortés, pero la voz absolutamente quebrada le delató, lo que hizo que Violet soltara otra de sus carcajadas, de esas que atravesaban los tímpanos de uno al otro. - Seguro que no tanto como el tequila y algo caería anoche. - ¿Tequila? ¿Él? Lo dudaba... Oh, espera. Parpadeó varias veces, con el vaso en la mano y la mirada perdida en un punto indefinido del suelo. Recordaba algo de un limón... Y la sal... Lamer la sal de... La mano de Alice.... - ¿Veis? Ya va recordando. - Se burló Violet, claramente de la cara traumatizada que debía tener él en ese momento. Se frotó la cara y volvió a darle un trago a la poción. Ah, por Dios, qué fuerte estaba.

    La entrada de su abuela le pilló aún con el cerebro a medio despertar, lo que a un Ravenclaw de manual como a él empezaba a impacientarle bastante. Los fuertes besos que le dio en las mejillas le dejaron un pitido en los oídos y, cuando le soltó, tuvo que dar un paso atrás para no caerse, porque hasta se había quedado con sensación de pérdida de equilibrio. Madre mía, qué cumpleaños le esperaba. Su abuelo le estaba mirando con una risilla entre los labios. Ah, genial, ahora hasta su abuelo se reía de él, y él que podría hoy contar oficialmente como su día uno de aprendiz de alquimista. Todo saliendo según tu plan, Marcus O'Donnell, pensó amargamente mientras se frotaba la cara otra vez y escuchaba a Alice hablar de... ¿bar irlandés? Espera, él no estuvo en ese bar, se acordaría.

    Con la conversación de su abuela y Violet se había perdido hace un rato, así que se dirigió a una de las sillas y se desplomó en ella de lado, apoyando el codo en la mesa y la cabeza en su mano. Uf, así también podría quedarse dormido... - Vaya, vaya. - Dio otro respingo y casi dice "estoy despierto" otra vez, al menos había vuelto a abrir los ojos con el corazón en la boca. - Al menos uno de mis hijos fue medio responsable anoche, por lo que me han contado. - Dijo su padre, claramente con tonito burlón, pero Marcus no estaba para pillar dobles sentidos. Se dejó caer como una palmera doblada hacia el otro lado, donde estaba el respaldo de la silla, y dijo con voz cansada. - Yo fui responsable. - Ya, ya. Tienes todo el estado que tiene uno a la mañana siguiente de haber sido muy responsable. - Se burló otra vez. Fue a contestar que era porque apenas le habían dejado dormir dos o tres horas (bueno, eran más, pero Marcus siempre estaba dispuesto a exagerar) cuando se volvió a montar revuelo en la cocina. Tardó en procesar que había sido por la llegada de Darren.

    - Ooooy mis cuñis, ¿todavía estáis así? - Marcus le miró con mala cara y sin fuerzas ninguna, aún dejado caer sobre la silla. Violet se acercó al Hufflepuff con una sonrisa. - Tú debes de ser Darren, el novio de mi sobrino político. ¿A que sí? - Darren puso la cara de ilusión de quien ha visto a Flammel en persona y miró de hito en hito a Alice y a Violet. - ¿Eres la tata de Alice? ¿Violet Gallia, la del Profeta? - ¡Oy, cuantos títulos! - ¡¡Encantado!! Me han hablado maravillas de ti. - A ver si no voy a ser yo ¿eh? - Ambos rieron estruendosamente. - Y dicho sea de paso, también dudo de que tú seas el Darren del que me han hablado. ¿Qué haces tan fresco, estando estos dos como dos trapos? - Los Hufflepuff tenemos fama de tiernos pero aquí estamos, podemos aguantar una fiesta con mucha dignidad. - Cuidado, no vayas a ofender a tus suegros. - Uy, perdón, iba por... - ¡¡Que es broma!! - ¡¡Ay!! Pues eso, que están muy poco curtidos en fiestas y que preparo unas pociones revitalizantes de muerte. - Uh, ¿pueden competir con las mías? - ¡Dímelo tú! ¿Cómo me ves? - Y otra vez a morirse a carcajadas. Marcus los miraba a los dos como si los quisiera matar, con el codo de nuevo apoyado en la mesa y la mano aguantándole la cabeza, en decadencia absoluta.

    - Hola, señora O'Donnell. Perdón, que me he puesto a hablar y no la he visto... - Llámame Emma. - Pidió su madre con una sonrisa leve pero sin perder su porte y su escasa muestra emocional habitual. Violet soltó una carcajada. - A ver, por favor, no vas a llamarme a mí Violet y a la abuela Molly y a ella la vas a llamar señora O'Donnell. Un Slytherin tiene que ganar hasta en familiaridad. - Ahí la risilla de Darren fue más tímida, porque claro, de su madre no iba a reírse a carcajadas. No quería perder su puesto en esa casa tan pronto. - ¿Dónde está mi L... dónde está Lex? - Reculó a mitad de camino. Eso lo había pillado hasta Marcus, y por supuesto todos los presentes, que escondían sonrisillas... Bueno, su madre no tanto. Fue Arnold quien contestó. - Dormido. Hemos querido premiarlo por cuidar tan bien de nuestros niños. - Eso sí levantó risitas e hizo que Marcus dirigiera ahora la mala cara a su padre. A ver, no estaba entendiendo el cachondeito en absoluto. Darren, cuando acabó de reír, se ofreció. - Si queréis, cuando me digáis, le aviso yo... - Ya se ha ofrecido Dylan a hacerlo. - Aseguró Emma, sin perder la sonrisa ni las manos entrelazadas como si estuviera tallada en mármol. Dylan, que justo acababa de entrar en la cocina, tardó un rato en reaccionar a la mención, hasta que dijo. - Ah, sí. Voy a despertar a Lex. No te preocupes, Darren, yo lo hago con cuidadito. - Como buen Hufflepuff, casi cuñado. - Respondió Darren. Violet dio una palmada en el aire y dijo con tono provocador. - Quééééé bieeeeen sienta la armonía Hufflepuff en una casa, de verdad que sí. Solo falta tu cuñada Andrómeda, Emma. ¿Cuándo llegan? - Espero que dentro de un buen rato, rogó Marcus para sus adentros, tras lo cual dio otro trago a la poción. Puff, qué trabajo le iba a costar acabársela.




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    Alchemist
    Ivanka
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    Jue 19 Mayo - 15:23


    The birthday boy
    CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Ella entendía que Marcus tenía una imagen totalmente autoimpuesta de chico perfecto y modosito, pero los intentos que estaba haciendo por mantenerla, teniendo en cuenta el estado en el que estaba, estaban obrando bastante más en su contra que en su favor. — Fue muy poquito. — Aportó ella, con voz flojita a ver si todos la imitaban, en referencia al tequila. Le dio a su tía en el hombro. — No seas mala, Violet Gallia. Déjale. — Oooooh qué romántico, cómo se defienden, a pesar de estar para pedir el sudario ya. —

    El entusiasmo de Darren estaba haciendo muy poco por la resaca, aunque tenía que admitir que la poción de su tía, si bien era matadoramente ácida, estaba haciendo su efecto. — ¿Tierno tú? — Preguntó girándose hacia Darren. — Mira, no voy a contar lo que se hace en esa sala común porque… Porque tienes las de perder respecto anoche, reina de Ravenclaw y del Cariiiibe… — Contestó el chico haciendo un bailecito y pegándole las caderas. Lo cierto es que… Empezó a tener flashes… Ay, por Merlín. — Quita, tonto. — Dijo empujándole con una risita. Se calló porque ya apareció Emma por ahí y nadie quería desatar su ira. Ah, qué bien, ya es Emma. Yo siete años viniendo aquí en plan “señora O’Donnell” y con Darren, a la segunda, ¡hala! Como se notaba el favoritismo, vaya.

    Envidiosa. — Le acusó una voz ronca. Se giró y vio a ese enorme Lex, frotándose un ojo con la mano que su hermano no tenía aprisionada, tirando de él, que era tan cómico como ver a un ratoncito tirando de un elefante. — Alexander, yo no te he enseñado a bajar en pijama y menos cuando hay reunión familiar. — Le afeó Emma, cruzándose de brazos. — Es que Dylan no me ha dado lugar. Me ha dicho que era de vital importancia que tomara la poción revitalizante. Que, en verdad, si la ha hecho Vivi yo la quiero un poquito diluida en agua, eh… ¡Oye, mocoso! ¡Au! — Se quejó la tata, porque le había dado en el brazo, y probablemente, la sensación había sido parecida a darle al cemento armado de la pared. — Un respeto que ahora soy tu tía. Va, pero es que yo no bebí tanto como esos dos, ¿eh, rey y reina del Cariiiiibe? Oye, ¿qué es eso del Caribe? Darren lo ha dicho también. — Señaló su tía. — Qué bien que te dedicaste al periodismo, tata, no se te escapa una… — Dijo Alice con un suspiro, terminándose la poción y yendo a por el café.

    Justo entonces, vio por la ventana de la cocina cómo aparecía alguien en el jardín. — Oh, Dios, tus tíos ya están aquí. — Dijo, con auténtico pesar. No estaba ella para recibir mucha gente. — ¡¡¡ENTONCES ESTUPENDO YA ESTAMOS TODOS!!! — El tono de voz de Molly iba a acabar con ella. — ¡AY! Pero si está mi Lex aquí. ¡Míralo! Más fuerte cada día, hijo de augusto verte…Abuela, espera, que si cuando entre mi tío sigo en pijama, mi madre me mata. — Dijo Lex, terminándose la poción del tirón y subiendo las escaleras. — ¡Pues ya sabes! — Bramó Emma. — ¡Ay, Merlín! ¿Qué habré hecho yo para merecer esta familia tan poco protocolaria? — Los Gallia se miraron con cara de circunstancias. O estaban influyendo para mal en los O’Donnell, o Emma tenía la esperanza de que la influencia fuera al revés y no le estaba saliendo la táctica muy allá.

    Phillip y Andrómeda llamaron a la puerta, y ya desde ahí se estaba oyendo un jaleo que amenazaba con atacar a su resaca. — Ehmmmm, Vivi, ¿te enseño a Muffin? Lo he dejado jugando el jardín. — Saltó Darren. Claramente no quería conocer a los Horner (aunque fueran los Horner buenos) sin Lex allí. — Claro, espérate que vamos a por Erin, que claramente se ha escondido de la multitud. A ella le gustan todos los bichos vivientes y a veces disecados. — Y su tía lo entendió a la perfección y se fueron del brazo. — ¡Miranda! Por última vez, hija, no. No hay regalos para ti, tu cumpleaños es en agosto, y en agosto se celebrará, junto al del primo Lex si quieres. — Regañaba Andrómeda, ya cansada. — ¡Es que no es justo! El de Lucas fue hace nada, y ahora Marcus, y todos con regalos menos yo. — Contestó la niña, enfadona. — ¡Hola, familia! ¡Feliz cumpleaños, sobrinito! — Celebró Phillip, entrando ajeno a todo drama, para variar, con Lucas en brazos. — ¿Dónde está el cumpleañero? Hola, hermano. — Dijo Emma con aquel tono de que te estaba advirtiendo. — Gracias por señalar directamente quién es tu favorito. Perdona, perdona, hermana. — Fue y le dio un beso, estrechando la mano de Arnold poco después. — ¡Pero qué ven mis ojos! ¡El mismísimo William Gallia! Hola, Phillip.Hace muchísimos años que no te veo. Estás… — Le miró de arriba abajo. — Estupendamente.Gracias, Phillip, qué familia más bonita. — Dijo señalándoles, y con un deje de tristeza en los ojos. Sí, él había sido un Phillip Horner. Con una mujer más joven que él, de carácter y corazón Hufflepuff, una niña y un niño que se llevaban seis años… Y ajeno a las preocupaciones y cuidados que su mujer tenía que soportar. No había caído en cuanto podía llegar a parecerse aquella familia a la que su padre tanto anhelaba. — Hola, querida. Tío Phillip. — Saludó ella con un beso en la mejilla. — Uy, qué caritas traemos, sobri… — Comentó dulcemente Andrómeda, dándole otro beso. — Es que ayer era la graduación. Oh, la mía fue un asco, solo con los prefectos y algunos hijos de familias importantes, en un club de clase alta de Londres… Un peñazo. — Comentó Phillip. — Hola, tesorito. — Dijo cogiendo a Lucas y estrechándole contra sí. — Y hola, princesa Horner. — El título pareció gustar a la niña que corrió a abrazarla también. — ¡Hola prima Alice! ¿quién es toda esta gente? Que se presenten solos, por Dios, o que los presente su tía, que yo no tengo fuerza.¡Hala eres un niño, como yo!Soy más mayor que tú. — Dijo Dylan estirándose, un poco ofendido. — Pero tú seguro que juegas más rato conmigo que los demás. — La cara de su hermano era de “no tengo intención” pero Alice le recordó. — No os lleváis tanto. Lo mismo que tú con Lex. — Y bien que te pegabas a él de pequeño, sé amable, quería decir en el subtexto.





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    Sáb 21 Mayo - 12:06


    The birthday boy
    Con Alice| En Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Dio otro sorbo a la poción, porque necesitaba acabarse eso ya y recomponerse, arrugando toda la cara en un gesto cada vez más exagerado. Eso sí, aunque a duras penas porque aún le lagrimeaban, dirigió los ojos entrecerrados por la acidez hacia Darren cuando dijo lo del Caribe. Un momento, no recordaba haber hablado de eso con Darren. Ah, ya está, se lo ha chivado Lex. O sea, su hermano se le metía en la cabeza, le contaba a su novio sus cosas como un par de cotillas, y el otro iba y lo soltaba delante de toda la familia... Eso le ofendía, pero prefería pensar que era eso y solo eso lo que había ocurrido, y no que había perdido tanto el control que lo había soltado en mitad de la noche delante, como mínimo, de Darren. No, no no. Marcus O'Donnell no perdía el control. Iba a desfasar, sí, pero... No tanto... Quería pensar... Por Merlín, pero si ni siquiera se acordaba de la mitad.

    La voz de Lex sonaba tan de ultratumba, y tenía un aspecto tan adormilado, que no se diría que la noche le hubiera ido mejor que a ellos. Se apoyó en el respaldo de la silla y se cruzó de brazos, mirándole quejarse y entrar en riña con su madre, esperando a que alguien le diera una explicación de por qué Lex "merecía el premio" de quedarse dormido más tiempo y "había que despertarle con cuidadito", mientras a él le habían lanzado a Violet encima y dando gracias por que le despertara a las once y no a las nueve. Bueno, sus sospechas se confirmaban con la burla de su hermano. Chistó. - Bueno, ya está. A ver cómo sabes tú eso. - Lex soltó una risotada sarcástica. - La legeremancia no me ha hecho falta, que ya veo por donde vas. Lo ibas promulgando tú solo. - Lo dudo mucho. - Si lo que quieres son más datos, deja que me termine de despertar. Nos vamos a reír. - Marcus le miró con los ojos entrecerrados, y la sonrisilla malévola de su hermano no auguraba nada bueno. Y él seguía con los recuerdos difusos. Mejor dejaba el tema correr, que algo le decía que iba a salir perdiendo.

    Sí que dejaron el tema correr, porque acababan de llegar sus tíos. - No puede ser. - Se le escapó entre dientes mientras se frotaba la cara con ambas manos. Su padre rio con los labios cerrados y le hizo un gesto con la cabeza para señalar la poción. - Anda, termínate eso. O se te va a hacer muy largo el día. - No, si ya se le estaba haciendo largo y no llevaba levantado ni una hora. Se acabó la poción (no sin antes toser varias veces entre trago y trago), dejó el vaso lavándose (menos mal que su madre tenía la pila hechizada por defecto, estaba él como para hacer magia, capaz y le perseguía la esponja a él en vez de al vaso) y se acercó a Alice. - ¿Cómo de factible ves que nos escapemos para dormir en algún momento? - Le susurró mientras iban a buscar a sus tíos. Trató de dibujar una sonrisa débil. - Siento ser tan megalómano. No había contado con lo difícil que iba a ser este día después de la fiesta. - Comentó con una risa avergonzada. Si es que se lo tenía bien empleado...

    Su tío ya le estaba llamando nada más entrar, así que salió de detrás de Alice (daba igual que la duplicara en altura, el muy cobarde de él, conforme se acercaban, se fue rezagando detrás de su novia como si eso le fuera a dar más tiempo para que le hiciera efecto la poción). Sonrió como pudo y se acercó a su tío. - ¡Gracias! Ey, orgullo de su primo Marcus, futuro Ravenclaw, bienvenido a mi casa. - Empezó a decirle a Lucas, moviéndole las manitas graciosamente y haciéndole reír. Phillip soltó una carcajada. - Sabes que está difícil que salga Ravenclaw ¿verdad? - Un momento. ¡William! Que dice mi tío que de la unión entre una Hufflepuff y un Slytherin es difícil que salga un niño Ravenclaw. - El otro no contestó, porque nada más divisarlo Phillip le dio tal alegría que acto seguido empezaron a hablar. A Marcus le dio igual, él tenía su argumento, así que mientras los hombres hablaban, acercó la cara a Lucas, que le seguía con la mirada, y le susurró. - Te has reído, eso es un sí, ¿a que sí? - El niño volvió a reír y él se rio con él. Ah, bebés. A Marcus le quitaban todos los males los bebés.

    Saludó a su tía Andrómeda y rodó un poco los ojos con resignación. - Aún me está haciendo efecto la poción revitalizante de Vivi. Espero que no tarde... - Dijo, dirigiendo una mirada cómplice a la tía de Alice... Ah, no estaba. Ni ella, ni Erin, ni Darren. Qué raro. Con suerte habían ido a molestar a Lex. - Oh ¿Violet Gallia está aquí también? - Preguntó su tía con un punto de curiosidad y un leve brillo en los ojos. Marcus simplemente asintió, contento. - Lo dicho. Cumpleaños familiar. - Sí, el de farra ya lo tuviste ayer. - Creí que te estabas quitando el pijama. -Nada, ya tenía que estar Lex ahí pinchándole como siempre. Echó aire por la boca y se dirigió a su tía de nuevo, con el ceño fruncido en extrañeza. - ¿Y mi prima? - La mujer sonrió e hizo un gesto con la cabeza, lo que le hizo girarse. Ahí sí que sonrió de corazón, porque vio a Miranda abrazada a Alice. Precioso regalo de cumpleaños para él. - ¡Oye, Miri Miri! ¿A mí no me saludas? - La niña se separó de Alice y, con un suspiro hastiado que a Marcus le pareció ciertamente gracioso, le miró con cara de circunstancias solo para decirle a su novia. - ¿Puedes decirle que no me llame Miri Miri? Princesa Horner me gusta más. - Marcus soltó una carcajada espontánea, de la que se arrepintió en el acto porque él solo se había provocado un latigazo bestial en la cabeza. La poción iba haciendo efecto, pero no hacía milagros.

    Cuando se recuperó un poco, aprovechando que Miranda estaba distraída hablando con Dylan, se le acercó por la espalda y la levantó por la cintura, provocando que la niña soltara un grito agudo que le taladró el cerebro. Dio igual, porque Marcus no podía evitar hacer el tonto con los niños, así que se la colgó como un fardo al hombro. - Pesas muy poco para ser una princesa. - ¡Bájame, no soy un saco! ¡Delante de la abuela Anastasia no haces esto! - Su abuela Molly, que acababa de saludar a sus tíos, soltó una carcajada musical que puede que llevara un poquito de retintín. - Ay, vida mía, delante de esta abuela podéis hacer lo que queráis. - Esto es territorio O'Donnell. - Le susurró a su prima con voz tenebrosa, lo cual solo hizo que se revolviera como una lagartija hasta que la dejó de nuevo en el suelo. - ¿Tú eres Miranda, verdad? Sí que pareces una princesita. - Ya se quedó su abuela con su prima, y poco a poco aquello se iba convirtiendo en una reunión en la que todos charlaban contentos. Le gustaba ver a sus tíos allí. Había sido una muy buena idea invitarles... No tan buena hacerlo al día siguiente de salir de fiesta, pero bueno.

    - ¿Dónde está Darren? - Le preguntó su hermano, extrañado. Marcus se encogió de hombros. - Ni idea. Oye, ¿anoche...? - Os pegasteis un pasote tremendo. - Completó Lex. Luego le arqueó una ceja. - Veo que ya hemos terminado con mi problema. - Perdona, sí, Darren. Pues... No sé. A lo mejor está en el baño. - Sí, se han ido al baño él y las dos lesbianas. Marcus, sacúdete la resaca, por favor. - Marcus parpadeó. Ah, pues... No se había dado cuenta. Lex también podría hacérselo ver de una forma un poquito menos borde, pero debía ser mucho pedir eso. - Voy a buscarles... - Un momento. - Le detuvo Marcus, agarrándole el brazo con suavidad, solo en un gesto para que parara. - Si crees que realmente están escondidos... No entres a lo loco ¿vale? - ¿Y qué hago? ¿Dejo a Darren en el jardín y a los tíos en la casa todo el día, a ver si no se cruzan? - No, tío, solo digo que no los traigas hasta aquí a empujones. Quizás... - Se mordió el labio, pensando, y su mirada se cruzó con ella, tan sola como siempre. - Eh, tía Andrómeda. - La llamó. La mujer le miró con una sonrisa, mientras Lex también le miraba, pero con cara de "¿qué demonios haces?". - Antes has preguntado por Violet ¿no? Pues está en el jardín. Lex, ¿por qué no le enseñas a la tía la casa? - Ay sí, Lex, cielo. Desde fuera he visto el jardín y parece precioso. - Lex miró a Marcus un segundo y luego dijo. - Claro. - Y ambos se fueron. Tenía las capacidades bastante mermadas, pero no tanto como para no haber visto dos cosas: que Andrómeda estaba ilusionada por vivir una reunión familiar exenta de protocolos y presunciones que solo la aislaban y le parecían absurdos, y que Darren necesitaba hacer la toma de contacto con los Horner poco a poco. No le parecía una solución tan descabellada.




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    Dom 22 Mayo - 6:45


    The birthday boy
    CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Marcus con sus primos era una de las cosas más adorables que había visto en la vida, y así le miraba, obnubilada. — ¿Te traigo un babero, reina del Caribe? — Le dijo Arnold bajito, por detrás. Ella chasqueó la lengua. — Has sonado a mi amiga Hillary. Lo que esa criatura habrá tenido que aguantar. — Ella se hizo la ofendida. — Todos tenéis envidia de que yo mire así a Marcus. — Arnold se rio entre dientes. — Un poquito. Pero porque veo ese hambre de futuro en la mirada de quien todavía anda preparando cosas en su cabeza. Y me encanta. — Dijo estrechándola con un brazo por sus hombros. Ella sonrió. Era imposible estar enfadado con alguien como Arnold. Se acercó a su novio con energía renovada, y dejó un casto beso en su mejilla. — No te preocupes, mi megalómano precioso. Yo por verte feliz en tu cumpleaños, aguanto resacas y lo que haga falta. — Susurró en su oído.

    Miranda empezó a quejarse, y le tuvo que salir una carcajada cuando dijo que en casa de la abuela no hacía eso. — Y tampoco hacíamos esto. — Y se acercó a ella a hacerle cosquillas, despertando las risas y movimientos bruscos en la niña. — ¡Estáis muy raros! — Acusó entre risas. Ante el comentario de Molly rio con ganas, mientras ayudaba a bajar a Miranda le susurró a la abuela. — ¿Cuánto tiempo llevabas queriendo decir eso? Más de veinte años, desde la primera vez que entré en casa de los Horner y vi como trataban a mi Arnie, que siempre ha sido un niño buenísimo y muy estudioso, además de tremendamente guapo, porque es igualitito al padre, por lo que era el mejor partido que una madre podría querer para su hija, vaya. Y me lo trataron como si fuera un mendigo viniendo a pedir limosna. — Se tuvo que reír más y dijo. — Qué pena que no te haya oído decir eso. — Molly hizo un gesto al aire. — Se queja de vicio. Yo siempre le he recordado que es mi niño primero y más bonito, pero bueno, él a sus cosas.Esta casa es rara. — Interrumpió Miranda. — ¿Rara? Yo creo que es bien bonita. Mira, ¿quieres ver el jardín? — Miranda pareció pensárselo. — ¿Tiene flores? Tiene. — Confirmó Alice. — Venga sí, y así la abuela Molly termina de prepararlo todo para la comida. — Miranda subió la mirada y susurró. — ¿La comida la prepara ella misma? — Madre mía, no les quedaba trabajo ni nada con los Horner buenos.

    El sol no favoreció a su resaca, cuando salió de la mano de Miranda, pero la niña estuvo tremendamente rápida. — La señora O’Donnell no sabe nada de protocolo. Y al primo Marcus se le ha olvidado. — Le comentó, como si ella fuera guardiana segunda del dicho protocolo. — Lo conocen, pero como estamos en familia, no usamos el protocolo. ¿A que con papá y mamá no lo usas? — Miranda la miró muy seria. — No son tu papá y tu mamá. — Se le tuvo que escapar una risita. — Lo he dicho para que me entendieras. ¿Usáis el protocolo o no? — Miranda hizo un gesto de evidencia. — No, porque estamos en núcleo familiar directo. — Alice odiaba cuando se reían de ella de pequeña al hablar como una persona mayor, pero de verdad que era muy cómico. — Pero nosotros somos un núcleo familiar que lo que nos gusta es pasárnoslo bien y dejarnos de protocolos, para dedicarnos a disfrutar. — La niña puso un gesto con la cara y suspiró, como quien dice “bueno, te lo pasaré”. — ¿Quiénes son esos? — Dijo señalando a Darren, Erin y la tata. — Pues a una deberías conocerla, por lo menos. — Le contestó, agachándose a su lado y mirando en la misma dirección. Miranda afinó la vista y asintió. — Ah sí, es la tía rara del primo Marcus. Eso no es muy protocolario. Creía que habíamos abandonado el protocolo porque estábamos en familia. — Rebatió. Qué lista era, y qué Slytherin, cómo jugaba con la ventaja. — Se llama Erin. La de al lado es mi tía, se llama Violet Gallia. Parece más tía mía que tuya, porque es muy rubia y muy alta. — Alice asintió. — Eso es porque yo me parezco a la familia de mi madre, pero mi hermano Dylan y mi padre sí que se parecen a ella.Es verdad. — Concedió la pequeña. — ¿Y ese chico? — Se llama Darren. — ¿Y qué hace aquí? — No quería meter la pata. Quería que Lex y Darren hicieran las presentaciones tal y como ellos quisieran. — Mira, allí está Lex. Ha venido con él, así que pregúntale. — Y la niña salió corriendo en dirección de Lex, Marcus y su madre.

    Gracias por ser tan buena con ella. — Dijo una voz a su espalda. — No está muy familiarizada con algo así… ¿Una familia cariñosa y alegre? — Phillip suspiró y asintió con una sonrisa. — Los Gallia somos un caos, pero en lo de dar cariño y alegría somos expertos. — El tío de Marcus rio y se metió las manos en los bolsillos. — Sí, la verdad. Tu padre está muy bien. — Se encogió de hombros y ladeó la cabeza. — Un poco más… Apagado, diría yo. El William Gallia que recuerdo era pura dinamita, no callaba y gritaba muchísimo. — Eso la hizo reír. — El que yo recuerdo también. Está mejorando, no obstante, pero… Hay cosas que le recuerdan a mamá. A parte de mí, claro. — Phillip asintió. — No la conocí, la verdad, mi familia no… Los Gallia estamos vetados, lo sé. Pero mi madre se parecía mucho a Andrómeda. Era de Ilvermony, pero hubiera sido Hufflepuff. Ojos azules, siempre con los niños… Y tus hijos se llevan lo mismo que Dylan y yo. Todas esas cosas le hacen recordar lo que ya no tiene y nunca tendrá. — La expresión de Phillip se había oscurecido. — Pero no te preocupes. A mi padre le hace el mismo daño que cura recordar, tiene que aprender a vivir con ello. Solo… Hay que darle tiempo. Yo siempre le he admirado mucho. Admiro el intelecto, ¿sabes? El intelecto de verdad, no el ganado con poder, como Linda y mi hermano, y a veces pienso que hasta yo mismo. — Alice se giró. — Yo te admiro mucho, Phillip. Y a tu hermano, muy a mi pesar. Es un gran médico. Si hubiera sido otra persona, me hubiera encantado trabajar con él. — Phillip sonrió. — Tienes el corazón de una Hufflepuff, eh… Y créeme, lo reconozco, estoy casado con una. — Ambos rieron y Phillip parecía que quería decir algo pero no sabía cómo. — Oye… ¿Es es…? — Dijo señalando al grupito al otro lado del jardín. — Darren, sí. El… Novio — le ayudó Alice —, de tu sobrino Lex, sí. — Phillip rio y se rascó la nuca. — No sé muy bien cómo proceder en estos casos. — Alice se encogió de hombros. — A mí me has tratado siempre muy bien, ya me llamabas sobrina la segunda vez que me viste. — El hombre asintió. — Lo haces muy fácil. — Alice ladeó la cabeza. — Darren también. Es un Hufflepuff, con un puntito de mala leche Slytherin, nada que no conozcas. Ya, ya… — Les iba a costar, pero en algún momento tenía que empezar.

    Cogió del brazo a Phillip y les llevó con los demás. — ¡Hombre! ¡El mediano peligroso de los Horner! ¿Qué pasa guapetón? — Saludó su tía. Phillip puso una sonrisilla tonta y se coloreó de rojo entero. — Hola, Violet.¿Os conocéis? — Preguntó Andrómeda. — Claro, le hice una entrevista en el Ministerio de Magia alemán una vez que presentó allí un libro, en una reunión del Alto Consejo de Magia. Y luego los del Profeta le sacamos de farra por Berlín. — Andrómeda le miró con una sonrisilla y abriendo mucho los ojos. — No te imagino de farra precisamente a ti. A mi sobrino tampoco y mírale. — Acusó Phillip. ah, ahí estaba la vena Slyhterin. Vende a tu sobrino favorito con tal de quedar bien. Pero estaba siendo divertido y Marcus, a pesar de la resaca, se veía feliz.





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    Dom 22 Mayo - 12:17


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    Con Alice| En Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Lex había mirado un par de veces hacia atrás como si le pidiera auxilio, o como si más bien le demandara ayuda porque se la debía o algo así. Marcus seguía con los recuerdos de la noche anterior demasiado difusos, pero la poción al menos le estaba aclarando bastante la mente. Si tanto Alice como él estaban mucho peor que Lex, apenas se acordaban de cosas sueltas, y su hermano se había ganado el derecho a dormir más y ser despertado con más cariño... Unido a comentarios de aquí y allí de los adultos... ¿Pudiera ser que hubiera cuidado de ellos hasta llevarles a casa sanos y salvos? Madre mía, no quería ni pensar qué podía haber dicho y hecho. No iba para nada con Marcus desfasar hasta el límite de lo irrespetuoso, pero... Algo le decía que se había salido mucho de sí la noche anterior.

    - Dieciocho años y se te sigue viendo pensar desde fuera como cuando eras pequeño. - Dijo su padre, poniéndose a su lado. Marcus le miró y el hombre señaló hacia donde Marcus tenía la mirada antes, que era la puerta que conducía al jardín. - Tus invitados más especiales están ahí fuera. - Arnold le miró y sonrió con ternura, revolviéndole un poco el pelo. - Feliz cumpleaños, hijo. - Marcus ladeó la cabeza, y casi podía vérsele una sombra culpable en la cara. - Mi cumpleaños fue ayer. - Bueno, pero lo sigues celebrando hoy. Y me gusta... Esto. Esto que has montado, el que quieras seguir haciéndolo con tu familia, y que esta sea cada vez más grande, en parte gracias a ti. - Siguió mirándole con cariño y añadió. - Llevo siete años echando mucho de menos a mi niño, y ha venido muy parecido a como se fue, igual de cariñoso. ¿Puedo mimarlo un poquito, o no? - Marcus chistó y retiró un poco la mirada. - No es momento de hacerme llorar. - Su padre rio con los labios entrecerrados. - Estoy siendo el auror bueno, como siempre me acusa tu madre de ser. - Ambos rieron. - Y tú tienes una cara de culpabilidad de la que ella se va a aprovechar y, te digo más, tendría motivos. - Marcus bufó. - ¿Tan mal llegué anoche? - Arnold se encogió de hombros. - Yo estaba dormido. Tu madre me acusa de confiar en ti en exceso, como si parte de su indignación no fuera por decepción. - Va en serio... ¿Cómo que decepción? ¿Está decepcionada conmigo? - Al hombre se le escapó una carcajada. - Todo lo que la madre de un chaval de dieciocho años puede decepcionarse porque ha llegado a casa borracho como un barril de Guinness. - Qué irlandés. - Acabo de escuchar a mi madre alabarme a voz en grito como si yo no la oyera, es lo mínimo que puedo hacer. - Volvieron a reír ambos. Arnold le dio una palmada en el hombro y le dijo. - Anda, ve con tu hermano. Sé lo que estás pensando y sí: se lo debes. - Arqueó una ceja. - Y teniendo en cuenta que tu novia se ha quedado a solas con una versión reducida de tu abuela Anastasia, que Andrómeda y Phillip se están arriesgando a la ira divina de los Horner por estar aquí, que Lex y Darren van a hacer pública y oficial su relación y... Tu tía Erin. -Marcus rio un poco y su padre continuó. - Creo que lo mínimo que puedes hacer, efectivamente, es estar presente. Todos están aquí porque te quieren, no lo olvides. - Frunció los labios unos segundos y, al cabo de estos, chistó otra vez y se zafó de la mano de su padre. - He dicho que no me hagas llorar. - Y, dejando atrás las carcajadas de Arnold, salió al jardín.

    - ¿Y el aporte proteico es el mismo? - No sabría qué decirte. Pero te pondré en contacto con ella, es una nutricionista animal fantástica. - ¡Jo, qué guay! Muchísimas gracias, Erin, es que no se me habría ocurrido en la vida. - Anda, viene el chico del cumple. - Anunció Violet, provocando que Darren y Erin interrumpieran su conversación y le miraran. Marcus sonrió. - ¿De qué habláis? - Violet hizo una floritura con la mano y, abriendo mucho los ojos, respondió. - Aquí nos tienes a los dos Slytherin asintiendo a una conversación superinteresante sobre sustitutos veganos para las chucherías de animales. - El problema de la extinción inminente de gusarajos por su desmesurado uso en chucherías y pociones es muy grave. - Justificó Erin, aunque Darren había soltado una risilla y Lex también estaba conteniendo la sonrisa. Violet le acarició el pelo. - Claro que sí, mi amor. Lo tengo en mi libreta de futuros reportajes pendientes. - Erin suspiró. - Se burla de mí. - Merlín me libre, pelirroja. Solo aprovecho que ha llegado el erudito para ironizar un poco, no quisiera yo aburrir al cumpleañero. - Violet le miró. - Aunque teniendo en cuenta que prácticamente has montado una cabalgata del orgullo gay para tu cumpleaños... - ¡Vivi! - ¿¿Qué?? Solo digo que esto va a ser de todo menos aburrido. - No empieces, por favor. - Le murmuró con un punto avergonzado, y mirando de reojo a Andrómeda. Ah, su tía también estaba allí, silenciosa pero, a juzgar por la expresión de su rostro, muy entretenida y contenta.

    - Me alegro mucho de que hayáis venido. - Le dijo Marcus a Andrómeda, acercándose a ella. Miró a su prima en la lejanía, junto a Alice, y añadió. - Parece que intenta comprender de qué va esto. - Su tía soltó una risita. - Yo solo tengo un hermano y vive fuera, le ve muy poco, y mis padres ya están muy mayores. Se puede decir que las únicas reuniones familiares que conoce son las de los Horner, y... Bueno. - Ya. - Los dos rieron entre dientes. - Pero te aseguro que se va a acostumbrar pronto. Además, le encanta estar contigo. De hecho, mírala, ahí viene. - Y, efectivamente, su prima Miranda iba corriendo hacia ellos. Se paró en seco cuando llegó, mirando a los que para ella eran tres desconocidos. - Hola. - Miró a su madre de reojo, y luego a los otros tres. - Soy Miranda. - Volvió a mirar a su madre de reojo, y luego miró a Marcus. - Me ha dicho Alice que aquí no hay protocolo. ¿He saludado bien? - Violet soltó una fuerte carcajada y dio una palmada en el aire. Semejante salida hizo a Miranda dar un respingo y mirarla. La mujer dijo. - Yo es que no puedo. Qué bien me lo voy a pasar hoy, va a parecer mi cumpleaños, vamos, de lo que me voy a divertir. - Pareces mi tía. - Cortó la niña, mirándola. - Porque eres rubia y alta, pero ya me ha dicho Alice que es porque te pareces a su padre. - Parpadeó y añadió. - Y una tía mía no gritaría tanto. - ¡Miranda! - Riñó Andrómeda, y la niña se encogió de hombros con cara de "si no hay protocolo, no hay protocolo", mientras Violet reía a carcajada limpia.

    La atención de la niña se dirigió entonces a Darren, que se estaba tapando la boca para disimular la risa. - Hola, ¿eres amigo del primo Lex? - Se produjo un cruce de miradas bastante sospechoso entre todos los presentes (bueno, no todos, Violet seguía encantada de la existencia con la situación). - Sí, soy amigo de Marcus y de Alice. - ¿Y de Lex no? - Miranda no era ninguna tonta, y el intento de tirar por la vía de en medio de Darren con ella no daba resultado. Lex carraspeó, miró de reojo a su novio y dijo en un intento de arranque de valentía. - No. - Pero cuando fue a especificar, la mirada de la niña sobre él le hizo trabarse de nuevo. Andrómeda les miró y, al cruzar su mirada con ellos, sonrió levente y se acercó a su hija. - En realidad, es su novio. Es amigo de Marcus y de Alice, pero es el novio de Lex. - La niña frunció el ceño, extrañada. - Pero son dos chicos. - Y son novios. Porque se quieren. - Miranda les miró, entrecerrando los ojos, como si intentara procesar si eso podía ser posible o no. - Ya lo nuestro si eso lo dejamos para más adelante. - ¡Vivi! - Riñó Erin en un susurro enfadón, pero Violet realmente parecía estar pasando el día de su vida.

    Alice y su tío Phillip llegaron cogidos del brazo, lo cual le hizo sonreír. Había mucha armonía ese día en su casa, que era todo lo que quería, y... Sí, bueno, puede que hubiera alguna que otra situación incómoda, pero era la primera reunión en la que estaban todos juntos. Podía entrar dentro de lo normal. Si superaban el día de hoy, todo mejoraría a partir de entonces. Eso sí, casi se cae al suelo de la risa al ver la cara que puso su prima cuando Violet se dirigió a Phillip en esos términos. De hecho, la niña se acercó a su madre con los ojos muy abiertos, moviéndose como un cangrejito, y le tiró de la falda mientras decía. - Mami... Le ha dicho a papi cosas de novia. - Andrómeda se tapó una risilla, mirando con complicidad a los cuatro adolescentes, y palmeó la cabeza de su hija. - Tranquila, cariño, es que es muy cariñosa, pero a mí no me importa. ¿Ves que no me importa? - Marcus se estaba conteniendo la risa, al menos hasta que su tío señaló su estado una vez más. Ahí sí que se permitieron el lujo Lex y Darren de reírse abiertamente. - Ya vale ¿no? Un respeto al cumpleañero y dueño de esta casa. - Ah ¿tú eres el dueño de esta casa? - Ironizó Lex. Phillip soltó una carcajada. - Deseando saber qué piensa mi hermana de eso. - Porque Arnold aquí ni pincha ni corta. Bien visto. - Comentó Violet, haciendo esta vez reír a Erin, y poner a Andrómeda una cara muy graciosa, con los ojos muy abiertos, y reírse segundos después. Definitivamente, no, no estaban acostumbrados a esa falta de protocolo.

    - Bueno, cumpleañero... ¿Nos presentas? - Preguntó su tío, con una sonrisilla que parecía forzada a ser la mejor posible y mirando a Darren de reojo. Marcus dio una palmada en el aire. - ¡Faltaría más! Darren Millestone, te presento al mejor Horner que vas a conocer en tu vida después de mí. - Comentó pomposo mientras se dirigía a Phillip, tras lo cual, tomó a Lucas de brazos de su tío y se giró hacia su amigo. - Aquí lo tienes. Se llama Lucas Horner. - ¡Eh, larguirucho! ¿Qué clase de falta de respeto a tu tío es esa? - Dijo Phillip entre risas, y todos estaban riendo y en un entorno bastante relajado. Bueno, Miranda había hecho un mohín y se había cruzado de brazos. - Horner masculino, quiero decir. Todos sabemos que la princesa Horner es Miranda. - Claro, claro. - Siguió el rollo Darren, mientras se acercaba a Marcus y a Lucas, lo cual hizo que la niña pusiera expresión de digna conformidad. - Hola, cosita bonita. Soy Darren. Oy ¿pero qué edad tienes tú? Si eres casi como mi puffskein. - Le empezó a decir. Phillip se acercó un poco a ellos y, al detectarlo el Hufflepuff, dejó de tontear con el risueño bebé y se recompuso lo más formalmente que pudo. - Ah, perdón, señor Horner. Es un placer... - Llámame Phillip. - Dijo el hombre, con una sonrisa cordial y estrechándole la mano. Durante el saludo se había creado un microinstante de silencio, que Phillip rompió poco después. - Y gracias por el piropo a mi hija, pero que no se entere Emma de que ha sido destronada. O sea... tu suegra, vamos. - Ya ya. - Contestó Darren con una risa nerviosa, y eso hicieron los dos, reír nerviosamente durante unos segundos.

    Marcus cruzó mirada con Alice mientras seguía con Lucas en brazos, y luego miró a Lex. Su hermano estaba tenso como la cuerda de un violín. Frunció los labios y, susurrándole tonterías a Lucas, se acercó a él. Su hermano le miró con extrañeza al verle tan cerca, más aún cuando Marcus depositó a Lucas en sus brazos. - Toma. - Lex cogió al bebé con un poco de miedo, pero este rápidamente le miró y se rio con felicidad, poniéndole las manitas en la cara, lo que hizo que el rosto de Lex se relajase un poquito e incluso sonriera. Marcus frunció una sonrisa con los labios cerrados. Sí, los bebés tenían un poder calmante muy bueno, por ese preciso motivo se lo había dejado a su hermano. - Te hace más falta a ti que a mí. -




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    Miranda iba a hacerles el día a todos. Hasta Andrómeda se rio con la escena, y menos mal, porque Alice ya iba a mirar mal a su tata, que es que tenía que tener trapos sucios hasta de un Horner. — Efectivamente, hemos dicho que nada de protocolos, princesa Horner.Eso a mí se me da genial, rubia, Violet Gallia, encantada. Cuando quieras saltarte las normas, aquí estoy. ¿Qué normas? — Preguntó Miranda, curiosa. Alice negó con la cabeza y miró a Andrómeda. — Te diría que no es así de normal, pero es que con ella es lo que hay. — Le dijo con resignación. Andrómeda aquel día tenía muchas ganas de reírse, por lo visto. — Me encanta la gente así, tan atrevida y que no le da miedo de decir lo que piensa. Ah no, no, por eso ni te preocupes. — Dijo Vivi haciendo un gesto en el aire. — En verdad le pegas un montón a Phillip Horner, y no porque te haya tocado la lotería precisamente con esa familia, si no porque alguien tenía que romper el círculo vicioso. Arnie no era el típico mago con el que hubieran casado a Emma, pero al fin y al cabo era de sangre pura, no caído en desgracia como nosotros, y esas cosas. Pero tú sí suponías una diferencia. — La aludida sonrió y se encogió un poco ante el halago, señalando a Lex y Darren, que ahora estaban con Phillip, Marcus y el bebé. — Pero ellos son los que van a dar el cambio de verdad. Y han podido hacerlo porque Marcus y Alice dieron un golpe en la mesa que nosotros no supimos dar. — Su tía la miró con el ceño fruncido. No, no le había contado nada de Percival, ni la legeremancia de Anastasia, ni nada que se le pareciera, a su familia. No quería que su padre tuviera esa escena en la cabeza, que su tía armara un escándalo… — Digamos que no nos hemos plegado a los designios de ciertas personas, a los que por lo visto nadie más quería plegarse. Puede que sacáramos un poco el polvo de debajo de la alfombra. — Su tía asintió satisfecha, aunque Alice sabía que no había acabado ahí. — Un poco, dice. Dijo todo lo que yo hubiera querido decir en su momento. Pero bueno, mis hijos conocerán otra vida, como esta, con diversidad de personas y formas de vida, que es lo que tienen que hacer.

    Mientras tanto, Alice estaba simplemente admirando la escena. — Mira a Lex con tu bebé. Parece que es un snap explosivo gigante. — Andrómeda rio. — Lucas se ríe con todo el mundo, no extraña nada ni suele llorar. Está bien para que Lex se vaya acostumbrando a los niños. — Se hizo un silencio en el que las dos mujeres la estaban mirando de reojo, pero, a Merlín gracias, justo en ese momento llegó el torrente de voz de Molly, cuando Alice ya se había acostumbrado al sol, para recordarle su resaca. — ¡PONED LA MESA QUE YA VA A ESTAR LA COMIDA!¿Por qué gritará tanto? — Se quejó Erin, a la que todo en la vida le daba vergüenza. Phillip se acercó a ellas, ya liberado de la carga del niño, y miró Andrómeda. — ¿Se refiere a que pongamos la mesa nosotros mismos? — La mujer le dio unas palmaditas en el hombro y dijo. — Sí, cariño, a eso mismo se refiere. — Él se quedó un momento callado y luego asintió, sacando la varita sin saber muy bien qué hacer, yendo hacia la casa. Su tía, por supuesto, no pudo callarse. — Me hubiera encantado nacer con servicio y nunca haberme tenido que plantear si es que una puede poner la mesa. — Erin la miró. — Pero si tú te escaqueas siempre en La Provenza. — Vivi se encogió de hombros y se puso a hacer gestos con las manos. — Pero lo hacía porque tenía la conciencia de que me tocaba poner la mesa. No es tan fácil aprender a escaquearse de las responsabilidades, pelirroja mía, yo te enseño si te da envidia. — Y las cuatro se rieron. — Pues haciendo gala de las habilidades de mi tía, me escaqueo para ver a mi novio, que es, a la sazón, el cumpleañero. — Dijo, desplazándose a donde estaba Marcus.

    Se acercó al chico y se enganchó de su brazo. Lucas hizo un gesto de adorabilidad hacia ella, con unos gorgoritos adorables. — Hola, precioso. Qué bien estás ahí con el primo Lex, eh. Toma, Alice, quiere ir contigo. — Dijo el chico todo lo rápido que pudo. Iba a negarse, pero como el pobre Lucas estaba en suspensión, lo cogió. — Ay, de verdad, Lex, que no quema, es un bebé. Es que no estoy acostumbrado a coger humanos. No tan delicados al menos. Las criaturas se me dan mejor. — Ella entornó los ojos y acarició la espalda de Lucas. — Oye, de momento va bien, ¿no? Creo que a Phillip le ha shockeado más lo de poner la mesa que Darren. — El chico se encogió de hombros. — Parece buena gente. Sí, bueno, solo hace falta que diga “suegra” y “novio” de forma menos tensa y forzada. Y veremos cuando le digamos que es de familia muggle. — Replicó Lex, claramente incómodo. Alice chasqueó la lengua. — No lo hagas más incómodo de lo que ha sido en realidad. Tu tío lo está llevando mejor de lo que yo pensaba. Tendría que llevarlo como cualquier otra cosa. Sí. — Convino Alice. — Pero de momento hemos dado ya un paso en la dirección correcta. Quedémonos con ello. — Se giró y miró a su novio y le acarició la mejilla. — ¿Qué tal los efectos de la poción revitalizante? ¿Mejor? No os pongáis acaramelados otra vez y encima delante del niño, os lo pido por favor. — Dijo Lex, con una risita de fondo de Darren. — Bueno, ¿qué os pasa? ¿Por qué tantas risitas? Pffff es que después de los dos espectáculos de ayer. — Como si hubiera entendido de lo que hablaban, Lucas soltó una de sus risitas adorables. — Oye, ¿y tú de qué te ríes? — Le preguntó Alice, haciéndole cosquillitas suaves, a lo que el nene aplaudió. — Así, así estabais ayer. — Dijo Darren, riéndose también. — Yo creo que os estáis quedando con nosotros. — Dijo entornando los ojos y meciendo a Lucas, haciendo como que se centraba en sus risitas.





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    Con Alice| En Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Lex estaba sonriéndole a Lucas al menos, y Marcus les sonreía a los dos. Y entonces, cayó en algo y frunció el ceño, reflexivo. - ¿En qué piensan los bebés? - Preguntó con curiosidad real. Lex rio con los labios cerrados. Seguía tenso, pero al menos miraba a Lucas con cariño. - Solo piensan cosas sueltas, y el lenguaje es difícil de entender, piensan con imágenes... A este parece que mi nariz le hace bastante gracia. - Marcus soltó una risa. - Pues mejor para él entonces. - Respondió, y siguió pensando... Y entonces Lex le miró, pero no dijo nada. Marcus dejó de pensar en lo que estaba pensando y empezó a hacerle monerías a Lucas, pero su hermano le seguía mirando. - Espero que todo el mundo lo asuma igual de bien. - Dijo Lex. Marcus suspiró. - Venga, mira a tu alrededor. Parecen todos contentos. - Lex emitió una sarcástica carcajada de garganta. - Igualmente... Gracias. - Le dijo su hermano, y luego le miró. - Y sí. No tendré mis propios hijos, pero aprenderé a coger mejor a los bebés para cuando tengas los tuyos. - Marcus sonrió, y Lex volvió a mirar a Lucas. - Total, ya practiqué anoche lo que sería un hijo vuestro mientras tiraba de vosotros dos. - Bueno, vamos a dejar el temita de anoche ya. - Cortó Marcus. Al final le iban a dar el cumpleaños.

    Darren llegó junto a ellos, con las manos en los bolsillos y una sonrisilla, y le dijo a Lex. - Tu tío es simpático. - Ah, Hufflepuffs. Muy cruda se le tenía que poner la cosa para decir algo malo. El chico se acercó a Lucas y dijo con todo aniñado. - Aunque estoy de acuerdo con tu primo Marcus en que el mejor Horner eres túúúú. - El niño rio y Lex, con una sonrisilla, miró a Darren alzando una ceja. - ¿El mejor Horner entonces no soy yo? - Tú eres el mejor en mi corazón. - ¡Vaya! - Dijo Marcus con una carcajada. - Espero que no tengas la desfachatez de volver a llamarnos empalagosos a Alice y a mí. - Y hablando de su reina de Ravenclaw, justo se le acababa de enganchar del brazo. Le duró poco el agarre, porque Lex le encasquetó a Alice el bebé. Marcus suspiró. - Mucho ha durado. Te lo he dado para que te sintieras mejor. - Miró de reojo a Alice y le susurró. - Está un poquito tenso. - Y, obviamente, su novia puso las cartas sobre la mesa. Marcus miró a su hermano con cara de circunstancias. - Están aquí. Están contentos. Y sí, indudablemente ha debido chocarles más tener que poner la mesa. - Añadió con una leve risa, pero enseguida habló en serio otra vez. - Sabes perfectamente de qué familia viene. Casi pierde a su propia mujer por no llevarle la contraria a la abuela. Solo se tiene que acostumbrar. - Se encogió de hombros. - Pero mira a la tía Andrómeda. Está contentísima. - Y a mí las que me han caído genial genial son Erin y Violet. - Apuntó Darren, alegre e intentando relajar a su novio. - Así que por mí no te preocupes, que me puedo tirar toda la tarde con ellas si hace falt... - No. - Cortó Lex, y rápidamente miró a Marcus con los ojos muy abiertos, señalando a Darren. - Es que eso es lo que no quiero. ¿Ves? Le va a pasar como a Andrómeda, que se va a aislar... - Lex, no te precipites. ¿Ves en Darren a alguien con tendencia a estar aislado? ¿Le ha aislado alguien aquí? - Pero es entrar los Horner en juego y... - Solo ha dicho que Violet y Erin le han caído bien. - Si puedo hablar... - Dijo tímidamente el chico, alzando la mano con prudencia. - También me llevo muy bien con tu abuela Molly. - Lex suspiró, resignado. - Bueno, a ver cómo avanza esto. - Sí, mejor dejaban la cosa fluir y que fuera lo que Merlín quisiera.

    Iban a dirigirse hacia la mesa del jardín, pero volvieron las burlitas cuando Alice preguntó qué tal la poción. Frunció los labios y miró a su novia, ignorando deliberadamente a los otros. - Estoy mucho mejor, mi amor. Muchas gracias, ¿cómo estás tú? - Sí, sí, ignoradnos ahora y haceos los correctos. Igualitos que estabais anoche. - Pinchó Darren, provocando las risas de Lex. Fue a contestar, pero ver a Alice interactuando con Lucas era demasiado bonito como para ignorarlo en favor de los otros dos. Marcus se acercó a ella y agarró una de las manitas de Lucas, diciéndole. - Es que son muy tontos, Alice. No son unos Ravenclaw listísimos como nosotros. ¿A que sí? ¿A que te ríes de eso, eh? - Míralos, si es que parecen formales y todo. - Se burló Darren, junto a Lex. - Y pensar que si no es por nuestra intervención esto podría ser la imagen de dentro de nueve meses. - Es que es alquimia de vida, tío. - Y los dos rieron a carcajadas como dos idiotas, provocando que Marcus les mirara sin comprender nada. - Eh, menos bromas. Dejad la alquimia tranquila. - Y más se rieron los otros. Como si el comentario a la alquimia hubiera sido peor que eso que habían dicho de los nueve meses...

    - ¡¡A VER, LA NUEVA GENERACIÓN!! Luego la fama de caradura se la lleva una, hay que jod... - ¡Ya está la comida! - Interrumpió Erin, claramente evitando que su novia soltara un improperio delante de Miranda, que seguía por allí. Los cuatro se acercaron hacia la mesa, y Miranda rápidamente se le puso al lado. - Primo. - Le llamó, y estiró el brazo para señalar una fuente de sándwiches. - ¿Ves eso? - Sí. - Lo he puesto yo en la mesa. - Y al decirlo parecía como si esperara que Marcus no se lo pudiera creer porque ni ella misma se lo creía. Se guardó reírse y simplemente dijo. - ¡Oh, pues te ha quedado precioso! - Miranda parpadeó, mirándole. - Todo el mundo pone cosas. -Sí, voy a ir a ver qué puedo poner yo también. - La niña seguía mirándole como si tratara de entender el por qué de esa situación tan rara en la que la gente se servía su propia comida. Horners...

    Andrómeda volvió a coger a Lucas en brazos y los chicos se sentaron, Marcus al lado de Alice, y Lex y Darren frente a ellos. Al lado de Marcus, sin embargo, estuvo a punto de generarse una guerra civil. Dylan se había dirigido muy confiado hacia el que dio por hecho que era su sitio, pero Miranda había dado una carrera y, de un salto, se lo había quitado, y le miraba con expresión digna. Sin ni siquiera decirle nada, miró a Marcus con una caída de ojos y dijo. - Primo, ¿a que puedo estar al lado tuya porque es tu cumple? - Claro que sí, Miri Miri. - Pero no me llames Miri Miri. - Vale, Miri Miri. - ¡¡Ay!! - Que síííí que puedes ponerte conmiiiiigo. - Dijo entre risas, revolviéndole el pelo a su prima, quien en seguida se lo recolocó dignamente. Marcus miró a Dylan y señaló el sitio frente a él, al lado de Darren. - Así te tengo enfrente, colega, que para las confidencias es mejor. - Y le guiñó un ojo. Dylan pareció medio conforme, aunque parecía haberse abierto una brecha entre él y Miranda. - Bueno ¿quién va a ser el primero en poner en vergüenza al cumpleañero con lo que hizo anoche? - Preguntó Violet, mirando a Lex y Darren mientras se llevaba un snack a la boca con cara de mala, con las consiguientes carcajadas de William de fondo. Emma arqueó una ceja. - Mejor empezamos la comida con otro tema. - Tiene razón, prefecta Horner. - Andrómeda se estaba tapando la boca para disimular la risa y la incredulidad con lo que estaba viviendo, que claramente le estaba gustando, sobre todo la cara de su marido de estar perdiéndose algo. Violet, por supuesto, no había terminado. - Hablo entonces con los Horner de la reunión. ¿Qué se siente al pisar el mundo real? -




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    CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    No me extraña que estés tenso. Yo lo estaba en Pascua. Y con motivos. Y mira la que se lio. — Alice suspiró. — Tus tíos son distintos, y el hecho de que estén aquí te dan una idea de ello. — Pero nada, Lex estaba atacado. — No fuerces, Lex. Nadie va a aislar a Darren, todos le adoramos, y en todo caso, aislaremos a quien no le adore como nosotros. — Comentó con una sonrisa, picando al Hufflepuff en la mejilla.

    Contestó con cara de adoración a Marcus. — Yo estoy bien. Alguna que otra he tenido como esta en verano en Francia con André y los Sorel. Aquella Nochevieja fatídica de sexto, sin ir más lejos, levanté mucho peor.Espero que no hicieras todo lo de anoche. — Aportó Lex con cara de asco. Alice se giró. — Bueno, ya está bien con la bromita, que somos nosotros. — Pero Marcus hizo la de ignorarles y jugar con el niño y ella se rio mirándoles. Qué bien se le daba al condenado. — ¿Perdona? ¿Que parecemos formales? Para todo hay un momento, y si no pregúntale por el protocolo a Miranda. Ayer estábamos de fiesta, no había por qué ser formales. — Se defendió ella, porque, de verdad, qué pesaditos estaban. Pero entonces dijeron lo de los nueve meses y la alquimia de vida y le dio un vuelco el corazón. No habían… ¿No? No, Darren acababa de decir que les habían interrumpido, y ella se había levantado en su cuarto, vestida… Y entonces le llegaron unos flashbacks de un baño y Marcus diciéndole que quería saltarle encima desde que la vio con el vestido. — La cabeza de la cuñada, ahora mismo, es zona de guerra. — Dijo Lex, con una risita maliciosa señalándola. — Tranquila, si os hubiésemos dejado te habría hecho mellizos, pero era más divertido y menos dramático tocaros la puerta. — Tragó saliva y miró a Marcus con culpabilidad. — No me creo nada. — Aseguró. Mentira. Se lo creía más de lo que estaba dispuesta a admitir. De hecho, decidió hacerse la loca y centrarse en su tía berreando, antes que seguir dándole a la cabeza. — Tata, el lenguaje, contrólate. Uuuuuy, qué mala cara se te ha puesto de golpe. ¿Tan flojita te has vuelto al lenguaje Gallia? — Ella negó, pero su tía insistió. — ¿De qué estaba hablando Andrómeda antes? Casi no hemos hablado desde Pascua. Luego, ¿vale, tata? — Justo lo que necesitaba ahora era contarle todo aquello a su familia. Definitivamente en otro momento.

    Lo bueno de su tata es que siempre se podía confiar en ella para dejar a todo el mundo pasmado por algo con aquella lengua suya, y desviar el tema de la noche, también. — Pues la verdad es que me alegro de que Miranda aprenda cosas como estas.[/b.] — Dijo Andrómeda, mientras le daba cachitos de comida partidos más pequeñitos a Lucas. — [b]¿Como qué cosas, mami? Como a poner la mesa. Bueno, Miranda y el padre… — Dijo con retintín. Molly se reía mientras les echaba pastel del pastor a todos, que la verdad, olía tan bien que no podía rechazarlo. — Querida, yo siempre les hice aprender hechizos domésticos y además a hacerlo manualmente, porque quería adultos funcionales y no vagos crónicos. — Te lo ha explicado, Andrómeda. Fíjate qué infancia más dura. — Ogh, por favor. — Se quejó Erin. — Pero si siempre la ponías el primero y te ibas en plan “mirad, he puesto la mesa yo solito”. Tú no la pondrías porque tendrías las manos llenas de tierra o de pelos de algún bicho. — Ambos hermanos se pusieron a sacarse la lengua y hacerse caras. — Qué bien notar que ya estamos en casa. — Comentó Lawrence con un suspiro, antes de meter el tenedor en el pastel.

    Atendió al intento de riña de Dylan y Miranda y suspiró. — Dyyyylan, ¿qué clase de caballero eres si no dejas tu sitio a una señorita? — Su hermano frunció más aún el ceño. — Yo estoy siempre con mi colega. Pues por eso mismo. Déjale el sitio a Miranda. — Dylan empezaba a tener una vis del carácter que no le conocía, porque siempre había tenido un carácter muy dulce y pacífico. — ¿Con Lex si me dejas sentarme? — Y esa pregunta pasivo-agresiva sí que le delató cien por cien como niño a punto de entrar a la adolescencia. Ella asintió. — Sí, patito, y no te enfades tanto, que estamos de cumple. — Se fue, cual gato mimoso enfadado con su dueño, se dejó querer por Lex y la tata. — Oye, Phillip, si te ha gustado poner la mesa, yo inventé un hechizo por el cual los platos y los vasos viajan hacia donde les mandes con las varitas, para cuando hay mucha gente. Ese mejor lo vamos a dejar para otro momento, que la otra vez que lo hiciste, quedó con lagunillas. — Acalló Molly a su padre, antes de que Alice tuviera que hacerlo. — Ahora sí que estamos todos, ¿no crees, Larry? — Preguntó su tata, inclinándose sobre el hombre y llenándole la copa de hidromiel. — Pues sí, querida, sí, y contigo repartiendo alcohol tenemos la guinda del pastel. Lo cual hace que piense que es un buen momento para un brindis. — Y cogió la copa y se levantó. Alice buscó desesperadamente algo sin alcohol, y a Merlín gracias, encontró el licor de frambuesa sin alcohol de Molly, echándoselo a Marcus primero, antes de que le instaran a coger la hidromiel. — Quiero hacer un brindis no solo porque hace dieciocho años me pusieron en brazos por primera vez a mi primer nieto, el que todos sabéis que es mi heredero en el noble arte que siempre me ha cautivado, sino por el hombre noble e inteligente en el que se ha convertido. Felicidades, Marcus, hijo. — Alice sintió cómo se le humedecían los ojos y levantó la copa al tiempo que todos decían. — Por Marcus. — Bebieron con una gran sonrisa, y se quedó embobada mirando a su novio, de lo perfecto que era.

    Abuelo, ¿tú alguna vez has encerrado a un toro con alquimia? — Preguntó Lex. Ay, eso no tenía buena pinta y ya se estaba tensando. — ¿Un toro, Lex? No, por Dios. Ni cerca de uno he estado.Seguro que sí. — Soltó Molly con un bufido. — Ni a un gusarajo se acercaría. — Lex asintió. — Entonces puede que mi hermano te haya superado ya. ¿No te ha contado su épica hazaña en el bar español? Jojojojojo esto promete. — Dijo la tata levantando la copa en dirección a Lex. — Desde que tienes novio eres de un entretenido, Lexito… — Emma suspiró y se llevó la mano a las cejas con delicadeza. — Pues no, no vamos a esperar a después de la comida.






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    Mar 24 Mayo - 17:11


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    Con Alice| En Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    En cuanto su abuela empezó a servir comida se dio cuenta del hambre que tenía. Claro, llevaría sin comer nada desde la noche anterior, porque no había desayunado nada. Rio con sus tíos y sus primos, encantado de tenerles allí en aquel ambiente tan distendido y diferente al de la mansión Horner. Se sentía como conocer a personas nuevas, conocerles de verdad. Con la riña entre su padre y su tía, rio y se irguió como un niño orgulloso, diciéndole a su tía Andrómeda. - A mí también me enseñó muchos. Me encantaba conocerlos, para ser un mago funcional el día de mañana, como ella bien dice. - Y para pasar el mayor tiempo posible en la cocina. - Pinchó su padre, arrancando varias risitas. Marcus se hizo el digno. - Sí, tengo mucha hambre. Hambre de conocimiento y de hechizos nuevos. - Mi niño es que siempre ha sido un alumno estupendo. - Reforzó Molly, haciendo que él se irguiera como un niño orgulloso al que acaban de darle un halago. Como era Marcus siempre, básicamente.

    Al llevarse el primer bocado a la boca sí que notó el hambre que tenía... Pero también lo revuelto que estaba su estómago. Marcus comía a toda velocidad, casi engullía, y eso fue a hacer, pero al llevarse el segundo trozo a la boca se tuvo que parar y pensárselo dos veces. Uf ¿en serio iba a sentarle mal todo lo que se comiera? Pues vaya cumpleaños entonces. No se acordaría de lo de anoche, pero sí se acordaba de que su abuela Molly tenía dos tartas para él. Dejó el tenedor en el plato y, para disimular, sonrió al comentario de William, respirando hondo. - ¿Estás malo? - Le preguntó su prima. Uf, lo que le faltaba para la resaca, Miranda vigilándole. - ¿Eh? No. - Es que has dejado de comer. - Quiero disfrutar del pastel poco a poco. - Le dijo con una sonrisita, pero Miranda no parecía nada convencida con su argumento. Menos mal que Alice echándole licor de frambuesa en la copa y su abuelo iniciando un discurso desviaron la atención.

    No pensó que este fuera a ser tan emotivo, o quizás él estaba especialmente emocional, o embotado, o algo. Escuchó a su abuelo con una sonrisa cuando empezó a hablar, pero tuvo que tragar saliva varias veces a medida que avanzaba. Se le estaban humedeciendo los ojos sin que él pudiera controlarlo de ninguna manera, y su abuela se levantó de un salto. - ¡AY, MI NIÑO PRECIOSO, QUE SE HA EMOCIONADO! - Ya solo el berrido se le metió en el cerebro, pero cuando su abuela le cogió la cabeza y empezó a acribillarle a besos en la cara sí que perdió la noción hasta de donde estaba. Y, por supuesto, ya estaba llorando ella también. - Si es que eres lo más bonito del mundo, ay. - Ya, abuela. - Intentó detener, y con la voz un poco quebrada y una sonrisita emocionada, miró a su abuelo. - Muchas gracias, abuelo. - Qué cuqui todo. - Apuntó Darren, pero Lex se inclinó hacia su novio y pudo escuchar como le susurraba. - Lo mejor es que ahora está intranquilo con su conciencia. Ya va a empezar con que si no es digno de... - Ejem ejem. - Tosió mirando inquisitivamente a Lex. Que se diera cuenta de que le estaba escuchando.

    Y claro, llamarle la atención a su hermano tenía sus consecuencias. Ojalá supiera a qué se refería. Le miró con el ceño fruncido, porque la pregunta no podía ser más rara, y por las risitas que veía de Darren intuía que iban por él. Y no tenía ni la más remota idea de por qué. Parpadeó, perplejo, cuando su hermano dijo que él se había enfrentado a un toro en un bar español. - ¿Perdón? - Se le escapó una risa nerviosa. - Un toro. - Siguió riendo, nerviosamente. Todos le estaban mirando. Alzó las palmas, devolviendo las miradas de los presentes casi indignado. - ¿Tengo pinta de ponerme delante de un toro? - Y, de repente, se le vino una imagen a la cabeza. Perdió la mirada, congelado en su sitio, pensando. No... No podía ser... Se veía a sí mismo... ¿Dibujando un círculo en el suelo? Sí, sí, ahora empezaba a acordarse. Recordaba las sensaciones, sentirse muy orgulloso de una proeza y repetir... Que era alquimista... Y veía un toro... Pero todo era muy confuso.

    - Y, con todos ustedes, la cara que pone una persona de resaca cuando empieza a acordarse de lo que hizo la noche anterior. - Dijo Violet, provocando risitas alrededor. Marcus negó varias veces con el dedo índice. - No, no no. No hagáis caso a Lex, porque no. - Aún no he dicho nada. - Comentó su hermano, muy tranquilo, con una sonrisilla de superioridad y cruzado de brazos mientras se balanceaba en su silla. - Bueno, ¿vais a explicar ya lo que sea? - Preguntó Arnold, que si bien se estaba divirtiendo, la incógnita empezaba a impacientarle. William rio. - Sí, sí, por favor. Por una vez quiero no ser el peor parado de una reunión social. - Aquí el alquimista. - Empezó Lex, mirándole sin perder la sonrisilla maliciosa. A Marcus se le empezó a acelerar el corazón de puro miedo. - Se enfrentó anoche ni más ni menos que a un toro. - Todos miraron a Marcus desencajado. El propio Marcus se hubiera mirado desencajado a sí mismo de haber podido. - Y, oye, fue impresionante, hay que reconocerlo... - Es... Eso no... - Empezó, ¿pero qué iba a decir? Apenas recordaba nada, y de lo poco que iba apareciendo en su mente... Por Merlín, sí que había un toro.

    - A ver. - Empezó de nuevo, alzando las palmas. Se dio unos segundos, y de repente llegó a términos consigo mismo. - Vale, sí. Ya me acuerdo. Hice... Algo. Hice un círculo. - Bien, vas bien. - Apuntó Lex. Estaba convencido de que Darren no se estaba riendo más descaradamente por timidez delante de su familia política. - Y había... Una especie de ruedo. Pero no era un toro. - Sí era un toro, Marcus. - Bueno, parecería un toro en todo caso. - Era un toro. - Pero de mentira. - Marcus, era un toro. - Lex no perdía la calma en contradecirle y Marcus, por contra, cada vez estaba más nervioso. Miranda le miraba. - Primo Marcus, ¿has matado a un toro? - ¿¿Qué?? ¡No! - Ya Lex y Darren habían estallado a reír, y Marcus les señaló, indignado. - ¡Se están aprovechando de que no me acuerdo para inventarse cosas? - ¿Y por qué no te acuerdas? - P... - Ups. Casi responde antes de darse cuenta de que la pregunta la había lanzado ni más ni menos que su madre.

    - Hija, el por qué no se acuerda, creo que ha quedado ya más que evidente. - Dijo la voz solemne de su hermano, de nuevo levantando risitas y haciendo a Emma suspirar y rodar los ojos. Su abuelo le miró. - Tengo curiosidad real por saber como se vence a un toro con alquimia. - Venga, alquimista, explícale al abuelo tu gran hazaña. Ayer estabas muy convencido de que iba a estar muy orgulloso de ti. - Siguió pinchando Lex. Marcus bufó. - Abuelo, de verdad que ha tenido que haber un error... - ¿Pero no iban a condecorarte y tod...? - Lex. - Cortó su madre. - Deja a tu hermano. Que está pasando un mal rato. - Lex se limitó a callarse pero sin perder la sonrisilla y dejar de mirarle. Marcus parecía un niño arrepentido de una travesura, mirando a su abuelo con disculpa. - Venga, yo lo cuento. - Se animó Darren, sonriente por no echarse a reír. - Señor O'Donnell, entramos en un bar español y su nieto, que estaba muy contento anoche... - Miró a Miranda. - ...Porque era su cumple y acababa de graduarse. - Puntualizó con dulzura. A la niña le pareció plausible, y Darren se giró de nuevo al abuelo. - Decidió que quería participar en el reto de ese bar, que era muy difícil y nadie se atrevía. El reto era vencer a un toro utilizando cualquier medio que quisieras. A ver, no era un toro real, era un espectro. - ¿Ves? - Chilló infantilmente Marcus, mirando a su hermano. El otro soltó una carcajada suspirada. - Era talmente un toro. - Un espectro. - Un espectro de toro. - Pero no era de verdad. - Pero lo parecía. - ¡Vale! - Cortó Arnold, y luego miró al Hufflepuff. - Continúa, Darren. - Pues eso. - Obedeció, sin perder la sonrisa. - Marcus, que estaba muy muy contento, por la cantidad de motivos que llevaba para estar contento... - Marcus se frotó la cara con las manos mientras Lex disimulaba muy mal que estaba muerto de risa. Vaya si era discreto Darren con las analogías... - Dijo que él podía vencer al toro. Cogió un taburete de madera, lo colocó en el ruedo, y le hizo al toro: ¡EH! - Mentira. - Verdad. - Le contradijo Lex, llorando de la risa. - El toro podía embestirte. Marcus empezó a dibujar un círculo en el suelo y, cada vez que el toro se acercaba, ¡PUM! Le echaba un ¡Protego!, pero en plan. - Se puso medio de pie e hizo una floritura. - "¡Protego!" - Marcus le miró con los ojos entrecerrados. Ni bajo tortura pensaba reconocer que eso sonaba demasiado a algo que él haría. - Y cuando terminó el círculo, hizo, ¡bam! Y lanzó el taburete en el centro y, ¡FUM! Se convirtió en una jaula enorme de madera y, ¡hala! Toro dentro. - Todos los presentes le estaban mirando con los ojos como platos. Marcus negó, con la mirada perdida. Qué vergüenza, por Dios...

    - Juradme que eso es verdad. - Preguntó William, sin dejar de mirarle. Lex asintió. - Lo juro por los Montrose Migpies. - ¿Los quién? - Preguntó Miranda, pero nadie contestó. - ¿Has enjaulado a un toro con alquimia? - Preguntó su padre, asombrado. Marcus se encogió. - Era un espectro. Nunca me enfrentaría a un toro de verdad. - Miró a su abuelo con arrepentimiento. - Abuelo, no quiero no ser el hombre inteligente que has descrito... - Adiós, ahora drama... - Suspiró Lex, pero Marcus seguía. - Nunca malusaría la alquimia. - Pero Larry soltó una carcajada. - ¡Pero muchacho! ¿Has visto las caras de todos los presentes? - Marcus miró a su alrededor. Esperaba encontrar decepción, pero todos parecían... ¿Sorprendidos? - Si sigues queriendo casarte con mi hija, ahora mismo empezamos. - ¡William! - ¿Eh? - Su padre había reñido a su suegro, pero Marcus se había quedado confuso con la afirmación. Tras unos segundos de murmullos y confusión por su parte, Violet salió de su silencio para mirar a Alice. - ¿¿Y no te lo tiraste?? - ¡¡¡VIVI!!! - Por Dios... - El regaño de Erin se había mezclado con el asqueado suspiro de Emma y la aspiración exclamada de Andrómeda, que se tapaba la boca con ambas manos y luchaba por no echarse a reír, mientras a Phillip se le salían los ojos de la cara mirando a Violet. Miranda había fruncido el ceño y estaba en proceso de mirar a sus padres, pero Dylan la paró para decirle. - Toma, estos son los mejores sándwiches. - La niña notó el deliberado desvío de atención y Marcus se tapó la cara con las manos, porque ya hasta Dylan se estaba dando cuenta de lo que él NO quería que NADIE hablara de él. Violet negó e, ignorando a todos, añadió. - Empiezo a dudar seriamente de que seas mi sobrina. -




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    Mar 24 Mayo - 18:37


    The birthday boy
    CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Que Marcus perdiera apetito y velocidad de comer era preocupante, garantizado. Pero que Lex y Darren cada vez estaban más dispuestos a hablar de la noche anterior en medio de la reunión era bastante más preocupado. Para, Lex, si no quieres que me echen de aquí para siempre, pensó muy fuertemente a ver si tenía algún efecto. — Tranquila, si creo que ya saben cosas. — Dijo el otro de la nada, mirándola. Vale, más delatador cuando puedas. Se rascó al frente incómoda, pero, quizá por ser el del cumple, o por la falta de costumbre de que la liara con nada, las miradas se las estaba llevando su novio.

    Lo del toro, eso sí, la traía por la calle de la amargura, porque empezaban a venirle flashes y… Se puso muy muy cachonda con aquello. Marcus habría hecho un uso poco recomendable de la alquimia, pero ella iba a quedar como la guarrona que era cada vez que Marcus hacía un pinito de más. — No era un toro. — Aportó ella, quizá levantando un poco de más la voz. Carraspeó, porque ahora las miradas estaban ellas. — Era un espectro, que si te atravesaba te dejaba una mancha roja pero no era peligroso. — Se rascó un poco la nuca y suspiró. — Vamos, que peligro no había. A Peter le atravesó cincuenta veces. Cómo no. — Dejó caer Emma con resignación. Pero peor fue cuando preguntó por qué no se acordaban. Pues porque para entonces ya habían estado en el francés, dándole fuerte al champán… Maldito champán, todo era culpa del champán.

    Escuchó el relato de Darren, bebiendo mucha agua mientras tanto, a ver si así se le pasaba más rápido. — Bueno no eran tantos motivos, a ver si dejamos de agrandar el relato. Es que hemos dormido muy poco.Yo creo que tampoco os ha sobrado tiempo precisamente. — Aportó Emma con retintín. Ay, por todos los dragones, su primer cumpleaños de novia oficial y no había dejado de meter la pata. Los detalles de la transmutación cada vez eran más claros y cada vez recordaba más cómo de desesperada estaba por llegar a un lugar donde poder hacerle de todo a Marcus después de aquella hazaña. Eso solo podía ponerse peor. Y su padre mejorándolo todo, claro. — Papá. — Advirtió, aunque todos se estaban riendo o conteniéndose la risa, menos Emma. Phillip estaba hasta rojo. — ¿Qué? Si es que estoy muy orgulloso de mi yerno. — Y… Efectivamente, y tras lo que dijo Larry, se dio cuenta de que todos estaban sorprendidos. Y a ver, que ella estaba muy orgullosa de su novio… Quizá no tan orgullosa de las circunstancias y de lo que hicieron a continuación, o ella creía que podrían haber hecho. Por Merlín, que me digan de una vez si lo hicimos o no, que no sé si estoy a tiempo de tomarme la poción. Dylan, ¿aún llevas la libreta? — Preguntó de repente Lex. Su hermano asintió y le pasó la libreta y el boli, a lo que Lex escribió muy rápido. — Oye, esta cosa es útil. Mamá lo usaba siempre, se llama boli. En América se los robaba a los muggles. — Explicó su hermano, volviendo a ser por un momento ese angelito adorable. Lex le pasó el papel que ponía, en aquella letraja de Slytherin pasota “¿Crees que te hubiera dejado acostarte sin tomarte la poción? Deja de pensar a gritos en alarma, que no me dejas ni oír a los demás”. Levantó la mirada, entre agradecida y un poquito harta a la vez y pensó pues a tu hermano no se le había ocurrido hasta Navidad, no es como que la vayas a usar mucho, pero bueno, lo dejó pasar.

    Una frase de su padre la hizo dar un respingo. — ¿Que si qué? Claramente la boda exprés no entraba en sus planes. — Dijo su tía señalándola con el pulgar. — Yo te veía muy dispuesta anoche, pajarito. ¿De qué estás hablando, papá? — Preguntó, ya molesta, porque no entendía nada. — Bueno, anoche no, esta mañana a las seis y cuarto, cuando habéis llegado, Marcus me dijo que estaba dispuesto a casarse ahí mismo contigo, y que yo oficiara la boda. — Molly estaba tapándose la boca fuertemente para no reírse a carcajadas y Alice les miraba a todos alucinada. Andrómeda estaba hasta llorando. — Perdón, es que es demasiado antiprotocolario para mi sobrino como para que no me muera de risa. — Se excusó, cuando se dio cuenta de que la estaba mirando. — Pero vamos, que si te los estás pensando… — Iba a responder, pero ya tuvo que salir Violet. — ¡Tata! — Le llamó la atención, mirando acto seguido a Miranda, que había sido distraída al punto por su hermano. Menos mal que ya se podía contar con él para esas cosas. Pero nada, su tata insistiendo. — ¡Estábamos en un bar! — Parecía mentira que tuviera que aclarar eso, pero es que encima Lex y Darren empezaron a hacer pedorretas. — Si quieres te contamos qué tal os fue en el francés y luego en el Cariiiibe.Eeeeeeso Cariiiibe. — Coreó Darren a su novio. — ¡Bueno ya está bien! Os estáis pasando. — Dijo muy roja. — Alice, si es que llegasteis que no era normal. ¡Papá ya vale! No os creo nada. Vale, queréis darnos un escarmiento por beber, pero ya. — Dijo molesta, apoyándose en la mesa y tapándose la cara. — ¿Yo por qué iba a mentirte, pajarito? Tú has sido mucho peor. — Acusó, ya a la defensiva. — Y yo peor aún. Pero yo me lo habría… Bueno, ya vale, Vivi. — Cortó Emma, que era la única ante la que demostraba algo parecido al respeto a la autoridad. — ¿Qué pasó en el Caribe? — ¿Y ahora preguntaba? De verdad que no entendía nada. — Pues que Lex ganó al juego de los cocos, y Marcus y Alice intentaron quedarse solos, porque Marcus había conseguido deshacerle el hechizo del vestido que le habían hecho para bailar en el escocés… — Narró Darren. — Tenía que habérseme ocurrido algo así para Violet. — Dijo Emma con un suspiro, haciendo que todos ya se rieran abiertamente. — Y nosotros fuimos a molestar, básicamente. — Claro, así venían queriendo ver las estrellas. — Ya ni se quejó de su padre, ni quería saber a qué se refería, solo dejó la cabeza gacha. — Bueno, venga, no seáis así, que todos habéis sido jóvenes y habéis tenido novios y novias. — Yo no. — Dijo Phillip. — Hasta que conocí a Andrómeda estaba a otras cosas, y me hubiera muerto de miedo de que me pillara mi padre. — Molly le señaló. — Pues mira, un comportamiento tóxico que hemos quitado de la historia familiar. Yo no tenía… — Empezó Erin. — Hija, no me hagas hablar, que una es discreta pero no tonta. — Le advirtió Molly, lo cual hizo reír a Vivi. — Te tiene calada, amiga.Nos. — Le recordó Erin en un susurro agresivo. — Yo tuve una resaca parecida. No encerré toros, pero sí hice un poco el ridículo delante de todo un pueblo que ya me consideraba el rarito, haciendo lo que yo creía que era bailar, con la chica que acababa de dejar plantado a su prometido, en el día que debía de haberse casado. — La risa de Molly se volvió más fuerte y contagiosa. — Eso en nuestros tiempos era un escándalo. Y ya cuando se presentó en la puerta de mi casa sin avisar, para que queríamos más. — Ambos se miraron y rieron. — Y con nosotros también se metieron por eso nuestras familias. — Admitió la abuela. — Y a mí me dolió la cabeza todo el verano. Qué ritmo llevaban con alcohol, por todos los cielos. — Se rio Larry. Menos mal que habían movido un poco el foco. Siempre se podía confiar en los abuelos para eso.







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    Jue 26 Mayo - 6:33


    The birthday boy
    Con Alice| En Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Un toro, un espectro de toro, qué más daba. Esa cosa te podía atravesar y él se había puesto delante. Empezaban a llegarle flashes de la noche anterior, pero el único espectro que recordaba, y un tanto borroso, era el de la francesa, y ya solo ese le daba un poco de repelús, cuanto menos... Un toro... - Me he puesto delante de un toro. - Murmuró como ido, masajeándose las sienes con la mirada perdida, mientras los demás seguían riendo y hablando entre sí. Definitivamente, había perdido el control la noche anterior. Y, al parecer, eso fue después del francés, y al francés no fueron tan tarde. Por Merlín, si eso lo había hecho casi al principio de la noche, ¿qué hizo después?

    Entornó los ojos hacia arriba para escuchar el relato de William de la noche anterior. Le estaban entrando hasta escalofríos por el cuerpo. Por favor, que no dijera que empezó a hacer cosas de borracho delante de su suegro... Pues sí, eso es exactamente lo que hizo. Se tapó la cara con las manos y se encogió como un armadillo, dando con las manos en la mesa, mientras escuchaba las risas de fondo. Respiró hondo y se armó de valor para destaparse y mirar a William. - Lamento mucho mi conducta, señor Gallia. - Ah, no, ahora no me vengas con señor Gallia, que eres tú muy listo. - Dijo el hombre entre risas, negando con el índice. ¿Se podía morir ya? Porque se quería morir, vamos.

    Por supuesto, Lex y Darren tenían más historia que aportar. - No hace falta. - Dijo cortante y con los dientes apretados y los ojos muy abiertos mirando a los dos chicos. Pero no lo hicieron ni caso, faltaría más, aunque Alice también pidió zanjar el tema directamente. Estaba demasiado avergonzado como para atender directamente el conflicto entre los Gallia, solo escuchaba de fondo con la cabeza gacha, las manos entre las rodillas y echando aire por la boca en silencio, hinchando los mofletes, como un niño al que le están regañando y sabe que lo ha hecho todo mal. - Empieza a darme un poco de pena en realidad. - Oyó que Lex le decía a Darren, con un puntito malicioso, y Marcus levantó la mirada hacia su hermano súbitamente y con el ceño fruncido. Eso solo provocó más risas. - Algún día me vengaré. - ¿Y qué vas a hacer? ¿Encerrarme en una jaula de madera? - Le dijo su hermano muy chulito, pero le estaba viendo la mala cara a Marcus y se retractó un poco, diluyendo la risilla, disimulando y comiendo. Sí, que no jugara con él, que Marcus también era Horner y podía tener muy mala leche si le tocaban la tecla equivocada.

    Por un momento parecía que se había desviado la conversación, pero no. Y claro, la pregunta la había hecho su madre, así que como para no contestar. Eso sí, Darren (como todo el mundo) se impresionaba más ante su madre que ante el resto, pero ni por esas no narraba con todo lujo de detalles, detalles que a Emma claramente no le iban a gustar. Cuando dijo lo del "juego de los cocos" para Marcus lo más preocupante fue que no tenía ni la más remotísima idea de a qué se refería. Por Dios, qué desagradable no recordar lo más mínimo, ¿de verdad había visto eso? Es que no tenía ni una mínima idea... Ah, claro, puede que no lo hubiera visto. Porque, por desgracia, empezó a recordar conforme el relato avanzaba, y tuvo que tragar saliva, de nuevo con la mirada perdida, parpadeando como si se hubiera mareado y tuviera que recentrarse y cogiendo agua para beber, porque hasta el licor de frambuesa se le iba a atragantar a ese paso. El hechizo... - Hombre, imagino que para alguien que ha enjaulado a un toro con alquimia, un hechizo así no debe tener demasiado misterio, ¿verdad que no? - Comentó William, con su sonrisilla socarrona y cruzado de brazos, retrepado en la silla. Ya hasta Arnold se reía, ni se molestaba en parar a su amigo, y claro, un William imparable era un William que no callaba. - Ese talento lo ha heredado de ti, Emma. - Dijo mirándola. Su madre tenía los ojos entornados hacia arriba como si estuviera rogando paciencia a todos los seres del universo, pero eso ya fue la gota que debió colmar el vaso del aguante de su tío Phillip, que rompió en una fuerte carcajada, tapándose los ojos que claramente le lloraban. Marcus le miró con un punto de decepción, como si esperara que al menos la parte Horner de esa reunión se comportara. Pero no, su tío debía estar encantado con la evidente ruptura de protocolo y evidenciación de su hermana.

    Y lo peor era que había niños delante. Por Lucas no importaba, porque no tenía aún edad para enterarse de nada, solo se reía automáticamente al ver a todos reírse. Por Dylan, al parecer, tampoco había que preocuparse ya en exceso, en vistas de que no solo no parecía espantado sino que deliberadamente desviaba la atención. El problema era Miranda, que ya miraba a unos y a otros y parecía poder vérsele los engranajes del cerebro funcionando a toda velocidad para intentar pillarlo. Cuando Phillip se echó a reír, y Andrómeda también, la niña les miró demandantes, y luego miró a Marcus, que tenía ganas de todo menos de reírse. El comentario del hechizo le hizo abrir mucho los ojos, y en una de esas, oyó a Dylan decir. - Creo que el colega ahora preferiría tenerme a su lado a mí. - Provocando que Lex y Darren se murieran de risa. Marcus miró a Dylan como si le hubiera traicionado. ¿Qué había sido del dulce niño que le tenía en un altar? Ahora se metía con él. Oh, Dios, ya mismo iba a empezar a comprender qué hacía con su hermana y, al parecer, en qué condiciones había intentado hacerlo la noche anterior. Faltaban días, horas, minutos para que ese niño que tanto le admiraba le perdiera el respeto.

    Su abuela trató de desviar la conversación. Ah, sí, esa sí que le defendía de verdad, era como mamá pollo saliendo al ataque si le tocaban a los polluelos. Lo hizo a su manera, no obstante, poniéndose a ella misma y al abuelo en el foco de los comportamientos inapropiados a causa del alcohol, lo cual desdramatizaba un poco su historia. Al menos sonrió y rio un poco a lo que su abuelo narraba, si bien se le antojaba imposible percibirle como alguien que hiciera el ridículo o que fuera el "rarito" del pueblo. Rieron y el ambiente se relajó ligeramente, al menos hasta que Lex dijo. - Eh, en favor de Marcus hay que decir que estuvimos en un irlandés. - Y en favor de Lex, que lo eligió él tras ganar la prueba de los cocos. - Dijo Darren con cariño, mirándole, y hubo un intercambio de miradas muy tierno entre Lex y Darren que apenas duró un segundo pero que era fácil de captar. También captó a su tío mirando a Andrómeda de reojo como si le sorprendiera el hecho de ver amor real entre su hermano y Darren, pero bueno, supongo que era cuestión de que se acostumbrara. - Es que mis niños llevan Irlanda en la piel, como debe de ser. - Celebró Molly, bien contenta, juntando las manos con adoración y mirándoles a ambos... Pero claro, Lex no iba a aprovechar para meterse de nuevo con él. - Marcus se comportó como un verdadero irlandés, entrando por las puertas gritando, FÁILTE. - ¿Pero no era él quien entraba? - Preguntó confusa Erin, mientras todos los de la mesa (y los Gallia, porque por qué no) que sabían irlandés se echaban a reír a carcajadas. - ¿Qué significa? - Preguntó Andrómeda, curiosa y con una felicidad en la cara que Marcus nunca le había visto. Lástima que estuviera siendo a su costa, visto lo visto. - "Bienvenidos". - Respondió Lex entre risas, y luego añadió. - Y, como buen irlandés, se pidió una pinta y fue clamando por ahí que eso de licor de manzana sin alcohol era una mierda... - ¡Eh! Yo no hablo así. - Y que a él que le dieran licor de espino. - ¡Ese es mi niño! - Celebró su abuela, pero Marcus ya estaba negando. - Que no, que no. Que no bebí tanto, no no... - Es verdad, la pinta no te la bebiste. Dijiste que estaba asquerosa. - Eso sí ofendió a Molly, que le miró con la boca muy abierta, y Marcus taladró a Lex con los ojos como platos. - ¡Que yo no soy tan ofensivo, te estoy diciendo! - ¿Entonces en qué quedamos? ¿Bebiste o no? - Marcus se quedó un tanto como pez fuera del agua, boqueando, hasta que saltó la persona que no esperaba ver saltar.

    Miranda se puso de pie de golpe, dando con las palmas en la mesa (le pegó un susto, de hecho, tenía las capacidades demasiado mermadas y los reflejos no le iban muy rápido) y dijo a Lex con voz chillona. - ¡Ya vale! ¡Es el cumple del primo Marcus y meterse con él está muy feo en su cumple y no está bien porque tiene que estar contento y te estás metiendo con él! - Dijo muy autoritaria, y sus padres no la pudieron ni regañar, porque lo único que provocó fue risitas adorables. Eso solo enfureció a la niña más, y ella frunció el ceño. - ¡No me gusta esta falta de protocolo! - Eh, eh, ya me acuerdo. - Dijo Marcus entonces, a quien la defensa de su prima pareció inspirarle. Se giró a ella y le dijo. - ¿A que Lex se merece que me meta ahora yo con él? - ¡Sí! - Pues acabo de acordarme de una cosa. - ¡Vaya! ¡Una cosa! - Dijo burlona Violet. Tras las risas, Marcus miró a Lex y le señaló. - Sé de uno que se puso a cantar una canción de un grupo muggle encima de una mesa. - Darren se rio, mientras Lex le devolvía una mirada desafiante y una sonrisa torcida. - ¿Por qué iba a ser eso un recuerdo real y no un intento tuyo de inventarte algo para vengarte de mí? - Porque te recuerdo perfectamente... ¿Cómo era...? - Intentó entonar la canción en un murmullo, y ya a Lex le iba temblando la sonrisilla. Miró a Alice como si quisiera que le siguiera la canción. - Era... Everybooody... Algo así... - Me extrañaría que te acordaras justo de eso, que vino después. - Desafió Lex, y a Marcus se le abrió la mente súbitamente. Señaló a Darren. - Y tú estabas con él. Conoce la canción por tu hermana. ¡¡Ya me acuerdo!! Tú estabas cantando, y tú estab... - Va, Marcus, no inventes. - Zanjó Lex, y la mirada inquisitiva que le lanzó fue tan obvia que ahora el foco se movió directamente a los dos chicos.

    - Uuuuuuhhhh momento de poner en evidencia a los gaaaaaays. - Empezó a pinchar Violet, llevándose un tortazo en el brazo por parte de Erin y haciendo que su madre se removiera en el asiento y su tío Phillip volviera a mirar a Andrómeda como si estuviera viendo una obra de teatro insólita. Darren carraspeó un poco y, con una sonrisilla nerviosa, se removió y dijo. - Molly, esto está de muerte... - ¡Mira como cambia de tema! - Acusó Marcus. - Mejor no hablamos de los muchos discursos que diste anoche encima de mesas. - Atacó Lex, dejando a Marcus de nuevo pensando. - Quien dice discursos dice exhibiciones. - Puntualizó, mirando esta vez a Alice. - ¿O te crees que la primera vez que dijiste en la noche que te ibas a casar fue delante de William? - ¡Anda! ¡Con pedida pública y todo! Y yo perdiéndomelo. - Dijo su suegro, que se estaba divirtiendo mucho con el relato. Violet soltó una carcajada. - Mira como han desviado el tema, ya tuvo que ser vergonzoso lo de ellos para que sea peor que lo que están contando. Y solo se me ocurre un striptease. - Ya iban a regañar a Vivi otra vez, pero el silencio incómodo de Lex y Darren fue tan delator que Vivi abrió los ojos como platos, se inclinó sobre la mesa levantándose de la silla y chilló. - ¡¡POR MERLÍN!! ¿¿FUE UN STRIPTEASE?? - ¡Empezó Bradley! - ¡Mentira! ¡Empezaste tú! - Se excusó Darren, a lo que Marcus contraatacó. Darren alzó las palmas. - Solo me desabroché la camisa, lo juro. - Emma suspiró sonoramente y se frotó la frente. Bueno, al menos estaba teniendo parte de su venganza.




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    CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Y, cómo no, su novio se creía todas las tonterías de su padre, y ahí estaba, pidiendo perdón, pareciendo aún más culpable. Y como todo buen Slytherin acorralado, ya empezaba a sacar las ansias de venganza contra su hermano, el cual, como buen Slytherin también que era, respondió retándole. Pues sí que se iba a hacer larga la comida. Y no sabía ella cuánto, porque el comentario de su padre al hechizo del vestido, rematado con la mención a Emma y la risa sincera de quien no había visto jamás un buen caos Gallia en una comida, la hicieron derrengarse en la silla y taparse la cara. Por Merlín, iban mal, muy mal. Tan mal que su hermano se había sumado al escarnio público, pero Alice le miró y le dijo. — Algún día vas a necesitar que te saque las castañas del fuego delante de la familia, y ese día te voy a recordar esta comida. — Su hermano se encogió de hombros y se rio un poquito, como quien dice ”dale dale”. Sí, él tenía más cosas que contar suyas que ella de él, pero la vida es muy larga, y ya la buscaría, ya.

    Se acordaba más o menos de lo del irlandés, y vagamente de lo del licor de espino y manzana… Sí, aquella pugna le era familiar, pero no aportó más. Eso sí, Molly O’Donnell debía ser la única persona de la familia dispuesta a defenderles y a alegrarse de que se emborracharan tanto. A ver, a ver, intentó recapitular. Llegaron al irlandés, sí, ¿y antes? Antes fue… El propio Lex o Darren quien les dijo que se iban al irlandés y ella estaba MUY enfadada en ese momento… ¿por qué? Oh. Oh. Ahora sí. El Caribe. Ahora lo entendía todo. Oh, por favor, si había alguna entidad que quisiera apiadarse de ella, que nadie se enterara de lo que pretendían hacer en el Caribe.

    Aquella entidad pareció ser Miranda, que no solo sacó el protocolo en el mejor momento posible, sino que reactivó algo en el cerebro del cumpleañero, munición que podían utilizar. — ¡Eh! ¡Eso era! Roooock your boooo… — Y entonces se acordó y abrió mucho los ojos. — ¡Eso precisamente estabas…! — Pero vio la cara de Lex y se calló. Porque ella era buena. — Ahora sabes lo que se siente. — Pero tarde, porque su tata ya se había subido a aquel barco, y al final se acabó destapando, nunca mejor dicho. — Claro, echadle la culpa al Gryffindor, qué clásico. — Se quejó Erin. — A ver, en honor a la verdad, las locuras las suele empezar Peter. — Aportó Alice, conteniéndose la risa. — Tú no te rías tanto, que no me gustaría comentar comiendo lo que estos ojos han visto de ti, y no porque me lo estuvieras enseñando a mí precisamente. ¡Oh, por favor! — Se quejó Alice, diciéndole con enfado. — Qué ofensivo. Esto no está bien, nada bien. — Suspiró Arnold. Pero nada, volvían a lo de las peticiones públicas. — Oye, a ver, que os recuerdo que los tres padres de aquí le organizasteis unas pruebas de pedida medievales a Marcus en La Provenza. Si quiere decir por ahí que a ver si se casa conmigo pues… Dejadle. A los dos nos parece bien. — Su padre dio una palmada. — Pues vamos a ello.Papá, para, sabes perfectamente a qué me refiero. — Le advirtió, levantando la mano. — Y es muy triste que nos estéis haciendo pasar esta vergüenza cuando deberíamos estar hablando de las cosas bonitas de la noche. Sí, no nos acordamos de muchas cosas, pero precisamente confiábamos en que vosotros nos las contaríais sin avergonzarnos y echaríamos buen día, pero bueno, si es que no queréis pues nada. — Ahora Lex y Darren estaban con la cabeza gachilla, como pensándose qué decir. — ¿Os lo habéis creído? Es una táctica más vieja que la tos, lo de hacerse muy fuerte la ofendida para que os sintáis mal. — Dijo Vivi señalándola. — Se ha notado a kilómetros. — Ella miró a su tía hecha una furia y se hizo un silencio bastante pesado en la mesa. — ¿Y… Lo de los streaptease lo hacéis a menudo? — Preguntó Phillip de repente. Todos se giraron de golpe a él. — Ay, Phillip… — Suspiró Andrómeda, pellizcándose el puente de la nariz. — Dices unas cosas… Estoy preguntando. — Se excusó, con voz de niño que ha hecho algo mal. — Pues no, tío, no solemos hacer streptease, no porque… Bueno, Alice tiene razón. — Cortó Emma. — Habladme de la parte, vamos a decir, “blanca” de la noche. ¿Dónde fuisteis? ¿Dónde hay tantos bares mágicos? Pues no te lo vas a creer pero… En el callejón de la feria de navidad. — Dijeron Vivi y Erin a la vez. Todos se quedaron mirando a la segunda. — ¿Qué? Una también ha sido joven. Y me ofende un poquito que no os extrañe ni un poquito que yo sí lo conozca. — Bueno, el caso es que empezamos en uno chino, con chupitos de dragón, o algo así… — Uf, los he probado, terrible, alcohol de quemar. — Aportó Vivi, y todos la miraron. — Vale, ok, lo pillo, soy una golfa. ¿Qué es una golfa? — Preguntó Miranda. — Algo que no debes decir. — Zanjó rápido Andrómeda. — En cada bar había una bebida y un reto. El primero era como con anillos de fuego y lo ganó Poppy, y, como quien ganaba elegía el siguiente bar, eligió el escocés, y ahí gané yo con los cuadraditos de bailar, y por eso me tuvieron que hacer el hechizo. ¿Y qué elegiste? — Preguntó su padre. — Pues el francés si había, ¿no? — Aportó Molly, a lo que ella asintió. — Pues yo hubiera elegido algo raro, en plan… Nueva Zelanda o Kuala Lumpur, lo otro ya lo conozco, y con esos nombre, deben hacer cosas muy locas. — Y aquella chorrada de su padre, valió para que toda la mesa estallara en carcajadas, haciendo hasta llorar a Andrómeda. — Este hombre… — Decía tratando de controlar las risas. — Oye, ¿en el francés sigue la tiparraca aquella que te roba la pareja de baile? — Preguntó Vivi. Erin tuvo un escalofrío y arrugó el gesto. — La toqué una vez y me valió para salir huyendo, al diablo el juego. — Lex, hijo, ¿bailaste con una espectro? — Preguntó Arnold, conteniendo la risa. El chico negó. — Yo como la tita Erin, no quería verla ni en pintura. — Dijo haciendo otro gesto de asco. — Era un espectro amable. — Dijo Darren con adorabilidad. Bueno, eso ya sí se parecía un poco más al tipo de comida que ella quería.





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    Sáb 28 Mayo - 15:35


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    Con Alice| En Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Se cruzó de brazos y asintió fuertemente como un niño indignado cuando Alice dijo que, si quería ir por ahí diciendo que se casaría con ella, lo podía hacer. - Si he podido vencer unos aros de fuego... - Y a un toro. - Apuntó Lex, socarrón, haciendo a Darren taparse la boca mientras se reía como una ratilla. Marcus le miró apenas un segundo con los ojos entrecerrados, pero volvió a su digno discurso. - ...Puedo decir que quiero a Alice y que quiero casarme y pasar toda mi vida con ella. Ni que fuera sorpresa para nadie a estas alturas. - Lo dicho, cuando se metían mucho con él, Marcus acababa tomando la estrategia de tirar para adelante y hacer de la propia burla su defensa. Hasta ahora no había tenido mucha defensa posible, pero ya eso sí podía usarlo a su favor. Por supuesto, mientras los demás hacían pedorretas y burlas por sus (según ellos) cursilerías, su abuela Molly en seguida empezó a murmurar con adoración lo bonito que le parecía y lo buenísimo que era su niño, aunque la que le miró con más ternura y confesó lo que le parecía en voz alta fue Andrómeda. - Qué bonito. - Y por el tono se notaba que se le había escapado del corazón totalmente. Miranda miró a su madre. - Mamá ¿el primo Marcus se va a casar? ¿Pero esto no era un cumpleaños? - La mujer rio. - Se refiere a más adelante, cariño. Solo lo ha dicho en público porque quiere mucho a Alice. - Estaría resacoso, pero aún sabía reconocer un tirito.

    A su hermano y a su cuñado se le cortó la tontería cuando Alice les dijo que no tenían por qué meterse con ellos. Pues efectivamente, él solo había celebrado su cumpleaños y su graduación, ¡ni que fuera un crimen!... Bueno, puede que se sintiera bastante avergonzado en estos momentos por haberse pegado semejante festival descontrolado, cosa que no iba nada con él, ¡pero no tenían por qué dejarle en ridículo delante de toda la familia, igualmente! Para él estaba bastante justificado el mosqueo de Alice, pero Violet no tardó en dejarla en evidencia... Vale, sí, puede que fuera una estrategia, pero él no pensaba bajarse de ese barco. - Tiene toda la razón. - Mira como defiende a la futura esposa. - Se burló Erin, arrancando risillas. Vaya, su tía o no hablaba o se sumaba al carro de las bromitas. Arnold suspiró, cruzándose de brazos y echándose hacia atrás. - Venga, hijo, menos indignarse. Todos nos hemos emborrachado de jóvenes y los adultos nos han puesto en ridículo. Os toca. - Pues no os veo meteros con aquellos dos. ¿De verdad os creéis que no bebieron nada? - Aseguró, señalando a Lex y Darren. Su padre se encogió de hombros. - No acabaron tan mal como tú, y es tu cumpleaños, eres el protagonista. - Como siempre, y bien que le gusta. - Pinchó Lex con recochineo. Antes de que pudiera protestar, Violet añadió algo. - Y siempre es más divertido meterse con don perfecto. Ese chaval de ahí no tiene pinta de que le importe reconocer que le encantan las fiestas de vez en cuando, ¿a que no, chico Hufflepuff? - ¡En absoluto! - Dijo contento Darren. No, si es que así no se podía...

    Eso sí, lo que casi corta el rollo fue ese comentario tan tenso, pretendiendo sonar normal y adaptado a la situación y logrando radicalmente lo opuesto, de su tío Phillip. Marcus miró a Lex de reojo y ya le estaba viendo mala cara y el ceño fruncido. A saber lo que andaba pensando su tío. Casi que prefería que siguieran metiéndose con él a arriesgarse a un cabreo de su hermano, no quería acabar mal el cumpleaños para una vez que estaban todos. Su madre atajó el tema rápido, igualmente, pidiendo que hablaran solo de lo bueno. Empezaron a narrar y, sí, del chino se acordaba. En un segundo, Violet dijo la palabra "golfa" y Miranda la duplicó, haciendo que Marcus la mirara súbitamente y, justo después, entornara los ojos hacia Lex, Darren y Alice. Se tuvo que contener de echarse a reír, tapándose discretamente la boca para taparse una sonrisilla, bajando la cabeza y aprovechando para comer, aunque con las comisuras de los labios luchando por subirse. Mientras iban narrando, Marcus intentaba recopilar. Vale, el chino lo recordaba. El escocés, también. El francés, también... Ya a partir del francés empezaba a perderse.

    Lo del espectro lo recordaba. Chasqueó la lengua y, aunque Darren intentó defenderla, dijo. - Bueno, eso de amable... - No como el toro. - Frunció los labios mirando mal a Lex, pero volvió a girarse a Darren. - Tenía una risa un tanto... Escalofriante. - ¿Dónde fuisteis luego? - Preguntó Arnold, curioso. Darren continuó. - Ganó Cedric Greengrass y eligió el español. Ahí fue donde Marcus ganó el reto. - ¿Y qué elegiste? - Le preguntó su padre directamente a él, y Marcus pensó durante unos segundos. - Eemm, pues... - Lex y Darren le miraban con risillas. Su hermano dijo. - Una pista: en el bar que tú elegiste fue donde gané el juego de los cocos. - Y ahí cayó, y el cambio de su cara le delató. Ya Lex y Darren se echaron abiertamente a reír. - No se me ocurre ningún país que pueda dar tanta vergüenza. - Preguntó Phillip, que no podía evitar mirar con curiosidad investigadora a Darren y Lex. El primero le dio al segundo un golpe en el brazo entre risas y dijo. - Va, ya lo decimos nosotros. A la de tres. - Marcus rodó los ojos con la estúpida ficcioncita de esos dos, que cuando acabaron de contar, dijeron al unísono y con un bailecito ridículo. - El Cariiiiibeeeee. - Y se echaron a reír. Y, por supuesto, le acompañaron los demás.

    Ya estaba empezando a recibir preguntas de incredulidad. Alzó las manos. - Lo hice en honor a mi novia. - ¡Ah, la prometida otra vez! - Se te empieza a repetir la excusa. - Se burlaron Violet y Erin respectivamente. Molly chistó. - Dejad a mi niño tranquilo, que es todo un caballero y tiene unos gestos preciosos. Tú sigue, cariño. - Gracias, abuela. - Dijo muy digno. - Alice y yo llevamos años soñando con un hermoso futuro juntos. - ¿Ah sí? - Pinchó Arnold. - Pues sí. En carácter de amigos antes, por supuesto, hasta que aclaramos nuestros sentimientos. - Que son muy puros. - Purísimos. - Enfatizó, devolviendo la mirada a Lex tras su comentario. Siguió. - Y cuando éramos pequeños, dijimos que queríamos hacer muchos viajes y uno de ellos era el Caribe. Solo era una broma infantil que quise homenajear por amor. - Hiciste muchas cosas anoche por amor. -Marcus cogió un cubito de queso de uno de los platos y se lo lanzó con inquina a su hermano, haciendo que Miranda le mirara sin dar crédito a sus ojos. Lex se encogió cómicamente, entre risas, y Marcus advirtió con los labios apretados. - Ya vale. - Ya tienes que estar resacoso para tirar la comida. Creía que lo considerabas atentado contra la humanidad. - Contra ti voy a atentar. - No te atreves. - No que va. - Venga, listo. Si quieres sigo hablando. - Y esto es lo que pasa en la vida real. - Le dijo Arnold con una sonrisa irónica a Andrómeda y Phillip, señalando luego a los hijos de estos. - Al menos los vuestros se llevan más tiempo entre sí. Bien por vosotros. - Su madre emitió una especie de carraspeo ofendido que hizo que Arnold dejara la bromita, aunque disimulando. Marcus no era legeremante, pero podía ver perfectamente lo que su madre estaba pensando: que no era el más idóneo para quejarse precisamente.

    - Todo sabéis que soy un romántico. - Dijo William con tono burlón, levantando las risas sarcásticas. - Y que quiero a Marcus como si fuera mi hijo. -Este frunció los labios, emocionado. - Gracias, William. - Por fin parecía que le iban a respetar y homenajear como era debido en su cumpleaños... No caería esa breva. Se le había olvidado que era William quien hablaba. - Y a mi pajarito como si fuera mi hija. Porque lo es. - Ya empezaba a vislumbrarse que aquello parecía una broma. - Por eso estoy deseando saber qué cosas ha hecho por amor mi casi niño por mi niña real. - Oh, el mejor momento fue en el bar que yo elegí. - Dijo Darren con una mano en el pecho. Marcus le miró. Lo peor es que ni siquiera sabía a qué se refería. - Elegí Italia, en honor a mi abuelo materno, que era italiano. - ¡Oy! Pero qué bonitos son estos niños. Respeto a sus abuelos, como debe de ser. - Claro, abuela, nosotros respetamos a nuestras familias: yo elegí Irlanda y Darren Italia. No como otros, que se van a donde ponen cócteles de colores. - De verdad, la mala leche de Lex no conocía límites. Phillip volvió a hablar. - Son muy buenos valores. Eso os honra. - Por Merlín, ¿no se daba cuenta de lo artificial que sonaba? - Y ahí Marcus hizo el mejor alegato de amor que se puede hacer. Se subió a una mesa y... - Mentira. - Cortó Marcus inmediatamente, antes de que eso se pusiera fatal. Lex, con carcajadas, hizo un gesto con el brazo. - ¡Pero si no te acuerdas de nada, chaval! - ¿Nos dais permiso para representarlo? - Preguntó Darren en un tono tan adorable que a ver quién le decía que no. Maldito... - ¡¡Por favor!! El escenario es todo vuestro. - Clamó Violet. Pues nada, de esa sí que no le libraban.

    - Lo dicho, se subió a la mesa... - Empezó Darren, y para ilustrarlo se levantó. - Y cantó... - No. - Empezó a negar Marcus. No. No no. Se negaba a reconocer eso, vamos. - "Eeeeeeres mi princesa perfeeectaaaaa" - No. - Insistió él, pero era inútil, todos habían empezado a reírse a carcajadas. Darren señaló a Lex, imitando lo que SUPUESTAMENTE había hecho él con Alice. - "Cruzaríííía una ciudad en llaaaamas por tiiiiii". - ¡Mira! Como cuando las pruebas. Eso es gracias a mi idea, hija. - Saltó William. Otra vez queriéndose morir. Y su tío que seguía alucinando con los dos chicos. - "Mi amor, ven y búscame como dice la canción". - Yo no soy tan dramático. - Se defendió ante la sobreactuadísima interpretación de Darren, pero solo sacó más risas a su alrededor. Lex, encima, hizo como que se levantaba a saltitos, y ya Darren remató. - "¿¿HABÉIS OÍDO?? ¡¡ES MI NOVIA Y ME VOY A CASAR CON ELLA!!" - Las risas ya eran estruendosas. Lex, entre lágrimas, dijo. - Lo que hicieron después, mejor no lo repetimos. - Pero quéééé boniiiiiiiiiiito. - Exclamó muy exageradamente Violet. Marcus echó aire por la nariz. - Pues si lo dije fue porque lo pienso. - Dignificó, pero nada, seguían riéndose de él. - Déjalo, hijo. - Dijo su padre entre risas. - Aunque me queda claro que fue tu noche, desde luego. - Lo que ha quedado claro... - Empezó William, y luego miró a Arnold con malicia. - Es que he ganado la apuesta. -




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    Lun 30 Mayo - 17:55


    The birthday boy
    CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Se estaba diciendo como muchas veces el verbo “casar” y ella encantada, pero no le parecía que se estuvieran diciendo en el modo “uy qué bien suena” sino más bien en el modo “ya vale, a ver si os creéis que todos los días son fiesta” y ya había antecedentes de boda traumática en la familia, no quería más. Pero no estaba fácil cuando hasta Erin se reía del asunto. Miró a los O’Donnell mayores y dijo. — Vale que yo llevo liándola desde que nací, pero el pobre Marcus no se merece esto. Ya sabes lo que dicen de los que comparten colchón… A esta se le ha pegado el dramatismo. — Dijo su tía Violet. — Bueno pero lo de las estrategias para evitar chaparrones lo ha cogido de ti, que también habéis compartido muchos colchones y habitaciones. — Contestó Erin, riéndose. Y mira, no pudo ni enfadarse. No solo porque un poco de razón sí tenía, sino porque la veía realmente feliz, y a su tía genuinamente feliz, lo que no era tan habitual, porque era raro ver a su tía sin reírse o sin hacer bromas, pero ahora la veía feliz de verdad, no enmascarando otras cosas. Tanto se había abstraído, que al final, se había perdido parte de la conversación.

    Afortunadamente, aunque con algunos tiritos, la conversación siguió sus derroteros sobre la noche con tranquilidad, hasta que empezaron otra vez con el Caribe. Alice no quería recordar el Caribe. Se les había ido el calentamiento de las manos en el Caribe. Tenían que hacer algo con esos impulsos. — Vaya fustigación mental se está haciendo aquí mi amiga. — Dijo Lex por lo bajini con una risita. Sí, él se reiría, pero ella sabía que no podía controlarse con Marcus y eso era: preocupante. Marcus se puso a explicar el por qué de la gracia y no pudo evitar mirarle con ternura. — Lo vamos a hacer. — Aseguró, cuando contó la historia de cuando estaban planificando a dónde ir. — Ohhhh, qué bonito, ¿va a ser así la luna de miel?Ay, tata, cómo desgastas las bromas. — Y se sacaron las lenguas mutuamente, mientras Lex y Marcus se pinchaban entre sí. Menudo cumpleaños, parecía aquello un jardín de infancia.

    Pero ya empezó a intervenir su padre. Solo Marcus, en ese alarde suyo de agradarle, se creía el comienzo de aquel discurso. Si empezaba así, es que iba a soltar alguna burrada. Finalmente solo preguntó, pero si le conocía de algo, era una pregunta capciosa. Al menos el timón lo cogió Darren, con patinazo de Phillip, que desde luego estaba demostrando ser mucho mejor persona que el resto de los Horner, pero también tremendamente torpe con casi todo. Pero como aquel día todo estaba en su contra, Darren y Lex se pusieron a imitar a Marcus. — No cantó así. — Aseguró. Vamos, que Marcus así como ellos decían, no se había puesto fijo. — ¡Uy que no! Qué pena que no te acuerdes de una cosa tan bonita. — Pinchó el maldito Darren. Trató de ignorar a su padre y la pullita de lo que hicieron después.

    Pero lo que dijo su padre sí que la hizo abrir los ojos. — ¿Qué apuesta? ¿Has hecho apuestas sobre tu propia hija? — Preguntó asomándose por la mesa para enfocar a su padre. Pero este estaba mirando a Larry y Arnold, así que se giró a los dos. — ¿Vosotros también? Mira, mi padre todavía, pero los O’Donnell… — Les miró de hito en hito. — ¿Qué apostasteis? Cariño, yo te juro que no aposté sobre ti, aposté sobre Marcus. — Ella abrió más aún los ojos. — No lo estás arreglando. — William se encogió de hombro y señaló a Arnold. — Oye, enfádate con él. ¿Conmigo? William esto ya no es el colegio. — Se quejó Arnold. — Bueno, que cuál era la apuesta. — Ambos se miraron, y Larry se rio por lo bajo. — Que Marcus iba a ser el que peor llegaba. — Entornó los ojos y suspiró. — De verdad, que no nos acordemos no quiere decir que…Si no llegasteis tan mal, ¿cómo vais a explicar lo de las estrellas? — Preguntó su padre. Otra vez con las estrellas, ¿pero qué traían con las estrellas? — ¿Qué? Venga, dímelo, que ya llevais todo el día de vacile. ¿Qué pasa con las estrellas? — Cuando vio dibujarse la sonrisa de su padre. Malo, muy malo, de hecho, su tía la puso también, o sea, peor. — Que ayer Marcus iba muy dispuesto a ponerte en alguna posición para hacerte verlas cuando llegasteis, y allá que ibas tú toda diligente hasta que salí yo. — Y de repente se hizo un silencio sepulcral y Alice sintió como si fuera a desmayarse, soltando un largo suspiro. Ya está, de ahí venía aquella inquina de Emma. Habían transgredido las normas de su casa OTRA VEZ Aquel ambiente tan tenso, volvió a romperse con una risa. Una risa que empezaron Vivi y Erin, claro, pero que se extendió a los abuelos, a Phillip (menos mal porque estaba rojísimo, tenía que liberarse) y acabó llegando a todos menos a Emma. Oh, por Merlín… Me va a odiar. Los dos me van a odiar. Emma por saltarme las normas y Marcus por ponerle en este brete.





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    Jue 2 Jun - 4:59


    The birthday boy
    Con Alice| En Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Él sí recordaba lo de la apuesta del día anterior, al menos de eso se acordaba. Lo había olvidado porque no pensó que hablaran en serio... Parecía que no conocía a William y a su padre. Antes de que se fuesen de fiesta habían hecho burlas con el tema, pero Marcus iba tan seguro de sí mismo que no pensó en ningún momento que la fuera a perder, ni Alice tampoco, porque pensaba que llegarían con total naturalidad... No fue así. Echó aire por la boca, cruzado de brazos mientras Alice insistía en saber en qué consistía la apuesta. - Se pusieron a hipotetizar sobre quien llegaría peor de los dos. - Completó él antes de que lo hicieran los adultos. Miró a su novia. - Pero claramente yo hice más el ridículo, así que... - Mejor deja ya el tema, pensó, porque lo que le faltaba era Alice pinchando por más información, cuando ya había quedado claro que había llegado por los suelos. Seguía con ganas de que se lo tragara la tierra, solo necesitaba cambiar el foco de la conversación.

    Pues no iba a pasar, al contrario. Su novia, como buena Ravenclaw que había aprendido muy bien de él a ponerse digna y exigir explicaciones (para desgracia de ambos) siguió insistiendo y aquello, lejos de mejorar, empeoró considerablemente. Cuando escuchó a William decir algo de las estrellas frunció el ceño confuso, porque seguía sin saber a lo que se refería y ya había escuchado hablar de ello varias veces hoy... Pero algo le decía... Que prefería no saber... Y, definitivamente, hubiera preferido no saber. Cuando William resolvió el misterio, Marcus abrió tanto los ojos que se le iban a caer de las cuencas, y empezó a ponerse colorado como en su vida, mientras resonaban risitas a su alrededor. No, no, no... No podía haber dicho eso delante de su suegro. No, no, no...

    Se fue escurriendo poco a poco en la silla hasta que apenas se le veía la cara, la cual se tapó con las manos. - Jolín, los Hufflepuffs disimulamos mejor la culpabilidad. - Dijo Darren, con un puntito de pena. Vivi soltó una carcajada. - Y los Slytherin. Pero porque no tenemos. - Pero este es Ravenclaw y un buen Ravenclaw sabe que sí la tiene, ¿verdad, hijo? - Preguntó su padre con esa sonrisilla irónica y miradita intensa que ponía. Marcus apenas separó un par de dedos para que su ojo izquierdo le devolviera la mirada a su padre. Es que no sabía ni qué decir, no le salía la dignidad. - ¡Pero tranquilo, muchacho! - Dijo William entre risas, haciendo un exagerado gesto con el brazo de quitar importancia. - ¡Si yo era mucho peor! A mí estas cosas no me espantan. Aprovecha que soy un suegro guay. - Marcus se quitó las manos de la cara, aunque tenía una carita de niño pequeño a punto de echarse a llorar que le rompía toda la fachada que de seguro llevaba la noche anterior. Ya iba a empezar a disculparse con William una vez más por comportamiento inapropiado, aunque él hubiera bondadosamente intentado hacerle sentir mejor... Cuando el hombre volvió a hablar. - En todo caso preocúpate por tu madre, que no es tan guay. - Y más risas. Muy pronto había confiado él en William y, claro, se la había jugado. Por un momento miró a su madre de refilón, pero un solo segundo, porque de haber visto en ese lugar un basilisco le hubiera dado menos miedo. Se frotó la cara con una mano, agachándola otra vez. Menudo cumpleaños.

    - ¿Entiendes ahora por qué tu hermano merecía dormir un poquito más? - Preguntó su padre, y Marcus volvió a destaparse la cara, un tanto confuso. Miró a Lex y se lo encontró cruzado de brazos, con una sonrisilla astuta y cara de "al fin lo entiendes". Marcus parpadeó. - Exacto. - Dijo Lex, que como siempre ya debía saber lo que estaba pensando. - Si aquello no se os fue de las manos delante de William, fue porque yo lo impedí. Porque os reconduje a cada uno a vuestra habitación y me aseguré de que caíais en coma en vuestras respectivas camas. No pude cerraros la boca para que no hicierais semejante ridículo porque sois imposibles de controlar, pero al menos me aseguré de que no hicierais nada que pudiera tener hoy aún más consecuencias. - Ladeó la cabeza, pronunciando la sonrisa. - De nada. - Marcus soltó aire por la boca como si le hubieran dado el alivio de su vida, porque a esas alturas ya no tenía ninguna seguridad de lo que había hecho. Vale, le debía una a su hermano, para empezar una disculpa por su comportamiento vergonzoso y porque ahora podía imaginarse lo que Lex tenía que haber pasado con los dos borrachos en casa. Aunque, desde luego, se estaba quedando a gusto con la venganza.

    - Pues yo no sé qué hay de malo en que el primo Marcus quisiera enseñarle a Alice las estrellas. - Dijo la voz chilloncilla de Miranda, muy digna, cruzada de brazos y con una caída de ojos con la que miraba a los presentes de manera casi despectiva. - Cuando yo tenga un novio, quiero que también me lleve a ver las estrellas. - Bueno, ya lo iremos viendo. - Saltó Phillip, mientras Andrómeda se tapaba la boca aunque no por eso escondía las lágrimas de la risa que no podía controlar. - Bueno, yo tengo que decir una cosa. - Dijo Darren, y acto seguido se levantó y rodeó la mesa, mientras Marcus le seguía con la mirada. - Yo a Alice la quiero muchísimo desde cuarto que la conocí. - Se puso entre él y ella y a la chica le dio un beso en la mejilla. Luego miró a Marcus, pasándole un brazo por los hombros. - Y a mi cuñado también, que es el orgullo del castillo. ¡No sabéis la de fans que tiene! -El Darren natural también le habría dado un beso en la mejilla a él, pero no querría hacer implosionar a Phillip, que ya miraba a Andrómeda de reojo con expresión de "¿qué se supone que hacemos en estas circunstancias?" otra vez. Darren miró a los presentes, achuchando a Marcus y Alice contra él con ambos brazos. - Y puede que ayer estuvieran un poquííííííto contentos de más, pero se lo han ganado por ser los mejores amigos del mundo, dos alumnos estupendísimos del castillo y quererse mucho mucho, porque se quieren de verdad. - Se escuchó un "ooooh" por parte de algunas personas (su abuela, su padre y Andrómeda). - ¡Eso es verdad! - Aseguró Dylan, contento. Dylan se unía a todo: a meterse con ellos y a aplaudirles. - Y ayer pues... Tenían muchas ganas de celebrar. - Siguió Darren, tras lo cual miró a Marcus como si fuera un niño pequeñito y le dijo, feliz. - ¡Y no les has contado nada de la piñata! - ¿Qué piñata? - Preguntó Marcus ya hasta tembloroso. Más anécdotas no, por favor. Contestó Lex. - Te regalamos una piñata, tío. - ¿Como la que yo os traje? - Preguntó Erin, ilusionada, a lo que Lex asintió, y Darren tomó la palabra de nuevo. - No te preocupes, ahora lo cuento yo. ¡Pero y lo contento que estaba cogiendo caramelos! - ¡Ay, con lo que le gustan a mi niño los caramelos! - Clamó su abuela. Estaba viendo lo que estaba haciendo Darren. Se lo agradecía, aunque parte de aquella situación la hubiera fomentado él.

    Y claro, a lo que Marcus acababa de pensar, ya vino Violet a darle el toque Slytherin. - ¡Míralo, qué chaquetero! No te puedes fiar de los Hufflepuffs, van de que se compadecen en seguida y lo que hacen es aliarse al mejor postor! - ¡Eh! Eso no es verdad, ¿a que no, Darren? - Habló Andrómeda, lo cual sorprendió gratamente a Marcus. - Es solo que es el chico del cumple. Ya nos hemos metido suficiente con él, merece un poquito de cariño. - ¡Otra igual! Si es que no se puede con esta gente. - Siguió picando Vivi, en un tono bromista que hacía a todos reír mientras las miraba. - ¿Tú también eres Hufflepuff, hija mía? - ¡Sí! Y a mucha honra. - Dijo Andrómeda, erguida pero con una sonrisita, y luego miró a Marcus y le guiñó un ojo. Sonrió ampliamente. Le gustaba ver a su tía así, probablemente no hubiera podido decir esa frase desde que conocía a su marido. Al menos todo aquello estaba sirviendo para unirlos a todos.




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    The birthday boy
    CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Lex iba a estar recordándoles toda la vida que le debían un favor. Y efectivamente, Marcus y Alice, cuando estaban con esas ganas, no eran capaces de callarse ni de parar, era un hecho. Pero, oh, Merlín, cómo hubiera deseado, por una sola vez, que no fueran así, que hubieran podido irse cada uno para un lado sin más, pero… No, había un punto de no retorno que tenían desde los… ¿Catorce? ¿Quince años? Que hacía que les diera absolutamente igual todo en esas ocasiones, que solo se vieran el uno al otro. Y a ver, era bonito, era precioso, de hecho, pero ojalá no lo hubiera sido solo por esa noche.

    Miranda, con su inocencia, en verdad le estaba haciendo sentir peor. Al menos, Darren intentó salvar la situación con aquellas formas Hufflepuff tan adorables, y la hizo sonreír. — Ya son muchos años metiéndonos en líos el uno al otro. — Y se miraron riéndose. — Ah, ¿Darren era amigo tuyo de antes? — Su cuñado asintió. — Desde una preciosa tarde en la que éramos los únicos tres castigados y mi jefe de casa nos dejó sin vigilancia porque se le habían escapado los murtlaps. — Erin resopló. — Ese Kowalsky… Luego me dicen a mí que no estoy en el mundo real, pero Bertrand le da mil vueltas a todos los magizoólogos del mundo, vaya. — Alice palmeó la mano de Darren sin perder la sonrisa, pero indicándole que dejara de contar, fuera a soltar que se colaron en un pasillo secreto o que su ex estaba presente, bastante estaban ya trasluciendo. Su hermano también se unió a las loas, y por fin les dieron un poquito de descanso. De hecho, le dio para acordarse de la piñata. — ¡Ahhhhh! ahora esa imagen que tengo de Marcus detrás de algo flotante empieza a tener más sentido. — Lo cual levantó unas cuantas risas. — Deberíamos comprarte una de esas todos los años, mi vida. — Dijo con cariño. — ¡Oy mi niño! Cogía los caramelos como un loco ese año que Erin se la trajo, casi ni miró lo otros regalos. — Molly siempre era capaz de poner adorabilidad en cualquier situación y eso, tal y como había estado la tarde, era de agradecer y mucho.

    Por supuesto, su tía ya tenía que quejarse al respecto. — No te pases. — Le dijo señalándola con el dedo. — Que aquí estás en minoría Slytherin, y a una de ellas le diste la etapa de Hogwarts. — Era casi imperceptible, pero le llegó la risita de Emma. — Qué asquito dan las nueras pelotas. — Andrómeda la miró y dijo. — Bueno, Alice no lo es, pero ahí Vivi tiene un punto. Seré Hufflepuff, pero nunca he sido de eso.Confirmado. — Dijo Phillip con una risita. Y eso sí la hizo reír, ver a Andrómeda haciendo bromas como aquella. Se lo merecía más que nadie, una reunión así, donde pudiera ser ella misma, donde poder reír y divertirse, experimentar una familia de verdad.

    Venga, hablando de regalos. Voy a sacar la tarta y se los damos ya. — Dijo Molly poniéndose de pie de un salto. — Mamá, nadie estaba hablando de… Calla, Arnold, no seas envidioso, ya te daremos regalos a ti en tu cumpleaños. Pídele una piñata a tu hermana, aunque ahora que ha sentado la cabeza, igual tarda en volver a México. — Contestó la abuela con una sonrisita pícara, mirando a las tías con mucha felicidad. — Yo no tengo ningún problema con irnos a Cancún, ¿tú qué dices, pelirroja? — Dijo dándole un piquito a Erin. — Ah, que chica con chica también se puede… — Murmuró Miranda, atónita. — ¿Entonces el primo Percival puede que también tenga novio algún día?Chss… Miranda… — Le dijo Phillip por lo bajini, pero a Alice se le escapó una carcajada. — No lo descartes, cariño. — Y eso le hizo reír a Lex también. Sería de justicia poética, la verdad.

    A ver esa tartaaaa. — Anunció Molly. — Ohhhhh pobres Ravenclaws esta no es azul. — Dijo Lex, picajoso. — Es de tres chocolates y no creo que a mi Marcus le preocupe lo más mínimo. ¡Incendio! — Lanzó a las dieciocho velas. — Y aquí… La de mi Janet. — Dijo poniendo una tarta de cereza pequeñita al lado, con un treinta y ocho en velas. ¿En serio… Su madre solo hubiera cumplido treinta y ocho años? Nunca se había planteado tan en serio lo joven que era hasta ese momento. Miró a su padre, que tenía la mirada perdida y llorosa. — Vamos, hijo, hay que ser fuerte. Tú ya lo estás siendo. — Le dijo Molly apretándole el hombro. — Pero no tenemos por qué olvidarla o cambiar las tradiciones. Janet siempre estará aquí y todos, mi Marcus especialmente, siempre nos acordaremos de su cumpleaños. ¡Hijo! A ti te pidió que soplaras las velas por ella aquel año, ¿no? Pues entonces ya está. — La miró. — A ti te parece bien, ¿cariño? — Ella asintió, y ni siquiera quiso llorar, solo sonreír por hacer algo tan bonito por su madre. — ¿Y a ti patito? — Preguntó la abuela mirándole. — Me encanta. — Dijo Dylan con una amplia sonrisa. — Pues si a mis niños les parece bien, a mí también. — Dijo su padre, con una sonrisa a pesar de la voz rota. Alice se fijó, y vio cómo Phillip pasaba el brazo por el respaldo de Andrómeda, como para comprobar que se quedaba allí, y Arnold miraba a Emma con adoración. Sí, era lo lógico de hacer. Ella hizo lo propio y entrelazó su mano con la de Marcus. — Dale, mi vida. Es tu cumpleaños, estamos juntos y fuera de Hogwarts, felices, solo un poco resacosos. — Rio un poquito, mirando sus preciosos ojos de Slytherin. — Celebrémoslo.





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    Mar 7 Jun - 11:04


    The birthday boy
    Con Alice| En Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Ese cuñado suyo tenía muchísima cara, que bien que había aprovechado para meterse con ellos con lo fresco que venía... Pero era buena persona. Era una muy buena persona y Marcus le quería mucho, ya solo por lo que había hecho con su hermano (básicamente convertirlo en un ser sociable y amistoso cuando antes era un puercoespín) debía apreciarle. Le miró sonriendo con ternura mientras hablaba, pero ya se le borró la sonrisa y bajó la mirada de nuevo, resignado, cuando dijo como conoció a Alice. ¿Por qué, a ver, por qué tienes que añadir el dato de que estábais castigados SIEMPRE? Él conocía a su madre mucho mejor que la mayoría de los presentes y sabía que, a pesar de su aparente frialdad, tenía en gran estima tanto a Alice como a Darren solo por lo felices que hacían a sus hijos... Pero tampoco era necesario arriesgar tontamente.

    Miró a Alice con confusión, pero no tuvo más remedio que unirse a las risas. - Honestamente, no sé si me alegro o no de no recordar perseguir algo flotante. - Comentó divertido. Darren se encogió de hombros. - Normal que no tengas imagen, ibas ciego. - La fuerte carcajada de William y Violet y la cara de Marcus, a quien se le iban a salir los ojos de la cara, hizo al chico dar un respingo en su sitio y excusarse, alzando las palmas. - ¡Que le habíamos tapado los ojos, quería decir! Perdón, que ha sonado fatal. - Ya, ya, pero te hemos entendido. - Comentó Violet con su puntito socarrón habitual, mientras Erin a su lado se secaba las lágrimas de la risa. Menos mal que Alice y su abuela intentaron salvarlo aludiendo a la adorabilidad. Chasqueó la lengua. - Ahora me da rabia no acordarme. - Estoy por jurar que tienes que tener más de un caramelo aplastado en los bolsillos del traje. - Dijo Lex con una sonrisilla, lo que hizo a Marcus intentar hacer memoria. Aham... O sea que puede que fuera eso lo que notaba pegajoso en el pantalón cuando se levantó... Tenía sentido. Esa mañana estaba en tal estado de confusión que sentía que le acababan de dejar allí desde otro planeta, como para pensar que quizás era un caramelo aplastado.

    Sonrió con un orgullo casi malicioso, con ese puntillo repipi de Marcus cuando se sentía claramente superior fuera por lo que fuera, con la barbilla muy alta, cuando Alice hizo a su madre reír en base a alabarla. - Ni caso, mi amor. Solo es envidia. - Dijo con una caída de ojos a las quejitas de las dos tías, la suya y la de Alice, provocando soniditos de burla a su alrededor que solo le hacían crecerse más. Ah, sí, ese modo lo controlaba mucho mejor que el otro, y tenía que reconocer que le encantaba ver a toda su familia, la de sangre y la política, tan integrada los unos con los otros, bromeando con tanta naturalidad. Era muy buena señal, de hecho miró a Lex y sonrió levemente con complicidad. Sabía que a su hermano le preocupaba la acogida que Darren pudiera tener, sobre todo de cara a los Horner. Quedaba demostrado que sus tíos estaban bastante a gusto, al menos Andrómeda.

    Su abuela se levantó de repente con un cambio de tema tan poco sutil que tuvo que fruncir mucho los labios para aguantarse la risa, pero automáticamente miró a Alice, porque él todas sus miradas y sus pensamientos los compartía con Alice. Y claro, fue cruzar miradas y toda la contención se fue al traste y se echó a reír. Le encantaba que su abuela le mimara y que tuviera una agenda tan clara, pero era muy graciosa cuando se ponía así, dándole igual lo que dijeran los demás porque ella tenía un propósito que cumplir. En mitad de las conversaciones, el beso de Violet a Erin despertó una curiosidad en Miranda. Marcus fue a contestar con normalidad, ya que la tenía al lado, pero cuando dijo lo de Percival miró a Lex, con los ojos muy abiertos, y ya sí que se echó abiertamente a reír, sobre todo con el comentario de Alice, que hizo reír a su hermano también. Darren se había perdido parte de la conversación, pero los miró con su sonrisa risueña habitual y se puso a reír solo por contagio. - ¿Ya se os ha pasado la vergüenza? ¿Qué os pasa? - Preguntó Arnold divertido, y Darren, riendo, se encogió de hombros y respondió. - La verdad es que no lo sé. - Y más se rieron los otros tres. - Estos Hufflepuffs... - Comentó Marcus, y más risas, a las que también se unió Dylan probablemente siguiendo el mismo argumento que Darren. Eso era lo que necesitaba, verles a todos contentos.

    Ignoró la pullita de Lex y, en su lugar, se llevó ambas manos al pecho muy dramáticamente. - ¡¡Oh, abuela, quéééé bueeeeeeno!! - ¡Ay, mi niño, si es que da gusto hacerte comida! - Respondió Molly, pellizcándole la mejilla, y Marcus volvió a adquirir la pose de niño repelente para picar a su hermano. - Te daré un trocito solo si quiero. Total, tampoco es verde... - Lex le sacó la lengua y él hizo lo mismo, lo que hizo a Molly reír con alegría. Estaba seguro de que su abuela les mantendría con siete años toda la vida si pudiera aunque eso supusiera verles chincharse continuamente (total, lo hacían con diecisiete igualmente). Ver la tarta de Janet, en cambio, le agarró un nudo en la garganta, pero sonrió y miró a Molly con cariño. - Gracias, abuela. - Era la mejor del mundo, de verdad que sí. Miró a su novia y apretó su mano, sonriendo a su comentario, y simplemente movió los labios para decirle "te quiero" con ellos, solo para que ella lo viera. Tras esto, se giró a ambas tartas y sopló las velas, deseando que eso que tenían, esa vida, esa familia tan preciosa, durara todo lo que pudiera durar y más. No había mejor deseo que pudiera pedir que ese.

    Todos aplaudieron y empezaron a cortar la tarta y a repartir los trozos por la mesa, entre risas. Marcus se echó un trozo tan grande de ambas tartas que, por supuesto, recibió bastantes burlas al respecto, burlas que él espantó con ambas manos como si fueran moscas e ignoró por completo, poniéndose a comer y alabando continuamente lo buenas que estaban, lo cual fomentaba las risas alegres y escandalosas (y nada modestas porque la primera que sabía que cocinaba bien era ella) de Molly. Miranda se había ido a sentarse con su madre, acurrucada con ella mientras comía tarta. Era el efecto que tenía recordar a Janet, todos valoraban a las madres que tenían presentes, y Miranda acababa de tomar conciencia del hecho por primera vez. Pero su prima pegó un salto de su sitio y casi se sube en la mesa cuando dieron a entender que se acercaba el momento de los regalos. - ¡¡Yo primera!! - Miranda, hija, espérate, cuando nos toque... - Advirtió Andrómeda, a lo que la niña ya iba a protestar, pero Lawrence se adelantó. - Sois unos de los invitados de honor en este día, así que, si la princesa Horner quiere empezar... -Su abuelo era otro que sabía usar las palabras adecuadas, porque ya solo con eso se había metido a Miranda en el bolsillo.

    La niña cogió el regalo y se acercó a Marcus muy ceremoniosamente, poniéndose delante de él y diciéndole con una voz repelente que Marcus reconocía muy bien pero muy de la vertiente Horner de la familia, con mucha grandilocuencia, lo cual a esa vocecilla chillona e infantil quedaba muy cómico. Aunque a ver quién era el valiente que se reía de ella, con el carácter que tenía. - El papel de regalo es de Crafts & Lush, lo he elegido yo, y solo tenían rosa y amarillo y le dije que yo lo quería azul porque a ti te gustaba el azul y le echaron un hechizo al amarillo y mira, ahora es azul con brillitos y parece que tiene oro. - Iba asintiendo con una sonrisa y aguantándose el reír, y casi podía ver por la vista periférica a Violet conteniendo la avalancha de bromas y a Darren mirando de reojo a Lex y preguntándose si era un juego o era real aquello. - Es precioso, Miranda. Muchas gracias. - De nada, pero el regalo está dentro, esto es solo el papel. Pero es bonito y un buen envoltorio es importante. - Tienes toda la razón del mundo. - Ya estaba oyendo alguna que otra risita escapada. Que no la oyera Miranda que tenía la mecha de picarse muy corta.

    Abrió el regalo con mucho cuidadito y poniéndole caritas a Miranda para hacerla reír, y cuando ya por fin vio lo que era miró a sus tíos, ilusionadísimo. Marcus era muy efusivo con sus regalos porque todo le encantaba y le entusiasmaba. - ¡Tío Phillip! ¿Dónde lo has conseguido? - El hombre rio y señaló con un cómico gesto de la cabeza a su mujer. - Tengo mano en el Ministerio. - Andrómeda rio un poquito y le dio un leve empujoncito en el brazo, haciéndole reír. El hombre retomó. - Es broma. Parte de la investigación es mía, así que... Se puede decir que tengo prioridad a la hora de conseguir ejemplares. - ¡Oy! Si es un libro, lo quiero ver yo. - Ya estaba tardando mucho su abuela en quitarle el regalo de las manos. - ¿Qué es? - Preguntó Arnold. - "Desde la primera piedra". - Uno de los mejores manuales de historia y leyenda mágica de Reino Unido. - Completó Marcus, entusiasmado, ya que su tío se había limitado a decir el título. Emma preguntó, curiosa. - ¿Esa fue la investigación que hiciste con Rufus de Vere? - Phillip asintió contento, y Marcus se giró al resto de presentes para añadir más datos. Porque él siempre tenía que añadir más datos. - Está considerado el historiador de la magia más importante de la actualidad. Mejorando lo presente, claro. - Le lanzó a su tío, quien hizo un gesto con la mano como si le quitara importancia. Pero era Horner, le gustaba la adulación. - Ha hecho descubrimientos enormes en materia de leyendas, y este manual habla de los orígenes reales de las mismas. - Se giró a su tío de nuevo. - ¡No me puedo creer que trabajaras con él! - Ni yo que sea tan difícil conseguir estos libros. ¡Estas cosas deberían estar en las bibliotecas públicas! - Afirmó Molly, lo cual desató las carcajadas de su abuelo. - Mal tema le habéis tocado, os lo digo yo. De milagro no estamos aquí ninguno de los presentes por un enfado de biblioteca cuando nos conocimos. - ¡Hombre! Pero es que estábamos en guerra, ahora tú me dirás qué excusa hay. - Se defendió la mujer. Todos rieron. - Muchas gracias a los dos. - Si encuentras una bonita, te dejo que se la leas, que me da que hoy con tanto jaleo no va a dormir mucho. - Dijo Andrómeda entre risas, señalando con la cabeza a Lucas, que efectivamente estaba despiertísimo. Phillip la miró con un punto ofendido. - ¡Eh! El historiador soy yo y el libro es prácticamente mío, por no hablar del niño. - Eso levantó risas. - ¿Por qué no me lo pides a mí? - Andrómeda se encogió de hombros con una sonrisilla traviesa y, mirando a Marcus, dijo. - Porque a ti ya te tiene muy visto. Déjale que disfrute de su primo. -




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    Mar 7 Jun - 13:31


    The birthday boy
    CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Realmente, debían estar hechos el uno para el otro, porque Alice no era gran fan de la comida, pero disfrutaba de lo lindo viendo disfrutar a su novio comiendo. Aunque ella cogió de la cerezas y pensó en su madre. Pensó en qué le gustaría regalarle ahora que ya era más mayor, en cómo le daría más pena irse de su casa sabiendo que podía echar unos años más pasando todo el día con ella después de la separación de Hogwarts… Suspiró y miró a su padre con ojos vidriosos. William se merecía también ese pensamiento, claro que sí. Alice y William siempre se habían entendido mejor que nadie, él siempre había sido incansable con ella y Alice lo habría defendido contra viento y marea… Pero su padre había abierto una brecha en su corazón, y ella creía que la había sanado, que era tan fácil como concentrarse en dejar de sufrir, pero… No, no era el caso. Comió otro trozo de tarta y la voz de su madre resonó en su cabeza “ningún mal cien años dura, hija. Esto pasará también” le decía cuando se obsesionaba con las cosas. Quizá era eso. Quizá su padre solo necesitaba más tiempo que los demás y ella… Tenía que dejar la vida pasar un poco para olvidar lo que había pasado en Pascua y… En eso tendría que confiar, era su mejor baza, que todo pasaría y concentrarse en disfrutar, que es lo que ella hubiera hecho. — Está deliciosa, Molly, mamá no hubiera dejado nada para los demás. — Lawrence rio y negó con la cabeza. — Ella siempre dejaba para los demás, hija. Toda su vida. — Alice le miró con una sonrisa y asintió. Su madre no solo vivía en su cabeza o la de su padre. Vivía en todos ellos, y eso la hacía realmente inmortal.

    Pero ya tocaban las cosas de los vivos de verdad y sonrió ampliamente al ver la emoción de Mirando. — ¡Claro! A nosotros nos dejaban dar los regalos los primeros de pequeños. Yo no soy pequeña. — Replicó la niña, antes de ponerse muy bien puesta para entregar el regalo como quien entrega la corona de Gran Bretaña. Tuvo que contenerse la risa solo con la explicación del papel, porque lo de aquella niña era superior. Eso sí, cuando vio que libro era, el entorno dejó de importarle y se inclinó sobre su novio, mirándolo con ojos de niña ilusionada. — ¿EN SERIO? ¿Es el que explica el origen de las leyendas de Beedle el Bardo? ¡Qué maravilla! — Y luego levantó la mirada hacia Phillip. — ¿De verdad has trabajado con De Vere? Me encantaría conocerle. ¿No es ese señor que estuvo en nuestra boda que llevaba ese traje como barroco color vino y un sombrero muy esperpéntico? — Preguntó Andrómeda. — ¡Ese mismo! Es que es muy particular. — Contestó Phillip con una carcajada. — ¿Fergus De Vere estuvo en vuestra boda? — Contestó abriendo mucho los ojos. — Anda, pues yo no lo recuerdo. — Comentó Arnold, con el ceño fruncido tratando de hacer memoria. — Con trescientos invitados que tuvimos, no me extraña.¿CUÁNTO? — Preguntó Alice abriendo mucho los ojos. — Sí, así son las bodas Horner… Y en la Finneas fueron quinientos, pero Emma y yo no éramos el primogénito con la gran elegida y todo eso…En la mía hubo doscientos, y ciento cincuenta fueron O’Donnells y amigos de Hogwarts. — Contestó Emma muy digna. De nuevo abrió mucho los ojos y se giró hacia Marcus. — ¿Hay entorno a ciento cincuenta O’Donnells?Bueno, no todos son O’Donnells ya, hay Laceys, Mulligans… En fin, familia. En la nuestra estuvo todo el pueblo. — Comentó Molly con una risa. — Pero porque en aquella época a las bodas iban todos para aportar lo que pudieran y que todos pudiéramos tener una boda un poco más cuantiosa y animada. — Miró a Larry y puso cara de pilla. — Y porque querían ver casarse al eterno soltero alquimista del pueblo, no terminaban de creérselo. Teníais que haber visto a la abuela Martha, agarrándolo del brazo bien fuerte hacia el altar, como si fuera a darse la vuelta y escaparse en cualquier momento. — Y todos rieron con ganas, porque casi podían visualizar a ese joven alquimista que Molly describía, y a todo el pueblo presenciando. — Yo no iba a escaparme, yo estaba como loco por casarme contigo. — Replicó Larry, con la pinta de un niño que ha sido acusado de una media verdad. — Lo sé, querido, pero más de una vez me dijiste “¿por qué no podemos simplemente aparecernos en el ayuntamiento de Galway esta tarde y ya está?”. Y eso que la planeamos en un mes, llegamos a tardar más y se lo piensa… — Le encantaba cuando Molly y Larry se ponían en ese modo y poder estar compartiéndolo con tanta gente era una auténtica bendición, lo que no sabía si podría llegar a tener.

    Sonrió con cariño a Lucas y le agarró de las manitas. — Pues claro que sí, su primo Marcus va a estar encantado de leerle lo que sea. — Cambio el tono a uno de fingida confidencia, como si le dijera un secreto al bebé. — Aunque es la prima Alice la que se sabe todos los cuentos y se los cuenta a él. — Andrómeda se rio y lo balanceó en sus brazos. — Yo os lo dejo unos diítas si hace falta, eh… No os peleéis. — Y en las risas estaban cuando su tata tiró muy dramáticamente la cucharilla en el plato y se levantó. — A ver, si las niñas de la familia van primero, nos toca a nosotras. Tenéis una tendencia al predominio masculino en esta familia muy preocupante. Yo lo he dicho siempre… — Empezó Arnold. — Ni te atrevas. Me habrías dado un tercero para que se pelearan tres niños en vez de dos. — Le recriminó Emma. — Hijo, siempre con lo de la niña, déjalo ya… Ya tenemos a Alice, nos vale. — Le recomendó Lawrence, con una risita. Pero su tía iba a lo suyo.

    Andando con pasos como imitando a las modelos, muy exagerada, se acercó con un paquete a Marcus y se puso de rodillas levantando el regalo a la altura de su novio. — Majestad, su regalo de sus reales tías bolleras, que solo quieren lo mejor para vos. Aunque no traigo cuento sobre el papel, lo hemos pillado esta mañana en un chino muggle debajo de nuestro piso. — Le tenía que dar la risa, de verdad que sí. Qué divertida era la maldita cuando quería. Esperó a que Marcus lo abriera y ambos fruncieron el ceño. — ¿Qué es esto, tata? — Ella suspiró. — Agh, jóvenes, ¿verdad Larry? No prestan atención. — Lawrence se estaba riendo fuertemente. — Es un interruptor de ruido portátil. Silencia hasta espacios que no se pueden cerrar del todo, y donde no se puede echar un Silentium, como el que tengo yo en Saint-Tropez…¡Vivi! — Le llamó la atención Emma. — Veeeeenga ya, prefecta Horner, es para aislar el ruido exterior, que este niño va a ser un alquimista muy importante y tendrá que estudiar e investigar con tranquilidad. — Su suegra se cruzó de brazos e hizo un gesto con la cabeza que quría decir “bueno, está bien” — Uhhh eso para cuando se tienen niños está muy bien. — Dijo Phillip. — Sí claro, si no vas tú cuando lloran… — Soltó Andrómeda dándole un codazo flojito con una risa. Su tía se levantó, pero se inclinó y les susurró. — En verdad tiene dos direcciones. Para silenciar el exterior o el interior… Ya según vayáis necesitando… — Dejó caer antes de volver a su sitio.






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    Mar 7 Jun - 15:31


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    Con Alice| En Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Marcus desencajó un poco la mandíbula, aunque realmente no le sorprendía tantísimo que alguien como De Vere hubiera estado en la boda de su tío. Llevaba toda la vida en una familia en la que sus padres, sus tíos y sus abuelos se codeaban con gente famosa e influyente del mundo mágico (de ahí la cara de nula impresión al respecto de Lex, que estaba charlando de algo con Dylan que parecía ir solo con ellos), pero no por ello dejaba de llamarle más la atención. ¿Quiénes estarían el día de mañana en la suya? Bueno, para empezar, tenía mucha confianza en la proyección de Lex y en la de Peter como jugadores profesionales de quidditch. También estaba segurísimo de que Hillary sería una abogada de muchísimo prestigio, tan seguro como de que Kyla sería Ministra de Magia. Por no hablar de Jacobs, cuyo nombre ya resonaba en el Ministerio como el de un gran auror. Y su familia estaba llena de personalidades desde ya, ¡y ellos mismos! ¡Iban a ser alquimistas! Buah, su boda sí que iba a ser una boda con mayúsculas.

    Fue a mirar a Alice para decirle que, si ella lo quería conocer, pues que podrían hacerlo. En fin, su tío le conocía lo suficiente como para podérselo presentar si quisieran... Vaya, sí que tenía vena Slytherin. Sin embargo, se le detuvo el discurso con la sorpresa de Alice por el número de invitados. Pensó, mirando hacia arriba. Pues... No iba muy desencaminado el cálculo, así a ojo, con los que habría en la suya, y teniendo en cuenta que de aquí a que se casaran iban a conocer a mucha más gente seguro. De su divagación le sacaron las risillas de Lex y Dylan, a quienes miró con el ceño fruncido. Pf, vaya dos, con esos cerca no podía uno ni pensar tranquilo. Solo estoy pensando, riñó mentalmente a Lex, el cual le susurró algo a Dylan que le hizo reír con una risilla de ratón travieso. Mira, mejor los ignoraba.

    Chistó con desaprobación, mirando a su abuelo, quien al detectarle le señaló con el índice y le dijo. - Menos grandilocuencia, futuro alquimista. Hay que saber medir. - Abuelo, cuando uno celebra el amor con la mujer de su vida, tiene que verlo todo el mundo. - Nos quedó claro anoche. - Pinchó Lex, sacando las carcajadas de Darren y Dylan. Les miró mal y la conversación pasó por encima de él y siguió su curso. Estaba un poco embobado viendo a Alice hacerle monerías a Lucas cuando el sonido de la cuchara contra el plato, aparte de taladrársele en su aún no recuperado de la resaca cerebro, le dio tal susto que le hizo saltar en la silla y llevarse una mano al pecho. Al menos era para llevarse un regalo, pero casi se lleva un infarto de camino.

    Parpadeó un tanto atónito y avergonzado, sin saber muy bien si reírse o ruborizarse o mirar a los presentes pidiendo auxilio o qué hacer. Al final optó por lo primero, aunque tímidamente y después de mirar de reojo a su tío Phillip, a quien la franqueza sobre sexualidad de Violet seguía pillándole por sorpresa y buscando la mirada de su esposa cada vez que se manifestaba que había homosexuales en la sala. - Gracias. - Dijo entre risas solo por la ficcioncita que le había montado y de ver reírse a los demás, tras lo cual abrió el regalo. Se quedó mirando analítico eso que tenía en las manos y parecía ser un interruptor, pero antes de poder descubrir por sí solo lo que era, Violet lo dijo. Y se puso delatoramente colorado. Ya se estaba riendo Lex, a lo que le miró de soslayo con expresión asesina. Cállate. Como si no se estuviera delatando él solito. Bueno, él y Violet con sus insinuaciones. ¿De verdad le había regalado... un silenciador portátil... delante de TODA SU FAMILIA?

    Que a ver, le iba a venir de miedo, dicho fuera de paso. Segundo gesto delator: mirar a Alice. Fue muy fugaz, pero con la suerte que estaba teniendo ese día seguro que le había pillado antes. La pillada suprema vino cuando Vivi dijo que era para aislar del ruido exterior... cuando estuviera trabajando. Abrió mucho los ojos y dijo con comprensión. - Oooooooh ya. - Es que el erudito no lo había pillado todavía. - Dijo Lex malicioso, a lo que Marcus, picado, contestó. - Pues no, no lo había pillado. Por si no lo has hecho ya lo suficientemente patente todavía, estoy resacoso. - Primera vez en su vida que se le antojaba la mejor de las opciones hacerse el ignorante. Se giró muy digno hacia la mujer y le dijo. - Muchas gracias, Violet. Gracias, tía Erin. Efectivamente, me va a venir muy bien para la concentración. - Ya estaba escuchando sonidos escépticos y burlones a su alrededor, los cuales ignoró totalmente, hasta que Violet susurró eso hacia ellos y se quedó de nuevo cuajado y con las mejillas encendiéndose de una forma demasiado delatora. - Gracias. - Murmuró, tímido. De verdad... Por qué tenía que verse él en semejantes circunstancias... Él que pensaba que en cuanto llegara a la vida adulta desaparecerían los momentos en los que se sintiera en ridículo...

    - Oye, pues es muy útil. - Dijo Darren, que se había quedado pensativo mirando el cacharro de Violet. - ¿Sabéis a quién le vendría genial? A mi madre. - Todos le miraban. Lex carraspeó ligeramente y Marcus no era legeremante pero sabía perfectamente lo que su hermano estaba pensando: demasiado inocente, Darren, especifica. El chico lo pilló en el acto. - Es que es veterinaria. - Vale, eso en ese entorno de magos no era especificar, más bien confundir más. Phillip, de hecho, parecía aún más confuso. La única que saltó ilusionada fue Erin. - ¡Siempre he tenido curiosidad por ver una consulta de veterinaria! - Vale, magos y brujas presentes, yo os traduzco: tiene que ver con animales. - Dijo Violet, en su tono socarrón habitual. Darren alzó los brazos, festivo. - ¡Puedes venir cuando quieras! Mi madre estaría encantada de recibirte allí. ¡Conocer a una magizoóloga profesional, ya ves! Su sueño. - ¿En qué consiste su trabajo, Darren? - Preguntó Andrómeda, que ya debería haber llegado al límite de aguantar la mirada de "socorro qué está pasando" de su marido encima. - Mi madre es como una doctora pero de animales. Es la versión muggle de los magizoólogos, aunque ella no hace tantas investigaciones ni viaja, tiene una consulta privada a la que la gente lleva sus mascotas. - La cara de Phillip era un cuadro, pero Andrómeda sonrió con dulzura. - Suena a un trabajo precioso. - Y Marcus juraría que lo único que estaba haciendo era allanar el camino de los demás, porque si alguien se relacionaba con muggles allí era ella, seguro que era la única presente que había visto a más de un veterinario. - ¿Y por qué le vendría bien para su trabajo? - Arnold siempre curioso pero, sobre todo, dispuesto a hacer sentir bien a su hijo. Sabía que haría feliz a Lex interesándose por Darren. - Muchas veces, cuando tiene que intervenir a algún animalillo y en la sala de espera se genera algún escándalo, por ejemplo porque se ponen varios perros a ladrar, el animalillo se pone nervioso y no se deja curar. O a veces ladran o lloran y asustan a los de fuera... A los dueños, me refiero. - Eso levantó varias risas. - Si me deja conocer su consulta, le regalo uno. - ¡¡Hecho!! - Desde luego, el combo Erin-Darren había sido todo un acierto.

    - Bueno, dejen paso al suegro guay. - William se había quedado un poco callado desde el momento tarta, pero al parecer ya se había recuperado. - Yo sí te voy a dar un regalo que podrás usar en tu futuro trabajo. - No sé a qué te refieres, hermano, el mío claramente es para usar en el trabajo. - El tuyo es para usar cuando fallan los hechizos, lo cual es un insulto para un creador de hechizos de renombre como yo. Aunque me debato en si quiero que este de aquí use o no mi hechizo... - El regalo, William. - Cortó su padre, porque Marcus ya estaba rascándose la frente con vergüenza otra vez. El otro recondujo... Pero después de terminar su frase. - Aunque me da que ya llego tarde a eso. - Pues nada, hoy el día iba de hacerle pasar vergüenza. William se acercó a él y le tendió un paquetito. - Felicidades, hijo. - Marcus sonrió con agradecimiento real. - Muchas gracias, William. - Bueno, al menos es pequeño. Ya solo falta que no explote. - ¡Tío, qué aburrido eres! Marcus, de verdad ¿cómo soportas a un padre tan aburrido? - Siendo él peor. - Respondió Lex. Marcus puso el regalo en la mesa y alzó las palmas con fingida indignación. - ¿Puede ser que abra el regalo de mi suegro, por favor? - Otro pelota. - Murmuró Violet de manera perfectamente audible. Erin la miró y dijo, irónica. - Ni que fuera una sorpresa. - Pero ya le estaban viendo la cara a Marcus de "pues no, al parecer no puedo abrir el regalo de mi suegro", así que se callaron todos (con risitas, eso sí) y le dejaron proceder.

    De nuevo abrió muchísimo los ojos. Tenía a su prima Miranda subida al hombro y rápidamente preguntó. - ¿Qué es? - Al menos no había hecho esa pregunta con el anterior, claro que Violet tampoco es como que hubiera dado mucha opción. - Es un destilador de líquidos también portátil. - Contestó William, tras lo cual se encogió de hombros. - Ha quedado claro que a los Gallia nos va eso de llevarnos nuestra vida a cuestas mientras nos movemos, todo lo necesitamos portátil. - ¡Es fantástico! Muchísimas gracias. - Contestó mientras lo admiraba, inclinándose sobre la mesa para enseñárselo a su abuelo, que ya lo estaba alabando. - ¡Y no has visto lo mejor! Dale con la varita. -Ni un segundo tardó Marcus en sacar su varita y, con la ilusión del Marcus de cinco años que se colaba en el despacho de ese hombre y hacía todo lo que le iba diciendo, tocó el destilador con la misma. Este se encogió con un gracioso movimiento, quedando en la palma de su mano y ocupando poco menos que una almendra. William se rascó la cabeza. - Quizás lo he encogido de más. Ten cuidado de no perderlo. - ¡Me encanta! Es súperpráctico. - ¡Mira! Eso mismo dijo en su cumpleaños cuando le regalaste el estuche ese lleno de plumas y tintas. Quién te lo iba a decir a ti, William, que ibas a ser el rey de las cosas prácticas. - Se burló Violet. Marcus se puso muy bien puesto y contestó. - Es el rey de los suegros. - Más sonidos de burla hacia él, pero William le miró con expresión traviesa y le dijo. - Buen intento, alquimista de vida. -




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    Mar 7 Jun - 17:25


    The birthday boy
    CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Si era divertido compartir todas aquellas cosas, más divertido era tener a Darren aderezándolas. Siempre que pudieran desviar la atención de la obvia incomodidad de su novio, que claramente había pensado lo que había pensado, a ella le parecía bien. — Tiene que ser una locura eso de que todos se pongan a hacer ruido a la vez. — Le dio un escalofrío solo de imaginarse teniendo que lidiar con un montón de animales irracionales. — Yo con la Condesa y Elio voy bien. Solo silenciosos y tranquilos, si acaso un poquito metiches, pero mucho ruido no hacen. — Lex entornó los ojos y miró a su tata, inclinando la cabeza hacia ella. — ¿Cómo era lo del colchón? Que los que lo comparten son de la misma condición. — Contestó la otra con sonrisa malévola e inclinándose hacia Lex también. Vaya con los Slytherins. — Eso. — Ella les sacó la lengua y negó con la cabeza. — Envidia tenéis. Sí, seguro, envidia yo, con mi Morgana, que tienes que matarla para que te de una carta que no es para ti. — Se rio sarcástica y con un puntito de orgullo, mientras Erin y Darren descubrían el apasionante mundo de la veterinaria juntos. Eso era era lo bonito de tener una familia tan diversa, que todos encontraban su nicho y luego podían ir intercambiándolo.

    Su padre se adelantó con la proclama del suegro guay y ella sonrió. Sí, de las cosas que más la inclinaban a ponerse a bien con su padre y quererle como antes era ver cómo trataba a Marcus. Les miraba embobada, y le apasionaba como dos mentes tan diferentes podían ser igual de brillantes y pensar a la vez, comunicarse a la vez. Entornó los ojos ante las insinuaciones de su padre, pero los O’Donnell había retomado el control de su padre, y ya no tenía ni que poner voz cansada y decir “papáááá por favooooor”. Negó con la cabeza y miró a los Slytherins. — Menuda alianza habéis establecido, qué peligro tenéis. Dejadles ser el suegro y yerno perfecto. — Y ellos se pusieron a imitarla con tono absurdo. Más absurdos eran ellos.

    El regalo de su padre hizo que le brillaran los ojos de nuevo. — ¡Guau, papá! ¿De dónde has sacado un destilador tan guay?De Francia, ¿verdad, muchacho? — Aseguró Larry, poniéndose a su lado, extasiado también como un niño. — Así es. En Marsella hay de todo para los alquimistas. Luego yo le he hecho las modificaciones para el tamaño, porque he deducido que un futuro alquimista de renombre, con una Gallia, lo va a necesitar. — Lo acarició con los dedos, y de lejos, vio cómo Emma observaba con una ceja levantada pero media sonrisilla. — El hechizo está impecable, William. — Él hizo una profunda reverencia hacia ella, como tomándoselo a broma. — Gracias, mi muy estimada señora O’Donnell. — Ella negó con la cabeza y suspiró, pero luego le miró. — De verdad, William, así es como hay que avanzar. — Era verdad. Era un hechizo impecable, y cuando su padre hacía las cosas tan bien y tan pulidas, era muy muy buena señal. Lo acarició con los dedos, mirando el instrumento asombrada y deseosa de probarlo. — Es fantástico, papi. ¿Te lo parece de verdad, pajarito? — Preguntó emocionado. Ella le miró y le sonrió. — Pues claro. ¿No has visto que te han puesto ya de mejor suegro del mundo y no sé qué más? — Rio y miró a Marcus. — Casi dan ganas de ponerse a estudiar ya con todo lo que te están regalando para el taller. La pluma, el silenciador, el destilador… ¡Y aún falta lo mejor! — Aseguró Molly desde su asiento. — ¡Molly, mujer aguántate un poco! — Le instó Larry, volviendo a su sitio. — Es verdad, mamá, no se te puede confiar un regalo. ¡Pero ahora voy yo! — Intervino de repente Dylan, con cierto tono de mosqueo. — Que ya se me han colado mi padre y mi tata. — Willaim le miró levantando las manos. — Perdón, patito, no sabía que tenías regalo. — ¡Pues claro! ¡Es mi colega! ¿Cómo no le voy a hacer regalo? Otros años he sido muy pequeño, pero ya estoy en Hogwarts, además sabía lo que quería regalarle.

    Se acercó muy raudo a Marcus con un paquete y una carta en las manos. — Toma, esto son galletas. Las hice con Poppy, que sé que te encantan, porque como las que vas a comer ya son las de mi hermana, pues que te quedara algo de Hufflepuff. — Y luego puso encima un sobre en el que ponía COLEGA. — Y eso es el regalo bueno. Se me sigue dando mucho mejor escribir que hablar, y tenía muchas cosas que decirte después de este año y todos los anteriores. — Lanzó los brazos al cuello de Marcus y dijo. — Feliz cumpleaños, colega. Eres el mejor colega del mundo. — Alice le acarició los rizos y le miró con los ojos humedecidos. — Eres lo más adorable que he visto en la vida. — Le dijo antes de dejar un beso en su coronilla.





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    Miér 8 Jun - 17:52


    The birthday boy
    Con Alice| En Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Estaba contentísimo mirando su destilador nuevo, por lo que el comentario de Alice le sacó una carcajada genuina y decir. - Ya te digo. - Con total convicción y sin dejar de mirar su cacharro nuevo. Oyó las risitas de quienes no entendían eso de tener ganas de estudiar cuando no hace ni dos días que te has graduado, pero a ellos las ansias de conocimientos y, sobre todo, de descubrir el mundo junto, no se las quitaba nadie. Se tuvo que reír con su abuela, porque ya estuvo a punto de desvelar el regalo. Se encogió de hombros. - Si me lo quieres dar ya... - No, no. El nuestro es el último. - Avisó su abuelo. Marcus le miró con una sonrisilla. - ¿Y eso? - El hombre, duplicando una sonrisa muy parecida a la suya pero sin el punto Horner, se encogió de hombros. - Ventajas de ser un veterano, que puede generar expectación. - Yo no veo ahí ventaja ninguna, no puede una ni hablar... - Contradijo Molly. Por supuesto que no iba a dejar pasar tan fácil la ofensa de que desvelaba las sorpresas.

    Igualmente, ya había alguien postulando para salir. Sonrió, frotándose las manos. - ¡Hala! Gracias, colega. - Dijo tan pronto Dylan aseguró que tenía un regalo para él, lo cual no esperaba pero conociendo al chico, tampoco le sorprendía, era todo cariño. Ya solo lo primero le hizo muchísima ilusión, se le notó en la cara. - ¡No me digas! Buah, me encantan. - Las galletas de Poppy le encantaban, y era un bonito detalle por parte de su amiga. Ah, ahora le iba a dar la nostalgia de Hogwarts. Rio un poco, y no fue el único, y miró con cariño a Alice. - Las galletas de tu hermana son las mejores. - Eso era verdad. Las de Poppy estaban buenísimas, pero como las de Alice, ningunas. Eso sí, ya metió la mano en el paquete para probar una, recalcando tan exageradamente como siempre lo buenas que estaban. - Te han salido riquísimas, colega. Mil gracias. - Eso puso a Dylan muy contento. Pero, al parecer, su regalo no acababa ahí. Estaba dándole el segundo bocado a la galleta cuando le dio un sobre. Apuró lo que tenía en la boca, mirándole con leve sorpresa. - Uh, qué intriga. - Y nada más decirlo, el chico precisó que "tenía mucho que decirle" y se lanzó a sus brazos. Devolvió el abrazo, y claramente la resaca no le estaba dejando deducir el posible contenido emotivo de la carta. Devolvió el abrazo con una sonrisa. - Muchas gracias, colega. Eres el mejor. - El chico se separó y Marcus preguntó. - ¿Puedo leerla ahora? - Dylan se encogió de hombros. - Como quieras. Pero es privada ¿eh? - Eso le hizo reír. - Vale, la leo solo para mí. - ¡Pues de mientras voy a por el nuestro! Que lo dejé en la cocina cuando llegué. - Canturreó Darren. Lex miró a su chico con cara de circunstancias y el otro se encogió de hombros. - ¿Qué? Es que no quería perderme nada. -

    Marcus se metió en la lectura de la carta, con una sonrisa y, lo dicho, sin esperar lo emotiva que iba a ser, dejando de fondo a los demás conversar (atinó a escuchar a su tío Phillip preguntándole con un intento de naturalidad otra vez a Lex si solían hacer los regalos en pareja). La sonrisa se le fue diluyendo poco a poco conforme seguía leyendo, y en su lugar aparecía un fuerte nudo en su garganta y... Buf, no estaba muy resistente esa mañana, antes de darse cuenta ya tenía los ojos llenos de lágrimas. Entendía por qué el chico no quería que la leyera en voz alta estando William, por ejemplo, presente, porque hubo una frase en la que se quedó en bucle, leyéndola una y otra vez. "Has sido como un padre para mí". De verdad que no podía salir de ahí, y eso solo era una de las mil cosas preciosas que el chico le decía en su carta. Tragó saliva y se limpió una lágrima. Eso, por supuesto, alertó a su abuela. - ¡Ay! - Estoy bien, estoy bien. - Se apresuró en decir, pero no era nada creíble teniendo en cuenta que estaba llorando abiertamente. Madre mía, sí que estaba bajo de defensas ese día. Se le caían los lagrimones.

    - No sé si preocuparme. - Dijo Arnold con una sonrisilla, como si fuera una broma pero con un puntito real. - Me alegro de que te haya gustado. - Dijo Dylan con una sonrisa. ¿¿Gustado?? No le cabía la emoción en el pecho, "gustado" se quedaba muy corto. De hecho, se levantó y le dio un fuerte abrazo. Lex estaba muy callado, aunque les miraba con una sonrisa leve. Claro, tal y como estaba, sus pensamientos debían estar gritando todo el contenido de la carta, y Lex también apreciaba mucho a Dylan. - Te quiero muchísimo, Dylan. De verdad. - Le susurró en el abrazo. El chico le respondió tiernamente. - Lo sé. Lo noto. - Pues nada, no iba a poder dejar de llorar hoy. Y lo peor es que lo estaba contagiando a más de un presente, que ya estaba escuchando a Violet sorber y quejarse de que la hubieran hecho llorar.

    - ¿Pero qué ha pasado? - Preguntó Darren, confuso y casi preocupado, quedándose clavado en el sitio justo cuando acababa de llegar. Miró a Lex y añadió. - Si solo me he ido un minuto. - Toda la culpa la tenéis los Hufflepuffs. Si es que así no se puede. - Se quejó Violet otra vez, limpiándose las lágrimas, lo cual solo aumentó el desconcierto de Darren. Marcus se separó de Dylan y, enjugándose las lágrimas entre risas, respondió. - Nada, está todo bien. Es que mi colega me hace ponerme sentimental. - Cómete una galleta y verás que se te pasa. - Bromeó Lex, aunque no perdía el toque cariñoso en su mirada a pesar de la pulla. Se volvió a su sitio, terminando de limpiarse las lágrimas, y justo eso mismo hizo, comerse otra galleta.

    - ¡Bueno! Nos toca. Esto te va a poner muy contento. - ¡Eh! Que no estoy triste, solo emocionado. - Es verdad. - Corroboró Dylan, asintiendo con una sonrisita. Debía haberle puesto muy contento su reacción a su regalo. Marcus estaba convencido de que aún no había llorado todas sus lágrimas con aquella carta, pero ya seguiría cuando se hubieran ido todos. Darren le dio un codacito gracioso a Lex, pero el otro se removió, y su novio le insistió, y Lex le volvió a decir que mejor él... Y así un rato. - A ver, los tórtolos. - Se burló Vivi, levantando risillas. Al parecer, no se aclaraban con quién debía darle el regalo: Darren consideraba que el honor le tocaba a su hermano, y a Lex le había dado un ataque de timidez y prefería que lo hiciera otro. A ese paso se veía sin regalo. - ¡Bueno, lo hago yo en nombre de los dos! - Eso se veía venir, que Darren iba a acabar llegando a esa resolución. Se había tirado todo el tiempo con las manos tras la espalda ocultando algo, y cuando lo sacó resultó ser una caja vertical de un tamaño considerable, no sabía cómo lo había escondido sin que se le viera. Marcus abrió mucho los ojos, intrigado. - ¿Qué es? - Ábrelo. - Preguntó Marcus entre risas y en el mismo tono le respondió Lex. Se puso de pie y abrió la caja. - Tiene su explicación ¿eh? - Dijo contento Darren, mientras él aún lo sacaba. Cuando lo tuvo fuera, la primera en acercarse fue Erin. Si es que todo lo que tuviera que ver con animales... - ¡Oh! Un palo nuevo para Elio. Le va a encantar. - Celebró, porque él a su lechuza la tenía mimadísima. Erin ya lo estaba mirando de cerca cuando Darren alzó un índice. - Y no es un palo cualquiera, es un palo muy guay. ¿De qué está hecho? - Parece de cobre. - Respondió con normalidad, y tan pronto lo dijo abrió mucho los ojos, mirando a los chicos. - ¿Es para...? - ¡Exacto! Para que Elio pueda hacerte compañía en tu taller sin miedo a que se haga daño o se transmute solo. - Hubo algunas risillas pero, sobre todo, varios ruiditos adorables. Marcus se puso a mirar el palo con devoción. - ¡No se me había ocurrido! Es genial. - Igualmente, lleva un hechizo protector especial para mascotas. - Apuntó Lex. Se encogió de un hombro con una sonrisilla humilde y dijo. - Investigué un poco el hechizo que le echaste a Noora para protegerla, y encontré como un mundo de hechizos protectores para animales. El palo está reforzado para que sea más resistente y que detecte cuando Elio está apoyado y no sufra percances mágicos, aunque ya el cobre de por sí es difícil de trasmutar, pero por si acaso. - Darren se acercó al palo, sin perder la sonrisa. - Y eso no es todo. ¿Ves esto? - Preguntó, señalando una especie de cuenco pequeñito en un extremo de la barra horizontal. Marcus asintió y escuchó como su tía se reía. - Esto es lo que mejor le va a venir. - Dijo, y Lex corroboró las risas. Darren, quien había reído también, especificó. - Es un dispensario de comida que detecta automáticamente la dosis necesaria para el animal. Elio solo tiene que posarse y, cuando eches comida en él, te dirá si es insuficiente y se cerrará solo si intentas echar más de la cuenta. - Marcus frunció los labios y Lex le arqueó una ceja. - Para evitar riesgos por exceso de glotonería. - Hubo risitas, y al igual que le pasó con el regalo de Violet, tuvo que agachar la cabeza antes de soltar un tímido. - Gracias. - Sí que le conocían bien en su familia.




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    Jue 9 Jun - 9:53


    The birthday boy
    CON Marcus| EN Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    La relación de Marcus y Dylan siempre había tenido un lugar especial en su corazón, y se enternecía como con pocas cosas cuando les veía en directo. Las lágrimas de Marcus le recordaron a las suyas, porque se imaginaba lo que decía la carta. Miró a su hermano con dulzura y orgullo, y tiró de su mano hacia ella. — Eres el mejor patito del mundo. — Su hermano puso una sonrisita orgullosa. — Y lo vas a ser siempre para mí. — Dijo atrayéndole hacia sí, rodeándole y haciéndole cosquillas y dándole besos por toda la cabeza y la cara. — ¡Ay, hermana! ¡Por favor! ¡Que está mirando todo el mundo! — Lo cual levantó las risas de los demás. — Te quiero. Y yo a ti, pero suéltame, por favor. — Estaba rojo como un tomate y eso le divirtió mucho, pero, efectivamente, le soltó y le dejó irse a su sitio a seguir siendo un chico mayor. Se inclinó hacia su novio y cogió una galleta, moviéndola en la mano. — Qué sutil es con las metáforas. Lo ha sacado de mi padre. — Dijo de broma, y tratando de aliviar el momento, porque hasta su tía estaba llorosa.

    No dudaba de que Lex y Darren tenían un regalo para Marcus, y además uno que llevara la firma de ellos. Entornó los ojos ante el momento parejita (luego tendrían valor de decirles nada a ellos) y admiró el regalo. — ¡Oh pero qué cucada! — Tuvo qu exclamar cuando oyó la explicación. Le dio la risa al pensar en el pobre elio, tan chiquito, transmutándose solo. — Es el mejor regalo del mundo, porque el pobre Elio no puede vivir sin Marcus, y eso de tenerle todo el día en el taller iba a acabar con él. — Acarició el palo y sonrió. — Qué buena idea lo del cobre. Os pediría algo así para la Condesa Olenska, pero es raro que se esté quieta en algún sitio, y no tiene tanta necesidad de mí. — Su tía levantó la y la movió. — ¡Eh! No te metas con la Condesita, que ella es libre como el viento de verdad. Bueno ya de Condesita no tiene tanto… Más bien Condesota. — Apuntó Darren con su risita Hufflepuff. Vivi se giró con un grito ahogado muy exagerado. — No estarás llamando gorda a mi Condesita. Mira que te dejo en el mercado saudí donde la encontré, y te aseguro que no te apetece nada. — Y ya estaba riéndose otra vez. Y sí, tenía sueño, y sí, le dolía la cabeza, pero estaba muy muy feliz. — Oye, pues lo del comedero está muy bien. — Le dijo a su novio, inclinándose sobre su hombro y mirando el palo. — Pero no te vayas a enfadar cuando se cierre, que ya te estoy viendo decir “eso es demasiado poco, ¿y si se le acaba?”. — Le advirtió, dejando luego un beso en su mejilla.

    Arnold puso cara pillina y dijo. — Entonces, ¿insistes en dejar el tuyo para el último, papá? — Lawrence asintió lentamente y Molly bufó de nuevo. — Oh, este hombre y las espectacularidades… ¡Hija! Los alquimistas son todos así, eh… — Le advirtió a la propia Alice, haciéndola reír. — Algo he podido ver en mis años de Hogwarts. ¡Oh, venga ya! — Se quejó Lex. — Si tú eres igual, encima le sigues todo el rollo. — Ella se encogió de hombros con una risita. — No he dicho que yo no fuera así o que no me guste, solo que es cierto lo que dice la abuela Molly.¡Bueno! — Interrumpió Arnold. — Entonces tenemos que darte los nuestros, hijo. Son dos, pero ambos hemos participado de una forma u otra en los dos, así que no hay uno mío y otro de tu madre. Los encantamientos de ambos son míos. — Adelantó Emma, a lo que Arnold suspiró. — Sí, hijo, por si no te lo habías imaginado, serían regalos muggles si no fuera por la intervención de la mágica mano de tu madre. — A eso Phillip se rio escandalosamente, pero fue reduciendo bajo la dura mirada de Emma.

    Se acercó Arnold con los dos paquetes mientras Emma miraba complacida desde su lado de la mesa, y los puso frente a Marcus. Al abrirlo, efectivamente, parecían una corbata azul oscura (muy bonita y elegante) y un cuaderno, igualmente bonito y potencialmente caro viendo la encuadernación, pero, efectivamente, sin nada a primera vista. — La corbata, para que veas como funciona, necesito que el abuelo haga de probador. — Se la tendió a Lawrence. — Póntela, papá. — El abuelo obedeció y se entretuvo en hacerse un nudo windsor perfecto. — ¡Larry, por Merlín, hijo! Que es solo para probarla. — Le increpó Molly, más expectante de ver el resultado que nadie. — Las cosas se pueden hacer deprisa o se pueden hacer bien, Margaret Lacey. — Le dijo muy seguro, provocando risas en Alice, que adoraba aquella relación. Cuando por fin la tuvo, en la parte de abajo apareció un símbolo en dorado, brillante y finísimamente dibujado. — ¿Es…? — Preguntó achicando los ojos. — ¡El símbolo de alquimista carmesí! — Contestó Larry, tan emocionado como si le acabaran de dar el rango. — La corbata saca el símbolo correspondiente al rango de alquimista que tengas, para que veas cuánto confiamos en que los irás consiguiendo, y podrás presentarte en tus conferencias y demás con ello bien visible. Genial, la chapa de prefecto para fuera de Hogwarts. — Aportó Lex con hastío, aunque Alice detectó la broma en su voz, y sus tías empezaron a reírse sonoramente. Gamberras, pensó, pero qué felices se veían.

    Y el cuaderno… — Dijo tendiéndole una pluma. — Pruébalo por las últimas páginas, para no estropearlo. — Y le dio la vuelta. — Escribe cualquier cosa. — Lo hizo, y la letra de Marcus se desvaneció, a lo que todos se sorprendieron, excepto el homenajeado. — ¿No has visto eso? — Le preguntó Alice, a lo que Arnold negó, satisfecho. — No lo ha visto porque nadie más que él puede ver lo que está escrito, se desvanece a los segundos de escribirlo a ojos de los demás. A no ser, que dé permiso para verlo. Mira, hijo escribe “permiso Alice Gallia”, y ahora toca la página, Alice. — Hicieron lo que decía, y ante sus ojos apareció la frase que se había desvanecido antes. — Y si quieres cancelar el permiso… Solo tienes que tachar el nombre. — Y, efectivamente, todo se desvaneció de nuevo. — Es una transformación sensorial bastante sofisticada que acabo de terminar y mi empresa pretende vender por un buen pellizco. — Dijo Emma, con un toque orgulloso en la voz. — Qué menos que que la tenga mi niño primero. — Su padre ya estaba ahí encima cual feloz, mirándolo alucinado. — Es interesantísimo Emma, sí que van a sacar un buen pico por esto. — Si en el fondo él amaba su trabajo, no podía resistirse a un buen hechizo o transformación.





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    Dom 26 Jun - 10:59


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    Con Alice| En Casa O'Donnell | 4 de junio de 2002
    Rodó los ojos, pero le salió inconsciente la sonrisilla de lado cuando Alice besó su mejilla. - No te rías, que a ti también te gusta mimarlo. - Contrarrestó, tratando de sonar seguro y de quitarse a sí mismo gravedad en cuanto a las cantidades de comida que le daba a su mascota, pero hasta él sabía que no colaba. Siguió haciéndose el interesante pero, al igual que antes, colaba bastante poco teniendo en cuenta la carita de ilusión que se le ponía ante la expectativa de sus padres y sus abuelos dándole un regalo. El comentario de su abuela le hizo reír, sintiendo el cosquilleo de la curiosidad de qué tendrían reservado para él, y le dio un leve codazo a Alice con una risita cuando ella contestó a su abuela. - ¡Eh! Siempre he sido un hombre comedido. - Lex, que ya se había metido con Alice por su respuesta, soltó una fuerte carcajada. - Sí, comedidísimo. - ¡Eh! Que yo soy muy humilde para ser quien soy. - Di que sí, hermoso, eso te ha quedado súperhumilde. - Apuntó Violet, haciendo a Erin reír. Bah, no le entendían.

    Marcus rio junto a su tío por el gracioso comentario de su padre respecto a los regalos y los encantamientos, pero a diferencia del hombre, miró a Emma y se encogió de hombro. - Va, mamá, reconoce que ha sido gracioso. - La mujer redó los ojos y, con un suspiro (y una sonrisilla que trataba de esconder con mucho más éxito que su hijo disimulando) hizo un gesto de la mano hacia su marido y dijo. - Anda, dale los regalos. - Para intentar desviar más burlas sobre su persona. Se acercó con ilusión a los paquetes y los abrió. - ¡Wow! Qué bonitos. - Dijo, alzando la corbata para admirarla y mirando el cuaderno también. Se veían muy elegantes. ¡Ah, no podía esperar a ser un alquimista de prestigio! Iba a ir engalanado con corbatas y cuadernos como ese todo el tiempo. Con lo que le gustaba a Marcus la ropa elegante y el material de papelería caro... Pero, efectivamente, eso no iba a quedar en simplemente una corbata elegante y un cuaderno caro, tenía un encantamiento detrás, así que lo dejó en su sitio y esperó a que se lo enseñaran. Y vaya si tenía un encantamiento detrás.

    De nuevo estaba en carcajadas con sus abuelos, y asintió al comentario de Lawrence, porque sería algo que él haría (y lo estaría haciendo para crear expectación, claramente, como él mismo había señalado antes). Eso sí, por dentro estaba igual o peor que Molly, lleno de curiosidad. Cuando se resolvió el misterio, abrió los ojos como platos. - ¿Qué dices? - Se emocionó, levantándose y acercándose a la corbata para prácticamente ponerle los ojos encima. - ¡¿La corbata te marca el rango?! - Preguntó impresionado, mirando a sus padres, quienes asintieron, explicándolo después. Marcus pasó olímpicamente del comentario de Lex, estaba demasiado ocupado en descolgar la mandíbula hasta el suelo. - ¡Buah! - Miró la corbata, aún en el cuello de su abuelo. Se mordió un poco el labio y luego miró de reojo a sus padres, quienes empezaron a reír. - No os riais. - Es que pones la misma carilla de cuando eras pequeño. - Dijo Arnold con ternura, pero la que se acercó a acariciarle la mejilla fue su madre. Ya debía estar enternecida para mostrarse así con tanta gente delante. O eso, o muy cómoda y en familia. - Sigues siendo nuestro niño. Qué bien te conocemos. - Marcus sonrió. - Muchísimo. - Ahora decid por qué os estábais riendo. -Picó Lex, que claramente habría detectado también la cara de Marcus y, para confirmar, le habría leído el pensamiento a sus padres. Emma y Arnold se miraron, volvieron a reír y la mujer dijo. - Porque está deseando ponérsela pero no quiere pasar por el chasco de ver como no le aparece ningún símbolo. - ¡Es que no es justo! ¿No se le puede poner que aparezca algo así como "promesa de la alquimia" o "alquimista en proceso" o algo? - Y todos rieron. Mira, que les dieran a todos, que no paraban de meterse con él. Aunque estaba tan feliz... Que él también se reía de sí mismo y de verlos a todos tan contentos.

    Llegó el turno del cuaderno, y obedientemente siguió las instrucciones. Escribió con total normalidad "mi nombre es Marcus O'Donnell", pero el asombro de los presentes le pilló tan por sorpresa que frunció el ceño extrañado. ¿Acaso los demás veían algo que él no? Pues, no exactamente. Más bien al contrario. Abrió mucho los ojos. - ¿Cómo que no lo ves? - Preguntó a Alice, porque fue lo que intuyó de su exclamación. La explicación de su padre le hizo descolgar la mandíbula una vez más, pero rápidamente escribió lo que le decía: "permiso Alice Gallia". Aún más boquiabierto se quedó. Tachó el permiso cuando se lo indicaron y, efectivamente, Alice dejó de verlo. - Qué pasada. - Murmuró. Y qué útil, pensó acto seguido. Miró a sus padres con los ojos brillantes de alegría. - Es increíble. Muchísimas gracias, me encanta. - Y volvió al cuaderno, probando otra cosa. Apenas había empezado a escribir cuando Lex soltó socarrón. - Pues regálale otro, que este va a usarlo para escribirle guarradas a Alice. - Lex. - Reprendió su madre, aunque ni siquiera sonó dura, porque Lex siguió riendo entre dientes (y si Emma te regañaba en serio, desde luego que no hacías eso). - Que tonto eres. - Le contestó con un fuerte tono burlón, mientras por debajo de la mesa iba escribiendo, porque Marcus podía perfectamente escribir sin mirar y mientras hablaba. "Permiso Alice Gallia". Escribió, y luego le echó a ella una mirada para que tocara el cuaderno. Solo había atinado a poner un simple "te quiero", pero bueno, al menos ya se lo había dicho en plena reunión y solo para ellos dos.

    - ¿Ya sí podemos? - Preguntó su abuela con un tonito incisivo que parecía querer decir si le parecía bien a su merced Lawrence O'Donnell entregar su ansiado regalo ya. Lawrence asintió y se dispuso a levantarse lentamente, lo que hizo que Molly dieran un gritito y un saltito en su sitio y corriera hacia el interior de la casa a un paso muy gracioso. Eso levantó las risas de toda la mesa mientras el hombre, que se había quedado a mitad de camino en el proceso de levantarse, soltaba un sonoro suspiro. - En esta casa lo único que respeta mi rango es esa corbata. - Arnold, riendo, contestó. - A ver, papá, después de tenerla tanto tiempo esperando no le vas a quitar la oportunidad de que sea ella la que le de su regalo a su niño. - ¡Efectivamente! - Entonó bien alto la voz de Molly, que ya se acercaba por allí con algo en las manos que parecía un tarro de galletas vacío, mientras todos reían. Dylan se levantó e, inclinándose sobre la mesa, dijo con una sonrisa. - Mira, Marcus. Ahí puedes meter las galletas que te he regalado. - Me parece muy buena idea. - Contestó su abuelo, con una risilla de fondo entre los labios secundada por sus padres que le hizo pensar lo que ya sospechaba: que aquello tenía trampa.

    - Bueno. - Dijo Molly con una anchísima sonrisa, colocando con satisfacción el tarro en el césped. Definitivamente tenía trampa, su abuela no colocaría un utensilio culinario en el suelo pudiendo hacerlo sobre una mesa. A Marcus se le iba a salir la emoción por la boca junto con el corazón a ese paso. - Tu madre, que es un prodigio mi niña... - Oy, mi niña. - Dijo Violet con tonito tierno y un pucherito mirando a Emma, lo que le granjeó no solo una mirada de reojo y casi despectiva de la aludida, sino una llamada al orden de Molly. - ¡Tss! No me interrumpas tú, que ya habéis tenido todos vuestro momento y este es el mío. - Su abuelo se inclinó hacia Arnold para murmurar. - Luego somos los alquimistas los que queremos que nos apunten los focos... - ¡Lawrence O'Donnell! - El hombre dio un sobresalto en su sitio que, siendo tan mayor y tan de alto rango, era indudablemente gracioso de ver. Claro que con su mujer no había edad ni rango que valiese.

    - Como iba diciendo. - Volvió su abuela, juntando las manos y con un tono y sonrisa de ancianita adorable que contrastaba tanto con el berrido que acababa de pegarle a su marido que no sabía si reírse al respecto o asustarse. - Mi Emma que es un portento ella no solo de los encantamientos, ha hecho una cosita aquí. Porque ya sabrá mi niño que yo nunca le regalaría un tarro de galletas vacío ¿no? - Es una transformación. - Dijo él, con una anchísima sonrisa y mientras se ponía de pie, sacando la varita y mirando a su madre. Sentía la mirada de orgullo de ella puesta encima mientras se acercaba con mucha seguridad hacia el tarro de galletas. - Como habrás podido comprobar por el cuaderno, un alquimista tiene que tener muy a buen recaudo sus secretos. - Pronunció su abuelo, tan elegante como siempre pero, eso sí, sin moverse de su silla. No querría arriesgarse a otro regaño. - Y, como muy bien saben las personas que tan bien te conocen aquí... - Añadió solemne y sonriente, señalando con un grácil gesto de la mano y una mirada cómplice a Lex y Darren, quienes parecían encantados de ser incluidos en el discurso aun no teniendo ni idea de qué iba el asunto. - ...También es fundamental tener siempre a mano a nuestros seres más queridos, y los recursos que necesitamos. - Marcus estaba ya que se salía de la piel de la propia intriga, pero parecía esperar una especie de autorización para resolver esa transformación. Se mordió los labios y, con una gran sonrisa, su abuela dijo. - Adelante, cariño. - Sonrió y fue a deshacer la transformación... Pero no se sabía el contrahechizo. Todos le miraban con sonrisillas. Soltó una carcajada muda. - Un acertijo. - Eso levantó varias risas. Si es que le conocían demasiado bien.

    Se mojó los labios y, por supuesto porque él tenía que darse mucha pompa a sí mismo, empezó a elucubrar en voz alta. - Hmm... Es una transformación de mi madre, pero es un regalo hecho por mis abuelos. - Miró a Emma con una sonrisilla y los ojos entrecerrados. La mujer empezaba a no caber en la silla de orgullo hinchado. - Proviniendo de Emma O'Donnell, será un hechizo silencioso, pero como es para mí, debe ser algo que yo tenga dominado o pueda ejecutar sin dificultades aquí y ahora. También me cuadra que sea un hechizo silencioso si, tal y como dice el prestigioso alquimista del que ya oficialmente soy aprendiz... - Eso último lo dijo elevando el tono como si quisiera que todos se enteraran bien. - ...Es un regalo destinado para un alquimista, quien debe mantener a buen recaudo sus secretos. - Su abuela, desbordando admiración, dijo. - Pero qué listísimo es mi niño. - ¿En serio? Fíjate que ni él mismo se había dado cuenta. - Ironizó Lex con una sonrisita sarcástica. William, cruzado de brazos y reclinado en las dos patas traseras, se encogió de hombros y dijo. - Yo me lo estoy pasando muy bien. - Mientras le miraba curioso, como si esperara la resolución de aquello. Marcus, que solo necesitaba que el público le siguiera el rollo un poquito (y a veces ni eso) continuó, aún más venido arriba. - Un tarro de galletas vacío... No sé en qué se va a transformar, pero deduzco que no tendrá que ver con ello porque sería ilógico pedirme resolver un acertijo en base a su propia respuesta, la cual desconozco, así que tiene que ver con el origen y los realizadores. - Se mojó los labios, pensativo, sin perder la sonrisilla chulesca. - Sé por algunas personas de esta mesa... Que la Fermentación es un estado alquímico que viene especialmente bien para cocinar cosas con levadura, por ejemplo. Como las galletas. - Le guiñó un ojo a Alice antes de seguir con su discurso. - Esa sería la parte Lacey. - Su abuela soltó una risita que fácilmente podría confundirse con la que emitiría la fan de un famoso si este le lanzara un piropo. - La parte Horner ya la he comentado, y queda... La O'Donnell. - Miró a su abuelo. - La primera norma de un taller de alquimia es: si quieres usar el taller, tienes que estar en el taller. - ¿Y estás tú en el taller, señor O'Donnell? - Lanzó su abuelo, enigmático y sonriente. Marcus ensanchó una sonrisa y dijo. - Hace muchos años que estoy en el taller. - El hombre hizo de nuevo uno de sus gráciles movimientos con la mano y señaló el tarro. - Ese regalo te va a venir muy bien entonces. - Marcus ladeó una sonrisa satisfecha, pasó la vista a su madre, quien pareció aprobar con una mirada orgullosa el siguiente paso, y se giró al tarro.

    Fermentum praesens, pronunció mentalmente, aferrando con fuerza su varita y apuntando al tarro de galletas. Limpiamente, este giró sobre sí mismo y se transformó en algo de mucho mayor tamaño, tanto que tuvo que dar un paso atrás para que no se chocara con él en el proceso de transformación. Abrió los ojos, sin dar crédito. Ni en sus mejores sueños, ni siquiera mientras andaba fanfarroneando con el acertijo (porque por un momento casi se había perdido en la perspectiva de que el propio acertijo fuera el regalo) hubiera imaginado algo así. - ¿¿Eso es un puto armario evanescente?? - Bramó Violet, que se había levantado de un salto y estaba inclinada hacia delante. Marcus estaba tan boquiabierto que no podía ni hablar, pero Lawrence soltó una carcajada. - Con adjetivo o sin él, eso es exactamente lo que es. - El hombre miró a su nieto. - Directo a mi taller, para que estés en él siempre que quieras. Al final, algo sí que tenía que ver el acertijo con su solución: es para que puedas estar presente. - Yo no me he enterado del hechizo. - Se sinceró Darren, si quitar los ojos impresionadísimos del armario. - Pero esto es un pasote. - Se giró a Lex. - Lexito, yo quiero uno que me conecte con tu casa. - No es tan fácil conseguirlos. - Apuntó Emma, que estaba muy contenta pero no iba a perder la oportunidad de zanjar un posible pasaje clandestino entre su hijo y su novio. - Y tanto que lo es. - Atinó a decir Marcus, que aún no daba crédito. - Es... Es increíble. ¿¿Pero es en serio?? ¡Es que no sé ni qué decir! - Molly rio y acarició su mejilla. - Pues di que vas a visitar mucho a tu abuela, cielo, que como te vea entrando y saliendo del taller continuamente sin venir a verme, lo del tarro de galletas vacío no va a ser una metáfora. - Todos rieron, pero él rápidamente se abrazó a su abuela. - Ni que decir tiene que para devolverlo a su estado de incógnito solo tienes que añadir una negación al hechizo. - Apuntó Arnold, pero él ya se lo había imaginado. Phillip rio entre dientes y, cruzado de brazos, miró a su hermana y dijo. - He aquí el motivo por el que Petra te odia. -




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